miércoles, 16 de abril de 2014

Ambiente mental

AMBIENTE MENTAL

¿Será que un simple sobrenombre podría haberlas hecho sufrir de aquella manera? Esa era la pregunta que se hacían, diversas veces, mientras caminaban en busca de su antigua residencia.
Nada podría ser así tan inexplicable para aquellas descendientes de judíos que habitaban en los alrededores de Zugspitze, Alemania, alrededor de 1848.
Entretanto, eran dotadas de una fuerza extraordinaria que, aun mismo sin saber para donde iban, tenían la certeza de que fácilmente la vida volvería a ser normal de nuevo.
Deseaban poder trabajar, aun mismo que fuese intensamente, en la reconstrucción de la propia felicidad.
El tiempo pasó. Ya se aproximaba la puesta del sol cuando las dos se asustaron con el cuadro que aparecía al frente.
Entre tan bello paisaje, dos hombres, gritando uno al otro, transformaban aquel paraíso en un lugar desarmonizado, por la vibraciones de rencor que de ellos emanaban.
Súbitamente, al sentir la presencia de tan dulces criaturas, los ánimos se fueron calmando, fueron rehaciéndose de las actitudes de agresividad, serenando los latidos cardiacos y los dos percibieron que el silencio de ellas atendía de modo incomodo.
Buenas tardes, señores, ¿Podemos serles útil en algo?
Buenas tardes respondieron con desdén. ¿Cómo pueden ustedes afirmar ser buenas tardes cuando solo podemos sentir rabia y deseo de venganza?
¿Están, por acaso, fuera de sus juicios normales o son portadoras de alguna virtud que para nosotros es aun desconocida?
Entre una frase y otra, ellas explicaron que, a pesar de tanto sufrimiento agradecían al creador por la propia vida que, al ser salvadas gracias a El, tuvieron la oportunidad de reconstrucción y recomienzo.
La oportunidad deseada por muchos que habían sufrido los martirios de la guerra, quedado sin condiciones físicas para recomenzar solos.
Entonces, el más viejo de los hombres, avergonzado, llamo al otro a su lado, disculpándose por el mal huso de sus palabras, por la violencia, en fin, por toda aquella situación de indescriptible malestar que el, como padre, había creado para su hijo tan amado.
Explicó que el dolor inmenso que le torturaba los sentidos, por la pérdida de la esposa y otros hijos, le impedía razonar claramente. Con humildad, pidió al hijo que le diese la mano y le ayudase a superar tan difícil etapa de la vida.
Por su vez, el hijo, muy emocionado, concordó en perdonar y recomenzar de nuevo, juntos otra vez.
Agradecieron y partieron, así como ellas también siguieron su camino, hacia adelante.
Muchas veces somos capaces de efectuar grandes cambios en nuestro ambiente, aun mismo que pueda parecernos difícil cambiar de actitud.
Si nos mantenemos firmes en nuestras acciones nobles, deseos de cambiar interno y, principalmente, contamos con el auxilio de la oración que nos fortalece, podemos modificar para mejor el ambiente que nos rodea.
Actuando así, nuestra vida servirá de ejemplo a todos aquellos que, por falta de un modelo, permanecen imposibilitados de tomar actitudes saludables.
Y la fuente para todo ese aprendizaje se encuentra en el mensaje de Cristo, portador de enseñanzas que nos hará mejores personas, capaces de auxiliar a todos indistintamente.

Redacción del Momento Espirita
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¿ Cual es la diferencia entre 

Espiritismo y Espiritualismo?




En la Introducción al Estudio de la Doctrina Espirita, del Libro de los espíritus, Kardec nos esclarece el porque de la utilización del termino "Espiritismo" empleado para designar toda la doctrina enseñada por los espíritus.
Las palabras ESPIRITUALISMO y ESPIRITUAL se  relacionan en oposición al MATERIALISMO.  El MATERIALISTA es aquel que cree solamente en la materia, o sea, en aquello que el puede ver, y por tanto, en relación al hombre, todo se acaba con la muerte. El ESPIRITUALISTA cree en algo al otro lado de la materia, o sea, el hombre sobrevive después de la muerte corporal, de alguna forma, sea a través del Espíritu, o Alma, o Ego, etc. Existen varias filosofías espiritualistas.
El ESPIRITISMO es también opuesto al materialismo, por tanto se basa en la existencia de los espíritus que son eternos, y en las comunicaciones entre los planos espiritual (mundo invisible) y corporal (mundo visible). El ESPIRITA o ESPIRITISTA es el adepto del Espiritismo. Hay también diferentes filosofías con base en la creencia de la existencia de los espíritus, o en el Espiritismo. El Espirita adepto del Espiritismo codificado por Allan Kardec, cree en las  enseñanzas dadas por los espíritus, que están resumidas en el Credo del Espiritismo.

Así el ESPIRITA o ESPIRITISTA es también un ESPIRITUALISTA, pero no todo ESPIRITUALISTA es ESPIRITA.
Allan Kardec ( Aportación de Juan C.Mariani)
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LA RELIGIÓN DE JESÚS


“Os tengo dicho estas cosas estando aun con vosotros; más el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, ese os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo cuanto os he dicho”
 (Juan, XIV, 25:26,)


La Religión de Jesús es la eterna Religión de la Luz y de la Verdad. Ella no se limita a la práctica de simples virtudes, tal como los hombres la juzgan. Abrazando los amplios horizontes de la Vida Espiritual, nos enseña los medios indispensables para la adquisición de la inmortalidad.

¡La Religión de Jesús no desaparece con  el túmulo, más si se yergue como un Sol majestuoso más allá del túmulo; donde todo parece sumergido en tinieblas, en la nada, la Verdad, la Vida se manifiesta con todo fulgor!

¡La Religión de Jesús no es la Religión de la Cruz, sino la Religión de la Luz! ¡No es la Religión de la Muerte, sino la de la Vida! ¡No es la Religión del desespero, sino la de la Esperanza! ¡No es la Religión de la Venganza, sino la de la Caridad! ¡No es la Religión de los Sufrimientos, sino la de la Felicidad!

La muerte, el desespero, el martirio, los sufrimientos, son oriundos de las  religiones humanas, así como la Cruz es el instrumento de suplicio inventado por los verdugos de Babilonia, de la Roma Primitiva, cuyos señores masacraban cuerpos y almas, infringiendo los preceptos del Decálogo.

La Religión de Jesús no es la Religión de la Fuerza, sino la Religión del Derecho.
 Cuando las multitudes absortas se aproximaban al Maestro querido, para escuchar sus predicas ungidas de Fe, perfumadas de Caridad y centelleantes de Esperanza, nunca el Nazareno les atendió con una Cruz; nunca pretendió colocar sobre los hombros de sus infelices hermanos el peso del madero infame.

Al contrario, los atraía con miradas de piedad y en sus sublimes exhortaciones en sus amorosos consejos, para todos tenía una palabra de perdón, de afecto, de consuelo.
 A los afligidos y desanimados les decía: “Venid a mi vosotros que estáis sobrecargados; aprended de mi, que soy humilde de corazón; tomar sobre vosotros mi yugo, que es suave, mi fardo que es leve, y hallareis descanso para vuestras almas”

La gran misión de Jesús fue abatir todas las cruces que el mundo había levantado; fue arrasar todos los calvarios. El fue el portador del bálsamo para todas las heridas, el consuelo para todas las aflicciones, la luz para todas las tinieblas.
 Solo aquel  que tuviera la ventura de examinar las páginas del Nuevo Testamento y acompañar los pasos de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte y gloriosa resurrección, podría valorar bien  en qué consiste la Doctrina del Resucitado.

¡Es admirable ver el Gran Evangelizador en medio de la plebe maltratada, repartiendo, con todos, los tesoros de su amor! Les hablaba el lenguaje del Cielo; los convidaba a la regeneración, a la perfección; les hacia entrever el futuro lleno de promesas saludables; los animaba a buscar las cosas de Dios; finalmente, procuraba gravar en aquellas almas, turbadas por el sufrimiento, el benévolo reflejo de la Vida Eterna, que el tenía por misión ofrecer a todas las almas.

