martes, 4 de octubre de 2011

Ley de Justicia, Amor y Caridad



    Justicia es el respeto por los derechos de cada cual; Cada uno de los seres humanos lleva consigo el sentimiento de justicia, el cual nos hace saber cuando hemos obrado con o sin justicia, este sentimiento es natural en nosotros, es innato; no obstante a medida que progresamos moralmente ese sentimiento que está latente en nosotros se desarrolla, más no es creado por nosotros mismos sino por Dios.
     Los derechos de los hombres son determinados por dos factores: la ley humana y la ley natural. Los hombres elaboran leyes humanas, las cuales se encuentran en las diferentes legislaciones de todas las civilizaciones de la tierra y en todas las épocas, no obstante a medida que el hombre se va perfeccionando moralmente de igual forma sus leyes van cambiando acorde con el avance moral, es así como encontramos un ejemplo claro de ello, es que, hace trescientos años la esclavitud era  algo muy normal y se encontraba establecida en la ley, al paso de unos años y casi de manera paulatina todos los países del mundo abolieron esta ley y hoy por hoy la trata de seres humanos es considerado como un delito de lesa humanidad.

    La ley natural, tal y como lo dijo Jesús de Nazareth, no hagáis a los demás lo que no quieras que hagan contigo, esta máxima, es la representación de la Justicia natural, cada ser desea ver respetado sus derechos y por ello tiene el deber de respetar los derechos de los demás.
El criterio de la verdadera justicia es en efecto, querer para los demás lo que se querría para sí mismo. Como no es natural que queramos el mal para nosotros mismos, tomando nuestro deseo  personal como tipo, o como punto de partida estamos seguros de querer siempre el bien para el prójimo. La doctrina cristiana busca tomar el derecho personal como base para el derecho del prójimo.

    Al ser el hombre sociable, se le impone la necesidad de respetar los derechos de sus semejantes.

   El amor y la caridad son complementarios de la ley de Justicia, porque amar al prójimo es hacerle todo el bien que nos sea posible y que querríamos que se nos hiciese a nosotros mismos, tal el sentido de las palabras de Jesús: “Amaos los unos a los otros como hermanos”.

    Según Jesús la caridad no se limita a las limosnas. Abarca todas las relaciones que con nuestros semejantes tenemos, ‘ya sean ellos inferiores a nosotros, nuestros iguales o superiores. La caridad nos ordena ser indulgentes, porque también nosotros necesitamos la indulgencia de los demás. Nos prohíbe humillar a las víctimas del infortunio, contrariamente a lo que con sobrada frecuencia se hace, muchas veces en nuestra vidanos sobramos de atención con aquellos que tiene comodidades, en cambio, somos displicentes con las personas que carecen de lo necesario, cuando deberíamos tratarlos igual porque todos somos hijos de Dios.

    Así mismo la Doctrina Cristiana nos enseña el amor a nuestros enemigos, pero nos indica que obviamente no va a ser un amor apasionado y tierno; el amar a nuestros enemigos significa perdonarlos y volverles bien por mal. Ya que si nos imantamos en la venganza por el mal que nos hagan estaríamos siendo inferiores ellos y nocumpliríamos con la moral cristiana que es la misma moral espírita.
De igual forma, si la ley natural nos impone el deber de amar a nuestros enemigos, con mayor énfasis tenemos el deber de amar a nuestros familiares, padres, hermanos, hijos, etc, este es el denominado amor filial.
    Con el conocimiento que tenemos en la Ley de la reencarnación, debemos saber que el núcleo familiar no es conformado al azar, sino que en él se tejen nuestras historias del pasado, por ello debemos cumplir los deberes que nos competen en nuestro rol de hijos, esposos, padres, hermanos, etc, siempre demostrando una moralelevada y respeto por los nuestros.
    Como esposos se deben respeto, amor, sinceridad y ayuda, y los momentos difíciles del hogar se deben saber sobrellevar con amor, respeto y orientación a la familia. Los padres no pueden albergar en sus sentimientos preferencias por un hijo, al contrario todo su núcleo debe estar rodeado de amor y comprensión por igual, de lo contrario esta practica será tenida en cuenta y saldrá perjudicado por su actuar errado. Ello no obsta para que se de ayuda al hijo que más la necesita.
     El hijo espírita debe siempre ser quien propende por la integración y unión familiar, colaborando a sus padres mediante el buen comportamiento, aceptando lo que ellos pueden darle, sin exigir más de lo posible a la situación económica, y cuando se es adulto ayudar a los padres, continuar con el amor y respeto para con ellos.

