INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Estado natural y Ley Natural
2-Cultos, rituales, sacrificios y dinero
3- Transmisión del pensamiento entre Espíritus
4- Educación para la muerte ( 1 )
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Estado Natural:
Es el estado inicial del ser humano; su estado primitivo.
En La Tierra, es el momento inmediato, al arribo de nuestro espíritu por primera vez, al cuerpo de un primate.
A pesar de que fuimos todos creados sencillos e ignorantes, en ese momento no éramos todos iguales ya que nuestra parte espiritual, llamémosla como queramos; alma, espíritu, etc., había tenido una existencia dentro de los Reinos Vegetal y Animal, con una evolución particular
Es el punto inicial de su desarrollo intelectual y moral.
Es un estado transitorio, incompatible con la civilización.
Tiene al comienzo solo necesidades esenciales y vitales, a medida que va aumentando su evolución, van aumentando sus necesidades.
Para este momento, Dios le ha dotado de libre albedrío, individualidad, inteligencia, razonamiento, conciencia, espíritu de progreso e incipiente propensión a la vida social.
Todas estas características van trabajando unidas, con la finalidad de satisfacer las necesidades, obligando al ser humano a evolucionar.
Esta evolución lleva primero al progreso intelectual y este al progreso moral
Ley Natural
Rige la armonía entre el universo material y moral
Contribuye al progreso de la humanidad
La Ley natural está grabada en nuestra conciencia, pero no todos están en capacidad de reconocerla. Necesita de varias existencias para ello.
Este es uno de los caminos a los cuales nos lleva la evolución.
1) Ley de adoración:
Creencia innata en la existencia de un ser superior, origen inteligente de todas las cosas.
Seguridad de que todo está regido por un orden natural, donde no existe la desorganización y ni el caos.
En realidad no han existido pueblos ateos, todos reconocen la existencia de un ser supremo. Los casos individuales se dan en personas generalmente orgullosas o vanidosas.
2) Ley del trabajo:
Es resultado de nuestra condición de seres con necesidades y goces, los cuales nos vemos impelidos a complacer.
Esto nos lleva a luchar, para conseguir esas satisfacciones, lo cual nos hace evolucionar.
Esta es una de las palancas que nos dirige hacia el progreso.
3) Ley de reproducción:
Mediante esta ley, se asegura la supervivencia del mundo corporal y transmisión mediante enseñanza directa, o por herencia de algunos aspectos de nuestra evolución, alcanzada hasta ahora.
Nos crea la idea de grupo social.
4) Ley de conservación:
La poseen todos los seres vivientes. Viene dado por la necesidad de vivir.
A veces es racional, a veces mecánica.
Ayuda a preservar la existencia, a fin de cumplir con las misiones que nos han sido encomendadas.
Cuando esta ley está razonada en nuestra, conciencia nos lleva a aplicarla a nuestros semejantes.
5) Ley de la destrucción:
Debe ser entendida más bien, como transformación o regeneración de la parte material de los seres vivientes, para lo cual es necesaria su desaparición, a veces en provecho de otros.
Esta ley mantiene a las dos leyes anteriores en concordancia, en cuanto a su volumen, manteniéndolas acorde con la capacidad de existencia, que el medio le da a los seres vivientes
6) Ley de sociedad:
Es la ley, por la cual Dios induce al hombre a vivir en sociedad, para lo cual le da atributos como la palabra, necesidades y deseos comunes
Debe progresar en comunidad, pues su evolución en soledad, sería totalmente nula.
7) Ley del progreso:
Esta ley, es una especie de motor que nos lleva todo el tiempo, en búsqueda de la superación y avance. Lo cual implica luchar constantemente, en mejora de nuestra evolución.
Cuando fuimos creados simples e ignorantes, esta ley nos hizo buscar constantemente el progreso, a partir de entonces comienza nuestra evolución.
Es tan fuerte, que su poca presencia nos provoca, desesperanza, negligencia y astío
8) Ley de igualdad:
Dios nos creó a todos iguales; sencillos e ignorantes, sometidos a las mismas leyes Naturales. Ha sido la evolución individual, la que ha creado ciertas diferencias.
Siendo conscientes de estas desigualdades, debemos aceptar que son posteriores a nuestra creación.
