sábado, 20 de agosto de 2022

Después de la muerte.

     INQUIETUDES

1.- Historia de la idea de la Reencarnación.

2.-  Mediumnidad natural y madiumnidad de prueba.

3.-  La Homosexualidad

4.- Después de la muerte.


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                  Historia de la idea de la reencarnación 

    Hacia el siglo VI antes de Cristo, los filósofos de la Escuela Pitagórica y los practicantes de la doctrina Órfica ya sostenían esta antigua creencia.

    Fue a través del Imperio Persa como parece ser que  se introdujo en Occidente. El Imperio Persa, pudo ser a su vez  influido por el  Hinduismo y  pudo actuar  como puente en su difusión.

 En  realidad esta idea se remonta hasta un importante personaje griego llamado Orfeo.  Este fue un poeta y profeta en el seno de la civilización y cultura Helénica, que vivió hacia el siglo VI  antes de Cristo. En su doctrina  se hablaba del concepto de  “la penosa  rueda de los renacimientos”, y parece ser que esta idea le llegó desde Oriente, dado su semejanza con la misma que mantenía el  Induismo; no obstante este detalle pudo ser también al  contrario de lo anteriormente expuesto, o sea, que pudo llegar a la India, pasando allí desde Grecia.

  Posteriormente la adoptó Pitágoras, y de él pasó a  Sócrates y a Platón, los cuales la desarrollaron  más ampliamente  en sus obras.

La transmigración de las almas era enseñada en las llamadas “Escuelas de Misterios” griegas, que enseñaban que el fin último del Ser humano era su purificación y elevación hasta niveles  superiores de conciencia.                     
                                                                 
    La Escuela Pitagórica la incluyó entre sus enunciados básicos, y constituyó una filosofía religiosa que se mantuvo en medio de la aquella civilización Según explicó Pitágoras,  las evoluciones de los mundos y de las almas, son paralelas y  concordantes, explicándose la una por la otra.

       De su sabiduría se inspiraron Sócrates, Platón, Empedocles, Heráclito, los  Gnósticos y numerosos místicos de la Iglesia Cristiana, como Sto. Tomás de   Aquino, Orígenes, Fray Luis de León, Raimundo Lulio, Giordano Bruno, etc.

      A  Sócrates y Platón se les debe el mérito de haber logrado a través de la filosofía, una demostración teórica y racional de las vidas sucesivas. En el Fedón y otros diálogos se hace un serio esfuerzo por comprobar mediante ingeniosas deducciones filosóficas ,que se aprende mediante el recuerdo de lo antes vivido, que es el nacimiento en la consciencia de las reminiscencias de vidas anteriores que quedaron grabadas en la  mente del alma.

    En la época moderna- siglos XV al XIX, aparecieron corrientes de pensamiento en donde el hombre es el centro de todo. Entre estas están el Humanismo Renacentista de Galileo Galilei,  y Kepler. El Empirismo de Hume. La Ilustración, el Idealismo, el Positivismo, el Marxismo, el Estoicismo, el Vitalismo etc. Y pensadores como Descartés, Kant, etc, hasta la aparición del Espiritismo de la mano de Allan Kardec.

    También algunos pueblos  de distintas zonas de  África   han contemplado desde antiguo la idea de la  Reencarnación integrada en sus creencias religiosas como algo positivo y  deseable.

    En Asia también  aparece la idea de la reencarnación  en  las grandes religiones de modo más o menos evidente, tal como el Taoismo y  el Budismo.

    En las islas de Oceanía, esta idea está tan extendida y con matices tan variados  como los pueblos y geografía que la conforman.

    En Australia, también aparece como idea ancestral básica entre  los pueblos aborígenes.

    En América, la sostuvieron algunas comunidades de esquimales en Alaska y Groenlandia, así como también la mantuvieron  algunas tribus de América del Norte, como  “los Hurones”. Igualmente en Sudamérica era creída  y aceptada por los distintos pueblos de indígenas en su variante supersticiosa de la transmigración al mundo animal.

- Jose Luis Martín-

“Si un asiático me pidiese una definición de Europa, me vería obligado a decirle que es aquella parte del mundo en donde prevalece la increíble falacia de que el hombre fue creado de la nada y que su nacimiento actual constituye su primera entrada en la vida.”
Schopenhauer -


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                             MEDIUMNIDAD NATURAL Y                             MEDIUMNIDAD DE PRUEBA
                                  

   Antes de entrar a definir las modalidades de la mediumnidad, clasificación, etc. hemos de comprender dos conceptos fundamentales a nuestro entender, que son la mediumnidad natural y la de prueba. Ambass son similares en sus formas de manifestación fenoménica, pero muy distintas en su origen, como veremos a continuación.

