jueves, 4 de agosto de 2016

La psicología del perdón


                                                           

                   PASIONES HUMANAS.
                     Odio y perdón

      Análisis psicológico y espiritual de este par de opuestos.
                           Leyes universales
Diversos son los grados de manifestación del odio, esa pasión dañina en alto grado, que sólo anida en las almas pobres y ruines, al dar cabida en sí a esa pasión destructiva, por ignorancia de las consecuencias dañinas que habrá de ocasionarle. Porque el odio comienza por perturbar la tranquilidad de quien lo siente, por su acción perturbadora sobre las facultades del alma, cuyas vibraciones desequilibrantes afectan la mente y perjudican la salud, por la incidencia de esa vibración enconosa en los sistemas nerviosos y glandulares. 
Y, además de dañar la salud de quien da cabida en sí al odio, le convierte en una persona amargada que, en sus relaciones de trabajo, negocios, etc., desbarata oportunidades de progreso por la actitud negativa del afectado y los errores que induce a cometer.

Conocéis ya la ley de las vibraciones. Por consiguiente, sois conscientes ya de que los pensamientos y sentimientos son vibraciones que contienen en sí una fuerza benéfica o maléfica, constructiva o destructiva, según su naturaleza. Y siendo el odio un sentimientocargado de deseos de mal, es destructivo por su propia naturaleza enconosa. Por ello, cada sentimiento de odio es una vibración-fuerza, dañina en alto grado hacia quien se dirija, pero que actúa también contra el mismo que la emite. Y cuanto más odie una persona, más y más se envuelve en esas vibraciones intensamente negativas, desequilibrantes, que le atormentarán. Si pudiéseis apreciar el aura de una persona vibrando en odio,os asombraría al verla envuelta en un halo negro, en forma de torbellino.
Y quien odia, no tiene paz en su mente ni en su alma, ya que ese sentimiento ponzoñoso produce una desarmonía psíquica mortificante, convirtiendo la vida del afectado en un tormento. Todas esas extrañas misantropías y neurastenias que a veces apreciamos en nuestras relaciones humanas, tienen por causa alguno o varios de esos estados pasionales de odios, rencores, malquerencias, etc., cuyo origen puede ser el egoísmo, envidia,celos, etc. que son sentimientos frecuentes en las almas mezquinas y ruines.

Y cuanto más una persona odie a otra, más se une a ella psíquicamente.
Y, ¡paradoja! cuanto más lejos la desee, cuanto más en ella piense,más la acerca (vibratoriamente); porque, la persona que odia atrae mentalmente hacia sí a la persona odiada, con la fuerza de su pensamiento, y su imagen no le deja vivir en paz, le sigue y le persigue como una sombra, porque ella misma la mantiene en su mente. Y aquí está el tormento.
¿Hasta cuándo? Hasta que deje de odiarla.

Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción, por afinidad, del pensamiento os diga: vaya una ley rara. Pero, si se considera que esa ley de vibración y atracción no ha sido creada para ser vehículo de odio, sino de amor, para unir las almas que se aman y contribuir a su felicidad; comprenderá mejor.
Cuando el sublime Maestro Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos”,no estaba enseñando tan solo moral, sino que también una psicoterapia para librarnos de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento.
Cuando una persona exclama: “Yo no le perdonaré lo que me hizo”;esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma; y a más de que está fortaleciendo esa unión vibratoria con la persona odiada, quien al recibir el impacto de esas vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con una andanada de odio, rencor o desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente. ¿No os parece absurda esa actitud? Sin embargo, así acontece con harta frecuencia.
. Grupo Villena.

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Observe y verificará que usted mismo atrajo hacia su campo de influencia todo lo que usted posee y todo aquello que hace parte de su cotidiano.

