1.- La Mediumnidad y su desarrollo
2.- El don de la mediumnidad
3.- El Dolor
4.- Una posible historia de las religiones
5.- Palingenesia
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LA MEDIUMNIDAD Y SU DESARROLLO
¿ Cómo una persona puede notar si está dotada de mediumnidad; cuáles serían las ventajas espirituales ofrecidas por ella y cómo debe proceder esa persona ?
Vamos a decir que la mediumnidad es peculiar a todas las criaturas humanas; todas las personas son portadoras de valores mediúmnicos que pueden ser cultivados al máximo, siempre que la criatura se dedique a ese género de trabajo espiritual. De modo que muchas veces encontramos una cierta dificultad en el problema mediúmnico dentro de la Doctrina Espírita.
Generalmente la persona solo se cree médium cuando se siente vinculada a un proceso obsesivo; cuando siente escalofríos, mucha perturbación, mucho asedio, mucha angustia, entonces se dice que esa persona es médium. Bien, ahí ya es un médium asediado, médium doliente, La mediumnidad está enferma. Pero la persona sana, en plenitud de sus valores físicos puede perfectamente estudiar su propia mediumnidad y ver cual es el camino que sus facultades mediúmnicas pueden tomar.
Una persona que desarrolla su propia mediumnidad la desarrolla educándose, procurando mejorar su capacidad cultural, sus valores, vamos a decir sus valores de experiencia humana, sus contactos en el campo de la humanidad, su don de servir; esa criatura encuentra en la mediumnidad un campo vastísimo de trabajo bien aplicado, de aquel trabajo que se constituye en un servicio por el bien de todos.
Y el médium, dentro de la Doctrina -Espírita, es una criatura no considerada fuera de serie, como criatura humana. El médium es un ser humano, con las flaquezas y las perfecciones potenciales de todas las criaturas terrestres.
Entonces, la Doctrina Espírita es la Madre Generosa porque acoge a la criatura humana y hace de ella un médium, aunque tenga muchos errores y muchos aciertos, pero, después del curso del tiempo, los aciertos van superando a los errores y la criatura puede terminar la existencia con gran merecimiento. Porque, a través del trabajo en la mediumnidad, trabajo por el bien común, ella vence ese peso, que es el más importante en el mundo. Vencernos a nosotros mismos desde el punto de vista de las tendencias inferiores que estamos cargando. Hablo esto con respecto a mi mismo, porque no creo que nadie cargue tantas imperfecciones como yo...
( Tomado de Entrevistas. Francisco Cándido Xavier-Emmanuel )
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“ El don de la mediumnidad”
Cuando Jesús se sintió criticado por los fariseos por
sentarse a comer con publicanos y
pecadores, les dijo a los primeros que los sanos no tienen necesidad de médico,
sino los enfermos ( Evangelio de Mateo IX, 10,11 y 12.)
Vemos en la clara respuesta de Jesús, que El
daba prioridad en su trato y en sus
enseñanzas, a aquellas personas que más necesidad tenían de las mismas, que
eran los pobres y desheredados por tener ellos mas necesidad de consuelo y
menos orgullo que les impide ver.
Hay muchos que creen que la mediumnidad en
el Espiritismo es un don o un regalo de Dios y se extrañan de ver que muchas
veces este regalo recae sobre aquellas personas que parecen menos dignas de
poseerlo, por su carácter, por su pasado o por cualquier otra causa que les
hace aparecer como más imperfectos que otros a quien no se otorgan estas
facultades.
En efecto
la mediumnidad es un don, pero que precisamente de lo Alto se suele otorgar a quien mas lo
necesita por ser esta un valioso
instrumento para hacer el bien y rescatar antes viejas deudas de vidas
anteriores. O sea, que se puede afirmar que los médiums son precisamente los
espíritus más endeudados.
A veces vemos a mediums que hacen mal uso
de su facultad, pero por ello no significa que no se les debería haber concedido,
pues en ese caso solo la tendrían aquellos que en realidad no la precisan.
Ser médium no significa ser superior moralmente o espiritualmente,
sino precisamente todo lo contrario: significa que el médium es un gran deudor al que el Padre otorga la posibilidad
de rescatar antes su pesado fardo de deudas contraídas en el pasado y por ello tiene
la obligación de esforzarse por adelantar espiritualmente y ser espejo de moral
para los demás. La mediumnidad es una
herramienta muy valiosa que puede ser
bien o mal utilizada, y es precisamente por eso, la gran oportunidad de
rescate que se puede conquistar con su buen uso y por ello, la gran responsabilidad por lo que
haga con ella.
.
Ante su mal uso y antes de que sirva para
ahondar en su deuda, cuando el médium mal actúa con ella, por su bien, esta suele
terminar por serle retirada, pues muchos por este motivo acaban siendo víctimas de obsesores o terminan viéndose abocados a intentar
simularla en un intento de fraude o engaño para vivir de ella o por el placer
de dar rienda suelta a su orgullo y vanidad, adivinando cosas fútiles y poco
serias, a las que los Espíritus Superiores no se prestan.
El médium debe ser instrumento para
comunicar con todos los espíritus en general, pero no significa esto que a
causa de una vida amoral o desordenada pueda dar siempre paso a la comunicación
con entidades espirituales que sintonicen con sus defectos. Él médium mediante
su sintonía vibratoria deberá seleccionar y dar paso solamente a los Espíritus que
sintonicen con él, debiendo por tanto, dar paso a los Seres elevados y
bondadosos y bloquear la comunicación de los Seres negativos o perversos del
Bajo Astral que son los que merodean más abundantemente en todos los ambientes
de nuestro mundo. En los trabajos mediúmnicos para ayudar a esos seres
inferiores, no se les niega la mediumnidad, sino que son los Espíritus
Superiores, que en realidad son los que hacen estos trabajos, quienes regulan y
facilitan el acceso de ellos a los médiums, para su manifestación y
esclarecimiento.
No es
por la cantidad de comunicaciones por lo que se debe distinguir un buen médium,
sino por la calidad, pues solo cuando su vida sea digna y elevada, podrá
comunicar con Espíritus superiores, lo cual a su vez le servirá para mantener a
raya a los Seres inferiores oscurecidos que merodeen los trabajos mediúmnicos
con perversas intenciones.
Con la mediumnidad se puede hacer mucho bien, pero también puede
hacerse el médium mucho mal a sí mismo, descuidando la facultad mediúmnica al
llevar una vida desordenada, siendo deshonesto, inmoral, abusando de la comida,
la bebida, el tabaco, o peor aún, de las drogas, porque sus energías físicas y
espirituales no se encontrarán en condiciones de unirse a los fluidos periespirituales de los
Espíritus que deberían poder conectar con ellos.
Sabemos que casi todas las personas, somos
médiums, en cualquier grado de desarrollo mediúmnico y en cualquier clase de
facultad psíquica que nos pueda poner en contacto con los Seres del llamado Más
Allá, pero como tales médiums, nos referimos aquí a quienes lo son en un grado
desarrollado suficiente como para mantener regularmente o con frecuencia,
comunicados con Seres espirituales. Este don, no es un regalo del Cielo, ni un
privilegio, sino una responsabilidad
espiritual seria, por la que todos y cada uno de los que la tenemos, tendremos un día que rendir
cuentas por el uso o por el no uso que le demos.
Por eso, la mediumnidad cuando es conocida y
comprendida, no es una función deseada de tener, pues más bien se siente como
una carga y un problema de la vida que en realidad humanamente no es deseable, aunque cuando las
comunicaciones son con Seres de Luz, de mayor grado espiritual, las sensaciones
que quedan tras su contacto, con bellísimas e inenarrables. Sin embargo el
contacto con seres sufrientes e inferiores, deja una vibraciones enfermizas y
penosas poco deseables para el médium.
Igualmente, también hay personas
que siendo médiums incipientes, lo saben, lo intuyen, pero no quieren
“ejercer”; no les interesa. Pues bien, de esa puerta abierta que deberían
mantener para los Espíritus que vienen a ayudarnos o que nos piden ayuda, pero sin embargo maltratan su mediumnidad porque no la desean,
y optan por ignorarla y mantenerla cerrada, también tendrán que responder más
adelante en el plano espiritual cuando finalice su estancia en este mundo.
Por eso comentaba más arriba
que la mediumnidad es una gran responsabilidad; puede ser un regalo magnífico,
bien empleado, o una pesada carga que nos endeude espiritualmente más de lo que
ya estábamos antes de venir a esta existencia.
