domingo, 24 de agosto de 2025

Caminos rectos

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Problemas del amor

2.- Argumentos espíritas de la existencia de vida en el Universo

3.- Lord, el perro de Chico

4.- Caminos rectos

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       Problemas del amor

“… que vuestro amor crezca cada vez más en el pleno conocimiento y en todo el discernimiento.” – Pablo. (Filipenses, 1:9.)

El amor es la fuerza divina del Universo. Es imprescindible, no obstante, mucha vigilancia para que no la desviemos en la justa aplicación.
Cuando un hombre se dedica, de manera absoluta, a sus tesoros perecibles, esa energía, en el corazón de él, se denomina “avaricia”; cuando se atormenta, de modo exclusivo, por la defensa de lo que posee, creyéndose el centro de la vida, en el lugar en que se encuentra, esa misma fuerza se convierte en él en “egoísmo”; cuando sólo ve motivos para alabar lo que representa, lo que siente y lo que hace, con manifiesto irrespeto por los valores ajenos, el sentimiento que predomina en su órbita se llama “envidia”.
Pablo, escribiendo a la amorosa comunidad filipense, formula indicación de elevado alcance. Asegura que, “el amor debe crecer, cada vez más, en el conocimiento y en el discernimiento, a fin de que el aprendiz pueda aprobar las cosas que son excelentes.”
Instruyámonos, pues, para conocer.
Eduquémonos para discernir.
Cultura intelectual y perfeccionamiento moral son imperativos de la vida, posibilitándonos la manifestación del amor, en el imperio de la sublimación que nos aproxima a Dios.
Atendamos al consejo apostólico y crezcamos en valores espirituales para la eternidad, porque, muchas veces, nuestro amor es simplemente querer y tan solamente con el “querer” es posible desfigurar, impensadamente, los más bellos cuadros de la vida.
Espíritu Emmanuel.
Médium Francisco Cándido Xavier.
Del libro “Fuente Viva”

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ARGUMENTOS ESPIRITAS DE LA EXISTENCIA DE VIDA EN EL UNIVERSO

La vida y el universo son magníficos misterios. Dádiva de Dios, que no podemos, ni vamos,  a comprender de manera tan simple. Hace dos mil años, Jesús proclamó que “hay muchas moradas en la Casa de mi Padre”. (1) Actualmente no es difícil  que comprendamos que Dios creó Su Casa  (el Universo), en cuya morada están los incontables planetas. La cuestión fundamental es: ¿Nosotros estamos solos en el Universo?  Los astrónomos afirman que están próximos  a responder esa cuestión que siempre persiguió la humanidad, desde el inicio de la civilización.
El director del observatorio astronómico del Vaticano (2), padre José Gabriel Funes, afirmó que Dios puede haber creado seres inteligentes en otros planetas, del mismo modo  como creo el Universo y los hombres. “Eso no contradice nuestra fe, porque no podemos colocar limites a la libertad creadora de Dios”, acrecentó Funes, en  la entrevista al periódico L´Osservatore Romano, órgano oficial de prensa de la Santa Sede”. (3)
Una de las ramas científicas que más han crecido, desde los años 50, haciendo audaces pesquisas, ampliando mucho el acervo de sus conocimientos, es la Astronomía. De ella derivan, o con ella intervienen, la Astrofísica, la  Astro química, la Exobiología (estudio  de la posibilidad de vida fuera de la Tierra). Simón “Pete” Worden, astrónomo, que lidera el Centro de Pesquisas Ames de la NASA, afirma  que nosotros [en la Tierra] no estamos solos, pues hay mucha vida [por el Universo]. Desde 1995, la Astronomía registró  el descubrimiento de 400 nuevos planetas, pertenecientes a otros sistemas planetarios, mucho más allá  de este del cual formamos parte. En la conferencia anual de la Sociedad  Astronómica Norteamericana, en cada descubrimiento,  envolviendo los planetas de fuera de nuestro Sistema Solar (exo-planetas), apuntan para la misma conclusión:  orbes, como la Tierra, son probablemente, abundantes, a pesar del violento Universo de estrellas explosivas, agujeros negros  abrumadores y galaxias en colisión.
El hecho es que estamos en la Tierra, en uno de los nueve planetas del Sistema Solar. Sin embargo  pese a sus más de 6 sextrillones de toneladas  y presentar una superficie de 510 millones de kilómetros cuadrados, ni por eso es el mayor de estos planetas que giran alrededor del Sol. Júpiter, por ejemplo, es 1300 veces mayor. Sobre este planeta, Kardec escribió que “muchos espíritus, que animaron  a personas conocidas en la Tierra, dijeron estar reencarnados en Júpiter” (4)
James Jeans, uno de los mayores astrónomos de nuestro siglo, afirma, en el libro The Universe Around Us (Universo alrededor de nosotros) que: el número de sistemas planetarios , en todo el Espacio, es inimaginablemente grande. Billones de ellos pueden constituir réplicas, casi exactas, de nuestro  sistema Solar, y millones de planetas pueden constituir otras réplicas casi exactas a la Tierra. Ahora, porque solo  existiera vida aquí en el orbe, un planeta que tiene un   volumen 1.300.000 veces menor que Júpiter; que dista  de la luna aproximadamente  380…  Km. “Marte, está distante de nosotros (en la Tierra)  cerca de 56.000.000 de km, en la época de su mayor aproximación; Capella es 5.800 veces mayor que nuestro [planetilla]; Canopus tiene un brillo ochenta veces superior al Sol”.  (5) Hay estrellas tan brillantes, cuya luz tiene una intensidad  1 millón de veces mayor  que la luminosidad solar.
El Sistema Solar posee 9 planetas con 57 satélites. En total, son 68 cuerpos celestes.  Y, para que tengamos noción de su insignificancia, ante  el restante Universo, “nuestro Sistema compone un minúsculo espacio de pequeña Vía Láctea” (6), o sea, un aglomerado de, aproximadamente, 100 billones de estrellas, con, por lo menos, cien millones de planetas, que, según Carl Seagan,  en lo mínimo, 100 mil de ellos con vida inteligente y mil con civilizaciones más evolucionadas que la nuestra. (7)
Las últimas observaciones del telescopio Hubble (en órbita),  elevaron el número de galaxias conocidas. Se sabe, hoy en día, existen, por el Universo observable, por lo menos, 10 billones de galaxias. En 1991, en Greenwich, en Inglaterra, el observatorio localizó un quásar (posible nido de galaxias) con la luminosidad correspondiente a 1 cuatrillón de soles [eso mismo, 1 cuatrillón]. Creer que solamente la Tierra tiene vida es suponer que todo ese inmensurable Universo haya sido creado sin utilidad alguna,  y sería una imposibilidad matemática que, en un Universo tan inimaginable, no se hubiese desenvuelto vida inteligente, nada más que en este pequeño planeta. Más allá de eso, sería un incomprensible desperdicio de espacio.
Concretamente, la Tierra es, sin duda, el “único” local habitado que sabemos con certeza que tiene vida, pues, al final, estamos aquí. No en tanto, las pruebas materiales, da la posibilidad fuertísima de haber vida en muchos otros lugares. Astrónomos descubrieron señales de materia orgánica en otros planetas; meteoros caen en los montes, con variados compuestos orgánicos esenciales  para la vida, siendo, tal vez, el más famoso de ellos  el meteorito de Murchison; y, ni precisando ir tan lejos, la Tierra, misma, nos muestra que la vida existe, también, en los lugares más inhóspitos  y sorprendentes y bajo las condiciones más hostiles, como se ve en el caso de las formas de vida extremadas, presentes en ambientes extremos, como los geisers, los mares polares fríos y los lagos altamente salinos.
Según Allan Kardec, “repugna la razón creer que esos innumerables globos que circulan en el espacio no son sino masas inertes e improductivas.” (8) La Ciencia viene descubriendo, incesantemente, planetas situados  en otros sistemas solares. En el campo de las investigaciones científicas “el Espiritismo jamás será sobrepasado, porque, si  nuevos descubrimientos  le demostraran que está en el error  acerca de un punto cualquiera, él se modificaría en ese punto. Si una nueva verdad se revelara, él la aceptaría.”(9)
La proposición de Kardec, de la pluralidad de los mundos habitados, continúa tan actual como en la fecha de su  publicación. Por tanto, el Espiritismo sostiene la tesis de la existencia de vida fuera de la Tierra. Se destaca que, antes de que la ciencia humana y las religiones tradicionales admitiesen esa posibilidad, los Espíritus revelaron, en la cuestión 55, de "El Libro de los Espíritus, “que son habitados los mundos que giran en el espacio y que la Tierra está  muy lejos de ser el único planeta que mantiene vida inteligente”. (10)
A propósito, el Espíritu Emmanuel confirma que, “en los mapas zodiacales, se observa, diseñada, una gran estrella en la Constelación de Cochero, que recibió, en la Tierra, el nombre de Cabra o Capella. Magnifico sol entre los astros que nos son más vecinos, este, en su trayectoria por el infinito, se hace acompañar, igualmente, de su familia de mundos, cantando las glorias divinas de lo ilimitado. Su luz tarda cerca de 42 años para llegar  a la Tierra, considerándose, de ese modo, la regular distancia existente entre Capella y nuestro planeta. Hace muchos  milenios, uno de los planetas de Capella, que guarda muchas afinidades con el globo terrestre, había llegado a la culminación de uno de sus extraordinarios ciclos evolutivos.” (11)
Reafirma  Emmanuel que “algunos millones de Espíritus rebeldes existían allá, en el camino de la evolución general, dificultando la consolidación de las penosas conquistas de aquellos pueblos llenos de piedad y virtudes, pero una acción de saneamiento general los alejaría de aquella humanidad, que  hiciera justicia a la perpetua concordia, para edificaciones de sus elevados trabajos. Las grandes comunidades espirituales,  directoras del Cosmos, deliberaron, entonces, localizar aquellas entidades, que se tornaron pertinaces en el crimen, aquí en la Tierra distante, donde aprenderían a realizar, con el dolor y con el trabajo penoso de su ambiente, las grandes conquistas del corazón, impulsando simultáneamente, el progreso de sus hermanos inferiores de la Tierra.” (12)
Aquellos seres, explica el mentor de Chico Xavier: “angustiados y afligidos, porque dejaban tras de sí,  todo un mundo  de afectos, no obstante sus corazones empedernidos en la práctica del mal, serian exiliados  a la faz oscura del planeta terrestre; andarían despreciados en la noche de los milenios del pesar y de la amargura; reencarnarían en el seno de las razas ignorantes y primitivas, recordando el paraíso perdido en los firmamentos distantes. Por muchos siglos, no verían la suave luz de Capella, pero trabajarían en la Tierra acariciados por Jesús y confortados en su inmensa misericordia.” (13) Sobre eso Agustín afirmó en el siglo XIX que “no avanzar es retroceder, y, si el espíritu no se hubiera reafirmado bastante en la senda del bien, puede recaer en los mundos de expiación, donde, entonces, nuevas y más terribles pruebas lo aguardan”. (14)
-Jorge Hessen-
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          LORD, EL PERRO DE CHICO