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    TREINTA Y DOS AÑOS 

Hace algunos días que muchos periódicos publicaron sueltos referentes a un ataque de catalepsia, ataque prolongado que ha durado treinta y dos años, el sueño de la infeliz mujer que ha sufrido durante tanto tiempo un tormento, pues, según confesión de algunos desgraciados que han sido víctimas de tan horrible enfermedad, oyen perfectamente cuando se habla en su derredor y se enteran de todo cuanto dicen sus deudos y amigos, y algunos han sentido cuando los colocaban en el ataúd y se disponían a realizar el entierro del supuesto cadáver, hasta que con un esfuerzo sobrehumano han roto sus cadenas de inmovilidad. El suelto en cuestión decía así: 
ATAQUE DE CATALEPSIA: CASO EXTRAORDINARIO 
Los periódicos de Burgos dan cuenta del siguiente hecho: 
Hace más de treinta y dos años, la vecina de Villavicencio, Benita de la Fuente, sufría un ataque de catalepsia. 
La enferma se hallaba postrada en cama, inmóvil y sin conocimiento, desde 1874, sin que durante mucho tiempo haya hablado una palabra, limitándose a exhalar de vez en cuando algún quejido inarticulado; su única alimentación ha sido agua, y alguna vez ha tomado pequeñísimas cantidades de caldo y leche. Multitud de médicos, algunos de gran reputación, la han visitado en diversas ocasiones, no pudiendo explicar científicamente tan extraordinario caso.
Pues bien: el viernes último la enferma abrió los ojos, y recobrando súbitamente el habla expresó sus deseos de abandonar el lecho. 
El domingo siguiente, la familia la levantó y desde entonces va recobrando rápidamente la salud perdida, siendo de esperar que muy en breve recupere la normalidad de sus funciones fisiológicas, aunque todavía no se le ha dado alimentación por el temor de que su estómago no pueda soportarlo. 
Benita de la Fuente conoce ya a todas las personas de su familia, pero lo extraordinario del caso es que no recuerda nada de lo que le ha ocurrido y se niega tenazmente a creer que haya estado dormida y sin comer más de treinta y un años. 
Tiene actualmente sesenta y dos años. 
Una hermana de la enferma, a quien todos tienen por persona seria y fidedigna, ha comunicado esas noticias, las cuales constituyen un caso extraordinario, digno de ser estudiado por las eminencias médicas. 
* * * 
Yo creo que este caso, verdaderamente extraordinario, no sólo deben estudiarlo los médicos, y han opinado lo mismo que yo muchos espiritistas que me han escrito suplicándome que pregunte al guía de mis trabajos el porqué de tan horrible condena, porque vivir treinta y dos años sin movimiento, sin hablar, sin tomar parte en la lucha de la vida, debe tener una causa poderosísima; debe haber cometido el Espíritu así castigado uno de esos crímenes sin precedentes, unos de esos delitos que si no fuera porque dicen que nunca pagamos todo lo que debemos, la condena duraría millones de siglos, todas las agonías que hemos hecho sufrir a una o varias de nuestras víctimas, y si sólo nos aplican el mínimo de la pena merecida, treinta y dos años de martirio, ¿cuántos crímenes representan? 
* * * 
"No tanto como tú crees (me dice un Espíritu); que por regla general, los que os creéis mejor inspirados estáis tan lejos de la verdadera causa que produce tan malos efectos, como lo está la luz de la sombra, el fuego de la nieve, el amor del odio, la virtud del vicio, el egoísmo de la abnegación. No juzguéis nunca por las apariencias, que de cien veces que pronunciéis juicio condenatorio, noventa y nueve estaréis dominados por el error y seréis injustos convirtiéndose en jueces, cuando por vuestros defectos no debéis juzgar, sino ser juzgados. 
"En el caso de catalepsia que tanto os ha llamado la atención, y al que la ciencia médica no encuentra explicación satisfactoria, hay efectivamente mucho que estudiar y mucho que aprender para reconocer a la enérgica voluntad de un Espíritu, la que ha sometido a su cuerpo a una prueba tan dolorosa. Los que niegan la existencia del alma, porque no la encuentran cuando amputan un brazo o una pierna o extraen un feto, o abren la cabeza para extirpar un tumor (como la ciencia no les puede decir la historia del Espíritu que anima a aquel organismo) se tienen que cruzar los brazos y enmudecer ante hechos cuya causa no comprenden, y vosotros, los espiritistas, los que sabéis que el presente está íntimamente enlazado con el ayer, y que el Espíritu es un agricultor eterno que siembra hoy para recoger mañana, al ver que algunos agricultores recogen tan mala cosecha, decís con espanto: ¿qué habrá hecho este desgraciado para merecer tan cruel castigo? ¿Qué papel habrá representado en la historia universal? ¿Habrá empleado su ciencia para ser un verdugo de la humanidad? ¿Habrá sido un conquistador insaciable?...Y vais acumulando pregunta sobre pregunta, y mientras más preguntáis más lejos estáis de la verdad, como os sucede ahora con esa pobre mujer cataléptica, que amontonáis sobre ella crímenes espantosos, y en realidad no es así; es un Espíritu desequilibrado, que ha amado mucho, pero con ese amor terrenal, egoísta, absorbente, dominante, avasallador, que prefiere la muerte del ser amado antes que verle dichoso en brazos de otro ser. 