- Jose Luis Martín-
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EL DOLOR (Continuación)
Sabemos ya, que toda acción, buena o mala,que la persona realiza, crea unas vibraciones de la misma naturaleza, que impregna su alma humana. Y como el hombre ha venido transitando por los caminos del egoísmo,engaños y falsedades, haciendo sufrir a sus semejantes, la Ley de devuelve, tarde o temprano, el sufrimiento o dolor que haya causado o deseado ocasionar, para que aprenda a vivir dentro de la Ley del Amor, único modo de librarse del dolor.
Si por egoísmo, negligencia o maldad, causamos sufrimiento o perjuicio a otras personas, la Ley de Consecuencias o Ley del Karma, nos devolverá condiciones semejantes en fechas posteriores. Y no es que en ello haya castigo alguno de Dios, no, sino que en nuestra acción de mal habremos violado la Ley y consecuentemente, la Ley nos lo devolverá.
El concepto del castigo de Dios es incongruente con su naturaleza de Amor infinito. Es inadmisible ala razón el concepto de un Dios castigador, mientras que por otro lado nos manda perdonar las ofensas por la voz de sus enviados, los Mesías. Por ello, es necesario desechar tal concepto y grabar en la mente que las desventuras humanas son consecuencia de sus propias actuaciones contrarias a la Ley en el pasado;son la cosecha de la siembra.
Dios es Amor, aun cuando nuestra limitada capacidad intelectiva y conceptual no sea capaz de comprenderlo.
Por ello, tengamos presente que los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una o varias vidas anteriores del Espíritu inmortal que somos todos, en el plano físico, en busca de la purificación y perfección, por las que pueda alcanzar el reino de felicidad que Dios Amor ofrece a todas sus criaturas. Para esto, el Amor Divino nos proporciona tantas vidas humanas como necesitemos, para reparar el daño causado.
Debemos saber con seguridad que nadie tiene poder para perdonar las faltas de otro. El perdón, tal como han venido divulgando ciertas iglesias del cristianismo, no existe. Existe la Ley justa de "a cada cual según sus obras"; ley que se manifiesta siempre a través de las vidas humanas del Espíritu inmortal.
Quien haga daño, daño recibirá; quien cause dolor, recibirá dolor, a menos que repare el daño causado. Dicho de otro modo: toda transgresión a las Leyes Divinas, repercute en el alma humana y la impregna de magnetismo mórbido. Y solamente el dolor o la práctica del bien, con amor sentido, podrá purificar ese alma para su ascensión. Esto es porque cuando practicamos el bien con amor de verdad, vibramos en esa sintonía, dentro de la Ley del Amor, que es energía purificadora.
La Ley del Amor es tan poderosa que puede modificar el efecto,o consecuencia de la transgresión, sin desvirtuar la Ley.
Mirando el dolor desde otro ángulo, en su aspecto trascendente, podemos apreciar otras funciones benéficas que este proporciona, aunque no comprendidas, debido a la educación deficiente recibida, tal como el ablandar el alma en algunas personas soberbias, orgullosas y dominantes.
Por ello, ciertas vicisitudes consideradas desgracias, así como las enfermedades incurables, son benefactoras, aun cuando inaceptadas humanamente. Y en nuestra ceguera mental, los humanos maldecimos nuestras existencias oscuras, difíciles y dolorosas. Pero cuando levantamos la mirada por encima de los horizontes limitados de la vida terrenal, y llegamos a comprender el verdadero motivo de la vida humana, entonces podemos ver con claridad que esas vidas son indispensables para dominar el orgullo y doblegar la soberbia, sometiéndonos a una disciplina de moral evangélica, sin la cual no puede haber progreso espiritual alguno.
¿Por qué nos rebelamos ante el dolor?. Por desconocimiento de su acción depuradora sobre el alma humana. Y sólo llegamos a comprender su utilidad, después de haber abandonado el mundo físico, en donde el dolor ejerce su imperio.
Sin embargo, él es el crisol en donde se forjan las almas grandes, ya que la acción del dolor depura el magnetismo mórbido generado por los apetitos groseros, los vicios, los sentimientos ruines y acciones de mal realizadas por egoísmo, orgullo o dominados por las pasiones.
Debemos evitar lamentarnos por nuestras dolencias y nuestras desventuras, pues el lamento aumenta la sensación de la dolencia y no ayuda en absoluto a superar las desventuras; antes al contrario. el lamento o las lamentaciones hacen que las desventuras y vicisitudes adversas, cuales sean, nos parezcan mayores e insuperables, ya que esa actitud debilita las fuerzas necesarias para superarlas.
