INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El sufrimiento de los Espíritus
2.- El agente de la Providencia
3.- La mujer y la mediumnidad
4.- Sesión mediúmnica: Sobre la venida de Jesús y consejos.
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EL SUFRIMIENTO DE LOS ESPÍRITUS
¿En qué consisten los sufrimientos de los espíritus inferiores?
«Son tan variados como las causas que los han producido, y son tan proporcionados al grado de inferioridad como los goces lo son al de superioridad. Pueden resumirse así:
Envidiar todo lo que les falta para ser felices sin poder obtenerlo; ver la dicha sin poder alcanzarla, pesar, celos, rabia y desesperación producidos por lo que les priva de ser felices; remordimientos y ansiedad moral indefinibles. Desean todos los goces sin poder satisfacerlos, lo cual los atormenta».
¿Es siempre buena la influencia que ejercen unos espíritus en otros?
«Buena siempre de parte de los espíritus buenos, no hay que decirlo; pero los espíritus
perversos procuran alejar del camino del bien y del arrepentimiento a los que consideran susceptibles de dejarse arrastrar, y a quienes, durante la vida, han arrastrado al mal con frecuencia».
-¿De modo que la muerte no nos libra de la tentación?
«No; pero la acción de los espíritus malos es mucho menor en los otros espíritus que en los hombres, porque no tienen por auxiliares a las pasiones materiales». (996)
¿De qué medio se valen los espíritus malos para tentar a los otros, no teniendo el
auxilio de las pasiones?
«Si éstas no existen mentalmente, existen aún en el pensamiento de los espíritus
atrasados. Los malos fomentan esos pensamientos, arrastrando a sus victimas a los lugares, donde se les presenta el espectáculo de esas pasiones y de todo lo que puede excitarías».
-Pero ¿de qué sirven semejantes pasiones, puesto que no tienen otro objeto real?
«Este es cabalmente su suplicio; el avaro ve oro que no puede poseer; el licencioso orgías en las que no puede tomar parte, y el orgulloso honores que codicia y no puede disfrutar».
¿Cuáles son los mayores sufrimientos que pueden experimentar los espíritus?
«No hay descripción posible de los tormentos morales con que son castigados ciertos
crímenes. El mismo que los experimenta tendría trabajo para daros una idea de ellos; pero el más horrible indudablemente es la creencia de estar eternamente condenado».
- EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS- Allan Kardec
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EL AGENTE DE LA PROVIDENCIA
( MOMENTOS DE REFLEXIÓN )
La oración se constituye un hábito en la mayoría de las personas.
Conscientes de su fragilidad ellas buscan el contacto con el Ser Supremo.
Muchas piden auxilio para cuestiones materiales, como la conquista de un empleo o la cura de una enfermedad.
Otras ruegan fuerzas en los momentos difíciles.
Existen otras que buscan la inspiración Divina para conducir bien su existencia en un contexto de dignidad.
También existen los que se acuerdan de orar en agradecimiento por las dádivas recibidas.
O solamente como una forma de entrar en contacto con las esferas superiores de la Espiritualidad.
El Evangelio se refiere a diversos pasajes en los cuales Cristo oró.
Jesús era puro y sabio y aun así no desdeñó el recurso de la oración.
Se trata de una señal firme de que orar es imprescindible a las experiencias de la vida humana.
Al componer la oración dominical el Maestro resaltó que el hombre debe perdonar para ser perdonado.
En otro momento, afirmó que el hombre debe hacer al prójimo aquello que le gustaría que le hiciese.
Se concluye que siempre uno debe estar dispuesto a dar lo que desea recibir, cuando se trata de auxilio y comprensión.
El Espiritismo enseña que los Espíritus son los agentes de la Creación.
Ellos encarnan con la finalidad de evolucionar y reunir conocimientos y virtudes.
Así, adquieren condiciones para hacer la parte que les toca en la obra de la Creación.
