INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Arrepentimiento y expiación
2.- Desencarnaciones colectivas
3.- Una vivencia personal
4.- El Periespíritu ( 2ª Parte )
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“Todo el mal realizado, toda la sangre derramada, todas las lágrimas vertidas, recaen, tarde o temprano, fatalmente, sobre sus autores, sean individuos, sean colectividades.” León Denís: “El Problema del Ser y del Destino”, cap. XVII
Una desencarnación colectiva sería la muerte simultánea, generalmente de forma violenta, de dos o más personas, y en la que se observaría, en muchas ocasiones, una coincidencia aparentemente inevitable (como si actuara una fuerza irresistible) en la reunión de las mismas.
En un interesante artículo de Kardec, inserto en “Obras Póstumas” (“Cuestiones y problemas: Las expiaciones colectivas”), se vierten afirmaciones tales como: - “Estas faltas colectivas, son las que expían colectivamente los individuos, que a ellas han concurrido, los cuales vuelven a encontrarse para sufrir juntos la pena del talión, o tener ocasión de reparar el mal que han hecho, socorriendo y asistiendo a los que maltrataron en otro tiempo”. - “No puede dudarse que hay familias, ciudades, naciones y razas culpables”.
Tanto Allan Kardec como León Denís parecen tener meridianamente claro, que las desencarnaciones colectivas son una consecuencia de errores pretéritos.
Sin embargo, últimamente hemos observado en algunos medios divulgativos espiritistas de Brasil, como, en referencia a la trágica muerte conjunta de cerca de 240 jóvenes en el incendio de una discoteca, se planteaba un enfoque diferente; en concreto se suponía que había sido una situación provocada únicamente por la desastrosa actuación de los organizadores del evento, sin que ello permitiera presuponer, además, que concurrieran factores problemáticos del pasado de las víctimas.
Además, se plantea esta teoría de forma extensiva a otras calamidades colectivas como las que, de tanto en tanto, sacuden a nuestras sociedades.
¿Cuál sería el enfoque correcto? Probablemente ninguno de los dos, si es que tuviéramos que quedarnos con uno solo de estos dos planteamientos. Sin embargo, creemos que muy probable-mente la opinión de Kardec y de Denís, sea la más adecuada en muchos de los casos.
Pensamos que no podemos obviar que la Ley de Causa y Efecto, “aprovecha” cualquier situación conflictiva para propiciar que quien o quienes necesiten pasar por una situación traumática, como las desencarnaciones violentas, puedan ser atraídos por esa “fuerza irresistible” a fin de neutralizar -total o parcialmente, ya que aparte de la expiación debe haber también una compensación a las víctimas de antaño, con la vivencia de esa circunstancia, su conflicto del pasado.
¿Quiere decir ello que los que perpetran esos trances no tienen responsabilidad alguna, ya que las víctimas debían padecer esa situación?
Evidentemente que sí tienen su propia responsabilidad, ya que la Ley Natural solamente propicia la conexión entre el suceso traumático y quienes precisan del mismo, pero no exonera de responsabilidad a los que lo provocaron en el plano material.
Hay muchas etapas del pasado, tenebrosas y muy duras, que exigen, no la pena del talión, pero sí una asunción de esa responsabilidad pretérita.
Comprendemos perfectamente que no todos los implicados van a necesitar dar ese paso; seguro que los habrá y que habrán resuelto esa problemática con esfuerzo y trabajo. Pero, para los que todavía no han sido capaces de superar esa situación, puede llegar un momento en que la Ley “piense” que ya no hay más moratorias, haciéndose necesario pasar por la desgracia colectiva (o individual, evidentemente, en muchos otros casos) para romper, de una vez por todas, las amarras con ese pasado.
Posiblemente la pregunta más incómoda sea esta: ¿Todas las víctimas de esas tragedias son responsables de tropelías del pasado? La respuesta pensamos que es afirmativa en casi todos los casos. Evidentemente es una suposición muy embarazosa ya que, además de una desencarnación terrible, afirmamos que son culpables antiguos que merecen o necesitan ese dolor.