En todo momento difícil, no cometamos el error de rebelarnos. Jamás demos cabida en nosotros a la rebeldía ante el dolor o las vicisitudes adversas, porque de ese modo nada resolveremos. Aceptemos sin lamentaciones como algo que nos corresponde, pero no pasivamente, sino con calma y serenidad, buscar el modo de superar esos aspectos, despertando las fuerzas internas existentes en todo individuo.
Tengamos por cierto que nadie tendrá que pasar por desventuras y dolores que por ley no le correspondan, ni que nadie carezca de los medios y fuerzas internas para superarlo. Esa es la Ley. Por ello, rebelarse es desacertado y absurdo. Además que toda rebeldía impide el proceso depurativo del dolor sobre el alma humana.
Sabiendo que el dolor es consecuencia de nuestra conducta contraria a la Ley y que su objeto y función es depurar el alma, abracemos el dolor y este perderá su fuerza.
Tengamos `presente el objeto de las vidas humanas es el progreso del Espíritu y que las vicisitudes de la vida por difíciles que sean, nos necesarias para adquirir las experiencias y desarrollar las facultades mentales, en la eterna evolución del Espíritu.
- Sebastián de Arauco-
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UNA POSIBLE HISTORIA DE LAS RELIGIONES
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Palingenesia
El egoísmo y las pasiones humanas, son precisamente los factores que más retrasan o retardan el proceso evolutivo del Espíritu. Son las que nos obligan a venir muchas y muchas veces para restablecer el equilibrio violado en una o más vidas de error. De aquí, la necesidad, la imperiosa necesidad de superar esos aspectos negativos que nos mantienen atados a la rueda de las reencarnaciones penosas; de actuar siempre dentro de la ley del Amor y los dictados de la Conciencia.
Como conocemos ya, la vida humana, cada una de las vidas humanas tiene un objeto, un programa a realizar. Y esto, necesario es tenerlo bien presente, para que, en los momentos difíciles, nos sobrepongamos a esas dificultades o vicisitudes, a fin de avanzar un paso más en el camino del progreso hacia la perfección, que es la meta libertadora de las encarnaciones en los mundos de vidas dolorosas. Cada una de las vidas humanas o encarnaciones, es una oportunidad que la Ley del Amor proporciona al Espíritu para su progreso. Desperdiciar esa oportunidad, como hacen algunas personas, es el mayor error en que suele incurrir el ser humano. Si bien es verdad que todo progreso requiere
esfuerzo; pero, sólo por el propio esfuerzo podremos progresar. Y aquí, volvemos a hacer hincapié en: ¡¡¡ No nos engañemos con espejismos!!!
Aquellas personas destacadas en nuestro mundo por su inteligencia, sabiduría y bondad, son la personificación de espíritus que han llegado o están llegando a la fase de la madurez espiritual que hicimos referencia. Son espíritus más viejos que los que animan la personalidad del hombre vulgar y corriente; y han vivido y aprendido más, se han desarrollado más en las múltiples vidas desde remotas edades. Las experiencias que el Ego adquiere, que el Espíritu realiza como encarnado, en la superación de las tentaciones, pasiones e imperfecciones humanas, le proporcionan sabiduría y poder, que le permiten avanzar en el empinado camino de la evolución y liberarse de las encarnaciones penosas.
Aquellos de nosotros que no hemos alcanzado todavía ese progreso, determinémonos a aprovechar la oportunidad que la Divina Providencia nos ha ofrecido, para realizar en la vida presente, el máximo de progreso que las circunstancias nos permitan. Como conocemos ya, por el estudio de la lección anterior, todos venimos a la vida física a cumplir un destino. Todos encarnamos con un propósito, con un objeto definido, con un programa a realizar, que rara vez el individuo identifica, por falta de atención al llamado de la Conciencia superior, a los clamores de su realidad espiritual. Y esto acontece en los individuos poco evolucionados aún que, ante la presión del mundo en que se desenvuelven, de su medio ambiente circundante, se dejan arrastrar por las pasiones en sus diversos aspectos.
