viernes, 24 de octubre de 2014

Aclaraciones sobre el Pase espírita


EL PASE SUS ORÍGENES, APLICACIONES Y EFECTOS.

J. Herculano Pires

El pase espírita es simplemente la imposición de manos, usada y enseñada por Jesús, tal como se ve en los Evangelios. Se origina en las prácticas de cura del Cristianismo Primitivo. Su fuente humana y divina son las manos de Jesús. Pero hay un pasado histórico que no podemos olvidar.
Desde los orígenes de la vida humana en la Tierra encontramos los ritos de aplicación de los pases, no raramente acompañados de rituales, como el soplo, la fricción de las manos, la aplicación de saliva e incluso (residuo del rito del barro) la mezcla de saliva y tierra para su aplicación al enfermo. En el propio Evangelio vemos la descripción de la curación de un ciego por parte de Jesús, utilizando esa mezcla. Pero Jesús procedía siempre, en sus actos y en sus prácticas, de manera que esas descripciones, hechas entre cuarenta y ochenta años después de su muerte, pueden ser únicamente influencia de costumbres religiosas de la época. Toda su enseñanza tenía por objeto alejar a los hombres de las supersticiones vigentes en aquel tiempo.
En caso contrario, Jesús hubiera procedido de modo incoherente en lo concerniente a sus enseñanzas y ejemplos, lo cual sería absurdo.
El pase espírita no comporta las teatralidades y gesticulaciones en que hoy lo han envuelto algunos teóricos improvisados, por lo regular vinculados a ciertas corrientes espiritualistas de origen mágico o fetichista.
Todo el poder y la eficacia del pase espírita dependen del espíritu y no de la materia, de la asistencia espiritual del médium pasista y no de él mismo. Los pases estandarizados y clasificados derivan de teorías y prácticas mesmérica, magnéticas e hipnóticas de un pasado hace mucho superado. Los espíritus realmente elevados no aprueban ni enseñan esas cosas, sino la plegaria y la imposición de las manos. Toda la belleza espiritual del pase espírita, que proviene de la fe racional en el poder espiritual, desaparece ante las gimnasias pretenciosas y las ridículas gesticulaciones.
La puesta en escena preparatoria: manos erguidas hacia lo alto y abiertas, para supuesta captación de fluidos por el pasista, manos abiertas sobre las rodillas, por el paciente, para mejor asimilación fluídica, brazos y piernas descruzados a fin de no impedir el libre paso de los fluidos, y así sucesivamente, solo sirven para hacer ridículo el pase, el pasista y el paciente.
La formación de las denominadas pilas mediúmnicas, con el agrupamiento de médiums en torno al paciente, las cadenas de manos o de dedos tocándose sobre la mesa condenadas por Kardec, no son otra cosa más que residuos del mesmerismo del siglo pasado, inútiles, supersticiosas y ridículas.
Todas esas necedades resultan esencialmente del apego humano a las formas de actividades materiales. Nos juzgamos capaces de hacer aquello que no nos corresponde hacer. Queremos dirigir, orientar los fluidos espirituales como si fuesen corrientes eléctricas y manipularlos como si su aplicación dependiese de nosotros. El pasista espírita consciente, conocedor de la doctrina y suficientemente humilde como para comprender que él poco sabe respecto de los fluidos espirituales – y lo que cree saber es simple pretensión orgullosa– se limita a la función mediúmnica de intermediario. Si ruega la asistencia de los Espíritus ¿con qué derecho se pone después en el lugar de ellos? A menudo los Espíritus recomiendan que no se hagan movimientos con las manos y los brazos, para no entorpecer los pases. O confiamos en la acción de los Espíritus o no confiamos, y en este caso es mejor que no los molestemos con nuestros ruegos.
El pase espírita es plegaria, concentración y donación. Quien reconoce que no puede dar de sí mismo, suplica la donación de los Espíritus. Ellos son quienes socorren a aquellos por quienes pedimos, no nosotros, que en todo dependemos de la asistencia espiritual.

