Hoy presento los siguientes artículos:
- Espiritismo sin fronteras
-¿ Cómo funciona la Ley de Afinidad?
-Libre Albedrío2
- Filosofía del dolor: Causas y superación
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Espiritismo Sin Fronteras
Las voces del infinito vinieron a dar tea a nuestra oscuridad. Con sus voces de fuego, reavivaron la chispa de nuestra eternidad. Como un nuevo Pentecostés, libre de la censura eclesiástica, libre de su intento de dominio, como si sólo fuera cosa de santos o propio del genio maligno. Estas voces amigas, hermanas, queridas, son las de los seres que abandonaron esta vida antes de nosotros. Que nos aguardan.
Ellos hablaron a los corazones, trajeron luz al siglo de la incertidumbre, de la incredulidad, el de la muerte de Dios, la muerte del dios que ya no servía, pues es el fin de la época de sumisión y vana servidumbre. La humanidad ha crecido y se rige por su propio razocinio. Tiene cultura, cosa que no tenía antes. Tiene posibilidad de verificar lo que les dicen, cosa que antes era imposible; el dogma acampaba por todas partes.
Estas voces queridas, libres ya para la comunicación continua, trajeron a la humanidad el clamor de la nueva esperanza. La que tanto había sido sepultada y que sólo unos pocos conocían. Fuera logias, fuera secretismos. ¡A plena luz del día!
Las religiones que violaron su mensaje de amor fraternal, cerniendo muros insondables, se desquebrajaban ante las verdades que ellas en sí contienen. Recordadas por los seres de ultratumba.
Nació el espiritualismo moderno, Espiritismo bautizado por Allan Kardec, el codificador de los mensajes que llegaban por doquier. Y las viejas pasiones reprimidas rompieron los yugos que las mantenían subyugadas. Europa se cernía en múltiples revoluciones y guerras. Pues todo era cambio en el siglo XIX, el siglo de su nacimiento.
Se habló de la religión de los espíritus, craso error, nada nuevo traía el espiritismo, sino desbancar las falsedades añadidas a los credos ya existentes, debidos a la mano humana, interesada en mezclar los intereses políticos con las directrices de sus religiones.
Los espíritus hablaron del fin de la esclavitud, del fin de la pena de muerte, de verdadera igualdad entre hombres y mujeres, de la necesidad de un mundo más justo a través de la educación universal, la cual había de asentarse más en la comprensión y estimulación emocional, que en la adquisición alocada de conocimientos impersonales.
No habló de un credo superior a ninguno, ni de la necesidad de ser religión; filosofía espiritualista puso Kardec en el frontispicio del libro clave: Libro de los Espíritus; y dijo que era ciencia, pues los nuevos tiempos ya eran llegados.
Cualquier persona, sea cual sea su credo o no credo, podía abrazar los postulados base del espiritismo. Pues su voz era clara y contundente, maciza; lejos de la melifluidad de otras doctrinas.
Hoy día hay corrientes que se engañan y tratan de hacer religión al espiritismo. Cuando éste es de todos y todas, no sólo de un credo, sea el que fuera. Jesús es un modelo a seguir según la respuesta 625 del Libro de los Espíritus, pero ello no indica nada más al respecto. Para el espiritismo no es Dios, sino un enviado. Y se nos presenta su doctrina depurada de los intereses mundanos, como una base racional para guiar nuestra conducta. No como la única posible, sino que en ella, tal cual la explicaban los espíritus, se halla la esencia de todas las demás habidas. Pues se va a la pureza de la enseñanza: la pureza del mensaje de Jesús, la del profeta Mahoma, la de las máximas de Confucio, o de la sabiduría de Buda, etc. Sin ser ninguna tal cual las conocemos lo que el espiritismo nos revela.
Siendo todas las religiones respetables, pero con la mira puesta en la existencia clara de un mundo extracorpóreo; que el espiritismo demostraba con fehacientes hechos y datos, dado su carácter científico: en los investigadores serios que no se arredraban ante las inconveniencias de un paradigma científico todavía precario, para poder abarcar toda la riqueza que nos proponían los efectos investigados.
