miércoles, 16 de mayo de 2012

María de Magdala, el Apostol ignorado





La biografía de María de Magdala es uno de los más admirables temas de la historia del Cristianismo, destacando como ejemplo inolvidable su  belleza inhóspita y su posterior ternura a los leprosos del Valle de los Inmundos.

Según consta en la tradición,la "mansión" de aquella mujer, en Magdala o Migdol (torre), hoy el Mejdel, en la época la ciudad se localizaba en la costa occidental del Mar de Galilea, era procurada por los príncipes de las sinagogas, ricos comerciantes,billonarios señores de tierras y de esclavos, funcionarios de alta categoría de la administración herodiana, que le mantenían el cofre lleno de monedas de oro, joyas, dracmas de plata, perfumes raros, presentes exóticos.

Aquella mujer fue conocida como María Magdalena, personaje que ha traído  discusiones con interpretaciones diferentes sobre su vida. Así optamos por buscar un consenso a propósito de determinadas cuestiones fundamentales, para que nuestro estudio no perdiese la adecuada uniformidad de su contenido.

Hay quien afirma que la tradición, mucho más que la realidad, se encargó de difundir la supuesta mala fama de Magdalena. "El Talmud la presenta como casada con un judío llamado Pappus Benjudah, al que abandonó para unirse a un oficial de Herodes llamado Panther, no era necesariamente una "pecadora pública", ni una "viciada" como la describe  Gregorio Magno (1). Muchos la identifican como endemoniada (por siete obsesores), prostituta ( las bases históricas de esa última afirmación parecen ser bastante frágiles para algunos exégetas). Se sabe con certeza que María, la difamada de Magdala, no era feliz.

Algunos escritores y estudiosos contemporáneos, basados en los Evangélios Canónicos, en los libros apócrifos del Nuevo Testamento y nuestros escritos gnósticos, sobre todo Margaret George, Henry Lincoln, Michael Baigent y Richard Leigh, autores do libro El Santo Grial y el Linaje Sagrado (1982), y Dan Brown, autor del romance El Código da Vinci (2003), a pesar de proponer tesis estrafalarias,describen a  Maria Magdalena como una apóstola.

Cierta noche, siendo atendida por una sierva de confianza, permitió un diálogo sobre un Excelso Peregrino que recorría los caminos de Galiléa y de la Judéa. Entusiasmada, al día siguiente, sirviéndose de una fragil embarcación, atravesó el lago para conocer a Jesús en Cafarnaum.  Pasaron algunos días hasta que Cristo estuvo en Magdala, en la famosa "casa noble", en donde tomó un vaso de alabastro que contenía el perfume de lotos, comprado a precio de oro. Era su presente al sublime Rabi de Galilea.

Sabiendo que estaba en un banquete en casa de Simón, un rico comerciante de Galilea, a donde se dirigió.(2). Casi al final del ágape, rompiendo la seguridad, la famosa y afamada de Magdala(3), irrumpió en la sala y se arrojó a los pies del sublime Galileo. El adinerado Simón, dueño de la casa, se llenó de furia  pero dudaba determinar el expulsarla(4).      El afectuoso Nazareno  destacó el gesto de aquella corajuda Magdalena que arrojada a sus pies, los regó con sus lágrimas, y los secaba con sus sedosos cabellos, ungiéndolos con un sobrenatural bálsamo que invadía todo el recinto. El divino Señor simplemente dijo: por ese gesto te digo que tus muchos pecados te son perdonados, porque mucho amaste; pero aquel a quien poco amó, poco se le perdonó. Mujer, tu fe te ha salvado; vete en paz(5)

 Defendía el Maestro el corazón de aquel alma intensamente amorosa, transitoriamente dejada sobre el guante de la ilusión de la belleza física desértica. Por eso invirtió en su recuperación, incentivando que modificase su vida, lo que ella acogió con la consistencia diamantina de su personalidad fuerte e inició un rumbo nuevo, transformándose, después de la Madre de Jesús, en el mayor ejemplo de Amor de la faz de la Tierra.
  En la mañana siguiente la popularidad de Magdala subió, sorprendida, la noticia de la conversión de la mujer, enseña de la iniquidad. Ella abriría la mano en todos los bienes materiales que poseía y, con lo estrictamente necesario, iniciaba nueva vida. Se juntó discretamente con los que seguían al Mesías, pero de modo ineficaz por varias veces, recibió la bofetada de las sospechas.

En el transcurso de los meses, siguiendo los momentos de la traición de Judas, de la prisión de Jesús, del juicio arbitrario, peregrinando para el Gólgota, acompañándolo. La convertida de Magdala se mantuvo al pie de la cruz, unida a María de Nazaret y al joven Juan Evangelista. En el instante en que la frente del Maestro pendía pesada, ansió abrazarse otra vez a Sus pies, y secarlos con soberana veneración, pero se sintió inmobilizada.

El domingo (tres días después del martirio de la Cruz), llegando al túmulo del Maestro al lado de Juana de Cusa, María ( la madre de Marcos) y otras mujeres(6), se encontró con la piedra del sepulcro fuera de sitio, con los lienzos de lino doblados, que habían envuelto el cuerpo y el sepulcro vacío. Magdalena tuvo recelo de que los fanáticos judíos hubiesen hurtado y escondido el cuerpo del Príncipe de la Paz.(7). En cuanto las demás mujeres volvieron a Jerusalén a fin de notificar lo sucedido, Magdalena se quedó en el jardín adyacente para llorar.

