sábado, 22 de julio de 2017

La crisis de la muerte




Hoy abordamos: 

- La crisis de la muerte
-¿ Los niños pueden ver espíritus o es solo fruto de su imaginación?
- ¿Nos pueden visitar familiares que fallecieron?
- El " Más Allá"

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CRISIS DE LA MUERTE

ERNESTO BOZZANO

Lo tomo de la revista Light (1927, pág. 230). El director de esta revista, Sr. David Gow, precedió la narración de este caso de una breve nota, de la cual extraigo los retazos siguientes:
Los extractos que van a leerse, de los mensajes mediúmnicos, fueron sacados de un largo relato que nos envió un ministro anglicano de Nueva Escocia. El Espíritu comunicante fue, parece ser, un conocido personaje americano, que ocupó, estando en la Tierra, un alto cargo municipal. El medium, cuyo nombre se nos dio a conocer, es una distinguida señora, también muy conocida, por lo elevado de su carácter y por la excelencia de sus facultades mediúmnicas.
El Espíritu comenzó así: Deseo comenzar mi relato, del día en que dejé mi cuerpo material en mi habitación de Blankville. Veía cuan grande era el dolor que despedazaba el alma de mis hijos y mucho me afligía el hallarme imposibilitado para dirigirles la palabra.
Súbitamente verifiqué que se operaba un cambio en mí, que yo no comprendía bien. Fui presa de una extraña sensación, que aunque completamente nueva, era un tanto análoga a la que una persona experimenta cuando despierta repentinamente de un sueño profundo.
En el primer instante no comprendía nada, dada la situación en que me encontraba. Poco a poco, sin embargo, fui percibiendo el medio que me rodeaba. Me vi. tendido, tranquilo e inmóvil, en mi lecho, circunstancia que me llenó de espanto, ya que estaba lejos de suponer que había muerto.
 Después de algún tiempo y cada vez más despierto, percibí que mi difunta mujer se hallaba a mi lado, sonriéndome, con una expresión radiante de ventura. Nuestro encuentro se daba después de una larga separación. Fue ella la que me comunicó la aterradora noticia de que estaba muerto y que ya me encontraba también en el medio espiritual.
 Me dijo que, ya desde hacía muchos días, velaba la cabecera de mi lecho, esperando el momento de recibir a mi Espíritu y guiarlo hacia la morada celeste.
Me sentía cada vez más animado por una vitalidad nueva, como si todas mis facultades entrasen en un período de gran actividad, después del prolongado torpor en que me encontraba...
Era la sensación de una beatitud difícil de describir... Me parecía que me había vuelto parte integrante del medio que me rodeaba. Mi mujer me tomó entonces por las manos y, así unidos, nos elevamos a través del techo del cuarto, subiendo hacia lo alto, cada vez más alto, por el espacio afuera. Mientras tanto, aunque ya estuviese alejado del medio terrestre, continuaba teniendo conocimiento de lo que sucedía en mi casa. Veía a mi hija abrumada por el dolor.
Ese estado de alma parecía deslizarse como una nube oscura, entre ella y yo; se insinuaba en mi ser, produciendo en él un penoso sentimiento de torpor.
 Deseo que sepan que las crisis excesivas de dolor, al lado de los lechos mortuorios, constituyen una inmensa barrera que se interpone entre los vivos, que se abandonan a ellas, y el Espíritu del difunto por el que lloran.
Se trata de una barrera real e insalvable, que no nos permite entrar en comunicación con los que se desesperan por nuestra muerte. Más todavía: las exageradas crisis de dolor retienen presos en el medio terrestre a los espíritus desencarnados, retrasándoles la entrada en el mundo espiritual.
De hecho, es cierto, que con la muerte, cesan obligatoriamente todas las relaciones entre los Espíritus desencarnados y el organismo físico de los vivos, pero en compensación los Espíritus de los difuntos se vuelven extremadamente sensibles a las vibraciones de los pensamientos de las personas que les son queridas. Aconsejo, entonces, a los vivos que pierdan alguno de sus parientes –cualquiera que pueda ser la importancia de la perdida y del dolor correspondiente- a que, a toda costa, se muestren fuertes, controlando toda manifestación de tristeza y presentándose con aspecto tranquilo en los funerales.
Comportándose así, determinarán una considerable mejoría en la atmósfera que los rodea, ya que la apariencia de serenidad en los corazones y en los semblantes de las personas que nos son queridas emite vibraciones luminosas que nos atraen como, en la noche, la luz atrae a la mariposa.
Por otro lado, la tristeza da lugar a vibraciones sombrías y perjudiciales para nosotros, vibraciones que toman el aspecto de nubes tenebrosas que envuelven a aquellos que amamos. No dudéis de que somos muy sensibles a las impresiones vibratorias que nos llegan, por efecto del dolor de los que nos son queridos.