Dados estos hechos, la posibilidad de la comunicación con nuestros seres queridos, éstos se comunicaban según habían sido, pero con su concepción un tanto maravillada ante los nuevos hechos que vivenciaban en el otro plano. Ahí al comunicarse, seguían con sus antiguas creencias, pero con matices diferenciados. Algunos se sentían engañados, por su falso celo en actitudes premiadas por los humanos, pero no acordes con la “justicia divina”; justicia muchas veces de sentido común, que cualquiera lejano del fanatismo sabe aprehender cabalmente. Y muchos sentían liviandad, al ver que era todo mucho más hermoso de lo que pensaban. O sentían pesar si su actitud había sido mezquina para sus allegados.
He aquí la grandeza de esta gran enseñanza espiritual. El Consolador Prometido, en palabras de Jesús. Pero no únicamente para los cristianos, sino para todos, sean cuales fuera su credo. Pues la hermandad más allá de la muerte, la libertad de elección del libre albedrío, la posibilidad de comprender, conocer y estudiar, hacen esta filosofía espiritualista, todo un compendio que aglutina el buen hacer de todo librepensador/a.
Corazones listos para el amor, mentes dispuestas para la comprensión. Ser humano en evolución.
Blog “Claro de Luna” de Myriel en Zona Espírita
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¿ Cómo funciona la Ley de Afinidad ?
La ley de Afinidad, llamada también ley de Sintonía Vibratoria, básicamente funciona haciendo que cada vibración mental o espiritual atraiga otras vibraciones que les son semejantes o afines. Cada sintonía vibratoria atrae vibraciones de sintonía semejante. De este modo esta ley nos agrupa en diferentes niveles evolutivos, con lo que también se hace posible la ley de Jerarquía Espiritual, las cuales confirman la ley de Evolución del espíritu. Así, vemos en lo cotidiano, como las personas tienden naturalmente a agruparse según semejanza de pensamientos, gustos o tendencias; los que se encuentran en polos opuestos, o sea con pensamientos y sentimientos diferentes, naturalmente se repelen.
Mediante esta ley de Afinidad vibratoria, la energía psíquica del Ser espiritual , ya sea en personas de este mundo , como en los espíritus desencarnados existentes en otra dimensión, pero que nos rodean e intercalan con nosotros, manifiestan una fuerza de atracción hacia cualquier otro Ser, siempre que sus vibraciones mentales o anímicas sean semejantes a las suyas, o sea que exista una igualdad de frecuencia o de sintonía entre ambas, porque estas vibraciones o frecuencias actúan a modo semejante de las ondas electromagnéticas que emiten las emisoras de radio con respecto a los receptores que las sintonizan buscando la misma frecuencia de onda.
El funcionamiento de la Ley de Afinidad se podría resumir en que por esta ley espiritual, lo semejante atrae su semejante. Por tanto, si no sintonizamos con esas energías mentales negativas, que pugnan por llegarnos y alterarnos, estaremos libres de su influencia. Es por ello que seguimos teniendo la libertad de escoger nuestro destino de cada día y de cada momento.
A nivel humano vemos que así sucede también entre las personas, grupos y sociedades que se relacionan entre sí cuando algo tienen común o en semejanza, que les atrae o les une, y en caso contrario cuando esa afinidad no existe, sus propias diferencias les alejan y separan .
- Jose Luis Martín-
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“Emplea diariamente el poder de tu pensamiento en propósitos benéficos; debes ser una fuerza a favor de la evolución”
- Krishnamurti-
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LIBRE ALBEDRÍO 2
“Así es como se han producido en vuestro mundo muchos de los hechos que denomináis trágicos, y que fueron protagonizados por figuras preponderantes de la humanidad.