Del Libro Obsesión, Pase y Adoctrinamiento de Herculano Pires

                                                                  ***********************

                             

                                           
LA VISIÓN DEL ESPÍRITU

Es indudable que los espíritus pueden hacerse visibles. Tal es la persuasión de los espiritistas que ya cuentan por años, el tiempo de la observación y del trabajo en el Espiritismo.
Antes de intentar la explicación de estos hechos, creo conviene darnos cuenta del por qué, no se ven los espíritus. No se ven, como no se ve la electricidad, porque los fluidos no se oponen al paso de la luz, como no se le opone el cristal.
Nótese bien que me refiero a la vibración, pues, por lo demás, todo cuerpo está compenetrado por el éter, que como se ha dicho, es uno e indivisible; pero los cuerpos que podemos ver, descomponen las vibraciones del haz de luz, absorbiendo parte de ellas y reflejando otras, de lo cual resulta su visión y color en nuestra retina.
Los antiespiritualistas lo son, porque no quieren darse al trabajo del estudio, por medio del cual hemos llegado los espiritistas, a asegurarnos de que en todos los fenómenos, antes llamados sobrenaturales, toma parte la materia, en su estado fluídico imponderable, las leyes que la rigen y una voluntad que opera dentro de ellas, como opera el hombre en la materia tangible, mediante el conocimiento de las leyes naturales, a que está sometida.

Hasta los más noveles espiritistas, saben que la inmortalidad es un hecho probado, por la comunicación revelada, mediante el fenomenalismo espírita; y deben, en consecuencia, comprender que la voluntad, facultad directa del espíritu, conserva el poder de actuar sobre su cuerpo fluidito o periespiritu, con más libertad que cuando constituía con el cuerpo, la dualidad humana.

Las manifestaciones de los espíritus, sea cual sea su forma, exigen la intervención del periespíritu; pero así como por medio de él, puede el encarnado obrar sobre los nervios, por éstos sobre los músculos y en último término sobre los objetos que le rodean, manipulándolos y utilizándolos de tan diversos modos; así también el espíritu en libertad, obra sobre los fluidos de los encarnados, y en último término sobre los elementos substanciales de la materia, y combinándolos, produce en su periespíritu, en el caso de que nos ocupamos, una disposición particular que no tiene analogía para nosotros y que le hace perceptible.

La mayor o menos perceptibilidad del espíritu que quiere hacerse visible, depende entonces, de la habilidad y de la fuerza que despliega en el manejo de los fluidos, como así mismo depende, de la afinidad que encuentra en los fluidos del médium.
Tal es la causa de los diferentes grados de visibilidad, desde la que solo permite la percepción al médium, hasta la que está al alcance de todos los presentes en la oscuridad, y la que constituye la materialización, que todos pueden ver a la luz del día.
Así pues el alma es en definitiva la que ve, pudiendo hacerlo a la luz del día, como en la oscuridad, porque la luz que ilumina al espíritu es otra; es la luz del alma.