                                

Chico Xavier tenía un perro llamado Lord, el cual conocía a las personas, curiosas o maliciosas que venían a visitar a su dueño.
   Chico cuenta la historia:
" Sentí, en gran medida, la muerte. Me hizo mucha falta. Era mi compañero inseparable de oración- Cada mañana y noche, iba a la habitación para orar; Lord llegaba poco después. Ponía las patas sobre la cama, bajaba la cabeza y quedaba así, en actitud de oración conmigo.
     Cuando yo terminaba la oración, él también terminaba y se iba a tumbar en una esquina de la habitación.
     En mis oraciones más sentidas, Lord bajaba la cabeza y me miraba con sus ojos dulces, comprensivos, a veces llenos de lágrimas, como si me dijera que me conocía en lo íntimo, la conexión con mi corazón.
     Cuando desencarnó lo enterré en el patio de mi casa".

     Chico cuenta que su perro Lord reencarnó cinco veces en su casa
     Quien conoce la espiritualidad sabe que los animales, muchas veces, permanecen junto a los amigos humanos que los cuidaron cuando estuvieron encarnados; se encuentran en el mundo espiritual y cuando es necesario regresan a la misma casa que una vez les dio la bienvenida, para seguir el curso de su evolución.
     Un día, un visitante preguntó a Chico si los animales tienen alma. Chico respondió:

¡ Ah sí, los animales tienen alma y valen como los mejores amigos ...!

 ( Aportación de Roser )
               
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                                                  CAMINOS RECTOS

                                                               


   “ Y él les dijo: Lanzad la red hacia la banda derecha del barco y hallareis”           (Evangelio de Juan 21-65)

 

      La vida , para ser aprovechada y feliz, debería de ser con una  rigurosa observancia de los intereses de Dios. Ante este pensamiento, yo me pregunto: ¿ Cuales son esos intereses?. Creo que la única respuesta posible es la de retomar el  camino del Amor  a Dios y al prójimo, pues si sabemos que Dios es Amor, solamente sintonizando con ese Amor, haciendo vibrar nuestra alma lo más elevadamente posible,  podemos  sentirnos felices y plenos.  Es el  mismo Amor ejemplificado y predicado por Jesús de Nazaret, y todos los grandes Enviados que vinieron a la humanidad en diferentes épocas.