Por su capacidad de acción, por los hechos que realizaron, esos seres humanos representaban la acción de un espíritu más evolucionado que el común de los hombres de su época.
Y la tarea que esos seres debían realizar en la tierra de acuerdo con su propia determinación en el espacio, era de naturaleza positiva; pero, por su voluntad humana, cambiaron su decisión espiritual; transmutando, en consecuencia, su fuerza positiva de acción, en fuerza negativa.
Lógicamente que, en tales casos, el perjuicio real, sólo va
en detrimento de su espíritu, aun cuando esa decisión, ese cambio, haya perjudicado a algunos o a muchos seres humanos. Porque, esos seres humanos perjudicados, fueron en realidad, beneficiados espiritualmente; pues, sin duda alguna, necesitaban esa purificación dolorosa y la han obtenido.
Las leyes lo han permitido, y por tanto ha habido un beneficio para todos los que debieron sufrir el mal originado por una transmutación negativa efectuada por ese ser, que encarnó para una finalidad positiva.
Esto significa que, por muy poderosos que seáis en el mundo, el poder de vuestra voluntad es limitado, el poder de vuestro libre albedrío es limitado; pues, todo lo vuestro, como todo lo que existe, tiene la limitación que imponen las leyes divinas.
No supongáis que vuestra tarea espiritual está supeditada únicamente a vuestra voluntad.
La Ley, que es siempre amor, la deja, aparentemente, supeditada a vuestra voluntad, a fin de que podáis obtener el máximo beneficio espiritual.
Porque, si realizáis vuestra tarea sólo porque os ha sido impuesta, no obtendréis con ella ningún beneficio espiritual.
En cambio, si esa tarea que, aun cuando lo ignoréis como humanos, ha sido pedida por vosotros cuando estabais en el espacio y la realizáis con amor, obtendréis el máximo beneficio para vuestro espíritu”.
Uno de los aspectos maravillosos de esta Ley, es poder escoger y poder planificar, antes de encarnar, la clase de vida humana a realizar, el ambiente, familia, etc., cuando la ley del karma no lo impide. Y la misma Ley, rige para la vida espiritual.
Y en cuanto al lugar de nacimiento, otra parte del mensaje nos dice:
“Para vosotros los humanos el lugar del nacimiento, es decir, el punto de planeta donde se produce la encarnación del Espíritu, establece diferencias que llegan a conformar verdaderas barreras, muchas veces insalvables, debido vuestros conceptos erróneos y a vuestra falta de amor y de conocimiento verdadero.”
En el espacio no existe diferencia alguna entre los hombres que nacieron en oriente y los que nacieron en occidente o en cualquier otro lugar de la Tierra.
La encarnación de los espíritus en diferentes lugares de vuestro mundo y entre los diferentes grupos de la humanidad, responde a las leyes divinas.
Los seres encarnan en determinados lugares y grupos, de acuerdo con la tarea que deben realizar, tarea que a su vez responde a las propias necesidades del Espíritu, sea como pago de deudas contraídas con la Ley, sea como misión fraterna de ayuda espiritual hacia determinados seres o grupos.
Así, un ser que en determinada encarnación fuera enemigo acérrimo de determinado grupo humano, en una próxima encarnación habrá de nacer como integrante de ese mismo grupo, para aprender a amarlo.
La Ley del Amor, es ley esencial en todo el Universo.
Estéis encarnados o en el espacio, el amor será siempre la ley que regirá vuestra vida, y ante la cual deberéis responder por todos vuestros actos, sentimientos y pensamientos.
Tened seguridad de que no podréis jamás odiar ni despreciar impunemente a un ser o a un grupo de seres, ya sea por conceptos religiosos, por conceptos políticos o sociales, o por propia aversión hacia los seres que constituyen determinados grupos de vuestra humanidad.
Quien como humano desprecie a un determinado grupo racial, religioso, social o de cualquier índole; deberá, indefectiblemente, encarnar en ese grupo antes o después, hasta eliminar completamente ese odio o desprecio, y transmutarlo en amor verdadero.
