viernes, 17 de junio de 2016

La curiosidad por lo trascendente y lo misterioso





MUNDOS SUPERIORES Y MUNDOS INFERIORES 

En los mundos llegados ya al grado superior, las condiciones de la vida moral y material son muy diferentes que las  de la Tierra. La forma del cuerpo es siempre, como por todas partes, la forma humana, pero embellecida, perfeccionada y sobre todo, purificada. El cuerpo allí nada tiene de la materialidad terrestre y por consiguiente no está sujeto, ni a las necesidades ni a las enfermedades, ni a los deterioros que engendra el predominio de la materia; los sentidos, más delicados, tienen percepciones que lo grosero de los órganos sofoca en este mundo; la ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil: en vez de arrastrarse penosamente por el suelo, se deslizan, por decirlo así, por la superficie, o se suspenden en la atmósfera sin otro esfuerzo que el de su voluntad, así como se pintan los ángeles y como los antiguos representaban a los manes en los Campos Elíseos. Los hombres conservan a voluntad los rasgos de sus emigraciones pasadas y aparecen a sus amigos tal como les conocieron, pero iluminados por una luz divina, transfigurados por las impresiones interiores, que son siempre elevadas. En vez de rostros deslucidos, demacrados por los sufrimientos y por las pasiones, la inteligencia y la vida irradian con ese esplendor que los pintores han traducido por diadema o aureola de los santos. 
La poca resistencia que ofrece la materia a los Espíritus ya muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea más rápido y la infancia corta o casi nula; la vida, exenta de inquietudes y de angustias, es proporcionalmente mucho más larga que en la Tierra. En principio la longevidad es proporcional al grado de adelantamiento de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la descomposición; lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una transformación feliz, porque la duda sobre el porvenir no existe. Durante la vida, no estando el alma encerrada en una materia compacta, irradia y goza de una lucidez que la coloca en un estado casi permanente de emancipación, y  permite la libre transmisión del pensamiento. 
. En esos mundos felices, las relaciones de pueblo a pueblo, siempre amigables, nunca se turban por la ambición de dominar a su vecino, ni por la guerra consecuencia de aquella. Allí no hay ni señores, ni esclavos, ni privilegios de nacimiento; sólo la superioridad moral e inteligente establece la diferencia de las condiciones y de la supremacía, La autoridad es siempre respetada, porque sólo se da al mérito y porque siempre se ejerce con justicia. 
El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose. Su objetivo es alcanzar el rango de los Espíritus puros, y este deseo incesante no es un tormento sino una noble ambición que le hace estudiar con ardor para llegar a igualarles. Todos los sentimientos tiernos y elevados de la naturaleza humana se encuentran allí aumentados y purificados; los odios, los celos mezquinos y las bajas codicias de la envidia 
son desconocidos; un lazo de amor y de fraternidad reúne a todos los hombres, y los más fuertes ayudan a los más débiles. Poseen más o menos según lo que han adquirido por su inteligencia, pero nadie sufre por falta de lo necesario, porque nadie está allí por expiación; en una palabra, el mal no existe. 
. En vuestro mundo tenéis necesidad del mal para sentir el bien, de la noche para admirar la luz, de la enfermedad para apreciar la salud; en los mundos superiores, esos contrastes no son necesarios; la eterna luz, la eterna belleza, la eterna serenidad del alma, proporcionan una eterna alegría que no es turbada ni por las angustias de la vida material, ni por el contacto de los malos que no tienen entrada. Esto es lo que el espíritu humano tiene más dificultad en comprender, pues, siendo ingenioso para pintar los tormentos del infierno, nunca pudo representarse los goces del cielo. Y eso, ¿por qué será? Porque siendo inferior sólo soportó penas y miserias, y no entrevió los esplendores celestes; sólo puede hablar de lo que conoce; pero, a medida que se eleva y se depura, el horizonte se ilumina, y comprende el bien que tiene ante sí, como comprendió el mal que dejó atrás. 
. Sin embargo, estos mundos afortunados no son mundos privilegiados, porque Dios no tiene parcialidades para ninguno de sus hijos; da a todos los mismos derechos y las mismas facilidades para alcanzarlos; a todos hace partir de un mismo punto, y no dota 
a unos más que a otros; las primeras posiciones son accesibles a todos: a ellos corresponde conquistarlas por medio del trabajo, alcanzarlas lo más rápido posible, o arrastrarse durante siglos y siglos en las clases bajas de la Humanidad. (Resumen de la 
enseñanza de todos los Espiritus Superiores) 

