sábado, 7 de mayo de 2011

Las incomprensiones



Quien sintoniza con la Mente Divina siempre exterioriza paz e irradia una alegría de vivir poco común.
Cual rayo de sol que besa en pantano con la misma serenidad con que besa el pétalo de una rosa, no se desequilibra en la algarabía, ni se altera en el silencio.
Disfruta de la armonía que absorbe, y ninguna perturbación quiebra sus estructuras porque comprende que el perseguidor está enfermo, y el adversario se encuentra en un nivel inferior de evolución.
En vez de responder en mal que le imponen, ofrece el amor que les falta, en forma de perdón y de fraternidad, que es lo que necesitan.
Nunca hostiliza a nadie, porque superó las herencias del primitivismo y aspira las vibraciones elevadas de las planicies de la felicidad, donde se encuentra psiquicamente.
Se siente estimulado a la evolución y se entrega más aún, por constatar cuán inmensa es la carencia de aquellos que todavía se debaten en medio de las pasiones que los perturban.
El hálito de Dios, que todo lo vitaliza, encuentra en él receptividad y lo penetra, por eso es feliz.
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Ninguna persona logra atravesar la jornada terrestre sin enfrentar los obstáculos necesarios para su proceso de iluminación interior.
Entre muchos, aquellos de naturaleza moral son los más mortificantes, porque desafían las resistencias íntimas y conspiran contra la armonía personal.
Entre ellos se destaca en la relación social, la incomprensión, que crea situaciones lamentables.
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La incomprensión tiene sus raíces en comportamientos interiores que se enmascaran, renovando las formas de agresión y manteniendo la misma acritud.
La envidia es la que los estimula y provoca situaciones insostenibles.
La competencia malsana les da coraje para derribar al aparente adversario.
La malicia favorece el intercambio para su acción mórbida, y esperace sospechas y calumnias.
La incomprensión está en germen en el alma humana que aún se encuentra en proceso de crecimiento.
Herencia de los instintos agresivos, aparece nuevamente con insistencia en las mentes, y procura residir en los corazones.
En razón de la inferioridad de los hombres, la incomprensión fomenta la caída de excelentes construcciones del amor.
Los más abnegados promotores del progreso padecieron la incomprensión de sus contemporáneos.
Abrazados a su ideal, no podían pactar con los frívolos y los malos que los buscaban, en tentativas de amistad, para desviarlos del compromiso.
Los santos sufrieron vejaciones en carne propia y fueron perseguidos por los grupos de los cuales surgieron.
Los misioneros del bien fueron sacrificados y confundidos, porque no se detuvieron ni cedieron en sus ideales.
Los envidiosos los acribillaron con espinas y dolores, gozando al verlos casi sucumbir...
Nadie logrará caminar en paz en medio de la multitud.
Las diferencias ideológicas y morales, vibratorias y culturales no dejarán, por ahora, que la fraternidad colabore y que el amor ampare.
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Perdona a tus perseguidores. Ellos ya son desdichados en razón de lo que cultivan en su interior, y de lo que realmente son.
Prosigue confiado, sin detenerte a examinar las incomprensiones del camino.
Los que apedrean sólo optan por la tarea de agredir.
Sé tú quien avance con comprensión.
Todo el mal que te hagan, no te hará mal. Por el contrario, te promoverá al peldaño superior, si sabes enfrentar la situación.
Tu ejemplo de humildad será para ellos un llamado a la renovación, a la paz.
No te detengas ni te entristezcas ante las incomprensiones.
Nunca agradarás a los exigentes, a los irresponsables, a los ignorantes.
Agrada entonces a tu conciencia de bien, y prosigue con alegría interior por el derrotero que elegiste, sin mirar hacia atrás.

Despierte y Sea Feliz
Juana de Angelis (Espíritu) - Divaldo P. Franco (Médium)

-ASOCIACION  ESPIRITA TERCERA REVELACIÓN-

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