INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-Ûn extracto de mis conceptos doctrinarios
2.- Firmeza en el ideal
3.- El verdadero recogimiento
4.- Devolver bien por mal
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UN EXTRACTO DE MIS CONCEPTOS DOCTRINARIOS
Firmeza en el ideal
Permanecer en los ideales superiores es muy difícil para la persona de bien, porque cuando termina una etapa de su vida aparece otra, cuando supera una dificultad le surge otra.
Y cada suceso es un aprendizaje a conquistar para que, con esa experiencia, enfrente la siguiente, que es más fuerte que la anterior.
Y lo que en un momento le pareció imposible, pero lo supero producto de su actitud de trabajo honesto y valiente, ahora lo capacita para enfrentar situaciones más complejas que las vencerá equilibrando la moral y la experiencia, sin ello las dificultades se multiplicaran.
Si se multiplican tus problemas no podrás trabajar bien, las necesidades son grandes y los servidores del bien son escasos.
Notas en todo lugar el sufrimiento y desesperación, alucinaciones y amargura que debes ayudar a superar en favor de todos.
Si no te aceptan, ten calma y prosigue, si te pagan con ingratitud, apiádate de ellos y prosigue.
Recuerda que los exitosos en el arte o deporte, trabajaron y renunciaron mucho, antes de obtener su premio a pesar de no siempre conseguir sus deseos.
Olvida tropiezos, dificultades y a quienes no estuvieron a tu lado.
Recuerda que el imperio romano, desdeñando a Jesús, desapareció, los fariseos sucumbieron y su recuerdo es negativo.
Desapareció el concilio de Constanza, que llevo a la hoguera a Juan Huss, como el obispo que condujo a Juana de Arco al martirio.
Quienes intentaron impedir el progreso de la ciencia, filosofía y artes están en la sepultura y la humanidad sigue progresando.
Hay días de sombras y perturbaciones, incluso para los servidores del bien, pero solo son el amanecer de tiempos dichosos que anuncian la luz y paz.
Afírmate en los ideales de la belleza y amor olvidándote de la moda en boga, asume la actitud de fe y ora frente a conflictos, sigue adelante sin temor con la seguridad de que conseguirás la victoria incuestionable.
(Adaptación)
Divaldo Pereira Franco
Por el espirita Juana de Angelis
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EL VERDADERO RECOGIMIENTO
Si pudieseis ver el recogimiento de los Espíritus de todos los órdenes que asisten a vuestras sesiones, durante la lectura de vuestras oraciones, no solo quedaríais tocados, sino avergonzados de ver que vuestro recogimiento, que apenas califico de silencio, está muy lejos de aproximarse al de los Espíritus, un buen número de los cuales os son inferiores. Lo que llamais vosotros recogimiento durante la lectura de vuestras bellas preces, es observar un silencio que nadie perturba; pero si vuestros labios no se mueven, si vuestro cuerpo está inmóvil, vuestro Espíritu vaga y deja de lado las sublimes palabras que deberíais pronunciar desde lo más profundo de vuestro corazón, a ellas asimilando por el pensamiento.
Vuestra materia observa silencio; cierto, decir lo contrario sería injuriaros; pero vuestro Espíritu charlatán no lo observa y perturba en ese instante, por vuestros pensamientos diversos, el recogimiento de los Espíritus que os rodean. ¡ Ah, si os vieseis posternados ante el Eterno, pidiendo la realización de cada una de las palabras que leeis, vuestra alma quedaría conmovida y lamentando su poca atención pasada; daría una vuelta sobre sí misma y pediría a Dios, de todo corazón, la realización de esas mismas palabras que solo pronunciaba con los labios. Pediríais a los Espíritus que os volviesen dóciles a sus consejos. Y yo, el Espíritu que os habla, después de la lectura de vuestras preces y de las palabras que acabo de repetir, podría señalar más de uno que de aquí saldrá muy poco dócil a los consejos que acabo de dar y con sentimientos muy poco caritativos para con el pròjimo.
Sin duda soy un poco duro; pero creo no serlo para con aquellos que lo merecen y cuyos pensamientos más secretos no pueden ser escondidos a los Espíritus. NO me dirijo pues, a los que aquí vienen pensando en cualquier otra cosa sino en las lecciones que aquí deben buscar y en los sentimientos que aquí deben traer. Pero los que oran desde el fondo del alma, orarán también después de la lectura de mi comunicación, por aquellos que vienen aquí y de aquí se van sin haber orado.