Todo destino es el resultado de un programa trazado en el plano extrafísico antes de encarnar. Y ese programa o destino, será siempre en relación al pasado y a la necesidad de progreso y evolución del ser reencarnante y su capacidad para desarrollarlo. Esto es como norma general. En los seres más evolucionados, ellos mismos programan y confeccionan su destino antes de encarnar, de acuerdo con su propósito y su ansia de progreso; no así los menos evolucionados, cuyo programa es confeccionado por los maestros kármicos, de acuerdo con la Ley y a los méritos y deméritos de sus vidas anteriores; pero, aceptado y a veces solicitado, por el reencarnante. Esos maestros kármicos son seres espirituales superiores, de sabiduría y amor, dedicados a la tarea de los renacimientos.
Así pues, esos destinos dolorosos que a veces apreciamos, son determinados por la Ley de Consecuencias, en concordancia con hechos delictivos realizados por los mismos afectados; destinos que ellos mismos aceptaron para liberarse del suplicio en que se hallaban en el bajo astral, en el que habían caído después de la muerte física. Porque, necesario es conocer que hay un gran número de almas que por sus hechos delictivos, sus acciones de maldad, sufren horrendamente en el ambiente en que se hallan, y están dispuestos a encarnar en cualquier cuerpo por tarado que sea, con tal de salir del tormento, de huir de los sufrimientos que corroen su alma. Por ejemplo, los torturados por fuertes remordimientos sólo pueden huir de sus pesadillas, reencarnando para rehabilitarse. Y lo hacen con ese propósito, aceptando el destino que la Ley les impone. Mas, esta imposición no es despiadada ni como castigo, sino como rehabilitación amorosa. Y a este respecto, hemos de aclarar que, el dolor es un factor evolutivo, concepto este incomprendido por falta de conocimiento verdadero.
Sebastián de Arauco
Revista "Amor paz y caridad"
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EL DOLOR (Continuación)
Sabemos ya, que toda acción, buena o mala,que la persona realiza, crea unas vibraciones de la misma naturaleza, que impregna su alma humana. Y como el hombre ha venido transitando por los caminos del egoísmo,engaños y falsedades, haciendo sufrir a sus semejantes, la Ley de devuelve, tarde o temprano, el sufrimiento o dolor que haya causado o deseado ocasionar, para que aprenda a vivir dentro de la Ley del Amor, único modo de librarse del dolor.
Si por egoísmo, negligencia o maldad, causamos sufrimiento o perjuicio a otras personas, la Ley de Consecuencias o Ley del Karma, nos devolverá condiciones semejantes en fechas posteriores. Y no es que en ello haya castigo alguno de Dios, no, sino que en nuestra acción de mal habremos violado la Ley y consecuentemente, la Ley nos lo devolverá.
El concepto del castigo de Dios es incongruente con su naturaleza de Amor infinito. Es inadmisible ala razón el concepto de un Dios castigador, mientras que por otro lado nos manda perdonar las ofensas por la voz de sus enviados, los Mesías. Por ello, es necesario desechar tal concepto y grabar en la mente que las desventuras humanas son consecuencia de sus propias actuaciones contrarias a la Ley en el pasado;son la cosecha de la siembra.
Dios es Amor, aun cuando nuestra limitada capacidad intelectiva y conceptual no sea capaz de comprenderlo.
Por ello, tengamos presente que los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una o varias vidas anteriores del Espíritu inmortal que somos todos, en el plano físico, en busca de la purificación y perfección, por las que pueda alcanzar el reino de felicidad que Dios Amor ofrece a todas sus criaturas. Para esto, el Amor Divino nos proporciona tantas vidas humanas como necesitemos, para reparar el daño causado.
Debemos saber con seguridad que nadie tiene poder para perdonar las faltas de otro. El perdón, tal como han venido divulgando ciertas iglesias del cristianismo, no existe. Existe la Ley justa de "a cada cual según sus obras"; ley que se manifiesta siempre a través de las vidas humanas del Espíritu inmortal.
Quien haga daño, daño recibirá; quien cause dolor, recibirá dolor, a menos que repare el daño causado. Dicho de otro modo: toda transgresión a las Leyes Divinas, repercute en el alma humana y la impregna de magnetismo mórbido. Y solamente el dolor o la práctica del bien, con amor sentido, podrá purificar ese alma para su ascensión. Esto es porque cuando practicamos el bien con amor de verdad, vibramos en esa sintonía, dentro de la Ley del Amor, que es energía purificadora.