    Hasta aquí hemos visto a groso modo una pequeña síntesis de los postulados del espiritismo y de las leyes morales temas importantes para tocar la moral espírita, como se ha dicho la moral espirita viene a revivir todas las enseñanzas dadas por Jesús y explicadas por ALLAN KARDEC en el Libro de los Espíritus y en el Evangelio Según el Espiritismo.

    De lo expuesto podemos determinar que todo espírita en primera instancia debe guardar el amor y el respeto hacia Dios, quien es nuestro creador, el ser más perfecto del universo, quien nos ama a todos como iguales y quien creó leyes idénticas sin ninguna preferencia. Y a la par con esta norma de conducta, el amor hacia todos los demás seres que pueblan el universo.

    El Espiritismo abre un campo precioso a la investigación y al estudio consciente del ser; tanto es así que toda unaexistencia dedicada al estudio no nos alcanza para comprender totalmente su vasta enseñanza, ya que toca las fibras más preciosas del cambio, de la reforma moral de la persona, es por ello que día a día debemos procurar por ser mejores personas y espiritistas mediante la práctica del bien y de las enseñanzas dadas por el espiritismo, de esta forma y alejando nuestras malas ideas iremos cambiando nuestra forma de ver la vida y llegaremos algún día a poder considerarnos como verdaderos espíritas en el sentido amplio de la palabra.

    Del amor a Dios se aprende a respetar al prójimo, y este respeto nos hace que podamos cumplir con la ley de sociedad que veíamos anteriormente.

    Para lograr la felicidad debemos cumplir la ley divina, y esta ley se encuentra inscrita en el Evangelio que nos enseñó Jesús de Nazareth hace más de dos mil años; incluso esta ley se encuentra inscrita en cada uno de los seres que habitamos el globo terráqueo.

    De manera pues que el espiritismo nos trae una serie de normas de conducta que si las seguimos al pie de la letra podremos llegar un día a considerarnos verdaderos seguidores de Cristo y practicantes de su moral Cristiana, para ello es indispensable que nos conozcamos a nosotros mismos, este conocimiento es interno y de trabajo constante, una vez sabemos nuestras debilidades, fortalezas, virtudes y defectos podemos comenzar a trabajar en el progreso personal.

    Para lograr lo anterior, es conveniente realizar a diario un examen de conciencia y de esta forma aceptaremos las pruebas de la vida, soportando con alegría y resignación aquellos sufrimientos que tenemos a diario; cuando las pruebas se hacen más difíciles, siempre debemos tener en cuenta que hemos cometido muchos errores en el pretérito y esta es la causa de nuestros sufrimientos actuales, es por ello que no debemos renegar de las pruebas, sino por el contrario, debemos tener conciencia de que las mismas son un paso en nuestra evolución constante.

    En verdad, con el conocimiento que nos da la doctrina espírita tenemos un tesoro en nuestras manos y depende de nosotros el hecho de saberlo utilizar en provecho nuestro o desperdiciarlo y llegar con las manos vacías a la verdadera vida, la vida en el mundo espiritual.

    Nuestro centro espírita es como el hospedaje de buena voluntad que nos permite auxiliar a la humanidad que acude presurosa a nosotros, no sólo en la parte de asistencia social, sino también auxiliarnos cuando damos el conocimiento a los seres que lo necesitan, de esta forma también nos auxiliamos a nosotros mismos, mediante la práctica del bien, de la caridad y del amor al prójimo.

    Los Espiritas somos afortunados por tener en nuestras manos aquella herramienta que nos permitirá pulir nuestros espíritus de las faltas del pasado, que muy grandes debieron ser, pero esta en cada uno de nosotros poner de su parte para utilizar bien la herramienta y llegar un día al mundo espiritual en una condición mejor de la que teníamos cuando iniciamos el viaje a la tierra hace varios años. Puesto que el simple hecho de llamarnos espiritistas, y leer algunas obras de la literatura espírita, no nos da la garantía de “salvación”, ya que la única forma es mediante el progreso constante, el hacer el bien, sin esperar nada a cambio.

    La transformación constante debe ser nuestra meta para que día a día, demos unos pasos mas seguros en la evolución de nuestro ser.
Ana Emma Torres H.
Asociación Espírita Tercera Revelación



...Que infeliz es aquel que no puede perdonarse a si mismo. - Publilius Syrus

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