miércoles, 9 de agosto de 2017

Tu no eres ese cuerpo físico





Artículos que os presento en el día de hoy:

- Unión y Solidaridad
- El Purgatorio y el Limbo
- la Ley del Amor
-Tu no eres ese cuerpo físico

                                                                       
                                                                         

        UNIÓN Y SOLIDARIDAD

En el devenir de la vida vamos descubriendo realidades en la medida que experimentamos y observamos; sin embargo, la mayoría de ellas nos pasan desapercibidas ante el nivel de conciencia que todavía estamos muy lejos de haber desarrollado. Las causas principales que lo motivan pueden ser la falta de autoconocimiento, el no tener claro un rumbo y en consecuencia el dejarnos llevar por las corrientes que nos circundan, envuelven y arrastran.
Podemos sentirnos seguros porque pertenecemos a un grupo espiritual, con unos ideales y unas intenciones elevadas. No obstante el camino lo debemos de recorrer por nosotros mismos. Las ideas, los estudios, los momentos vividos en el centro donde nos reunimos nos pueden transmitir algo de fuerza que nos ayude, pero esto no es el todo.
Por lo tanto, el primer paso a realizar para vivir con mayor plenitud en el grupo espiritual al que pertenecemos es identificarnos e implicarnos plenamente con sus ideales. Anteponiendo el fondo (lo que realmente importa y trasciende) sobre la forma (ideas pasajeras, circunstancias del momento, etc.)
A partir de ahí se abre un mar de posibilidades así como de obstáculos. Posibilidades, pues es mucho lo que podemos hacer tanto para los demás como para uno mismo. También obstáculos, porque nuestras deficiencias morales no tardarán en aparecer y crearán dificultades que se unirán a las de nuestros compañeros que pondrán en riesgo la armonía y el equilibrio del conjunto.Si, efectivamente, son procesos complicados pero necesarios; nadie ha dicho que sea fácil cuando se asume la responsabilidad de, no solo estudiar conjuntamente, sino también de buscar espacios necesarios de convivencia que nos permitan conocer a los otros y conocernos mejor. Con el coraje de asumir nuestras realidades ante las taras morales que se manifestarán ante las situaciones que se propiciarán en dichas convivencias.
Si nos limitamos exclusivamente a las clases teóricas, al estudio y no dejamos espacios para la fraternidad sentida y vivida, poco podemos avanzar en el camino espiritual. En palabras de Divaldo Pereira:    “La mente puede estar iluminada por el conocimiento, pero si el sentimiento no está centrado en el amor, será vano todo ese conocimiento”.
Para que ese amor se manifieste hace falta voluntad, interés por el otro. Conocernos unos a otros, comprender, tolerar, respetar, ayudando a crear un clima espiritual en nuestro centro para que la gente que la frecuente se sienta feliz, en armonía; y para que las personas que lo visiten por primera vez perciban un ambiente familiar, de verdadera fraternidad; posteriormente llegarán los conocimientos, etc.
Pero la primera imagen, el impacto, por así decirlo, que las personas se deben llevar es de paz y armonía. A partir de ahí las ideas son secundarias puesto que los temas a tratar, los comentarios, los detalles se pueden olvidar con el tiempo, sin embargo, las impresiones y las sensaciones se quedan grabadas en la memoria. No se trata de aportar sólo buenas palabras o regalar un libro. De nosotros depende proyectar una buena o mala imagen de la doctrina espírita, con las consecuencias que ello conlleva.Efectivamente, es mucha la responsabilidad. No podemos quedarnos con los atavismos del pasado y trasladar la herencia religiosa de antaño, es decir, buscar un momento a la semana para “reconciliarse con Dios”, para después olvidarnos de las personas que hemos tenido alrededor, pensando sólo en uno mismo y en nuestra propia “salvación”. Un grupo espiritual de ideales elevados exige algo más.
Estamos convocados a colaborar en la gran “causa” que por otra parte no es nuestra, forma parte de una planificación realizada hace siglos y que culminó con la doctrina espírita, para que viviésemos la moral evangélica en su plenitud. El conocimiento que es horizontal nos aclara y nos facilita el camino, pero el verdadero recorrido, la gran vertical es de caridad y de amor.
No podemos nadar entre dos aguas, llega la hora de la definición interior, aquella que parte de la conciencia, sin máscaras y que no tiene testigos. Partiendo del auto-compromiso de trabajar en la obra del Maestro desde nuestra extraordinaria pequeñez, para demostrar a la sociedad que vivir en valores y seguir a Jesús no es una quimera fanática ni mística, tampoco es excluyente de nadie, y sobre todo que cualquiera que se lo proponga, con buena voluntad y cargando con su cruz puede conseguirlo. Para ello hacen falta escenarios y espacios adaptados para tal efecto. Debemos concienciarnos, vivir en verdadera fraternidad para aportar todo el amor de que seamos capaces a todos aquellos que nos lo pidan. Por usar un símil, sería algo así como un “grupo de protección civil” que se ha ido preparando y coordinando pacientemente, con verdadero esmero durante un tiempo para que, llegado el momento y sin desbordarse, atender a cuantas necesidades le vayan llegando.Hemos oído muchas veces: “La doctrina espírita es el Consolador Prometido”. Pues bien, la pregunta sería: ¿consolador de qué? ¿El consuelo de la razón o del corazón? Pensemos en ello.
Sin duda no se trata de una especie de autoservicio a conveniencia; tampoco se trata de amoldarlo a nuestros intereses particulares. Ser espírita es algo mucho más profundo que nos compromete y nos conecta unos con otros.
Observemos como hoy en día cada vez hay menos líderes en el mundo, prácticamente ya no existen. Desde nuestro punto de vista el motivo es bien claro. Sin menospreciar la identidad ni el trabajo personal; la sociedad necesita ejemplos colectivos de solidaridad y no de capacidades individuales. Demostraciones en donde la fuerza de la unión, de las cualidades personales al servicio del prójimo; renunciando a nuestros egos, formando una verdadera familia espiritual, aportando y no compitiendo, tolerando y no juzgando, comprendiendo y respetando. Esa es la tarea de hoy.
 No nos engañemos con espejismos que con el tiempo nos puedan llevar a la frustración o al fracaso. Tenemos los mimbres para triunfar; los conocimientos, los espacios en donde reunirse y compartir, la buena voluntad, los deseos de trabajo. Todo ello es garantía de éxito. Caminar juntos en los tiempos que nos han tocado vivir es pues una necesidad existencial, fundamental en nuestras vidas. No podemos dejar escapar esta oportunidad. Nuestro compromiso no es espontáneo o casual, obedece a lazos creados en el pasado para la consecución de unos objetivos muy claros, cuya finalidad consiste en el rescate de deudas del pasado y ascender un poquito más en el empinado camino hacia lo Alto.
José Manuel Meseguer Clemente
 Amor, paz y caridad
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                   El Purgatorio y el Limbo