FELIPE  SENILLOSA 

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

                                                        *****************

NO BASTA COMPRENDER LA DOCTRINA:
ES PRECISO, SOBRETODO, ASIMILARLA

J. Herculano Pires, de su libro Del Infinito  al Finito, cap. 39.
      No basta aceptar los principios renovadores de la Doctrina de los Espíritus. Es preciso vivirlos.
     Todas las doctrinas son sistemas lógicos, accesibles a la comprensión intelectual. Desde ese punto de vista, el Espiritismo puede ser comprendido por cualquier persona curiosa y de capacidad mental común. Se trata de una doctrina clara basada en principios de fácil aimilación, aunque bajo esa simplicidad existan problemas complejos de orden científico y filosófico. Es tan fácil comprenderlo si se estudian criteriosamente sus obras básicas.
     La simple comprensión de una doctrina, no implica su vivencia.  Además  de comprenderla, tenemos que sentirla. Solamente cuando comprendemos y sentimos el Espiritismo, cuando lo incorporamos a nuestra personalidad, cuando lo asimilamos profundamente en nuestro ser, ess cuando podemos vivirlo. De ahí la razón de Allán Kardec cuando afirmó la existencia de varios tipos de espíritas, concluyendo que "al verdadero espírita se le conoce por su transformación moral". El Espiritismo comprendido y vivido transforma moralmente al hombre.
     Vivir el Espiritismo no es vivir en el medio espírita, haciendo o frecuentando sesiones, leyendo obras doctrinarias u oyendo conferencias. Puede hacerse todo eso y aún más, incluso gastar mucho tiempo y dinero en obras de asistencia social, atendiendo apenas a la comprensión intelectual de la doctrina, pero sin vivirla. Porque vivir el Espiritismo es pautar todas las acciones por los principios doctrinarios.
  Es amoldar la conducta a la doctrina. Es actuar, en todas las ocasiones, como el verdadero espírita de que habla Allan Kardec.
  Aun en este punto, es necesario recordar que no basta la conducta externa. No basta la apariencia. Nada mas contrario que las apariencias del Espiritismo. Anti formal por excelencia, contrario a los convencionalismos sociales y religiosos, el Espiritismo, como decía Kardec, Ees una cuestión de fondo y no de forma". Por eso mismo no podemos vivirlo externamente. Antes de la conducta exterioor, tenemos que reformar nuestra conducta interna, modificar nuestros hábitos mentales y verbales. Pensar, hablar y actuar de acuerdo con los principios renovadores de moral espírita, que es la propia moral evangélica, racionalmente esclarecida por la Doctrina del Consolador.
  Surge aún una dificultad, que debemos intentar esclarecer. Llegados a este punto, mucha gente nos preguntará, como siempre sucede, cuando hablamos al respecto: ¿ El espírita debe entonces sujetarse rígidamente a un molde doctrinario? ". No, pues si así se hiciese estaría impidiendo su libre desenvolvimiento moral. Cuando hablamos de "amoldar la conducta" lo hacemos en sentido de orientación, nunca de esquematización. El espírita debe ser libre, pues, como acentuaba el apostol Pablo,"donde no hay libertad no está el Espíritu del Señor". Solo la libertad da responsabilidad y solo la responsabilidad produce verdadera moral.
     Al procurar vivir el Espiritismo, debemos por tanto, evitar las actitudes formales que conducen al artificialismo y, consecuentemente, a la mentira y la hipocresía. Como se ve, ese es el camino contrario a la Doctrina de los Espíritus, es el camino tortuoso de la Doctrina de los hombres en el plano del mundo. Debemos ser naturales. ¿ Es como modificar nuestra naturaleza inferior, siendo naturales?. Primero, comprendiendo que tenemos esa naturaleza inferior y precisamos modificarla, l que hacemos con la comprensión de la Doctrina; después, sientiendo la necesidad de modificarla, lo que hacemos por la asimilación emocional de la Doctrina. Nuestra transformación moral debe comenzar desde dentro y no desde fuera. De los pensamientos y sentimientos y no de las actitudes exteriores. Debe ser una transformación para Dios, no para que los hombres la vean.
     La falta de comprensión de ese problema lleva muchos espíritas a posiciones incómodas dentro de la doctrina y, lo que es peor, a posiciones comprometedoras para el movimento doctrinario. Y lleva también a lamentables confusiones, principalmente en lo tocante al problema religioso.
  Cuando, por tanto, comprendemos que el Espiritismo no es solamente un sistema doctrinario para la asimilación intelectual, sino que es sobre todo, vida, norma de vida y principalmente, savia renovadora de la vida humana en la Tierra, entonces comprenderemos que no es posible separar sus aspectos científico y filosófico o su poderoso aspecto religioso. Recordemos lo que decía Kardec, o sea, que el Espiritismo es fuerte justamente por afirmar y esclarecer las mismas verdades fundamentales de la religión.