Nuestros “cuerpos etéreos” están, efectivamente sintonizados en una escala vibratoria muy alta, que nada tiene de común con la escala vibratoria de los “cuerpos carnales”...
Aquí no se usa la palabra para conversar. Percibimos los pensamientos en los ojos de aquellos que conversan con nosotros. Nuestro interlocutor, a su vez, percibe en nuestros ojos los pensamientos que nos acuden. De este modo percibimos integral y perfectamente el significado de los discursos de los otros, lo que no puede realizarse en la Tierra...
Cuando llegué al medio espiritual, tuve la sensación de estar en mi casa. Parientes, amigos, conocidos vinieron todos a recibirme; todos se alegraban conmigo, por haber, finalmente, llegado a puerto. Era, pues, natural que hiciesen nacer en mí la impresión de estar en mi casa. Para adaptarme al nuevo medio, me fue preciso menos tiempo, del que me sería necesario en la Tierra, para adaptarme a un cambio de residencia...
Aquí todos podemos obtener fácilmente los objetos que deseamos: no tenemos más que pensar en ellos, para que los creemos. En esas condiciones, debe comprenderse que nadie puede desobedecer el mandamiento de Dios: “No desearéis lo que pertenezca a vuestro prójimo.”
Nada aquí se compra con dinero; ninguna cosa puede haber que tenga valor, si no es para aquel que la creó, destinada a su uso personal, por necesitarla. Cada uno se encuentra en condiciones de conseguir para sí, queriéndolo, todo lo que su vecino posea. Bien entendido que hablo solamente de objetos materiales de cualquier especie. Digo “materiales” para hacerme comprender, ya que semejante calificativo no se adapta a las creaciones etéreas...
Como se ve, en estos pasajes de la narración que publicó Ligth, se encuentran las habituales concordancias, a propósito del difunto percibir su propio cadáver en el lecho de muerte; de no saber que murió; de verse con forma humana; de ser recibido por su mujer fallecida anteriormente y por gran número de otros Espíritus, que él conoció y estimó cuando vivo. Añade que, en el mundo espiritual, los Espíritus conversan por medio de la transmisión del pensamiento y que, este último, es una fuerza creadora, por la cual cada uno puede conseguir lo que necesite.
Falta, sin embargo, una alusión a la fase del “sueño reparador”, por la que pasan los Espíritus, poco después de la muerte.
Tampoco se alude a otro hecho, tan frecuente en los mensajes con los que aquí nos ocupamos, el de la “visión panorámica”, que tiene el muerto, de todos los acontecimientos de su vida. Lo observo simplemente, ya que, desde el punto de vista teórico, la omisión no presenta ninguna importancia. Primeramente porque los difuntos que se manifiestan no están obligados a dar una descripción completa de las circunstancias en que se encontraron después de la muerte, Y además nadie afirma que los Espíritus deban pasar todos por las mismas experiencias. Finalmente en la publicación de
Ligth no hay más que una reproducción fragmentaria de los mensajes del espíritu que se comunicó; el director de la revista en cuestión lo hace así saber a sus lectores...”por motivos de falta de espacio, se suprimieron la mayor parte de las informaciones, ya muy conocidas de los espíritas”. Es, por tanto, probable que entre las informaciones suprimidas se encuentren las que acabamos de mencionar.
Otro punto interesante del mensaje que acabamos de leer, es cuando el comunicante dice que el dolor exagerado de los vivos, junto al lecho mortuorios de personas que les eran queridas, constituye un obstáculo insalvable, que impide al muerto entrar en relaciones psíquicas con los suyos, añadiendo que, por otro lado, el estado de tristeza de los vivos ejerce una influencia deplorable sobre las condiciones espirituales en que se encuentra el recién desencarnado.
Estas afirmaciones adquieren importancia por el hecho de que muchos otros Espíritus han afirmado la misma cosa. Somos de este modo llevados a reflexionar seriamente sobre la advertencia que nos llega del más allá, sobre todo si consideramos que las afirmaciones de esos Espíritus están perfectamente de acuerdo con las conclusiones de los sabios, según las cuales todo lo que existe y se manifiesta en el universo físico y psíquico puede reducirse, en último análisis, a un fenómeno de “vibraciones”.
Siendo así, hay que convenir en que es verosímil, e incluso inevitable, que las vibraciones inherentes a un estado de alma de gran dolor, sean penosas para un Espíritu que hace poco se liberó del cuerpo carnal y le impiden entrar en relación psíquica con los suyos, reteniéndolo en el medio terrestre, mientras esas vibraciones persistan.


Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
Desde Venezuela

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¿Los niños pueden ver espíritus, o es solo fruto de su imaginación?

Muchos afirman que esta comunicación especial se les debe a la inocencia y sobre todo por no tener miedo a las cosas que no entienden caso contrario al de los adultos quienes reaccionan con miedo a lo desconocido.
La comunidad científica que se encarga de estudiar los sucesos paranormales analizan si en verdad un niño puede ver fantasmas o por el contrario es una invención fruto de su imaginación.
Esto ha creado una gran controversia en la sociedad durante años. En muchos casos seguro que existe una explicación lógica, pero en otros muchos casos los niños acceden a planos que los adultos no pueden o no quieren creer.
Los bebés
Un alto porcentaje de padres afirman haber visto a un bebé en su cuna mirando a un punto en concreto, como si estuvieran observando algo invisible. Los bebés y los niños pequeños no tienen una predisposición a los sucesos ‘paranormales’. Probablemente hasta cuando los niños tienen “amigos imaginarios” con quienes hablan y juegan, realmente estén interactuando con algún tipo de espíritu.
Los casos
Recientemente en uno de los portales de internet que se especializan en sucesos paranormales publicó un caso en el que un niño afirmó haber hablado con su abuelo que por cierto nunca conoció.En la publicación relata como  el niño fue capaz de describirlo a la perfección. La ciencia a veces se queda corta en algunas explicaciones al respecto, probablemente el niño pudo haber visto y al abuelo quien intentó.
En la misma publicación los psicólogos paranormales aseguran que el tema de los niños y los fenómenos paranormales son una combinación que no deben ser tratados a la ligera. Por el contrario es la puerta para comenzar a estudiar los casos de conexiones desde el más allá. 

Extraído de la Revista  HSN Noticias.com

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(Fotograma de la película Nosso Lar )


¿ NOS PUEDEN VISITAR FAMILIARES                  QUE FALLECIERON ?