         Estas figuras son dos creaciones del Cristianismo que no aparecen en los Evangelios, ni son descritos  ni mencionados con las figuras y sentidos que se les han asignado.
        Son conceptos que nacieron en el siglo XII y con ellos se trató de cubrir la laguna que creaba para la fe,  el dogma del Cielo y el Infierno eternos.  Se hacía necesario crear un destino lógico para los casos de niños que fallecían y que no habían podido hacer aún méritos suficientes para poder gozar en el Cielo, ni tampoco habían tenido tiempo de pecar como para ser castigados eternamente. Así nació el Limbo que no deja de ser una idea injusta porque sin tener ninguna culpa, esos niños eran privados del  Cielo para toda la eternidad.
      El Purgatorio era un lugar semejante al Infierno pero sin el carácter de  la eternidad. Solamente suponía un periodo de tránsito exclusivo para los fieles  Católicos fallecidos en “pecado venial”, o “menos grave”, a fin de que  pudiesen purgar los pecados leves y no tuviesen que ir por  causa de ellos al Infierno; consecuentemente los que no eran Católicos no  tenían más destino que ir “de cabeza” al infierno.
     La idea del Purgatorio, absolutamente injusta, supone un tiempo de estancia en esa situación o lugar, que depende de la cantidad de rezos y misas, muchas veces pagadas, que se le hagan u organicen al fallecido, en lugar de depender solamente del esfuerzo, arrepentimiento y propósito de salir de esa situación por parte del Ser que así se encuentra. Por otro lado, recordemos que el sentido del tiempo es solamente propio de nuestra dimensión física, pues en el mundo espiritual los Seres que lo pueblan viven en un contínuo presente.
         Si ya aceptamos que las ideas ancestrales de cielo e infierno, no son “lugares” físicos o concretos de premio o castigo eternos, sino estados del espíritu, menos aún podemos imaginar estos escenarios  del purgatorio y del  limbo, como lugares físicos en donde las almas sin cuerpo (espíritus), son reunidas  para recibir un castigo injusto. 
  El Purgatorio teológico no existe, pero sin embargo,  se hace muchas veces real en este mundo nuestro porque es un mundo en donde se expían las culpas del pasado y se trabaja por superar las pruebas que nos permitan seguir nuestra evolución espiritual; por eso nuestra sociedad humana  muestra a diario tanto sufrimiento por tantos motivos.  Pero además de este Purgatorio que es nuestro mundo,  también en el mundo espiritual existe el equivalente, pues permanecen agrupados por semejanza de sintonía en planos mentales inferiores, en donde al igual que aquí , actúa  la ley de Causa y Efecto, de la que hablaremos mas adelante , como reajuste espiritual.