Los Espíritus hacen parte de la naturaleza.
La inteligencia humana integra el Plan Divino.
Todo hombre tiene la misión de colaborar en el perfeccionamiento del mundo en que vive.
Los proyectos de la Divinidad se realizan a través de la acción de sus criaturas.
Animales minúsculos, al actuar de manera inconsciente, auxilian en la elaboración de los archipiélagos.
La lucha de un sin número de hombres logró la supresión de las prácticas injustas como la esclavitud y la tortura.
Los científicos están siempre descubriendo la cura de enfermedades que causan desdicha a la Humanidad.
Las innovaciones tecnológicas, fruto del trabajo humano, dejan la vida más sencilla e interesante.
Así, la Divina Providencia se manifiesta a través del hombre.
Con certeza, los recursos divinos no se limitan a tales circunstancias.
La actuación humana se inserta en la manera natural por la cual las bendiciones del Creador alcanzan la Tierra.
Tu tarea es mejorar al Mundo en que habitas.
Y hacer siempre al prójimo lo que deseas que te hagan.
Habitualmente, la respuesta a tus oraciones no llega de manera retumbante y mística.
En general viene por la actuación de terceros, a través de pequeños acontecimientos que te auxilian y esclarecen.
De esa manera, puedes y debes ser la respuesta a las oraciones que tus semejantes dirigen a las alturas.
Quédate atento a las dificultades de las personas que te rodean.
Muchos necesitan de un consejo prudente y sensato para no cometer desatinos.
Otros necesitan de una palabra de comprensión después de un grave error.
Algunos están en vías de desistir después de alguna derrota y carecen de incentivo y esperanza.
¡Tienes mucho para dar!
Considera tus tesoros y alégrate en repartirlos.
Deja que el bien se manifieste por tus manos.
Sé un agente de la Providencia.
Esa es tu misión.
Realizándola, alcanzarás paz y plenitud.
Piensa en eso.
Redacción del Momento Espírita
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LA MUJER Y LA MEDIUMNIDAD
Se encuentran, en ambos
sexos, excelentes médiums; es la mujer, sin embargo, en la que parecen
otorgadas las más bellas facultades psíquicas. De allí el eminente papel que le
está reservado en la difusión del nuevo Espiritualismo. Observando las
imperfecciones inherentes a toda criatura humana, no puede la mujer, para quien
la estudia imparcialmente, dejar de ser objeto de sorpresa y algunas veces
admiración.
No es únicamente en sus
trazos personales que se realizan, en la Naturaleza y en el Arte, los tipos de
belleza, de la piedad y de la caridad; en lo que se refiere a los poderes
íntimos, la intuición y la adivinación, siempre fue ella superior al hombre.
Es entre las hijas de
Eva que la antigüedad obtuvo sus célebres videntes y sibilas. Esos maravillosos
poderes, esos dones de lo Alto, la Iglesia entendió, en la Edad Media, que
debía avistar y suprimir, mediante los procesos instaurados contra lo que se
llamó brujería.
Hoy encuentran ellos su
aplicación, porque es sobre todo por intermedio de la mujer que se afirma la
comunión con la vida invisible. Más de una vez se revela la mujer en su sublime
función de mediadora y lo es en toda la Naturaleza. De ella proviene la vida;
es ella la propia fuente de ésta, la regeneradora de la raza humana, que no
subiste y se renueva sino por su amor y sus tiernos cuidados. Y esa función
preponderante que desempeña en el dominio de la vida, y todavía la ocupa en el
dominio de la muerte.
Pero nosotros sabemos
que la muerte y la vida son una, son las dos formas alternadas, los dos
aspectos continuos de la existencia. Mediadora también es la mujer en el domino
de las creencias. Siempre sirvió de intermediaria entre la nueva fe que surge y
la fe antigua que desfila y va desapareciendo. Fue su papel en el pasado, en
los primeros tiempos del Cristianismo, y todavía lo es en la época presente.
