INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Los breves días de Agosto
2.- Pensamiento, fortaleza y afectividad
3.- Recordando el pasado: El faro de los siglos
4.-La faceta pública del Profesor Rivail
5.-¿Cual es el médium que podríamos llamar perfecto?
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LOS BREVES DÍAS DE AGOSTO
Transcurre un mes de Agosto tremendamente sofocante, como el anterior.Julio-; pero comenzamos a notar que las noches son un poco más largar y los días un poco más cortos. Es la sensación de que el verano se nos está yendo rápido; que el tiempo que aun le resta a este año, ya está en declive, ya va cuesta abajo. Y sí, así es ; pero también sentimos que nuestra actual existencia en la Tierra, en donde vemos el cada vez más rápido transcurrir de las estaciones, sigue el mismo transcurso de los meses que aun le quedan al año, con sus días y sus noches, como disputando una carrera en el tiempo para liquidar cuanto antes este año; ¿ pero cuando al fin finalicemos el año marcado por el calendario, ¿ que seguirá después...?. Después, simplemente seguirá y continuará otro nuevo año, en un nuevo volver a empezar.
Los más jóvenes aun no lo sienten, porque ven la vida como un tiempo muy largo que tienen por delante, como si no transcurriese apenas el y no fuese a finalizar nunca, Los no tan jóvenes sin embargo, paulatinamente vamos sintiendo pasar la vida de modo cada vez más acelerado. Sentimos como los granos del reloj de arena que mide los instantes de nuestra existencia, caen al depósito inferior del reloj, cada vez con mayor velocidad, La vida que un día nos pareció tan larga, ahora la sentimos corta, cada vez más corta, irremediablemente breve y sin marcha atrás.
¿ Que hemos hecho de ella?; ¿ Cuanto tiempo hemos perdido?; ¿ Qué podemos hacer todavía?; ¿ Qué seremos después?; ¿ Seguirá habiendo un mañana?.....
Para quienes la vida les es complaciente, a veces les parecerá corta, mientras que para los que la vida es una dura lucha, fuente de sufrimientos, se les hará demasiado larga y en el fondo muchas veces desearán que llegue al final para no sufrir más esas contrariedades que le acosan sin remedio ni esperanza. En efecto el tiempo es lo más relativo que existe; cada cual lo mide en su interior de una forma totalmente particular.
Si sabemos que la vida es solamente un eslabón de la larga cadena de la evolución del espíritu, comprenderemos que en el tiempo que aun nos reste para estar en este mundo, aún nos puede quedar el suficiente para sembrar amor y darnos a los demás, si es que hasta ahora es lo que nos ha faltado por hacer. Aún nos quedará tiempo de lograr esas pequeñas o grandes cosas que dejan huella en el alma y en el recuerdo de los que hayan compartido sus vidas con nosotros, o al menos luchar por conseguirlas. Siempre nos quedará tiempo para enmendar muchos errores que en el fondo de nuestra alma esperan para ser enmendados;así como para dejar tantos apegos a cosas materiales que nos atan psiquicamente a ellas, a la materia, y sabemos que nuestra meta cuando termine esta existencia no es en un medio material.,,,,
Pero igualmente, por lo dicho anteriormente, también conocemos que en realidad somos inmortales; que después de esta existencia humana seguiremos existiendo y Dios nos tiene prevista otra existencia humana nueva y diferente en la que podremos proseguir con nuestro proceso de mejora íntima bajo una personalidad humana distinta a la que ahora tenemos. Es en ese sentido que los deberes de trabajo espiritual y humano que nos hayan podido quedar pendientes con nosotros y con los demás, tendremos más ocasiones de nuevo para resarcirlos.
No nos preocupe por lo tanto el "abismo de la muerte", pues al final, comprendemos que esta solo supone un cambio del vestido carnal por uno nuevo para volver a comenzar. del mismo modo que comienza de nuevo el sol cada mañana cuando sale cada día para darnos vida.