Por lo anterior, podría ser considerada una ley de origen, con variaciones en el transcurso de nuestro desarrollo
9) Ley de libertad:
Está representada por:
Libertad de pensamiento, la cual es absoluta y sólo conocida por Dios, solo él puede juzgarla, pero no la reprime.
Libertad de conciencia, la cual es la verdadera manifestación de la libertad del pensamiento. También es respetada por Dios, pero muchas veces reprimida por los humanos.
Libre albedrío: Teniendo libertad de pensamiento y de conciencia, tiene también libre decisión. Esta libertad está afectada por el nivel de evolución que se posee.
10) Ley de Justicia, Amor y Caridad:
Es un sentimiento que Dios ha colocado en el ser humano, el cual consiste en el respeto al derecho de cada uno.
Se va desarrollando con el progreso moral.
Esta ley tiene mucho que ver con la Ley de Sociedad, para lo cual se hace necesario el Amor y la Caridad.
Esta ley va muy relacionada con la libertad de pensamiento, libertad de conciencia y libre albedrío.
Lo anteriormente expuesto, nos permite asegurar:
A) Todos fuimos creados por un ser superior
B) En igualdad de condiciones
C) Con necesidades, las cuales debemos satisfacer
D) Con deseos irrefrenables de superación
E) Buscando nuestra evolución en sociedad
F) Respetando el derecho de los demás seres
G) Administrando nuestros pensamientos, como el producto nuestra libertad total.
Oswaldo E. Porras Dorta
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CULTOS,RITUALES, SACRIFICIOS Y
DINERO
"Muy a menudo son avisados por los Espiritus familiares que os rodean y van a buscarles; pero en esto hay un fenómeno que es difícil de explicaros, porque vosotros no podéis aún comprender el modo de transmisión del pensamiento entre los Espíritus.-
Lo que puedo deciros es que el Espíritu que vosotros evocáis, por lejos que esté, recibe,
por decirlo así; el choque del pensamiento como una especie de conmoción eléctrica
que llama su atención a la parte de donde viene el pensamiento que se le dirige. Se puede decir que oye el pensamiento, así como vosotros oís la voz en la Tierra."
"Sí, con la diferencia de que el sonido no puede hacerse oír sino en un radio muy
limitado, mientras que el pensamiento alcanza el Infinito. El Espíritu, en el espacio, es
como el viajero en medio de un vasto campo que, oyendo de repente pronunciar su
nombre, se vuelve del lado que le llaman."
"Es que, en efecto, están dispuestos algunas veces. Si la evocación es premeditada, el Espíritu está avisado anticipadamente y se encuentra allí a menudo antes de llamarle."
ALLAN KARDEC
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EDUCACIÓN PARA LA MUERTE
Todos sabemos que moriremos, que la muerte es inevitable, pero estamos tan apegados a la vida y nos hacemos una idea tan negativa y temerosa de la muerte que la rechazamos en nuestra consciencia y la transformamos en un mito, apartándola para el Final de los Tiempos. Mito asustador, ella permanece en la distancia, envuelta en nebulosas, de manera que solo la vemos como figura trágica de un cuento de terror.
Fascinados por el flujo incesante de la vida, sumergidos en el torbellino de nuestras preocupaciones del día a día, tenemos la sensación inconsciente y agradable de que ella siempre se distancia de nosotros. También cuando, conscientemente, pensamos en la muerte, lo hacemos con la ilusión de que ella no llegará tan pronto, puesto que tenemos aún muchas cosas por hacer y sentimos que la vida rebulle en torno de nosotros sin permitir la entrada de la muerte en nuestro medio. Esta es una forma ingenua de protegernos de nuestra muerte, según las exigencias del instinto de conservación. Así aliviamos el miedo de la muerte, confiados en el poder de la vida.
De nada valen estas pequeñas trampas. La muerte llega cuando menos la esperamos y generalmente nos lleva hacia la otra vida sin darnos tiempo para comprender lo que acontece. Las pesquisas psíquicas, a través de más de dos siglos, demuestran el curioso espectáculo de muchas criaturas muertas que no saben que murieron. Continúan vivas en la materia por cuenta de sus propias ilusiones y pasan a asombrar sin querer y sin saberlo a los lugares en que Vivian o frecuentaban. Es claro que permanecen desajustadas en el mundo espiritual.