-El Evangelio según el Espiritismo- de Allan Kardec

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                           EL ALMA.

134 – ¿Qué es el alma?
– Un Espíritu encarnado.


– ¿Qué era el alma antes de unirse al cuerpo?
– Espíritu.


– ¿Las almas y los Espíritus son, pues, idénticamente la misma cosa?
– Sí, las almas no son más que Espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible y que se revisten temporalmente de una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse.


135 – ¿Existe en el hombre algo más que el alma y el cuerpo?

– Existe el lazo que une el alma al cuerpo.


– ¿Cuál es la naturaleza de ese lazo?
– Semimaterial, es decir, intermediario entre el Espíritu y el cuerpo, y necesario para que puedan comunicarse uno con el otro.
Es por medio de este lazo que el Espíritu actúa sobre la materia, y, recíprocamente, la materia actúa sobre el Espíritu.

Así, pues, el hombre está formado de tres partes esenciales:
Primera – El cuerpo o ser material, análogo al de los animales y animado por el principio vital;
Segunda – El alma, Espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo;
Tercera – El principio intermediario o periespíritu, substancia semimaterial que sirve de primera envoltura al Espíritu y une el alma al cuerpo.
Son como en el fruto, el germen, el periespermo y la cáscara.

136 – ¿El alma es independiente del principio vital?
– Lo repetimos sin cesar, el cuerpo no es más que la envoltura.


– ¿Puede existir el cuerpo sin alma?
– Sí; pero, desde que cesa la vida del cuerpo el alma lo abandona. Antes del nacimiento, no existe aún unión definitiva entre el alma y el cuerpo; mientras que después que esa unión está establecida, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma y el alma lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma, pero el alma no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica.


– ¿Qué sería nuestro cuerpo si no tuviese alma?
– Una masa de carne sin inteligencia, todo lo que queráis,menos un hombre.


137 – ¿Un mismo Espíritu puede a la vez encarnarse en dos cuerpos diferentes?
– No, el Espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos seres diferentes.


146 – ¿Tiene el alma un lugar determinado y circunscrito en el cuerpo?
– No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho y en el corazón, en los que sienten mucho y dirigen sus acciones a toda la Humanidad.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.


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 LEYES MORALES DE LA VIDA

Las leyes morales de la vida, establecidas por el Padre, son de todos los tiempos. Inviolables, constituyen el camino de felicidad por el rumbo evolutivo, imponiéndose, paulatinamente, a la inteligencia humana hallándose establecidas en las bases de la armonía perfecta en que se equilibra la Creación. Reveladas a través de los tiempos, poco a poco, no se someten a los juicios transitorios de las pasiones humanas, que siempre desearon normalizarlas al propio talante, sometiéndolas a sus torpes determinaciones.

Inspiradas a la humanidad por las fuerzas vivas de la Naturaleza desde los días del “hombre primitivo", pasaron a constituir la ética religiosa superior de todas las naciones. Leyes naturales de amor, justicia y equidad, son el fiel de la conquista del espíritu que en la preservación de sus códigos sublimes y en la vivencia de su legislación, señala el propio engrandecimiento y plenitud.

El desacato, la desobediencia de sus códigos engendran el sufrimiento y desequilibrio del infractor, que de forma alguna consigue huir al reajuste producido por la rebeldía o insania de que se hizo portador. Profetas, legisladores y sabios han sido los maleables instrumentos de que se sirvió el Padre Amantísimo a través de los tiempos, a fin de que el hombre, en el calabozo carnal, pudiese encontrar la ruta segura para atender el reino venturoso que lo espera. De entre todos, sin embargo, fue Jesús el prototipo de la misericordia divina, “El modelo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre, para servirle de guía y modelo” , el propio Rey Solar.

Viviendo con todo vigor el estatuto de las “leyes morales”, dio cumplimiento a las de orden humano, sometiéndose, pacíficamente, instaurando el periodo fundamentado del amor, que resume todas las demás y las comanda con sin igual maestría. El modelo a ser seguido, enseñó por el ejemplo y por el sacrificio, señalando en testimonio supremo la excelencia de su misión amorosa, a través de la donación de la vida, incitándonos a incorporarnos en el día a día de la existencia a la irrecusable lección de su auto-ofrenda santificante. Nos inspira para elaborar está Obra en el incomparable “El Libro de los Espíritus”, de Allan Kardec, Parte 3ª, “De las Leyes morales”.

No pretendemos producir un trabajo  doctrinario, sino responder a algunos conceptos y opiniones actuales en las nobles y relevantes lecciones allí expuestas, por considerar insuperable y profunda momentáneamente la obra Kardeciana, repositorio fiel del Consolador, conforme prometió Jesús. Dividimos, en once las leyes morales, conforme la clasificación y la renovación intima de aquellos que se interesan por la Doctrina espirita, o que en el báratro de estos días de inquietud padecen sed de Dios, requieren de lo Alto respuestas inmediatas para las interrogaciones afligidas, pidiendo orientación. El hombre viaja con sus formidables bólidos espaciales fuera de la órbita de la Tierra, y, todavía, no se conoce a si mismo. Descubre el mundo que lo fascina y no penetra en las responsabilidades morales que le caben cumplir.
Altera la faz del planeta que habita y pretende modificar las “leyes morales” que rigen el Universo, sumergiéndose, entonces, en profunda amargura. Presenta conceptos valiosos y concepciones de audacia matemática, descubriendo las leyes de la  gravedad, de la aglutinación de las moléculas, de la estructura genética de los seres y, todavía, impone absurdas determinaciones en el campo moral, legalizando el aborto, resucitando la pena de muerte, programando a la familia, mediante procesos creados, precipitados, abogando la disolución de los vínculos matrimoniales, estimulado por terrible libertinaje, fomentando la guerra…

Hay dolor y locura, hambre, miseria moral y social en larga escala, en un atestado inequívoco del primitivismo moral que rige en individuos y colectividades que se dicen civilizados. Las leyes de la vida son impostergables. Nadie las derroca; no las subestimes impunemente; no las ignoras, aunque desees hacerlo. Están esculpidas en la conciencia de las criaturas. Incluso  el bruto las siente en forma de impulsos. Las leyes de la vida son 
 Leyes inmutables

Joanna de Angelis

Médium Divaldo Pereira Franco


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   La curiosidad por lo trascendente y lo misterioso

