sábado, 14 de diciembre de 2019

El problema de la inmigración

    INQUIETUDES  ESPÍRITAS
1.- La Humildad
2.- El don de la mediumnidad
3.- La fuerza del Ateísmo.
4.- Heroísmo maternal
5.- El problema de la inmigración
      Frase: ¿ Quienes somos los espíritas?




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                                                      LA HUMILDAD

" La humildad es el trabajo silencioso de Dios en la Naturaleza"

 Nuestras imperfecciones se exteriorizan de muy diversas formas. Son verdaderos gritos exaltados del alma que reclaman preponderancia, poder, cargos, riquezas y todo orden de manifestaciones orgullosas del espíritu. Es el deseo ardiente e infantil de querer destacarse, de ser notado, de figurar. Es el bullicio, el ruido de los valores materiales de la sociedad contemporánea. Es la ostentación de la ignorancia.

   La humildad, por el contrario, es el trabajo silencioso y productivo del alma en proceso de elevación. Está presente en la persona serena que pone en orden la casa, tanto como cuida del jardín o barre el centro espírita. Es el auxiliar anónimo que vela por la secretaría, visita al anciano o investiga en el silencio de su laboratorio. La humildad está en el gesto oculto de benevolencia y en el corazón del amigo de todas las ocasiones. Ese desapego en relación con las conquistas exteriores es el que hace que la persona humilde logre triunfar sobre sí misma. Por lo general esos espíritus ya han pasado por una serie de reencarnaciones que les demostraron la inutilidad del poder temporal y de las ostentaciones de toda clase. Se aplican entonces al desarrollo de la sencillez, de la modestia, de la sumisión a la ley de Dios, Lentamente el individuo accede a una visión nueva de los mecanismos de la vida, cuando antes le resultó imposible descifrarlos debido a la ceguera ocasionada por el orgullo.

   La humildad es asimismo una virtud despreciada por los hombres, porque la brasa del orgullo todavía no se ha apagado dentro de nosotros. Emmanuel, en el libro Pensamiento y Vida, manifiesta que la carencia de la humildad refleja la insignificancia del individuo en relación con el Universo. Esa carencia, afirma, hace que el alma se endurezca por la codicia, por el egoísmo, inclusive por la vanidad, elementos responsables de la discordia y la delincuencia social.

   Cuando no tiene humildad, el ser humano se atribuye la propiedad de los bienes terrenales, no solo su usufructo. La miopía causada por el orgullo, restringe su visión y el individuo no llega a comprender que en ese sentimiento está la causa de los desequilibrios emocionales que atentan contra la estructura social de la humanidad. La falta de humildad es el comandante camuflado de las tensiones nerviosas y las guerras que asolan nuestro planeta.

   Solemos omitir la contemplación del ejemplo que brinda la naturaleza. El sol nos inunda de luz y calor, desde su posición en el silencio estelar; las flores vierten silenciosamente su perfume e inundan la atmósfera de aromas embriagadores; los ruiseñores hablan de Dios en sus trinos de alegría; los ríos corren silenciosamente transportando la fertilidad. Es un himno silencioso de bienaventuranzas a disposición del hombre, para brindarle felicidad.

   La humildad es el trabajo silencioso de Dios en la Naturaleza. Es la simiente divina que está en nosotros esperando la época apropiada para florecer. Probablemente todavía no haya desplegado su corola porque es una virtud silenciosa, que no se deja llevar por la arrogancia humana, y recién cuando ésta pierda su fuerza, la humildad surgirá en todo su esplendor como emanación del trabajo silencioso del alma que se eleva hacia Dios.

CONCLUSIONES.- 
- El orgullo provoca una rigidez mental que obstaculiza el progreso del individuo.
- La humildad,tal como manifiesta Emmanuel, es la fuente de todas las virtudes, del progreso y de la elevación moral e intelectual.
- Es la clave de nuestra libertad interior, que nace en las profundidades del espíritu. Quien es humilde consigue sustraerse a las cadenas de los sentimientos de egoísmo, vanidad y orgullo.
- Quien es humilde está en permanente renovación en dirección al bien. Acepta los cambios necesarios para dar lugar a los nuevos paradigmas espirituales. El hombre humilde realiza su trabajo en silencio y sin ostentación.

  El Dr. Weimar Muñiz, juez de derecho de Goiás, manifestó en cierta ocasión que un poeta persa, cuyo nombre no recordaba, se refirió así al hombre del futuro:
   " Quien consciente de su poder conservare la humildad, ése será el hombre del futuro"
   Por supuesto, que los grandes líderes de la humanidad del futuro deberán ser portadores en el bagaje de su espíritu, tanto del intelecto como  de los valores morales, de las características intelecto-morales ya enunciadas por Allan Kardec.