Probablemente se puede ponderar mejor esa paradoja con la formulación de otra pregunta: ¿Puede afirmarse que esas personas son más culpables, más responsables que los demás? Ciertamente que no, ya que habrá, con toda seguridad, muchas otras, a su alrededor, con cargas del pasado mucho más importantes; pero, para esas, víctimas de la expiación colectiva, ha llegado el momento oportuno de “soltar lastre”; el resto, sin duda, irán o iremos encontrando nuestras propias oportunidades para solucionar nuestro pasado.
No debe extrañarnos que se den estas situaciones; no olvidemos que: “Los males del género humano son consecuencia de la inferioridad moral de la mayor parte de los Espíritus encarnados (1).”
Sin duda podemos formularnos más preguntas inquietantes, tales como: Todos los que viven esas experiencias colectivas, ¿debían estar allí, o tal vez pueda estar presente alguno ajeno a la misma? ¿Es posible que alguno de los que debiera estar pueda zafarse de tal trance?
Resumiendo: ¿Son todos los que están? ¿Están todos los que son? - ¿Son todos los que están?:
Creemos que no, necesariamente. En virtud de su libre albedrío, es posible que alguno que no tuviera que estar presente, sí lo esté por haberse resistido a quienes, seguramente, han intentado desde el Mundo Espiritual impedir su presencia
¿Están todos los que son?: Tampoco, pensamos. Puede haber algunos que, en virtud de su libertad personal, habrán podido zafarse de la actuación de esa fuerza aparentemente irresistible.
¿Quiere ello decir que quedarán al margen de responder por su responsabilidad pretérita? Evidentemente, no; será en otra oportunidad que la tendrán que asumir.
Probablemente, la percepción humana de este problema tan complejo no será nunca la más ajustada a la realidad espiritual, ya que, el género humano, aún tiene un temor enorme a la muerte, siendo ésta, al fin y al cabo, sólo un cambio de estado.
Cuando nuestra perspectiva sobre la muerte sea más natural, probablemente, comprenderemos más adecuadamente la justeza y necesidad de esas muertes traumáticas.
Ya decía Kardec (3): “Para juzgar una cosa, es menester ver sus consecuencias; así es que para apreciar lo que es realmente feliz o desgraciado para el hombre, es preciso transportarse más allá de esta vida, porque allí es donde se hacen sentir las consecuencias; pues todo lo que llama desgracia según su corta vista, cesa con la vida y encuentra su compensación en la vida futura.”
(1) Allan Kardec , “¿Qué es el Espiritismo”, cap. III, núm. 132 (o núm. 128, en según que ediciones).
(2) Así, pues, hemos de suponer que esas personas ajenas al conflicto, ¿tendrán un sufrimiento inmerecido? Por un lado ese sufrimiento es resultado de su propia obstinación en no acceder a las sugerencias que querían ahorrárselo.
Por otro lado hay que ser conscientes de que no hay sufrimiento inútil; por ello, de esa situación podrán extraer, sin duda, una experiencia positiva.
Veamos al respecto el núm. 738 de “El Libro de los Espíritus”: “Pero en esas calamidades, sucumbe lo mismo el hombre de bien que el perverso, ¿es eso justo?
“Durante la vida, el hombre lo refiere todo al cuerpo; pero después de la muerte, piensa de distinto modo, y según hemos dicho, la vida del cuerpo es poca cosa.
Un siglo de vuestro mundo es un relámpago en la eternidad, y los sufrimientos que se prolongan durante lo que vosotros llamáis de algunos meses o de algunos días no son nada, son para vosotros una enseñanza que os aprovecha en el porvenir. “Pero las víctimas de esas calamidades, ¿no dejan de ser víctimas? “Si se considerase la vida tal como es, y cuán poca cosa es con relación al infinito, se le daría menos importancia.
Esas víctimas hallarán en otras existencias la completa compensación de sus sufrimientos, si saben soportarlos sin murmurar.”
(3) “El Evangelio según el Espiritismo”, cap. V
Extraído de la revista "Flama Espirita"
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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UNA VIVENCIA PERSONAL

En primer lugar un saludo y un buen deseo para todos.
