lunes, 8 de septiembre de 2025

Estado vegetativo

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Justicia y derechos naturales

2.-  Efectos transformadores del Espiritismo en los adeptos

3.- Llagas del alma: El egoísmo y el orgullo

4.- Estado vegetativo

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JUSTICIA Y DERECHOS NATURALES

   El sentimiento de justicia está en la Naturaleza, de tal modo que en la Naturaleza nos rebelamos ante la simple idea de una injusticia. Sin duda que el progreso moral desarrolla ese sentimiento, pero no lo da. Dios lo puso en el corazón del hombre. De ahí viene que, frecuentemente, en hombres simples e incultos, nos encontramos con nociones más exactas de la justicia que algunos que tienen un gran caudal de conocimientos.

Siendo la justicia una ley de la Naturaleza, la explicación de que los hombres la entiendan de modo tan diferente, considerando unos justo, lo que a otros parece injusto, es porque en ese sentimiento se mezclan pasiones que lo alteran, como sucede a la mayor parte de los otros sentimientos naturales, haciendo que los hombres vean las cosas desde un prisma falso.

La definición de justicia es que la justicia consiste en el respeto de cada uno por los derechos de los demás. Y lo que determina  esos derechos son dos cosas: la ley humana y la ley natural. Teniendo los hombres formuladas leyes apropiadas a sus costumbres y caracteres, estas establecen derechos mutables con el progreso de las luces. Hoy nuestras leyes, además de imperfectas, consagran los mismos derechos que las de la Edad Media. Entretanto, esos derechos anticuados, que ahora nos parecen monstruosos, parecían justos y naturales en aquella época . No siempre, pues, es acorde con la justicia el derecho que los hombres prescriben. Además ese derecho regula solo algunas relaciones sociales, cuando es cierto que, en la vida particular, hay una inmensidad de actos únicamente de la juridicción del tribunal de la conciencia.

Puesto de parte el derecho que la ley humana consagra a base de justicia, según la ley natural, dice Cristo: "Quiera cada uno para los otros lo que quería para sí mismo". Dios imprimió en el corazón del hombre la regla de la verdadera justicia, haciendo que cada uno desee ver respetados sus derechos. En la incertidumbre de como debe proceder con su semejante, en determinada circunstancia, trate el hombre de saber como querría que con él se procediese, en circunstancia idénticaEs el guía más seguro que Dios le podía haber dado en la propia conciencia.

Nota de Allan Kardec: Efectivamente. el criterio de la verdadera justicia está en querer cada uno para los otros, lo que para sí mismo querría y no en querer para sí lo que querría para los otros, lo que absolutamente no es la misma cosa.

No siendo natural  que haya quien desee el mal para sí, desde que cada hombre time por modelo su deseo personal, es evidente que nunca nadie deseará para su semejante sino el bien. En todos los tiempos y bajo el imperio de todas las creencias,

siempre el hombre se esforzó para que prevaleciese su derecho personal. La sublimidad de la religión cristiana está en que ella tomó el derecho personal por base del derecho del prójimo. 

De la necesidad que el hombre tiene de vivir en sociedad, le nacen obligaciones especiales y la primera de todas es la de respetar los derechos de sus semejantes. Aquel que respete esos derechos procederá con justicia. En nuestro mundo, porque la mayoría de los hombres no practica la ley de justicia, cada uno usa de represalias. Esa esla causa de la perturbación y de la confusión en que viven las sociedades humanas. La vida social otorga derechos e impone deberes recíprocos.

Pudiendo el hombre engañarse  en cuanto a la extensión de su derecho, lo que le hará conocer el límite de ese derecho con relación a sí mismo, es reconocer a su semejante en idénticas circunstancias y recíprocamente. Pero, dirán algunos: si cada uno atribuye a sí mismo derechos iguales a los de su semejante,¿ qué vendrá a ser de la subordinación a los superiores? ¿ No será eso la anarquía de todos los poderes?. Los derechos naturales son los mismos para todos los hombres, desde los de condición más humilde hasta los de posición más elevada. Dios no hizo a unos de barro más puro que a los otros, y todos, a Sus ojos, son iguales. Esos derechos son eternos. Los que el hombre estableció perecen con sus instituciones. Además, cada uno se siente bien con su fuerza o su franqueza y sabrá siempre tener una cierta deferencia para con los que lo merezcan por sus virtudes y sabiduría. Es importante acentuar esto, para que los que se juzgan superiores conozcan sus deberes, a fin de merecer esas deferencias. La subordinación no se hallará comprometida, cuando la autoridad fuese concedida a la sabiduría.

El carácter del hombre que practicase la justicia en toda su pureza, sería el del verdadero justo, a ejemplo de Jesús, por cuanto practicaría también el amor al prójimo iy la caridad, sin los cuales no hay verdadera justicia.

Autor: Elio Mollo-

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( Vianna de Carvalho )
       

EFECTOS TRANSFORMADORES EN LOS ADEPTOS AL ESPIRITISMO   

Cuando el ser humano descubre al Espiritismo es tomado de especial alegría de vivir, pasa a comprender las razones lógicas de su existencia, los mecanismos que trabajan por su felicidad y prueba gran euforia emocional.

Cuando el Espiritismo penetra la mente y el sentimiento del ser humano, se le opera una mejor transformación intelecto-moral que le propone radical alteración en el comportamiento, que ansía la conquista de metas elevadas y liberadoras.

Cuando el individuo mantiene los primeros contactos con la Doctrina Espírita se halla ante un mundo maravilloso, rico de bendiciones que pretende disfrutar, permitiéndose fascinarse por las propuestas iluminativas de que es objeto.

Cuando el Espiritismo encuentra abrigo en el individuo, pronto se le despiertan los conceptos de responsabilidad, coraje y fidelidad a la nueva conquista.

No obstante, no todos alteran la conducta convencional a la que se acostumbraron. Después del entusiasmo inicial, sucede el convencionalismo del conocimiento sin la práctica diaria, aguardando recoger conveniencias y soluciones a los problemas aflictivos, sin hacer ningún esfuerzo por la transformación moral.

Sin habituarse al correcto estudio de los postulados espíritas y reflexionando sobre ellos, se detienen en las informaciones exteriores que recogen, no siempre verdaderas, tornándose sólo beneficiarios de los “milagros” que esperan sucederles a partir del momento de su adhesión.

Con el paso del tiempo y la asistencia a las reuniones, se van acomodando al nuevo ritualismo de la participación sin realizaciones edificantes, o se entregan a la parte de la asistencia social tratando de “negociar” con Dios el futuro espiritual por el bien y la caridad que creen realizar.

El conocimiento del Espiritismo de forma natural y consciente despierta los valores ennoblecidos de la responsabilidad y del coraje, indispensables a la existencia dichosa.

Todo conocimiento noble libera el ser humano de la ignorancia, le presenta  la realidad libre de los formalismos y de las ilusiones, en su más hermoso y significativo aspecto, por anhelar la conquista de los valores legítimos que deben ser cultivados.

El hombre libre de la superstición y de los complejos mecanismos de la tradición de la fe impuesta, se redescubre y se regocija por comprender que es el autor de lo que le suceda, a excepción del nacimiento y de la desencarnación, aunque esta, depende mucho de su comportamiento durante la vida física, pudiendo anticiparla o postergarla.

Adquiere la responsabilidad moral por las acciones, ya no se apoya en los “bastones psicológicos” que trasladan a los demás los fracasos que les suceden a ellos  y que dan lugar a sufrimientos y sus inevitables consecuencias.

Comprende que una excelente filosofía no basta para proporcionarle una existencia feliz, sino la experiencia de sus enseñanzas, que se vuelven responsables por lo que le pase en el área de su comportamiento moral.

Es común que tales adeptos precipitados, luego de un tiempo, se presenten decepcionados y tristes, informando que esperaban mucho más del Espiritismo y que se encontraron con personas confusas y perversas, insensatas y desequilibradas en su Movimiento.