- Jason de Camargo- (Educación de los sentimientos)

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     “ El don de la mediumnidad”

Cuando Jesús se sintió criticado por los fariseos por sentarse a comer con  publicanos y pecadores, les dijo a los primeros que los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos ( Evangelio de Mateo IX, 10,11 y 12.)

   Vemos en la clara respuesta de Jesús, que El daba prioridad en su trato y en  sus enseñanzas, a aquellas personas que más necesidad tenían de las mismas, que eran los pobres y desheredados por tener ellos mas necesidad de consuelo y menos orgullo que les impide ver.

   Hay muchos que creen que la mediumnidad en el Espiritismo es un don o un regalo de Dios y se extrañan de ver que muchas veces este regalo recae sobre aquellas personas que parecen menos dignas de poseerlo, por su carácter, por su pasado o por cualquier otra causa que les hace aparecer como más imperfectos que otros a quien no se otorgan estas facultades.

    En efecto  la mediumnidad es un don, pero que precisamente  de lo Alto se suele otorgar a quien mas lo necesita  por ser esta un valioso instrumento para hacer el bien y rescatar antes viejas deudas de vidas anteriores.

    A veces vemos a mediums que hacen mal uso de su facultad, pero por ello no significa que no se les debería haber concedido, pues en ese caso solo la tendrían aquellos que en realidad no la precisan. Ser médium no significa  ser superior moralmente o espiritualmente, sino precisamente todo lo contrario: significa que el médium es  un gran deudor al que el Padre otorga la posibilidad de rescatar antes su pesado fardo de deudas contraídas en el pasado y por ello tiene la obligación de esforzarse por adelantar espiritualmente y ser espejo de moral para los demás. La mediumnidad  es una herramienta que puede ser  bien o mal utilizada, y es precisamente por eso, la gran oportunidad de rescate que se puede conquistar con su buen uso y  por ello, la gran responsabilidad por lo que haga con ella.
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    Ante su mal uso y antes de que sirva para ahondar en su deuda, cuando el médium mal actúa con ella esta suele terminar por serle retirada, pues muchos  por este motivo acaban  siendo víctimas de obsesotes  o terminan viéndose abocados a intentar simularla en un intento de fraude o engaño, adivinando cosas fútiles y poco serias, a las que los Espíritus Superiores no se prestan.

    El médium debe ser instrumento para comunicar con todos los espíritus en general, pero no significa esto que a causa de una vida amoral o desordenada pueda dar siempre paso a la comunicación con entidades espirituales que sintonicen con sus defectos. Él médium mediante su sintonía vibratoria deberá seleccionar y  dar paso solamente a los Espíritus que sintonicen con él, debiendo por tanto, dar paso a los Seres elevados y bondadosos y bloquear la comunicación de los Seres negativos o perversos del Bajo Astral que son los que merodean más abundantemente en todos los ambientes de nuestro mundo.

    No es por la cantidad de comunicaciones por lo que se debe distinguir un buen médium, sino por la calidad, pues solo cuando su vida sea digna y elevada, podrá comunicar con Espíritus superiores, lo cual a su vez le servirá para mantener a raya a los Seres oscurecidos que merodeen los trabajos mediúmnicos con perversas intenciones.

   Con la mediumnidad  se puede hacer mucho bien, pero también puede hacerse el médium mucho mal a sí mismo, descuidándola al llevar una vida desordenada, siendo deshonesto, inmoral,abusando de la comida, la bebida, el tabaco, o peor aún, las drogas, porque sus energías físicas y espirituales no se encontrarán en condiciones de unirse  a los fluidos periespirituales de los Espíritus que deberían poder conectar con ellos.

   Sabemos que casi todas las personas, somos médiums, en cualquier grado de desarrollo mediúmnico y en cualquier clase de facultad psíquica que nos pueda poner en contacto con los Seres del llamado Más Allá, pero como tales médiums, nos referimos aquí a quienes lo son en un grado desarrollado suficiente como para mantener regularmente o con frecuencia, comunicados con Seres espirituales. Este don, no es un regalo, ni un privilegio,  sino una responsabilidad espiritual seria, por la que todos y cada uno de los que  la tenemos, tendremos un día que rendir cuentas por el uso  o por el no uso  que le demos.

   Por eso, la mediumnidad cuando es conocida y comprendida, no es una función deseada de tener, pues se siente como una carga y un problema de la vida que en realidad no es deseable, por eso, también hay personas que siendo médiums incipientes, lo saben, lo intuyen, pero no quieren “ejercer”; no les interesa. Pues bien, de esa puerta abierta que deberían mantener para los Espíritus y que sin embargo optan por ignorarla y mantenerla cerrada, también tendrán que responder más adelante en el plano espiritual cuando finalice su estancia en este mundo.
    