Para muchas personas resulta determinante conocer la posibilidad de recibir la visita de familiares  y amigos que ya  fallecieron  y que se encuentran actualmente en el plano espiritual.
Para los estudiosos de la materia, entre los que se encuentra el movimiento espírita, estas visitas representan algo cotidiano. A lo largo de las siguientes líneas, intentaremos conocer y ampliar su problemática y casuística.
(Espiritismo según la R.A.E.: Doctrina fundada por Allan Kardec en 1857, que estudia la naturaleza, origen y destinos de los espíritus y sus relaciones con el mundo corporal).
Las manifestaciones de esos seres familiares, amigos, personas conocidas o desconocidos, podríamos denominarlas como: Apariciones, visiones, comunicaciones o cualquier otra índole de manifestación, y se suelen afrontar de diferente modo, siempre acorde a las creencias particulares de cada persona, religión y filosofía. Estas creencias particulares y colectivas, vienen determinando el modo en que vemos a esos seres, su imagen, su semejanza y características. De tal modo, que si una persona profana en estos conocimientos, tuviese la visita de algún familiar fallecido, muy bien podría interpretarlo con sorpresa o incluso miedo, llegando a creer que pudiera tratarse de la imagen de un fantasma o de un demonio. Influiría en ello su percepción más o menos nítida y la posibilidad de haber identificado a la persona en cuestión. La práctica nos dice que quién recibe esa visita, casi con seguridad, reaccionará negativamente y no podrá aprovechar esa especial circunstancia.
El católico, casi con certeza, aceptará como buena, únicamente, la visita de un ángel, de un ser luminoso, unavirgen o un santo, o cualesquiera de las imágenes del santoral. Otra imagen desconocida o que difiriera de sus creencias, sería rechazada y considerada obra del diablo.
Para el espirita, habituado a este tipo de intercambio, sería un acontecimiento feliz y deseado. Sabedor de esta posibilidad real de intercambio y consciente de su realidad, mantiene con estas personas, los afectos y relaciones de vidas anteriores y en ocasiones llega incluso a exigir la oportunidad de contactar con ellos.
Este proceso como bien sabemos, puede conseguirse, habitualmente, mediante dos vías, que son: A través de los médiums preparados para dicho intercambio y, o bien a través del sueño.
Para cualquiera de las dos modalidades, y al margen de la situación personal y evolutiva de las personas que desean contactar, existen circunstancias determinantes y detalles característicos que debemos conocer y que deben ser tomados en consideración para un adecuado desarrollo de los contactos.
Existen personas unidas al credo espírita, que están convencidas que esos seres protectores, con los que guardan estrecha relación del pasado, están siempre a su disposición, sin importar la hora y el momento; que están a la espera de sus peticiones para resolver los problemas cotidianos. Los valoran como unos consejeros desinteresados, sin darse cuenta que al igual que los humanos encarnados, tienen también libre albedrío y una necesidad de evolucionar. Únicamente, nuestro Ángel de la Guarda, nuestro espíritu protector y compañero de viaje, tiene esa responsabilidad. Él le habla a nuestra conciencia, nos intuye y ayuda en los momentos cruciales.
Es responsabilidad de los humanos encarnados hacer uso de su capacidad de albedrío y tomar las determinaciones que afectarán su vida, pues tan sólo el ejercicio de la voluntad y las disyuntivas que la vida depara, permiten al individuo desarrollar sus facultades y continuar progresando en su evolución personal y colectiva.
Entendamos que esos familiares ya no están viviendo entre nosotros, en esta dimensión de vida. Ellos tienen también el suyo propio, plano que es diferente al nuestro, pero a la vez, muy cercano. Allí deben progresar y ocupar el lugar que les corresponde en el concierto universal. No les otorguemos pues, un rol que no es el suyo; ellos ya dejaron atrás su ropaje de carne y huesos, su cuerpo físico, y ahora se dedican a diferentes trabajos, imprescindibles para su desarrollo evolutivo.
