sábado, 19 de mayo de 2012

EL BIEN FUERZA SUPREMA




Jesús nos recomienda amar a  los enemigos y nos advierte de que la única energía susceptible de remover el mal  y extinguirlo es y será siempre la fuerza suprema del bien.

La naturaleza humana es un conjunto de acciones y reacciones espirituales  y materiales. Interpretarla apenas  a través de uno de sus aspectos es caer faltamente en el error. De un lado, tenemos el alma, el espíritu encarnado, que es el señor el director del cuerpo. Por otro lado, el organismo físico, en la plenitud de  su vitalidad animal. En la antigüedad, y particularmente en la Edad Media, la mentalidad popular, apegada al sentimiento de lo maravilloso, atribuía todo al espíritu, subestimando la acción del cuerpo. Vinieron de ahí las exageraciones de toda especie, creando supersticiones y temores, de las que se originaron muchas creencias, rituales y dogmas religiosos.

Con el Renacimiento creó nuevas formas de interpretar la vida. La filosofía dejó de ser antigua sierva de la teología, y la revuelta intelectual contra la tradición y la autoridad abalo profundamente  a la mentalidad popular. Los hombres pasaron a desconfiar de las explicaciones místicas, a repeler las supersticiones, y llegaron, en el mundo moderno, a la exageración opuesta, dando supremacía al cuerpo y negando o subestimando la acción del espíritu.

Fue exactamente cuando más se acentuaba esa nueva forma de  exageración, de parcialidad, que el Espiritismo surgió en el mundo, dando pleno cumplimiento a la promesa del Consolador, formulada por Jesús. La función del Espiritismo es restablecer el equilibrio conduciendo al hombre a la verdad.

El verdadero espirita, conocedor de los principios sublimes de su doctrina, es un jardinero del amor, según el poema inmortal de Tagore. Día a día, el trabaja los semilleros del corazón, de la sensibilidad y de la inteligencia, removiendo la tierra, extrayendo las hiervas dañinas y sembrando la buena simiente de las flores evangélicas. No basta creer en la sobrevivencia y participar de sesiones  u oír palestras. Kardec señaló que se conoce al verdadero espirita por su transformación moral. Y esa transformación no se verifica sin trabajo incesante del hombre  en la modelación de si mismo. Los Espíritus del Señor pueden auxiliarnos más el trabajo de nuestra transformación es principalmente nuestro, y debe ser realizado por nosotros mismos.
Algunas religiones nos condenan por esa teoria del esfuerzo propio, alegando la existencia de la gracia, más Kardec definió la gracia  como la fuerza que Dios concede al hombre de buena voluntad, para que venza sus imperfecciones. Sabemos que existe la gracia. Más sabemos, también, que debemos colocarnos en condiciones de merecerla, y que eso depende de nosotros mismos. Trabajemos, pues, diariamente, nuestro jardín interno, para ser espiritas.

La principal característica del Espiritismo es crear, en la tierra, un hombre nuevo. Ese hombre nuevo será muy diferente del que conocemos  en la civilización actual. Su interés  mayor no será el dinero, la conquista de las riquezas y poder, más si el mejoramiento espiritual. En vez de mandar, el querrá obedecer. Su gran virtud estará  en la obediencia a las leyes supremas de la vida, que le permitirá  establecer, en la Tierra, la concordia general.

El hombre de hoy es esencialmente ambicioso. Todas sus luchas solo tienen un objetivo: su enriquecimiento y aumento de poder. El hombre de mañana, creado en los principios renovadores del Espiritismo, será esencialmente fraterno. Todas sus acciones objetivaran el amor entre las criaturas, en la gran fraternidad universal del Reino de Dios.

Cuando el Cristianismo surgía en la tierra, su finalidad también era esa.  Y el Cristianismo, como el fermento de la parábola evangélica. Trabajo el mundo durante dos mil años, llevando la pesada harina humana. Ahora la harina se presenta en condiciones  de recibir los últimos impulsos, que nos llega de lo Alto, en el cumplimiento de la promesa evangélica del Consolador.

Los espíritus nos ayudan constantemente. Los malos nos ayudan en la manutención de nuestros vicios, o en la creación de otros, nuestros pensamientos negativos  y en la maledicencia. Los buenos nos ayudan en el mejoramiento de nuestras virtudes o en la adquisición de otras, en los pensamientos positivos y en la comprensión y tolerancia para con el prójimo. Todos, buenos y malos, somos siempre ayudados por los espíritus, que están constantemente a nuestro alrededor.  De esa manera, cada cual puede elegir libremente a sus auxiliares. Los que se complacen en la rutina del error y de la maldad tendrán los ayudantes que más les conviene. Los que procuran corregirse, mejorarse, haciendo de la vida un aprendizaje moral, tendrán los ayudantes  que necesitan. Mientras tanto, conviene no olvidar que para dejar viejas compañías y adquirir nuevas, será siempre necesario enfrentar la reacción de  aquellas que no nos abandonan con facilidad.
-Merche -



Ver los Blogs : El espírita Albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com
Y además:
marinamiesdeeamor.blogspot.com
                  soyespirita.blogspot.com
 boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
        ade-sergipe.com.br
 elblogdeazucena.blogspot.com
         espiritistas. es  
 ceesinfronteras.es/eventos.htm
elmundoespirita.blogspot.com.es

No hay comentarios: