lunes, 10 de julio de 2023

La Mentira y la Verdad

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Adoración externa

2.-La avaricia, un pecado capital (1 de 2)

3.- Reencarnación, terapia eficaz contra el sufrimiento

4.- La mentira y la verdad


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                 ADORACIÓN EXTERNA

653 – ¿Necesita la adoración de manifestaciones externas?
– La verdadera adoración está en el corazón. En todas vuestras acciones, imaginad siempre que el Señor os observa.

– ¿La adoración externa es útil?
– Sí, si no es una vana simulación. Siempre es útil para dar un buen ejemplo; pero los que sólo la hacen por afectación y amor propio y cuya conducta desmiente la piedad aparente, dan más bien mal ejemplo que bueno y causan más mal del que piensan.

654 – ¿Da preferencia Dios a los que le adoran de tal o de cual manera?
– Dios prefiere a los que le adoran desde el fondo del corazón, con sinceridad, haciendo el bien y evitando el mal, a aquellos que creen honrarlo por medio de ceremonias que no los hacen mejores para con sus semejantes.
Todos los hombres son hermanos e hijos de Dios y llama a sí a todos los que siguen sus leyes, cualquiera que sea la forma en que las expresen.
El que sólo tiene apariencias de piedad es un hipócrita y aquel cuya adoración no pasa de ser afectada y está en contradicción con su conducta, da mal ejemplo.
El que hace profesión de adorar a Cristo y es orgulloso, envidioso, celoso, que es duro e implacable con los otros, o ambicioso de los bienes de este mundo, os aseguro que la religión está en los labios y no en el corazón. Dios que todo lo ve, dirá: éste que conoció la verdad es cien veces más culpable del mal que hace, que el salvaje ignorante del desierto, y así será tratado en el día del juicio. Si un ciego al pasar os tropieza, disculpáis; si es un hombre que ve
claramente, os quejaréis y con razón.
No preguntéis, pues, si existe una forma de adoración más conveniente que otra, porque eso sería lo mismo que preguntar si es más agradable a Dios ser adorado en un idioma que en otro. Vuelvo a deciros, que sólo por la puerta del corazón se elevan hasta él los cánticos.

655 – ¿Es, pues, censurable practicar una religión en la que no se cree en el fondo del alma, cuando se hace eso por respeto humano y para no escandalizar a los que piensan de otra forma?
– En esta como en muchas otras cosas, la regla es la intención.
El que no tiene otra mira que respetar las creencias ajenas, no hace mal, y procede mejor que el que las ridiculice, porque éste no sería caritativo; pero el que las practica por interés y ambición es despreciable a los ojos de Dios y de los hombres. No pueden ser agradables aquellos que sólo aparentan humillarse ante él para captarse la aprobación de los hombres.

656 – ¿La adoración colectiva es preferible a la adoración individual?
– Los hombres reunidos por la comunión de pensamientos y de sentimientos tienen más fuerza para atraer a los buenos Espíritus. Lo mismo sucede cuando se reúnen para adorar a Dios. Mas no creáis por esto que la adoración particular sea menos buena porque cada uno puede adorar a Dios pensando en él.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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LA AVARICIA   UN PECADO CAPITAL ( 1 de 2)

Mercedes Cruz Reyes                                    


 Delante del Cosmos exuberante y generoso, con infinitas posibilidades de progreso y de engrandecimiento de valores, el ser humano solamente se manifiesta con mezquindad y avaricia, porque está preocupado por la posesión efímera, que  le parece ser la que le garantiza la perennidad de la vida y le dará seguridad existencia.

La avaricia es una fuerza, casi incoercible porque es ancestral, afirmada en el ego,  que responde por los conflictos sociales  y económicos, políticos y psicológicos, que arrastra a muchas personas  a la desesperación, esclavizando los sentimientos y las aspiraciones  por la posesión, que se expande en el área de la afectividad como herencia patriarcal considerando   que todo lo que se encuentra a su alrededor es de su propiedad. En este sentido, la familia, los amigos, los objetos son siempre suyos, sin que a su vez, se permita donar a los otros.

Jesús cuando fue procurado  por un hombre que Le pide  que recomiende a su hermano para que comparta con él la herencia que era motivo de litigio entre los dos, el Maestro le respondió: “Tened el cuidado de preservaros de toda avaricia, por cuanto, sea cual sea la abundancia en la que el hombre se encuentre, su vida no depende de los bienes que posee.

Para tornar inolvidable la lección, narro entonces la parábola del rico que era dueño de tierras, y estaba empeñado en ampliar su fortuna  hasta el exceso,  y cuando ya no tenía lugar para almacenar más bienes, se propuso dormir y gozar,  y disfrutar de todo lo que le pertenecía, sin saber que aquella noche el Señor de la Vida tomaría su alma...