- Jose Luis Martín-


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                                  LA LEY DEL AMOR


El amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. 
El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido, sólo tiene sensaciones; pero instruído y purificado, tiene sentimientos, y el punto exquisito del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. 
La ley de amor reemplaza a la personalidad por la fusión de los seres, y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquel que, elevándose sobre su humanidad, quiere con grande amor a sus hermanos doloridos! ¡Feliz aquel que ama, porque no conoce ni la carestía del alma ni la del cuerpo; sus pies son ligeros y vive como transportado fuera de sí mismo! 

Luego que Jesús hubo pronunciado esta divina palabra: amor, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de esperanza, descendían al circo. 

El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino; estad atentos, porque esa palabra levanta la piedra de las tumbas vacías, y la "reencarnación", triunfando de la muerte revela al hombre ofuscado su patrimonio intelectual; ya no le conduce a los suplicios, sino a la conquista de su ser elevado y transfigurado. La sangre ha rescatado al espíritu y el espíritu debe rescatar hoy al hombre de la materia.


He dicho que el hombre en su principio sólo tiene instintos; aquel, pues, en quien dominan los instintos está más próximo al punto de partida que al fin. Para adelantar hacia éste, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir, perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que permanecenm avasallados por sus instintos. El espíritu debe ser cultivado como un campo: toda la riqueza futura depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres os traerá la gloriosa elevación; entonces será cuando, comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres, buscaréis en ella los suaves goces del alma, que son los preludios de los goces celestes. (Lázaro. París, 1862). 


El amor es de esencia divina, y desde el primero hasta el último poseéis en el fondo del corazón la chispa de ese fuego sagrado. He aquí un hecho que podéis haber observado muchas veces: el hombre más abyecto, más vil y más criminal, siente por un ser o por un objeto cualquiera un afecto vivo y ardiente a prueba de todo lo que tendiera a disminuirlo, que toma a menudo proporciones sublimes.
He dicho por un ser o por un objeto cualquiera porque hay entre vosotros individuos que prodigan los tesoros de amor de que su corazón rebosa, a los animales, a las plantas y aun a los objetos materiales; especie de misántropos, que se quejan de la humanidad en general, que se resisten a la inclinación natural de su alma y que buscan a su alrededor afecto y simpatía.
Esos rebajan la ley de amor al estado de instinto. Pero por más que hagan, no podrán sofocar el gérmen vivo que Dios, al crearlos, deposító en su corazón: este germen se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, aunque muchas veces comprimido por el egoísmo, es origen de santas y dulces virtudes que constituyen los afectos sinceros y duraderos, y os ayudan a subir el camino, escarpado y árido de la existencia humana.