      El Padre mismo  ha invertido en toda Su Creación y en todas sus criaturas, particularmente en el ser humano, porque este es Espíritu en proceso evolutivo llamado a alcanzar algún día la Divinidad, que es la Fuente de Origen de la que procedemos todos, inmersos en  los caminos de la evolución  a través de   las múltiples reencarnaciones en los mundos físicos. Durante estas vidas en la materia, el Alma  tiene tiempo de practicar , aprender y vivenciar  lo que es el Amor mediante la convivencia con los demás hermanos de la Humanidad que le acompañan en cada vida, y así  sucesivamente hasta llegar a sintonizar con Su vibración de Amor, que es la vibración misma del Creador, y de este modo  ir perfeccionándose como Ser espiritual al  aproximarse cada vez más a su Creador. Este  quiere que sus hijos de la humanidad sean felices, y la forma de conquistar la felicidad es creciendo en el Amor Divino.

  Los mundos físicos son escuelas de evolución en donde aprendemos y ensayamos por la sagrada senda del Amor  a Dios a través del Amor al prójimo en cada una de nuestras existencias humanas. Sin embargo con frecuencia tendemos a vivir de espaldas a este sagrado designio de querer y  saber vivir según la Voluntad Divina, practicando la ley del Amor que Jesús, así como también otros profetas y Enviados nos enseñaron y ejemplificaron. Fijémonos que la enseñanza   o el factor común que todos estos grandes Enviados, además de Jesús, transmitieron a la Humanidad, es precisamente el camino del Amor, que es el único camino recto para hacer crecer y fortalecer el Espíritu para ascender  hasta Dios y dejar de necesitar, cada vez menos, los mundos materiales para poder progresar.

      Cuando nuestra vida transcurre de espaldas a Dios se origina un desequilibrio espiritual  que causa infelicidad por el  cúmulo de errores cometidos y las deudas contraídas que antes o después se tendrán que saldar y equilibrar dentro del marco de la ley de Justicia y su mecanismo de acción con la ley de Consecuencias ( ley kármica), que es una ley natural que nos reconduce al camino del Amor cuando de él nos desviamos con nuestros errores.

       Al no encontrar el verdadero camino interior que aporte equilibrio y felicidad, muchos se desesperan acusando a Dios de su desdicha, sin reconocer que los estados de sufrimiento son generados por nuestra imprevisión y nuestros propios errores que nos son permitidos cometer a fin de aprender de ellos y dejar de cometerlos más, para alcanzar un estado de dicha y poder dejar de sufrir a causa de los mismos.

       Jesús  de Nazaret, el más grande modelo de perfección moral  al que puede aspirar el ser humano, nos indicó a dónde dirigir las redes de nuestras vidas para obtener el fruto correspondiente. Somos pescadores de bienes espirituales y morales, a través de  los agitados mares  de  las vidas sucesivas en este mundo, en donde luchamos cada día y como en el relato evangélico, cuando vemos peligro de zozobra o de fracaso, pedimos al Padre que nos ayude y nos salve de estas tempestades que son las complejos tramas del destino  en los que nos hemos enredado  cada uno, y que siguen  amenazando con enredarnos cada vez más, como pesadas redes en medio de un mundo en el que tememos fracasar como temeríamos hundirnos en medio de un agitado y oscuro mar tenebroso, pero  en el que anhelamos llegar a la orilla segura de la propia evolución, para ponernos a salvo,  creciendo espiritualmente hasta poder alcanzar  nuevas y mejores existencias en los mundos de regeneración, en los que en vez de predominar el mal como sucede todavía en la Tierra, en ellos el Amor y el Bien  constituyen  el mismo camino pero mas fácil de transitar que  en  este mundo  en donde  esa senda es aun difícil y tortuosa por estar llena de piedras , baches y lodos, pero en medio de tantas dificultades de la vida, es  la única que nos conduce a la Luz del Porvenir.

 -José Luis Martín.-

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viernes, 22 de agosto de 2025

Quien no siembra no recoge

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-  ¡ No quería ser médium !

2.- Los Falsos Profetas

3.- Entre la Tierra y el Cielo

4.- Quien no siembra no recoge 

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                        ¡ NO  QUERÍA SER MÉDIUM !


     Había, entre los espiritistas que acudían a las sesiones de “La Buena Nueva”, un
joven, maestro de obras, llamado Eudaldo, el que habiendo perdido a su madre, estudió el Espiritismo, con el noble afán de saber si su madre vivía; se hizo muy amigo de Luis, de su familia y como consecuencia natural, yo también entré en el circulo de sus amistades.
     Comenzamos a notar que al dar principio las sesiones, Eudaldo, se levantaba y se
iba a la galería o a un pequeño huerto que servía de desahogo a la casa, y al preguntarle por qué no se quedaba a la sesión, me contestó:
     Muy sencillamente; porque en cuanto los médiums comienzan a hablar, me entra
un sueño irresistible, y yo conozco que este sueño no es natural, porque siento frío, calor, angustia, ganas de gritar, un peso en la cabeza, como si la tuviera llena de plomo; y como yo no quiero ser médium, por eso no quiero estar en la sesión; y el caso es que hago firme propósito de no venir hasta que la sesión se concluya, y estando en el café, me levanto maquinalmente y vengo; pero como a mí nadie me hará hacer las cosas contra mi voluntad, lo que es ser médium no lo seré.
     Luis le escuchaba sonriéndose, y al parecer no hacía el menor caso de sus entradas y salidas; y preguntándole yo un día qué le parecía todo aquello, contestó:
     -Nada de particular; Eudaldo será un gran médium a su tiempo; los espíritus le
dominan; si yo le hubiera dicho: quiero que seas médium, da media vuelta y no vuelve más al Centro; no le digas tú nada; dejadle que entre, salga, suba y baje y repita hasta la saciedad que no quiere ser médium; que tú que tanto recuerdas las sesiones de la Espirita Española, de Madrid, las tendrás aquí tan buenas y de tanta enseñanza como aquellas; Eudaldo es una buena adquisición para el Espiritismo, pero si fuéramos impacientes, todo se perdería; demos tiempo al tiempo.
     Eudaldo estuvo luchando con su mediumnidad más de un año; cuando una noche,
terminada la sesión, estaba él sentado junto a la mesa que había en el Centro del salón de sesiones, hablando y riendo a más y mejor.
     De pronto palideció, inclinó la cabeza sobre el pecho, cerró los ojos y exhaló un
profundo suspiro. Todos enmudecimos y al poco tiempo se despertó, diciendo:
     -¡Cuando yo digo que no quiero estar en este salón!... Vamos a tu cuarto Amalia,
que allí no me harán dormir.

