La doctrina espírita es la enseñanza de los espíritus, contenida en la revelación espírita, coordinada por Allan Kardec, destacado pedagogo francés que habiéndose encontrado con el fenómeno mediúmnico entrevió en él la profundidad que contenía, que iba mas allá de la mera comprobación de la existencia de los espíritus, y se dedicó a recopilar las comunicaciones de los espíritus sobre diversas cuestiones. A partir de ahí recogió comunicaciones de distintos y numerosos médiums, de diferentes lugares, ajenos unos de otros; de la concordancia de las respuestas de los espíritus surge esta doctrina, contenida en la codificación espírita, en lo que se conoce como el Pentateuco Kardeciano, formado por los 5 libros básicos, que son el compendio de las respuestas de los espíritus.- Juan Carlos Mariani-
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BENDICIONES Y MALDICIONES
557 – ¿La bendición y la maldición pueden atraer el bien o el mal sobre aquéllos a quienes les son lanzadas?
– Dios no escucha la maldición injusta, y el que la pronuncia es culpable ante sus ojos. Como tenemos dos genios opuestos, el bien y el mal, puede existir una influencia momentánea, hasta en la materia; pero esa influencia no ocurre sino por la voluntad de Dios y como añadidura de prueba para aquel que es objeto de ella. Por lo demás, a quien se maldice con frecuencia es a los malvados y a quien se bendice es a los buenos. La bendición y la maldición no pueden nunca desviar a la Providencia del camino de la justicia; ni alcanza al maldecido sino cuando es malo y su protección sólo cubre al que la merece.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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PLATICANDO SOBRE EL ALMA
Si los comienzos del Espiritismo han sido difíciles, si su marcha fue lenta y sembrada de obstáculos, desde hace algunos años ya conquistó el derecho de ciudadanía.. Se ha convertido en una verdadera ciencia, al mismo tiempo que en un cuerpo de doctrina, una filosofía general de la vida y del destino basada sobre un conjunto imponente de pruebas experimentales a las cuales vienen a sumarse cada día hechos nuevos.
Esta ciencia, esta doctrina nos demuestra con evidencia la realidad de un mundo invisible e inconmensurable poblado de seres vivos que, hasta ahora, habían escapado a nuestros sentidos. He aquí que nuevos horizontes se abren y las perspectivas de nuestro destino se ensanchan. Nosotros mismos pertenecemos por una parte de nuestro Ser -la más importante- a ese mundo invisible que se revela cada día más a los observadores atentos.
Los casos telepáticos, los fenómenos de desdoblamiento, de exteriorización de los vivos, las apariciones a distancia tantas veces relatadas por Myers, Flammarion, Richet, los doctores Dariex, Maxwell, etc, son su demostración experimental. Las actas de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres, son ricas en hechos de esta clase.
Los espíritas creen que esta parte invisible e imponderable de nuestro Ser -asiento inalterable de nuestras facultades, de nuestro yo consciente, en una palabra, de lo que los creyentes de todas las religiones han llamado el alma, sobrevive a la muerte; y prosigue a través del tiempo y del espacio su evolución hacia estados siempre mejores, siempre más iluminados por los rayos de la justicia, de la verdad y de la eterna belleza. Esta alma, este yo consciente, tiene por envoltura indestructible, por vehículo, un cuerpo fluídico, copia exacta del cuerpo humano, formado de materia sutil, radiante e invisible sobre la cual la muerte no tiene acción alguna.
Aquí nos encontramos en presencia de una teoría, de una concepción susceptible de reconciliar a las doctrinas materialistas y espiritualistas, las que durante tanto tiempo se han combatido sin poderse conmover ni destruir recíprocamente. Según esta teoría, el alma ya no sería una vaga abstracción, sino un centro de fuerza y de vida, inseparable de su forma sutil, imponderable, aunque material. Hay en eso una base positiva para las esperanzas y aspiraciones elevadas de la humanidad.. No acaba todo en esta vida: el Ser, perfectible siempre, recoge en su estado físico, sin cesar afinado, el fruto de los trabajos, de las obras y los sacrificios de todas sus existencias.
-León Denis-
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Durante el desarrollo del V Congreso Espirita Mundial celebrado
en Cartagena (Colombia), en octubre del año 2007, el médium y orador
brasileño Divaldo Pereira Franco recibió un mensaje psicográfico del espíritu de Ana Fuentes de Cardona, notable mujer que fue una incansable
divulgadora del espiritismo en su querida Colombia.
En dicho mensaje, Ana Fuentes hace un repaso breve de la situación actual de nuestro mundo: por un lado el extraordinario avance cultural, científico y tecnológico del que disfrutamos; sin embargo, “nunca
antes hubo tanto dolor y aflicción como en nuestros días”. Y completa la
idea con lo siguiente: “El sufrimiento alcanza niveles jamás experimentados anteriormente”.
Además señala el hambre, las enfermedades infecto-contagiosas
y el egoísmo como la consecuencia directa de la carencia de amor en el
mundo: “Un mundo rico de cosas que podrían solucionar, por lo menos,
una gran parte de los padecimientos de la Tierra”
Y añade: “¡Jamás hubo tantas corrientes filosóficas y denominaciones religiosas y tan poca religiosidad!”.