Os quiero contar como llegué a tener conocimiento de la Doctrina Espirita y qué es el Espiritismo, palabra que muchas personas confunden su significado. Yo misma no había oído hablar mucho de ella.
Hace algún tiempo, en este lugar donde vivo, sé que mucha gente, hacía Espiritismo sin ninguna preparación y mal encaminado. Eso me daba miedo.
A mi no se me pasaba por la cabeza asistir a estas cosas porque me daba, como ya he dicho, mucho respeto. Aunque no obstante, siempre me llamaba mucho la atención leer cosas relacionadas con estos temas, con todo lo oculto, porque pienso que es bueno aprender para después saber lo que significan tantas cosas que nos pasan y no tenemos explicación.
Bueno, os cuento:
Un buen día y en buena hora oí hablar que habían abierto una tienda esotérica en mi pueblo y allí me acerqué. Se lo conté a mi prima hermana y fuimos juntas. Nos gustaba mucho por cómo estaba decorada, el olor a incienso, había algo especial que no se cómo explicar, además nos sentíamos muy a gusto por lo que fuimos muchas más veces.
Compraba libros y nos enseñaban muchas cosas. Desde entonces seguimos viéndonos porque poco tiempo después comenzamos a estudiar la Doctrina Espirita, que a mí me ha cambiado la vida.
A través de este estudio y de experiencias personales duras he comprendido el por qué de muchas cosas y de que nosotros mismos decidimos nuestra vida, que en nosotros está la decisión y la respuesta. Estoy segura de que si cada uno leyéramos un párrafo del “Evangelio Según el Espiritismo” nos sentiríamos mucho mejor ya que te ayuda a ver las cosas con otro color, a darte cuenta de si vas por el camino equivocado, te ayuda a saber perdonar, a hacer el bien y no esperar gratificaciones, a querernos sin dar más explicaciones y sobre todo a practicar la Caridad y a tener siempre nuestro pensamiento en Dios, que es nuestro creador y el de todas las cosas. Por todo esto nos tenemos que respetar y amar los unos a los otros.
Todo esto y muchas más cosas estoy aprendiendo y tratando de comprender, con estas dos personas tan maravillosas que tienen un corazón tan grande, que a veces se les escucha latir desde fuera y que hacen el bien sin límites. Doy las gracias a Dios por conocerlos y que Él los bendiga.
Si os animáis a venir al centro espirita con nosotros seguro que os gusta porque hacemos muchas actividades y nos divertimos mucho, hacemos excursiones y aprendemos a ser más humanos.
Me siento viva. Es bueno saber dar un sentido a todo lo que nos pasa. Estudiando espiritismo encontraremos las respuestas a tantas preguntas.
Un saludo y un abrazo.
Mª Ángeles.
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EL PERIESPIRITU
2ª Parte ( continuación)
Densidad, es la propiedad que trata de las
medidas de peso ( ponderabilidad) y de luminosidad
(frecuencia vibratoria mental) ambas relacionadas a la
evolución del espíritu.
Penetrabilidad, se
trata de la capacidad de atravesar barreras fisicas, si se hallan presentes las
necesarias condiciones mentales.
Visibilidad, el periespiritu es normalmente invisible en los
Espíritus encarnados; los desencarnados menos evolucionados perciben
el periespiritu de sus semejantes y de los Espíritus que
le son inferiores. La visibilidad es, no obstante, común,
en los Espíritus Superiores.
Sensibilidad, es la propiedad de percibir sensaciones, sentimientos,
emociones. Estas percepciones no son captadas por medio
de órganos específicos, sino por todo el cuerpo periespiritual.
Bicorporiedad o desdoblamiento, representa la propiedad
en que el Espíritu se hace en dos, es decir, el cuerpo físico es visto en un
lugar (generalmente dormido en el lecho) y el periespiritu visto en otro lugar.
Unicidad, significa decir que cada persona trae el propio
periespiritu la suma de sus adquisiciones evolutivas. No hay por tanto dos
periespíritus iguales.