     Diez o doce personas seguimos a Eudaldo, que al entrar a mi aposento, se sentó,
quedándose dormido instantáneamente; todos le rodeamos, y el médium después de
guardar silencio largo rato, dijo con voz conmovida lo siguiente:
     “-Hermanos míos, la hora ha llegado de que tengáis entre vosotros un médium que
os dará muy buenos resultados, y tú hermana mía... ¿No me conoces?... ¿No me recuerdas, 
Amalia?... Soy Benisia, soy el que te dio a conocer donde no te conocían; soy el que pronostiqué que llevabas un mundo en tu cabeza. Trabaja con afán, hermana mía; yo estoy contigo, yo he ido desarrollando al médium lentamente; sus comunicaciones te ayudarán en tu trabajo; trabajad unidos; tus amigos del espacio no te abandonan; agradece la protección divina y bendice a Dios en las alturas.
     Me han concedido la inefable dicha de ser yo el que os presente al nuevo médium,
ya que a mí me ha cabido la gloria de vencer la tenaz resistencia. Uníos por el amor,
hermanos míos; los que no se aman viven desterrados del cielo; Dios es amor, el amor nos acerca de él, el amor nos engrandece...
     ¡Bendito sea Dios, que todo es amor!”.

     Si grandes y encontradas emociones experimenté con la comunicación de mi
madre, la de Benisia me hizo sentir profunda satisfacción, y como el placer en la Tierra se manifiesta con lágrimas, lloré dulcemente, porque yo recordaba a Benisia con profunda gratitud.
    Cuando Eudaldo despertó, le conté lo ocurrido, y él se encogió de hombros, diciendo con alegre sonrisa:
     -Bueno, bueno; Luis dirá qué debo hacer.
     -Pues lo más sencillo, -Contestó Luis; -Asistir a las sesiones y dar tu comunicación:
pero aquí solamente, ¿Entiendes? Porque ahora sobre ti lloverán la mar de peticiones. El uno querrá saber de su madre, el otro de su padre, aquél de su abuelo, y siendo de buenas condiciones, te echarán a perder, y la mediumnidad es un tesoro que si se sabe conservar, dura toda la vida; en cambio, con el abuso, se convierte en pesadilla, y ¡Ay de aquél que llega a ser juguete de los espíritus!

     Eudaldo a los dos o tres días, entregó a Luis varias comunicaciones escritas, muy
buenas, mas Luis le dijo:
     -No quieras tantos bienes; con la mediumnidad parlante tienes suficiente para dar
luz a muchos ciegos; deshecha la escribiente, porque ésta llegaría a ser muy perjudicial. Vives de tu trabajo; necesitas las noches para descansar, los días para tus planos y tus medidas; la tarde del domingo es la que te queda libre, y ésta es la que puedes dedicar a las sesiones; siguiendo mis instrucciones, nunca te arrepentirás de ser médium parlante, harás mucho bien a la humanidad y te lo harás a ti mismo.

     Eudaldo apreció en lo que valían los consejos de Luis y hace catorce años que es
médium parlante del Centro “La Buena Nueva”, médium puramente mecánico; no
recuerda jamás ni un solo pensamiento de sus discursos, cada día, si cabe, son mejores sus comunicaciones; esposo modelo y padre cariñoso, cumple una gran misión en esta existencia.

- Amalia Domingo Soler -

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                                  LOS FALSOS PROFETAS

 


      Desde siempre, los que formamos este conjunto de seres que llamamos Humanidad hemos tenido que padecer en todas las épocas, la presencia de los llamados “Falsos Profetas”, que por orgullo, vanidad, afán de lucro, etc, nos han pretendido embaucar con mentiras que han querido hacer pasar como verdades, y para ello no han tenido escrúpulos en  utilizar  apariencias o disfraces de carácter moral, religioso o intelectual, totalmente falsos y solamente para  hacernos creer lo que a ellos les ha interesado o han deseado que creyéramos.

 Manipuladores de las mentes de personas de buena voluntad que se dejan engañar por el espejismo de la palabra de personalidades que se dicen divinas o enviadas; capaces de amenazar con infiernos y castigos eternos a aquellos desgraciados que no les sigan y cumplan aquello que  de modo mas o menos encubierto, se les propone u ordena.

      Es evidente  que   los charlatanes, embaucadores y sectarios, siempre han constituido  una plaga moral que ha desengañado finalmente a sus seguidores y víctimas , que  mas tarde han terminado por regresar a la senda de la cordura  y de la razón, que son el auténtico libro sagrado que Dios nos ha dado a cada uno para que hagamos uso de él, o sea, lo que podríamos llamar “divino don del raciocinio”.

    Solo por la calidad y la clase del fruto, podemos conocer el árbol. Esto quiere decir   que  debemos fijar la atención, no ya en los personajes, sino en lo que en verdad nos ofrecen o en lo que son capaces de ofrecer o dar de sí, comportamientos y palabras acordes con la más sublime enseñanza ética de los grandes Maestros y Guías espirituales que ha tenido esta humanidad, entre ellos, Jesús de Nazaret, Guía Supremo de toda la humanidad de nuestro planeta Tierra, y esta enseñanza, en síntesis, no es otra que la del Amor, como poderosa vibración, sentida y realizada hacia todos los seres que nos acompañan en este mundo nuestro.

    ¡ Qué importante es la fuerza del ejemplo!. En la época actual, bajo el pomposo título de creyente o de adepto de  tal o cual religión, nos encontramos frecuentemente con personas  cuyo mensaje muchas veces podemos traducir como:   “ Haz como yo te digo, pero no como yo hago”.  Por lo mismo debemos tener presente que hay seres de esta clase, tanto entre los que vemos en nuestro entorno material, como los que no vemos pero que no por eso es menor su presencia e influencia  desde el plano espiritual. Ellos incentivan y alientan  en una aproximación por Ley de Afinidad, a sus homónimos que ejercen como falsos profetas desde este lado de la existencia.

    Hemos llegado a un punto de madurez racional, moral y científica, en el que ya no nos debe bastar el que alguien de prestigio o renombre afirme una cosa para admitirla sin más  solo por este motivo. Aquello que se nos pone delante pretendiendo nuestra aprobación o aceptación, solo por el hecho de que lo dice nada menos que “tal personaje”, ya no es lo suficiente garantía como para admitirlo solo en razón del autor de su procedencia. No; lo diga quien lo diga y lleve el nombre o apariencia que presente, toda afirmación o consejo de carácter moral e intelectual deberá  siempre pasarse por el tamiz de la razón, puesto que el raciocinio es un don divino que para esto nos lo ha otorgado el Padre mediante el desarrollo de la inteligencia y del conocimiento.

   Por la misma razón, tampoco debemos negar o rechazar nada de antemano, porque creamos que no nos interesa o porque creamos que es un engaño. Pensemos y analicemos por nosotros mismos y después, decidamos.

   La sabiduría que forma la inteligencia, el conocimiento y la experiencia, a partes iguales,  como antes apuntaba, es el  único y verdadero  “libro sagrado natural” que Dios nos da y es el único del que podremos echar mano cuando tengamos dudas ante lo que “nos trata de vender” un posible “falso profeta”.