"Esa mujer, que hoy pertenece a una clase humilde, y que a no ser por su enfermedad hubiera pasado completamente desapercibida en la Tierra, en otro tiempo su sitial era un trono, y aunque su reino era pequeño, ello lo hizo grande por la severidad de sus leyes, y por ser ella el juez que dictaminaba las sentencias. Parecía insensible a los encantos del amor; casado por razón de estado, sin sucesión, era una mujer de hielo, intolerante para las faltas cometidas por amor; su corte parecía más bien una comunidad de monjas y de frailes sin votos; tal era la rigidez de las costumbres y la fiel observancia de los deberes en todos los sentidos. Así vivía Ermesinda, sin gozar, y sin dejar que los demás gozaran, hasta un día que le presentaron a un joven militar (casi un niño) muy recomendado por uno de sus parientes más cercanos, que lo ponía bajo su real protección, de la que se esperaba que se haría digno, siquiera por honrar su ilustre apellido. Ermesinda al verle sintió lo que nunca había sentido, hasta el punto que se dejó caer en un sillón porque perdió el conocimiento y el joven Ezequiel se turbó extraordinariamente al ver el mal efecto que su presencia había causado a su soberana, y se retiró temeroso de un algo desconocido. 
"Ermesinda desde aquel día sintió una inquietud y una ansiedad inexplicable, si bien ella pronto se hizo cargo que su corazón se había despertado demasiado tarde, comprendió que amaba a Ezequiel con toda su alma, y trató de hacérselo comprender a él; pero Ezequiel era tan niño, y le habían educado de tal modo, que para él Ermesinda no era una mujer de carne y hueso, era una santa a la que había de venerar de rodillas, pero a gran distancia, para que el hálito humano no manchara su pureza. Así es que mientras ella acortaba el camino para encontrarse más pronto con él, él se alejaba de ella dominado por el temor de ofenderla, y como cuando uno no quiere, dos no se encuentran, Ezequiel se fue alejando de Ermesinda, y ésta se convenció que el joven huía de ella; sintió entonces celos, ¿de quién?, de todas las mujeres de la corte; no tuvo valor bastante para decirle: ven que yo te amo; la austeridad de sus principios se lo impidió; orgullosa por su linaje y por sus virtudes, no quiso descender de su alto pedestal para caer en los brazos de un niño, que no sentía por ella la menor 
atracción, que antes al contrario le inspiraba un temor inexplicable. Ermesinda logró dominar sus sentimientos, se cubrió con su máscara de hielo, venció en la lucha de sus pasiones, pero no consiguió otra cosa que mostrarse fría y severa con Ezequiel, que era el niño mimado de la corte por su gentileza, por su hermosura, por su distinción, por su nobleza, por su valor, y viéndole tan amado y tan colmado de atenciones, sus celos aumentaron de tal modo, que una noche lo hizo prender acusándole de traidor a su patria, de ser un espía pagado por huestes enemigas, y Ezequiel fue encerrado en una torre que parecía un nido de águilas, tan alta era, teniendo por base un promontorio de rocas, donde se estrellaban embravecidas olas, pues parecía que en aquel punto era continua la tempestad, tan fuerte era el oleaje que rugía enfurecido al chocar contra aquella atalaya fabricada cerca de las nubes. 
"Cuando lo tuvo allí encerrado, Ermesinda se tranquilizó, diciéndose a sí misma: no viéndole, no descenderé de mi alto pedestal, no le diré que no puedo vivir sin él, y no sufriré el atroz martirio de verle en brazos de otra mujer; a grandes males, grandes remedios; cometo un crimen acusando a un inocente, pero evito mi deshonra ante el mundo y ante él y dejo de sufrir un dolor que me conduciría a la locura, porque el dolor de los celos es la locura en acción. 