Hay algunas personas a quienes repugna la prueba de la reencarnación, en el sentido de que otras participen de las simpatías afectuosas a que están celosas. ¡Pobres hermanos! vuestro afecto os hace egoístas; vuestro amor está limitado a un círculo íntimo de parientes o amigos, y todos los otros os son indiferentes. Pues bien, para practicar la ley de amor tal como Dios la entiende, es preciso que lleguéis por grados a amar a todos vuestros hermanos indistintamente. La tarea será larga y difícil, pero se cumplirá: Dios lo quiere, y la ley de amor es el primero y más importante precepto de vuestra nueva doctrina, porque aquella es la que debe un día matar al egoísmo, bajo cualquier forma que se presente; porque además del egoísmo personal, hay también el egoísmo de familia, de casta, de nacionalidad. Jesús dijo: "Ama a tu prójimo como a tí mismo", ¿pero, cuál es el límite de tu prójimo? ¿Es, acaso, la familia, la secta, la nación?

No, es la humanidad entera. En los mundos superiores, el amor mutuo armoniza y dirige a los espíritus avanzados que los habitan; y vuestro planeta, destinado a un progreso próximo para su transformación social, verá practicar por sus habitantes esta sublime ley, reflejo de la Divinidad.

Los afectos de la ley de amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la felicidad durante la vida terrestre. Los más rebeldes y más viciosos deberán reformarse cuando vean los beneficios producidos por esta práctica: No hagáis a los otros lo que no quisiéreis que os hicieran a vosotros, pero hacedles, por el contrario, todo el bien que podáis.

No creáis en la esterilidad y endurecimiento del corazón humano; a pesar suyo, cede al amor verdadero; es un imán al que no se puede resistir, y el contacto de ese amor vívifíca y fecunda los gérmenes de esa virtud que está en vuestro corazón en estado latente. La tierra, morada de prueba y de destierro, será entonces purificada por ese fuego sagrado, y verá practicar la caridad; la humildad, la paciencia, la adhesión, la abnegación, la resignación, el sacrificio, todas las virtudes hijas del amor. No os canséis, pues, de escuchar las palabras de Juan Evangelista; ya lo sabéis: cuando las dolencias y la vejez suspendieron el curso de sus predicaciones, sólo repetía estas dulces palabras: "Hijitos míos, amáos unos a otros".

Queridos y estimados hermanos, aprovecháos de las lecciones; su práctica es difícil, pero el alma saca de ellas un bien inmenso. Creedme, haced el esfuerzo sublime que os pido: "Amáos" muy pronto veréis la tierra transformada en Elíseo, donde las almas de los justos vendrán a gozar del reposo. (Fenelón. Bordeaux, 1861). 


Mis queridos condiscípulos: los espíritus que están aquí presentes os dicen por mi voz: Amad bien, con el fin de ser amados. Este pensamiento es tan justo, que encontraréis en él todo lo que consuela y calma las penas de cada día; o más bien, practicando esta sabia máxima, os elevaréis de tal modo sobre la materia, que os espiritualizaréis antes de separaros de vuestro cuerpo terrestre. Habiendo los estudios espirituales desarrollado en vosotros la comprensión del porvenir, tenéis una seguridad: el adelantamiento hacia Dios con todas las promesas que corresponden a las aspiraciones de vuestra alma; también debéis elevaros lo bastante para juzgar sin los lazos de la materia, y no condenar a vuestro prójimo antes de haber dirigido vuestro pensamiento a Dios. 

Amar, en el sentido profundo de la palabra, es ser real, probo, concienzudo, para hacer a los otros lo que quisiéramos para nosotros mismos; es buscar alrededor de sí el sentido íntimo de todos los dolores que abruman a nuestros hermanos, para llevarles un alivio; es mirar la gran familia humana como la suya, porque esta familia la volveréis a encontrar en cierto período en los mundos más avanzados, y los espíritus que la componen son, como vosotros, hijos de Dios designados para elevarse hasta el infinito. Por esto no podéis rehusar a vuestros hermanos lo que Dios os ha dado liberalmente, porque por vuestra parte estaríais muy contentos de que vuestros hermanos os diesen lo que os hiciera falta. En tódo sufrimiento dadles, pues, una palabra de esperanza y de apoyo, a fin de que seáis todo amor, todo justicia. 