                                                    ***************************



La soledad


      Todos en algún momento de nuestra vida hemos sentido miedo a quedarnos solos. Sobre todo cuando hemos llegado a la tercera edad,  miramos a nuestro alrededor, y en muchos casos nuestros hijos han desaparecido, están inmiscuidos en su vida, y no deseamos  estorbarle, aquí juega un poco el orgullo, porque si se tratara de nuestro hijo solo, tenemos confianza para  muchas cosas, a veces es su pareja, que no nos cae muy bien, o nosotros no le caemos, entonces en esas y otras ocasione parecidas, solemos pensar mucho en la soledad.
Cuando nuestros horizontes de vida son espirituales, las dificultades y conflictos se tornan menores. Las personas queridas, en las que depositamos nuestros sentimientos, son apoyos seguros en la vida, contribuyendo para que ella sea más feliz.
La muerte, la separación, un cambio de domicilio, o cualquier que sea el motivo que nos separe de tales personas, cada uno de esos eventos debe ser encarado como una invitación para que transformemos nuestra propia vida. Nadie pierde a nadie, ya que estamos todos en el mismo planeta evolutivo. No salimos tan fácilmente de él sin que agreguemos valores superiores al espíritu. Las personas que queremos y de las cuales nos separamos, pueden necesitar de algún tiempo lejos de nuestra convivencia, para que puedan también aprender con nuevas personas. Es un tiempo para cada uno, para que se pueda respirar nuevos aires. Deje que la nostalgia llegue a su corazón y acójala en armonía, pero deje al ente querido que prosiga su evolución, esperanzado en un posible reencuentro más adelante. No se levante por una separación. Crea que sin la presencia de aquella persona, también tiene el derecho de ser feliz. No piense que el mundo se acabó ni que es imposible vivir de otra manera diferente.
Su caminata es una jornada personal con o sin aquella persona. No se considere derrotado, pues la Vida le ofrecerá, siempre, una nueva oportunidad. Su felicidad es su gran objetivo.
Cada día de esa separación es una invitación a su individualidad, para que se perciba más próximo de Dios. Sea feliz y desee la felicidad de quien se ausentó de su lado.
La felicidad es un bien solitario, ya que es relativa a cada individuo. Se constituye en un padrón personal de ser. Aunque estemos al lado de alguien, nuestra felicidad sólo podrá ser compartida parcialmente, pues el sentimiento profundo que tengamos sólo será sentido por nosotros y por Dios.
La soledad es un estado que en ocasiones genera sentimientos en las personas que las lleva a un mundo oscuro y triste, en el que se olvida cómo puede volver a encontrar el camino hacia la felicidad de sentirse acompañado de forma personal y social.
 Quedarse solo es una situación necesaria en algún momento de nuestra vida. Si la vida nos ha impuesto esa contingencia, debemos encararla como un evento importante para que aprendamos alguna cosa con la soledad. Ser feliz sin una compañía física, sea de un compañero o de un familiar, puede ser un mensaje de la Vida para que seamos útiles colectivamente. Si usted es una persona solitaria y desea ser feliz aún en la soledad, procure hacer algo para la colectividad. Condicionar la felicidad a tener la compañía de alguien con quien podamos vivir una relación amorosa es un ideal fantasioso que inyectamos de las reglas sociales y que, muchas veces, nos impide la valorización real de los vínculos que la vida ofrece.
Somos seres sociales que necesitamos vivir y relacionarnos con las demás personas,  cuando esto no se da, nos desequilibramos y obsesionamos de tal forma que muchos han llegado a morir de soledad. El mejor remedio para perder el miedo a la soledad es asumirla  de una manera positiva procurando el auto estima alta, apreciando y valorando la libertad individual y creando   aspiraciones,  una elevada autoestima, un espacio personal y un proyecto de vida.
Las personas que se quieren a sí mismas y tienen sueños, logros y un rico mundo interior, difícilmente puedan vivir en enfermiza soledad. La superación personal te enseñara  que al destino eres tú mismo quien ha de provocarlo para bien, para que acuda a ti con su mejor cara posible.
No renuncies a bendecir al mundo con tu talento. No te sometas a la tiranía de una soledad no deseada. Sal ahí y demuestra al resto de la humanidad que tienes mucho que aportarle. Abandona tus miedos, busca la compañía de la satisfacción, hazlo mediante tu superación personal.
Haga algo que le proporcione satisfacción y al mismo tiempo beneficios sociales. Tal vez el motivo de su soledad sea exactamente el hecho de hacer muy poco por la sociedad en la cual vive. Haga algo por su felicidad realizando cualquier cosa por la felicidad de alguien. Comience por el bien colectivo, preferentemente de forma anónima. Experimente cultivar algún tipo de actividad en la cual pueda incluir a personas amigas que compartan su solidaridad. Tal vez descubra que el egoísmo es uno de los responsables por nuestra soledad externa.
Para alcanzar el éxito, y superarnos personalmente, es mantener la claridad y la serenidad, es proyectar imágenes mentales positivas que nos ayuden a mejorar nuestro panorama existencial. Lograr el éxito de la superación personal a través del manejo de los estados mentales resulta un proceso muy benéfico y considerablemente placentero, puesto que nos proporciona grandes momentos de aprendizaje y comprensión de nuestros propias limitaciones para vivir con plenitud.

Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Felicidad sin Culpa de  Adenáuer Novaes, de mi sentir y de páginas de internet

No hay comentarios: