lunes, 8 de febrero de 2016

El enfrentamiento con la muerte



    SEAMOS INDULGENTES


Queridos amigos hola buenos días, el ejercicio de la indulgencia  es patrimonio de las almas  ya muy sensiblemente evolucionadas.
La indulgencia  es la expresión de un sentimiento delicadísimo de recta justicia y los Espíritus atrasados no alcanzan a vibrar  al ritmo de ese sentimiento, en ellos aun en embrión.
No pidamos, pues, a esos hermanos,  que se conduzcan como no pueden hacerlo; sin embargo, los que pueden no se esquiven  al ejercicio de un sentimiento tan justo y elevado  y con su ejemplo enseñen a ser indulgentes a aquellos que aun no lo saben, ni lo pueden ser; pues el ejemplo es el agente más poderoso, en el orden moral, para despertar las almas adormecidas tocando el resorte que en ellas existe y que les acciona las fibras sensibles,  en correspondencia con el sentimiento o facultad elevada  que les cumple desenvolver.
Dirijámonos, pues, a los que nos puedan comprender y digámosle que la falta de indulgencia es un pecado enorme, pues contraria el derecho que  el delincuente tiene al perdón y pisotea la justicia divina, que exige de la criatura humana perdón para las ofensas, pague lo malo con lo bueno y sea clemente con el pecador.
La justicia impone la indulgencia. El Maestro, ante la presentación, que le  fue hecha de la mujer  adúltera, dijo a sus seguidores: “Aquel que se encuentre  sin pecado que le tire la primera piedra.”
La cualidad primordial que el ser humano debe procurar  desenvolver exuberantemente es la justicia, y la justicia, que para ser verdadera tiene que inspirarse en la bondad, exige que no se condene  en los otros aquello que  se hizo, hace, o puede llegar a hacer. ¿Cuál es el ser humano, que si aun no peco en determinada materia, puede estar seguro de que no pecará? ¿Puede afirmarlo alguien? Hemos visto ejemplos, entre los hombres, de individuos de cuya honorabilidad  nadie dudo jamás  y que, no obstante, un día cayeron.
La indulgencia implica amor. Quien realmente  ama , no podría ser implacable con su hermano, cebándose en su debilidad  , señalándole la falta, para ahondarlo aun más en el abismo de la objeción. Quien realmente  ama es indulgente . la indulgencia es, por tanto, una deuda de amor, que toda criatura  humana necesita  satisfacer  todas las veces que se, encuentre ante  hermanos  suyos que incurra en delito,  falta o defecto.
Es también una deuda de justicia, porque falta a la  justicia todo aquel que no es indulgente con su hermano.
La piedad es un gran auxiliar  de la indulgencia, es su inspiradora, porque no puede haber indulgencia  si no hay piedad, que también corresponde a los impulsos  de la bondad.
La falta de indulgencia es un pecado muy grande  en el Evangelio encontramos muchos casos  en que eso se halla patentado.  Lo vemos en la parábola  del servidor inclemente,  que, después de haberle sido perdonada su deuda por su Señor, que se apiadó  con sus ruegos; no perdono a un compañero que le debía  mucho menos que la deuda que le fue perdonada. Y por esa falta sabemos que no fue perdonado por el Señor.
Jesús nos recomendó el perdón, lo impuso como condición  a los Espíritus atrasados, como un medio de avanzar  en el camino de la perfección. Sin embargo, consideradas las cosas  de una gran altura moral, el derecho de perdonar es transitorio, mientras, que en ciertos estados de conciencia de la criatura, el carece de aplicación.
Al alma ya muy elevada repugna la prerrogativa  del perdón y no la ejerce,  porque el huso de esa prerrogativa implica la hipótesis  de que en un momento hubo  en que no sintió por su hermano aquel amor puro y santo, que se traduce en tierna indulgencia.
La mayor parte de las criaturas humanas aun no están en condiciones de prescindir del uso del perdón, por no haber transcendido al plano en el que el se torna indispensable, plano en el que perdonar  se muestra para el espíritu un acto difícil de ser practicado. Aquellos, entretanto a quien por haber llegado a cierta altura de la evolución, el perdonar  nada cuesta, si dieran un paso más, dejaran tener que perdonar, porque  se tornaron incapaces de sentirse ofendidos.
La indulgencia por tanto, no consiste  en cerrar los ojos ante las faltas del prójimo, para no verlas; más si,  en reconocer esas faltas, para colocar sobre ellas  un sudario de piedad, impregnado  de amor. Aquel que procede así no incurre en el error  de hacer creer  al hermano que lo que dijo quedo ignorado; al contrario, notará esa falta  con el máximo de indulgencia  e instruirá al delincuente, para que se corrija  y no torne a delinquir. Ya dijimos que la indulgencia es hija de la bondad y la bondad exige en todas las  ocasiones  que la criatura haga  bien a su semejante. Ahora, con una indulgencia  que transpire indiferencia,  no se consigue realizar el  bien que el amor  y la bondad imponen.
Es preciso discernir, con criterio seguro, en estas materias morales de tan alta transcendencia, para hacerse la debida aplicación de las nobles virtudes.
Merchita  
Extraído del libro “Grandes y pequeños problemas” de Ángel Aguaró