De la alegría exagerada de los comienzos, pasan a la crítica contumaz, a la maledicencia, a la exasperación.

A fin de cuentas, tal responsabilidad no pertenece al Espiritismo, sino a aquellos que lo visitan livianamente y no incorporan a su vida espiritual las excepcionales enseñanzas que constituyen la sana doctrina.

Así como esos neófitos no se preocuparon por conseguir la auto iluminación, lo mismo sucede a otros adeptos que le precedieron, acostumbrados al ocio espiritual, a la liviandad religiosa que siempre espera recibir sin ninguna preocupación por aportar.

El Movimiento Espírita no es el Espiritismo. El primero está constituido por buenos y malos individuos, conocedores e ignorantes de las verdades del mundo espiritual, activos u ociosos, que deberían integrarse de cuerpo y alma al servicio de la renovación interior y de la divulgación por el ejemplo. Sin embargo, para ello es necesario el coraje de la fe, esa robustez de ánimo que afronta las dificultades de manera lúcida y clara, sin temor, y con espíritu de acción, para removerles los obstáculos y alcanzar los niveles más elevados de armonía y bienestar.

En muchos, que permanecen en la irresponsabilidad del comportamiento y en la falta de coraje para afrontar las consecuencias de su conversión al Espiritismo, que se demoran en la ambigüedad, en la incertidumbre que no intentan aclarar por recelo a los impositivos de la fidelidad personal a la doctrina, se instalan las justificaciones infantiles para seguir sin cambios, esperando a que los Espíritus realicen las tareas que les corresponden a ellos.

Otros, aún adictos a la conducta de la inutilidad, esperan tener resueltos todos los problemas de salud, de familia o económicos, y se sorprenden cuando son convocados a los fenómenos existenciales de las enfermedades, los desafíos domésticos y financieros, sociales y profesionales, que esperaban que no les sucedieran por su adhesión al Espiritismo…

Solamente la mente insensata puede elaborar conceptos de tal magnitud: basta adherirse a una doctrina feliz para que todo le suceda de modo especial y magnífico desde este momento.

El Espiritismo proporciona la comprensión de factores existenciales, de los compromisos que corresponde a cada uno, del esfuerzo que debe ser empeñado en la construcción del futuro propio. Elucida las situaciones dolorosas, explica sus causas y ofrece los instrumentos para erradicarlos, con la consecuente construcción de los días felices del porvenir.

He ahí porque se impone, luego de su adhesión a sus postulados, a la par de la responsabilidad de la conducta, el coraje para los cambios interiores que deben ocurrir a lo largo del tiempo, con la vigilancia indispensable a la producción de factores elevados para el desarrollo intelecto-moral que aguarda el candidato a sus filas.

Tomando como modelo la conducta de Jesús, el Espiritismo lo regresa sin la mistificación de las fábulas con las que lo envolvieron en el tiempo, real y compañero de todos los momentos, que enseña siempre por el ejemplo que revisten sus palabras.

El espírita sincero, que se vuelve a descubrir a través del conocimiento doctrinario, se transforma en cristiano verdadero, según los modelos establecidos por el Maestro galileo.

No se permite excusas infantiles tras los fracasos, se levanta de sus errores y recomienza las actividades tantas veces le sucedan, tiene el coraje para auto afrontarse, liberándose de los enemigos externos para vencer a aquellos de naturaleza interna, y permaneciendo  siempre dispuesto a servir y amar.

Evocando los mártires del Cristianismo primitivo, enfrenta los valores decadentes de la ética y de la moral, graves problemas sociales y morales, que le exigen sacrificio para una existencia honorable y sin acuerdos con la indignidad, la traición y el futuro ratificado.

Se vuelve más intitulado como portador de comportamiento excéntrico porque tiene el coraje de mantener la vida sana, se mantiene digno en todas las circunstancias, responsable por los pensamientos, palabras, acciones, incomprendido y no pocas veces perseguido en los sitios donde trabaja doctrinariamente a causa de la conducta enfermiza de los acostumbrados a la liviandad y al ocio.