Sea como fuere, pido a los que tuvieran la bondad de escucharme, que continúen poniendo en práctica las enseñanzas y los consejos de los Espíritus; a esto los invito en su interés, pues no saben todo cuanto pueden perder no haciéndolo.
(Espíritu de Courson – Revista Espírita de 1868).
"SI ALGUNO TE GOLPEA EN LA MEJILLA DERECHA
OFRÉCELE TAMBIÉN LA OTRA"
7. Habéis aprendido que fue dicho:
ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no os resistáis al mal que
os quieran hacer; mas, si
alguno os golpea en la mejilla derecha, ofrecedle también la izquierda; y si alguno quiere pelear con
vosotros para tomar vuestra túnica, dejadle también la capa; y si alguno os
obligare a marchar mil pasos con él, haced aun dos mil. Dad al que os pidiere y
no rechacéis al que los quiere pedir prestado
Al iniciar este pasaje evangélico lo primero que me viene a la mente es la famosa frase de Gandhi: “ Ojo por ojo, y todos acabaremos ciegos”. O sea, que la venganza del ojo por ojo, no solo no soluciona nada, sino que empeora más aún las situaciones desarmonicas creadas entre ofensores y ofendidos.
Y es que es
cierto que la venganza solo genera más venganza y más odio, lo cual es acceder
a una espiral de horror del que después
cuesta mucho salir.
En la autodefensa se debe tratar de guardar el equilibrio y la proporción, de modo que si el hecho de defendernos puede ocasionar algún daño al ofensor, que este daño sea el menor posible, pues tengamos en cuenta que un mal no quita otro mal, como un fuego no apaga otro fuego, ni lo puede justificar sino en raros casos.
A veces la venganza se puede confundir con la justicia, de modo que mientras que la venganza es siempre un acto de revancha posterior en el que se busca un perjuicio o daño al rival o enemigo para compensar otro daño recibido de él, la justicia supone el equilibrio del alma ante un acto en el que el perdón y la magnanimidad pueden ser el auténtico gran premio de la experiencia que se puede lograr de ese acto de generosidad que es capaz de devolver bien por mal.
Aunque es muy humano en nuestro nivel evolutivo, el ansia de venganza tras recibir un mal o una ofensa, cuando el nivel espiritual del ofendido o de la víctima, o bien cuando se posee el conocimiento espiritual correcto, bien sabemos que existe siempre por encima de los humanos, la Justicia Divina, y esta nunca deja de actuar a través de la Ley de Causa y Efecto. No significa esto que en el fondo nos debamos alegrar porque nos sabemos “vengados” por esa justicia divina, pues a pesar de conocer de su existencia, no olvidemos que Dios es infinitamente bueno, y que ama a todos sus hijos por igual, de modo que Su justicia siempre va encaminada a corregirnos y encauzarnos por el camino del bien, y nunca supone un castigo sin otro fin que el del castigo en sí. Dios es Fuente y Origen de todo bien, por tanto ningún mal procede de Él, sino de nuestros propios errores.
Deducimos aquí que para ser capaces de devolver bien por mal, antes es absolutamente necesario el haber perdonado de corazón, de modo que el instinto de devolver mal por mal quede superado previamente. Realmente a veces hay que ser interiormente mucho más fuertes para poder aguantar y perdonar una ofensa sin sentimientos de rencor, que para responder con la misma moneda al ofensor. Podemos creer a veces que en realidad no seríamos capaces de perdonar, que es lo que viene a significar lo de poner la otra mejilla, y en realidad el alma no preparada para realizar este acto de valor moral que es el perdón, no lo puede lograr plenamente de un día para otro, pero sin embargo sí podemos todos comenzar por el propósito de perdonar totalmente, sin rencores, venganzas ni resentimientos a pesar del dolor recibido, o de poner la otra mejilla al ofensor, lo cual significa lo mismo. En la medida que lo vayamos logrando en pequeñas cosas notaremos que vamos estando más fuertes, maduros y capaces para lograr el perdón de las ofensas ante cuestiones más graves, lo cual ya es un verdadero progreso en el camino evolutivo de nuestro espíritu, que es la conquista de un mayor grado de perfección espiritual y por tanto el camino hacia la auténtica felicidad.
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José Luis Martín -
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