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                                     OTRO CASO DE PROBABLE  REENCARNACIÓN

                 "RECONOCE EN SU NUEVO AMOR A UN HIJO DE UNA VIDA ANTERIOR"

 Un ejemplo de esto pareciera ser el caso registrado por el psiquiatra Brian Weiss en su libro Messages from the Masters: Tapping into the Power of Love(Mensajes de los Sabios: aprovechando elpoder del amor) en el cual cuenta la historia de cómo su paciente Diane se había enamorado y casado en esta vida, con quien casi dos siglos antes había sido su hijo.
Según lo narrado por Weiss, Diane era jefa de enfermera de la sala de emergencias de un hospital, y comenzó a acudir a sus consultas para tratar ciertos asuntos personales que la afligían en ese momento.
Durante una de sus sesiones, Diane tuvo un episodio de regresión espontánea, que la llevó a recordar una vida pasada.
 En su experiencia, la mujer se vio a sí misma como una joven colona, habitante de América del norte, en los primeros años del conflicto entre conquistadores y nativos indígenas de esa región.
Recordó que durante un ataque de los indios, tuvo que esconderse en una alacena con su hijo, el cual tenía –según lo descrito por ella- una marca de nacimiento en la espalda, cuya forma era de media luna.
En ese momento, Diane pudo ver cómo ella, para que los hombres no los escucharan, le había tapado la boca al niño, y sin darse cuenta lo había ahogado.
 Weiss cuenta que meses después de que a Diane le fuese revelada esa vida durante la sesión, ésta conoció en la sala de urgencias donde trabajaba a un hombre por el que se sintió muy atraída.
La atracción fue mutua, y el paciente también se interesó por Diane.Había sido ingresado a Emergencias por un ataque de asma, la cual había sufrido desde siempre; condición que según Brian Weiss tiende a ser común en los pacientes que han sufrido una muerte por asfixia en alguna vida pasada.
Diane quedó sorprendida cuando en medio de la revisión vio en la
espalda del hombre una marca igual a la que había visto en su regresión.Diane y el hombre se enamoraron y se casaron, según Weiss habían vuelto a encontrarse de nuevo, para vivir otra vez el amor.
 