- José Luis Martín-

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                                       ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO
    Nos dice el Espíritu Manuel P. de Miranda, en el libro Senderos de Liberación, que «El origen del ser se pierde en las remotas eras de la Creación, cuando el psiquismo fue generado y comenzó a evolucionar, atravesando los reinos mineral, vegetal, animal, hoy hominal y mañana angélico, en dirección al porvenir sin límites.» 
   La Ciencia nos enseña que la evolución de las especies se ha producido a lo largo de milenios, de una manera lenta, progresiva y gradual, desarrollando formas cada vez más perfeccionadas, en una sucesión continua cuyos anillos tienen su punto de contacto con el que le precede y con el que le sigue, hasta llegar, después de innumerables siglos, al ser humano, el último eslabón de toda esa inmensa cadena evolutiva. 
   La Doctrina Espírita, por su parte, complementa dicha información añadiendo que toda esta larguísima epopeya evolutiva hasta alcanzar la fase humana ha sido la consecuencia de otra evolución, ignorada por la Ciencia: la evolución del psiquismo espiritual, que preside, condiciona y ha posibilitado, en todo momento, la evolución de las especies tal y como la conocemos hoy en día. Es decir, que la evolución es simultánea e interdependiente, la evolución es física pero, sobre todo, la evolución es espiritual. 
   Para facilitar una mejor e imprescindible visión global de la evolución, tanto en la parte física como en la parte espiritual, se debe tener siempre muy presente la advertencia que nos hace el Espíritu André Luiz, en el libro Evolución en dos mundos, cuando nos afirma que «No podemos limitar la experiencia del principio espiritual al plano físico, dado que, a través del nacimiento y muerte de la forma, sufre constantes modificaciones en los dos planos en que se manifiesta». 
   El principio espiritual, en esa larga peregrinación entre la Tierra y el Cielo, ha sufrido constantes modificaciones y mutaciones adaptativas en su “cuerpo astral”, las cuales refleja, automáticamente, en todas y cada una de sus nuevas experiencias en el mundo material, provocando, consecuentemente, la génesis orgánica en la esfera física. 
   De las informaciones y revelaciones que hemos ido recibiendo de la Espiritualidad Amiga podemos conocer que el principio espiritual, desde el mismo momento de su creación, ya lleva en su intimidad una especie de chip en el que está perfectamente marcada la finalidad para la que ha sido creado, con todas las infinitas posibilidades de desenvolvimiento con que Dios lo ha dotado y que lo deberá ir desarrollando paulatinamente en sus continuos contactos con la materia.
A partir de sus primeras manifestaciones, el principio espiritual ha de constituir un proceso único, obedeciendo a una disciplina y a una Causalidad Absoluta, que es Dios, donde tendrá que vivir la más fantástica de todas las odiseas, entre la Tierra y el Cielo, es decir, entre la esfera física y las esferas extrafísicas: la construcción y el modelaje de cuerpos cada vez más perfectos que le sirvan como medio de expresión y de exteriorización, a medida que sienta la necesidad de expresar mayores avances y nuevas facultades, conforme al impulso de ese chip, de ese molde mental, que lleva consigo desde su creación, hasta concretarse, después de innumerables milenios, en la especie humana. 
   Y para alcanzar esa meta que le aguarda, el principio espiritual, rudimentario y básico en sus inicios, recorrerá los reinos inferiores de la naturaleza, estacionándose en cada uno de ellos innumerables años. Allí se irá elaborando e individualizando, escalando muy lentamente, peldaño a peldaño, en múltiples y sucesivas repeticiones y experiencias en una metamorfosis continuada hacia formas cada vez más complejas en lo morfológico y una expansión constante y creciente en lo psíquico. Partirá de la inconsciencia total hasta alcanzar las últimas etapas de la escala animal, donde la realización del psiquismo ha hecho un inmenso progreso y los primeros albores del raciocinio y de la inteligencia, preámbulo del ser humano, empiezan a ser visibles, lo que prepara y faculta al principio espiritual para dar el paso más importante en su evolución hasta el momento, donde «sufre una transformación y se convierte en Espíritu, inaugurándose el periodo de la humanidad» (El Libro de los Espíritus, ítem 607-b). 
   La cuestión nº189 de El Libro de los Espíritus nos aclara que «En su origen, no tienen los Espíritus más que una existencia instintiva y apenas tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. Sólo poco a poco se desarrolla la inteligencia». Como consecuencia de ello, a partir de las primeras experiencias del Espíritu y, durante muchísimo tiempo, existirá un largo periodo de transición en el que los rasgos y características provenientes de la animalidad aún estarán demasiado arraigadas en el ser humano, donde la lucha en esas primeras encarnaciones tendrá por móvil esencial, por encima de cualquier otra necesidad, exactamente las mismas cuestiones que en el animal, es decir, la satisfacción de todos los instintos y sensaciones materiales relacionados con la supervivencia y la conservación. 
   Pero la evolución es una ley divina ineludible, de manera que, instado y orientado por los Amigos de la Espiritualidad que lo custodian en su marcha, aquél ser humano primitivo que hasta entonces se regía sólo por instintos procedentes de la fisiología, con el transcurso del tiempo, empieza a indagar sobre las causas y el porqué de las cosas. La idea moral de la vida, más allá de las meras cuestiones de la supervivencia del día a día, comienza, por primera vez, a preocupar en la mente del ser humano, en el que irán surgiendo poco a poco otras necesidades y otras inquietudes más allá de las puramente de subsistencia, que le abrirán nuevas expectativas y lo harán evolucionar donde, paulatinamente, el instinto, el intelecto y el sentido moral se irán equilibrando. 
   El Espíritu, a partir de entonces, a medida que vaya incorporando nuevas actitudes en su existencia, logrará poco a poco despertar su conciencia y, por esa conciencia despierta, aparece el libre albedrío, la responsabilidad y los principios de la Ley de Causa y Efecto, que asegura al Espíritu la libertad de elección pero imponiéndole, al mismo tiempo, los resultados de esa elección, tanto en la esfera física como en el mundo espiritual. 
   El Espíritu, por tanto, no podrá, en una sola existencia como ser humano, desarrollar el sentido moral y alcanzar la perfección en el Amor y en el Conocimiento a la que está destinado, sino que necesitará de muchas experiencias, de todas las que sean necesarias. Empezará a escribir el libro de su Vida, página a página, reencarnación tras reencarnación, forjando poco a poco su historia, grabando en su propia intimidad todas sus derrotas y todas sus conquistas, todas sus miserias y todas sus grandezas, rumbo a ese porvenir sin límites que le aguarda. 
   Y, de este modo, reencarnación y desencarnación se irán alternando en la gran epopeya espiritual entre la Tierra y el Cielo, donde la cuna pondrá de manifiesto, en cada nuevo proceso reencarnatorio, que el pasado de cada uno de nosotros siempre nos acompaña y está presente, recibiendo, el Espíritu reencarnante el cuerpo físico adecuado para que pueda enfrentar las circunstancias y situaciones, favorables o no, pero que son las necesarias para el éxito en los trabajos y en el aprendizaje que le aguarda en su nueva jornada física. 
   Por otro lado, después de la tumba, el Espíritu se ha de encontrar, exactamente, con el resultado de su conducta y proceder en la Tierra en la precedente jornada corporal. Esas consecuencias comienzan en el mismo proceso de su desprendimiento del cuerpo material, así como en la posterior turbación espiritual; determinando, todo ello, el estado feliz o desventurado del Espíritu, así como su correcta adaptación al nuevo plano de vida que le aguarda, situándose en el correspondiente plano vibratorio, de acuerdo a su comportamiento mientras hizo uso del cuerpo físico. 
   Y, así, tantas veces como sea necesario, tantas reencarnaciones como cada uno de nosotros necesite, siendo el Espíritu, en todo momento, en ambos planos, heredero de sí mismo, de todo su pasado y de todas sus obras. Una vez llegado a este punto, de una manera serena, pero responsable y consciente, debemos preguntarnos: ¿hasta dónde podemos llegar en nuestra evolución espiritual? 
   En la cuestión nº116 de El Libro de los Espíritus se nos afirma, de una manera rotunda y contundente, que «todos los Espíritus llegarán a ser perfectos». En el libro Volví, el Espíritu que se presentó a nosotros como el Hermano Jacobo, nos dice que «toda criatura humana conquistará las condiciones del Sabio y del Ángel, en mayoría de edad divina». ¿Qué quiere decir, exactamente, eso de ser perfecto y de alcanzar la condición de Sabio y de Ángel? Dios, para mostrarnos cuál es el camino para alcanzar ese objetivo final al que estamos todos destinados, a lo largo de los tiempos, nos ha enviado diferentes profetas, sabios, misioneros..., siendo Jesús, de entre todos ellos, «el tipo más perfecto que Dios ha ofrecido al ser humano para que le sirviese de guía y modelo» (El Libro de los Espíritus, nº 625). 
   Jesús, nuestro Amigo y Maestro, modelo y guía de la humanidad, nos reveló algo realmente extraordinario y significativo que nos ha de indicar, claramente, hasta dónde podemos llegar en nuestra evolución espiritual: «En verdad os digo: el que cree en Mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará» (Evangelio de San Juan, 14:12). Jesús, profundo conocedor de las Leyes de Dios, con esas palabras nos dejó claramente expuesto que las perfectas Leyes Divinas funcionan igual para todos los seres. Es decir, Jesús también empezó desde cero, igual que todos nosotros, y necesitó de un aprendizaje, igual que todos nosotros, hasta llegar a ser el guía y modelo de la humanidad, del mismo modo que todos nosotros, algún día, alcanzaremos la perfección y esa condición de Sabio y de Ángel a la que hacía referencia el Hermano Jacobo. 
   Nos encontramos, todos nosotros, ahora, a esta altura de la evolución, a medio camino entre los instintos de la bestia, más o menos reprimidos y educados, y ese objetivo real de nuestra marcha, de la crisálida del ángel, del ser radiante y puro que podemos llegar a ser a través de la renovación moral y del esfuerzo constante. 
   El Espíritu de Verdad nos marca la siguiente directriz: «¡Espíritas! amaos: he aquí el primer mandamiento; ¡Espí- ritas! instruíos: he aquí el segundo» (El Evangelio según el Espiritismo, cap. VI, ítem 5). ¿Os podéis imaginar, aunque sea por un solo momento, si este ejemplo fuera contagioso y se expandiera como una epidemia por todas partes del mundo, lo que podría llegar a significar? Pues dejemos de imaginar y empecemos a trabajar para que ello pueda ser posible, porque el Espiritismo sólo es beneficioso y útil para aquél de quien se pueda decir: “Éste, sin duda, está luchando para ser hoy mejor que ayer”.
    Amalia Domingo Soler, la poetisa del Espiritismo, decía que hemos de llegar a Dios por el Amor y por la Ciencia. En consecuencia, practiquemos la caridad para ser buenos y estudiemos para ser sabios, avanzando en dirección a ese porvenir sin límites al que hacíamos referencia al principio, en nuestra gran epopeya espiritual entre la Tierra y el Cielo.
-Alfredo Tabueña-(Revista Espírita nº 8 de la FEE)