Jesús no fue el emisario de la espada, el gladiador que lleva el luto y la muerte a la familia y a la sociedad; sino el Medico de las Almas; el Príncipe de la Paz, el Mensajero de la Concordia; el Gran Exponente de la Fraternidad y del Amor a Dios.

A lo lejos de las carreteras pedregosas por donde pasó, por las ciudades y aldeas, el Maestro invitaba a sus oyentes a ser buenos, les nombraba los tesoros del Cielo y a todos la garantía el auxilio de ese Dios Invisible, cuyo amparo se extiende a los pájaros del cielo, a los lirios del campo.

Después de su admirable Sermón  de la  Montaña, y para demostrar la acción de sus palabras, cura un leproso que, prestado a sus pies, lo adora, diciendo: “¡Señor, si tu quieres, bien me podías tornar limpio!
 En su viaje para Cafarnaum, un centurión se aproxima a él, le pide la cura de su criado: la milicia celestial se agita y el enfermo se restablece.

Llegando a la ciudad de Cafarnaum, entra en casa de Pedro y encuentra en cama, presa de fiebre maligna, a la suegra de este. Inmediatamente, al toque de sus manos compasivas, la pobre vieja se yergue.

Acompañado de sus discípulos, en una barca en el Mar de Galilea, la tempestad se desencadena, el viento sopla recio y las olas se agitan. Los discípulos, tomados de pavor, apelan al Maestro, y a  una palabra suya los vientos cesan, el mar se calma.

Llegados a la otra banda, el despide una legión de Espíritus malignos que obsesaban a un pobre hombre.

Al salir nuevamente a la tierra de los segadores y de vuelta a Cafarnaum, unos hombres se aproximan al Nazareno y le llevan a un paralítico que yacía en el lecho. El enfermo recibe el perdón de sus faltas y el hombre, curado, rinde gracias a Dios.
Jairo, un jefe de la sinagoga, sabiendo los grandes prodigios operados por Jesús, corre a su encuentro, le pide liberar a su hija de la muerte. En cuanto Jesús camina para la casa de Jairo, una mujer que sufría, hacia doce años, molestia incurable, le tocó la túnica y sanó. Llegado el Maestro a la casa del fariseo, libra a la moza de las garras de la muerte.
 Cuando sale Jesús de la casa de Jairo, dos ciegos corren tras del Maestro clamando: “¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Sus ojos se abren y ellos salen a divulgarlo, en la Galilea, las grandes cosas que el Señor les hizo.
En el mismo instante un grupo de hombres trae al hijo de Dios un mudo endemoniado; ¡Jesús expulsa al espíritu maligno y el mudo recupera el Habla!
Y a la proporción que las gracias eran dadas, la multitud crecía, porque en ellas la palabra de Dios; y Jesús por todas partes anunciando a todos el reino de Dios: contaba parábolas, hacia comparaciones y, bajo la forma de alegoría, infundía en las almas la Voluntad Suprema para que todos, removiendo obstáculos, pudiesen, con el auxilio divino, liberarse de los sufrimientos agobiados por los que pasaban.

Durante un largo periodo de tres años consecutivos, Jesús, dedicado todo a la alta misión que tan bien desempeño,  no perdió un solo momento para dejar bien esclarecida su tarea libertadora.

Gran Reformador Religioso, abolió todos los cultos, todos los ritos, todos los sacramentos de invención humana, que solo han servido para dividirá la Humanidad, formar sectas, constituir partidos, en perjuicio de la unificación de los pueblos, de la fraternidad que el supo proclamar bien alto.

Y fue por eso, que fariseos o escribas, sacerdotes, doctores de la Ley y pontífices congregados en reunión secreta maléfica, animaran a la turba abestializada contra el Medico Rabino, y, unidos a los Herodes, a los Caifases, a los Pilatos y a los Tartufos; unos por violencia sanguinaria, otros por ambición y orgullo, otros por la avaricia, vil mercancía, cobardía y subversión, llevaron al Mago Evangelizador al Patíbulo infame, torturándolo con la muerte maliciosa.