Pasará este mes de Agosto, y tal vez veremos pasar otros muchos más Agostos. El tiempo en esta existencia algún día finalizará para nosotros, pero no así nuestra labor de perfección tan larga y duradera, que abarca tantas y tantas existencias. Por eso, ¿Miedo a la muerte?, ¡Nunca!, ¡ no hay por qué!; ¿Ilusión por recorrer el largo camino que tenemos por delante?, ¡ Siempre!.
Por tanto, desde estas líneas exorto a las personas mayores o a quienes presienten que pronto finalizará "su verano" de la vida, a que arrojen fuera de sí cualquier temor, ni a la vida ni a la muerte, A la vida, porque es eterna y en ella siempre nos ayudan otros seres con su influencia y sus inspiraciones para con nosotros, Y tampoco a la muerte; dejemos ya los reparos que a veces sentís al pensar en ella, y esto es por lo que la gente esquiva el tema, que sigue siendo tabú, por desconocimiento de lo que es la existencia humana, la vida y la muerte, el por qué y el para qué estamos aquí, comprendiendo de donde procedemos y hacia donde caminamos, porque la muerte es un fenómeno necesario para la consecución de la vida , de modo que, entendida como el final de la existencia, No existe. Existe solo la desintegración del cuerpo material cuando este ya deja de sernos útil en esta existencia, Existe el cambio de vida del Ser espiritual que somos todos, cada uno de nosotros, pero la vida siempre continúa, ¡ es eterna!.
- Jose Luis Martín -
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PENSAMIENTO, FORTALEZA Y AFECTIVIDAD
¿Por qué hay momentos en la vida en que nos vemos superados por lo que nos ocurre? ¿Por qué sentimos esa sensación de impotencia, pensando, o incluso sintiendo, que no tenemos fuerzas para avanzar? ¿Qué es lo que nos hace fuertes o débiles ante los acontecimientos?
Todo lo que nos sucede pone a prueba nuestras capacidades. Nos enfrentamos a circunstancias y eventos con lo que somos, es decir, con nuestras cualidades personales. Cuando una situación se torna muy difícil, es porque el nivel de desarrollo en determinada cualidad, no es suficiente para enfrentarnos a ella, dejándonos en situación de debilidad. Es precisamente, en ese momento, cuando comienzan nuestras dificultades porque partimos desde un punto de inferioridad, que nos termina afectando de forma negativa, produciendo estrés, desánimo, apatía, miedos, etc., dejándonos ante una situación de sufrimiento.
Si entendemos este proceso, comprenderemos que para superar cualquier situación, necesitamos desarrollar unas cualidades determinadas, que son precisamente las que nos van a permitir superarla. En realidad es lo que la vida nos está demandando en ese momento y no podemos ir contra la vida. Si hacemos caso omiso, esas situaciones se seguirán repitiendo, una y otra vez, hasta que la cualidad requerida se desarrolle lo suficiente como para superar la situación que nos está afectando.
Por ejemplo, una persona resentida, no puede ser feliz, porque está dominada por el deseo de venganza y tiene su pensamiento fijado en la causa y el momento que produjo su malestar. Independientemente de que la otra persona le haya causado un mal real, o simplemente se sienta ofendida sin motivo alguno, su situación será la vivencia de un continuo conflicto. En este caso su sentimiento de perdón (su cualidad) es inferior a la situación que ha desencadenado su resentimiento (el reto o problema a solucionar). ¿Qué puede hacer para sentirse bien y feliz? Desarrollar la cualidad del perdón, pues esta es la capacidad que tenemos para superar cualquier tipo de resentimiento o venganza, alejando con ello los reiterados pensamientos y sentimientos de malestar e insatisfacción. No hay otra forma de hacerlo, y si pensamos que sí, intentemos conseguirlo. Y este ejemplo es perfectamente trasladable a cualquier otra situación o circunstancia. No olvidemos nunca que lo que se desarrolla es lo que se ejercita.
Para mejorar nuestra vida necesitamos conocer cuáles son las cualidades de que disponemos para engrandecerlas. Con el fin de definir algunas de ellas, de la forma más sencilla posible, vamos a englobarlas en tres grupos, perfectamente interrelacionados entre sí.