- Jose Luis Martín-

          
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                       La fuerza del Ateísmo

  La palabra Ateo, procede del griego ATEOS ( A= Sin, y Teos= Dios). O sea, viene a significar que un ateo es un "sin Dios", simplemente porque no lo conocen y huyen de conocerlo, aunque Dios es el Principio Universal de todo cuanto existe y Él sí nos conoce a todos y cree en el destino feliz de sus hijos.
 Como consecuencia de tanto dogma religioso irracional y anticientífico, por tanto abuso eclesiástico, por tanto privilegio usurpado por la clase sacerdotal, por tanto mal ejemplo de quienes debieran de haberlo dado bueno, por tanta amenaza más o menos velada de pecados e infiernos demoníacos  sin posibilidad de redención o perdón por parte de un dios que definen como Amor y que mediante Sus Enviados, nos ha enseñado y ejemplificado el perdón, pero que luego nos puede castigar para toda la eternidad, ( otra de tantas incongruencias); tantos preceptos que nos amenazan como una Espada de Damócles con penas eternas y terribles, si no se obedecen fielmente sus dogmas y postulados, tanta manipulación de conciencias y tanta práctica  idólatra heredada de ritos ancestrales y paganos de  otros pueblos que  practicaban algo parecido en sus ceremonias religiosas, que hace tiempo que quedaron  absoletas y fuera de la comprensión y de cualquier razonamiento lógico.  Por todas estas causas  se ha ido pervirtiendo el  verdadero sentido de la religión, emborronando con ello la idea de Dios, y esto, a la larga o a la corta, ha hecho caer a tantos seres humanos desengañados, en la negación y en la descreencia, sobre todo cuando ante las pruebas de la vida, a veces tan duras,  el hombre se ha quedado huérfano de una explicación coherente de los posibles por qué de esas pruebas, y ven que la religión  no les aporta consuelo alguno ni les aclara nada, llevándole finalmente a creer que todo lo que tiene que ver con la religión es un engaño para someter y manipular conciencias, llegando así a experimentar el vértigo del tremendo vacío ante la  nada  y ante la inexistencia  de ningún “mas allá” ni de ningún Ser Supremo, cuya imagen se le rompió en pedazos y cuyos atributos no comprende ni ve de ningún modo.
    Cuando los conceptos religiosos son insuficientes para llegar a lo más íntimo de la razón y del corazón de la persona, aunque en principio esta buscó la fe en ellos,  finalmente surge  la duda, la descreencia y el ateísmo que, lleno de escepticismo, niega sistemáticamente cualquier otro concepto de Verdad trascendente, cayendo así en un materialismo ateo  que se le presenta como la única realidad existencial, siendo esto de todos modos, una opción más y  muy respetable  de la expresión  íntima de las personas.
    Sin embargo, cuando se cae en el pozo negro de la falta de fe, de la negación de una realidad trascendente del ser humano, de la existencia de un Ser Supremo, la persona se encuentra desmotivada de la vida y sin freno alguno que le impida en su conciencia actuar de cualquier modo, sin principios éticos algunos y con la puerta de la conciencia abierta a ser capaz de llevar a cabo las mayores aberraciones, con los demás y consigo mismo. No debemos perder el norte de nuestra vida, que es lo mismo que decir no perderlo de nuestra alma, pues se comprenda o no se comprenda, es la única realidad del ser humano y después de la muerte del cuerpo es la única que queda y se llega a comprender, porque el alma o espíritu, aunque se quieran ignorar o negar, somos todos y cada uno de nosotros, los seres humanos.
           Para volver a retomar su  transcendental papel, las religiones, o mejor dicho, quienes las dirigen,  debieran despojarse de tantos disfraces y mitos, cultos oscuros, misticismos y ceremonias misteriosas, impregnadas de un simbolismo esotérico o de  un carácter mágico, con los que se han  disfrazado durante tantos siglos. Asimismo debieran sus pastores o sacerdotes, respetar la moral que debieran predicar, dando un ejemplo recto y coherente, mostrando  siempre la base fundamental  del sentido espiritual de la vida, que es la caridad en todas sus manifestaciones.
         Otro factor importante que ha enfriado tanto a las gentes, en cuanto a las inquietudes religiosas de antaño, es que todas las religiones, desde sus inicios, han luchado por el poder, la dominación y la riqueza. Y esto lo  aprendieron a realizar, aliándose con los poderes políticos y militares, de modo que se creó una simbiosis entre ellos, por la que todos resultaban protegidos y fortalecidos mutuamente. Pero no pensaron sin embargo, que algún día, el pueblo, cansado de tantos abusos, opresiones y de sentirse tantas veces bajo la tiranía de este triunvirato que se apoyaba entre sí, finalmente, pensarían por si mismos, con el soporte de la Ciencia empírica y de la filosofía, dando como resultado el despertar de tantas conciencias oprimidas y hartas de estar bajo los continuos dictámenes de estas dictaduras que se han desarrollado permanentemente, como un cáncer social, a lo largo de la historia, encontrando la anhelada  libertad  íntima a la que siempre aspiró el ser humano.