  Mediumnidad Natural, es aquella que es debida a una evolución espiritual considerable del sujeto que la expresa, que estando avanzado espiritualmente, está en contacto con el mundo invisible, y estando y sintiéndose identificado con el mundo espiritual vive anticipadamente la vida relacionada con ese plano, aun encontrándose encarnado. Este tipo de mediumnidad suele manifestarse en los individuos a muy temprana edad y les suele acompañar hasta el momento de su muerte. La mediumnidad natural es un claro exponente de la conquista del bien, debido a la observancia de las leyes del Padre, pero no es como vemos, un "don" o una "gracia" concedida por lo Alto, es algo que se ha ganado con esfuerzo y tesón.
 
   Mediumnidad de Prueba.  es totalmente distinta a la anterior, pues es otorgada al individuo como prueba, para hacer el bien a sus semejantes. Los médiums de prueba son en general, personas muy endeudadas con la Ley Divina, por causa de graves errores cometidos en el pasado, en otras encarnaciones, que piden una mediumnidad con el fin de corregir parte del mal que hicieron y evolucionar antes. El Padre, en su misericordia, concede la mediumnidad a estos seres, pero si no cumplen con su misión de ayuda y abnegación para con otros seres, les puede ser retirada la facultad, desperdiciando una oportunidad preciosa de progreso espiritual y ateniéndose a graves consecuencias negativas.
   Este tipo de mediumnidad- auqnue no hay regla fija en la mediumnidad- suele surgir bruscamente a una edad tardía de la vida, despertándose "de la noche a la mañana", o después de algún trauma, como puede ser alguna enfermedad más o menos grave, la pérdida de un ser querido, un accidente etc. El individuo se encuentra entonces con algo desconocido, que no esperaba, y en sus manos tiene en adelante, la posibilidad de ayudar a sus semejantes, al tiempo que se ayuda a sí mismo, si lo hace habrá dado un gran paso en el camino de su evolución y podrá sentirse feliz cuando tenga que dar cuenta del resultado de su misión.

- Juan Luis Sánchez- ( Continuará)

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                           LA   HOMOSEXUALIDAD              

                                  

 

La homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, siempre ha sido despreciada por una  sociedad llena de prejuicios, tal vez  influida por las religiones que han señalado la homosexualidad como algo  pecaminoso  o vicioso  y siempre anormal.

Ha sido  muy mal vista y condenada por las religiones en general, que siempre la han despreciado y perseguido.  Para  el cristianismo católico y evangélico, estas personas están  en  pecado  mortal   debido a su inclinación sexual natural, no elegida por ellos sino por la propia Naturaleza, porque consideran   imperdonable su actitud  sexual, ( la de ser como son y de sentir como sienten). lo que  consideran  como anormal o como un vicio,   porque dichas religiones afirman que se  profana el cuerpo, que es templo de Dios (1 Cor. 3:9). Algunos clérigos destacados desde su posición jerárquica, más recientemente, también han afirmado con bastante ligereza que se trata de una enfermedad curable por la psiquiatría, pero sin embargo, después de tanto anatema y de tanta excomunión por este motivo, han salido a la luz los muchos escándalos de pederastia que han habido entre los eclesiásticos, así como los muchos casos de homosexualidad  que se ocultan en seminarios y sacristías. 

    Particularmente creo que  la homosexualidad no convierte a la persona en seres abominables, ni es ninguna enfermedad,  pues demostrado está  que, independientemente de su inclinación o actitud sexual, hay personas  de estas características,  llenas de grandes valores humanos y  viceversa, de la misma forma que  también  existen muchos  heterosexuales perversos y de muy baja condición  moral. Un homosexual, por el hecho de serlo, no es ni mejor ni peor que nadie. Su naturaleza sexual no la han elegido ellos, como no la ha elegido nadie. Son así, y merecen tanto respeto y cariño como cualquier otra persona.

   El  homosexual  solo  se  siente  culpable de su condición,  si  tiene  este complejo  debido a una  nefasta educación recibida  que le ha hecho sentirse culpable o sucio,  como un ser anormal, llegando a sentirse rechazado y señalado por la mayoría social. Muchos, en un extremo de desesperación ante el rechazo social percibido siempre, por su condición natural, han recurrido fatalmente a huir de ello escapando por la puerta falsa del suicidio.