No cabe duda de que la adhesión al Espiritismo impone la consciencia de la responsabilidad y del coraje para transformar en espírita verdadero a aquel que le sienta sublime atracción.

Vianna de Carvalho


(Página psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, el 10 de agosto de 2009, en la ciudad de Rio de Janeiro.)

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  LLAGAS DEL ALMA: EL EGOÍSMO Y EL ORGULLO       





     El egoísmo es una de las llagas del alma que debe ser combatido con toda la energía si deseamos realmente progresar porque este sentimiento inferior se opone al más bello de todos los sentimientos humanos, el AMOR. Y el egoísmo por estar centrado en el individuo y sólo en él, no es capaz de percibir la existencia del otro y, mucho menos, sus necesidades.

    El egoísta, en general, no participa de campañas de ayuda en calamidades como terremotos e inundaciones; no es capaz de donar sangre; no visita orfanatos ni abrigos para viejos; nada siente al ver a los niños abandonados en las calles; en resumen: no le importa nada más que las que se refieren a su comodidad. Esta posición es muy peligrosa. Les voy a contar una historia ejemplar en este caso.

 

      En la Alemania de Hitler, había un hombre que vivía en un barrio de Berlín. Un día, la SS o Policía Nazista estuvo en su calle y llevó de allí a todos los moradores que eran judíos. El hombre habló así, de sí para consigo:  ¿ qé es lo que tengo que ver  con eso? No soy judío. Al día siguiente, la SS volvió y llevó a todos los gitanos de las vecindades. De nuevo el hombre pensó: pero yo no soy gitano, que me importa que lleven de aquí a esta gente. Pasó una semana y los nazis volvieron y llevaron a todos los homosexuales de aquella calle y el hombre continuó con el mismo pensamiento. Un mes después llevaron a los viejos sin que el hombre se importara. Hasta que un día, las SS entró en aquella calle y se lo llevaron a él..

José Carlos Leal.

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             ESTADO VEGETATIVO               


¿ESTÀ CONSCIENTE EL PACIENTE EN ESTADO VEGETATIVO?

 Lo que tradicionalmente se llama estado vegetativo responde en realidad a una expresión despectiva porque se refiere a una "vida de vegetal". Por eso hay algunos profesionales de la medicina que prefieren llamarla como estado de "vigilia sin respuesta". Todo paciente diagnosticado en estado vegetativo recibe inicialmente el llamado Soporte Vital, que se refiere a toda intervención médica, técnica y procedimiento (tratamiento) para prolongar la vida biológica.

Para abordar la situación de personas que han quedado completamente sin movimiento y diagnosticadas clínicamente en estado vegetativo, no se puede obviar la mención de leyes metafísicas que participan en las experiencias sumamente difíciles o dolorosas. Cuando se producen debido a negligencia o actos atrevidos de otros, habría que analizar si es de justicia o POR LEY DE JUSTICIA. Si es por nuestra propia imprudencia lo que nos ocurrió, pues es justo el resultado y solo queda afrontar las consecuencias físicas y metafísicas (espirituales).

En este caso no interviene La Ley de Justicia que es la que IMPONE, porque puede ser justamente lo que merecemos por cometer imprudencias (analícese la leve diferencia entre justicia y LEY DE JUSTICIA).

Pero, si de alguna manera perjudicamos a segundas o terceras personas (esposa, hijos, padres, familia u otros), entonces sí. La Ley de Justicia cobrará como deuda la imprudencia e impondrá lo correspondiente en el momento preciso. Y aunque para algunos o muchos quizás pueda parecer contradictorio, NO ES UN CASTIGO. Es un acto de amor para que escarmentemos, para que no cometamos los mismos yerros (errores) y sì evolucionemos como entes espirituales.

Es evidente que a la fecha los cultivadores de la medicina han avanzado mucho en sus investigaciones, pero no llegan más allá de las funciones cerebrales. A mi entender el cerebro es la computadora del espíritu, porque a través de él sus órdenes cubren todas las partículas fisiológicas del cuerpo humano y dictaminan su accionar a través de la multiplicidad de ramificaciones nerviosas que tenemos.

