INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El milagro que el Espiritismo puede y debe aceptar
2.- Farsantes y explotadores
3.- La Luz de la Verdad
4.- La crueldad en algunos seres humanos, ¿Por qué?
5- ¿Los médiums comunican siempre en estado de trance?
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EL MILAGRO QUE EL ESPIRITISMO PUEDE Y DEBE REALIZAR
Cuando consideramos el estado actual de la sociedad, somos inducidos a reconocer que su transformación sería un verdadero milagro. ¡Pues bien! Es el milagro que el espiritismo puede y debe realizar -porque está entre los designios de Dios- mediante su consigna: Fuera de la caridad no hay salvación. Si la sociedad adopta esta máxima como emblema, y adecua su conducta a ella -en lugar de esa otra que tiene plena vigencia en estos días: La caridad bien entendida empieza por casa-, todo se modificará. Lo importante es lograr que esa nueva máxima sea aceptada.
Bien sabéis, señores, que el vocablo caridad tiene un significado muy amplio. Existe la caridad de pensamientos, de palabras y de acciones. Caridad no es únicamente limosna. Se es caritativo, en pensamientos, mediante la indulgencia para con las faltas del prójimo; en palabras, cuando no se dice algo que podría ser perjudicial para los demás; y en acciones, cuando se asiste al prójimo con todas las fuerzas. El indigente que comparte su mendrugo con un compañero más necesitado que él, es más caritativo y tiene mayor mérito a los ojos de Dios que aquel que da de lo superfluo y no se priva de nada. La persona que alimente contra su prójimo sentimientos de odio, de animosidad, de envidia, de rencor, estará faltando a la caridad. La caridad es la antítesis del egoísmo; la primera es la abnegación de la personalidad, y el segundo es la exaltación de la personalidad. Dice la caridad: Para ti en primer lugar, para mí después; dice el egoísmo: Para mí primero, para ti si sobrara. La caridad está por completo en estas palabras del Cristo: Haced a los otros lo que quisierais que ellos os hiciesen. En una palabra, se aplica sin excepción a todas las relaciones sociales. Debemos admitir que si todos los miembros de una sociedad procedieran según ese principio, habría menos decepciones en la vida. Cuando dos hombres están reunidos contraen, por eso mismo, deberes recíprocos; si desean vivir en paz, están obligados a dispensarse mutuas concesiones. Esos deberes aumentan a medida que lo hace la cantidad de individuos. Las aglomeraciones forman un todo colectivo, que tiene también sus obligaciones respectivas. Existen, pues, además de las relaciones de un individuo con otro, las de una ciudad con otra ciudad, las de una provincia con otra provincia, las de un país con otro país. Esas relaciones pueden obedecer a dos motivos, que son la negación el uno del otro: el egoísmo y la caridad, pues hay también un egoísmo nacional. Junto con el egoísmo prevalece el interés personal: cada uno vive para sí; en el semejante vemos apenas a un antagonista, a un rival que puede competir con nosotros, que puede explotarnos -o al que podemos explotar-, y que hará lo posible para llegar antes que nosotros. Así, la victoria es para el más astuto, y la sociedad -da pena decirlo- muchas veces consagra esa victoria, lo que hace que aquella se divida en dos clases principales: la de los explotadores y la de los explotados. De ahí resulta un perpetuo antagonismo, que convierte a la vida en un tormento, en un verdadero infierno. Sustituid el egoísmo por la caridad, y todo cambiará: nadie tratará de hacer daño a su vecino; los odios y los celos se extinguirán por falta de sustento, y los hombres vivirán en paz, ayudándose mutuamente en lugar de agredirse. Cuando la caridad reemplace al egoísmo, las instituciones sociales estarán fundamentadas en el principio de la solidaridad y de la reciprocidad; entonces, el fuerte protegerá al débil, en vez de explotarlo.
ALLAN KARDEC (Viaje espírita en 1862)
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FARSANTES Y EXPLOTADORES
Como acontece en todo nuevo movimiento ideológico, filosófico o científico que ve la luz, la doctrina de los espíritus codificada por Kardec no estuvo exenta de los peligros de aquellos que quisieron servirse y aprovecharse de ella para su propio lucro. Los farsantes y explotadores de todas las épocas han sabido muy bien utilizar la ignorancia de la gente de bien para sus propios fines espurios.
