miércoles, 21 de agosto de 2019

Los dolores de la Tierra

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-Influencia del sueño
2.- Política y Espiritismo
3.- ¿Existen seres destinados al mal?
4.- Las vidas sucesivas
5.- Los dolores de la Tierra



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INFLUENCIA DEL SUEÑO

     La ciencia humana aún no sabe cuál es el poder que entorpece la mente durante el sueño, ni mucho menos, las leyes que lo regulan. Sabe, sin embargo, que existe una actividad mental, y que a través del sueño el cuerpo rehace sus energías.
    El sueño es el recuerdo más o menos nítido de las experiencias que el Espíritu trae, al despertar, de su excursión por el Plano Espiritual. Constituye, por eso, una de las evidencias de la realidad del alma. Cuando el cuerpo reposa, el Espíritu libera un poco más sus facultades, al contrario de lo que sucede cuando se encuentra despierto, recordándose, muchas veces, del pasado y hasta penetrando el futuro.
     El sueño influye más de lo que creemos en nuestra vida.
    El sueño libera enteramente al alma del cuerpo. Cuando dormimos, quedamos en el estado en que, de manera definitiva, nos encontraremos después de la muerte. Los Espíritus que pronto se desprendieran de la materia por ocasión de la muerte, tienen sueño inteligente. Cuando estos duermen, reencuentran la sociedad de otros seres que les son superiores: viajan, conversan y con ellos se instruyen.
    Trabajan hasta en obras que, al morir, hallan acabadas. Esto, debe enseñarnos una vez más que no debemos temer a la muerte, puesto que morimos todos los días conforme el decir de un santo.
   Esto en cuanto a los Espíritus elevados. Mas para la masa de hombres, que con la muerte se quedan largas horas en esta perturbación, en esta incertidumbre, de que os hablaron, estos van a mundos inferiores a la Tierra, donde los llaman antiguos afecciones, y buscan placeres aún más bajos que los que tienen aquí. Van a aprender doctrinas aún más viles, más innobles y más nocivas que las que profesan en vuestro medio. Y lo que establece la simpatía en la Tierra no es sino el hecho de sentirnos, al despertar, aproximados por el corazón a aquellos con quien acabamos de pasar ocho o nueve horas de felicidad o de placer. Lo que también explica las antipatías invencibles es que, en el fondo del corazón, sabemos que esas criaturas tienen una conciencia diferente de la nuestra, pues las conocemos sin jamás haberlas visto con los ojos. Es también lo que explica la indiferencia, puesto que no buscamos hacer amigos, cuando sabemos que tenemos otros que nos aman y nos quieren. En una palabra, el sueño influye más de lo que pensáis sobre vuestra vida.
    Por efecto del sueño los Espíritus encarnados están siempre en contacto con el mundo de los Espíritus, lo que permite que los Espíritus superiores, sin mucha repulsión, consientan en venir a encarnarse en vuestro medio. Dios quiso que, durante su contacto con el vicio, ellos pudiesen venir a rea-temperarse en la fuente del bien, a fin de no fallar, ellos que vienen para instruir a los otros.
    El sueño es la puerta que Dios abre para los amigos del cielo; es el recreo tras del trabajo, la espera de la gran liberación, la liberación final que los debe reintegrar a su verdadero medio.
   El sueño es el recuerdo de aquello que vuestro Espíritu vio durante el sueño; notad, empero, que no soñáis siempre, porque no siempre os recordáis de aquello que visteis o de todo cuanto visteis. No es vuestra alma en todo su desdoblamiento; muchas veces no es más que el recuerdo de la perturbación que acompaña a vuestra partida o a vuestra llegada, a lo que se junta el recuerdo de aquello que hicisteis lo que os preocupa en el estado de vigilia. Sin esto, ¿cómo explicar esos sueños absurdos, tanto de los más sabios, como de los más simples? Los malos Espíritus también se sirven de los sueños para atormentar las almas débiles y pusilánimes.
   Por otro lado, dentro en poco veréis desenvolverse una nueva especie de sueños. Ella es tan antigua como la que conocéis, mas vosotros la ignoráis. El sueño de Juana, o el de Jacob, o el de los profetas judíos y o de algunos adivinos indianos: este sueño es el recuerdo del alma enteramente desprendida del cuerpo, el recuerdo de esa segunda vida de que os hablaba hace poco.
   Procurad distinguir bien esas dos especies de sueños, en aquellos de que os recordáis, pues sin esto caeréis en contradicciones y en errores, funestos a vuestra fe.