La nostalgia llena de agonía le apretaba el corazón, cuando escuchó la dulce voz del Crucificado,llamándola: ¡¡ Mujer !!. (8). Ella se volvió y apenas pudo avistar un bulto, los ojos aún empañados por las lágrimas y las pupilas dilatadas por la oscuridad del sepulcro. ¿Sería el jardinero?. Habría él ocultado el cuerpo del Divino Amigo?. Entonces los oídos descubren lo que los ojos no podían desvelar: la voz vuelve a llamarla, pero esta vez por el nombre: "¡ María!", ocurrió una transformación admirable: ella reconoce al suave Maestro redivivo, y exclama: "¡ Raboni, mi Maestro !", Y , literalmente, intentó abrazarlo, pero todavía no era el momento para tocarlo.(10)

Es interesante meditar  por las  razones profundas  ,entre tantas figuras  más próximas de la vida  del Divino Maestro surge la  de Magdalena en primer lugar?. El gesto de Jesús es profundamente simbólico en su esencia divina. Entre los personajes de la Buena Nueva, ninguno hizo tanta violencia a sí mismo para seguir al Salvador, como la inolvidable obcecada de Magdala.(11) La ex-vendedora de ilusiones difamada por los magdalenos, en  contra de la que se acostumbraba a lanzar injurias, en el encuentro con el Maestro materializado, redescubre su identidad y hasta amplía su horizonte existencial. Al reconocer a Jesús, inmediatamente lo coloca en lo más alto, llamándole " Maestro". Cristo estaba allí, redivivo y radiante como la madrugada recién nacida.

Magdalena fue a anunciar el episodio a los apóstoles, que no la creyeron. ¿Por qué habría Jesús de aparecerse a ella?. Sin embargo, María de Nazaret la abrazó y le pidió detalles. Los días que siguieron fueron de nostalgias y recuerdos. Las noticias favorables le llegaban a los oídos.

Antes de aquel mismo día, cuando dos discípulos iban a sus residencias retiradas en la afueras( Emaús), distante a sesenta estadio de Jerusalen (12), mientras caminaban se le juntó Cristo y siguió caminando con ellos (Jesús había tenido sus piés dilacerados por la crucifixión), pero no lo reconocieron. "Al aproximarse a sus casas, el Crucificado quería ir delante. Los dos le dijeron: "Vente con nosotros que ya es tarde. Él entró con los dos. Estando con ellos a la mesa, partió el pan, lo bendijo y se lo dio. Al tiempo se les abrieron los ojos y ambos Lo reconocieron;Jesús a continuación desapareció de sus vistas.

Magdalena supo que Jesús también se apareció a "Simón Pedro, Tomás, Natanael, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos a la orilla del mar de Tiberiades".(13)

Después de esto, "Jesús los condujo para Betania y levantando las manos, los bendijo, y habiéndolos bendecido, se separó de ellos y fue arrebatado al infinito. Ellos, después de adorarle, volvieron a Jerusalen llenos de alegría."(14).

La convertida de Magdala, experimentó soledad y abandono, y para suavizar la intensa nostalgia del Rabino, anduvo por caminando por las largas playas que tanto Lo recordaban. En una de esas tardes, se encontró leprosos que venían de Siria para buscar el socorro de la cura. Ella los abrazó diciéndoles que Jesús fue crucificado. Se detuvo a hablar durante horas, con nostalgia, de lo que aprendió con el que era el Camino la Verdad y la Vida. Después, siguió con ellos hasta el valle de los inmundos (leprosos).

Algunos años después, devorada por la lepra, sintiendo que iba a desencarnar, deseó volver a ver a María de Nazaret y fue a Éfeso. Tras pasar tres días de delirios, se sintió repentinamente expulsada del cuerpo, en la playa en donde encontrara a los leprosos sirios, y su apariencia era como de joven y bella. En ese momento ve caminar sobre las aguas la figura de Jesús que le dice: ¡ Ven María, ya atravesaste la puerta estrecha. Todas tus culpas están perdonadas porque mucho amaste y mucho sufriste. Yo te estaba esperando. Ahora duerme. Yo te escojo para que vengas a mi reino!.Magdalena se adormeció en los brazos de Jesús.

Jesús realizó dos clases de " resurección ": la del cuerpo y la del espíritu. "Resucitó" a Lázaro y "resucitó" a Magdalena. A los ojos del mundo la primera de esas dos maravillas asume mayores proporciones, pero, a los ojos de Dios, el segundo prodigio es más bello, más valioso. El cuerpo de Lázaro volvió a morir después de aquella "resurección". Magdalena nunca más murió, porque lo que en ella resurgió no fue la carne, sino el espíritiu. El mundo se maravilla con la "resurección" de Lázaro. El mundo Espiritual Superior se extasía con la "resurección" de Magdalena.

Se especula que después de esa encarnación en los tiempos apostólicos, María de Magdala, aún tuvo otras encarnaciones, hasta llegar a encarnar por última vez como Madre Teresa de Ávila (Santa Teresa de Jesús), cuyo verdadero nombre era Teresa de Cepeda y Ahumada, una revolucionaria religiosa nacida en España en 1.525 y fallecida en 1.582(15) "Se non é vero, é ben trovato".(16)

Jorge Hessen (Autor )


El verdadero espírita, no es aquél que cree en las manifestaciones, sino el que aprovecha la enseñanza impartida por los espíritus.
De nada nos  sirve creer, si la creencia, no nos hace dar un paso hacia delante en la senda del progreso y no nos torna mejores, para con nuestros semejantes
- Allan Kardec -



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