La avaricia es el afán excesivo de poseer y de adquirir riquezas para atesorarlas o la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones.

La avaricia es uno de los pecados capitales, está prohibida por el noveno y décimo mandamiento.

“La avaricia (del latín "avarus", "codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de vivir para eso”.

Dice Santo Tomás: Cuando el amor desordenado de sí mismo se convierte en deseo de los ojos, la avaricia no puede ser retenida. El hombre quiere poseerlo todo para tener la impresión de que se pertenece a sí mismo de una manera absoluta. La avaricia es un pecado contra la caridad y la justicia. Es la raíz de muchas otras actitudes: perfidia, fraude, perjurio, endurecimiento del corazón.

El instinto de conservación, se manifiesta en esa perversión que no hace más que exagerar el instinto de economía y ahorro.

La avaricia sobrepasa la precaución y la prudencia; es un vicio espiritual, puesto que ha dado lugar a la precaución de la precaución, y ambiciona no carecer de nada. La avaricia es la enfermedad del ahorro. A veces, este pecado es considerado como una virtud en razón de la modestia de vida del avaro y de su lógica ante el porvenir.

Teólogos y científicos han observado la psicología del avaro y han comprendido la perversión moral y psicológica de tal hombre. El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Como menos de lo necesario, pierde horas de sueño (para velar su fortuna), vive en la obsesión del robo o del incendio.

El Evangelio (Mt, 6,24) dice “Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero”

He oído decir que una persona dominada por la avaricia  raramente es consciente de serlo, sin embargo esa ansiedad de tenerlo todo, ese apego fuerte y egoísta a los bienes materiales, lo hace una persona destacable en su forma de ser en el sentido contrario a los valores morales  del hombre de bien.

Para el avaro, su fin es juntar, acaparar, y es amigo de la conveniencia personal, y a pesar de que conviven a nuestro lado, nunca son amigos de alguien por amor.

La avaricia es un deseo enfermizo, de cualquier cosa, no solo de dinero, y es el acopio del egoísmo, y está ausente total de la bondad y generosidad, y se niega a participar en las necesidades del prójimo.

El amado Maestro, no era juez, no imponía la ley, la vivía y la sufría, enseñando sumisión a los códigos, aun cuando eran injustos, con  el objetivo de estimular a cada ser  a ascender a los niveles superiores del pensamiento y de la conciencia, liberándose de cualquier permanencia en el egoísmo o en la inferioridad competitiva existente en los peldaños inferiores  de la transitoriedad carnal.

En la Buena Nueva la riqueza asumió una postura relevante, porque realmente los ricos no son los poseedores de cosas, productos de la ambición, sino aquellos que se convirtieron  pobres de espíritu., por la avaricia en su corazón, de pasiones inferiores, de angustias, enriqueciéndose en el reino de los Cielos que se inicia en la Tierra, con los dones de la renuncia, de la abnegación, del amor  que se engrandece hasta alcanzar la postura de la caridad.

Aunque la riqueza del mundo aumenta, la pobreza prolifera por doquier. Y si esto puede observarse en un país determinado, es incluso más espectacular entre diferentes países. Como que la tónica del mundo continúa siendo siempre: los pobres, más pobres y los ricos, más ricos.

Mahatma Gandhi lo decía: “En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”

La avaricia, considerada un pecado capital, es definida como el afán desordenado de poseer riquezas, para atesorarlas. Lleva aparejada a ella la codicia: que es un apetito desordenado de riquezas. En ambos, el apetito desordenado y excesivo de riquezas, capaz de realizar las acciones más viles, la señala como nocivas; aunque el avaro va más allá, lo hace para atesorarlas.

“Dice el Señor en el Evangelio: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío (Lc 14,33

Decía Mahatma Gandhi; En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.

Le decimos avaro a ese que no gasta en lo que debe, ni siquiera gasta tiempo en pensar en lo que debe, ni cuánto  debe, pero si siempre está pensado que le faltan muchas cosas.

El avaro nunca duerme con los dos ojos cerrados, siempre piensa que mientras duerme le quitaran lo que tiene, está pendiente en sus sueños de su caja de caudales, y cuando despierta lo atrapa el temor de haber perdido su tesoro.

Dice Platón de los avaros; “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”

Lo triste es que los hombre ricos y avarientos, nos guardan para los años de pocos recursos, tampoco lo hacen para dar a sus parientes y amigos cuando estos no tienen.

El avaro además, si presta es usurero, es así como mucha gente se ha empobrecido más con lo que le presta el avaro que con cualquier otra cosa.