- Revista Espirita de 1858- 

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       Política Y Espiritismo


politicaEl espírita puede hablar de política (en el contexto y el momento preciso), como puede pronunciarse sobre cualquier otro asunto de nuestra realidad cotidiana; y lo puede hacer porque le asisten los mismos derechos y obligaciones que a todo el mundo… El espírita, antes que otras muchas cosas, debe ser alguien normal, natural y cercano (evitando convertirse en una especie de «friki» metafísico y/o religioso). 
Una cosa es entrar en debates ideológicos, innecesarios y desgastantes, que a nada conducen… y otra muy distinta, permanecer ajeno a las necesidades sociales y sus obligaciones morales como ciudadano inmerso en un tiempo y un marco concreto.
En lo personal, me resulta algo desconcertante y tibio que un espírita permanezca «anestesiado» dentro de una burbuja doctrinaria que (equivocadamente) le haga distraerse de la problematica de su barrio, de su país, conociendo que la caridad por la que apuesta el Espiritismo no es una donación aséptica de «cuatro paredes», sino un servicio activo que nos hace ser más comprometidos con las carencias ajenas (individuales y colectivas).
La política es necesaria y no puede ser anulada. Lo que hay que apostar es por movilizarse (siempre dentro de propuestas democráticas y pacíficas) cada vez que sea preciso, para que las políticas sociales sean más justas y auténticas.
Todos, en mayor o menor medida, estamos comprometidos con la ciudad y el país que nos recibe en cada encarnación y, por lo tanto, sería insensato obviar nuestros deberes holísticos y permanecer sin sensibilidad ciudadana y empatía social. Venimos para comprometernos no sólo con nuestra familia consanguínea o nuestras parejas, sino también con el ámbito social que nos rodea.
Votar (o no), manifestarse a favor de decretos injustos, apoyar a determinados colectivos y/o minorías, defender nuestros derechos, son opciones legítimas (y deseables), pues son también cauces por los que de igual manera se expresa la verdadera caridad.
Un espírita diplomáticamente aislado de cualquier tipo de pronunciamiento político, puede ser más un diplomático que un espírita, y más aun si encima permanece alejado de cualquier contribución por apostar junto con otros por una democracia más plural y justa. Como defender los intereses del pueblo frente a las imposiciones maniqueas de las grandes corporaciones (empresas, banca….) y los gobiernos utilitaristas, etc.
El Espiritismo, históricamente y en concordancia con sus postulados superiores, siempre se colocó de manera viva a favor de la lucha obrera contra la hegemonía clerical-católica y los abusos del capitalismo y/o dictaduras.
El Espiritismo es compromiso humano, y por lo tanto SOCIAL… y la política forma parte palpitante de toda la sociedad.
Por convicción y sentido histórico, no podemos pasar por alto que en el pasado más reciente, los espiritistas de nuestro país sintonizaban en lo social con los ideales republicanos, adhiriéndose o apoyando abiertamente a diversos movimientos de la izquierda más contestataria.
Aunque otros sean los contextos; las libertades y la dignidad de los menos favorecidos siguen estando en juego, y a los espíritas de hoy les queda mucha labor en ese sentido.
Artículo de Lumen para zona espirita.com


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¿EXISTEN SERES DESTINADOS AL MAL?