   Hay  homosexuales que  viven en  medio de una  lucha  interior de conciencia,  porque  la religión  y   la  misma   sociedad,  les  han  infundido la  idea de la anormalidad  y del pecado por el hecho de sentirse diferentes a las demás personas heterosexuales..

       Desde un punto de vista  religioso así es el caso,  pues  por definición, pecado  es  la  transgresión  mas  o  menos  grave  de  un precepto o de un dogma  religioso,  que   si    está   clasificado  como pecado  leve   o   venial,   se        soluciona  con   una   pequeña   penitencia   que   puede  consistir    en   hacer   alguna  oración o  algún rezo,   pero  si   es  considerado como muy grave o  “mortal”,  la  única  perspectiva que les queda, además del rechazo social,  es la condenación eterna y un  ardiente  infierno para toda la eternidad, si es que no se arrepienten de ello,  pasan por un confesionario y hacen todas las penitencias impuestas y el propósito de cambiar, lo cual es tan imposible en la realidad como lo sería para una gallina volverse gallo. El organismo de los animales hembras fisiológicamente es diferente al de los animales macho y la parte psicológica va íntimamente unida e influenciada por el organismo físico, por tanto, por mucho que quisieran, cada uno es como es, y ellos no son ningún error de la Naturaleza. No son los órganos genitales los que determinan la sexualidad, sino que es la natural tendencia o inclinación de cada alma que se manifiesta en la parte física de la persona, con independencia de la genitalidad que cada uno tenga,

                  Hace tiempo, tras mucho meditar este delicado tema llegué a comprender  que, sin duda, no es ningún pecado el ser naturalmente homosexual.  Tengamos presente que  Dios es un Padre infinitamente misericordioso, y  que nosotros, siendo Seres imperfectos,  somos , sin embargo,  perfectibles y estamos dotados  de  inteligencia y de libre albedrío, por  lo que en conciencia solamente  somos responsables  de  la  limpieza  o  maldad  de  nuestros  actos  e inclinaciones  buenas o malas en la medida que sean aceptadas íntimamente  y en principio hay que pensar que quien  nace con esa naturaleza o tendencia psicológica, será  por algo  que trasciende a las apariencias de la vida  y no porque Dios lo haya hecho así  caprichosamente para mortificarlo o que la Naturaleza  se haya equivocado.

                Sabemos que  el  Ser  espiritual  en  si mismo es asexuado, ( los Espíritus que dan vida a hombres como a mujeres, son los mismos, por tanto exactamente iguales),  y  que este  posee los órganos genitales solamente en  su  cuerpo espiritual, que es el molde biológico del cuerpo físico, en donde durante su formación cuando va a reencarnar los desarrolla, porque  en  cada  existencia humanas  necesita de ambos sexos para adquirir las necesarias experiencias que le permitirán  evolucionar, unas veces como hombre  y otras  como mujer.

               La tendencia o inclinación bisexual, llamada también transexualidad,  puede    tratarse simplemente de una sexualidad viciada,  que saturada de experiencias y de placeres    sexuales repetitivos, busca la novedad  por otros derroteros. Estos  suelen ser  también casos de mediana adaptación o estados de transición entre las dos polaridades sexuales. Normalmente  se trata de inclinaciones  naturales con las que nace la persona  y lo son, o  bien por   reminiscencias e inclinaciones del sexo contrario que tuvo en una vida anterior, o también  puede obedecer a otras causas  kármicas  para su correcto y  equilibrado     aprendizaje espiritual,  como por ejemplo cuando estando  en   el mundo espiritual  después  de haber pasado por esta vida, el  espíritu  que  ha sido hombre o  mujer, comprende que  ha  abusado de su  rol  sexual,  perjudicando y dañando por causa  del mismo a otra u otras persona del sexo opuesto, por lo cual, en una nueva existencia  renace con  ese sexo al que perjudicó, para comprender y asimilar íntimamente en su alma el error de la actitud que sostuvo en aquella existencia ;  el que fue hombre, tal vez nace mujer para que como tal, comprenda que hay que respetar a la mujer y a no abusar de ella  y el que fue  mujer, comprenda lo que es ser hombre  para que  asimile el  respeto  y  fidelidad  que  se  debe  al  hombre sobre el que  tanta influencia ejerce normalmente la mujer .   Y estas causas kármicas  motivan que el espíritu que  apoyándose en  su sexualidad se portó mal con el sexo contrario, nazca en la siguiente existencia con sus anteriores tendencias intactas, pero con el sexo  físico contrario al que psicológicamente  aún conserva. Este cambio de polaridad sexual   no es  nunca un castigo, sino un proceso necesario de aprendizaje para  la evolución y mejora de esos espíritus.