El Catolicismo no
comprendió a la mujer, a quien tanto debía. Sus monjes y padres, viviendo en el
celibato, lejos de la familia, no podían apreciar el poder y el encanto de ese
delicado ser, en quien percibían antes un peligro.
La antigüedad pagana
tuvo sobre nosotros la superioridad de conocer y cultivar el alma femenina. Sus
facultades se expandían libremente en los misterios. Las Sacerdotisa en los
tiempos védicos, era asociada íntimamente al altar doméstico, en Egipto, en
Grecia, en Galia, en las ceremonias de lo oculto, por todas partes era la mujer
objeto de una iniciación, de una enseñanza especial, que de ella hacían un ser
casi divino, el hada protectora, o genio del hogar, la custodia de las fuentes
de la vida. A esa comprensión del papel que la mujer desempeña, personificando
en ella la Naturaleza, a sus profundas intuiciones, sus percepciones sutiles,
sus adivinaciones misteriosas, es que se debió la belleza, la fuerza y la
grandeza épica de las razas griega y céltica. Porque, así como sea la mujer,
así es el hijo, así será el hombre.
Es la mujer que, desde
la cuna, modela el alma de las generaciones. Es ella que hace los héroes, los
poetas, los artistas, cuyos hechos y obras fulguran a través de los siglos.
Hasta los siete años el hijo permanecía en el Gineceo bajo la dirección
materna. Y se sabe lo que fueron las madres griegas, romanas y galesas. Para
desempeñar, sin embargo, tan sagrada misión educativa, era necesaria la
iniciación en el gran misterio de la vida y del destino, el conocimiento de la
ley de las preexistencias y de las reencarnaciones; porque sólo esa ley da a la
vida del ser, que va desabrochar bajo la égida materna, su significación tan
bella y tan conmovedora.
Esa benéfica influencia
de la mujer iniciada, que irradiaba sobre el mundo antiguo como una dulce
claridad, fue destruida por la leyenda bíblica del pecado original.
Según las Escrituras, la
mujer es responsable por la corrupción el hombre; ella pierde a Adán y, con él,
a toda la Humanidad; consecuentemente atrayendo Sanción.. Un pasaje de
Eclesiastés la declara "una cosa más amarga que la muerte". El
casamiento mismo parece un mal: "Que los que tienen esposas sean como si
no las tuviesen" - exclama Pablo. En ese punto, como en tantos otros, la
tradición y el espíritu judaico prevalecieron, en la Iglesia, sobre el modo de
entender del Cristo, que fue siempre benévolo, compasivo, afectuoso para con la
mujer.
En todas las circunstancias la escuda él con su protección; le dirige sus más tocantes parábolas. Le extiende siempre la mano, aún cuando decaía. Por eso las mujeres reconocidas forman una especie de cortejo y muchas lo acompañaron hasta la muerte.
La situación de la
mujer, en la civilización contemporánea, es difícil, en lo raro y dolorosa. No
siempre la mujer tiene para sí los usos y las leyes; mil peligros la cercan, si
ella flaquea, si sucumbe, raramente se le extiende la mano amiga.
La corrupción de las
costumbres hace de la mujer la víctima del siglo. La miseria, las lágrimas, la
prostitución, el suicidio - tal es la suerte del gran número de pobres
criaturas en nuestras sociedades opulentas.
Una reacción, sin
embargo, ya se va operando. Bajo la denominación de feminismo, un cierto
movimiento se acentúa legítimo en su principio, pero también exagerado en sus
intuitos; porque al lado de las justas reivindicaciones, enuncia propósitos que
harían de la mujer, no más la mujer, sino una copia, parodia del hombre.
El movimiento feminista
desconoce el verdadero papel de la mujer y tiende a desviarla del destino que
natural y normalmente le fue trazado.
