miércoles, 29 de junio de 2016

Acción y Reacción



                              TODOS   LLEGAREMOS
               

A nosotros, hombres, encerrados en la carne, nos es difícil formarnos una idea del papel del Espíritu, que lleva en sí todas las potencias, todas las fuerzas del Universo, todas las bellezas, los esplendores de la vida celeste, a los que  irradia sobre el mundo. Mas lo que podemos y debemos comprender es que 
estos Espíritus poderosos, estos misioneros, estos agentes de Dios han sido, como nosotros, hombres de carne, llenos de debilidades y de miserias. Si han llegado a esas alturas, es por sus investigaciones y sus estudios, por la aplicación, en todos sus actos, de la ley divina. Ahora bien, todo lo que ellos han hecho, podemos hacerlo nosotros. Todos tenemos en nosotros mismos los gérmenes de una potencia y de una grandeza iguales. Todos tenemos los 
mismos destinos espléndidos; todos tenemos el mismo porvenir grandioso y sólo depende de nosotros realizarlo a través de nuestras existencias innumerables.

LEÓN DENIS


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AMIGOS ESPIRITUALES
La providencia Divina se manifiesta, incesantemente, en todas las situaciones y lugares, proporcionando vasta gama de recursos, con vistas a la protección, al futuro y al progreso de las criaturas...
Ese amparo acontece de infinitas maneras. Uno de ellos se da por intermedio de tutores espirituales, conocidos por el nombre de guías o amigos espirituales:
Es grandiosa y sublime la misión de los guías espirituales, pues revela la providencia, bondad y justicia del Creador para con sus hijos, proveyéndolos de medios para el perfeccionamiento.
Kardec clasificó a los guías espirituales en tres categorías: Espíritus protectores, Espíritus familiares y espíritus simpáticos.
El espíritu protector o ángel guardián, es siempre un buen Espíritu, más evolucionado. Se trata de un orientador principal superior. Su misión se asemeja a la de un padre para con sus hijos: la de orientar a su protegido por la senda del bien, auxiliarlo con sus consejos, consolarlo en sus aflicciones-
La misión de los espíritus protectores tiene duración prolongada, pues estos acompañan al protegido desde el nacimiento hasta su des encarnación. Su actuación no es de intervención absoluta en nuestras vidas. Evita tomar decisiones por nosotros respetando nuestro libre albedrio.
Se siente feliz cuando acertamos y se entristece cuando erramos, más tarde o más temprano, su tutelado volverá al buen camino. El amigo espiritual comparece cuando es invocado, por medio de una simple oración.
Ejercen supervisión general sobre nuestras existencias, tanto en el aspecto intelectual, incluyendo las cuestiones de orden material, como moral, prestando énfasis a esta última, por ser la que tiene preponderancia en nuestro futuro de seres inmortales.
Los Espíritus Familiares son orientadores secundarios. Aunque menos evolucionados, igualmente quieren nuestro bien. Pueden ser los Espíritus de nuestros familiares o amigos. Su poder es limitado y su misión es más o menos temporal junto al protegido.
Se ocupan con las particularidades de la vida íntima del protegido por tener con el más intimidad y vínculos sentimentales. Por ejemplo; cuando el protegido está recalcitrante y no oye los consejos superiores o presenta un comportamiento enigmático.
Pueden influenciar en la decisión de un casamiento, en las actividades profesionales, o aun mismo en la toma de decisiones importantes. Solo actúan por orden o permiso de los Espíritus protectores.
Los Espíritus Simpáticos pueden ser buenos o malos, conforme sean la naturaleza de nuestras disposiciones. Ligándose a nosotros por una cierta semejanza de gustos, de acuerdo con nuestras inclinaciones personales.
Se simpatizan con nuestros ideales, con nuestros proyectos, procuran ayudarnos y, muchas veces toman nuestros dolores contra nuestros adversarios, situación en que no cuenta con el beneplácito de los espíritus protectores.
La duración de sus relaciones que también son temporales, se halla subordinada a determinada circunstancias, vinculadas a la persistencia de los deseos y del comportamiento de cada uno.
Por tanto, nadie, absolutamente nadie, está desamparado. Entretanto, Dios no nos atiende personalmente, conforme a nuestros caprichos, más por intermedio de sus leyes inmutables de sus mensajeros, esto es, Dios auxilia a las criaturas por intermedios de las criaturas.
Los ángeles o protectores espirituales de hoy son los hombres de entonces, que evolucionaron, dejando para atrás la animalidad.
Esa ligación e interdependencia entre los Espíritus de las diversas fajas evolutivas, en permanente contacto con el plano físico, forman el calidoscopio de la gran familia universal, evidenciando las leyes de la unidad y de la solidaridad entre los seres.
Dios, nuestro Padre, no nos quiere como autómatas, más si como socios, creadores. Él quiere que tengamos la ventura de alcanzar la perfección por las propias fuerzas, disfrutando el mérito de la victoria sobre nosotros mismos.
Acordémonos, finalmente, de que cada uno de nosotros, encarnados, también pude y debe amparar al prójimo, de acuerdo con nuestra capacidad, independientemente del estado evolutivo en el que nos encontremos.
Procediendo, así, estaremos por nuestra vez, actuando como auxiliares de los guías espirituales, para el cumplimiento de los designios divinos, en la infinita escala que da acceso a las cimas evolutivas.
“Ten cuidado para que no te apartes psíquicamente de tu ángel guardián. El jamás se aparta de su protegido, más este, por presunción o ignorancia, rompe los lazos de ligación emocional y mental, abandonando la ruta libertadora. Cuando erres y experimentes la soledad, ponte en pie y búscalo a través del pensamiento en oración, partiendo de inmediato para la acción edificante.” (Joanna De Ângelis)