Pero por lo general, el avaro casi nunca presta, porque Le decimos avaro a ese que no gasta en lo que debe, ni siquiera gasta tiempo en pensar en lo que debe, ni cuánto  debe, pero si siempre está pensado que le faltan muchas cosas.

El avaro nunca duerme con los dos ojos cerrados, siempre piensa que mientras duerme le quitaran lo que tiene, está pendiente en sus sueños de su caja de caudales, y cuando despierta lo atrapa el temor de haber perdido su tesoro.

Dice Platón de los avaros; “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”

...//...  ( Continúa y finaliza en la siguiente publicación )

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REENCARNACIÓN TERAPIA EFICAZ PARA EL SUFRIMIENTO

                                                                                           


Jesús aseveró la necesidad de “nacer de nuevo”, a fin de que se paguen  todas las deudas, moneda a moneda, hasta que el deudor- al encontrarse liberado – alcance  el reino de los cielos, el cual implantará en su propia conciencia a través del auto purificación.

En las fajas experimentales de la evolución, las dimensiones del tiempo y del espacio constituyen límites, a fin de demarcar niveles y situaciones para la mente. Sin embargo, a medida que el Espíritu progresa, tales conceptos  se amplían, y el adquiere incalculables percepciones  de  infinito y eternidad, al superar las líneas que necesita  localizar y localizarse.

A través de los impositivos reencarnatorios, todo ultraje  que se comete se ha de rescatar, aunque no necesariamente en una reencarnación  inmediata o muy próxima, después del gravamen cometido, pero nadie engañará a la Justicia.

Los sufrimientos  del pasado nos afligen de tal manera, que muchas veces el bálsamo de las incontables alegrías no consiguen cicatrizarnos  definitivamente las innumerables heridas, que todavía supuran…  es necesario olvidar para perdonar  mejor, arrojando en el olvido el yugo del resentimiento y de las reminiscencias amargas. El mal que muchas veces nos pretenden hacer resulta un bien inestimable, a pesar de los incalculables sufrimientos.

En ocasiones  no es el resentimiento ni los rencores,  ya que el tiempo a lo mejor ha secado nuestras lágrimas; pero  no ha podido apagar los tristes recuerdos que sofocó, evitando así nuestras tristezas.

Al ignorar las sutiles  facultades de la intuición, de la premonición y las leyes de la reencarnación en que están basados todos los acontecimientos  de la vida física, el devoto suele mantener  como recurso pura y simplemente  el argumento de la fe, sin los recursos más amplios  para poder estructurar el consuelo  con que   sostenernos en el aturdimiento.

Los hombres débiles, que apenas son fuertes en la brutalidad, no saben luchar ni son capaces de examinar  las circunstancias o dignidades. Solamente pueden tomar y agredir… Es por eso que su fuerza  es su debilidad.

En una  encarnación adquirimos determinada expresión de victoria,  a pesar de las equivocaciones que se perpetre. Al ser sumadas las realizaciones dignificantes  y sustraídas las deudas, el saldo de las conquistas personales se transfiere, ya sea positivo o no.

De una para otra existencia se trasladan las realizaciones, los problemas, las adquisiciones y las pérdidas que oportunamente aparecen  cuando las circunstancias se hacen favorables; ; de ahí viene el adagio que dice: “Dios no da a nadie un fardo  superior  al de sus propias fuerzas”.

Como consecuencia, la calidad de vida resulta  de las múltiples operaciones  que el ser se impone  al caer ahora  y al levantarse después, manteniendo siempre un saldo  que lo favorece o no con recursos para la redención final.

Los que menosprecian  los valores éticos, en su insania, son incapaces de medir sentimientos y de caracterizar actitudes en toda su magnitud. Disculparse significa para ellos una humillación, como una credencial para acceder  a nuevos desatinos, a los que se vinculan persistentemente.  La distancia que existe entre una agresión y una explosión de generosidad es apenas una circunstancia de emotividad. Sin la sensatez necesaria, damos a los hechos la interpretación que nos conviene.

 En la estela de las vidas sucesivas continúan las tramas de la evolución con sus enérgicas advertencias.

En cada primavera de bendiciones vuelven a florecer, sobre los charcos de las pasiones, los lirios de la paz, cuyas verdes ramas simbolizan la esperanza que nunca nos debe faltar, aun cuando todo parezca  abismo y lodo bajo nuestros pies. En esas primaveras de misericordia, también vuelven a florecer los corazones.

A través de las benditas pruebas y de las expiaciones libertadoras, la Sabiduría Divina nos conduce al compromiso de ascender y progresar  en las dimensiones de la Inmortalidad.