Esta pequeña reseña del mensaje que hemos querido traer aquí
marca claramente los derroteros por donde andan nuestros pasos hoy
día, y que enlaza perfectamente con el tema que nos propone para la
reflexión la mentora Joanna de Ângelis.
Las lesiones del alma son más mortificadoras.
Ante esa falta de ideales generalizada y el vacío que supone la
carencia de una educación moral y en valores; cuando no hay un camino
espiritual claro, porque las corrientes filosóficas y religiosas imperantes
no son lo suficientemente atrayentes o convincentes como para que puedan servir de trampolín que catapulten con entusiasmo hacia proyectos
edificantes que puedan llenar de plenitud y alegría íntima; y cuando,
además, el ser humano se deja llevar por la fuerte marea materialista,
construyendo hacia afuera, pero descuidando la edificación interior, es
cuando surgen las lesiones del alma, aquellas que son mortificadoras y
complicadas de resolver.
Las heridas externas son de fácil cicatrización, mientras que
aquellas que pululan en lo íntimo son de más demorado curso.
Las heridas exteriores son, por lo general, pasajeras; contratiempos que muchas veces afectan temporalmente el devenir de una existencia; sin embargo, aquellas que se gestan en el interior del ser van poco
a poco calando más hondo y, por tanto, son mucho más problemáticas;
requieren de otros recursos como son el auto-amor, la paciencia, el trabajo y el esfuerzo constante para empezar a resolverlas con alguna garantía
de éxito.
No todos se encuentran con la claridad ni la fuerza suficiente
como para afrontar ese tipo de heridas internas tan corrosivas y desgastantes. La prueba está en la cantidad de problemas psicológicos que
inundan nuestra sociedad. El estrés, la ansiedad, la depresión, los cuadros obsesivos de variada índole llenan las consultas de psicólogos y
psiquiatras, en la búsqueda de soluciones terapéuticas.
No podemos pasar por alto la enorme cantidad de coachings o
gurús mediáticos, tan de moda, que inundan las redes sociales con sus
charlas motivadoras o promocionando libros que hablan de autosuperación y del enorme potencial por desarrollar en cada ser humano. Todo
ello puede ser de cierta utilidad para algunos, no obstante, no todos están con la claridad ni la energía suficiente como para asumir esos cambios propuestos, aparentemente sencillos de llevar a cabo.
Muchas veces, en esos discursos bien estructurados y estudiados,
se olvidan del componente espiritual y de la necesidad de tener una convicción clara respecto al porvenir y la transitoriedad de todas las cosas
tangibles, materiales. Una visión espiritualista que no siempre es tan comercial para unos, o tan atrayente para otros.
Báñate en las aguas de la confianza en Dios, de la paciencia, de
la humildad, del perdón y del amor, no permitiendo que el odio, el
egoísmo, la rebeldía y el resentimiento te mortifiquen los tejidos del
alma.
La mentora espiritual nos está señalando, como recurso imprescindible para todas las situaciones, la confianza plena en Dios.
En alguna ocasión el propio Divaldo ha comentado una experiencia, una situación muy amarga que vivió hace muchos años y que lo
sumió en una tristeza profunda. Cayó en un laberinto del que no sabía
salir, donde el sentimiento de pena y la autocompasión envolvieron su
vida durante un tiempo. Uno de esos días grises, y mientras se encontraba sumergido en oración, se le manifestó el espíritu del doctor Bezerra
de Menezes, y le dijo: “Olvida, hijo mío. Cuando la gente no consigue
entender algo, se lo deja a Dios”.
Efectivamente, hay que ser conscientes de que cada ser humano pilota un barco, el de su propia vida. Sin embargo, hay veces que el
timón pasa a otras manos más sabias, y es Él en ese momento quien lo
conduce temporalmente, rectificando unos grados el rumbo que lo tiene
que llevar a buen puerto.
Para confiar el timón a esas manos tan sabias, sin rebeldía y sin
mayores contratiempos, el ser humano debe dejarse inundar por la paciencia, consciente de que son procesos que requieren un tiempo de
transformación, de maduración.
Humildad también para comprender las limitaciones humanas;
que hay algo más grande que gobierna nuestras vidas y que sabe muy
bien lo que hace. Auto-perdón para no exigirse más de lo que uno puede dar, siendo realista, y también para saber perdonar las faltas ajenas,
puesto que todos erramos y cometemos torpezas. Y por último, el amor
incondicional que atenúa y diluye las pasiones inferiores, los atavismos
que nos atan al estrecho margen de visión, como son el odio, el egoísmo,
la rebeldía y el resentimiento, que lastran los mejores proyectos de edificación interior, de crecimiento espiritual.
Muchas enfermedades del cuerpo proceden del espíritu dañado por los conflictos de la emoción o por el ácido de las imperfecciones
morales.
Cuando a esos problemas internos, esa agitación interior, no se
les da una salida y se enquistan, entonces surgen las dolencias del cuerpo, los trastornos biológicos de variada índole; son la consecuencia de
aquellos conflictos emocionales que no son debidamente reconducidos
hacia una solución favorable.