                  El homosexual,  así como cualquier otra persona que se deja arrastrar por un vicio, por muy atávico que sea este, solamente con la fuerza de su  voluntad,   y  aun  conociendo  estos  matices   que  enseñan   las  Leyes Naturales, a pesar de todo no podría dejar de serlo ni de sentir de otro modo  el rol sexual entre las dos polaridades sexuales que le toca vivir en la vida,  comprendiendo al fin que  su personalidad particular nunca es un error de la Naturaleza ni de Dios   y que la genética no le dio esa inclinación natural con la que nació, aunque sí es cierto que existe un componente genético que la determina y le permite manifestarse cuando por causas espirituales debe aparecer precisamente en determinado ser reencarnante.

        La persona homosexual  podrá simplemente  considerar  su condición como una prueba difícil de superar en esta vida, pues en medio de una sociedad de mayoría heterosexual es a veces muy complicado desenvolverse sin discriminaciones o rechazos de algún tipo,  pero  si que  lo puede conseguir, viviendo de modo digno y honrado, poniendo sus esfuerzos y afanes en hacer todo el bien posible a los demás,  de modo que cuando lo haya conseguido,  su Ser espiritual no  volverá a encontrarse más  con esta prueba en el camino de su  evolución  a través de  las personalidades que deba de encarnar en cualquiera de los sexos.

       La homosexualidad no es algo de esta época, sino que se ha manifestado siempre desde la antigüedad en todos los pueblos.  En cada pueblo y en cada época ha sido aceptada  o rechazada según el grado de tolerancia social o de represión que ha habido  ante estas personas consideradas diferentes.

      Hay países que consideran  la  homosexualidad como un atentado al pudor y hasta como un crimen contra la sexualidad y con arreglo a los postulados de una religión o de la tradición  moralista, les llegan a condenar a muerte por este motivo. Sin embargo en  países socialmente más avanzados, en los que se comprende que las uniones de hecho entre personas del mismo sexo vienen siendo un hecho desde siempre, se ha visto la necesidad de regular estas uniones y hacerlas lícitas, normalizándolas, con el fin de que no las exhiban  causando escándalo en sitios públicos. Por ese motivo existen familias formadas por parejas homosexuales que viven en una normal convivencia y cooperación familiar y hasta criando hijos, unas veces de adopción (cuando se los permiten tener), y otras veces hijos naturales aportados por alguno de los miembros de la pareja a su   hogar , en donde ambos ejercen, y a veces muy bien, los papeles de padre y de madre a la vez.

  La  unión  civil  matrimonial  entre  homosexuales,   es  un  asunto  que   tiene  aspectos    políticos   y   sociales,   particulares  en  cada  país,   así         como  unas  delimitaciones   éticas   y   jurídicas,     que    desde    un    punto   de   vista   de  este  conocimiento   espiritual,    afectan  esencialmente  a    la   libertad   de  expresión  y  de  desenvolvimiento  humano,  en  cuanto  a  lo que a sus relaciones  afectivas   y  sexuales   se   refiere,    por   lo   que   resulta    necesario que   esa   unión    sea    jurídicamente   lícita, con independencia de que se le llame matrimonio o de otra forma para diferenciarlas del matrimonio convencional ( el problema viene por el vocabulario, de modo que no hay dos palabras diferentes para dos ideas distintas,  solo existe el vocablo “matrimonio” para la unión legal de todas parejas, tanto heterosexuales como homosexuales ).

El matrimonio formado por una pareja heterosexual,  facilita  la  convivencia  de dos personas en la intimidad de un hogar estable, evitando así   espectáculos  callejeros de cualquier manifestación sexual desordenada, sea del orden que sea, pues esta clase de actos antisociales, porque siempre deberían ser íntimos, pueden   resultar  escandalosos o  faltos de   respeto   para  otras  personas  y  para  ellos  mismos,  por  lo que    es   razonable  y lícito  que   estas  parejas de  homosexuales o familias  tengan  los  mismos derechos, obligaciones  y consideraciones sociales que cualquier otra.                       .