"Durante algunos días se habló de Ezequiel, pero después todos enmudecieron temiendo ser castigados como el joven espía, sobre el cual se acumularon tan horribles acusaciones, que hubo quien aseguró que había vendido muchas plazas fuertes a legiones enemigas. Ermesinda urdió en secreto la tela de tantas patrañas y pronto Ezequiel fue dado al olvido, aunque muchas mujeres lloraron su ausencia lamentando su infausta suerte, pero todo en silencio; nadie tuvo valor para defender al inocente, y Ezequiel estuvo encerrado treinta y dos años sin poder hablar ni con su carcelero, porque no lo veía; el alimento llegaba hasta él por un mecanismo que no dejaba ver a la persona que lo suministraba, y Ezequiel no tenía más consuelo que contemplar el cielo a través de los gruesos barrotes de hierro de una alta claraboya que daba luz a su reducida prisión. Así vivió treinta y dos años, y en ese tiempo el joven hermoso y fuerte se transformó en un viejo achacoso, sus rubios cabellos perdieron su color de oro, se volvieron amarillentos y por último blancos como la nieve, y cuando menos lo esperaba, se abrieron las puertas de su prisión y recobró la libertad, ignorando por qué la había perdido; regresó a su casa y toda su familia había muerto; entonces se enteró de la calumnia que le había deshonrado y pidió ver a la soberana; pidió una audiencia que no le fue concedida, porque Ermesinda ya estaba en la agonía; al comprender que iba a morir, quiso dejar en libertad al hombre que tanto había amado, y murió tranquila porque una dama de toda su confianza le dijo que había visto a Ezequiel que estaba desconocido con su cuerpo doblegado bajo el peso de los años y el dolor. 
"Ezequiel no tardó en seguirla, y al verse los dos en el Espacio se compadecieron mutuamente, y él la perdonó porque ella había pecado por amor. El perdón de Ezequiel le hizo tanto bien a Ermesinda, que pidió ser para él la madre más amorosa, ya que el amor de las madres en la Tierra es el más dispuesto a la abnegación y al sacrificio, pero antes de ser su madre mil y mil veces pidió sufrir el tormento que él sufrió víctima de su amor y de sus celos, y lo quiso sufrir padeciendo la peor de todas las dolencias: el sueño cataléptico. Quiso que su prisión fuera la más horrorosa, la que sin grillos ni cadena la sujetara al potro del tormento, porque los catalépticos oyen cuanto se habla en torno suyo, y ellos asisten a los consejos de familia, miden por lo que oyen el cariño de sus deudos, las miras interesadas de unos y los egoísmos de los otros; para ellos la verdad (que siempre es amarga) se presenta sin velos, y ¡ay de aquellos que viven sin una ilusión! En su prolongada agonía Ermesinda ha tenido el consuelo de tener a Ezequiel a su lado, el que muy a menudo ha murmurado en su oído juramentos de amor, pero no de amor terreno, de amor sobrehumano, y los dos Espíritus enlazados por una de esas afecciones que no se conocen en la Tierra, se unirán más tarde para no separarse jamás; ella dispuesta a ser su madre, su ángel tutelar; él, agradecido, apreciando en lo que vale la vehemencia de la pasión de Ermesinda, está dispuesto a corresponder a ella y a serle fiel eternamente. 
"Ya ves qué porvenir tan hermoso les espera a esos dos Espíritus que han sufrido tanto víctimas del amor, del amor terreno y del amor divino. Ezequiel vivió encarcelado treinta y dos años, siendo la causa de su inmerecido cautiverio el amor y los celos de una mujer, que gozaba pensando que nadie le vería, que nadie recibiría sus caricias ni escucharía sus juramentos amorosos. Lo había arrebatado de la sociedad, era suyo, le pertenecía porque le adoraba, y ahora Ermesinda ha sufrido otra prisión más horrible para hacerse digna por su martirio de adorar a su amado Ezequiel, santificada por el sacrificio. Ayer no podía decir que le amaba; mañana presentará su hijo al mundo entero y dirá: ¡Es mío! ¡Yo le llevé en mi seno! ¡Yo escuché sus primeros vagidos antes de verle! ¡Mis brazos han sido su cuna! ¡Su primera sonrisa ha sido para mí! ¡Sus primeras palabras han sido: ¡Madre mía! ¡Es mi hijo! ¿No es verdad que es muy hermoso?...Y Ermesinda será de esas madres apasionadas que 
seguirá a su hijo a todas partes, hasta el patíbulo si fuera necesario, todo su amor le parecerá poco para hacerle olvidar a Ezequiel el tormento que su loca pasión le causó durante treinta y dos años. 
"Adiós". 
* * * 
¡A cuántas consideraciones se presta la anterior comunicación! 
¡Cuán cierto es que engañan las apariencias! De cien veces, noventa y nueve juzgamos erróneamente. 
¡Cuán equivocados son generalmente nuestros juicios, dado que siempre estamos dispuestos a aumentar la culpa de los otros y a disminuir se es posible la nuestra! 
¡Cuánto peca nuestro pensamiento! Si con la intención basta, como dicen algunos creyentes, por nuestras malas intenciones somos la mayoría de los terrenales merecedores de cadena perpetua; y en verdad que, como la merecemos, la llevamos pendiente de nuestro cuello, al que rodea la argolla de nuestros múltiples defectos y sólo las comunicaciones de los Espíritus conseguirán a su debido tiempo hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez. 
¡Bendito sea el Espiritismo! ¡Benditas sean las comunicaciones de los Espíritus, porque por ellas se redimirán los pueblos!