        Cuando nos hablan de seres malignos que tratan de influenciar a los seres humanos, cuando nos cuentan sobre los exorcismos que realiza la Iglesia para liberar a algunas personas de su nefasto dominio, la pregunta surge rápidamente: ¿Existen los demonios? Si existen, ¿quién los creó? ¿Se trata de seres destinados al mal eternamente? ¿Cuál es su origen?

     Según nos cuentan las tradiciones religiosas, los demonios son ángeles caídos, seres que fueron creados llenos de virtudes y que un buen día, dominados por la envidia y los celos, sucumbieron a las tentaciones, desafiando la potestad del Creador, contraviniendo su voluntad e intentando transmutar el Universo en un reino donde predominara el mal y el sufrimiento. De esta circunstancia se aprovecharía Dios Padre para probar a sus hijos, dejándoles la responsabilidad de elegir un camino, bien el trazado por Él mismo o el sugerido por esas criaturas perversas desviadas del camino recto.

     Respetando todas las creencias y opiniones, desde nuestro punto de vista esta idea presenta deficiencias difíciles de resolver. Si Dios Todopoderoso es conocedor de todas las cosas pasadas, presentes y futuras, ya sabría de antemano que existiría un grupo de ángeles que se rebelarían a sus designios en un momento determinado. “Estaban destinados al mal a perpetuidad y predestinados a convertirse en demonios para arrastrar a los hombres al mal”. (Allan Kardec. El Cielo y el Infierno; capítulo IX, ítem 12).

     Según esta hipótesis religiosa, con aquellos ángeles que cayeron no hay marcha atrás, están condenados a perpetuidad. Por tanto, “¿de qué les serviría no perseverar en el mal si el arrepentimiento es inútil?” “…Si perseveran en el mal, es porque la esperanza les es negada”. (Allan Kardec. El Cielo y el Infierno; capítulo IX, ítem 19).

     Resumiendo este sofisma, Dios crea a seres perfectos, llenos de virtudes denominados Ángeles; son sus ministros que cogobiernan el Universo junto con Él. En un momento determinado, a algunos de ellos se les olvidan sus virtudes extraordinarias y sus perfecciones, dejándose seducir por las tentaciones del ego y de las pasiones materiales (algo de lo que, según esta teoría, siempre han carecido puesto que nunca han tenido contacto con lo material). A partir de ese momento le hacen una competencia feroz a Aquel a quien todo se lo deben. Son privilegiados que no saben apreciar lo que tienen, puesto que desde su origen no hicieron ningún mérito para poseer las virtudes que les regalaron. El resto de seres que poblamos el Universo estamos condenados a trabajar y sufrir, a subir los peldaños del progreso con mucho esfuerzo. No obstante, hay otros que no hicieron mérito alguno, e incluso algunos, como acabamos de explicar, se rebelaron con descaro y premeditación.

     Como vamos viendo, estas teorías presentan graves deficiencias que ponen en entredicho la perfección y la sabiduría del Creador. Quizás en el pasado, debido al desconocimiento que existía respecto a las cuestiones espirituales, esas ideas podrían tener alguna justificación, pero para el hombre de hoy día carece de sentido la idea de seres destinados al mal.

     Partimos de la base de que Dios estableció unas grandes leyes universales que son iguales para todos, inmutables y eternas. No se puede concebir un Universo con privilegios y comportamientos caprichosos para algunos, que desdigan el amor, la justicia y la misericordia divina.

     La ley de la evolución nos indica que todos somos creados en las mismas condiciones y que partimos desde un mismo punto sin distinción alguna; debemos de recorrer un largo camino donde el mal es la ausencia del bien, o dicho de otro modo, cuando se transgreden las leyes establecidas por Dios y no se atiende la voz de la conciencia.