Más el triunfo de la Verdad no se hizo demorar; cuando  todos juzgaban muerto al Redentor del Mundo, cuando juzgaban haber sofocado su Doctrina de Amor, es que la Piedra del Sepulcro, donde habían depositado el cuerpo del Mozo Galileo, se estremece al toque de los luminosos espíritus; la cavidad de piedra se muestra vacía; Jesús se  aparece a María Magdalena,  y resuena por todas partes el eco de la resurrección!

¡Triunfante de las calumnias, de las injurias, de los tormentos de los suplicios, de la muerte, el Hijo Amado de Dios reafirma sus sustanciosas lecciones, embalsamando sus amorosos discípulos con los efluvios de la inmortalidad, únicos que nos garantizan Fe viva, Esperanza  sincera y caridad eterna!

No valió la prevención de los sacerdotes, a la orden de Pilatos; no valieron los sellos que lacraban el sepulcro y los soldados que lo guardaban; al arborecer del primer día de la semana todo fue derribado, y el Cristo, resucitado, volvió a la arena mundial, victorioso en la lucha contra sus terribles verdugos!

Y en su narrativa llena de simplicidad, dice el Evangelio, por todos los evangelistas, que el Cristo Jesús apareció después de muerto, se comunicó con los once apóstoles, apareció a los demás discípulos, y , después, a más de quinientas personas de las cercanías de Jerusalén; les explico nuevamente las Escrituras, les repitió su Doctrina, que no puede quedar encerrada en el túmulo, ni en una iglesia; produjo delante de ellos fenómenos estupendos, como la pesca maravillosa, les anunció todas las cosas que debían acontecer, les garantizó la venida del Consolador, les prometió, más allá de eso, su asistencia hasta la consumación de los siglos, no solo a ellos, más a todos los que le siguiesen los pasos y se elevo a las altas regiones del Espacio, donde velaría por todos.

La religión de Jesús no consiste en dogmas y promesas fáciles; es la religión de la Realidad.

Religión sin manifestaciones y comunicaciones de espíritus, es la misma cosa que ciudad sin habitantes o casa sin moradores.

La Religión consiste justamente en esa comunión de espíritus, en ese auxilio reciproco, en ese afección mutua.
¿Por qué es Cristo nuestra esperanza y nuestra fe? ¿Por qué le dedicamos amor, respeto, veneración? ¿Por qué le confiamos a El nuestras aflicciones? ¿Por qué le hacemos oraciones? ¿Por qué le rendimos devoción, admiración y le rendimos gracia?

Porque sabemos que él puede y viene a iluminarnos la vida, nos robustece la creencia, nos protege y ampara, nos auxilia y acaricia, como un padre devoto proporcionaría felicidad y bienestar a sus hijos.
¿Pues, siendo Cristo las primicias  del espíritu, como afirma el apóstol Pablo; estando en lo cierto de que el resucitó, apareció, se comunico, porque no pueden hacer lo mismo aquellos espíritus  que fueron nuestros amigos, parientes, aquellos que Vivian con nosotros, manteniendo mutuo afecto?

En la Epístola a los Corintios dice el Apóstol de la Luz: “si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó y es vana nuestra fe”

¡La resurrección de Cristo implica la resurrección de los muertos; y si fuese contraria a la Ley de Dios, la manifestación, la aparición, la comunicación con los muertos, Jesús habría infringido esa Ley; habría ido en contra de su primer mandamiento, que dice estamos obligados a obedecer  a nuestro Padre celestial, a Amarlo con todo nuestro corazón, entendimiento y alma y con todas nuestras fuerzas!

Mas ya que el Cristo apareció y se comunicó, es señal cierta de que la Ley de Dios, consiste en la comunicación de los Espíritus. ¿Jesús no invocó, en el monte Tabor, a los espíritus de Moisés y Elías?
 Esta es la Religión de Jesús, pues se basa en actos irrefutables; esta es la Religión de la Fraternidad, porque tiene por base el afecto verdadero, que no termina en el túmulo; seguir las pisadas de Jesús es bastante para que seamos guiados por él y venzamos  también como el venció, la muerte, con el triunfo de su resurrección.
( Aportado por Merchita)

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