martes, 12 de mayo de 2020

Reuniones espíritas y/o mediúmnicas

       INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.-¿ Conocía Jesús Cristo la Reencarnación?
2.- Tiempos de transición
3.- Jesús y la avaricia
4.- Reuniones espíritas y/o mediúmnicas
5.- Al prójimo como a ti mismo








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               ¿Conocía  Jesús Cristo  la                        Reencarnación?

Antes de entrar en este asunto, partimos de la premisa de que Cristo, tal como ya   hemos afirmado anteriormente,  es el  mas evolucionado  Ser de Luz que ha encarnado jamás en la Tierra, ( considerando que no es el mismo Dios, sino un Hijo de Dios, muy cercano al Padre,) y sus enseñanzas y ejemplos, recogidos en parte en los Evangelios,  en esencia, son enseñanzas de Amor para redimir y guiar a la humanidad en la medida que las conozca y las practique.
La cuestión es que, generalmente,  estas enseñanzas se suelen encontrar leyendo “entre líneas”  y se pueden interpretar después  libremente, según dicte a cada uno lo mas profundo de su conciencia y entendimiento; sin embargo otras veces estas enseñanzas aparecen en boca de Jesús con tanta claridad, que el darles otra interpretación  diferente a lo que dijo textualmente, no es sino querer desvirtuarlas, y no cabe en ese caso hacer una interpretación simbólica o significativa, sino literal de las mismas.
Desde un punto de vista humano y cristiano, es de considerar que todos tenemos el mismo derecho moral y que podemos tener tanta capacidad analítica como pueda ser la de los traductores eclesiásticos y los teólogos, que se atribuyen esa capacidad en exclusiva para hacer su particular lectura e interpretación de los Evangelios, según les convenga, que siempre es según la doctrina oficial de sus iglesias y que imponen a los “fieles”, a los que solo cabe responder “amén”.
Lógicamente, esta capacidad, libertad y derecho que todos tenemos de poder leer e interpretar las llamadas Sagradas Escrituras, no es con la vana pretensión de monopolizar ninguna verdad absoluta, sino que las particulares conclusiones e interpretaciones de cada uno, forman parte de la Verdad personal e íntima de cada cual, en aras de la libertad.
Una vez hechas estas consideraciones, desde mi particular punto de vista  paso a exponer mi criterio en este asunto :  A pesar de las interpretaciones, normas y doctrinas salidas de los Concilios y teologías existentes, las Iglesias Cristianas no han podido tergiversar totalmente la profunda realidad de la Reencarnación, cuya idea está manifestada y reconocida por Jesús y reflejada en ciertos pasajes del Evangelio aunque se empeñen en darles otras interpretaciones..
Puedo afirmar que la pregunta de este enunciado, solo tiene una respuesta rotunda: En efecto, Jesús conocía perfectamente este concepto, aunque no precisamente bajo este mismo nombre por el que modernamente se le conoce.
Jesús  dijo: “En verdad os digo que si no volvieseis y os hicieseis como niños, no entrareis en el Reino de los Cielos”(Matéo-18)Esto lo han querido interpretar como que Jesús propone al hombre adulto que se haga inocente e ingenuo como un niño, o sea que parece ser que no se puede ser persona adulta y madura para entrar en el Cielo, sino que hay que volverse infantil, en el sentido de ingenuidad, candidez o ignorancia .
Si se analizan literalmente las palabras “volviereis” e “hiciereis”, vemos que en realidad la única forma de volver a ser niño y de hacerse como un niño, es precisamente volviendo a ser un niño, y para eso  es preciso  volver a poder recomenzar nuevamente, o sea, nacer de nuevo como persona..
       En otro pasaje evangélico, le dice Nicodemo :“¿Cómo puede el hombre volver a nacer siendo viejo?; ¿acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre y volver a nacer?”;