Mutabilidad, es la propiedad que permite cambios en el
periespiritu en el transcurso del proceso evolutivo. La mutabilidad ocurre en
lo que se refiere a la substancia, a la forma y a la estructura
periespirituales
Las funciones del periespiritu pueden ser
sintetizadas en cuatro: instrumental, individualizadora,
organizadora y sustentadora.
La función individualizadora permite que el periespiritu sea el
elemento de unión entre el espíritu y el cuerpo físico.
La función instrumental permite la
integración del espíritu con los mundos espiritual y físico.
La función individualizadora está relacionada a la
historia y a las conquistas evolutivas de la persona y presenta
características peculiares a la identificación de cada individuo.
La función organizadora se
dice respecto al papel de modelo que el periespiritu ejerce, determinando las
líneas morfológicas y hereditarias del cuerpo físico. Está función
garantiza la manifestación de la ley de causa y efecto.
La función sustentadora,
bajo el impulso de la mente espiritual, permite que el
periespiritu transfiera, paulatinamente, la energía vital para el
cuerpo físico, sustentándolo desde la formación hasta su completo
desarrollo. Por medio de esta función el cuerpo físico tiene garantizada la
vitalidad que lo sustentará durante el tiempo previsto para la reencarnación.
El periespiritu es un foco de potencias. La fuerza magnética
que ciertos hombres proyectan en abundancia y que puede, de cerca o de
lejos, influir, aliviar, curar, es una de sus propiedades. La fuerza psíquica,
indispensable para la producción de los fenómenos espiritistas, tiene en el su
asiento.
El cuerpo fluídico no es solo un receptáculo de fuerzas. Es
también el registro vivo en donde se imprimen las
imágenes y los recuerdos: sensaciones, impresiones y hechos, todo se
fija en el, todo se graba. Cuando las condiciones de intensidad y
duración son demasiado débiles, no llegan hasta nuestra conciencia, más por
esto no dejan de ser grabadas en nuestro periespiritu donde permanecen
latentes. Otro tanto sucede respecto a los hechos relacionados con
nuestras vidas anteriores. El ser psíquico que se halla en estado de
sonambulismo, desprendido parcialmente del cuerpo, puede volver a encontrar su
encadenamiento. Así se explica el fenómeno de la memoria.
Las vibraciones del periespiritu se debilitan bajo la
envoltura de la carne; pero vuelven a encontrar su amplitud cuando
el espíritu se desprende de la materia y recobra su
libertad. Bajo la intensidad de sus vibraciones, las impresiones almacenadas en
el periespiritu reaparecen. Cuanto más completo es el desprendimiento, más se
ensancha el campo de la memoria. Los recuerdos más lejanos se
despiertan. El individuo puede revivir sus vidas pasadas; así lo
hemos comprobado muchas veces en nuestras experiencias. Muchas
personas sumidas por la influencia oculta en el sueño
sonambúlico, reproducen los sentimientos, las ideas, los actos
olvidados de la vida actual, de su primera juventud. Reviven hasta las
escenas de sus vidas anteriores, con el lenguaje, las actitudes, las
opiniones de la época y del centro.
En tales casos parece que se manifiesta un espíritu
diferente, que otra entidad se revela. Estos fenómenos mal observados por
ciertos experimentadores, han podido dar origen a la teoría de las
múltiples personalidades coexistiendo en una misma envoltura, teniendo
cada una de ellas su carácter y sus recuerdos propios.
El periespiritu no se halla encerrado en los
límites del cuerpo, como si estuviera en una caja. Por su naturaleza
fluidica es expansible, irradia para el exterior y forma
en torno de su cuerpo, una especie de atmósfera que el pensamiento y
la fuerza de la voluntad pueden dilatar más o menos.
Algunas personas sin estar en contacto corporal, pueden hallarse en contacto
por su periespiritu e intercambiar, no obstante, impresiones, y algunas veces,
pensamientos por medio de la intuición.
De manera semejante, los Espíritus se
comunican con los encarnados, a través de la mediumnidad. El médium
y el espíritu comunicante entran en contacto, uno con el otro, por
los respectivo periespíritus y cambian impresiones y sentimientos.