Capacidades del pensamiento
Podemos englobar aquí todas las cualidades que son útiles para desarrollar la inteligencia. Nos referimos, a las habilidades para razonar, planificar, aprovechar las experiencias vividas y la observación, para resolver problemas. Al desarrollar éstas, también estamos favoreciendo el aprendizaje y la adaptación al entorno. Aprender a pensar adecuadamente, ampliar el pensamiento con todas sus capacidades es una necesitad que todos tenemos. ¡Ejercitémoslas!
La creatividad es muy útil para romper la monotonía, que a veces nos atenaza y aburre, buscando la novedad en nuevos retos y nuevas realizaciones. La memoria también es un elemento importante, al tener por función, retener la información adquirida, para recuperarla en los momentos de necesidad, recordando la validez de las experiencias vividas y su enseñanza.
Una prueba clara de que todas las capacidades se comunican e interrelacionan entre sí nos la da el hecho de que tener más memoria, más datos, más experiencia, por sí solos, no nos hacen más inteligentes. Lo que lo hace es la habilidad de conjugar todas las capacidades que tenemos para interpretar la vida, ver la verdad, sentirla y actuar en consecuencia a dicha realidad; ser capaces de dar la solución adecuada a cada problema o situación, comprender nuestro entorno y nuestro interior.
En cuanto a las capacidades de nuestra mente hay que conocer que ésta es, al mismo tiempo, emisora y receptora de pensamientos. Esas extraordinarias cualidades que tiene, generan a su vez, una frecuencia que sintoniza con pensamientos de su misma naturaleza, lo que intensifica la fortaleza de los mismos. Es la Ley de Afinidad, que actúa en todos los órdenes de la vida, por la que el semejante atrae al semejante. Por eso, a veces, nos cuesta tanto desprendernos de determinadas ideas, porque las alimentamos en exceso, y olvidamos que esos mismos pensamientos buscan unirse a otros de su misma sintonía, por lo que son atraídos, multiplicando los efectos, convirtiendo con el tiempo, una idea negativa en un bloqueo mental, bastante perjudicial. De aquí, la importancia de eliminar toda idea repetitiva que sea dañina, especialmente en sus inicios, antes de que coja tanta fuerza que pueda superar nuestra capacidad de liberarnos de ella.
Las soluciones a innumerables problemas mentales, pasan por tener pensamientos nobles, constructivos y creativos, que adquieran la habilidad de renovarse constantemente, evitando la ofuscación. Si la mente se nubla pierde sus mejores virtudes. Los pensamientos estancados y ruines son muy perjudiciales. Cualquier persona objetiva puede comprobarlo. Si la comparamos con un manantial, éste necesita que el agua circule constantemente, pues es la clave para que permanezca limpia y cristalina. Cuando se estanca, es porque su caudal se está secando, pierde la virtud de su pureza, se vuelve turbia e insana, deja de brotar y ya no se puede beber.
Capacidades de la fortaleza
Podríamos englobar aquí todas las cualidades cuya fuerza troncal es la voluntad, que son las capacidades humanas para decidir libremente lo que uno quiere hacer o no. Podríamos decir, que son las fuerzas que tenemos para desarrollar cualquier acción superando las resistencias que siempre conlleva.
Es cierto que tiene muchas acepciones, pues también podemos hablar de la buena o mala voluntad cuando hacemos algo determinado, pero, en nuestro caso, nos vamos a quedar con ese concepto de energía, de mantenernos firmes ante lo que queremos hacer, superando todas las dificultades para conseguirlo.
La resiliencia es la capacidad para recuperarnos y adaptarnos positivamente ante la adversidad, de no doblegarnos, sobreponernos y continuar, saliendo incluso reforzados de esas situaciones. El desarrollo de esta cualidad es muy importante en la vida, pues todos nos enfrentaremos a momentos difíciles y situaciones complicadas. Saber superarlas o no, nos dejará en un estado de dicha o desdicha. Después de una situación de dificultad a la que nos enfrentemos, podremos saber nuestro nivel de resiliencia según nos sintamos tras lo sucedido.