  Tengamos presente que la homosexualidad, como la heterosexualidad, son tendencias naturales que las lleva el ser humano en el alma procedentes de vidas anteriores  y no son apetencias o tendencias  meramente sexuales o de índole psicológica. El   homosexual   como  el   heterosexual en cuanto a sus inclinaciones de este  tipo,  si   quisieran, mediante su voluntad, podrían   controlar al menos en parte, sus  impulsos    libidinosos,    desviando   sus   energías   sexuales   para un trabajo de    reeducación    de   su  espíritu, utilizando esas energías para la ayuda desinteresada a los demás,   así como  controlando  sus   instintos   animales en el campo de la sexualidad,   lo  cual   eleva  y engrandece espiritualmente a la persona, siempre y cuando esa actividad no le suponga  un  extremado  sufrimiento   psicológico,   lo cual sería  empeñarse en  actuar  “contra natura”,  y  no   serviría  de   mucho.

   No es que tengamos que ser partidarios, defensores, o simpatizantes de estas uniones, parejas o matrimonios entre homosexuales, (hombres o mujeres- gais o lesbianas), pero en  nuestro enfoque espírita y reencarnacionista, debemos considerar a los homosexuales como hermanos  dignos de todo nuestro respeto y cariño, así como de respeto a sus vidas y  a sus uniones en parejas y núcleos familiares, sin caer en prejuicios infundados ni desprecios basados en su diferente inclinación hacia lo que muchos consideran como antinatural o vicioso.

      Debemos estar dispuestos a ayudarles y a comprenderles siempre, poniéndonos en su lugar, muchas veces de un gran sufrimiento por la incomprensión y el desprecio de sus propias familias,  pues no sabemos lo que a nosotros nos puede aguardar en la próxima curva del camino de las vidas múltiples y sobre todo no juzgar ni condenar nunca a nadie por este motivo, pues también nosotros mismos alguna vez en nuestra historia evolutiva hemos podido sufrir  mas de una vez  este trastorno psicológico al cambiar de sexo sin haber cambiado de sexualidad entre una vida y otra. Además es saludable que recordemos que  “ con la vara que midamos seremos medidos”.

- Jose Luis Martín-

 

Prohibir y condenar, es siempre una forma contraproducente de examinar una cuestión existente que merece orientación, educación y esclarecimiento”                    -Divaldo Pereira Franco -

 

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                 DESPUÉS DE LA MUERTE 

                                          


