jueves, 12 de diciembre de 2013

El problema religioso



La índole religiosa de El Libro de los Espíritus resalta desde sus páginas iniciales. Como ya vimos, Kardec lo inaugura con la definición de Dios. Pero el Dios espírita no es antropomorfo, no se trata de un ser formado a imagen y semejanza del hombre, como el de las religiones. A este respecto, la definición espiritista resulta terminante: “Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas”.

Así como para Spinoza es Dios la substancia infinita, para Kardec es la inteligencia infinita. Pero, del mismo modo que se han equivocado aquellos que confundieron la sustancia spinociana con el Universo, así también se engañan los que confunden la inteligencia infinita con el hombre finito, y la religión espírita con los formalismos religiosos.


En efecto, los atributos de Dios no se confunden con los precarios atributos humanos: Él es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno. No se confunde Dios con el Universo, puesto que es el Creador y mantenedor de éste. Sin embargo, cuando trata de la justicia de Dios vemos a Kardec empleando terminología antropomórfica, en que habla de penas y recompensas, y que ha dado hincapié para que se afirme que el Dios espírita es similar al de las religiones.


La explicación de este hecho, que a primera vista parecería contradictorio, figura en el parágrafo 10 del Capítulo Primero: 


 “L´homme peut-il comprendre la nature intime de Dieu? – Non; c´est un sens qui lui manque”. [“¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios? – No. Le falta un sentido para ello”. Y de inmediato viene la explicación de Kardec al respecto.
Más adelante, en el párrafo 13, encontramos la respuesta de que los atributos de Dios, a que antes no referíamos, son tan sólo una interpretación humana, aquello que el hombre en su actual estadio de evolución puede concebir en lo que atañe a Dios. Por tanto, Kardec se vale, para tratar acerca de Dios, del lenguaje que podemos emplear, de una manera que resulte comprensible. No es que esté humanizando a Dios, sino que lo pone tan sólo al alcance del entendimiento humano.

No obstante, la suprema naturaleza de Dios, en cuanto inteligencia infinita y causa primaria, es siempre preservada. Lo comprobamos en todo el Capítulo Primero y en otros muchos pasajes del libro. En el capítulo en que se refiere al panteísmo, toda confusión entre Creador y Creación ha sido descartada. El Dios espiritista no es antropomorfo, pero tampoco es panteísta. Por lo demás, El Libro de los Espíritus torna de inmediato prohibitivo el camino a las especulaciones ilusorias e imaginativas sobre la naturaleza de Dios.

Visto que falta al hombre el medio para comprenderlo, en vano será intentar su definición mediante hipótesis ingenuas o audaces. Tal lo que vemos en el parágrafo 14 del Capítulo Primero, al establecerse un principio que defiende de manera absoluta la posición del Espiritismo frente al problema, separándolo definitivamente de todas las escuelas de teología especulativa o de ocultismo, de cualquier especie que fueren. Transcribimos ese fragmento básico en su francés original, pudiendo el lector encontrar su traducción a renglón seguido:

“Dieu existe, vous n´en pouvez douter, c´est l´essentiel: croyed-moi, n´allez pas au-delaà; ne vous égarez pas dans un labyrinthe d´où ne pourriez sortir: cela ne vous rendrait pas meilleurs, mais peut-être un peu plus orgueilleux, parce que vous croiriez savoir, et qu´en realité vous ne sauriez rien. Laissez donc de côté tous ces systèmes; vous avez assez dechoses que vous touchent plus directement, à commencer par vous mêmes; étudiez vos propres imperfections afin de vous en debarrasser, cela vous sera plus utile que de vouloir pénétrer ce qui est impénétrable”. 

