martes, 24 de mayo de 2011

Enfrentando la depresión



Considerada por los especialistas como el mal del siglo 21, la depresión ya atiende a cerca del 15% de la población mundial. La depresión es un estado del alma que tiene como causa diversos factores. Más el principal de ellos, es muchas veces ignorado por los especialistas, está radicado en el interior del Espíritu inmortal.

El Espíritu eterno es heredero de sí mismo. Por la Ley de Causa y Efecto el trae, al nacer, las experiencias acumuladas a lo largo de los milenios.

Lo que generalmente ocurre es que el Espíritu que se reconoce culpable crea, inconscientemente, un mecanismo de auto punición. Sabe que infringió las Leyes Divinas y por eso no se permite ser feliz.

Así, en el interior de la conciencia, lo que Freud llama ID, están esos clichés mentales que muchas veces son los causantes de graves depresiones.

Por esa razón, no siempre es posible revertir ese mal sin una acción profunda y efectiva, en las raíces del problema. Lo que acontece, muchas veces, es que, sin ser percibido la gravedad de la enfermedad, muchos padres fortalecen las bases de la depresión en los primeros años de existencia de los hijos, adoptando un comportamiento inadecuado.

Cuando la educación se basa principalmente en cuestiones materiales, visando una proyección social y la abundancia financiera del ser, generalmente se está creando fuertes bases para que la depresión se instale.

Un ejemplo simple está en el hecho de padres y educadores masificar la idea de que el pesar es quien consigue un lugar de destaque en la sociedad.

Y que vencer en la vida significa tener un cargo importante y sobrado dinero.

Desde pequeña la criatura aprende a hacer cálculos, oye hablar de inversiones financieras, intereses, aprende a comparar sus juguetes con los del amigo, el coche del padre con el coche del vecino, etc.

Es iniciada desde temprano en un mundo de competiciones, de concurrencias, de incentivo a tener en detrimento del ser.

Por todo eso, cuando esa criatura se torna adulta e introducida en una profesión, no está preparada para lidiar con las emociones y flaquezas que trajo consigo de otras eras.

Sabrá muy bien calcular cuánto su colega gana más que el, para no restar una simple ofensa del compañero de trabajo.

Sabrá luchar por la primera posición en la empresa, más no tolerará la mínima frustración de un afecto no correspondido.

Conseguirá trazar metas brillantes para elevar los lucros de la empresa, más no vencerá los abismos que la distancia de los entes queridos.

Creará estrategias eficientes para elevarse en la jerarquía, alcanzando puestos de relevancia, más no compartirá la mínima tarea en equipo.

Cuando no consiga ninguna de esas hazañas que juzga importantes, se frustra y se dice inútil, impotente, inútil.
Y, al final de todo, aparece la depresión. Ese mal que tiene origen en las raíces del ser inmortal y que es la causa de muchas desgracias en los días actuales.

Otro punto fallido es dejar de pasar a las criaturas la idea de Dios como un padre amoroso y justo, además de extremadamente misericordioso.

Si el crece con la certeza de la existencia de Dios y de su amor, sabrá confiar y alimentar la esperanza de días mejores, aun mimo teniendo que enfrentar algunas noches sin estrellas.La criatura que cree en Dios jamás se desespera, aun misma sabiéndose deudora de las leyes que rigen la vida, pues tiene la certeza de que Dios no quiere el castigo ni la muerte de aquel que da un paso en falso.

Sabe que Dios desea, solamente, que acertemos el paso en el compas de Sus soberanas Leyes.

* * *
Si el corazón le dice que usted tropezó antes, y las heridas abiertas en su alma le impiden ser feliz, es momento de parar un instante para reflexionar.

Es el momento de abrir el alma al Creador, reconociendo los actos insanos y rogar Su perdón en forma de oportunidades para rehacer el camino.

Ciertamente oirá la respuesta del padre amoroso decirle con suavidad:

Hijo, cada día que amanece es la renovación de Mi confianza en su redención, en su aprendizaje, en su progreso, como hijo de la luz que es.

Mientras haya días amaneciendo, usted sabrá que la invitación del Creador está repitiéndose en su corazón de hijo bien amado.

Autoria:
Redação do Momento Espírita.



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