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         QUIEN  NO SIEMBRA NO RECOGE

     El pobre, por regla general carece de educación, así es que manifiesta todos los defectos de su carácter y de sus inclinaciones, porque como no está educado no sabe reprimir los ímpetus de su genio, y cuando una enfermedad le molesta y le hace sufrir, entonces da rienda suelta a sus arrebatos, a sus exigencias, se presenta el Espíritu con toda su rudeza, y en muchas ocasiones con toda su malignidad, pues sabido es que, el que mucho paga muchísimo debe, y vivir cincuenta y cuatro años entre tantas miserias físicas y morales como vivió el Padre Olallo Valdés, se necesita haber progresado tanto, tantísimo… que estamos plenamente convencidos que si lográramos ver al virtuoso sacerdote, creeríamos que su envoltura fluídica, su resplandeciente periespíritu era uno de los muchos soles que giran en el espacio, ¡Tanta luz deberá irradiar su Espíritu!

Cuando se considera la grandeza de algunos seres y la miserable ruindad de otros individuos, es cuando se aprecia en su inmenso valor el estudio del Espiritismo y el progreso indefinido del Espíritu, porque la enorme, e imponderable distancia que nos separa a unos de otros, es la prueba innegable del trabajo realizado por unos y de la inercia y estacionamiento de otros, y estos últimos (que estamos en mayoría) ¿Seguiremos tan desventurados que no tendremos voluntad, más que para cometer desaciertos y nuestra iniciativa sólo la utilizaremos para vegetar sin producir? Nuestra inteligencia (diamante preciosísimo) , ¿No encontraría nunca el lapidero del progreso, que le diera las deslumbrantes facetas de innumerables conocimientos científicos y la práctica evangélica de diversas virtudes?

Nacer y vivir condenados a producir disturbios, engendrar odios y formar asesinos… ¡Oh! Eso sería horrible, mientras viéramos que otros eran varones justos y mujeres impecables. ¿Por qué para ellos toda la luz y para nosotros toda la sombra? Si de igual manera venimos a este mundo ¿Por qué tan diversos destinos? Y nos dicen los espíritus en sus comunicaciones: porque los hombres disponen a su antojo de su tiempo que es ilimitado, y mientras los unos se consagran al estudio de la ciencia en una o en varias de sus encarnaciones, los otros se cruzan de brazos y se contentan con que los santones de las diversas religiones piensen por ellos. Mientras los unos gozan practicando la virtud en sus múltiples manifestaciones, los otros se complacen en obtener por el engaño, por el fraude, o la violencia, los bienes de los que supieron acumular riquezas desoyendo el gemido de los necesitados.