La Ley del Amor es tan poderosa que puede modificar el efecto,o consecuencia de la transgresión, sin desvirtuar la Ley.
Mirando el dolor desde otro ángulo, en su aspecto trascendente, podemos apreciar otras funciones benéficas que este proporciona, aunque no comprendidas, debido a la educación deficiente recibida, tal como el ablandar el alma en algunas personas soberbias, orgullosas y dominantes.
Por ello, ciertas vicisitudes consideradas desgracias, así como las enfermedades incurables, son benefactoras, aun cuando inaceptadas humanamente. Y en nuestra ceguera mental, los humanos maldecimos nuestras existencias oscuras, difíciles y dolorosas. Pero cuando levantamos la mirada por encima de los horizontes limitados de la vida terrenal, y llegamos a comprender el verdadero motivo de la vida humana, entonces podemos ver con claridad que esas vidas son indispensables para dominar el orgullo y doblegar la soberbia, sometiéndonos a una disciplina de moral evangélica, sin la cual no puede haber progreso espiritual alguno.
¿Por qué nos rebelamos ante el dolor?. Por desconocimiento de su acción depuradora sobre el alma humana. Y sólo llegamos a comprender su utilidad, después de haber abandonado el mundo físico, en donde el dolor ejerce su imperio.
Sin embargo, él es el crisol en donde se forjan las almas grandes, ya que la acción del dolor depura el magnetismo mórbido generado por los apetitos groseros, los vicios, los sentimientos ruines y acciones de mal realizadas por egoísmo, orgullo o dominados por las pasiones.
Debemos evitar lamentarnos por nuestras dolencias y nuestras desventuras, pues el lamento aumenta la sensación de la dolencia y no ayuda en absoluto a superar las desventuras; antes al contrario. el lamento o las lamentaciones hacen que las desventuras y vicisitudes adversas, cuales sean, nos parezcan mayores e insuperables, ya que esa actitud debilita las fuerzas necesarias para superarlas.
En todo momento difícil, no cometamos el error de rebelarnos. Jamás demos cabida en nosotros a la rebeldía ante el dolor o las vicisitudes adversas, porque de ese modo nada resolveremos. Aceptemos sin lamentaciones como algo que nos corresponde, pero no pasivamente, sino con calma y serenidad, buscar el modo de superar esos aspectos, despertando las fuerzas internas existentes en todo individuo.
Tengamos por cierto que nadie tendrá que pasar por desventuras y dolores que por ley no le correspondan, ni que nadie carezca de los medios y fuerzas internas para superarlo. Esa es la Ley. Por ello, rebelarse es desacertado y absurdo. Además que toda rebeldía impide el proceso depurativo del dolor sobre el alma humana.
Sabiendo que el dolor es consecuencia de nuestra conducta contraria a la Ley y que su objeto y función es depurar el alma, abracemos el dolor y este perderá su fuerza.
Tengamos `presente el objeto de las vidas humanas es el progreso del Espíritu y que las vicisitudes de la vida por difíciles que sean, nos necesarias para adquirir las experiencias y desarrollar las facultades mentales, en la eterna evolución del Espíritu.
- Sebastián de Arauco-
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UNA POSIBLE HISTORIA DE LAS RELIGIONES
A medida que el ser humano evolucionó,
la idea innata y natural de Dios, como un Ser Superior Supremo y Creador de
todo cuanto existe en la Tierra y aun más allá de las estrellas, también
evolucionó con él y en consecuencia fueron cambiando y evolucionando las formas
de culto o de relación con la idea de lo divino. Desde los más remotos tiempos el ser
humano dejó constancia de esto en sus manifestaciones externas tal como
testimonian las representaciones de sus dioses en las paredes de las cavernas, etc.
Con las grandes civilizaciones surgieron
los sacerdotes y chamanes, con el papel de intermediarios entre Dios y los
hombres, impartiendo la idea de lo sagrado y la creación de muy diversos
rituales y ceremonias para relacionar a los pueblos con lo divino entre las brumas de lo
desconocido y lo misterioso. Así surgieron entre tantas ceremonias y liturgias, los rituales y sacrificios de sangre y se levantaron imponentes templos de piedra para adorar en ellos a los dioses.