[“Dios existe, y no podéis dudar de ello. Esto es lo esencial. Creedme, no vayáis más allá. No os extraviéis en un laberinto del que no podríais salir. Esto no os haría mejores, sino quizá un tanto más orgullosos, debido a que creeríais saber y en rigor de verdad nada sabríais. Así pues, dejad a un lado todos esos sistemas. Bastantes cosas tenéis que os tocan más directamente, empezando por vosotros mismos. Estudiad vuestras propias imperfecciones a fin de desembarazaros de ellas; esto os resultará más útil que querer penetrar lo impenetrable”.]

Dios, como inteligencia infinita o suprema, es lo que es. No ofrece asidero para especulaciones ociosas o definiciones imaginativas. El hombre debe mantenerse dentro de los límites de sí mismo, preocuparse por sus imperfecciones, mejorar… Le basta con saber que Dios existe y que es justo y bueno. De esto el ser humano no puede dudar, pues “por la obra se conoce al obrero”, y la Naturaleza misma atestigua la existencia de Dios, su propia conciencia le está diciendo que Él existe y la ley general de la evolución comprueba su justicia y bondad. 
Afirmaba Descartes que Dios está en la conciencia del hombre como la marca del obrero en su obra. Los Espíritus confirman ese principio, pero van más allá, mostrando que la marca del obrero se encuentra en todas las cosas, en la Naturaleza entera. La negación de Dios es, para el Espiritismo, como la negación del Sol. El ateo, el descreído, no es un condenado, un pecador irremisible, sino un ciego cuyos ojos pueden ser abiertos, y en verdad lo serán… Porque Dios es necesariamente existente, según el principio cartesiano. Nada puede entenderse sin Dios. Él constituye el centro y la razón de ser de todo cuanto existe. Sacar a Dios del Universo sería como eliminar el Sol de nuestro sistema planetario: un simple absurdo.

Pero, el hecho de que no posea forma humana, de que no se asemeje al hombre en lo que toca a la constitución física de éste, no se sigue que Dios esté distante del ser humano y sea indiferente a él. El Dios espiritista se parece al aristotélico por su poder de atracción, pero se aleja de él en cuanto a la indiferencia con respecto al Cosmos. Porque Dios es providencia y amor, es el Creador y Padre de todo y de todos.

El Universo se define en una tríada, similar a las tríadas druídicas: Dios, espíritu y materia. Lo vemos en el párrafo 27, cuando Kardec pregunta si existe dos elementos generales, el espíritu y la materia, y los Espíritus le responden: 
“Oui, et pardessus tout cela, Dieu, le créateur, le père de toutes choses; ces trois choses sont le principe de tout ce qui existe, la trinité universelle”. [“Sí, y por encima de todo está Dios, el Creador y Padre de todo. Esas tres cosas constituyen el principio de cuanto existe, la trinidad universal”.] La materia, empero, no es sólo el elemento palpable, pues hay en ella el fluido universal, su lado fluídico, que desempeña el rol de intermediario entre el plano espiritual y el propiamente material.

Ante esa concepción surge un problema de carácter teológico y escriturístico. Si Dios no se asemeja al hombre, ¿cómo interpretar el pasaje bíblico según el cual Él creó al hombre a su imagen y semejanza? La explicación se provee en el parágrafo 88, cuando Kardec pregunta por qué el hombre extrae de ellos falsas conclusiones, porque puede abusar de todo, aun de lo más elevado”.]
Kardec corrobora la tesis de los Espíritus: el materialismo constituye una aberración de la inteligencia. Esto es lo que nos manifiesta al principio de su comentario:
 “Par une aberration de l´intelligence, il y a des gens qui ne voient dans les êtres organiques l´action de la matière et là rapportent tous nos actes”. [“Por una aberración de la inteligencia hay personas que sólo ven en los seres orgánicos la acción de la materia y relacionan con ella todos nuestros actos”.]
Y así prosigue el libro, todo él impulsado por el soplo del Espíritu, penetrado por el sentimiento religioso y, más particularmente, por el sentido cristiano de ese sentimiento. Cuando en el párrafo 625 pregunta Kardec cuál es el tipo humano más perfecto que Dios haya ofrecido al hombre para que le sirva de guía y modelo, la respuesta que se le da es categórica: “Ved a Jesús”. Y Kardec comenta entonces: 
“Jésus est pour l´homme le type de la perfection morale à laquelle peut pretender l´humanité sur la Terre. Dieu nous l´offre comme le plus parfait modèle, et la doctrine qu´il a enseignée est la plus pure expresión de sa loi, parce qu´il était animé de l´esprit divin, et l´être le plus pur qui ait paru sur la Terre”. [“Es Jesús para el hombre el arquetipo de la perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el modelo más perfecto, y la doctrina que ha enseñado es la más pura expresión de su ley, porque estaba animado del Espíritu divino y fue el Ser más puro que haya aparecido en la Tierra”.]