El periespiritu también tiene papel fundamental
en las apariciones vaporosas o tangibles.
En las comunicaciones mediumnicas corrientes, el
espíritu sufriente o necesitado puede encontrarse en grado, moral e
intelectualmente inferior al del médium que le transmite el mensaje. En esa
situación, entre el médium y el Espíritu comunicante se
establece una ligación de orden fluidica, en que el
médium, a semejanza de un enfermero, permite que el Espíritu retrate y
transmita a los circunstantes sus dolores, sus sentimientos, sus dificultades,
su grado de entendimiento moral-intelectual. Esa ligación del
Espíritu con el médium y la manifestación consecutiva de su estado –
vía periespíritus - solo son posibles con el consentimiento del
médium, que atiende a la solicitud (consciente o no) del Espíritu comunicante.
El estado psíquico del Espíritu es obra suya. El
grado de percepción y comprensión es el
fruto de largos esfuerzos. El espíritu es lo
que el hace de si mismo en el recorrido del ciclo inmenso de sus vidas.
La envoltura fluidica, grosera o sutil, opaca o radiante, representa el valor
exacto y la suma de sus adquisiciones. Sus actos, los
pensamientos persistentes, la tensión de la voluntad hacia un
objeto, toda la evolución de su ser mental repercuten en el periespiritu del
espíritu, y según sea su naturaleza baja o elevada, sórdida o generosa,
dilatan, afinan o enturbian su sustancia. De ello resulta, que por
la orientación constante de sus ideas, de sus aspiraciones,
de sus gustos, por sus obras en un sentido u en otro, el espíritu va
construyendo poco a poco una envoltura sutil, poblada de bellas y nobles
imágenes, abierta a las más delicadas sensaciones, o bien una morada sombría,
una cárcel oscura, en donde, después de la muerte, el alma, limitada en sus
percepciones, está sepultada como en una tumba. Así es como el hombre labra su
bien o su mal, su dicha o su pena. Lentamente día a día, edifica su destino. Su
obra está grabada en si mismo, visible para todos en el más allá. Mediante esta
admirable disposición de las cosas, tan sencilla como grandiosa, se
realiza en el mundo de los seres la ley de causalidad o de la
consecuencia de los actos, que no es otra que la del
cumplimiento de la justicia.
Y, por un efecto de las mismas
causas, desde esta vida, el hombre atrae a si las
influencias de arriba, las radiaciones etéreas o los
groseros efluvios de los espíritus de
pasión, de desorden. Aquí esta la regla de las manifestaciones
espiritas; no es otra que la ley misma de las atracciones y de las afinidades.
Según el grado de sutileza de nuestra envoltura y la intensidad de
sus radiaciones, podemos, sin embargo, en los momentos de
desprendimiento, de éxtasis – y aun para algunos – en los de recogimiento y
meditación – entrar en relación con el mundo invisible, percibir los ecos,
recibir las inspiraciones, vislumbrar los esplendores de
los mundos celestes, o bien sentir las influencias de los espíritus de la
tinieblas.
La
Doctrina Espirita, muestra la igualdad perfecta, absoluta, del punto de partida
de todos los hombres, borra las separaciones artificiales elevadas
por el orgullo y la ignorancia, y perentoriamente prueba que nadie
tiene derecho a más respeto ajeno que aquel a que se
haga acreedor por la nobleza de su conducta. El nacimiento y la
posición social no son sino accidentes temporales de los que
nadie puede envanecerse, puesto que del mismo modo se pueden
adquirir que perder en cualquier momento de la evolución.
Verdades tan consoladoras es
bueno que las esparzamos sin cesar a nuestro alrededor. Demostrando
así que solo el esfuerzo individual puede proporcionarnos el progreso colectivo
y que la misma Potencia que nos ha conducido al estado de hombres,
nos abrirá las perspectivas infinitas de la vida espiritual,
desenvolviéndose en la extensión sin limites del Cosmos.
- Trabajo realizado por Merchita-
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