Creed que estas sabías palabras: "Amad bien para ser amados", seguirán su curso; son revolucionarias y siguen una senda segura, invariable. Mas vosotros que me escucháis, habéis triunfado; sois infinitamente mejores que hace cíen años: habéis cambiado de tal modo, con ventaja vuestra, que aceptáis sin réplica una multitud de ideas nuevas sobre la libertad y fraternidad, que en otro tiempo hubiérais rechazado, pues de aquí a cien años aceptaréis con la misma facilidad las que aun no han podido entrar en vuestro cerebro. Hoy que el movimiento espiritista ha dado un gran paso, veis con que rapidez las ideas de justicia y de renovación, contenidas en los dictados de los espíritus, son aceptadas por la mitad del mundo inteligente; es porque esas ideas responden a todo lo que hay de divino en vosotros; es porque estáis preparados por una semilla fecunda: la del siglo último, que ha plantado en la sociedad las grandes ideas del progreso; y como todo se encadena bajo el dedo del Todopoderoso, todas las lecciones recibidas y aceptadas se encerrarán en este cambio universal del amor al prójimo. Por él los espíritus encarnados, juzgando mejor y sintiendo mejor, se tenderán la mano desde los confines de vuestro planeta, y se reunirán para entenderse y amarse y para destruir todas las injusticias y todas las causas de mala inteligencia entre los pueblos.

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TU NO ERES ESE CUERPO FÍSICO

Tú no eres este cuerpo físico, tu eres mucho mas, eres un alma encarnada que estas en este instante viviendo la experiencia física necesaria para salir adelante como ser espiritual que eres. Somos almas encarnadas aquí en la Tierra, almas libres y espirituales fuera de la materia.
Tienes vida espiritual: Has logrado mucho, muchísimo contigo, has avanzado a través de vidas, de encarnaciones, te has caído muchas veces, pero te vuelves a levantar: Eres todo un héroe. Eres digno hijo de tu Padre-Madre-Creador: En ti está sembrada la semilla del triunfo, de lo bello, de lo sublime, de la paz y de la eterna felicidad, ha brotado, ahora crece y se fortalece poco a poco: Ten paciencia: riégala, cuídala, protégela, aliméntala: Tu alma necesita de eso y de mucho mas. No estás solo en la faena: Te acompañan los guías y amigos protectores que Dios puso a tu lado para cuidar de su Creación Ellos a tu lado siempre!
Cuidándote, dándote fuerzas cuando te ven flaquear y debilitarte ante las vicisitudes de la vida.
Pero vas avanzando, vas creciendo, te vas fortaleciendo, te lo aseguro! Paso a paso llegaras bien lejos, a la "Casa" de nuestro Padre-Madre Creador.
Alimentamos y cuidamos del cuerpo físico con esmero a diario, y eso es bueno! Aunque tarde o temprano este cuerpo no nos servirá ya de nada, y lo tendremos que dejar aquí abajo en la tierra, se convertirá en polvo, ese es su destino, para eso fue creado, para servirte por un tiempo, para ayudarte a mover en las densidades vibratorias y las energías densas de este mundo. Al desembarazarte de él, tu alma se aligera grandemente" Solo se llevara las cargas morales que no hayas podido conquistar y soltar, las ataduras de la mente, los apegos de la carne a lo ilusorio de este plano de existencia. Es por eso que debemos de alimentar el alma con la mejor comida espiritual que podamos: Las acciones correctas, los pensamientos correctos, la palabra correcta, la buena voluntad hacia los demás, el servicio o caridad desinteresado, sin egoísmo alguno. El alma se fortalece de esa manera. Se debilita con lo contrario.
En nosotros esta la decisión de qué camino tomar: a la derecha o a la izquierda. Tú decides ahora o después. Pero mientras más demores la decisión, más lejano estará el día que puedas gozar de esa Eterna Felicidad y Paz que tanto anhelamos todos.
Comienza hoy, cambia, trabaja, ora, canta canciones a Dios, báilale al señor con la alegría de un hijo que agradece la vida. Haz buenas obras, estudia, medita, ayuda al necesitado. Tu lo harás y tu alma se sentirá feliz. Te lo prometo.
Que el Señor te Bendiga hoy, mañana y SIEMPRE!
-Reinaldo Formoso -
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