          Jesús le responde: “En verdad te digo que quien no naciese del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Lo que nace de la carne, carne es, pero lo que nace del Espíritu es Espíritu. No te maravilles porque te haya dicho que es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de donde viene ni a donde vá; así es todo nacido del Espíritu”(Juan, 2-3).. Nicodemo, a pesar de su condición de Maestro del Templo de Jerusalén, no comprendía esta enseñanza de Jesús, pues aunque esta idéa era bastante popular entre los judíos, estaba velada dentro de la religión Mosáica oficialmente establecida ; pero Jesús desde luego sí acredita en muchos momentos que conocía esta Verdad oculta que parece ser que  asumió durante su periodo juvenil de formación en la escuela de  los Esenios . Estos judíos formaban una Secta oculta, de carácter iniciático, que se agrupaban en colonias desde las riberas del Mar Muerto hasta el valle del Nilo. Vivían en comunidad y ejercían Ciencias, como la Medicina y  la enseñanza del Universo y de la Vida que impartían a un limitado grupo de alumnos o iniciados. Sostenían una doctrina similar a la de Pitágoras enseñando la preexistencia del alma y las vidas sucesivas.
Pero volviendo al pasaje de Nicodemo, vemos como Jesús le dice que no se asombre ante su afirmación de que es necesario nacer de nuevo, y compara el devenir del Espíritu a través de su paso por múltiples vidas, como el viento libre que sopla donde y cuando quiere, y nadie sabe de donde viene o a donde irá.
En Juan III-3,  insiste de nuevo: “ En verdad, si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios”, lo cual viene a querer decir, que si no es a través de las experiencias adquiridas en vidas sucesivas, no podemos llegar a evolucionar espiritualmente y conquistar el Reino del Padre.
En Mateo Cap. 17, 10-13 dice lo siguiente: “Le preguntaron los discípulos a Jesús diciendo :¿Cómo dicen los Escribas que primero ha de venir Elías ?. El les dijo: “Cierto que Elias viniendo primero restablecerá todas las cosas; sin embargo yo os digo que Elías ha venido ya y no le reconocieron, antes hicieron de él cuanto quisieron. Entonces los discípulos entendieron que hablaba de Juan el Bautista”.
Este pasaje es de una literalidad y evidencia pasmosa e incontestable, porque además de poner en labios de Jesús la afirmación taxativa de que Elías ya había venido anteriormente  y no le habían reconocido, aun añade el evangelista Mateo  a modo de explicación, que los discípulos comprendieron que Jesús se estaba refiriendo a que Elías ya había venido en la persona de Juan el Bautista.
La palabra “Reencarnación” no se nombra en absoluto, simplemente porque para esta idea no existía este término, pero evidentemente la idea a que se refería Jesús y el evangelista, es la misma que hoy denominamos como reencarnación..
En el Evangelio de S.Juan  se relata que fue enviada una comisión del Sanedrín para preguntar a  Juan el Bautista si él era el Mesías o Elías ; este detalle también evidencia que  la idea de la reencarnación era conocida y aceptada entre aquél pueblo, pues el Mesías no sabían quien era, pero si sabían que Elías fue un profeta muerto ya hace muchos años.
Nuevamente en Mateo Cap. 16, 13-14, se cita : “Al llegar Jesús a la región de Cesaréa de  Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?; ellos contestaron: unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los Profetas”.   Resulta asombroso  ver lo muy asumido que tenían este concepto los contemporáneos de Jesús y por tanto, Él mismo también lo afirmó, tal como  sugieren estos pasajes.
Del mismo modo, también era conocedor de profundos conocimientos espirituales, esotéricos, filosóficos y  de las leyes humanas, Naturales y Espirituales.
Por último , paso a señalar que este concepto que conocía y admitía Jesús y tanta gente del pueblo judío, ya venía siendo enseñado desde antíguo, pues  ellos, que se regían por el Antíguo Testamento, en Isaias Cap XVI vers. 10 dice:Aquellos de nuestro pueblo que hicisteis morir vivirán de nuevo”. Evidentemente el Profeta se refiere a que vivirán de nuevo aquí en la Tierra, porque si se hubiese referido a vivir la vida espiritual, hubiese dicho: “ Viven aún , en vez de “ vivirán de nuevo” o “ Viven aún y no volverán”.