No supongáis que vuestra tarea espiritual está supeditada a vuestra voluntad humana. La Ley que es Amor, os deja libres, a fin de que podáis así obtener el máximo beneficio espiritual.
Porque, si la tarea que habéis pedido cuando estabais en el espacio, aun cuando la ignoráis como humanos, la realizáis con amor, obtendréis para vuestro espíritu el máximo de beneficio’’.
Por todo lo expuesto, puede apreciarse fácilmente que, las leyes espirituales que rigen la vida, son perfectas.
Pues, aun cuando alguien haga mal a otro, en el sentido humano, sin saberlo le está haciendo un bien, en el sentido espiritual transcendente. Y el mal, se lo hace a sí mismo, ya que recibirá el mismo mal que haya hecho o deseado hacer.
Y conociendo nosotros que el Camino del Amor, que es a la vez el camino de las superaciones y renunciamientos a todo lo que impide el progreso del espíritu, es el camino verdadero a recorrer, para una más rápida evolución; determinémonos a avanzar por ese camino, para alcanzar la felicidad plena, que deseamos.
Sebastián de Arauco
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FILOSOFÍA DEL DOLOR: CAUSAS Y SUPERACIÓN
El simbolismo bíblico del pecado original, tomado al pie de la letra por algunas organizaciones religiosas y divulgado como «castigo de Dios», por el cual condena a la humanidad al dolor, no se adapta ya a la mentalidad del hombre moderno; porque es un concepto humano, no un concepto verdadero.
Si admitimos que ALGO organizó esos cuerpos celestes que navegan en el espacio a velocidades supersónicas, tenemos que admitir la grandiosidad de la inteligencia y poder de ese ALGO; llamémosle Dios o como queráis. Y una buena lógica nos lleva a considerar que no ha creado esos mundos con el objeto de poblarlos de criaturas para condenarlas al sufrimiento. Luego, otras deben ser las causas.
Necesario es conocer y considerar, que aún pertenecemos a un mundo de fuerzas primitivas, como es el planeta Tierra, cuyas energías primarias están todavía en continua ebullición. La Naturaleza no ha completado aún todos sus experimentos, ni ha consolidado todas las formas biológicas; pues, la figura humana misma deberá alcanzar una configuración más perfecta en el futuro, a medida que su psiquismo evolucione. Hoy mismo, podemos apreciar ya las diferencias morfológicas existentes en el conglomerado humano.
En la escala sideral de los mundos, nuestro planeta está considerado como un mundo de aprendizaje espiritual primario, pero ya en los comienzos de su transformación.
Al igual que otros de su misma categoría, nuestro mundo es una verdadera escuela de aprendizaje para espíritus nuevos, en la segunda fase de la etapa humana; donde, al lado de otros ya más evolucionados, van dejando lentamente la bestialidad de su fase anterior, puliendo su alma por el dolor y el sufrimiento en la lucha, a la vez que desarrollando sus facultades latentes. Y para que los espíritus más viejos y ya más evolucionados intelectual y volitivamente, pero no moralmente, se reajusten de sus propios equívocos incurridos en pasadas vidas humanas.
El dolor, no es un castigo de Dios, Suprema Sabiduría y Amor infinito, sino consecuencia de los propios errores, tanto individuales como colectivos; porque, la Ley de Consecuencias o de causa y efecto, fuerza poderosa emanada de la Suprema Justicia Cósmica, se cumple inexorablemente. EL SER HUMANO JAMAS SUFRIRÁ, SI EN JUSTICIA NO LE CORRESPONDIERE. NADIE RECIBIRÁ UN MINUTO DE DOLOR, SI NO LO TIENE MERECIDO.
Dios no castiga. Los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una o en otra de las vidas sucesivas que el Espíritu inmortal vive, hasta alcanzar LA PERFECCIÓN: purificación, sabiduría, fortaleza y amor; que le da derecho a la felicidad plena, el Reino Eterno de dicha y amor, que el Padre Universal tiene preparado para todas sus criaturas.