Tomado de la Revista El Reformador de Cristiano Torchi
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                     ACCIÓN Y REACCIÓN

Los Espíritus superiores a través del Espiritismo enseñan que la ley de acción y reacción funciona con todos los individuos y grupos. Profundizándose en el conocimiento de la Doctrina Espírita aprendemos que tan importante como no hacer el mal es hacer el bien. Nuestro karma o destino está íntimamente conectado con lo que hemos hecho en el pasado y lo que estamos haciendo en el presente.
Cotidianamente en todas partes, observamos situaciones y ocurrencias que nos parecen profundamente injustas.
Al lado del rancho donde hay tanto sufrimiento y miseria encontramos la suntuosa mansión, cuyos moradores lo completan con todo lo que el dinero y el prestigio pueden proporcionarles. A cada instante, en los más diversos puntos de la Tierra nacen niños saludables y otros enfermos, deformes, excepcionales y limitados; en cuanto una parte de la humanidad ya nace con inclinaciones buenas, dignas y honestas, otra demuestra desde la más tierna infancia tendencias hacia el hurto, la mentira, la hipocresía, la crueldad, la perversidad etc.
Lo mismo ocurre con la inteligencia, que no es hereditaria, porque muchas luminarias de la ciencia y del intelecto eran y son hijos de padres comunes y hasta así mismo poco inteligentes, en cuanto padres de gran capacidad mental han generado hijos limitados.
¿Y nos preguntamos entonces a nosotros mismos por que tantas y tan dolorosas diferencias entre los hijos de un mismo Padre? Si nosotros, humanos y falibles, no seríamos capaces de actos tan injustos o malos para con nuestros hijos, como podría Dios, siendo omnipotente, justo, sabio y perfecto, demostrar tanta incompetencia, injusticia y perversidad?
Mas nuestra razón nos dice que no puede ser... tiene que haber otras explicaciones, caso contrario, dejaríamos de cree en El y en esa descreencia sufrimos el gran vacío que, la fuga de la fe deja dentro de nosotros. La criatura sin fe es como la lámpara apagada, en medio de la oscuridad nocturna.
Mas, felizmente, siempre llega el día en que tomamos conocimiento de la reencarnación y de las leyes de causa y efecto o acción y reacción, que los orientales llaman karma.
Ese conocimiento entonces nos coloca de bien con la existencia y comenzamos a ver a Dios, el universo y los mecanismos de la vida bajo nueva luz.
Comprendemos, así, que ya vivimos muchas y muchas existencias en la materia, que somos el resultado de lo que fuimos e hicimos en nuestras vidas pasadas. Entendemos también que Dios no es el responsable por nuestras buenas o malas inclinaciones, por nuestra inteligencia y aptitudes, enfermedades o sufrimientos. Los responsables somos nosotros mismos, por la manera como viven ciamos nuestras existencias pasadas, así como también la presente.
Todo lo que fuimos se refleja en nuestra vida actual. Es la ley del retorno que nos devuelve por las manos de la justicia divina, todo lo que hicimos en el pasado distante o próximo. La siembra es libre, más la cosecha es obligatoria.
Es preciso, entre tanto, observar que el karma no es sólo negativo, es también positivo. El representa nuestra cuenta corriente con la vida, el retorno de los actos buenos y malos, de las acciones y omisiones que practicamos a lo largo de las encarnaciones y puede así mismo ser atenuado por la práctica del bien, por el amor puesto en acción. Siempre es oportuno recordar lo que dice el apóstol: “El amor cubre una multitud de pecados”. Esto significa que si dedicáramos parte de nuestro tiempo y posibilidades, tales como el amor, el trabajo, la palabra o dádivas materiales, orientando disminuir el sufrimiento del próximo o el mostrarle un nuevo camino con más luz y esperanza, nuestra propia vida, siendo más útil a los otros, será también menos sufrida para nosotros. Esa orientaron más allá fue dada por Jesús cuando dice: “A cada uno le será dado de acuerdo con sus obras”.
También es importante entender que no todos los sufrimientos son cárnicos, porque muchas veces reflejan apenas nuestras propias necesidades evolutivas. El dolor es el mensajero divino que despierta en nosotros los valores inmortales del espíritu. Es el quien nos acuerda y nos hace salir del marasmo o de la comodidad espiritual. También es a través del sufrimiento que más nos aproximamos a Dios.