Para evitar estos y otros inconvenientes, deberemos desenvolver en nosotros la consciencia de la muerte, sabiendo positivamente que ella existe y es inevitable, siendo inútil cualquier ilusión en este sentido, que solo podrá perjudicarnos. Tendremos que familiarizarnos con la muerte, considerándola con naturalidad, no transformándola en tragedia o en espectáculos inútiles de desesperación. En las sesiones espíritas se cuida mucho de estos casos, procurándose despertar a los muertos de sus confusiones producidas por el apego a la Tierra e integrándolos en la nueva forma de vida para la cual pasaron. Ellos no son tratados como almas del otro mundo, sino como compañeros de la vida terrenal que se liberaron del condicionamiento animal por retornar a su mundo de origen, que es el espiritual. La vida solo tiene sentido cuando sirve de preparación para vidas mejores. El destino no es vivir como fiera, sino vivir para trascender, en una escalada del Infinito en búsqueda de las constelaciones superiores. Los secretos de la muerte nos son ahora racionalmente accesibles para poder aprender a perder nuestra vida para reencontrar al Cristo.
El ser humano ha de procurar educarse no solo para la vida actual, sino también prepararse, a través del perfeccionamiento intelectual y moral, para las próximas existencias, que se alternan en el mundo espiritual y en el mundo material, dentro del largo proceso evolutivo a que están vinculados todos los seres del universo.
El hombre nace y le enseñan la educación para la vida. No obstante, la muerte es la certeza negada, omitiéndola siempre que fuera posible, pintándola con los colores del vacío misterioso. Por esto, no habrá vida plena ni muerte tranquila. Todo se resume en un vivir con sobresaltos que las mismas religiones alimentan.
Cuando estamos bien y somos jóvenes, pensamos que no tenemos ningún motivo para pensar en la muerte, ni para desearla. Más todos sabemos que la muerte no es una opción, ni una posibilidad. Es una realidad. En los tiempos actuales nos preocupamos de educarnos para vivir, olvidando que vivimos para morir. La muerte es el fin inevitable de todos. Sin embargo, ella la mayoría de las veces nos sorprende sin la menor preparación.
Allan Kardec fue quien primero se preocupo por la Psicología de la Muerte y de la Educación para la Muerte. Por años consecutivos habló al respecto con los espíritus de los muertos. Y, considerando al sueño como hermano o primo de la muerte, investigó también a los espíritus de personas vivas durante el sueño. Esto porque, según verificara, los que duermen sale del cuerpo durante el sueño. Algunos salen y no vuelven: mueren. Llegó a la conclusión de que “Morir no es morir, sino solo mudarse”.
El mayor pavor de la muerte proviene de la idea de soledad y oscuridad. Mas los teólogos creyeron que esto era poco y oficializaron las leyendas remotas del Infierno, del Purgatorio y del Limbo, a las que no escapan ni siquiera los niños muertos sin bautizar. De tal manera se aumentaron los motivos del pavor a la muerte, que llegó a significar deshonra y vergüenza. Para los judíos, la muerte se tornó la propia impureza. Los túmulos y los cementerios fueran considerados impuros. Los cenotafios, túmulos vacíos construidos en honor a los profetas, muestran bien esta aversión a la muerte.
Aún en nuestros días el respeto a los muertos está envuelto en una forma velada de repulsión y deprecio. La muerte transforma al hombre en cadáver, lo tacha del número de los vivos, le quita todas las posibilidades de acción y, por lo tanto, de significación en el medio humano. “El muerto está muerto”, dicen los materialistas y el populacho ignaro. El Papa Pablo VI declaró, y la prensa mundial lo divulgó en todas partes, que “existe una vida después de la muerte, mas no sabemos como ella es”. Esto quiere decir que la misma Iglesia nada sabe de la muerte, a no ser que muramos. La idea cristiana de la muerte, sustentada y defendida por las diversas iglesias, es simplemente aterradora. Los pecadores al morir se ven enfrentados ante un Tribunal Divino que los condena a suplicios eternos. Los santos y los beatos no escapan a las condenas, no obstante la misericordia de Dios, que no sabemos cómo puede ser misericordioso con tanta impiedad. Los niños inocentes, que no han tenido tiempo de pecar, van hacia el Limbo misterioso y sombrío por la simple falta del bautismo.