El mundo religioso quedó forjado entre
dioses y diosas, siendo muy largo el camino recorrido desde la simple creencia en una Fuerza Superior de los primeros pobladores cavernícolas, hasta el
intrincado politeísmo que adoptaron los grandes reinos en la antigüedad. Dioses diversos fueron inmortalizados por los
romanos y por los griegos en su mitología, pero sin embargo fue en el pueblo
judío donde se inició la idea de Un
Dios Único.
Todas las grandes religiones
establecidas han tenido unos comienzos basados en los ejemplos y enseñanzas
espirituales y morales de sus Profetas, Enviados o Mesías que a lo largo
de la Historia, en diferentes momentos y lugares de la Tierra, nacieron en
algún lugar geográfico de nuestro mundo con la misión de impulsar la
Humanidad en su evolución espiritual y
social a través de sus enseñanzas y
ejemplos de vida coherentes con dichas enseñanzas.
Todos los Principios morales que
enseñaron, estaban enmarcados dentro de un elevado concepto ético, para que la
conciencia del Ser humano los pudiese
aceptar y mantener a lo largo de su historia. De hecho, los principios básicos de todas
las religiones antiguas que han perdurado hasta nuestros
días, están basados en el Amor como factor común de los mismos, y alrededor de
estos principios y siguiendo la estela de estas enseñanzas y ejemplos, se
forjaron grupos de adeptos que se fueron organizando y formando, cada vez mas,
en complejas tramas teológicas y dogmáticas más o menos trascendentes, acompañadas de los
correspondientes rituales y ceremonias a fin de darles un mayor aire de
misterio y solemnidad..
Todas las religiones tienen en lo esencial un mismo y básico concepto de
Dios, al que cada una de ellas llamó de un modo diferente. O sea, que se le
nombre como se le nombre, todas las denominaciones diferentes se refieren al
mismo Ser Supremo. Sin embargo, en cuanto a ciertas corrientes teológicas, ceremoniales con llamativos ropajes, ritos, simbolismos, etc, se fueron al cabo del tiempo pasando de unas religiones a otras, en otros lugares de la Tierra y en otras épocas. Esto es: los rituales y normas litúrgicas, ritos y ceremonias, pueden ser diferentes o similares entre unas y otras religiones, como si hubiesen sido copiadas o inspiradas unas de otras, pero las ideas básicas y fundamentales, como Dios, el Alma, el Más Allá, etc, vienen a ser comunes y es lo que hace que se les pueda atribuir un origen común
Al principio de su existencia las
religiones actuales mantuvieron los fundamentos y enseñanzas en toda su pureza,
pero poco a poco, con el paso del tiempo
y a causa de las diversas interpretaciones que cada persona damos a las cosas,
estos fundamentos se fueron deformando progresivamente, con lo que los
principios religiosos que en su comienzo eran sencillos, se fueron alterando con complicadas estructuras teológicas y litúrgicas. Además de esto,
también influyeron grandemente las divulgaciones escritas, en forma de libros
traducidos, cuyos textos muchas veces, eran traducciones, deformaciones y
adaptaciones de los anteriores que ya estaban escritos en otras épocas, otros idiomas y con
los mismos problemas de fidelidad literaria.
Esta “Torre de Babel”, que se fue
construyendo al rededor de la fidelidad, la pureza y la sencillez doctrinaria
de origen, ha derivado en un desplazamiento de los problemas del espíritu,
hacia el terreno de lo sobrenatural, lo misterioso, lo milagroso, lo enigmático
y lo supersticioso.
La persona que haya caído en algún fanatismo religioso, debiera
pensar que Dios, aun en el supuesto de que
fuese un Ser personal como nosotros, no pertenecería a ninguna religión determinada, ni a ningún
partido político, ni le interesaría la
teología, ni nada que divida o que enfrente a los seres humanos, sino lo que
hacemos cada día por los demás y lo que
se encuentra evolucionando en el
corazón de cada uno.
- Jose Luis Martín-
“Por consiguiente, no debes mantener una creencia simplemente
porque mucha gente piense así; ni porque haya existido desde siglos; ni porque
esté escrita en cualquier libro que los hombres tengan por sagrado; deberás
pensar por ti mismo y juzgar por ti mismo si dicha creencia es razonable”.
- Krishnamurti-
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Palingenesia
El egoísmo y las pasiones humanas, son precisamente los factores que más retrasan o retardan el proceso evolutivo del Espíritu. Son las que nos obligan a venir muchas y muchas veces para restablecer el equilibrio violado en una o más vidas de error. De aquí, la necesidad, la imperiosa necesidad de superar esos aspectos negativos que nos mantienen atados a la rueda de las reencarnaciones penosas; de actuar siempre dentro de la ley del Amor y los dictados de la Conciencia.