La vitalidad o ímpetu de vivir, también es una capacidad de nuestra fortaleza que, al igual que todas las demás, se puede desarrollar en el grado que deseemos. La energía que nos puede dar es imposible de definir aquí con simples palabras. Para comprenderla hay que experimentarla y sentirla.
En realidad, todos tenemos mucha más capacidad de sacrificio, fortaleza o energía interior, de la que habitualmente somos conscientes, porque no solemos valorarla en su justa medida. Lo que habitualmente sucede es que, si lo que nos ocurre nos es desagradable, nos afecta tanto, que es precisamente ahí donde solemos dirigir el foco de nuestra atención. Estamos más pendientes de nuestros problemas y del sufrimiento que nos causan (lo que es un error) que de la búsqueda de sus soluciones. ¿Por qué no invertir este término? ¡Cuánto bien nos haría!
Capacidades de la afectividad
Son todas las cualidades que giran y orbitan entorno al amor, como sentimiento principal e inmanente, necesario y presente en toda manifestación de la vida. Sobre él convergen el resto de nuestras cualidades y representa la cohesión de todas las capacidades humanas.
Aunque las capacidades afectivas, son el conjunto de sentimientos y emociones que podemos vivir, conviene aclarar, que las emociones tienen un marcado carácter circunstancial o coyuntural, mientras que los sentimientos son actitudes afectivas permanentes. Es por ello que, lo que nos interesa desarrollar, es precisamente todos los sentimientos nobles y positivos, porque éstos son duraderos y muy beneficiosos, mientras que las emociones, aunque motivan a la acción, son pasajeras.
Afecto, amistad, aprecio, cariño, ternura, justicia, tolerancia, bondad, caridad, y otras muchas cualidades del afecto, son la base de una vida de plenitud y felicidad. Su desarrollo es necesario. Todas estas cualidades se incrementan pensando en ellas, comprendiéndolas, viviéndolas y practicándolas a diario en nuestros actos. Necesitan de la vivencia y de la acción.
En La Paz encontramos el equilibrio y la armonía de la vida. Su expansión va desterrando todos los conflictos, de cualquier índole, rencillas odios y vengadas, La felicidad pasa por su desarrollo. Imaginemos un mundo donde La Paz presida incluso los actos más cotidianos de la vida. ¡Qué gran sociedad sería!
¡Cuántos sinsabores y cuánto dolor podríamos evitar con la comprensión y el perdón! A medida que desarrollamos en nosotros estas cualidades, estamos alejándonos del sufrimiento y la amargura que nos infligen las malas acciones, pues son el antídoto capaz de eliminarlos definitivamente de nuestra personalidad. Son dos cualidades que a su vez desarrollan la paz interior y el bálsamo perfecto para curar los pensamientos enfermizos, que tanto suelen esclavizarnos al sufrimiento.
Mención aparte requiere una de las cualidades más necesarias hoy día: La comprensión. Nos dota de gran aptitud para el entendimiento de todo lo que ocurre en la vida. Solemos exigir que nos comprendan siempre pero nos cuesta mucho comprender los actos de los demás. Si no somos comprensivos con las flaquezas ajenas ¿Cómo podemos tener afecto, amistad sincera, aprecio, cariño, ternura, bondad…? Si no comprendemos las necesidades de otros ¿Cómo podemos sensibilizarnos con sus problemas, ser tolerantes y caritativos?
Estas cualidades afectivas son la base capaz de sustentar al ser humano y por ende, una estructura social coherente, pacífica y justa. ¡Qué maravillosa sería nuestra sociedad si todos tuviésemos más desarrolladas estas cualidades! ¡Qué vida tan feliz!
Ahora que tenemos una idea más clara de nuestras capacidades personales, podemos comprender, la necesidad que tenemos de trabajarlas. Ya sabemos que su desarrollo engrandece nuestra personalidad y elimina todos nuestros problemas y dificultades. Se pueden entrenar, con buenos resultados, al igual que cualquier otro aspecto de la vida. Para desarrollarlas es necesario ejercerlas a diario, es decir, repetir, repetir y repetir, cualquiera de ellas. Esto hace que se engrandezcan.