La religión espiritista se traduce en espíritu y verdad. Lo que a Dios interesa no es la precaria exterioridad de los ritos y del culto convencional, casi siempre vacío, sino el pensamiento y el sentimiento del hombre. La adoración de la Divinidad constituye una ley natural, como lo es la ley de gravedad. El hombre gravita hacia Dios, del modo mismo que la piedra gracia hacia la Tierra y ésta hace lo propio alrededor del Sol. Pero las manifestaciones externas de la adoración no resultan necesarias.
En el párrafo 653 hallamos la clara respuesta de los Espíritus sobre este tópico: 

“La véritable adoration est dans le coeur. Dans toutes vos actions songez toujours qu´un maître vous regarde”. [“La verdadera adoración está en el corazón. En todas vuestras acciones, pensad siempre que un Maestro os observa”.] Se condena la vida contemplativa, por ser inútil, así como la monástica, puesto que Dios no quiere el cultivo egoísta del sentimiento religioso, sino la práctica de la caridad, la experiencia viva y constante del amor por medio de las relaciones humanas.

El Libro de los Espíritus no deja a un lado la cuestión del culto religioso. El hombre, que hacia Dios gravita, es un Ser religioso por naturaleza, que necesita manifestar su religiosidad. Y tal manifestación se opera en las formas naturales de adoración, entre las que se cuenta la plegaria. Por medio de la oración el hombre piensa en Dios, se acerca a Él, con Él se comunica. Tal lo que hallamos a partir del parágrafo 658. Mediante las preces el ser humano puede acelerar su evolución, elevarse más pronto sobre sí mismo. Pero tampoco el rezar puede ser tan sólo un acto formal. Con la oración es posible hacer tres cosas: alabar, pedir y dar gracias a Dios; pero siempre que lo hagamos con el corazón y no únicamente con los labios.


Tenemos así la religión espírita, que tiempo después se definirá de una manera más objetiva o directa en El Evangelio según el Espiritismo. Una religión psíquica, según la denominó Conan Doyle, equivalente a la “religión dinámica” de Bergson. En el Capítulo V de la “Conclusión” asevera Kardec: 


“Le Spiritisme est fort parce qu´il s´appuie sur les bases mêmes de la religión: Dieu, l´âme, les peines et récompenses futures; parce que surtout il montre ces peines et ces récompenses comme des conséquences naturelles de la vie terrestre, et que rien, dans le tableau qu´il offre de l´avenir, ne peut être désavoué par la raison la plus exigeante”. [“El Espiritismo posee fortaleza porque se apoya sobre los cimientos mismos de la religión: Dios, el alma, las penas y recompensas futuras. Porque, sobre todo, muestra esas penas y recompensas como secuelas naturales de la vida terrena, y porque nada, en el cuadro que ofrece el porvenir, puede ser desautorizado por la razón más exigente”.] En suma, religión positiva, basada en las leyes naturales, desprovista de pompas misteriosas y de una teología fantasiosa.