Articulo Extraído por Mercy Ingaro de
Soy Espiritual.
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EL ENFRENTAMIENTO CON LA MUERTE
CLAUDIA M. MAGLIO-ESTEBAN

El temor a la muerte desaparece cuando es comprobado científicamente por el Espiritismo que, sin lugar a dudas, existe la sobrevivencia del individuo después de la muerte física. Así la humanidad desechará los prejuicios ancestrales y admitirá los errores de concepto arrastrados durante siglos bajo la forma de dogmas y verdades establecidas e inamovibles. La vejez es la antesala del cambio de estado y como tal significa una preparación para afrontar tal circunstancia. Esta etapa se convierte en una oportunidad con nuevos intereses, se disfruta del enriquecimiento logrado por las experiencias vividas, se puede ofrecer el servicio y el consuelo a otros, para así colaborar en el desarrollo y progreso ajeno, a la par que se comienza una preparación basada en el estudio y la meditación, conducente a la reflexión sincera de las propias imperfecciones.
Se alcanza la serenidad por medio de la comprensión de la realidad de la vida, el logro de una experiencia espiritual superior, y la esperanza alentadora de nuevas oportunidades. Esa inteligencia íntima otorga relajación y quietud en la proximidad de la muerte, no se conoce el miedo y se tiene la convicción de la tarea cumplida, y la expectativa de una nueva experiencia.
La vida es una cuestión individual y cada uno tiene su propio destino edificado con su trabajo personal, de acuerdo a la forma en que se reacciona frente a las experiencias vividas. La vida y la muerte son experiencias individuales, porque las percepciones en cada una de ellas dependen del patrón de conciencia de cada ser, en cada una de esas etapas.
Cuando un ser ha vivido una experiencia completa y fructífera, y se encuentra en la última etapa, cuando el organismo físico sufre el deterioro normal, consecuencia del patrón genético individual y de las vicisitudes propias de la materia orgánica, no es caritativo retenerlo en contra de su voluntad, como frecuentemente hacen sus seres queridos. Se puede alegar el sentimiento de amor, pero muchas veces está confundido con el egoísmo, porque no se desea la muerte del ser querido, sólo por no perderlo.
No es raro el espectáculo de hijos que les piden a sus padres que tengan fortaleza para seguir viviendo, cuando sus organismos agotados se desploman y no le prestan utilidad; ni el de padres que ante la pérdida de un hijo no pueden controlar su dolor y fomentan el apego emocional del niño fallecido con sus progenitores, sobre todo con su madre. El sentimiento profundo no tiene fronteras de tiempo ni espacio y algunos se aferran a la idea de su hijo, tal como fue hasta su muerte, permaneciendo en una fijación emocional que enlaza parasitariamente y no permite la libertad de acción de ninguno de los seres involucrados. Distinta sería su reacción si aceptaran la existencia de una realidad espiritual que transciende la muerte física, donde el espíritu que encarnó al niño, continuará su desarrollo.
Es más fácil enfrentarse a la muerte cuando se tiene la convicción de que se ha agotado el tiempo previsto, que se ha logrado el propósito de la vida y que se está listo para el cambio. Partir con tranquilidad es la expresión de dejar todo en orden, tanto lo referente a la dimensión material como a la moral. El apego sano y no parasitario a lo que se abandona, permitirá no sentir dolor por lo que ya no se tiene, y dejará en libertad a los seres que continúan en su experiencia encarnatoria, para ejercer su labor sin interferencias y sin restricciones. Pero, al mismo tiempo, disfrutar de la esperanza del reencuentro con seres amados que se adelantaron en el proceso de cambio, como también con aquellos de quienes se aleja transitoriamente, pero que también cambiarán de estado, cuando terminen su labor como encarnados.
Aquellos que se aferran a su ambiente material, que luchan por no dejar sus adquisiciones ni las personas que compartieron sus experiencias, que desean continuar en sus labores de encarnados, en ocasiones muy valiosas pero ya caducas, que creen que no pueden dejar sus responsabilidades porque no habrá nadie que los supla, encuentran muy difícil la separación. La muerte se convierte para ellos en una injusticia o al menos, en una experiencia inoportuna, y su pensamiento queda anclado en sus deseos e insatisfacciones, mientras su desprendimiento del cuerpo se hace lento, penoso y difícil. 