Son precisamente nuestras cualidades las que nos integran hacia las realidades de la vida. Cuanto más desarrolladas estén, mayor será nuestra comprensión hacia su verdad y mayor nuestra preparación para sortear y superar los diversos obstáculos que se nos presenten.
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RECORDANDO EL PASADO.
¡El faro de los siglos!
Desde que los primeros pobladores de la Tierra se refugiaron en las profundidades de los bosques vírgenes y en las lóbregas cavernas escondidas en los senos de las montañas; desde que la raza humana, cumpliendo la divina ley de la reproducción, fue formando numerosas familias y los niños alegraron los bosques con sus gritos y los gérmenes de
la vida universal fueron llenando los campos y se formaron los aduares, las tribus y los hombres comenzaron a disputarse los primeros frutos y a trazar las primeras líneas divisorias de las futuras ciudades, desde aquellos tiempos remotísimos, comenzaron a comunicarse los muertos con los vivos. ¿De qué modo?, ¿de qué manera?, ¡quién sabe! Pero es lo cierto que hubo profetas, adivinos, augures, magos, sibilas, seres superiores a la generalidad de los hombres, cuyos mandatos eran obedecidos fielmente y eran, puede decirse, los guías de aquellas multitudes que sentían ya la imperiosa e imprescindible necesidad de tener quien los guiara en el tormentoso mar de la vida.
Pasaron los siglos, los hombres se fueron posesionando del vasto territorio de este mundo, las ambiciones levantaron su cabeza de águila, la lucha por la existencia se fue haciendo cada vez más empeñada y más cruel, se despertaron todas las innobles pasiones convirtiendo la Tierra en una verdadera casa de fieras donde vencían los más fuertes, los más sanguinarios, los más crueles, y no bastando ya las predicaciones de los profetas y de los oráculos, fueron viniendo sucesivamente los Enviados, los Mesías, los Elegidos, los seres verdaderamente superiores para encauzar los desbordados ríos de todas las concupiscencias, de todos los atropellos, de todas la crueldades imperantes en una sociedad donde aún no sabía apreciarse el valor de las virtudes, de los altruismos, de los sacrificios; era el caos con todos sus horrores. Pero en medio de aquel desorden, en medio de tan encontradas y diversas pasiones, no faltaba algún "inspirado", algún "iniciado" en el ocultismo del más allá, que reuniese en torno suyo a varios hombres de humilde condición; Íes hablaban de un mundo mejor donde las almas renacían de nuevo y desde su nueva morada protegían a sus deudos para que éstos, a su vez, practicando todas las virtudes, fueran merecedores de llegar a la "tierra de promisión" a gozar lo que no habían gozado en este destierro.
Las guerras ensangrentaron la superficie de la Tierra, las ciudades más florecientes fueron pasto de las llamas; pero en medio de todas las hecatombes siempre resonaron las voces proféticas de los guías de la humanidad.
La sombra de todas las monstruosidades ocultaba los rayos del sol; pero brillaba siempre el "faro de los siglos"; la comunicación de los "muertos" con los "vivos" jamás se vio interrumpida; el Espiritismo ejercía su acción moralizadora en todas las esferas sociales, unas veces envuelto en el mayor misterio, aterrando sus manifestaciones a la masa indocta del pueblo que no podía explicarse lo que ante sí se desarrollaba,
y otras veces se juntaban en apretado haz hombres eminentes, y los sabios se esparcían por la Tierra fundando escuelas filosóficas, llenando el mundo con los resplandores de su ciencia, divulgando secretos ante sus numerosos discípulos, los cuales miraban todos a un punto, a la cumbre de una montaña elevadísima donde brillaba un faro alimentado por una
substancia divina, un faro cuyos luminosos resplandores nunca palidecieron, porque el "faro de los siglos" tiene un torrero inmortal.
¿Cuándo brilló por vez primera? ¿Cuándo su vivísima claridad dominó las tinieblas terrestres? ¿Cuándo los primeros muertos se comunicaron con los vivos?