Si ayer los sectarismos religiosos incentivaron  el materialismo,  hoy el cientifismo debilita al hombre  que lo elaboró, castigando su presunción.  En esta hora, la Doctrina Espirita  eleva al ser atormentado en dirección a los astros, liberándolo del charco en el que se detiene  por un impositivo de su propia insania y finalmente lo hace feliz.

Miremos al horizonte y procuremos ver más allá de las estrellas fugaces, que son como un resplandor de las bellezas siderales que todos alcanzaremos cuando hayamos conseguido la sublime ascensión.

Trabajo realizado por Merchita

Extraído del libro “Sublime Ascensión” de Divaldo Pereira Franco


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                      La mentira y la verdad 

Muchas personas acostumbran a mentir, a disfrazar la vida, y viven sujetas a esa dinámica que las hace ser detestadas ya que en ellas no se puede confiar, desconfías de todo lo que dicen y cuando manifiestan algo que es verdad no las crees. La mentira debe ser rechazada bajo cualquier forma en que ella se presente, frente a los prejuicios morales que provoca, conduciendo a la maledicencia, a la calumnia y a todo un séquito de terribles distonías y éticas en el comportamiento social. 

El mentiroso es alguien enfermo, sin duda, no obstante provoca desprecio, en razón de la forma de proceder tornando su palabra desacreditada aun cuando se expresa correctamente, lo que no siempre acontece. De tal forma se le hace natural alterar el contenido o la presentación de los hechos, que los revela de forma irreal, esperando manipular a las personas a través de ese innoble ardid. 

Las raíces de la mentira están en el hogar mal formado, inestable, donde la inseguridad es sustituida por la compra de los valores que la fantasía disfraza. Además de ese factor, los conflictos de la personalidad inducen al comportamiento de la fantasía, en fuga neurótica de la realidad que se constituye en el paciente, un verdadero fardo que no le agrada afrontar. Las cosas y los acontecimientos para el, deben ser coloridos y siempre buenos. De este modo, cuando no ocurre, lo que es normal, se le presenta aterrador, pareciendo amenazar su paz y llevándolo al mecanismo de la falsificación del suceso. 

Se les torna tan habitual el fenómeno de la distorsión de los hechos, que creó la imagen de la llamada mentira piadosa, la de carácter suave, que no perjudica, por lo menos intencionalmente y evita situaciones que se podrían convertir en desagradables en el caso que fuese dicha la verdad. La cara de la verdad es transparente y nunca debe ser ocultada. Casi siempre en el hombre, hay una reacción psicológica contra la verdad. Siempre desea escuchar, empero, como se afirma popularmente dorando la píldora, esto es, escamoteándola. 

No se debe usar como un látigo, es una forma neurótica de actuar, de imponer la verdad hiriendo y de esa manera, sintiéndose triunfante en un mecanismo perturbador de falsa superioridad moral. Todo aquel que así procede es portador de un grave complejo, de inferioridad inconsciente, que se exhibe como autoridad y fiscal de la fragilidad humana. 

La verdad debe ser suministrada con naturalidad, suavemente, sin alarde, sin imposición, pero también sin ser falseada, sin perder la fuerza de su contenido. El mentiroso se disculpa, incidiendo en el error y acusando a las demás personas que parecen no entenderlo, huyendo a la responsabilidad de sus informaciones alteradas. Una disciplina y rígida vigilancia en el arte de hablar, procurando repetir lo que oyó como escucho, lo que vio conforme ocurrió, evitando traducir lo que piensa en torno del asunto que no corresponde a la legitimidad del hecho, son de vital importancia para el encuentro de la realidad. 
La terapia de la buena lectura, de los hábitos saludables en el campo moral, sin sentimentalismo ni autocompasión produce un resultado relevante y reajusta al individuo en la armonía entre lo que piensa, ve, oye y habla. Por tanto, no hay necesidad de mentir y cuando eso ocurre, se presenta un disturbio del comportamiento que precisa ser corregido. La conducta saludable, según la filosofía budista establece para bien proceder: pensar correctamente, hablar correctamente, actuar correctamente…. 

En el pensamiento, tiene lugar el planeamiento de todo, hay que hablar con corrección y pensar con corrección, para poder actuar correctamente. Por eso, la vida familiar, debe ser un lugar de seguridad emocional, de realización total y no el reducto donde se van a descargar el mal humor y las tensiones de lo cotidiano. 

La verdad nos hace libres, procuremos ser expositores de esa virtud, para que siempre la espontaneidad nos permita ser naturales y claros, sin temor a poder equivocarnos y sorprendamos en nuestros amigos con una conducta equivocada, perdiendo la confianza de aquellos que conviven a nuestro lado. 

Extraído del libro “Vida Desafíos y Soluciones” 
Divaldo Pereira Franco. 


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