Para completar el panorama religioso de El Libro de los Espíritus nos queda el Capítulo Doce del Libro Tercero y todo el Libro Cuarto. En aquel capítulo se refiere Kardec al perfeccionamiento moral del hombre, encara los problemas re a las virtudes y los vicios, las pasiones y el egoísmo; define después el carácter del hombre de bien y concluye con un mensaje de San Agustín sobre la manera de conocernos a nosotros mismos. En el Libro Cuarto disponemos de un capítulo acerca de las penas y goces terrenos, el cual es un código de la vida moral en la Tierra, verdadero catecismo de la conducta espírita, y asimismo hay un capítulo que versa sobre las penas y goces futuros y las consecuencias espirituales de nuestro comportamiento terrenal.

El LIBRO DE LOS ESPIRITUS -ALLAN KARDEC
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¿Por qué hay quien confunde al bueno con el tonto?

Es muy frecuente que el malvado, ante quien no lo es o ante el que no reacciona negativamente tal como lo haría él, no comprenda la actitud de la persona buena porque reacciona diferente a como lo haría él y entonces puede creer que se encuentra ante un tonto del que puede abusar sin consecuencias.
Las pruebas de la vida a veces nos ponen delante a Seres malvados, egoístas o ignorantes que tratan de aprovecharse de los demás mediante el engaño, por el solo motivo de encontrar en los demás una postura positiva que estos Seres no comprenden , y así se equivocan al confundir al bueno con el tonto.
Es cierto que también hay buenos que además son de mente poco lúcida, del mismo modo que también hay tontos que además son malvados, pero no se deben confundir ni mezclar ambos términos.
Ser caritativo, bueno y generoso no debe suponer en absoluto ser también tonto, aunque haya quien equivocadamente así lo crea, por eso, debemos con nuestro ejemplo ayudar a los demás y ser caritativos y generosos hasta donde podamos serlo, pero estando a su vez atentos a cualquier intento de abuso por parte de quien se esté confundiendo con nuestra actitud que aun no comprenden..
Si alguien confunde nuestra bondad , generosidad y nobleza con majadería y simpleza, siendo conscientes de ello, debemos ser caritativos para no herirle innecesariamente, pero al mismo tiempo se debe ser sincero y firme para impedir el pretendido abuso y hacerles comprender su actitud errónea, pero siempre procurando no manifestar ninguna clase de agresividad o ,simplemente, aspereza y manteniendo una postura noble que seguramente no comprenden y ante la que se suelen ver sorprendidos, o desconcertados. Cuando se adopta esta actitud como respuesta a sus mezquindades, muchas veces sirve para hacerles reflexionar o sentir vergüenza de sí mismos al sentir que esas personas les ven “desnudos por dentro”, tal como por un instante se sienten ellos, y esto puede ser una lección muy provechosa en sus vidas. Los que a cambio de su maldad, egoísmo, mala intención o de ambición, se ven tratados a pesar de todo con un respeto y Amor que no merecen, comienzan a sentir lo vergonzoso e indigno de su conducta, comenzando así a experimentar en ellos mismos el arrepentimiento y otro aspecto del Amor, cual es la gratitud y la generosidad que en el fondo intenta paliar su falta.
Nada ni nadie puede hacer daño psíquico o moral a la persona recta y bondadosa que está centrada en vivir dentro de una recta conducta, con un recto pensar y un recto sentir. Solo nos pueden hacer daño los propios pensamientos y sentimientos irreflexivos, cuando no se está alerta para frenar los propios impulsos.

- Jose Luis Martín-



Dar no es perder, es crecer; perdonar no es humillarse, es enaltecerse”


- Iris Quintans -

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Hoy me acepto y me amo


Hoy, me acepto tal como soy, sin juzgarme Acepto mi espíritu tal como es,con todas mis emociones,todas mis esperanzas y sueños,mi personalidad, mi manera única de ser.
Acepto mi cuerpo tal como es,en toda su belleza y perfección.
Que el amor que siento hacia mi sea tan fuerte que jamás me rechace, ni sabotee mi felicidad, mi libertad y mi amor.
A partir de ahora, que cada una de mis acciones,reacciones, pensamientos y emociones,esté fundada en el amor.
Acreciento el amor a mi mismo,hasta que todo el sueño de mi vida sea transformado y que el miedo a los dramas ceda al amor y a la alegría.
Que el poder del amor hacia mi sea lo bastante fuerte para romper todas las mentiras que se me ha programado que crea, 
Todos los que me han hecho creer que no estaba a la altura, ni era suficientemente fuerte, ni bastante inteligente,
Y que me salga de todo eso.
Que el poder de mi amor por mi sea tan fuerte que nunca más tenga necesidad de vivir mi vida según la opinión de otros.
Tengo una total confianza en mi capacidad para efectuar las elecciones que debo hacer.
Ataviado del amor hacia mi, no tengo ya más miedo para afrontar las responsabilidades de mi vida, ni los problemas de los cuales encuentro la solución cuando se presenten.
Lo que quiera llevar a cabo,que pueda hacerlo con el poder del amor hacia mi mismo.
A partir de hoy me amo de tal modo que no hago nada contra mi mismo.
Puedo vivir mi vida siendo yo misma,no pretendiendo ser otra con el objetivo de complacer a otro.
Ya no necesito que los otros hablen bien de mi,porque yo sé quién soy.
Gracias a mi amor por mi, a partir de ahora,siento placer por la imagen que me devuelve el espejo.
Que una sonrisa ilumine mi rostro, que esto acreciente mi belleza interior y exterior.
Siento tal amor hacia mi que mi propia presencia me resulta siempre un placer.
Me amo sin juicios porque cuando me juzgo, hay reproches y culpabilidad debido a la necesidad de castigarme, de modo que pierdo de vista el amor hacia mi.

Fortifico mi voluntad de perdonarme en este mismo instante.
Limpio mi espíritu de todo veneno emocional y de todo juicio a fin de vivir en la paz y en el amor.
¡Que mi amor hacia mi mismo sea la fuerza que cambie el sueño de mi vida!
Armado de este nuevo poder en mi corazón,el poder del amor hacia mi, transformo cada una de mis relaciones empezando por las relaciones que tengo conmigo mismo.
Me libero de todo conflicto con el prójimo.
Me siento feliz de pasar el tiempo con aquellos que me son queridos y les perdono toda injusticia que puedan sentir contra mi.
Me amo de tal modo que puedo perdonar a cualquiera que me haya causado heridas en mi vida.
Tengo el coraje de amar a mi familia y amigos sin condiciones, y de modificar mis relaciones del modo más positivo e impregnado de amor.
Creo nuevos canales de comunicación en mis relaciones,de modo que no haya más guerras de poder, ni perdiendo ni ganando.
Puedo trabajar en equipo, con amor, alegría y armonía.
Las relaciones con mi familia y mis amigos están fundadas en el respeto y la alegría,para no sentir más la necesidad de decirles cómo pensar o comportarse.
Mis relaciones románticas son las más maravillosas.
La alegría me invade cada vez que comparto el amor con mi pareja.
Acepto a los demás tal como son, sin juicios,porque cuando los rechazo, me rechazo a mi mismo.
Y cuando me rechazo, se me rechaza a su vez.
Hoy empieza un nuevo comienzo.
Recomienzo mi vida en este día con el poder del amor a mi mismo.
Aprecio mi vida, aprecio mis relaciones, exploro la vida, asumo riesgos, estoy vivo/a, no vivo más en el temor hacia el amor.
Abro mi corazón al amor que es mi derecho de nacimiento.
Me convierto en Maestro de la Gratitud, de la Generosidad y del Amor para poder disfrutar de todas las creaciones para siempre jamás.

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Errar es humano, perseverar en los errores es diabólico. 
San Agustín. 

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