- Jose Luis Martín-


“Cada alma recibe un cuerpo de acuerdo con sus merecimientos y sus previas acciones”
-Orígenes –

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     TIEMPOS DE TRANSICIÓN


Sin duda, estamos viviendo Tiempos de transición, una etapa de la humanidad en la que se están produciendo multitud de cambios en la sociedad. Son momentos de transformación en todos los sentidos, que a mi juicio están poniendo a prueba todos nuestros valores, todo aquello que hemos podido aprender a lo largo de muchos siglos, ya que como espíritus en proceso de evolución hemos gozado de múltiples existencias, animando diferentes personalidades según las épocas, y experimentando aquellas vivencias que necesitábamos para nuestro progreso.
El objeto de venir a una nueva existencia no es otro que disponer de distintas facetas a desarrollar en diferentes circunstancias y características, emprender nuevos retos, afrontar aquellos proyectos necesarios para cada espíritu en particular, con el fin de engrandecernos y desarrollar los atributos internos que poseemos. Así pues, venimos unas veces animando personalidades masculinas, otras en cuerpo de mujer; unas veces rodeados de lujo y poder, otras pasando miseria y necesidad. Es decir, pasamos por la prueba de la riqueza y de la pobreza, de la salud y la enfermedad, todo ello encaminado a nuestro progreso espiritual.
Asimismo, las leyes que rigen nuestra evolución ya nos ponen en el camino aquello que sembramos en el pasado y que ahora es el momento de recoger, tanto positivo como negativo. No se presentan las pruebas y expiaciones por azar o casualidad, sino que obedecen a un determinismo justo y sabio amparado por la sabiduría cósmica universal que rige los destinos de universo, tanto material como espiritualmente. Mucho de cuanto nos acontece en la vida a modo de retiros, pruebas, sufrimientos etc., viene como consecuencia de esa siembra que hicimos en el pretérito.
De todo lo que vive y experimenta nuestra alma vamos aprendiendo.
Si hemos aprovechado las diferentes existencias que la vida nos ha concedido como auténticas oportunidades de aprendizaje, de rectificación y progreso, sabremos qué hacer cuando se nos someta a prueba y no tengamos más remedio que  tomar decisiones importantes. Pasaremos las nuevas pruebas, que son asignaturas pendientes, exitosamente, y actuaremos en armonía y consonancia con la ley natural, avanzado más rápidamente. Si no hemos aprendido de dichas existencias y todavía vamos rezagados en cuanto a humildad y deseos de progreso, tropezaremos en los mismos errores y no sabremos cuál es el camino cierto a seguir; estaremos confusos o actuaremos dejándonos llevar por nuestro egoísmo, tomando el camino más fácil, aquel que luego tendremos que desandar, rectificando todos aquellos errores en los que hayamos podido incurrir.
Para eso nos preparamos en el plano espiritual antes de encarnar; hacemos una revisión de todos aquellos débitos que tenemos, estudiamos las debilidades e imperfecciones que nos llevaron a equivocarnos, a hacer un mal uso de nuestro libre albedrío, y de todas aquellas acciones y circunstancias que propiciamos y que hicieron que nos endeudáramos y contrajésemos responsabilidades con otros espíritus que esperan que les restablezcamos en todo aquello en que les perjudicamos.
Todo eso le lleva un tiempo al ser espiritual. Tiene que hacerse consciente de todo cuanto pudo hacer y no hizo, de lo que hizo equivocadamente; ha de entender que no se puede escapar de la justicia divina, que con sus leyes imparciales e inexorables espera que retornemos al camino recto y que corrijamos todos aquellos errores que, por ignorancia unas veces, por egoísmo y comodidad otras, cometimos en el pasado y que más adelante deberemos subsanar”.
 Y ese momento siempre llega. A veces tarda siglos en llegar, pero las almas se reencuentran, la ley de justicia sale a su encuentro y llega un momento en el que ya no se puede esperar más.
Son momentos de reajuste, de reconocer los errores, incluso las maldades, las imperfecciones, la falta de conocimiento de nuestro auténtico sentido de la existencia… todos ellos nos juegan malas pasadas y nos llevan a atentar hasta contra los seres más queridos, de nuestra propia familia. Entonces, la parte espiritual positiva, aquellos hermanos que velan por nuestro progreso, por nuestra rectificación, por nuestra felicidad, nos iluminan y aconsejan, haciéndonos ver nuestras actuaciones del pasado y el modo en que estas perturbaron y perjudicaron a nuestros deudos.