Jesús enseñó y probó que la muerte se resuelve en la Pascua de la resurrección, que ninguno muere, que todos tenemos el cuerpo espiritual y viviremos más allá del túmulo como vivos más vivos que los encarnados. Pablo de Tarso proclamó que el cuerpo espiritual es el cuerpo de la resurrección (Cap. 12 de la primera Epístola a los Corintios), mas la permanente imagen del Cristo crucificado, de las procesiones absurdas del Señor Muerto- herejía clamorosa -, las ceremonias de la Vía-Sacra y las imágenes aterradoras del Infierno Cristiano – más impío y brutal que los Infiernos del Paganismo – marcados a fuego en la mente humana a través de dos milenios, aplastan y envilecen al alma supersticiosa de los hombres.
El clero cristiano, tanto católico como protestante, tanto del Occidente como del Oriente, perdió la capacidad de socorrer y consolar a los que se desesperan con la muerte de las personas amadas. Sus instrumentos de consuelo perdieran la eficacia antigua, que se apoyaba en el oscurantismo de las poblaciones permanentemente amenazadas por la Ira de Dios.
El Siglo XIX, como diría más tarde León Denis, tenía la misión de restablecer científicamente la concepción espiritual del hombre.
El hombre es un espíritu y no apenas un organismo biológico, es la esencia y no la forma, y que la esencia determina la forma de su adaptación a la vida terrenal, el principio de la identificación del hombre por el cuerpo tornase insatisfactorio y hasta también absurdo.
La Educación para la Muerte no es ninguna forma de preparación religiosa para conquistar el Cielo. Es un proceso educacional que tiende a ajustar a los educandos para la realidad de la Vida, que no consiste apenas en el vivir, mas también en el existir y en el trascender. La vida y la muerte constituyen los límites de la existencia. Entre el primer grito del niño al nacer y el último suspiro del viejo al morir, tendremos la consciencia del ser y de su destino. Las plantas y los animales viven simplemente, se dejan llevar en la corriente de la vivencia, entregados a las fuerzas naturales del tropismo y de los instintos. Son seres en desenvolvimiento, dirigidos por el PRINCIPIO vital. Mas la criatura humana es un ser definido, que se refleja en el mundo en su consciencia y se ajusta a él, no para permanecer en él, mas para conquistarlo, sacar de él el jugo de las experiencias posibles y transcenderlo, o sea, pasar más allá de él. Gracias a esto existen las civilizaciones, el desenvolvimiento histórico de la sociedad y el cúmulo de conocimientos en el proceso de las sucesiones de los períodos históricos. El hombre que vive sin tomar conocimiento de este proceso no ha vivido, pasó apenas por la vida, como dice el poeta: “Pasó por la vida y no vivió”. Una criatura así no ha entrado aún en la especie humana, no se ha integrado en ella. La integración se hace por la educación, y por esto la Educación para la Vida será la primera en serle dada. En esta educación el ser se amolda al mundo, comenzando por la educación familiar, en el hogar, y pasando después por la educación social en la escuela y por la educación profesional o experiencial, en la cual se hace ciudadano del mundo, apto para escoger su oficio o su que hacer y dedicarse a él. También por esto Simone de Boudoir observó, con razón, que la Humanidad no es una especie, más SI un devenir. Es, podemos decir, el flujo de la consciencia en la búsqueda de su propia realización.
La Educación para la Muerte será, por lo tanto, la preparación del hombre durante su existencia, para la liberación de su condicionamiento humano. Liberándose de este condicionamiento, el hombre se reintegra a su naturaleza espiritual, tornándose espíritu, en la plenitud de su esencia divina.
La propia función de la muerte, en todos los reinos de la Naturaleza, y no apenas en lo hominal, es desenvolver las potencialidades latentes, llevándolas a las realizaciones posibles de sí mismas.
La educación para la Muerte comienza en la toma de consciencia de esta realidad espantosa. El desenvolvimiento de la grama y el desabrochar de las flores pueden ser ayudadas por el jardinero, para que ambos fenómenos puedan lograr su perfectibilidad posible. Alcanzados los límites de esta posibilidad, la grama y las flores se marchitan y mueren, para avanzar después en el ciclo de los renacimientos. La programación del computador cósmico incluye necesariamente al hombre que muere para renacer en el mismo ritmo ascensional de las cosas y de los seres, mas exigiendo la toma de consciencia de esta patogénesis espiritual.
( Continúa en la siguiente publicación)
Mercedes Cruz-
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