Y aquí también Kardec tuvo que desmontar y descubrir públicamente a aquellos que decían realizar prodigios en nombre del Espiritismo y a aquellos otros que abusaban de supuestas “facultades milagrosas” para engañar y sacar un beneficio, económico o de cualquier tipo. Uno de los principios de la filosofía espírita es negar la existencia de los “milagros”. Estos no pueden existir, pues sería contravenir la Ley Natural que Dios mismo ha creado, algo incoherente con la naturaleza perfecta del Creador ni de la perfección de sus leyes inmutables como Él mismo.
“En los tiempos de la ignorancia, todos los efectos cuya causa no se conocía eran calificados como sobrenaturales. Los descubrimientos de la ciencia han limitado sucesivamente el círculo de lo maravilloso; el conocimiento de la ley que rige las relaciones del mundo visible y del mundo invisible, ley completamente natural, viene a reducirlo a nada. Por lo tanto, aquellos que acusan al Espiritismo de resucitar lo maravilloso prueban, por eso mismo, que hablan de algo que no conocen”. Allán Kardec – Revista Espírita – Abril – 1864.
Desconocer las causas que producen determinados fenómenos, y más en concreto aquellos relacionados con la Mediumnidad, no significa que estas no existan y que, por ello mismo, tengan un carácter “milagroso” los fenómenos que de ella se derivan. Nada más lejos de la realidad: aquí es donde aparece con exactitud el carácter científico del espiritismo, al observar y experimentar los fenómenos, ofreciendo una respuesta lógica, coherente, basada en el razonamiento y la argumentación científico-filosófica que deriva de la ley que rige las relaciones del mundo visible e invisible.
A ello contribuyeron, en mucho, las explicaciones y respuestas que los espíritus ofrecieron a Kardec a través de las múltiples preguntas y cuestiones que él les formulaba cuando, por sí mismo, no obtenía respuestas sólidas o evidencias científicas en relación a los métodos mensurables de experimentación y comprobación de los que se disponía en el siglo XIX.
Por todo esto, siendo la filosofía espírita eminentemente racional, lógica y científica, Kardec poseía los argumentos para rebatir y desmontar las falsedades, incoherencias y fraudes que los farsantes usaban en distintos espectáculos públicos, haciendo ver al público ingenuo que poseían facultades médiumnicas extraordinarias que no eran tales.
Las denuncias se sucedían en el tiempo, y eran publicadas en la “Revue Espirite”, unas veces para desenmascarar a los falsos médiums que obtenían lucros y beneficios de esos espectáculos y otras para responder a aquellos que, instrumentalizando esas prácticas, usaban las informaciones para identificarlas con el Espiritismo y dañar la reputación de la nueva doctrina. En ambos casos, con total rotundidad, claridad y firmeza, Kardec desmontaba uno por uno los argumentos de los farsantes y explotadores bajo la lógica y la luz que los argumentos filosóficos de los espíritus habían dado al codificador.
Ponía por delante el carácter altruista, cristiano y solidario del Espiritismo, y especialmente su máxima “fuera de la caridad no hay salvación”, para resaltar con ello que toda práctica realizada en nombre del Espiritismo debe tener como premisa la gratuidad de la misma y ejercerla con profundo sentimiento de practicar el bien y la caridad con el prójimo. Como en la frase que detallamos a continuación, incluida en una carta como contestación a las críticas vertidas por la Iglesia hacia aquellas ideologías que se autodenominaban cristianas y que no eran católicas, donde resalta la característica principal de “la moral espírita”:
“Si consideramos la moral enseñada por los espíritus superiores, veremos que toda ella es evangélica; baste decir que predica la caridad cristiana en toda su sublimidad”.
Fue especialmente beligerante, con fina ironía pero sin faltar al respeto nunca a nadie, con aquellos que, denominándose espiritistas, lejos de favorecer con su práctica mediúmnica la divulgación honesta y clara de la doctrina, usaban esta denominación para aprovecharse económicamente, engañando a incautos y obteniendo con ello favores o réditos económicos o sociales.