Acontece, igualmente, que muchos espíritus, al planear sus futuras encarnaciones, piden a los mentores para nacer con defectos físicos u otros problemas, orientado a evitarles mayores caídas espirituales.
Cuenta el espíritu de André Luis, a través de la pictografía de Francisco Cándido Xavier (Chico Xavier) que cierta mujer pidió para reencarnar con determinado defecto físico, porque quería preservarse de las tentaciones y caídas, ya que en su última encarnación fuera muy bonita y cayera espiritualmente por las vías del sexo.
Otros espíritus programan sus encarnaciones de forma tal que precisen enfrentar dificultades diversas, a fin de no tener tiempo ni energía para nutrirse de los vicios o liviandades prejudiciales, que les obstaculizaron el progreso en anteriores encarnaciones.
Nuestras faltas, en la verdad y todo el mal que hacemos, quedan con una marcada presencia en nuestra conciencia profunda y cuando estamos en el mundo espiritual, con mayor acceso a esas recordaciones, llega siempre el momento en que sentimos la necesidad de liberarnos de ese peso. Trabajamos entonces para merecer nueva encarnación en la Tierra, orientando esos rescates, así como también nuevos avances o ganancias en nuestra evolución. No hay maldades ocultas en la tierra. Todos los crímenes y todas las faltas de la criatura humana, se revelan algún día y en algún lugar...
El Karma quiere decir “causa y efecto” es la cuenta de cada uno, englobando los créditos y los débitos que en particular, nos corresponden. Hay cuentas de esa naturaleza, no solamente catalogando y definiendo individualidades, sino también pueblos y razas, estados y instituciones.
La alegría de vivir es una invitación para una existencia rica en producciones morales, espirituales, artísticas culturales, estéticas y nobles.
El destino de nuestra existencia deja de ser vivir bien, que es una de las metas humanas, para bien vivir, que es una conquista personal intransferible, especial, que jamás se altera o se pierde, fomentando la felicidad y trabajando por la paz que todos aspiran.

-Mercedes Cruz-
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PERIODOS EVOLUTIVOS EN CADA REENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU

Período infantil:  
La turbación no cesa en el instante del nacimiento, por el contrario persiste por algún tiempo. En los años siguientes de crecimiento del bebé, en el período de la infancia, el espíritu conserva esa turbación, que se va disipando despacio a lo largo del desarrollo del niño. 
El infante, en sus primeros años, debe adquirir capacidades motoras, de inteligencia, interactuar con el medio material para poder más adelante tomar decisiones en su vida de adulto. La función de la turbación en esa fase infantil es permitir un nuevo aprendizaje. 
En esa época, que puede durar más o menos siete años (como debemos saber, ese tiempo es relativo conforme al desarrollo de cada uno), el niño es susceptible a la influencia de los padres o tutores. Su personalidad es muy maleable, pudiendo absorber muchos conocimientos en varios aspectos, porque es más propicio a la asimilación de los principios educativos, donde las nociones morales vividas junto al ejemplo de los deberes de la vida deberían ser enseñadas en el seno donde vive. 
Es inmensa la responsabilidad de los progenitores o tutores en ese momento. Es de fundamental importancia que los padres sean conscientes de sus deberes y obligaciones para con el hijo, porque el niño absorberá lo que le enseñen, siendo un deber importantísimo de los padres o tutores la correcta educación moral e intelectual del niño, esforzándose para hacer del pequeño un individuo de bien, con valores morales. Si los padres fallan, por no dar al niño las enseñanzas morales correctas, tendrán que responder a eso y sufrirán en el mundo espiritual las caídas del hijo, sintiéndose responsables. 
La infancia es también una época de descanso para el espíritu y en ella el niño debe ir asumiendo poco a poco sus facultades inherentes, debe ir asimilando las condiciones físicas y mentales para desarrollar su encarnación con éxito. 
En ese momento infantil, las decisiones tomadas por un niño son proporcionales a sus necesidades básicas y sus sueños son pueriles. Él va adquiriendo paulatinamente el control de su libre albedrío, cuando empieza a tomar pequeñas decisiones. 