       El ateo como tal, en realidad no existe completamente, pues si no se le puede demostrar ni expresar racionalmente la idea de Dios para convencerlo de su existencia, tampoco  él  puede demostrar su no existencia; lo que  no se conoce no se puede negar  y el ateo no conoce a Dios porque realmente nunca lo ha experimentado en su vida.  En muchos casos no creen porque de antemano se niegan a creer. Normalmente lo que en realidad niegan y no admiten son los conceptos  de Dios y del Mas Allá sostenidos por  las religiones establecidas porque suelen atentar  contra la razón y la lógica. Por mi parte, voy a aclarar que yo tampoco creo en esos dioses tan pequeños, mezquinos e inexistentes de las religiones, y sin embargo no soy ateo, porque ¡ yo Sí creo en Dios !, ¡ mi Dios ! ¡ El Origen de mi Yo !.
         El ser ateo es una opción tan respetable como lo es la de ser adepto de  cualquier otra religión. Lo malo es cuando el ateísmo  rompe cualquier barrera ética y moral, conduciendo al más feroz de los egoísmos y materialismos y  haciendo de la persona un monstruo que para progresar en la vida social o en lo económico, carece de cualquier escrúpulo moral que le impida aprovecharse de los demás o cometer cualquier daño o abuso.  Sin embargo, por el contrario,  también existen  casos de personas ateas que a pesar de su descreencia religiosa, mantienen unos principios éticos y morales, conquistados en vidas anteriores (aunque ellos no lo sepan), que siguen manteniendo como norma de vida en este mundo a pesar de todo. En otras ocasiones nos podemos encontrar con ateos que precisamente  por estar libres de preconceptos  religiosos, les suele ser  más fácil que a las personas religiosas, el encontrar su  Verdad y su  iluminación personal al carecer de esas barreras.
   Las religiones cristianas, a diferencia de la filosofía  espírita, afirman el falso concepto de una sola vida única y desigual  en la Tierra  para cada Ser humano, así como  un juicio final  severo y definitivo para todas  las almas cuya suerte queda irremisiblemente fijada, predicando  la inmortalidad del  alma, pero sin demostrarla.
  Cada vez más, el Ser humano rechaza las ideas que chocan contra la racionalidad; por  tanto  ante este panorama de credos que más bien parecen salidos de cuentos infantiles, que han sido creados e impuestos  por   las  propias religiones,  mucha  gente ha terminado por  rechazar  cualquier  conceptos dogmático, considerándolo  falso o fantástico, así que la única fe   capaz   de  ser  aceptada  y  creída  por estas personas, que son enorme multitud  en  todo  el   mundo, es solo lo material y  lo tangible.
              Esos conceptos  religiosos, al carecer de una base moral lógica y coherente, han abonado el  desamor y el egoísmo entre los Seres humanos, con lo cual esto siempre ha traído a la Humanidad  consecuencias nefastas, como guerras y otras barbaridades, a veces en nombre de los dioses de las religiones establecidas. Estos dramas que han sumido en el dolor a tantos seres humanos a lo largo de la Historia, no hubieran existido si la Humanidad hubiese sido capaz de aceptar y comprender  profundamente que, dejando aparte cualquier postulado religioso, realmente hay vida  y existencia después de la muerte del cuerpo físico; porque somos eternos; comprendiendo  quienes somos y qué y por qué estamos en este mundo, y sobre todo sabiendo que aquello que hagamos a los demás de bueno o de malo nos será devuelto irremediablemente.
           El problema es  que  estos seres humanos, al rechazar tantos conceptos religiosos por falsos o irracionales, también  han rechazado al mismo tiempo otros muchos conceptos de Verdad que se  entremezclan, así que finalmente, el ateo no ha sabido separar el trigo de la paja y  ha llegado a la conclusión de que todas las religiones son falsas, como falsos sus principios, incluyendo el concepto de Dios y del Alma, y entonces han buscado sus verdades fuera de cualquier  clase de religión, siendo estas “verdades”, conceptos tan tristes como el de la casualidad de la existencia humana, el azar de la suerte, la no existencia de algo superior al ser humano, la negación de cualquier clase de existencia tras la muerte, etc. Y como consecuencia de esto, el que como solo tenemos una vida para gozarla y después no hay nada, está justificado el desechar cualquier concepto de humanismo ni de caridad, pues el único premio a alcanzar es el dinero, el poder y los gozos materiales, a costa de lo que sea; y para esto su lema es el de que el fin, justifica los medios...
         Se podría afirmar como colofón  en este tema, que el ateo  lo es porque no conoce a Dios, no comprende su concepto, no le han enseñado a razonarlo, ni  a sentirlo como algo real en la vida; como el Ser Supremo de donde se originó todo el Universo y que lo mantiene, desde el macrocosmos hasta el microcosmos, incluidos nosotros mismos los humanos y nuestro entorno material, por eso la ignorancia junto con el apego a la materia y el razonamiento materialista,  llevan a la incredulidad, una incredulidad que la propia fuerza del espíritu les hará antes o después, reconocer como errónea y poder así rectificar comportamientos erróneos mantenidos como consecuencia lógica del ateísmo.
 - Jose Luis Martín-
                        


