INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Doble naturaleza de Jesús
2.- Reencarnación
3.- Luz nueva
4.- Necesidad de cuidar el pensamiento ante las prácticas espíritas
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DOBLE NATURALEZA DE JESÚS
Pudiera objetarse que en razón de la doble naturaleza de Jesús, sus palabras eran expresión de sus sentimientos como hombre y no como Dios. Sin examinar por qué encadenamiento de circunstancias se llega, mucho más tarde, a la hipótesis de esta doble naturaleza, admitámosla por un instante y veamos si en vez de dilucidar la cuestión, no la embrolla, hasta el punto de hacerla insoluble.
Lo que debía ser humano en Jesús, era su cuerpo, la parte material, y desde este punto de vista, se comprende que haya podido y aun debido sufrir como hombre. Lo que en Él debió ser divino, era el alma, el espíritu, el pensamiento, en una palabra, la parte espiritual del Ser. Si sentía y sufría como hombre, debía pensar y hablar como Dios. ¿ Hablaba como hombre o como Dios ?. He aquí la cuestión importante para la autoridad excepcional de Sus enseñanzas. Si hablaba como hombre, sus palabras son controvertibles, si lo hacía como Dios, eran indiscutibles; preciso es aceptarlas y conformarse con ellas, so pena de deserción y herejía, y el más estudioso será el que más se mantenga en ellas.
¿ Acaso se dirá que bajo la forma humana, Jesús no tenía conciencia de su naturaleza divina?. Pues si así hubiese sido, ni siquiera hubiera pensado como Dios; su naturaleza divina hubiese estado en estado latente, y solo la naturaleza humana hubiera presidido su misión, tanto al respecto de sus actos morales como de los materiales. Es pues imposible, sin debilitar su autoridad, hacer abstracción de su naturaleza divina durante su vida.
Pero, si ha hablado como Dios, ¿ por qué esa incesante protesta contra su naturaleza divina, que en el presente supuesto se podía desconocer. Se hubiese engañado, lo que sería poco divino, o habría engañado al mundo conscientemente, lo que sería menos divino aún. Difícil parece, salir de este dilema.
Si se admite que a veces habló como Dios y otras veces como hombre, la cuestión se complica ante la imposibilidad de distinguir lo procedente del hombre y lo procedente de ´Dios.
En el caso de que hubiese tenido motivos para ocultar su propia naturaleza durante su misión, el medio más sencillo era no hablar de ella, o el de expresarse como lo hizo en otras ocasiones, de un modo vago y parabólico sobre puntos cuyo conocimiento estaba reservado para el porvenir. Pues bien: no es este el caso presente, ya que sus palabras no adolecen de la más mínima ambigüedad.
En fin, si a pesar de todas estas consideraciones, aún pudiera suponerse que durante su vida ignoró su verdadera naturaleza, esta opinión no es admisible después de la resurección, puesto que cuando se apareció a sus discípulos no el el hombre el que hablaba, sino el Espíritu separado de la materia, que debía haber recuperado sus facultades espirituales y la conciencia de su estado normal, de su identificación con la Divinidad. Pues, no obstante todo esto, entonces es cuando dijo: "Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi ´Dios y a vuestro Dios".
Está también indicada la subordinación de Jesús por su calidad de mediador, que implica la existencia de una persona distinta. Él es quien intercede para con el Padre. El es quien se ofrece en sacrificio para redimir los pecados. Pues bien: Si Él es el mismo Dios, o si es igual a Dios en todo, no tiene necesidad de interceder, porque nadie intercede para consigo mismo.
- Allan Kardec- ( Obras Póstumas )
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REENCARNACIÓN.
Si observamos a los niños, ¿ cómo podemos explicar la diversidad de tendencias, gustos, inclinaciones de bondad, delicadeza, inteligencia, etc., en unos; mientras que en otros, una carencia de estas cualidades positivas, y en cambio apreciamos ruindad, brusquedad y dureza, y hasta maldad en otros? Correspondiendo al alma humana las cualidades positivas y negativas del carácter, ¿podemos admitir, por un momento, que Dios —perfección absoluta— pueda crear almas imperfectas y establecer diferencias?