Sintetizando, podemos decir que, cuando uno se deja llevar por
las imperfecciones morales y no se esfuerza, primero por conocerlas y
luego por controlarlas, vienen toda esa serie de conflictos mencionados
que provocan desequilibrios psíquicos, emocionales y físicos.
Cuida de los equipamientos internos, resguardándolos de la
agresión contumaz, del vicio y de la irresponsabilidad.
Hay que estar muy atentos a los desafíos que la vida propone a
cada instante, y que exigen una respuesta adecuada, un comportamiento
eficaz que ayude al crecimiento interior y que evite caer en las redes del
desequilibrio, la irresponsabilidad de no comprender la importancia de cada actuación, y del bien o del mal que se puede generar al semejante;
hasta, incluso, la responsabilidad que se adquiere por el bien que se deja
de hacer por falta de interés, motivación o voluntad.
También, siendo conscientes de la agresividad y del propio desequilibrio que impera por doquier, almas desprevenidas que pueden, en
algún momento, arrastrar a otros a equivocaciones perfectamente evitables, cortando así esa corriente que inunda ciertos ámbitos sociales en
la actualidad, consecuencia de los momentos de cambios tan profundos
que se están experimentando a nivel mundial.
Concluiremos el breve análisis de las reflexiones de Joanna de
Ângelis recordando la importancia de la propuesta del Evangelio de Jesús; un compendio moral insuperable que marca las directrices correctas
para no desviarse del camino y evitar así numerosos tropiezos, numerosas dificultades, que serían perfectamente evitables si se prestara la
debida atención al interior de cada uno.
José Manuel Meseguer - Amor, Paz y Caridad.
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El diablo y la
mediumnidad
Sobre todo dentro de las iglesias
cristianas, se ha llegado a
admitir la
mediumnidad, pero solamente como posible
manifestación diabólica, cerrando toda
posibilidad a la
manifestación a los demás seres espirituales o Almas, aunque
sean
bondadosas - eso sí, cuando se trata de Santos que han
pertenecido a sus
iglesias, estos sí se han podido manifestar,
apareciéndose y "haciendo
milagros"-. A los demás espíritus se
les sitúa en unos lugares o estados
definitivos sin más posibilidad
de comunicación con los vivos, tal como lo es
el Cielo y el Infierno
que estas iglesias nos presentaron como artículos de fe inamovibles.
Han querido hacer creer que la muerte es una barrera infranqueable
y
definitiva que separa implacablemente a
las personas para siempre,
sin posibilidad de reencuentro entre vivos y muertos; así mismo han
utilizado la figura de
los demonios, hoy ya muy anacrónica y fuera
de lugar en las
conciencias y creencias de muchísima gente.
No entro aquí en intentar demostrar la
inexistencia de este célebre
personaje de ficción que a tantos ha aterrorizado
y que a
tantos ha
convertido finalmente en agnósticos o ateos, Ante esta cuestión yo me
pregunto: ¿ Por qué cuando un Espíritu se manifiesta, habría de ser
siempre un
demonio y no un espíritu bueno?. Nada sucede sin que la
Voluntad del Creador lo
permita, entonces...
¿ Por qué Dios
habría de dar permiso exclusivo para
manifestarse a
los espíritus malos o “demonios” y sin embargo a los buenos no?.
¿ Qué han sido sino las apariciones Marianas y las de Santos?.
¿Eran Espíritus buenos o eran Espíritus demoniacos?.....
El demonio ha sido presentado como el
antagonista de Dios, su
enemigo implacable y según las religiones, el “Coco” de
toda la
Humanidad, a la que quiere seducir y arrojar al mal para vengarse
de Dios, con el que tiene un pleito eterno.
A pesar de tanta leyenda negra que ha
rodeado a las relaciones
de Espíritus entre los dos planos de existencia, la
mediumnidad ha
seguido manifestándose como un hecho natural y frecuente a lo
largo de la historia, y nunca ha dejado de ser esa prueba que en el
fondo todos hemos deseado alguna vez para
que se nos haga
evidente y
tangible la existencia del Más Allá que a todos nos
aguarda al final de
esta vida.
Ante la pregunta
del enunciado, también podemos contestar, que
lo que no existe no puede
relacionarse con nada, y como ya quedó
aclarado, el personaje teológico del
diablo o diablos, tal como nos
lo vendieron, sencillamente no existe.
- Jose Luis Martín
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“Si solo el demonio se comunica,
puesto que es el enemigo de Dios y de los hombres, ¿Por qué recomienda orar a
Dios,
someterse a su voluntad, sufrir sin murmurar las tribulaciones
de la
vida, no ambicionar honores ni riquezas, practicar la caridad
y todas las
máximas de Cristo, en una palabra, hacer todo lo posible
por destruir su
imperio?. Si es el demonio quien da tales consejos,
es preciso convenir que tan astuto como es, es bien poco diestro en
suministrar armas
contra sí mismo.”
- El Libro de los
Mediums -
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