La Tierra es uno de los laboratorios de la Creación, y en ella trabajan los justos y los pecadores, cada uno en la fábrica o en el taller que él solo se ha formado. En la vida infinita no hay primeros ni últimos, porque los más buenos, los que en la Tierra llamáis redentores, mañana irán a otro mundo muchísimo más adelantado que el vuestro, y allí serán vulgares medianías, que aprenderán a ser grandes, imitando a otros espíritus muy superiores a ellos en talento y en virtudes, por consiguiente, como la condenación del réprobo no existe porque no hay Espíritu que no progrese, todos podéis ascender por la interminable escala del perfeccionamiento, no hay elegidos ni predestinados, no hay llamados ni preferidos, no hay más que el estricto plimiento de la más sabia de todas las leyes: sembrar y recoger, trabajar y obtener el fruto del trabajo, esa es la ley eterna del progreso.

Esto y mucho más nos dicen los espíritus que responden perfectamente, al lógico razonamiento que hemos hecho repetidas veces, cuando como ahora, rendimos un tributo de admiración a los verdaderos santos de la humanidad. Siempre hemos creído que querer es poder, no en el sentido material que se suele dar a este aforismo, no es el querer dar dinero a un necesitado, porque el que no tiene para sí mismo mal le puede dar a otro lo que él materialmente no posee, pero sí puede pedir y decir al rico: mira, en tal punto hay un ser que llora ¿Quieres enjugar sus lágrimas? ¿Quieres hacer tú lo que yo no puedo hacer?

El querer es poder, lo aplicamos nosotros al progreso del Espíritu cuando el hombre dice: quiero ser grande, llegar a la cúspide del saber y de la virtud, cúspide que se eleva según van pasando los siglos; este adelanto no se verifica ni en una ni en cien encarnaciones, pero llega el engrandecimiento del alma, esto es innegable. Los trabajadores de muchos siglos, son los que de vez en cuando llegan a la Tierra dispuestos a consolar a sus semejantes y a enseñarnos a deletrear en el abecedario del amor Divino, que es el amor universal. ¡Lectores de La Luz Del Porvenir! Leamos en el gran libro de la caridad, y seremos en otras edades ¡Redentores de los pueblos oprimidos, seremos sacerdotes del progreso, mensajeros de las verdades eternas comprendidas en dos palabras. Caridad y Ciencia!

Amalia Domingo Soler

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miércoles, 20 de agosto de 2025

Necesidad de cuidar el pensamiento ante las prácticas espíritas

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Doble naturaleza de Jesús

2.- Reencarnación

3.- Luz nueva

4.- Necesidad de cuidar el pensamiento ante las prácticas espíritas

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          DOBLE NATURALEZA DE JESÚS  

                                                                   


   Pudiera objetarse que en razón de la doble naturaleza de Jesús, sus palabras eran expresión de sus sentimientos como hombre y no como Dios. Sin examinar por qué encadenamiento de circunstancias se llega, mucho más tarde, a la hipótesis de esta doble naturaleza, admitámosla por un instante y veamos si en vez de dilucidar la cuestión, no la embrolla, hasta el punto de hacerla insoluble.

Lo que debía ser humano en Jesús, era su cuerpo, la parte material, y desde este punto de vista, se comprende que haya podido y aun debido sufrir como hombre. Lo que en Él debió ser divino, era el alma, el espíritu, el pensamiento, en una palabra, la parte espiritual del Ser. Si sentía y sufría como hombre, debía pensar y hablar como Dios. ¿ Hablaba como hombre o como Dios ?. He aquí la cuestión importante para la autoridad excepcional de Sus enseñanzas. Si hablaba como hombre, sus palabras son controvertibles, si lo  hacía como Dios, eran indiscutibles; preciso es aceptarlas y conformarse con ellas, so pena de deserción y herejía,  y el más estudioso será el que más se mantenga en ellas.

¿ Acaso se dirá que bajo la forma humana, Jesús no tenía conciencia de su naturaleza divina?. Pues si así hubiese sido, ni siquiera hubiera pensado como Dios; su naturaleza divina hubiese estado en estado latente, y solo la naturaleza humana hubiera presidido su misión, tanto al respecto de sus actos morales como de los materiales. Es pues imposible, sin debilitar su autoridad, hacer abstracción de su naturaleza divina durante su vida.

Pero, si ha hablado como Dios, ¿ por qué esa incesante protesta contra su naturaleza divina, que en el presente supuesto se podía desconocer. Se hubiese engañado, lo que sería poco divino, o habría engañado al mundo conscientemente, lo que sería menos divino aún. Difícil parece, salir de este dilema.

Si se admite que a veces habló como Dios y otras veces como hombre, la cuestión se complica ante la imposibilidad de distinguir lo procedente del hombre y lo procedente de ´Dios.

En el caso de que hubiese tenido motivos para ocultar su propia naturaleza durante su misión, el medio más sencillo era no hablar de ella, o el de expresarse como lo hizo en otras ocasiones, de un modo vago y parabólico sobre puntos cuyo conocimiento estaba reservado para el porvenir. Pues bien: no es este el caso presente, ya que sus palabras no adolecen de la más mínima ambigüedad.

En fin, si a pesar de todas estas consideraciones, aún pudiera suponerse que durante su vida ignoró su verdadera naturaleza, esta opinión no es admisible después de la resurección, puesto que cuando se apareció a sus discípulos no el el hombre el que hablaba, sino el Espíritu separado de la materia, que debía haber recuperado sus facultades espirituales y la conciencia de su estado normal, de su identificación con la Divinidad. Pues, no obstante todo esto, entonces es cuando dijo: "Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi ´Dios y a vuestro Dios".

Está también indicada la subordinación de Jesús por su calidad de mediador, que implica la existencia de una persona distinta. Él es quien intercede para con el Padre. El es quien se ofrece en sacrificio para redimir los pecados. Pues bien: Si Él es el mismo Dios, o si es igual a Dios en todo, no tiene necesidad de interceder, porque nadie intercede para consigo mismo.

- Allan Kardec- ( Obras Póstumas )

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REENCARNACIÓN.