El daño que hacían estos farsantes y explotadores del fenómeno mediúmnico, la mixtificación y el ilusionismo al autodenominarse algunos de ellos como poseedores de “dones extraordinarios”, fue revertido por Kardec con maestría y genialidad, pues puso notable interés en denunciar esas prácticas para “aclarar lo que NO es Espiritismo”. Con lo cual, de un mal para la propagación de la doctrina de los espíritus se obtuvo un bien mayor, al poner frente al espejo las prácticas que nada tenían que ver con la lúcida, esclarecedora y consoladora doctrina que los espíritus superiores acababan de traer a la Tierra por intermedio de Kardec.
Como ejemplo tenemos un artículo publicado en la “Revista Espírita” en Abril de 1859 bajo el título “Fraudes Espíritas”, donde Kardec alertaba de los trucos realizados por los farsantes y de los sistemas que empleaban para lograr sonidos inexplicables que eran atribuídos a los espíritus. Eran los famosos golpes atribuidos a los “espíritus batidores” que Kardec desmentía al afirmar que, mediante el sistema explicado, era posible producir cuantos golpes, sonidos o ruidos se quisiese y dar respuestas de “sí” o “no”, o indicar letras del alfabeto.
Con ello, Kardec quiso prevenir a las personas sin experiencia o demasiado crédulas. Y terminaba afirmando con ironía que las causas inteligentes que él había comprobado en las “mesas parlantes” estaría ahora dentro de los cuerpos de los “supuestos médiums”, y no fuera de ellos ni en ninguna otra dimensión.
Y al respecto de aquellos que utilizaban estas noticias para ensuciar la imagen del Espiritismo y hacer de ello una “comedia espírita” (según un artículo de la época) Kardec les invitaba a estudiar la doctrina y a no opinar de ella sin conocerla, a fin de poder discernir por sí mismos lo que es de lo que no es espiritismo. Yendo más lejos todavía, Kardec explicaba en estos casos la falibilidad de los espíritus, o dicho de otra forma, que por el hecho de no tener cuerpo no estaban investidos de sabiduría ni de ciencia absoluta, siendo tan ignorantes ahora como cuando estaban encarnados, como ocurría a menudo con los espíritus frívolos e ignorantes cuyas comunicaciones no podían ser de otro orden que las correspondientes a su condición intelectual y moral. A este respecto afirmaba:
“Es probable que aquellos que dicen cosas ridículas como espíritus, las dijeran todavía más ridículas cuando estaban entre nosotros con un cuerpo físico. Es por esto mismo que no aceptamos nada ciegamente, ni lo que viene de parte de ellos ni lo que viene de parte de los hombres encarnados”
El desafío de Kardec para rebatir y colocar la realidad de la filosofía espírita en su auténtico propósito y sentido fue extraordinario; a ello dedicó gran parte de sus energías, sus esfuerzos y sus preocupaciones.
Advertido con antelación de los obstáculos y dificultades que debería de afrontar, se preparó para ello, pero era tanto el trabajo a realizar y los esfuerzos a considerar que intentó cubrir con enorme integridad y sin escatimar nada en beneficio de la pureza de la doctrina de los espíritus, para que nadie manchara la luz que esta había proyectado para la humanidad. Con ello consiguió al mismo tiempo presentarla en su total expresión como la clave de mayor consuelo para el hombre y el recurso más extraordinario para la redención y reforma moral de la sociedad.
Antonio Lledó Flor - Amor, Paz y Caridad.
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Sólo los seres humanos somos capaces de realizar actos crueles. La crueldad no existe en el reino animal. Los animales pueden llegar a ser muy agresivos pero jamás crueles, jamás se tornan agresivos con la única intención de dañar al otro.
La crueldad física es más fácilmente identificable que la psicológica. Las torturas corporales a las que son sometidos los prisioneros en ciertas cárceles son un claro ejemplo de esta. Las evidencias de la crueldad física quedan grabadas en el cuerpo, son verificables e imposibles de negar.