Los males, los dolores las llamadas desgracias ocurridas a los humanos, no son castigos de Dios, como muchos erróneamente suponen, son efectos de causas; son tan sólo consecuencias de sus trasgresiones a las leyes que rigen la Vida, leyes divinas, si no en la vida presente, en una o más vidas anteriores.
Por ello, el sufrimiento eterno es inadmisible, y porque no existe ni puede existir; ya que, siendo Dios el Bien Supremo, AMOR INFINITO, es ilógico pensar que puede ser cruel condenando eternamente al sufrimiento. Todos, absolutamente todos, habremos de volver a El, cuando hayamos alcanzado, la perfección, pero conservando la individualidad.
El sufrimiento es sólo temporal, hasta tanto el alma que sufre haya comprendido la causa y aceptados los efectos, como medio reparador del mal causado. Una vez reparados los efectos causados por las malas acciones, el alma sigue su camino de eterna ascensión con mayores facilidades y luces, debido a las experiencias adquiridas.
Nuestra humanidad, con su acendrado egoísmo, ha venido violando continuamente la Ley Divina del Amor, impregnando el alma con un magnetismo mórbido, consecuencia de las pasiones generadas por el egoísmo y el orgullo, contrariando la voz de la Conciencia (que es la manifestación del Espíritu). O sea, la voz de Dios de que hablan las religiones.
Cuando seamos menos egoístas, desaparecerán la mayoría de los males que afectan a la humanidad. Y cuando los «felices afortunados» de la vida, amen a los infelices tanto como a sí mismos se aman, se acabarán las enfermedades, y sólo por agotamiento de las fuerzas vitales en la vejez, la muerte alcanzará a los humanos.
La salud y la enfermedad son el resultado de la armonía o desarmonía del individuo para con las leyes naturales y espirituales. Las bajas pasiones y la violación a las leyes naturales y morales, van acumulando y formando un «patrimonio» morbo-psíquico, una carga tóxica que altera el equilibrio de la armonía espiritual, co-parte de la armonía cósmica. Y como el Espíritu, chispa divina purísima, no resiste por mucho tiempo esa toxicidad, ese magnetismo deletéreo en su alma (su cuerpo astral), trata de expulsarlo mediante el drenaje en la carne, ante una circunstancia favorable. Dicho de otro modo. Esos cuadros de color, de enfermedades denominadas malignas y aun otras no malignas, son simplemente drenajes del alma enferma, actuando como detersorio; son señales visibles del descenso a la carne del psiquismo enfermizo que llegó a su fase final, al tiempo marcado por la Ley, para su depuración.
Sebastián de Arauco.
Si admitimos que ALGO organizó esos cuerpos celestes que navegan en el espacio a velocidades supersónicas, tenemos que admitir la grandiosidad de la inteligencia y poder de ese ALGO; llamémosle Dios o como queráis. Y una buena lógica nos lleva a considerar que no ha creado esos mundos con el objeto de poblarlos de criaturas para condenarlas al sufrimiento. Luego, otras deben ser las causas.
Necesario es conocer y considerar, que aún pertenecemos a un mundo de fuerzas primitivas, como es el planeta Tierra, cuyas energías primarias están todavía en continua ebullición. La Naturaleza no ha completado aún todos sus experimentos, ni ha consolidado todas las formas biológicas; pues, la figura humana misma deberá alcanzar una configuración más perfecta en el futuro, a medida que su psiquismo evolucione. Hoy mismo, podemos apreciar ya las diferencias morfológicas existentes en el conglomerado humano.
En la escala sideral de los mundos, nuestro planeta está considerado como un mundo de aprendizaje espiritual primario, pero ya en los comienzos de su transformación.