¡Nadie puede precisar la fecha! No hay números suficientes para formar la suma de los siglos que han transcurrido desde que la raza humana se enseñoreó y se posesionó de la Tierra; pero sí estamos plenamente convencidos de que cuando el sol brilló en Oriente, "el faro de los siglos" ya compartía con él su soberanía, puesto que los hombres siempre han estado sujetos a la ley de transformación.
Se han ido sucediendo las civilizaciones; lo que ayer era misterioso e inadmisible, hoy se acepta como la manifestación más sencilla y más natural de la eterna vida del espíritu.
Hoy estamos al habla, como dicen los marinos, con nuestra gran familia del espacio; hoy los sabios se confiesan vencidos y dicen, a pesar suyo, que el Espiritismo es una gran verdad.
¿Se puede negar que brilla el sol? No. Pues de la misma manera no puede negarse que los muertos hablan con los vivos.
"El faro de los siglos" brilla en la cumbre más alta de las montañas del infinito. Su luz eterna no morirá jamás, y cuando llegue el momento en que la Tierra, cumpliendo las eternas leyes, quede reducida a un montón de ruinas, sobre sus piedras heladas irradiará aún la luz del faro eterno guardando las cenizas de las humanidades que un día vivieron
protegidas por "el faro de los siglos", faro eterno cuya luz jamás se extinguirá, porque el torrero que se cuida de ella ¡es Dios mismo!
Sí, ¡el Espiritismo es el faro de los siglos! ¡Bendita sea su inextinguible luz! ¡Benditas sean las comunicaciones de los muertos, pues ellas son la VIDA de los vivos!
AMALIA DOMINGO SOLER
¡El faro de los siglos!
Desde que los primeros pobladores de la Tierra se refugiaron en las profundidades de los bosques vírgenes y en las lóbregas cavernas escondidas en los senos de las montañas; desde que la raza humana, cumpliendo la divina ley de la reproducción, fue formando numerosas familias y los niños alegraron los bosques con sus gritos y los gérmenes de
la vida universal fueron llenando los campos y se formaron los aduares, las tribus y los hombres comenzaron a disputarse los primeros frutos y a trazar las primeras líneas divisorias de las futuras ciudades, desde aquellos tiempos remotísimos, comenzaron a comunicarse los muertos con los vivos. ¿De qué modo?, ¿de qué manera?, ¡quién sabe! Pero es lo cierto que hubo profetas, adivinos, augures, magos, sibilas, seres superiores a la generalidad de los hombres, cuyos mandatos eran obedecidos fielmente y eran, puede decirse, los guías de aquellas multitudes que sentían ya la imperiosa e imprescindible necesidad de tener quien los guiara en el tormentoso mar de la vida.
Pasaron los siglos, los hombres se fueron posesionando del vasto territorio de este mundo, las ambiciones levantaron su cabeza de águila, la lucha por la existencia se fue haciendo cada vez más empeñada y más cruel, se despertaron todas las innobles pasiones convirtiendo la Tierra en una verdadera casa de fieras donde vencían los más fuertes, los más sanguinarios, los más crueles, y no bastando ya las predicaciones de los profetas y de los oráculos, fueron viniendo sucesivamente los Enviados, los Mesías, los Elegidos, los seres verdaderamente superiores para encauzar los desbordados ríos de todas las concupiscencias, de todos los atropellos, de todas la crueldades imperantes en una sociedad donde aún no sabía apreciarse el valor de las virtudes, de los altruismos, de los sacrificios; era el caos con todos sus horrores. Pero en medio de aquel desorden, en medio de tan encontradas y diversas pasiones, no faltaba algún "inspirado", algún "iniciado" en el ocultismo del más allá, que reuniese en torno suyo a varios hombres de humilde condición; Íes hablaban de un mundo mejor donde las almas renacían de nuevo y desde su nueva morada protegían a sus deudos para que éstos, a su vez, practicando todas las virtudes, fueran merecedores de llegar a la "tierra de promisión" a gozar lo que no habían gozado en este destierro.
Las guerras ensangrentaron la superficie de la Tierra, las ciudades más florecientes fueron pasto de las llamas; pero en medio de todas las hecatombes siempre resonaron las voces proféticas de los guías de la humanidad.