AMALIA DOMINGO SOLER
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                 PRUEBAS Y FATALIDAD 


PRUEBAS: vicisitudes de la vida corporal por las cuales los Espíritus se depuran, según la manera cómo las soportan. En sentir de la doctrina espiritista, el Espíritu desprendido del cuerpo reconoce su imperfección; elige por si mismo, en uso de su libre albedrío, el género de pruebas que considera más apropiado a su adelanto, y se somete a él en su nueva existencia. Si elige una prueba superior a sus fuerzas sucumbe y retrasa su progreso. 

FATALIDAD (del latín fatalitas, destino, y fatum, hecho): destino inevitable. 

Doctrina que supone que todos los acontecimientos de la vida, y por extensión, todos nuestros actos, están decretados por anticipado y sometidos a una ley, de la que no podemos sustraernos. Hay dos clases de fatalidad: una proveniente de causas externas que reaccionan sobre nosotros, a la que se puede denominar reactiva, externa, fatalidad eventual, y otra que tiene su fuente en nosotros mismos y determina todos nuestros actos, siendo, por ello, fatalidad personal. La fatalidad, en el sentido absoluto de la palabra, hace del hombre una máquina, sin iniciativa ni libre albedrío, y por consecuencia, sin responsabilidad: es la negación de toda moral. 