Período juvenil
Cuando llega la edad adolescente, esa edad de rebeldía a la que se refieren muchos padres, el espíritu se va mostrando tal como es, se transparenta su verdadero carácter y desvela algunas veces, facetas de su personalidad escondidas hasta entonces. 
Podemos observar que el olvido del pasado no es del todo absoluto en la encarnación, ya que en ese período se puede ver claramente en las inclinaciones de cada uno reminiscencias de vidas pasadas, en la manera de relacionarse con el medio en que se encuentra el espíritu encarnado, así como en las tendencias en hacer el bien o dejarse llevar por los impulsos viciosos que la sociedad ofrece. 

Período adulto: 
En la edad adulta el hombre ya posee todas las herramientas para decidir, actuar y resolver qué caminos a tomar, qué opciones elegir para sí mismo con total responsabilidad de sus actos. La ignorancia de su destino y del motivo de su presencia en la Tierra puede ser atenuante de las faltas que cometa pero no exime de la culpabilidad de ellas. 
Sabiendo, pues, el motivo de la encarnación, elegir una vida sana, de aprendizaje, de trabajo honesto, aprovechando el tiempo en enriquecerse moral e intelectualmente, practicando la caridad con uno mismo y con los demás, debería ser el objetivo prioritario a conseguir. 
Es importante, en la fase adulta, direccionar las verdaderas adquisiciones para construir un futuro para sí mismo mejor teniendo ciencia de que la vida es transitoria en la Tierra y que el hombre volverá a su estado de espíritu, tarde o temprano. A pesar de los sentidos humanos percibieren solamente las impresiones que la materia densa permite, el hombre debe hacer un esfuerzo decidido en adquirir bienes eternos y perecederos, aquellos que constituirán su verdadero patrimonio y que serán su legítima adquisición cuando su cuerpo alcance la decrepitud de sus órganos. Todas las acciones relevantes tomadas durante la vida tendrán consecuencias positivas o negativas para el espíritu en su vida póstuma. 

- Nidia Fabal-
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           DOMINAR EL EGO

Una vez leí de como el ego, el tuyo y el mio, se disfraza con mil caretas diferentes para ocultarse aun de la misma persona que trata de dominarlo. Difícil es que en el estado de conciencia que nos encontramos, nuestro ego no trate de ser "el actor principal", en la gran mayoría de lo que hacemos y en nuestra interrelación con los demás. Como opinamos, como reaccionamos, como vivimos, como sufrimos, como pensamos de los demás...esta bien atado a ese personaje que hasta hoy ha jugado un papel tan importante en la evolución. Pero que es hora ya que se aquiete, se debilite, dándole paso a que la Luz del Padre se refleje y manifieste en cada uno de nosotros. 

Desde una perspectiva espiritual, el ego quiere decir considerarse a sí mismo distinto de los demás y de Dios debido a la identificación con el cuerpo físico y las impresiones que existen en varios centros del cuerpo sutil. Resumiendo, el ego es llevar nuestra vida pensando que nuestra existencia se limita a nuestros 5 sentidos, mente, e intelecto e identificarnos con ellos en varios grados. 

Según la ciencia de la Espiritualidad, nuestro verdadero estado de existencia es la identificación con el Alma o principio de Dios en nuestro interior y vivir nuestro día a día con esta conciencia. Como el principio único e idéntico de Dios existe dentro de todos, desde una perspectiva espiritual hay unidad en toda la Creación. 

Sin embargo, dependiendo del nivel de nuestro ego, nos identificamos con el principio de Dios en nuestro interior, es decir el Alma, en diferentes niveles. Si nuestro ego es alto, nos identificamos menos con el Alma o con el principio de Dios en nuestro interior. 
Así que a trabajar hermanos míos! A trabajar!

- Reynaldo Formoso-
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