     No podemos olvidar que el espíritu desde un primer momento toma uno de los dos caminos voluntariamente: el del bien o el del mal. Goza de libre albedrío y su responsabilidad crece en la medida en que es consciente de lo que hace. La voz de la conciencia le indica el camino más recto. Al mismo tiempo, espíritus guías le orientan e inspiran para seguir por la senda del bien. Sea cual sea su decisión será siempre bajo su responsabilidad.

     Precisamente en esas primeras etapas, si el espíritu no hace caso a su interior y a los diferentes avisos que recibe de los planos superiores, dejándose llevar por sus defectos y pasiones, entonces se embrutece y se insensibiliza. El ego toma mucha fuerza y a partir de ese momento rompe la conexión con su conciencia que le instaba al bien y al autodominio. La capacidad de empatía y el desarrollo de unos valores que contribuyan al mejoramiento de su entorno, como son la solidaridad, la fraternidad, el altruismo, el espíritu de colaboración, etc., en una sociedad en la que nos necesitamos unos a otros, es sustituido por el mal que nace del egoísmo y del orgullo, por el afán de servirse de los demás.

     Sin duda, el espíritu muy poco evolucionado puede quedarse temporalmente instalado en el mal, su libre albedrío así se lo permite. Esa maldad puede adquirir proporciones muy grandes. Ese es el motivo por el que se les haya podido confundir con seres creados o destinados a perpetuidad con ese fin; pero esto es una circunstancia temporal, aunque ahora pueda parecer impensable por el grado de perversidad y crueldad que puedan manifestar algunos.

     El mal es apenas un estado transitorio que más pronto o más tarde tendrá que dar paso al bien. A quien lo padece se le estimula al cambio de conducta, a dar un giro hacia el bien definitivo. Del mismo modo, no se puede concebir que del mal pueda surgir el bien abrazando la perspectiva de una sola existencia, para ello necesitamos comprender la ley de la reencarnación o de vidas sucesivas. La vida actual es consecuencia de nuestro pasado, y en esta construimos nuestro futuro. Por lo tanto, las diferentes existencias son solidarias entre sí, siempre tendentes al progreso, a la adquisición de sabiduría y cualidades morales.

     También hay que considerar la circunstancia de que, al desencarnar, el espíritu no se transforma de repente, en el mundo espiritual continuamos con las mismas tendencias y características morales; y del mismo modo en que aquí nos asociamos con otras personas para hacer el bien o para hacer el mal, en el mundo espiritual ocurre exactamente lo mismo.

     Otro aspecto a valorar es que aquello que concluimos como una mala influencia por parte de los que se consideran como “demonios” o “seres del mal” puede obedecer a deudas kármicas del pasado. Es el gran problema de la obsesión, bien por ley de afinidad, por la cual atraemos con nuestra actitud y pensamientos nocivos a espíritus que vibran en una frecuencia muy baja, o también por faltas graves cometidas sobre nuestros semejantes en tiempos pretéritos. En el otro plano puede haber víctimas del pasado que no estén dispuestas a perdonar y que traten de tomarse la justicia por su mano, perturbando y ocasionando enormes perjuicios a sus obsesados. Tan solo un cambio de actitud por ambas partes, utilizando la terapia efectiva del perdón y del amor, se puede desenredar este tipo de conflictos, reparando, en la medida de lo posible, las cuentas pendientes del ayer.

     Por otro lado, cuando voluntariamente no se modifican las conductas y el espíritu permanece estacionado en el mal durante mucho tiempo, termina por surgir el dolor y el sufrimiento; y tras numerosas existencias padeciendo terriblemente, rescatando errores del pasado, llega un momento en que, cansado de sufrir, se sensibiliza. A partir de ese momento se le abre una nueva aurora, un camino evolutivo por redescubrir que abandonó hace siglos o quizás miles de años. Es el momento del rescate consciente y voluntario, un nuevo programa de recuperación en el que el espíritu retoma la senda del bien; espíritus amigos le acompañarán en su difícil ascensión. Poco a poco, pasito a pasito y con mucho esfuerzo irá aligerando la pesada carga hasta recuperar la ilusión y la autoestima.

     Se trata de existencias difíciles, llenas de privaciones, enfermedades y otras circunstancias que obligan al espíritu a realizar un gran esfuerzo. Tras un periodo más o menos largo con cuerpo físico, finalmente le llega la muerte, toma fuerzas en el mundo espiritual y vuelve nuevamente a la experiencia de la carne con los ánimos renovados. De esa forma se va sacudiendo paulatinamente un lastre que le impedía ascender.

     Por lo tanto, y como hemos ido viendo hasta ahora, el mal es temporal. Los demonios son en realidad espíritus muy atrasados que todavía no han sido capaces de descubrir los beneficios de la paz y el amor. En este momento, y puesto que nos encontramos en un proceso de cambio de ciclo planetario, su influencia se está manifestando con mayor claridad, pero esto son apenas los estertores de la muerte de una etapa crucial. Se prepara una nueva aurora, de tal forma que quienes sigan obstinados en el mal tendrán que continuar su proceso espiritual en otro mundo similar a este. El planeta Tierra está finalizando su etapa como mundo de expiación y prueba para pasar a formar parte de los mundos de regeneración. En él ya no cabrá el mal y sí las ansias de superación y de progreso.

- José M. Meseguer                                                                                      Amor, Paz y Caridad
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               Las vidas sucesivas 
      Se habría podido hacer también una enumeración de los prodigios realizados por algunos seres en edad tierna, y que revelan facultades tan superiores, que dejan estupefactos hasta a los hombres de talento. Un Miguel Ángel o un Salvador Rosa, se revelan de improviso con talentos improvisados; Sebastián Bach o Mozart, componiendo o ejecutando sonatas, cuando los niños de su edad conocen apenas los primeros rudimentos de la música; Pico de la Mirándola o Pascal, dando pruebas de un genio que no podían haber adquirido en su última existencia, y por último, Barratier, muriendo a los 19 años y dejando obras que atestiguan una enciclopedia de conocimientos, son hechos que por lo demás entran en la cuestión más general de la desigualdad intelectual de los hombres que aparecen sobre la Tierra. Sabemos con certeza que el alma no es engendrada por el cuerpo; que la herencia es completamente extraña a estas diferencias profundas que separan a un Víctor Hugo o a un Pasteur de los míseros representantes de la humanidad que vegetan en una bestialidad intensa, tales como los Botocudos, los Aetas o los Jueguianos. Y aun sin necesidad de presentar semejantes extremos, ¿no vemos en los hermanos educados en idénticas condiciones, presentar disposiciones innatas radicalmente opuestas? 
      Todos estos problemas son insolubles no admitiendo la teoría de las vidas sucesivas, pues ni la ciencia, ni las religiones, ni las filosofías espiritualistas han podido dar una explicación razonable de estas anomalías. 
      No ignoro las críticas que se han hecho a la teoría de la evolución; pero los descubrimientos de cada día vienen a afirmarla más y más, y si la completamos por el paso del alma a través de todas estas formas graduadas que componen el conjunto de seres vivos, atribuyendo a aquélla entidad lo que el sabio quiera enlazar con el cuerpo, podremos decir con Herbet Spencer1, «el cerebro humano (y periespiritual, decimos nosotros) es un registro organizado de experiencias infinitamente numerosas durante la evolución de la vida, o todavía mejor, durante la serie de organismos que ha atravesado para llegar al organismo humano. Los esfuerzos de las experiencias más uniformes y frecuentes han sido heredados (nosotros diremos, aportados), agregándoles capital e intereses, alcanzando este alto grado de inteligencia que es el cerebro del niño. Este, en su vida ulterior, la ejerce aumentando posiblemente la fuerza o la complexidad, y la trasmite (o vuelve a aparecer) con pequeñas adiciones en las generaciones futuras. Así sucede que un Europeo hereda veinte o treinta pulgadas cúbicas de cerebro más que el Papú, ocurriendo por lo mismo, que ciertas facultades, como las de la música p. e., que apenas existen en algunas razas inferiores, se hacen congénitas en las razas superiores, y de la raza salvaje que apenas sabe contar el número de sus dedos, sale a la larga un Newton o un Shakespeare.» 
Esta evolución intelectual ha sido mostrada por los filósofos, quienes obligados por la lógica, han debido reconocer en todos los seres una cadena cuyos anillos son imposibles de romper. Lo que fue una simple intuición filosófica en los grandes pensadores, tales como Carlos Bonet, Dupont de Nemours, Ballanche, Constant Savy, Esquirós, Juan Reynaud, Pezzani y Flammarión, resulta con el Espiritismo una verdad demostrada experimentalmente.
– Gabriel Delanne-

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              LOS DOLORES DE LA TIERRA

Los dolores de la Tierra son a veces independientes de nosotros, pero muchos de ellos dependen de nuestra voluntad. Remontémonos a su origen y veremos que la mayoría son los resultados de causas que hubiéramos podido evitar. ¿Cuántos males y enfermedades debe el ser humano a sus excesos, a la ambición, a sus pasiones, en suma? El hombre que haya vivido siempre con sobriedad, sin abusar de nada; el que siempre haya sido sencillo en sus gustos y modesto en sus deseos, se ahorrará muchas tribulaciones. Y lo propio acontece con el Espíritu... Los sufrimientos que soporta son siempre la consecuencia del modo como vivió en la Tierra. Sin duda alguna, ya no le aquejarán la gota ni el reumatismo, pero sí otros dolores que no son menores. Hemos visto que sus congojas son el resultado de los lazos que existen todavía entre él y la materia; que cuanto más desembarazado está de la influencia de esta última –dicho de otro modo, cuanto más desmaterializado se halla-, menos sensaciones aflictivas experimenta. Ahora bien, de él depende liberarse de dicha influencia ya en esta vida: tiene su libre arbitrio y, por tanto, le cabe elegir entre hacer y no hacer. Dome sus pasiones animales, no tenga odio ni envidia, celos ni orgullo, no se deje dominar por el egoísmo, purifique su alma mediante los buenos sentimientos, practique el bien, no conceda a las cosas de este mundo más importancia de la que merecen, y entonces, incluso bajo su envoltura corpórea ya se hallará depurado, ya estará desprendido de la materia, y cuando abandone esa envoltura no sufrirá más su influencia; los sufrimientos físicos que haya experimentado no dejarán en él ningún penoso recuerdo ni le quedará de ellos ninguna impresión desagradable, porque sólo afectaron al cuerpo y no el Espíritu; se sentirá dichoso de haberse liberado, y su tranquilidad de conciencia lo eximirá de todo padecimiento moral. Por nuestra parte, hemos interrogado a miles de Espíritus que pertenecieron en vida a El Libro de los Espíritus 168 
todas las categorías de la sociedad, a todas las posiciones sociales. Los hemos estudiado en la totalidad de los períodos de su vida espírita, desde el instante mismo en que dejaron su cuerpo. Los seguimos paso a paso en esa vida de ultratumba para observar las mudanzas que en ellos se operaban, en sus ideas y sensaciones, y desde este punto de vista los hombres más vulgares han sido los que nos proveyeron de elementos de estudio no menos valiosos. Ahora bien, siempre hemos comprobado que los padecimientos se hallan en relación con la conducta, cuyas consecuencias sufren, y que esa nueva existencia constituye la fuente de una inefable ventura para aquellos que han seguido el recto camino. De lo que se deduce que los que sufren es porque así lo quisieron y sólo deben achacarlo a ellos mismos, así en el otro mundo como en éste...

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS 
ALLAN KARDEC 
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