Libre el Espíritu del pesado fardo del cuerpo físico, la mente es la fuerza motora que le mueve, y le mueve con la rapidez del pensamiento. A donde dirija su pensamiento, allí se traslada instantáneamente con su envoltura o psicosoma; donde tenga su pensamiento o deseo, allí se halla. Los avaros, los coleccionistas, por ejemplo, luego de desencarnados, quedan automáticamente imantados a aquello que les fascinaba, al objeto de sus excentricidades, de sus aficiones.
Necesario es aclarar que, esto tiene múltiples facetas, como múltiples son las diversas condiciones intelectuales y morales de los humanos.
Y ahora, vienen estas preguntas, tremendas: ¿Ha utilizado esa vida para el progreso del Espíritu? ¿Ha sido útil a sus semejantes? ¿Ha sido su vida guiada por la «voz de la Conciencia«, o la ha ahogado para seguir en el camino de la «dolce vita», o dominado por el egoísmo y pasiones ha sido causa de dolor a sus semejantes?
Aquí, comienza a actuar el otro aspecto de la Ley de Consecuencias o de causa y efecto. Cuando se llega a esta fase de la Vida Una, cuando el «difunto» se da cuenta de su situación, de su realidad existencial, y se ve a sí mismo tal cual como antes era, se produce el fenómeno inverso de cuando encarnó: el alma (facultad sensitiva y emotiva) y la mente (facultad intelectiva, volitiva, racional), comienza a vibrar con mayor intensidad (ya que la materia orgánica actúa como reductor, por ser de vibración más lenta); y del fondo inconsciente comienzan a aflorar todos los detalles de la vida recién terminada. Entonces, toma conciencia del daño que haya hecho o deseado hacer y sufre intensamente; a menos que sea el tipo bestial, bruto, con una conciencia incipiente, poco desarrollada todavía, que continuará lo mismo, hasta su despertar. Asimismo, toda acción de bien, es motivo de felicidad en el grado del bien realizado.
La vulgar creencia de que va a encontrarse ante el tribunal de Dios, debe ser descartada como irreal. No obstante, cierto es que habrá de encontrarse ante el «tribunal» de su propia Conciencia (juez inexorable) pues, libre de la prisión y presión de la carne, que adquiere una mayor fuerza de manifestación. Y ante su vista se presentan en cuadros fluídicos y en movimiento (tal cual acontecieron) sus principales acciones, al igual que vemos en un cinema, y de los cuales no puede huir, no puede librarse, porque están grabados en su propia naturaleza psíquica, en su mente que se torna más lúcida, así como grabados también en los planos mental y emocional del éter cósmico. Y al recordarlos, son actualizados por sintonía. En muchos de los casos, surgen también (en cuadros fluídicos) algunas de sus vidas pasadas, a fin de que pueda apreciar el motivo y por qué de las vicisitudes en ésa su última existencia terrena.
Cuando se llega a este punto, comienza a recogerse la cosecha de la siembra. La siembra, es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria.
Si sembramos dolor, eso mismo recogeremos. Si sembramos amor, en la práctica del bien, la felicidad será la cosecha.
Las oraciones —dicen algunos— liberan de las penas y sufrimientos a las almas.
¡Cuan engañados viven quienes mantienen tal creencia!
Pues, si así fuese, aquellas almas que no dejan parientes ni amigos que oren por ellas, no tendrían las mismas posibilidades, lo cual no sería de verdadera justicia. Y por otra parte, aquellos que dispusieron de dinero, podrían pagar oraciones para cuando su alma desencarne, lo que equivaldría a comprar con dinero el progreso del alma (¡……!).
Además de ilógico, sería injusto.
Todo ser es responsable de sus actos ante la Ley Divina. Y LA LEY DIVINA, QUE ES SABIDURÍA Y AMOR, DA A CADA CUAL EXACTAMENTE LO QUE CADA CUAL MERECE.
¡No nos engañemos con espejismos!
La oración sincera, salida del alma con todo amor (y solamente así) es una vibración magnética que llega al alma desencarnada a la cual va dirigida y le produce una sensación de alivio, si sufre, y de alegría al apreciar que sus seres queridos le recuerdan con cariño. E importante también es, elevar el pensamiento a Lo Alto, pidiendo con verdadero amor sentido, ayuda para ese ser, a fin de que sea guiado en la nueva modalidad de vida.
La Ley de Consecuencias está inmanente en la propia naturaleza psíquica y espiritual de todo ser. Toda acción, tiene su reacción. Toda deuda, ha de ser saldada. Toda trasgresión a la Ley Divina del Amor, quiebra el equilibrio, y cuyo equilibrio tiene que ser restaurado por el mismo trasgresor. Esa es la ley, y lo demás son pamplinas.

CREENCIA EN EL DESCANSO ETERNO.—El concepto del «descanso eterno», creencia bastante generalizada por desventura, puede haber sido establecida en el pasado por la imaginación del hombre, al sentir la necesidad del descanso después de una vida de sufrimientos y trabajos penosos, como era en pasados siglos.
De ahí, esa frase tan común que oímos, cuando asistimos a algún sepelio: ¡por fin, descansa! Frase que puede haber surgido también de una apreciación errónea, al ver el cuerpo rígido del difunto.
¡Nada más incierto! Porque, al salir el cuerpo espiritual que animaba ese cuerpo físico, ahora inerte, el primero sigue sintiendo, sigue pensando; sigue viviendo, aunque en otra dimensión. No así el segundo, como unidad.
   Y como la vida es energía y ésta en movimiento, el descanso tal como algunos lo entienden, no existe en el Más Allá, y menos eterno.
   Existen sí, moradas etéreas (porque el cuerpo espiritual es también de sustancia etérea) tan o más reales que las de nuestro plano físico; a las que son llevadas aquellas almas buenas que han sufrido y aquéllas que han practicado el bien, y cuya belleza y felicidad están en relación a la sensibilidad de esas almas y a sus obras de amor fraterno.
    Y en esos ambientes de belleza y dicha inenarrables, en esa otra vida del Espíritu, existe una actividad plena. Mas, esa actividad es totalmente voluntaria, donde las almas buenas, vibrando en amor fraterno, continúan practicando el bien, mediante ayudas a sus seres queridos que permanecen en la Tierra, y contribuyendo en obras de progreso a otros seres. Pero, también las almas poco evolucionadas, y las ruines y cargadas de odios, continúan apegadas aquí al plano físico, perturbando a aquellas personas con las cuales están unidas por los lazos del odio. Aun cuando no sea percibido por nuestros sentidos físicos, esta actividad es tan real, cual la nuestra humana.

Sebastián de Arauco.

 

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