En los últimos años, algunos médicos han podido observar pacientes que muestran más actividad cerebral que la detectada clínicamente, pero no han penetrado lo que ocurre en la interioridad de estas personas. En el llamado estado vegetativo es obvio que se carece de facultades motrices (movimiento), pero eso no implica QUE NO PIENSEN, QUE NO TENGAN SENSIBILIDAD NI SENTIMIENTOS.

Se asume que han perdido su grado de recepción, de percepción, de consciencia y de conciencia. POR ESO QUIEREN DESCONECTARLOS DE LAS MÀQUINAS (quienes cuentan con esos medios), aunque no estén en el grado clínico de “muerte cerebral”. Y si así fuera, para el caso sería lo mismo.

Cuán equivocados están por esa crasa ignorancia de lo metafísico. EL ESPÌRITU de ese ser, persona o hermano (a), está plenamente consciente. Todo lo ve y todo lo escucha, aunque no tenga ninguna reacción o movimiento físico ni cerebral. Mira y escucha fisiológicamente y si tuviere los ojos cerrados o atrofiados al igual que los oídos, siempre cuenta con la visión y audición espirituales. Estos fenómenos no tienen nada de extraño porque son naturales.

Procure imaginar el lector, la confusión y sufrimiento que experimentan quienes pasan por ese trance al no poder comunicarse, cuando bien quisieran decir o gritar, “¡¡Aquí estoy!! ¡¡Estoy vivo!!; ¡¡Ayúdenme a vivir mi experiencia!!;  ¡¡No retrasen mi progreso porque de todas maneras habré de volver a pasar la misma experiencia!!

Cabe mencionar algo muy importante. El espíritu del paciente cuenta con la opción o recurso de desdoblarse (retirarse del cuerpo) para menguar el sufrimiento físico, pero siempre tiene que retornar a su cuerpo. Lo que quiere decir –reitero- que el llamado estado vegetativo no impide que el susodicho paciente se percate de lo que está ocurriendo en su entorno.

En consecuencia, no está muerto. En primer lugar porque la muerte no existe ni siquiera en lo material, pues todo se transforma como está comprobado científicamente. Entonces, si la materia no muere, menos habrá de morir esa energía inteligente ESPÍRITU, que es la que anima y da calor y vida a los cuerpos.

Mientras no se “corte” el denominado lazo fluidico o corriente electromagnética que lo ata al cuerpo, ese espíritu (siempre unido a su alma) tendría que seguir en ese estado para vivir la experiencia por acción de la Ley de Igualdad, o bien para que escarmiente de sus errores anteriores. Todo POR AMOR y con el fin de promover su necesaria e indispensable evolución espiritual.

Así y solo así, pasando esa prueba y luego de un proceso de letargo natural, podrá marchar tranquilo y satisfecho a su verdadera patria, a la jurisdicción que le corresponde en el espacio sideral.

En otro contexto, se entiende que muy dura y sacrificada es también la experiencia para la familia. Casi seguramente, aunque no se comprenda, será de necesidad su propio escarmiento por el dolor que experimenten y, por la decisión que tomen que quizás eventualmente les atormente.

Y es que cuando no hay legítimo amor o destaca la ignorancia, se buscará la salida más fácil, rápida y cómoda. La famosa Eutanasia autorizada en algunos países, que consiste en provocar el fallecimiento o tránsito de la persona con la desconexión de una máquina o por otro medio.

Decisión tomada por familiares en el supuesto de evitar más sufrimiento a su ser querido, o bien por evitarse su propio sufrimiento y más gastos de inversión.

Como ya quedó asentado, con esa decisión solo se estará retrasando la evolución del considerado “vegetal”, porque indefectiblemente tendrá que volver al mundo tangible o material para cumplirla y así poder decir: PRUEBA SUPERADA.

Se comprende que son situaciones muy difíciles y que esas decisiones quedan escritas en el libro de la vida (Alma individual y Éter).

Todo lo antedicho es para que se discierna y se procese reflexivamente.

 Hugo Neftaly Álvarez

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