Mecanismo de la Muerte:
La muerte física no es más que un cambio de estado, y consiste en la destrucción de la forma frágil, que ya no proporciona las condiciones necesarias para el funcionamiento y la evolución de la vida. Las sensaciones que preceden y siguen a la muerte son infinitamente variadas, y dependen sobre todo del carácter, los méritos y la dimensión moral del espíritu que abandona su estado orgánico. La separación es casi siempre lenta, la liberación del alma se opera gradualmente y comienza a veces, mucho tiempo antes de la muerte, aunque no es completa sino cuando los últimos lazos energéticos espirituales quedan rotos. Es obvio deducir que la impresión experimentada es tanto más penosa y prolongada cuanto más firmes y numerosos sean estos lazos.
La separación es seguida por un período de turbación, más corta para el espíritu equilibrado y adelantado, pero muy prolongada para las almas impregnadas de energías pesadas que la acercan y la anclan en la materia. El espíritu no muere, conserva su individualidad preservada por su envoltura energética modeladora (Periespíritu), y continúa evolucionando en estado desencarnado.
Tiene por delante un futuro de proyectos, todos elaborados para conseguir el progreso; su pensamiento se perfeccionará según su esfuerzo; su Periespíritu se hará cada vez más sutil, necesitando encarnaciones en medios materiales cada vez menos densos; hasta que en un infinito inimaginable, pueda conseguir la perfección suficiente para no necesitar encarnar nuevamente, y continuar entonces su progreso, en estados espirituales y en labores ignorados por nosotros. 

 Tomado del libro "Investigaciones sobre la muerte"
Adaptado por Oswaldo Porras

 
 
          
   
 

 
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                            -Carlos A.Bacelli - 
NO AL PERSONALISMO ESPÍRITA


Siempre que sea posible, di ¡no!, al personalismo espírita, a fin  de que no te transformes en instrumento de distorsión de los propios principios que abrazas, en la reviviscencia del Evangelio.
Valoriza, mas valoriza con sinceridad, el esfuerzo de todo hermano, que se empeñe en la Causa que nos es común.
No desprecies la buena voluntad del más humilde trabajador que, con frecuencia, tal como te acontece, puede estar equivocándose movido por el deseo de ser útil al ideal de propagar la verdad entre los hombres.
Por mayor que sea tu vivencia en el campo de la Doctrina, no te juzgues infalible en las opiniones que emites en torno de este o de aquel postulado de naturaleza doctrinaria.
Huye de considerarte exento de flaquear ante las tentaciones del mal, que no perdonan a nadie, con base en las imperfeccionesmorales que todos traemos de anteriores existencias.
No busques pretextos para esquivarte en las tareas más simples, que supones deban ser desempeñadas por hermanos, que no se encuentren investidos de tus responsabilidades dentro del Movimiento.
Ten cuidado de sólo hablar de lo mucho que ya consideras saber,ocupando la tribuna con elocuencia o escribiendo páginas brillantes,olvidándote del ejemplo que debes dar en testimonio de la Fe en la que pretendes hacerte apóstol.
Recurre, con frecuencia, a la oración, valiéndote de los instantes de recogimiento con que ella te favorece, para una mayor toma de conciencia en cuanto a la necesidad de renovarte íntimamente, sin que nadie tome la iniciativa de hacer un sumario de tus errores.
Ejerce la facultad mediúmnica de la que eres portador, como quien se desdobla en el sentido de valorizar la oportunidad que la Vida le concede de reajustarse ante la Ley, y no como quien se encuentra,en la Tierra, investido de elevada misión que el Mundo Superior le confirió.
Sirve sin reclamar y no esperes otra recompensa diferente del privilegio de continuar sirviendo, en la condición del último entre los últimos siervos del Señor, que, Él, nos invita a ceñirnos con una toalla y lavar los pies de los compañeros que, a nuestro lado, perseveran en la larga jornada.


¡NO, AL PERSONALISMO ESPÍRITA!
- Hermano José - (Anuario Espírita 73)


(Página recibida por el médium Carlos A. Baccelli, en reunión del Lar
Espírita “Pedro y Pablo”, en la mañana del día 08/08/2004, En Uberaba, Minas
Gerais, Brasil)

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