Llega el momento de la reconciliación en el que ese grupo de espíritus que se ven encadenados por sus odios y desencuentros del pasado tienen que tomar la decisión de perdonarse y de venir nuevamente a lavar aquellas faltas, aquellos hechos que nos produjeron tanto dolor y desencuentro, que son una mancha en nuestro libro de ruta y que nos convierten en esclavos de ese pasado turbio y convulso.
Nos dan toda su ayuda, orientación, consejos, y se comienza a trabajar por la reparación, ya conscientes del retraso espiritual y de lo lamentable que es permanecer atados al rencor, pensando solo en la venganza y en causar más dolor y sufrimiento. Todos ponen de su parte para emprender una nueva experiencia en la carne, en la que cada uno tomará la responsabilidad que le competa y le permita el reajuste y la liberación, por fin, de todas aquellas deudas que les impiden elevarse y engrandecerse.
Porque mientras en nuestro interior se halle el veneno del odio y la venganza, el alma ni puede elevarse ni comprender ni razonar ni verse libre de esa cadena que es la ignorancia, que nos vincula a los planos de oscuridad y confusión.
Cada nueva vida podría decirse que es una transición hacia el encuentro con nosotros mismos y con todos aquellos que apartamos de nuestro lado por motivos egoístas y materiales; por eso siempre nos falta algo, porque hasta el mismo momento de la muerte tenemos que trabajar y trabajar para ir reconciliándonos, con nosotros mismos por un lado, y por otro con todos nuestros hermanos de camino, a los que unas veces hemos atropellado y otras tan solo les hemos puesto una pequeña zancadilla. Pero todo se tiene que resolver, de otro modo, esas cuantiosas semillas de luz y de amor que permanecen adormecidas en nuestro fuero interno no pueden salir al aire y dar sus frutos.
Pero esto es solo una parte del capítulo, porque la ley del progreso, además, nos presenta nuevas lecciones que aprender, ya que la vida y la sociedad progresa, y ese progreso no siempre obedece a la ley natural, no siempre responde de manera positiva a lo que, como seres en proceso de evolución, hemos de ir mejorando en la Tierra. Está claro que tenemos que progresar y mejorar las condiciones de vida. ¿Para qué? Para hacer de este un mundo mucho mejor, más igualitario, más justo, más armónico, en donde todos podamos disponer de las mismas oportunidades de alcanzar la meta de la felicidad y el desarrollo personal; en el que todos nos sintamos iguales y solo nos puedan estorbar o aplacar las propias debilidades y faltas del carácter. Esto cada uno debe ir resolviéndolo por sí mismo.
El karma es cierto que nos va reajustando y poniendo en el camino los detalles que cada uno necesita para su elevación, así que no hay que pensar en el karma que, tanto individual como colectivo, tenemos, sino que debemos luchar por hacer que esta nuestra sociedad evolucione a mejor, siempre dentro de los cauces de la espiritualidad. Hay que tener conciencia para saber discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo necesario de lo superfluo, y así sucesivamente. Por eso es preciso un estudio y análisis de todos aquellos avances y conquistas de la sociedad, que sin duda tiene mucho en lo que mejorar.
Pero una cosa es mejorar por el camino adecuado y otra es crear o instituir nuevas formas de vida y comportamientos que quizás no rimen en consonancia con la espiritualidad. Debemos reflexionar para llegar a comprender lo mejor posible todos los cambios y los avances que estamos experimentado en la sociedad en las últimas décadas, unos debidos a los grandiosos avances de la medicina y de la tecnología y otros debidos a la necesidad que se tenía de ir transformando la sociedad en libertades, derechos, justicia… y la emancipación de la mujer, que concretamente estaba necesitada de irrumpir en la vida social y colaborar en ella como un elemento igualitario al hombre.
Luego, muchos cambios se están produciendo en nuestra sociedad, ¿están todos ellos de acuerdo con la espiritualidad? ¿Son todos ellos un beneficio para el ser humano? ¿Propician todos ellos nuestro adelanto y elevación espiritual?
En esto es en lo que debemos profundizar con rigor y seriedad, bajo la luz y los principios fundamentales del espiritismo. Para eso nos legaron las leyes morales en el Libro de los Espíritus y para eso siguen dándonos instrucciones continuamente.