Como conocemos ya, la vida humana, cada una de las vidas humanas tiene un objeto, un programa a realizar. Y esto, necesario es tenerlo bien presente, para que, en los momentos difíciles, nos sobrepongamos a esas dificultades o vicisitudes, a fin de avanzar un paso más en el camino del progreso hacia la perfección, que es la meta libertadora de las encarnaciones en los mundos de vidas dolorosas. Cada una de las vidas humanas o encarnaciones, es una oportunidad que la Ley del Amor proporciona al Espíritu para su progreso. Desperdiciar esa oportunidad, como hacen algunas personas, es el mayor error en que suele incurrir el ser humano. Si bien es verdad que todo progreso requiere
esfuerzo; pero, sólo por el propio esfuerzo podremos progresar. Y aquí, volvemos a hacer hincapié en: ¡¡¡ No nos engañemos con espejismos!!!
Aquellas personas destacadas en nuestro mundo por su inteligencia, sabiduría y bondad, son la personificación de espíritus que han llegado o están llegando a la fase de la madurez espiritual que hicimos referencia. Son espíritus más viejos que los que animan la personalidad del hombre vulgar y corriente; y han vivido y aprendido más, se han desarrollado más en las múltiples vidas desde remotas edades. Las experiencias que el Ego adquiere, que el Espíritu realiza como encarnado, en la superación de las tentaciones, pasiones e imperfecciones humanas, le proporcionan sabiduría y poder, que le permiten avanzar en el empinado camino de la evolución y liberarse de las encarnaciones penosas.
Aquellos de nosotros que no hemos alcanzado todavía ese progreso, determinémonos a aprovechar la oportunidad que la Divina Providencia nos ha ofrecido, para realizar en la vida presente, el máximo de progreso que las circunstancias nos permitan. Como conocemos ya, por el estudio de la lección anterior, todos venimos a la vida física a cumplir un destino. Todos encarnamos con un propósito, con un objeto definido, con un programa a realizar, que rara vez el individuo identifica, por falta de atención al llamado de la Conciencia superior, a los clamores de su realidad espiritual. Y esto acontece en los individuos poco evolucionados aún que, ante la presión del mundo en que se desenvuelven, de su medio ambiente circundante, se dejan arrastrar por las pasiones en sus diversos aspectos.
Todo destino es el resultado de un programa trazado en el plano extrafísico antes de encarnar. Y ese programa o destino, será siempre en relación al pasado y a la necesidad de progreso y evolución del ser reencarnante y su capacidad para desarrollarlo. Esto es como norma general. En los seres más evolucionados, ellos mismos programan y confeccionan su destino antes de encarnar, de acuerdo con su propósito y su ansia de progreso; no así los menos evolucionados, cuyo programa es confeccionado por los maestros kármicos, de acuerdo con la Ley y a los méritos y deméritos de sus vidas anteriores; pero, aceptado y a veces solicitado, por el reencarnante. Esos maestros kármicos son seres espirituales superiores, de sabiduría y amor, dedicados a la tarea de los renacimientos.
Así pues, esos destinos dolorosos que a veces apreciamos, son determinados por la Ley de Consecuencias, en concordancia con hechos delictivos realizados por los mismos afectados; destinos que ellos mismos aceptaron para liberarse del suplicio en que se hallaban en el bajo astral, en el que habían caído después de la muerte física. Porque, necesario es conocer que hay un gran número de almas que por sus hechos delictivos, sus acciones de maldad, sufren horrendamente en el ambiente en que se hallan, y están dispuestos a encarnar en cualquier cuerpo por tarado que sea, con tal de salir del tormento, de huir de los sufrimientos que corroen su alma. Por ejemplo, los torturados por fuertes remordimientos sólo pueden huir de sus pesadillas, reencarnando para rehabilitarse. Y lo hacen con ese propósito, aceptando el destino que la Ley les impone. Mas, esta imposición no es despiadada ni como castigo, sino como rehabilitación amorosa. Y a este respecto, hemos de aclarar que, el dolor es un factor evolutivo, concepto este incomprendido por falta de conocimiento verdadero.
Sebastián de Arauco
Revista "Amor paz y caridad"
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