Según la doctrina espiritista, el Espíritu, al elegir su nueva existencia y el género de prueba a que habrá de someterse, hace un acto de libertad. Los acontecimientos de la vida son la consecuencia de esa elección y están relacionados con la posición social de la existencia. Si el Espíritu debe renacer en una condición servil, el medio en que se hallará regulará los acontecimientos de modo opuesto que si debiera ser rico y poderoso; pero, cualquiera que sea esta condición él conservará su libre albedrío en todos los actos de su voluntad y no estará fatalmente encadenado a hacer tal o cual cosa ni a sufrir tal o cual accidente. Por el género de lucha que ha elegido, tiene la posibilidad de ser arrastrado a determinados actos o de encontrar ciertos obstáculos; 
pero esto no quiere decir que hayan de cumplirse infaliblemente, ni que él no pueda evitarlos y transformarlos por su prudencia y decisión. Para esto le ha dado Dios el juicio. Valgámonos de un ejemplo para la mayor comprensión del concepto. Supongamos a un hombre que para llegar al lugar que se propone, tenga tres caminos para elegir: uno, por la montaña, otro, por la llanura, y el tercero, por el mar. 

En el primero, es lo más probable, que halle chinarros y precipicios; en el segundo, pantanos; y en el tercero, tempestades; pero esto no presupone que haya de ser aplastado por una peña, ni que haya de hundirse en un pantano, ni que haya de naufragar en una ruta más bien que en otra. La misma elección del camino, no es fatal en el sentido absoluto de la palabra. Por instinto, tomará el hombre aquel en que habrá de encontrar la prueba elegida. Si debe luchar contra las olas, no le llevará su inclinación a tomar el camino de la montaña. 
Según el género de pruebas elegido por el Espíritu, está expuesto a ciertas vicisitudes, y por razón de estas vicisitudes, se halla sometido a determinados impulsos, que depende de él refrenar o consentir que se desarrollen. Aquel que comete un crimen, no es porque fatalmente sea llevado a cometerlo: eligió una vida de lucha que pudo excitarle a semejante acto; mas, si cedió a la tentación, culpa fue de su débil voluntad. De lo que se sigue que el libre albedrío existe, para el Espíritu en el estado errante, en la elección de las pruebas a que se somete, y en el estado de encarnado, en los actos de la vida corporal. No hay fatal sino el instante de la muerte, pues hasta el modo de morir, es una consecuencia del género de pruebas elegido. 
Tal es, en resumen, la doctrina de los Espíritus, por lo que respecta a la fatalidad.