No obstante, debemos incidir en la posibilidad real de recibir visitas de esas personas cercanas, pues ellas también conservan el deseo de ayudar a sus familiares y conocidos, a los que dejaron atrás en el la Tierra; quieren conocer la situación de esas personas y les añoran, se sienten comprometidos con ellas y desean ayudarles.
Para poder descender desde sus planos luminosos hasta el plano físico de la Tierra, necesitan una preparación previa adecuada. Por ello, les resulta problemático atender las llamadas de sus familiares y conocidos, y cuando lo hacen, se trata de situaciones muy puntuales y muy concretas, pero siempre contando con la imprescindible autorización.
Al igual que nosotros, ellos están en proceso de evolución, tienen un camino trazado desde sus últimas existencias y han de asumir sus aciertos y errores, sus experiencias, y prepararse para superarlos en una nueva encarnación. Se trata de un largo tiempo de trabajo y asimilación, hasta que, finalmente, consigan la determinación necesaria para emprender nuevas vidas llenas de retos y objetivos, experiencias que les servirán de rescate de las deudas pendientes.
Estas personas, ya sin el lastre de las cosas terrenas y habiendo conseguido un elevado grado de conocimientos en su estancia en ese nuevo mundo -el plano espiritual-, ya no se sienten vinculados a los familiares encarnados, saben que tienen otras prioridades, y que se deben a su propio trabajo evolutivo.
Cada persona se encuentra en el lugar que debe ocupar para obtener experiencias y realizar los trabajos necesarios para su crecimiento, siempre adaptados a su situación personal, nivel alcanzado, méritos y deméritos. Tal como vienen señalando, ellos son conscientes de que no deben intervenir en las vidas de los encarnados y sí buscar el desarrollo de sus propios valores eternos.
Como todo lo creado, la Ley de Evolución les impele a seguir luchando por su propio crecimiento espiritual, y el hecho de permanecer excesivamente ligados al plano terrenal les dificulta esa labor. Por nuestra parte, dejando de pensar continuamente en ellos, aliviaremos su carga y les permitiremos dedicarse de pleno a su plan de trabajo y objetivos.
Debemos saber que la mayor parte de las personas fallecidas, habitantes del plano espiritual, carecen del permiso para volver a la Tierra. No podrán obtenerlo hasta tanto hayan conseguido la preparación adecuada; preparación que es diferente para cada persona, por su diferente nivel evolutivo, conocimientos y preparación moral. Y es que las diferentes situaciones de quienes quedaron en la Tierra, familiares, de relación, económicas, etc., suelen variar sustancialmente a lo largo del tiempo. Estas personas necesitan alcanzar las condiciones y fuerza necesarias para asumir los irremediables cambios, pues hasta que no lo consigan, no obtendrán la autorización y podrán acercarse a prestarnos ayuda.
Los deseos de las personas encarnadas no siempre pueden ser satisfechos y, en el plano espiritual rigen otras prioridades; preferencias que obedecen al imperativo del progreso en todos los órdenes de la vida. Por eso, mientras somos seres evolutivos en el comienzo de su andadura, y a la vez, inconscientes de la carga que llevamos a la espalda, estamos obligados a vigilar y corregir constantemente pensamientos y acciones. Resulta a todas luces imperativo, orientar el rumbo hacia lo que realmente necesita el espíritu.
Ciertamente, nuestros familiares y conocidos desencarnados pueden venir al plano físico y comunicar con nosotros a través de un médium, pero debemos ser conscientes, que esto no sucede con tanta frecuencia como quisiéramos, ni es algo que resulte fácil de conseguir.
El desencarnado no puede tener siempre las circunstancias a su favor para venir hasta este plano físico, ni los encarnados, los méritos necesarios para obtener ese regalo.
Sin mérito, y dedicados únicamente a las conquistas materiales, no pensemos que por el mero hecho de pertenecer a un grupo espírita, podemos, en un momento de recogimiento, esperar que el médium y los trabajadores del plano espiritual se desvelen por servirnos. ¡No es el camino!