La sombra de todas las monstruosidades ocultaba los rayos del sol; pero brillaba siempre el "faro de los siglos"; la comunicación de los "muertos" con los "vivos" jamás se vio interrumpida; el Espiritismo ejercía su acción moralizadora en todas las esferas sociales, unas veces envuelto en el mayor misterio, aterrando sus manifestaciones a la masa indocta del pueblo que no podía explicarse lo que ante sí se desarrollaba,
y otras veces se juntaban en apretado haz hombres eminentes, y los sabios se esparcían por la Tierra fundando escuelas filosóficas, llenando el mundo con los resplandores de su ciencia, divulgando secretos ante sus numerosos discípulos, los cuales miraban todos a un punto, a la cumbre de una montaña elevadísima donde brillaba un faro alimentado por una
substancia divina, un faro cuyos luminosos resplandores nunca palidecieron, porque el "faro de los siglos" tiene un torrero inmortal.
¿Cuándo brilló por vez primera? ¿Cuándo su vivísima claridad dominó las tinieblas terrestres? ¿Cuándo los primeros muertos se comunicaron con los vivos?
¡Nadie puede precisar la fecha! No hay números suficientes para formar la suma de los siglos que han transcurrido desde que la raza humana se enseñoreó y se posesionó de la Tierra; pero sí estamos plenamente convencidos de que cuando el sol brilló en Oriente, "el faro de los siglos" ya compartía con él su soberanía, puesto que los hombres siempre han estado sujetos a la ley de transformación.
Se han ido sucediendo las civilizaciones; lo que ayer era misterioso e inadmisible, hoy se acepta como la manifestación más sencilla y más natural de la eterna vida del espíritu.
Hoy estamos al habla, como dicen los marinos, con nuestra gran familia del espacio; hoy los sabios se confiesan vencidos y dicen, a pesar suyo, que el Espiritismo es una gran verdad.
¿Se puede negar que brilla el sol? No. Pues de la misma manera no puede negarse que los muertos hablan con los vivos.
"El faro de los siglos" brilla en la cumbre más alta de las montañas del infinito. Su luz eterna no morirá jamás, y cuando llegue el momento en que la Tierra, cumpliendo las eternas leyes, quede reducida a un montón de ruinas, sobre sus piedras heladas irradiará aún la luz del faro eterno guardando las cenizas de las humanidades que un día vivieron
protegidas por "el faro de los siglos", faro eterno cuya luz jamás se extinguirá, porque el torrero que se cuida de ella ¡es Dios mismo!
Sí, ¡el Espiritismo es el faro de los siglos! ¡Bendita sea su inextinguible luz! ¡Benditas sean las comunicaciones de los muertos, pues ellas son la VIDA de los vivos!
AMALIA DOMINGO SOLER
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LA FACETA PÚBLICA DEL
PROFESOR RIVAIL
Dante López
Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)
Conocemos varias características de Allan Kardec como Fundador de la Doctrina Espírita: Sabemos que era meticuloso en sus análisis, preciso en sus observaciones, honesto y serio en su trabajo, dedicado hasta el cansancio para lograr sus objetivos.
En este pequeño artículo quiero hacer foco en el trayecto que llevó al Profesor Rivail hasta allí, porque más allá de sus capacidades personales, que seguramente encontraron cobijo en su familia, se comenzaron a desarrollar en el Instituto de Pestalozzi en Iverdon, Suiza.
Johan Heinrich Pestalozzi, que en su juventud estudió Teología para iniciarse en el
sacerdocio, lo abandonó prontamente, y luego conquistado por la teoría de Jean Jacques
Rousseau acerca de la necesidad de adecuar la educación de los niños a las nuevas tendencias.
Planteaba Rousseau que la civilización estaba yendo en contra de lo natural, y que era
necesario crear nuevos modelos educativos a partir de la observación y comprensión de la
naturaleza. Este hallazgo conmovió y motivó profundamente a Pestalozzi, impulsándolo a
trabajar en nuevos métodos de formación para los niños a través de la educación.