El hombre y la mujer
nacieron para funciones diferentes, pero complementarias. En el punto de vista
de la acción social, son equivalentes e inseparables. El Espiritualismo
moderno, gracias a sus prácticas y doctrinas, todas de ideal, de amor, de
equidad, encara la cuestión de modo diverso y resuelve sin esfuerzo.
Restituye a la mujer su
verdadero lugar en la familia y en la obra social, indicándole la sublime
función que le cabe desempeñar en la educación y en el adelantamiento de la
Humanidad. Hace más, la reintegra en su misión de mediadora predestinada,
verdadero trazo de unión que liga las sociedades de la Tierra a las del
Espacio.
La gran sensibilidad de
la mujer la constituyen en médium por excelencia, capaz de exprimir, de
traducir los pensamientos, las emociones, los sufrimientos de las almas, las
altas enseñanzas de los Espíritus celestes. En la aplicación de sus facultades
encuentra ella profundas alegrías y una fuente viva de consolaciones. El
carácter religioso del Espiritismo la atrae y le satisface las aspiraciones del
corazón, las necesidades de ternura, que extiende, hacia más allá de la tumba,
a los seres desaparecidos.
El peligro para ella,
como para el hombres, está en el orgullo de los poderes adquiridos, en la
susceptibilidad exagerada. En los celos, suscitando rivalidades entre médiums,
que se tornan muchas veces motivo de separación para los grupos. De allí la
necesidad de desenvolver en la mujer, al mismo tiempo que los poderes
intuitivos, sus admirables cualidades morales, el olvido de sí misma, el júbilo
del sacrificio, en una palabra, el sentimiento de los deberes y de las
responsabilidades inherentes a su misión mediatriz.
El Materialismo no
ponderando sino a nuestro organismo físico, hace de la mujer un ser inferior
por su flaqueza y la impele a la sensualidad. A su contacto, esa flor de poesía
sucumbe al peso de las influencias degradantes, se deprime y envilece. Privada
de su función mediadora, de su inmaculada aureola, tornada esclava de los
sentidos, no es más que un ser instintivo, impulsivo, expuesto a las
sugestiones de los apetitos mórbidos.
El respeto mutuo, las
sólidas virtudes domésticas desaparecen; la discordia y el adulterio se
introducen en el hogar; la familia se disuelve, la felicidad se aniquila.
Una nueva generación,
desilusionada y escéptica, surge del seno de una sociedad en decadencia. Con el
Espiritualismo, sin embargo, yergue de nuevo la mujer la inspirada frente;
viene a asociarse íntimamente a la obra de la armonía social, al movimiento
general de las ideas. El cuerpo no es más que una forma tomada por empréstito;
la esencia de la vida es el espíritu, y en ese punto de vista el hombre y la
mujer son favorecidos por igual.
Así, el
Espiritualismo moderno restablece el mismo criterio de los Celtas, nuestros
padres; afirma la igualdad de los sexos sobre la identidad de la naturaleza
psíquica y el carácter imperecedero del ser humano, y a ambos asegura posición
idéntica en las agremiaciones de estudio.
Por el Espiritismo se
substrae la mujer al vértice de los sentidos y asciende a la vida superior. Su
alma se ilumina de una claridad más pura; su corazón se torna el foco
irradiador de tiernos sentimientos y nobilísimas pasiones. Ella reasume en el
hogar la encantadora misión que le pertenece, hecha de dedicación y piedad, su
importante y divino papel de madre, de hermana y educadora, su noble y dulce
función persuasiva.
Cesa, desde
entonces, la lucha entre los dos sexos. Las dos mitades de la Humanidad se
alían y equilibran en el amor, para cooperan juntas en el plano providencial,
en las obras de la Divina Inteligencia.
León Denís
(Extraído de su libro
"En lo Invisible")
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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SESIÓN MEDIÚMNICA: SOBRE LA VENIDA DE JESÚS Y CONSEJOS
-Buenas noches. De Dios seamos amparados- Os habla unas palabras vuestro Guía Demeure.