Son necesarios más estudios y sentido común. Tenemos acceso a infinidad de informaciones espíritas o de cualquier otra índole; lecturas que nos hablarán de progreso, de moral, de la necesidad de un cambio y que nos servirán de guía y ejemplo.
Por ello no resulta imprescindible, en modo alguno, que venga una persona desencarnada y nos lo ratifique de viva voz. Con humildad, podemos atisbar el largo camino que nos queda por recorrer y, haciéndolo, desaparecerán todos los deseos de molestar a personas que ya partieron.
Todas las cosas llegan a su debido tiempo, suceden cuando debe, y sin necesidad de peticiones y esperas, porque el Padre Creador da a todos ciento por uno, premia a quien trabaja y sabe de las experiencias que la vida depara a cada cual.
Estos espíritus evolucionados vienen a vernos sin que seamos conscientes de ello y, si así lo estiman, nos lo harán percibir, y ese contacto será siempre de gran utilidad. Lo harán a través de estímulos, de buenas sensaciones y fuertes ganas de trabajar. Ellos saben las razones de nuestra venida y conocen nuestras pruebas, saben si contamos con buena predisposición y son los primeros en pedir autorización para ayudar, durante el tiempo que resulte necesario. Su respaldo es siempre muy positivo e incluso imprescindible.
Nada escapa a la Ley de Amor y Progreso y a esos mensajeros de gran elevación; a esos seres luminosos que desean lo mejor para nosotros y que están esperando el momento adecuado para ofrecérnoslo. Su ayuda puede ser decisiva en los momentos cruciales, por ejemplo, ante una próxima desencarnación o una situación de obsesión. Están donde les corresponde estar, dedicándose al trabajo común y a la misión que más ayuda en su progreso espiritual y, aunque sepan que en la Tierra tienen seres amados de experiencias anteriores, saben que el progreso es personal e íntimo y que no pueden demorarse, ni abandonar sus tareas en asuntos meramente sentimentales o que no les competen.
Aprovechan nuestras horas de vigilia para transmitirnos ideas, sentimientos, vivencias y emociones, experiencia que nos será de utilidad mientras permanecemos en la cárcel del cuerpo físico, con sus grandes limitaciones: Este método, no atenta, en modo alguno, contra fanáticos ni fantasiosos. Ellos vienen, prudente y recatadamente durante sueño, se acercan amorosamente y nos hacen partícipes de su felicidad, nos recuerdan los compromisos adquiridos y nos entregan consejos e instrucciones, mensaje que cual semilla, al despertar, ponemos a crecer.
De ese modo, activaremos los mecanismos que mejorarán nuestra actitud y, sin ser conscientes de ello, estaremos recibiendo mucha más ayuda y consejo de lo que imaginamos, pero, todo ello, siempre, en el silencio de la noche y al amparo del cariño y los nobles sentimientos.
Es a todas luces muy importante también, conocer que existen personas desencarnadas de baja condición moral, muy materializadas y apegadas a los vicios terrenos, que captan nuestros deseos y pensamientos, y que no dudarán en hacerse pasar por familiares desencarnados; intentarán complacer nuestras peticiones insanas y crear una equivoca influencia, colaborando con los dañinos habitantes de bajo astral. Y estas influencias podrían llegar a convertirse en un foco de problemas.
TODO LO DEMÁS VENDRÁ POR AÑADIDURA
¿Nos pueden visitar los familiares fallecidos? por: Fermín Hernández Hernández
©  2017 Amor, paz y caridad
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                        EL MÁS ALLÁ
   Después de la muerte la Vida del ser continúa. Es algo de lo que podemos estar seguros por tantas evidencias de infinidad de contactos y comunicados que han habido y  continúan habiendo entre los que nos llamamos “vivos”, y los que ya dejaron este mundo y nos demuestran su existencia a pesar de no tener ya un cuerpo carnal como  nosotros. Por otro lado, científicos interesados en este importante tema, han podido corroborar en sus investigaciones y trabajos al respecto, la real existencia de otra forma de vida que continúa tras la muerte del cuerpo físico, y es esta forma de existencia lo que conocemos como "el más allá", pero, ¿Qué es el Más Allá?.
Vamos a ver cómo es esa forma de Vida, según los  relatos de los que allá se encuentran.