  “Debes olvidar el bien que hagas a otro, y solo recordar el que recibes”
                     -Quilón –

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              Heroísmo maternal
Fue en diciembre de 1944 que todo empezó. Camiones llegaron al campo de concentración de Bergen-Belsen y desembarcaron 54 niños. El mayor tenía 14 años y había muchos bebes muy pequeños.
En el alojamiento de las mujeres, Luba Gercak dormía. Despertó a su vecina de litera y le preguntó: ¿Estás escuchando? Es llanto de niños.
La otra le dijo que volviera a dormirse. Ella debía estar soñando. Todos conocían la historia de Luba. Aún adolescente se casó con un carpintero y tuvieron un hijo, Isaac.
Cuando llegó la guerra, los nazis le arrancaron de los brazos el hijo de tres años y lo pusieron en un camión, junto con otros niños y ancianos.
Todos inútiles para el trabajo y, por lo tanto, con un destino cierto: la cámara de gas.
Un poco más tarde, ella pudo ver otro camión arrastrando el cuerpo, sin vida, del marido.
En el primer momento, había desistido de vivir. Después la fe le visitó el alma y Luba vislumbró que Dios esperaba mucho más de ella. Entonces, pasó a ser voluntaria en las enfermerías.
Ahora, Luba oía el llanto de niños. ¿Quiénes serían?
Abrió la puerta del alojamiento y vio niños, niñas, bebecitos apiñados, llorando en medio del campo. Separados de sus padres, se encontraban desorientados y tenían hambre y frío.
Luba los trajo hacia dentro. Las otras ocupantes del infecto alojamiento protestaron, pero ella las reprendió, diciendo:
¿Ustedes no son madres? ¿Si fueran sus hijos, dejarían que muriesen de frío? Ellos son hijos de alguien.
La verdad es que sus compañeras temían la furia de los soldados de la SS.
Luba agradeció a Dios por haberle enviado aquellos niños. Su hijo había muerto, pero ella haría de todo para que esos niños viviesen.
Fue hasta el oficial de la SS en el campamento y le contó lo que había hecho. Apoyó la mano en su brazo y le suplicó.
Él se dio cuenta que lo había tocado, y eso era prohibido, le aplicó entonces una bofetada en pleno rostro, haciéndola caer.
Ella se levantó y con los labios ensangrentados dijo: Soy una madre. Perdí a mi hijo en Auschwitz. Usted tiene edad para ser abuelo. ¿Por qué habrá de querer usted maltratar a niños y a bebés?
Quédese con ellos, fue la seca respuesta del oficial.
Pero quedarse con ellos no era suficiente. Era necesario alimentarlos. En los días siguientes, todas las mañanas, ella iba al depósito, a la cocina, a la panadería, implorando, mendigando e incluso robando alimentos.
Los niños se quedaban en la ventana y cuando la veían llegar decían entre ellos: Ahí viene la hermana Luba. ¡Ella nos trae la comida!
De noche, les cantaba canciones de cuna y los abrazaba. Era la madre que les faltaba. Los niños, que hablaban en holandés, no entendían las palabras de Luba, que era polaca, pero comprendían su amor.
El 15 de abril de 1945, los tanques británicos entraron en el campo, victoriosos y en seis idiomas pasaron a rugir los altavoces: ¡Están libres! ¡Están libres!
Luba había conseguido salvar a 52 de los 54 niños que adoptó como hijos de su corazón.
* * *
En abril de 1995, 50 años después de la liberación, cerca de 30 hombres y mujeres se reunieron en la Alcaldía de Ámsterdam para homenajear a aquella mujer.
Recibió, en el nombre de la Reina Beatriz, la Medalla de Plata por Servicios Humanitarios.
Sin embargo, declaró que su mejor recompensa era estar con sus hijos que, con el apoyo de Dios, había conseguido salvar de la sombra de los campos de muerte.
Por eso, jamás pensemos que somos muy pequeños para luchar por las grandes causas o que estamos solos. Quien lucha por la justicia tiene un insuperable aliado que se llama Dios, nuestro Padre.