Hay que destacar que Rousseau fue uno de los primeros de dejar de considerar al niño
“un adulto en miniatura”, por lo que no era tratado con la ternura y comprensión necesarias
para su edad. El gran pensador francés logró captar la necesidad de virar esa forma y
comenzar a ver la necesidad de contención, afecto y acompañamiento que necesita el ser humano en sus primeros pasos.
El entorno que encuentra el niño Hippolyte, cuando a los 10 años, en 1814 ingresa al
Instituto de Pestalozzi, es absolutamente diferente a lo conocido hasta el momento para un
Establecimiento Educativo.
Allí se educan niños de distintas nacionalidades y religiones, en un ambiente de trabajo agradable, a la vez dulce y severo, donde las tareas se realizan al aire libre tanto como en las aulas, y la convivencia entre maestros y alumnos es armoniosa y disciplinada.
En cuatro años un adelantado Hippolyte ayuda a sus compañeros más atrasados, y
muchas veces asume el reemplazo de su maestro con motivo de los viajes que Pestalozzi hace para crear nuevos Institutos.
Las capacidades del discípulo sumadas a los avanzados métodos de educación marcan
profundamente el futuro inmediato de Rivail, transformándolo en un pedagogo convencido de la necesidad de darle un nuevo aire a los entonces vetustos métodos de educación basados en la memorización y la disciplina férrea de los sacerdotes y los militares, que eran hasta entonces los principales responsables de la educación.
Aunque formado en un Instituto privado de educación, Rivail comprende rápidamente
la necesidad de ampliar los alcances de la Educación Pública, una verdadera revolución en ese momento en que había un gran porcentaje de la población analfabeta.
Lucha desde sus 20 años para impulsar nuevos métodos de enseñanza y la ampliación
de la cantidad de educandos, transformándose en un hombre público que defiende sus
postulados a través de trabajos bien documentados como su “Plan propuesto para el
mejoramiento de la Educación Pública” defendido en las Cámaras de Representantes hacia el año 1828, con apenas 24 años.
Defiende ardorosamente la idea de formar maestros y profesores de dedicación exclusiva, comparándolo con la formación que reciben otros profesionales, como los médicos.
Este trabajo contribuye a jerarquizar la Educación Pública en un país como Francia,
que ya era espejo de otras culturas, y que sirvieron como base para el desarrollo de la
educación de muchos países.
Rescatar esta faceta del Profesor Rivail a 150 años de su desencarnación me pareció de
especial importancia, porque la entrega y meticulosidad con que trabajó desde su juventud lo prepararon para su trabajo cumbre: la conformación de la Doctrina Espírita, que, aunque no lo admita por modestia, tuvo en él a un actor fundamental para conservar las características de una verdadera “Ciencia de Observación”.
Solo un observador atento y dedicado, honesto y serio en su trabajo pudo haber extraído de aquellas primeras comunicaciones una verdadera Filosofía de vida, a partir del simple razonamiento de buscar un origen inteligente a una respuesta inteligente.
La educación pública de calidad sigue siendo un anhelo de los países latinoamericanos, conseguirla ser una importante vía de desarrollo humano y socio-económico.
El Profesor Rivail dedicó más de 30 años de su vida a ello. Un verdadero visionario
también en este aspecto, poco resaltado, aunque extremadamente valioso, que merece nuestro reconocimiento como continuadores de su legado.
Fuente: “Vida y Obra de Allan Kardec” de André Moreil
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¿CUÁL ES EL MED IUM QUE PODRÍAMOS
LLAMAR PERFECTO?
¡Perfecto ! ¡Ah! vosotros sabéis que la perfección no está sobre la tierra; de otro modo no estaríais en ella; di, pues, medium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros. El medium perfecto seria aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran (atrevido ) jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no simpatizando sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces....
Los buenos Espíritus lo permiten algunas veces con los mejores mediums para ejercitar su juicio y enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea un medium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que recibe de vez en cuando son advertencias para que no se crea infalible y no se enorgullezca, porque el medium que obtiene las cosas más notables no puede envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento...
El Libro de los Mediums
ALLAN KARDEC
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