Sin embargo, la crueldad psicológica, a pesar de todas las huellas que deja en el psiquismo, resulta más difícil de reconocer. Suele ir acompañada de potentes mecanismos psicológicos de negación que hacen que sea muy difícil para la víctima darse cuenta de que ha sido objeto de actos crueles. Esto explica el hecho, muchas veces observado, de que las víctimas de estos actos los sufran de forma recurrente sin tener una clara conciencia de estos. La negación es tan poderosa que en muchos casos bloquea el psiquismo de tal forma que después de cierto tiempo la víctima no reacciona, pierde el instinto propio de defensa y hasta la inteligencia.
El acto cruel tiene lugar entre dos personas: víctima y victimario. Se realiza sin testigos y si los hay suelen ser cómplices silenciosos de la crueldad. La víctima suele quedar atrapada en la crueldad del otro, sin poder salir de ella, sin escapatoria y sin testigos que la denuncien. Se vuelve un objeto pasivo incapaz de pensar acerca de lo que le pasa e incapaz de protegerse.
El victimario no elige sus víctimas al azar. En la mayoría de los casos pertenecen a su entorno más cercano. La intencionalidad del acto cruel es la de dañar al otro sin piedad. Todos los seres humanos tienen la potencialidad de ser crueles, es una cuestión de conveniencia, intencionalidad, y de oportunismo ejercerla o no. El cruel ignora los valores éticos que rigen los vínculos entre las personas y ejerce su crueldad sin culpa, el sufrimiento de su víctima le produce indiferencia o satisfacción.
- Reynaldo Inocente Formoso-
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¿Los médiums comunican siempre en estado de “trance”?
que posean, esta se manifiesta en ellos de diferentes modos según su intensidad.
Es de resaltar que la forma de comunicación entre el espíritu manifestante y el médium,
no es de mente a mente como sucede entre personas que desarrollan la telepatía,
sino de periespíritu a periespíritu, entre los que se establece una sintonía vibratoria
que les permite “acoplarse” con más o menos intensidad en el organismo físico
del médium.
A
veces la mediumnidad se manifiesta como la irradiación de una energía desde el
médium a su alrededor, capaz de mover cosas, de materializar y desmaterializar
objetos, etc.
En cuanto a los comunicados
mediúmnicos en general, pueden serlo de
modo Consciente, en la cual el médium sabe lo que se dice o lo que se
hace por medio de él, mientras permanece
relajado con su mente funcionando en ondas alfa y a veces hasta medio adormecida pero muy
consciente de todo. En esta
modalidad el trance mediúmnico
es superficial y al terminar la
manifestación, el médium
recuerda todos los
detalles de lo que ha transmitido.
Muchas veces esta
clase de mediumnidad
hace
sufrir al médium
por causarle cierta
inseguridad sobre el auténtico origen de sus comunicados.
En
los casos auténticos, las
ideas de fondo
no son las del
médium, aunque si
lo son las
expresiones verbales que
utiliza para manifestarlas.
Las
dos formas típicas de la mediumnidad consciente
son la Inspiración y la Intuición. Por la
inspiración los seres espirituales comunicantes, hacen recordar alguna cosa
conveniente en ese momento entre los archivos mentales del médium, y por la
Intuición, comunican ideas nuevas ajenas a los conocimientos conscientes o
inconscientes del médium.
La
mediumnidad también se puede
manifestar en un grado más profundo, llevando al médium a un estado de
trance leve, del modo
llamado Semi- inconsciente, en
la que el
médium se da
cuenta solamente de parte de lo
sucedido, acordándose al final de solo algunos aspectos de
lo acontecido durante la comunicación. Aquí la mente del médium interfiere poco en los
mensajes, causando solo alguna leve
distorsión en los mismos.
Por último la Inconsciente, en la que el estado de trance es profundo, tanto si es la mediumnidad parlante o la escribiente, mientras el espíritu manifestante domina los centros nerviosos del médium. Se le ha llamado también mediumnidad de Incorporación; en esta clase de trance el espíritu del médium se aparta momentáneamente de su organismo físico, del mismo modo que cuando duerme en sueño profundo. Esta forma de manifestación es en la que menos interferencias del médium puede sufrir la comunicación, por lo que sus mensajes suelen ser los más genuinos de los Seres espirituales que se manifiestan por ella.
- Jose Luis Martín-
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