     El Ser humano llevado por el empuje que la Evolución imprimió siempre a su Ser, siempre buscó respuestas ante cuestiones trascendentes que estaban delante de él; formaban parte de su vida y de su muerte, y no alcanzaba a comprender, buscando el significado de todo lo que constituía un misterio, utilizando por ello su imaginación , su poder deductivo y su intuición para dar respuesta  a  tantas  cuestiones   que se planteaba. De este poder deductivo nació la filosofía, en  la que encontró  las claves para tantas respuestas y soluciones que afectaban al entramado humano y a cada Ser individual.
     La Filosofía en sus deducciones, siempre caminó por delante de la Ciencia empírica , en cuanto a que con su poder deductivo ha ido adelantando  a veces cuestiones que más tarde la Ciencia ha venido a confirmar.
     La propia Naturaleza muchas veces  nos da la clave para  inspirarnos y  encontrar  respuestas  a cuestiones íntimas que en ocasiones  nos hemos planteado  los humanos,  aunque no siempre sabemos  verlas o  captarlas.    
     Al respecto de lo anterior, recuerdo aquel luminoso  día cuando paseaba por el campo en plena primavera y pude contemplar admirado una mariposa vestida de colores  bellísimos, posada en la punta de una rama; sin embargo - pensé-  hasta hace poco tiempo antes  aquella vistosa criatura  no  había sido nada  mas que una vulgar y repelente  oruga que se arrastraba en su medio vegetal  , pero  que poco mas tarde  se transformó en una inmóvil e inerte crisálida que despertando finalmente  de su letargo y  liberándose de sus envolturas pudo volar libremente ,hasta que finalmente (¿casualidad?) se posó en mi presencia, tal vez  con la importante misión de hacer despertar en mí mismo, preguntas  y planteamientos cuyas respuestas  he ido encontrando después  poco a poco.
     Meditaba en este sencillo  y al mismo tiempo  gran detalle de la Naturaleza  que suele pasar desapercibido,  cuando  en lo más íntimo de mi mente  sentí la intuición como   una respuesta, como un relámpago  que iluminó mi comprensión ; una idea abstracta sin palabras,  sobre que es lo que sucede con  la propia esencia del  Ser  humano cuando abandona definitivamente el cuerpo físico tras la muerte del mismo. Comprendiendo en aquel instante , o intuyendo, que nosotros también pasamos  por esta  vida  de modo semejante a  la oruga, arrastrándonos en medio de la materia y las circunstancias que nos rodean, en el escenario en donde nos tocó vivir, sin saber muy bien hacia donde vamos en este camino que termina con la  oscura muerte y  que la gente suele considerar como el final de la existencia  del Ser y de todo, ni tampoco  conocemos  de donde procedemos, hasta llegar al   momento actual en medio del camino de la vida. Tal vez cuando se intuyen cuestiones tan profundas como  es el qué o quienes somos en realidad, de donde venimos y hacia donde vamos, sea lo que algunas personas han experimentado como un despertar de la conciencia o como una iluminación.  Creo que  “iluminarse ” viene a ser  como despertar interiormente en una luminosa intuición, o un relámpago, o como un flasch, acerca de la Verdad de la Vida y de nosotros mismos, porque solo despiertos podemos buscar ,encontrar  y ver la Verdad . Y esta experiencia puede suponer una  transformación interior  al vivir con plenitud  cada momento  presente sin preocuparse del concepto del pasado que ya pasó  y  que  solo sirve para acumular  el archivo de las vivencias,  experiencias y aprendizajes ya experimentados y a los que podemos recurrir para nuestro aprendizaje y orientación presente.  Tampoco ese momento se vive con la mente en el futuro que   no existe todavía, aunque su construcción depende de la suma de los momentos presentes  vividos con la consciencia clara  según  nuestro libre albedrío.
           Por aquel  aquel episodio sin importancia aparente,pero que fue para mi como un misterioso “chivatazo”, comprendí y me convencí de  muchas cosas muy importantes, como por ejemplo,  que  realmente  con la muerte de la persona solo  muere el cuerpo de materia, la apariencia de las formas- no podría ser de otro modo-,  pero  que  como la  mariposa,  mas tarde  también vamos a  resurgir de otro modo, para pasar a vivir en una forma de  vida superior, cerrando así el ciclo de cada vida humana, que después  y dentro de un infinito camino evolutivo necesitamos volver a recomenzar de nuevo una y otra vez,  buscando siempre crecer en nuestra esencia,  mejorando  y perfeccionando  lo logrado anteriormente.

- Jose Luis Martín -

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   “ La Verdad es totalmente interior. No hay que buscarla fuera de nosotros ni querer realizarla   luchando con violencia con enemigos exteriores”.

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