Es este un trabajo de análisis que nos propusimos estudiar y profundizar, y que en próximos artículos iremos desarrollando. Por ejemplo, con el importantísimo tema de la familia, el matrimonio, los hijos, la educación y muchos más aspectos que giran en torno al núcleo familiar, el cual está experimentado cambios profundos; y siendo a mi entender el crisol en donde debe forjarse la educación y el porvenir de los hijos, hemos de dedicarle una mención especial.
 Fermín Hernández – Amor, Paz y Caridad 
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                                  JESÚS Y LA AVARICIA
  Después de atender a multitudes hambrientas, he aquí que se Le acerca un hombre muy enojado, y Le pide que se constituya en juez y obligue a su hermano a repartir con él la herencia de su padre. (*)
   La figura impoluta del Maestro que desdeñaba las mezquindades y miserias humanas, le contestó al aturdido interrogador:
- ¿Quién me hace magistrado civil para esta nimiedad?
   Las Suyas, eran intervenciones a favor del tesoro perenne que no se gasta, que nadie roba y que no despierta alucinaciones perturbadoras. Y porque se encontraba cercado por la ansiedad de la masa curiosa y necesitada de conocimientos, narró una excelente parábola en la que nos demostró cuán secundarios son los bienes terrestres.
   Había un hombre poderoso - contó con suavidad - que teniendo mucho dinero y graneros, no podía controlar su desmedida ambición. Y entonces pensó: “Si yo demuelo los silos y construyo otros mayores, podré plantar más, segar abundantemente y aumentar mi fortuna. Después de almacenar al máximo, le diré a mi alma: ahora reposa y sé feliz.” Entre tanto, aquella noche Dios tomó su alma. 
¿Para qué reunir tantas monedas y tantos granos?
Haciendo un breve silencio, el Amigo Divino reflexionó:
-La avaricia, es una enfermedad del alma que devora los alimentos de la vida.
“Tóxico letal, envenena primero a aquel que padece su ingestión, y contamina después a todos los que se le acercan, produciendo decadencias y muerte.
“Enemiga de la sociedad, fomenta la violencia que irrumpe desde el corazón lesionado, y estalla en la economía de la comunidad donde se manifiesta. Expande su miasma y produce desequilibrios.
“El avaro es alguien que enloqueció y que aún no se dio cuenta de ello”.
   A fin de que Sus palabras se fijasen en la memoria de los oyentes, dio oportunidad para que ellos hicieran algunas reflexiones en silencio, y prosiguió:
   - Pero, no es avaro solamente aquel que asfixia en cofres monedas y granos; los que atesoran gemas y alimentos ante las necesidades generales; las personas que acumulan con ambición desmedida; también lo son todos aquellos que poseyendo salud, se niegan a repartir alegría y fraternidad.
“La avaricia también se manifiesta en los que poseen inteligencia y se rehúsan a enseñar a los ignorantes; en los que tienen tendencias artísticas y no las manifiestan, negando belleza a los paneles entristecidos de los hombres.
“Están los avaros del amor, que se resisten a distribuir afecto, enclaustrándose en la indiferencia y la animosidad.
  “Nadie está tan desprovisto de recursos que no pueda esparcir simientes de esperanzas, sonrisas de aliento, dádivas de ternura, incentivos y solidaridad espiritual”.
   Acariciaban a la Naturaleza, las perfumadas brisas del atardecer, mientras las estrellas brillabas: en lo Alto como respuestas de la generosidad de Dios hacia las inmensas necesidades humanas.
   Había una gran emoción que reunía a aquellas personas desconocidas entre sí, pero que estaban unidas por la misma ansiedad de encontrar la Verdad y la Vida, para retornar después al nido doméstico transformado, restablecido.
   Y como aún había quedado en los corazones algunas íntimas inquietudes, el Señor volvió sobre el tema, y concluyó:
- La avaricia entorpece los sentimientos, y la generosidad los engrandece; la avaricia quita, la generosidad multiplica; la avaricia mata, y la generosidad da la vida.
   “Los tesoros de la vida eterna que todos deben interesarse por conquistar, constituyen también un desafío para sus depositarios, quienes, siendo felices, son invitados a dividirlos, tarea sublime que los multiplica.
   “Anunciad pues el reino de los Cielos y sus riquezas, y alegraos ante la generosidad del Padre, que os hace llegar y reparte las fortunas de la luz del conocimiento que os baña por dentro, anulando toda sombra de la que debéis liberaros”.
   Y como se hizo un grandilocuente silencio, la multitud comenzó a disiparse, nutrida y amparada, mientras que el Maestro, reuniendo a Sus discípulos, les dijo con enternecedora alegría:
- ¡Vámonos de aquí!
… Y salió, teniendo la visión de la humanidad en el futuro, cuando esté liberada del cáncer de la avaricia.