Al igual que otros de su misma categoría, nuestro mundo es una verdadera escuela de aprendizaje para espíritus nuevos, en la segunda fase de la etapa humana; donde, al lado de otros ya más evolucionados, van dejando lentamente la bestialidad de su fase anterior, puliendo su alma por el dolor y el sufrimiento en la lucha, a la vez que desarrollando sus facultades latentes. Y para que los espíritus más viejos y ya más evolucionados intelectual y volitivamente, pero no moralmente, se reajusten de sus propios equívocos incurridos en pasadas vidas humanas.
El dolor, no es un castigo de Dios, Suprema Sabiduría y Amor infinito, sino consecuencia de los propios errores, tanto individuales como colectivos; porque, la Ley de Consecuencias o de causa y efecto, fuerza poderosa emanada de la Suprema Justicia Cósmica, se cumple inexorablemente. EL SER HUMANO JAMAS SUFRIRÁ, SI EN JUSTICIA NO LE CORRESPONDIERE. NADIE RECIBIRÁ UN MINUTO DE DOLOR, SI NO LO TIENE MERECIDO.
Dios no castiga. Los dolores humanos son consecuencia de los errores humanos, cometidos en una o en otra de las vidas sucesivas que el Espíritu inmortal vive, hasta alcanzar LA PERFECCIÓN: purificación, sabiduría, fortaleza y amor; que le da derecho a la felicidad plena, el Reino Eterno de dicha y amor, que el Padre Universal tiene preparado para todas sus criaturas.
Los males, los dolores las llamadas desgracias ocurridas a los humanos, no son castigos de Dios, como muchos erróneamente suponen, son efectos de causas; son tan sólo consecuencias de sus trasgresiones a las leyes que rigen la Vida, leyes divinas, si no en la vida presente, en una o más vidas anteriores.
Por ello, el sufrimiento eterno es inadmisible, y porque no existe ni puede existir; ya que, siendo Dios el Bien Supremo, AMOR INFINITO, es ilógico pensar que puede ser cruel condenando eternamente al sufrimiento. Todos, absolutamente todos, habremos de volver a El, cuando hayamos alcanzado, la perfección, pero conservando la individualidad.
El sufrimiento es sólo temporal, hasta tanto el alma que sufre haya comprendido la causa y aceptados los efectos, como medio reparador del mal causado. Una vez reparados los efectos causados por las malas acciones, el alma sigue su camino de eterna ascensión con mayores facilidades y luces, debido a las experiencias adquiridas.
Nuestra humanidad, con su acendrado egoísmo, ha venido violando continuamente la Ley Divina del Amor, impregnando el alma con un magnetismo mórbido, consecuencia de las pasiones generadas por el egoísmo y el orgullo, contrariando la voz de la Conciencia (que es la manifestación del Espíritu). O sea, la voz de Dios de que hablan las religiones.
Cuando seamos menos egoístas, desaparecerán la mayoría de los males que afectan a la humanidad. Y cuando los «felices afortunados» de la vida, amen a los infelices tanto como a sí mismos se aman, se acabarán las enfermedades, y sólo por agotamiento de las fuerzas vitales en la vejez, la muerte alcanzará a los humanos.
La salud y la enfermedad son el resultado de la armonía o desarmonía del individuo para con las leyes naturales y espirituales. Las bajas pasiones y la violación a las leyes naturales y morales, van acumulando y formando un «patrimonio» morbo-psíquico, una carga tóxica que altera el equilibrio de la armonía espiritual, co-parte de la armonía cósmica. Y como el Espíritu, chispa divina purísima, no resiste por mucho tiempo esa toxicidad, ese magnetismo deletéreo en su alma (su cuerpo astral), trata de expulsarlo mediante el drenaje en la carne, ante una circunstancia favorable. Dicho de otro modo. Esos cuadros de color, de enfermedades denominadas malignas y aun otras no malignas, son simplemente drenajes del alma enferma, actuando como detersorio; son señales visibles del descenso a la carne del psiquismo enfermizo que llegó a su fase final, al tiempo marcado por la Ley, para su depuración.
Sebastián de Arauco.
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