Redacción del Momento Espírita, con base en el artículo Una heroína en el infierno, publicado en la revista Selecciones del Reader´s Digest, marzo 99.

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EL PROBLEMA DE LA INMIGRACIÓN
A la Luz del Espiritismo






 Libro de los espíritus, Ley de igualdad,

 Item “803. ¿Todos los hombres son iguales ante Dios?
 – Sí, todos tienden hacia el mismo fin y Dios ha hecho sus leyes para todos ellos. Con frecuencia decís: “El sol nace para todos”, y estáis manifestando una verdad mayor y más general de lo que pensáis”.
     A lo largo de la historia siempre ha habido luchas entre tribus, pueblos, razas, y ha existido la creencia de que unas eran superiores a las otras. Unos pueblos han conquistado a otros -más débiles- provocando con ello la explotación, la subyugación y la denigración de los vencidos. La esclavitud, el comercio y los abusos de todo tipo han sido hasta hace pocos lustros un hecho común en muchas partes del mundo. Siempre ha habido migraciones, ya que el hombre, en su afán de bienestar y asegurarse el sustento diario, ha ido buscando mejores asentamientos, climas, tierras, prosperidad en suma, aquello que le permitiera subsistir e ir mejorando poco a poco. 

      Actualmente, con motivo de la globalización y de la facilidad que los medios nos proporcionan para movilizarnos, es más frecuente el hecho de la inmigración, que se produce a diario, principalmente de los países menos desarrollados a los mas adelantados. Las personas siguen buscando una mejoría y BAJO LA LUZ DEL ESPIRITISMO huyen de la miseria, de la guerra, del terror y de tantas circunstancias que se generan en sus pueblos que les impiden permanecer allí, y salen, no por capricho, sino en busca de una mejor situación. 

     Esto genera diferentes opiniones, unas a favor de este hecho y otras en contra. Las naciones procuran legislar para que todo se desarrolle adecuadamente conforme a la ley, controlando así los flujos de migración, y los deberes y derechos que deben amparar a estas personas que, no por gusto, se ven forzadas a dejar sus casas, sus familias y su tierra natal. 

     No obstante, es irremediable que a nivel particular cada cual se posicione y manifieste su opinión; asimismo, surgen muchos grupos que, coincidiendo en sus argumentos, procuran influir en los gobiernos para que se legisle según ellos consideran. Hay en la actualidad una tendencia, que poco a poco va creciendo, que considera al extranjero, al inmigrante “pobre”, un estorbo, alguien que esta de más en “su” sociedad. Se dice que son ilegales, incluso delincuentes. Consideremos seriamente el término que se utiliza, personas, seres humanos, son ilegales por el hecho de querer formar parte de nuestra sociedad y querer prosperar junto a nosotros. 

     La gran mayoría de las personas que dejan sus países y todo lo que tienen lo hacen por necesidad y quieren trabajar, ganarse la vida con el sudor de su frente, algo que no pueden lograr allá de donde vienen. Por tanto, debemos dejar a un lado, en este breve análisis, a ese otro posible grupo que es una minoría que puede que no venga con ese objetivo y que incluso puedan darse en algún miembro tendencias delictivas; pero hemos de ser sensatos y prudentes: no debemos meter a todos en el mismo saco. No deben pagar justos por pecadores. 

     Ante todo, hemos de reflexionar y someter a un sano juicio esta delicada cuestión que representa la inmigración. Hemos de procurar ser justos y ecuánimes, para no incurrir en errores que supongan un daño irreparable a muchas personas que llegan a nuestros países con el sueño de prosperar y de contribuir en consecuencia a la mejora de nuestros pueblos. Son precisamente los estados que más emigrantes han recibido los que más rápidamente han prosperado y se han desarrollado de un modo que, sin este hecho, ni siquiera hubieran podido imaginar. Naciones como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza y otros dieron cabida en sus fronteras a millones de inmigrantes que contribuyeron de tal forma en el desarrollo y expansión de su economía, su industria, etc., que hicieron de estos países los mas desarrollados y económicamente mejor posicionados. Luego, esto dice bien a las claras la necesidad de comprender bien este “supuesto problema” antes de emitir juicios gratuitos y sin la debida reflexión y análisis en todos sus términos. 

    Nuestro país, España, sin ir más lejos, ha sido históricamente una tierra en la que encontraron y se posicionaron diferentes pueblos y culturas: fenicios, celtas, iberos, visigodos, romanos, musulmanes, judíos, desde siempre nuestra tierra ha asistido en el tiempo a movimientos extraordinarios. Más adelante se convirtió en una nación poderosa, la más poderosa del mundo, gracias al descubrimiento del nuevo mundo, que propició un cambio en nuestra humanidad como nunca lo hubo. El mundo cambió para siempre, y todos los pueblos que llegaron a aquellas costas lo hicieron por codicia, ambición, afán de poder y de dominio sobre las demás. Todas se enriquecieron debido a la explotación de sus recursos naturales y, lo que es peor, de sus gentes, a las cuales anularon, sometieron y casi exterminaron. Esto es historia, innegable; ahora preferimos no recordarlo, pero fueron acontecimientos que nunca se han subsanado. 

     Nadie dice ahora que todo aquello fue ilegal. No hablemos de lo que se hizo en Africa, quizás el continente más atropellado y en donde se generó más sufrimiento con el comercio de esclavos que duró varios siglos. Ahora sin embargo, todos aquellos que vienen aquí a nuestra civilizada y rica Europa son ilegales. Bajo la luz del espiritismo, todo esto no tiene ningún argumento, ningún sentido, ya que todos los hombres somos iguales ante Dios. El sol sale para todos, y es deber de los más adelantados ayudar a los que van por detrás en el camino. Ayudar se puede hacer de una y mil formas, se deberá estudiar, analizar y brindar todas aquellas soluciones más acertadas y prometedoras; pero lo que no se puede hacer ahora es poner barreras, muros, alambradas y negarles el auxilio a los que están apunto de naufragar en mitad del mar. Eso sí es ilegal, inhumano y falto de toda caridad, que es el principio primordial del amor. 

     No obstante, como países civilizados necesitamos todavía de sus recursos, la madera, el petróleo, el gas, los minerales, los alimentos, frutas, verduras… a estos no les negamos el paso, pero sí a las personas, o tratamos algunos de tacharlas de ilegales; pero sus recursos sí los queremos, y si es a un buen precio, barato, mucho mejor. ¿No es esto pura hipocresía?  

     “Queremos lo que tenéis para seguir manteniendo nuestra calidad de vida y nuestras industrias, pero a vosotros no os queremos. A vosotros os queremos para venderos armas, bombas, tanques, toda la maquinaria de guerra, para que os matéis entre vosotros, y así os debilitáis y dependáis más de nosotros; no nos interesa apenas nada más”. 

     “Seguimos pensando egoístamente, seguimos queriendo esclavizaros, seguimos considerando que somos mejores que vosotros y por tanto no os merecéis otra cosa”. ¡Qué hacen si no las grandes multinacionales en los países menos desarrollados cuando implantan allí sus industrias, dejando sin trabajo y abandonados a su suerte a los trabajadores de sus naciones. ¡Pero eso, claro, es legal; la ley lo ampara, ley humana por supuesto, no ley natural ni de Dios. 

     Como vemos, es esta cuestión muy delicada y tiene muchos puntos de vista, pero el conocimiento de nuestra doctrina debe servirnos para tener una visión amplia, seria, razonable y justa de los hechos. No podemos erigirnos en propietarios de nuestra tierra, todos somos viajeros del tiempo, todo lo que tenemos es un préstamo; por ser europeos no quiere decir que seamos dueños de este territorio,porque en realidad no nos pertenece, y no sabemos a ciencia cierta cuáles son los designios de Dios y la jugada maestra que nos tiene reservada con relación al fenómeno de la inmigración, que a no dudar todos somos, espiritualmente y en mayor o menor medida, responsables, los que vienen y los que estamos. Nada ocurre por azar. 

     Puede ser una prueba que debamos pasar los países mas adelantados, puede ser incluso fruto de la siembra anterior, de aquello que hicimos cuando no había ley ni gobierno, sólo ambición y afán de conquista. Una prueba desde luego lo es, sin duda, y tenemos la obligación en primer término de tender la mano, de ayudar, y después de ello vendrán otras consideraciones, como legislación, soluciones en los lugares de origen y muchísimas cuestiones que los hombres verdaderamente de estado, aquellos que deben trabajar y velar por la seguridad y la prosperidad de los pueblos, deben hallar para lograr soluciones. 

     Cerrar las puertas no es ninguna solución, no se pueden poner puertas al campo. Pero nos debe asistir el espíritu de la caridad, de la solidaridad y de la buena voluntad; otro modo de hacer sólo traerá más problemas añadidos, y lejos quedarán las soluciones y el afrontar los problemas como se deben afrontar, con grandeza, con humanidad, con votos de paz y de fraternidad entre los pueblos. 

      El mundo ha cambiado, nosotros lo hacemos más despacio, acomodados a lo que tenemos; nos cuesta mucho transformarnos, nos da miedo el cambio, no queremos perder lo que tenemos y por ello pensamos que los que vienen de fuera nos pueden arrebatar lo nuestro. Quizá sea reminiscencia de un pasado no muy lejano, porque nosotros, cuando hemos salido, lo hemos hecho con la idea de arrebatar lo que no era nuestro. 

     El caso es que el mundo nunca va a volver a ser lo mismo, y que hemos de emprender una política diferente. No deberíamos cambiar por la fuerza de las circunstancias, cosa que ya está pasando, deberíamos adelantarnos, ver las cosas venir y actuar en consecuencia para que no nos desborden los acontecimientos. Hemos llegado tarde y ahora se impone una realidad a la que no hemos sabido darle su sentido y ver sus consecuencias positivas. Las personas no son de usar y tirar, como los pañuelos, las personas tienen sentimientos iguales a los nuestros, y si están aquí tienen una razón de ser. En este sentido, nuestro orgullo, prepotencia e ignorancia de las causas espirituales nos pueden llevar a equivocarnos. De todos los errores se recogen antes o después sus resultados. La ley de reencarnación se encarga de darnos las vidas, y en ellas las experiencias que necesitamos pasar. El karma ajusta todo eso infaliblemente. El caso es que no podemos afrontar este hecho tan sumamente importante de manera trivial: ¡Que se vayan por donde han venido! Los expulsamos y nos quitamos el problema. De verdad pensamos, en primer lugar, que no los necesitamos. Pensamos que son un problema. Pensamos que esa es la solución, así de simple. 

     Hermanos, la solidaridad toca a nuestras puertas, la fraternidad es algo que no se ha consumado aún en nuestra humanidad; fraternidad es amor entre hermanos. Todos los seres humanos somos hermanos, sin duda. Tenemos ahora lo que hemos sembrado y las pruebas que deben forjar nuestro espíritu; y debemos demostrar que no rechazamos a nadie, que no somos mejores que nadie, y que por encima de todo estamos para ayudar. 

     ¿Puede un padre amar más a unos hijos que a otros? ¿Puede amar mas a su primogénito por ser el primero y menos a los que llegaron después? El sano juicio y la pureza de sentimientos nos dicen que no. Una familia lo es porque se respetan y se aman todos por igual. Pues un pueblo o una nación es igual que una familia, todos se deben respetar y amar por igual. Los que estuvieron antes no debemos olvidarlos, por lo que representaron y lo que hicieron dejándonos  su legado; los que están y los que lleguen, provengan de donde sea, todos son iguales, todos tienen los mismos derechos, y se merecen el mismo amor. 

     Pensemos en la parábola de los obreros de la última hora, ¿no pueden ser acaso los inmigrantes algo parecido? Si vienen a nuestra tierra con ganas de trabajar, con el deseo lícito de prosperar, y piden trabajo, por qué no darles la oportunidad. Muchos de estos inmigrantes demuestran que quieren trabajar, en lo que sea, tal es la forma de salir de la necesidad en que se encuentran. Muchos de los patriotas, los que hemos nacido con el DNI europeo, no queremos trabajar en muchas cosas, no nos acomodan, no hemos nacido para eso; los trabajos más pesados y menos retribuidos son para los inmigrantes. Eso que muchos dicen de que los inmigrantes nos quitan el trabajo, son excusas baratas. Lo que subyace en el fondo es la idea preconcebida de que somos superiores a ellos; nosotros los merecemos todo, aunque no hagamos méritos, y ellos no se merecen nada. 

     La inmigración no es un problema, este lo creamos nosotros con nuestra forma de ser prepotente, orgullosa, e incluso soberbia. Nos creemos mas puros de sangre por tener la piel blanca, cuando la pureza de una persona no se halla en la sangre ni en la raza, sino en el espíritu; en su adelanto y evolución espiritual, ahí radica la pureza y la elevación de los seres humanos y no en el aspecto material que nos envuelve. El espíritu no tiene sexo, tampoco tiene raza ni color, sopla donde quiere pero no sabes de dónde viene ni adónde va, en referencia a la lección que el maestro de Nazaret le ofreció a Nicodemo. 

     No es la raza ni el color de la piel lo que importa, eso es temporal, pasajero y no sabemos en efecto de dónde venimos ni dónde encarnaremos en nuestra próxima existencia; pero por nuestras obras así recogeremos. Seamos prudentes y sabios, y no tentemos a la ley y nos ponga en alguna situación que ahora mismo puede no gustarnos nada. 

Fermín Hernández Hernández - Amor, Paz y Caridad

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                             ¿ Quienes somos los espíritas ?
No somos de ninguna religión ni culto; somos cristianos en el "Evangelio de Jesús" y somos librepensadores; seguimos la filosofía de Allan Kardec: "A Dios por el Amor y la Ciencia"

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