Aquellos que, desconociendo las leyes espirituales, argumentan que ello se debe a la ley de la herencia, tendrían un fundamento más lógico que los que sostienen el concepto de la creación del alma con el nacimiento del cuerpo. Pero, en ese caso, tendrían que rechazar la existencia de una Sabiduría y Justicia Universal, de donde emanan esas fuerzas cósmicas y poderosas que rigen la vida en sus múltiples manifestaciones. Denominémosle Dios o como queráis, pero inmanente de toda creación; ya que, en buena lógica NO ES ADMISIBLE UN DIOS SABIO Y JUSTO CREANDO ALMAS DESIGUALES Y DARLES UNA SOLA VIDA A UNOS Y A OTROS PARA QUE SE SALVEN.
Más aún. Observemos a los individuos que componen nuestro conglomerado social: configuración de su cuerpo, ademanes, sentimientos y actuaciones de cada uno; y podremos apreciar fácilmente la notoria diferencia entre unos y otros. Mientras en unos apreciamos una mente despierta y un temperamento dinámico, en otros vemos al individuo tosco, bruto o abúlico. ¿Podremos culpar a Dios de estas diferencias? No; porque éstas son diversas manifestaciones de los diversos estados evolutivos en la etapa humana.
Dios, esa Fuerza Creadora Universal, el Ser Supremo del Cosmos: AMOR, JUSTICIA Y SABIDURÍA MÁXIMA; que trasciende a toda Su creación a modo de vibraciones o fuerzas PODEROSÍSIMAS que denominamos leyes; nos ha creado a todos iguales. El comienzo de la vida, ha sido igual para todos los seres de la creación, incluyendo el ser humano. Los diferentes aspectos y condiciones intelectuales, dinámicas y morales, son diversos grados en el proceso evolutivo de la «chispa» divina, génesis del Ser espiritual. Y aun las diferentes formas de vida que podemos apreciar, y las no perceptibles a nuestra vista, son diversas manifestaciones o fases de manifestación de la chispa divina (la mónada de algunas filosofías) en las diversas fases de su evolución, antes de alcanzar la etapa humana.
Sólo la pluralidad de existencias puede explicar el origen de la diversidad de caracteres y las desigualdades humanas tan notorias. Fuera de esta ley, nos preguntamos en vano, ¿por qué algunos poseen talento, los sentimientos nobles, las aspiraciones elevadas; mientras que otros carecen de ellos? Si aceptamos la Ley Palingenésica como la ley de la vida, comprenderemos fácilmente que los primeros son seres más viejos, que han vivido más, trabajado más y, por ende, adquirido mayores experiencias y aptitudes; van más adelante en el camino ascensional de su evolución.
Aceptada como verdad la eternidad del Espíritu y que su progreso es indefinido, la buena lógica nos llevará a la clara conclusión de que, los que hoy vivimos en la carne, hemos vivido ya esa misma vida innumerables veces: como amos y como siervos, ya nobles ya plebeyos, como ricos y como pobres, vidas de placeres y vidas de dolores; y seguiremos volviendo en diversas personalidades y ambientes, a fin de obtener las experiencias necesarias hasta alcanzar la sabiduría, que lo encierra todo. Porque, es en la lucha de la vida donde adquirimos experiencias que van grabándose poco a poco en la memoria espiritual, y son las que producen esas sensaciones que denominamos «voz de la conciencia», que trata de impedir cometer nuevos errores.
Sebastián de Arauco
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LUZ NUEVA
El Espiritismo está llamado a esclarecer al mundo, pero necesita de cierto tiempo para progresar. Existió desde la Creación, pero solamente era reconocido por algunas personas, porque, en general, la multitud poco se ocupa en meditar sobre las cuestiones espíritas. Hoy, con el auxilio de esta doctrina pura, habrá una luz nueva.
Dios, que no quiere dejar a la criatura en la ignorancia, permite que los Espíritus más elevados vengan en nuestro auxilio, para contrabalancear al Espíritu de las tinieblas, que tiende a envolver al mundo. El orgullo humano oscurece la razón y la hace cometer muchos errores. Son necesarios Espíritus simples y dóciles, para comunicar en la luz y atenuar todos los males. ¡ Coraje!, ¡Persistid en esta obra que es agradable a Dios, porque ella es útil para su mayor gloria y de ella resultarán grandes bienes para la salvación de las almas.
las almas como al de los cuerpos.
Hay necesidad, pues, -tanto bajo el punto de vista teórico como práctico y teniendo en cuenta el progreso del Espiritismo de desarrollar el sentido moral, de entregarse a las creencias sólidamente establecidas, a los principios superiores; necesidad de no abusar de las evocaciones, de no entrar en comunicación con los Espíritus sino respetando las condiciones de recogimiento y de paz moral.
LEÓN DENIS
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