Por el Espíritu AMÉLIA RODRIGUES
Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro ” Trigo de Dios”




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                REUNIONES ESPÍRITAS 
                    Y/O MEDIÚMNICAS

"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" ( San Mateo, 18:20)
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Prefacio. Para estar reunidos en nombre de Jesús no basta hallarse juntos físicamente, sino que es preciso estarlo también en lo espiritual, por la comunión de intenciones y pensamientos dirigidos hacia el bien. Entonces sí se encuentra Jesús en medio de la reunión: Él, o los espíritus puros que lo representan. El Espiritismo nos permite comprender de qué manera pueden los espíritus hallarse entre nosotros. Están ahí con su cuerpo fluídico o espiritual, y con la apariencia que nos permitiría reconocerlos si se hicieran visibles. Cuanto más elevados se hallan en la jerarquía espírita, tanto mayor es su poder de irradiación. Así poseen el don de ubicuidad y pueden encontrarse en varios lugares simultáneamente. Basta, para ello, un rayo de su pensamiento.


   Con las palabras citadas en el parágrafo anterior quiso Jesús mostrar el efecto de la unión y la fraternidad. No es la mayor o menor cantidad de personas la que le atrae, puesto que en lugar de dos o tres hubiera podido decir diez o veinte, sino el sentimiento de caridad mutua que a esas personas anima. Ahora bien, para esto es suficiente que haya dos. Pero si esas dos oran cada cual por su lado, aunque ambas se dirijan a Jesús, no habrá entre ellas comunión de pensamientos, sobre todo si no son movidas por un sentimiento de benevolencia recíproca. Y si se miran con malos ojos, con aborrecimiento, envidia o celos, entonces las corrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazan en vez de unirse por un común impulso de simpatía, y en tal caso, no están reunidas en nombre de Jesús, el cual no es más que el pretexto de la reunión y no su verdadero motivo.....

   Esto no implica, en modo alguno, que Él permanezca sordo a la voz de una sola persona. Si no dice que acudirá a cualquiera que le llame, es porque ante todo exige amor al prójimo, del cual podemos dar mayores pruebas cuando estamos en compañía de otros, que encontradonos solos, y también a causa de que todo sentimiento de tipo personal lo aleja. De ello se sigue que sí, en medio de una nutrida asamblea, sólo dos o tres personas se unen de corazón mediante el sentimiento de una auténtica caridad, en tanto el resto de los asistentes se aíslan y se concentran en pensamientos egoístas o de carácter mundano, Jesús estará con aquéllas y no con estos otros.


   Así pues, no es la simultaneidad de los presentes en las palabras, en los cánticos o en los actos litúrgicos lo que constituye una reunión en nombre de Jesús, sino la comunión de pensamientos acordes con el espíritu de caridad personificado en Él.


   Tal debe ser el carácter de las reuniones espíritas serias, de aquellas en que se desea con sinceridad el concurso de los buenos espíritus.

El Evangelio según el Espiritismo.
Allan kardec 



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                 AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO
   Nos recuerda Juana de Angelis la importancia de la máxima de Jesús, cuando afirma la necesidad de hacer al prójimo lo que nos gustaría que nos hiciesen, teniendo el amor como la dirección de nuestro camino, la acción edificante como medio de crecimiento, y la oración como la energía fortalecedora, que nos ayuda a alcanzar el objetivo deseado. Este desempeño favorece una perfecta identificación del sentimiento con el conocimiento, resultando en la conquista del Yo profundo en sintonía con la Conciencia Cósmica.
(Aportación de Coquita Argañaraz)

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