Si observamos a los niños, ¿ cómo podemos explicar la diversidad de tendencias, gustos, inclinaciones de bondad, delicadeza, inteligencia, etc., en unos; mientras que en otros, una carencia de estas cualidades positivas, y en cambio apreciamos ruindad, brusquedad y dureza, y hasta maldad en otros? Correspondiendo al alma humana las cualidades positivas y negativas del carácter, ¿podemos admitir, por un momento, que Dios —perfección absoluta— pueda crear almas imperfectas y establecer diferencias?
     Aquellos que, desconociendo las leyes espirituales, argumentan que ello se debe a la ley de la herencia, tendrían un fundamento más lógico que los que sostienen el concepto de la creación del alma con el nacimiento del cuerpo. Pero, en ese caso, tendrían que rechazar la existencia de una Sabiduría y Justicia Universal, de donde emanan esas fuerzas cósmicas y poderosas que rigen la vida en sus múltiples manifestaciones. Denominémosle Dios o como queráis, pero inmanente de toda creación; ya que, en buena lógica NO ES ADMISIBLE UN DIOS SABIO Y JUSTO CREANDO ALMAS DESIGUALES Y DARLES UNA SOLA VIDA A UNOS Y A OTROS PARA QUE SE SALVEN.
      Más aún. Observemos a los individuos que componen nuestro conglomerado social: configuración de su cuerpo, ademanes, sentimientos y actuaciones de cada uno; y podremos apreciar fácilmente la notoria diferencia entre unos y otros. Mientras en unos apreciamos una mente despierta y un temperamento dinámico, en otros vemos al individuo tosco, bruto o abúlico. ¿Podremos culpar a Dios de estas diferencias? No; porque éstas son diversas manifestaciones de los diversos estados evolutivos en la etapa humana.
      Dios, esa Fuerza Creadora Universal, el Ser Supremo del Cosmos: AMOR, JUSTICIA Y SABIDURÍA MÁXIMA; que trasciende a toda Su creación a modo de vibraciones o fuerzas PODEROSÍSIMAS que denominamos leyes; nos ha creado a todos iguales. El comienzo de la vida, ha sido igual para todos los seres de la creación, incluyendo el ser humano. Los diferentes aspectos y condiciones intelectuales, dinámicas y morales, son diversos grados en el proceso evolutivo de la «chispa» divina, génesis del Ser espiritual. Y aun las diferentes formas de vida que podemos apreciar, y las no perceptibles a nuestra vista, son diversas manifestaciones o fases de manifestación de la chispa divina (la mónada de algunas filosofías) en las diversas fases de su evolución, antes de alcanzar la etapa humana.
      Sólo la pluralidad de existencias puede explicar el origen de la diversidad de caracteres y las desigualdades humanas tan notorias. Fuera de esta ley, nos preguntamos en vano, ¿por qué algunos poseen talento, los sentimientos nobles, las aspiraciones elevadas; mientras que otros carecen de ellos? Si aceptamos la Ley Palingenésica como la ley de la vida, comprenderemos fácilmente que los primeros son seres más viejos, que han vivido más, trabajado más y, por ende, adquirido mayores experiencias y aptitudes; van más adelante en el camino ascensional de su evolución.
Aceptada como verdad la eternidad del Espíritu y que su progreso es indefinido, la buena lógica nos llevará a la clara conclusión de que, los que hoy vivimos en la carne, hemos vivido ya esa misma vida innumerables veces: como amos y como siervos, ya nobles ya plebeyos, como ricos y como pobres, vidas de placeres y vidas de dolores; y seguiremos volviendo en diversas personalidades y ambientes, a fin de obtener las experiencias necesarias hasta alcanzar la sabiduría, que lo encierra todo. Porque, es en la lucha de la vida donde adquirimos experiencias que van grabándose poco a poco en la memoria espiritual, y son las que producen esas sensaciones que denominamos «voz de la conciencia», que trata de impedir cometer nuevos errores.

Sebastián de Arauco


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LUZ  NUEVA


     El Espiritismo está llamado a esclarecer al mundo, pero necesita de  cierto tiempo para progresar. Existió desde la Creación, pero solamente era reconocido por algunas personas, porque, en general, la multitud poco se ocupa en meditar sobre las cuestiones espíritas. Hoy, con el auxilio de esta doctrina pura, habrá una luz nueva.                         
Dios, que no quiere dejar a la criatura en la ignorancia, permite que los Espíritus  más elevados vengan en nuestro auxilio, para contrabalancear al Espíritu de las tinieblas, que tiende a envolver al mundo. El orgullo humano oscurece la razón y la hace cometer muchos errores. Son necesarios Espíritus simples y dóciles, para comunicar en la luz y atenuar todos los males. ¡ Coraje!, ¡Persistid en esta obra que es agradable a Dios, porque ella es útil para su mayor gloria y de ella resultarán grandes bienes para la salvación de las almas.
                            ( Mensaje del Espíritu Francisco de Sales- Revista Espírita de 1860)


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NECESIDAD DE CUIDAR EL PENSAMIENTO ANTE LAS PRÁCTICAS ESPÍRITAS

    Esto lo hemos constatado muchas veces en nuestra ya larga carrera de  experimentadores. Cuando en una reunión espírita todos los pensamientos y voluntades se unen en un anhelo poderoso, en una convicción profunda; cuando suben hacia Dios por medio de la oración, el auxilio nunca falta.

      Todas estas voluntades reunidas constituyen un haz de fuerzas, un arma segura contra el mal. Al llamamiento que se eleva hacia el cielo, hay siempre algún Espíritu adelantado que responde. Este Espíritu protector, por una invitación de lo Alto, viene a dirigir nuestros trabajos, a apartar a los Espíritus inferiores; deja solamente intervenir a aquellos cuyas manifestaciones son útiles para ellos mismos o para los encarnados.

     Hay aquí un principio infalible: con el pensamiento purificado y la elevación hacia Dios, el Espiritismo experimental puede ser una luz, una fuerza moral, una fuente de consuelos. Sin ello, es la incertidumbre, la puerta abierta a todas las trampas de lo Invisible. Es una entrada ofrecida a todas las influencias, a todos los soplos del abismo, a esos soplos de odio, a esas tempestades del mal que pasan sobre la humanidad como tromba y la cubren de desorden y de ruinas.

     Sí; es bueno, es necesario abrir vías para comunicar con el Mundo de los Espíritus; pero, ante todo, es preciso evitar que estas vías no sirvan a nuestros enemigos para invadirnos. Acordémonos de que en el Mundo Invisible hay también elementos impuros. Abrirles una entrada sería desparramar sobre la Tierra males innumerables; sería entregar a los Espíritus perversos una multitud de almas débiles y desarmadas. Para entrar en relación con las potencias superiores, con los Espíritus preclaros, se necesita la voluntad y la fe, el desinterés absoluto y la elevación de pensamiento. Sin estas condiciones, el experimentador sería juguete de los Espíritus ligeros. "Dios los cría y ellos se juntan" - dice el proverbio. En efecto, la ley de afinidad rige al mundo de
las almas como al de los cuerpos.

      Hay necesidad, pues, -tanto bajo el punto de vista teórico como práctico y teniendo en cuenta el progreso del Espiritismo de desarrollar el sentido moral, de entregarse a las creencias sólidamente establecidas, a los principios superiores; necesidad de no abusar de las evocaciones, de no entrar en comunicación con los Espíritus sino respetando las condiciones de recogimiento y de paz moral.

      El Espiritismo ha sido dado al hombre como un medio para ayudarse, mejorarse y adquirir las cualidades indispensables para su evolución. Si se destruyese en las almas o solamente se descuidase la idea de Dios y las aspiraciones elevadas, el Espiritismo podría llegar a ser una cosa peligrosa.

      Por eso no titubeamos en decir que entregarse a las prácticas espíritas sin purificar sus pensamientos, sin fortificarlos con la fe y la oración, sería ejecutar una obra funesta cuya responsabilidad podría recaer pesadamente sobre sus autores.

LEÓN DENIS

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