Tomado de: 
Manual Práctico de la Manifestaciones Espiritistas 
Allan Kardec 

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                LA PUERTA DE ENTRADA
El procesos de la reencarnación tiene,en la cuna,su puerta de entrada,aureolada por las bendiciones del amor de Dios.
Allí continúan los compromisos y cuidados de un proyecto que tuvo inicio antes de la fecundación y que no se acabará cuando ocurra la muerte del cuerpo.
A través de ese admirable mecanismo,el del renacimiento,la cuna pasa a proporcionar a los que recomienzan en la experiencia carnal elementos tales como:crecimiento intelecto moral,reparación de faltas que le agobian en el orden espiritual,renovación del camino recorrido antes con insensatez,edificación de propósitos superiores en el mundo íntimo,olvido del mal,con el fin de adaptarse al bien,aprendizaje de las leyes de amor que lo fortalecen en lo profundo del ser,aún no consideradas,aproximación de adversarios para ampliar la comunidad fraternal,la conquista de la familia prueba o misión,de acuerdo con los títulos de ennoblecimiento o la deuda que se posean,pruebas de paciencia,de forma de poder comprender la grandeza del tiempo sin límite,desdoblamiento de recursos que yacen dormidos,y que ante las enseñanzas humanas,desatan ramilletes cargados con los tesoros de sabiduría y de luz...
La puerta de entrada es la respuesta de la vida,como misericordia a los náufragos de la vida.
El Espíritu fue creado por amor para la gloria estelar.
El tránsito por las vías del progreso le proporciona la explosión de todos los gérmenes que duermen en él,innatos,y que esperan el momento para la fecundación.
Cabe al hombre inteligente ofrecer desde la cuna sus valiosos esfuerzos,de manera que pueda formar una familia equilibrada y sabia.
La familia representa la célula fundamental del organismo social,que se convierte en la consecuencia natural de ese conglomerado de unidades que se necesitan...
En tal empresa,el amor,el conocimiento de sus finalidades,la responsabilidad y el respeto entre sus miembros,son de vital im portancia para que sean logrados los objetivos para los cuales es formada.
Mucho mas que un lugar para la permuta de hormonas y placeres,de ternura y afectos de los cónyuges, es el reducto santuario escuela para los hijos,que deben constituirse en la meta primera de la unión conyugal.
Cuando el hogar se engrandece con la presencia de los hijos,la familia educada en el bien y esclarecida,programa,por automatismo,la sociedad y el futuro mejor de la humanidad...
Con el fin de que se consigan óptimos resultados,la educación desempeña un papel de principal importancia,para la toma de conciencia de los individuos sobre las razones en las cuales ese encuentran en la tierra y preparándolos para las realizaciones del hogar,de la familia,su pequeño mundo,preparatorio del mundo mayor.
En un pesebre,que supo honrar Jesús encontró la puerta de entrada para conquistar los corazones y cantar las glorias del Padre, al enseñar el inconfundible poema de amor que libera y proporciona felicidad.
De ese modo santifica esa puerta,a fin de que resplandezca,rica de luz,al contagiar con la majestad de su realización,a todos aquellos que por ella pasen en dirección a la vida física.
Ennoblece la cuna hoy,para que antes de la tumba,mañana,el ser humano en camino por la tierra te bendiga.
Por fin,recuerda que,si la cuna es la excelente puerta de entrada para la reencarnación,la tumba es la puerta de salida,para la desencarnación,después de lo cual tu conciencia y la divina justicia te llamarán a rendir cuentas.
( Aportación de Lidia Gómez, de "MOMENTOS DE CORAJE" )
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La psicología del perdón 


Es una invitación al auto-amor, ya que el que se ama no será connivente con quién le hace infeliz. Si nos preguntamos cual es el significado de la vida, cualquier respuesta que se aleje de la inmortalidad será transitoria. Es necesario poner a la trascendencia de nuestras almas y el desarrollo de nuestra naturaleza espiritual como metas prioritarias en nuestras vidas. Algunas veces nos aferramos al deseo de cambiar a las personas, haciendo con que incorporen nuestros ideales, pero antes de iluminar a los demás hay un trabajo urgente y prioritario de auto-iluminación que no pasa por la connivencia con el verdugo, ni tampoco con la salvación del prójimo. Abrir el corazón al perdón es muchas veces permitir que las personas sigan su propio camino y que vivan las consecuencias de su manera de ser. Cuando nos abrimos a este nuevo estado mental, sin resistencia, rencor o rebeldía, pueden suceder cosas nuevas en nuestras vidas. Algunas de ellas inimaginables en un estado mental encerrado en la rabia y en el sentimiento de venganza. 



El mayor beneficiado es siempre el que perdona, ya que está científicamente comprobado que albergar sentimientos de odio, rencor y venganza hace enfermar a las personas, mientras que amar y perdonar producen una serie reacciones bioquímicas que llevan al bien-estar. 



Hay que tener compasión por las personas que todavía se encuentran en la inmadurez psicológica y espiritual, sin que esto implique seguir conviviendo con ellas o intentar cambiarles la forma de ser. El perdón es un auténtico camino hacia la felicidad, que libera y sana al alma.
-( Procede de Lorena Dorante ).
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