 En primer lugar, es de hacer notar que esta expresión sugiere la idea de la continuidad   de la Vida del Ser después de la muerte.
Desde siempre, el Ser humano sintió inquietud por lo que habrá después de la muerte, y solo encontró tres posibles respuestas: la nada, la absorción  de su Ser  en un Todo abstracto, o la  eterna permanencia del Ser  antes del nacimiento y después de la muerte de cada persona.
El Ser humano,  por lo general, siempre sintió la esperanza o la intuición  de que tenía que existir algo más después del cese de la vida humana,  que debía haber algo  después de esta vida, por lo que mayoritariamente siempre  se inclinó cada vez más hacia la tercera opción como la mas lógica y probable.
Nunca  se supo definir en concreto como era ese Mas Allá, o cómo se podría continuar existiendo, o ni tan siquiera  la absoluta certeza de que la posible existencia de que lo que se llamó  “otro mundo”  pudiese ser una realidad, por lo que se tuvo que admitir este concepto como una creencia o un dogma de fe religiosa.  No obstante  una  especie de fuerza interior, tal vez la fuerza de la evolución espiritual,  siempre  empujó al Ser humano a querer conocer  y  a tratar de comprobar lo que de verdad había detrás del oscuro velo de la muerte, que le era desconocido y ocultado  pero sobre el que su  fe religiosa o su intuición  le señalaban como la existencia de una realidad segura.
La conclusión que se saca después de conocer tantos indicios de su  existencia, sobre todo los procedentes de la mediumnidad, es la de que estamos ante algo más que un dogma de fe religiosa, una desconocida pero real situación, que nos llega a producir vértigo y en tantos casos, este es el motivo de no querer tan siquiera oír hablar de esto.
En realidad  el “Mas Allá”, viene a ser otra forma de existencia inmaterial, pero totalmente real; sin embargo los seres que lo pueblan, existen bajo una forma concreta que delimita al Ser espiritual; esta forma de realidad inmaterial, es como un duplicado de la forma  del cuerpo humano, porque los espíritus no son mas que las almas más o menos  adelantadas de los seres humanos  que ya no pertenecen a este mundo nuestro una vez que se despojaron de su grosera envoltura carnal tras el paso por la muerte.
El Más Allá no es un lugar físico; está por todas partes, alrededor de nosotros, de forma sutil y etérea, en un espacio sin límites que acoge inmediatamente a  todos los que mueren y quedan revestidos con un cuerpo  de energía sutil y etérea, tan real como el envoltorio físico que dejaron en la Tierra, de donde proceden, y con un aspecto semejante al mismo, aunque en espíritus que se encuentran en estado de equilibrio, armonía y paz, esta presencia suele aparecer como la última persona que revistieron, pero más joven  o perfeccionada, en cuanto al aspecto que aquí tuvieron, y sin sus defectos o taras físicas que si acaso conservan visiblemente es solamente si han de ser reconocidos por alguien que contacte visualmente con ellos.
 El Más Allá es una realidad inmaterial que nos rodea, y es la continuación de nuestro mundo físico, una realidad no visible ni tangible para nosotros debido a existir en otra franja vibratoria diferente a la nuestra, pero próxima a ella, en la cual  viven los Espíritus desencarnados, que al igual que  en la Tierra, se agrupan en comunidades diversas, constituyendo ciudades o colonias  de reposo en donde conviven por afinidad y se organizan de acuerdo a sus tendencias y misiones. Al respecto, nos podríamos preguntar que de dónde proceden esas "realidades inmateriales", que les acompañan durante su permanencia en esos lugares espirituales; sencillamente, todas esas realidades que forman sus "paraísos" o "infiernos", proceden de sus mentes creadoras, que las forman conforme las imaginan. Así, mentes afines de Espíritus afines, se unen y conforman una realidad común para todas, que a su vez es diferente a otras realidades conformadas por otros grupos de mentes diferentes. En todo caso, son ambientes y cuadros tan reales como para nosotros puedan ser los de nuestro mundo físico.

- Jose Luis Martín-


“Justamente porque en los países occidentales hay tan poco conocimiento del mundo de ultratumba, encontramos en ese mundo muchos que necesitan instrucción respecto a las posibilidades de su nueva vida.”

                                           -C.W. Leadbeater

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