martes, 10 de enero de 2012

Familia Espiritual




Es común escuchar, en especial por parte de adolescentes y jóvenes, quejas acerca de su familia.

        Al final, la familia del amigo, del vecino siempre es la mejor. La madre del amigo es comprensiva, el padre escucha al hijo.

        Algunos llegan a decir que se sienten extraños en su hogar, que les gustaría muchísimo ser hijos de esta o aquella familia.

        Y llevan tan en serio sus afirmativas, que no es raro encontrar niños y niñas que pasan días enteros en casa de amigos. Porque es allí, en aquel ambiente, donde se sienten bien.

        ¿Por qué pasa eso? Primero debemos considerar que los padres, como responsables por la educación de sus hijos, continuamente les advierten sobre sus deberes, sus obligaciones.

        Es la escuela, los deberes de casa, las pequeñas tareas del hogar, la limpieza de su habitación.

        Tales cuestiones suelen hacen que el joven se sienta presionado en su hogar, mientras en el del amigo nada le es exigido, porque allí es una visita.

        Y la visita merece un trato especial, puesto que su educación no es deber de sus anfitriones.

        Otro detalle a considerar es que algunos de nosotros verdaderamente nacemos en familias que no nos son simpáticas.

        Eso ocurre como parte de nuestro aprendizaje, dentro de la ley de causa y efecto, pues probablemente en experiencias anteriores en la carne, descuidamos los afectos familiares, menospreciamos su convivencia.

        Retornamos así, para vivir entre seres indiferentes o incluso antipáticos.

        Pero es un engaño pensar que en tales circunstancias se debe desconsiderar la familia actual.

        Para nuestra propia edificación es importante que esa familia, hoy solamente unida por los lazos corporales, se transforme en una familia verdadera, unida por lazos de afectividad.

        Nos cabe, por lo tanto, trabajar por ello. Cuando la situación se presenta difícil dentro del hogar, recurrir a la oración.

        Si la conversación descarrila hacia la discusión, salir un poco, enfriar la cabeza y retornar después para un dialogo ameno.

        Si uno u otro miembro de la familia nos es antipático, pensemos que no es la casualidad que nos reúne; que motivos graves nos llevaron a estar juntos en el hoy y empecemos a observar, buscando descubrir sus virtudes.

        Si pudiéramos, al dejar esta vida, llevar como triunfo en nuestro bagaje espiritual el haber conquistado uno o más miembros de nuestra familia, seguramente habremos realizado algo muy provechoso para nuestra vida como Espíritus eternos.

        Porque conquistar un Espíritu indiferente o antipático, transformándole en un amigo, es algo que jamás se perderá.

          La fraternidad es el sol para las almas y un rumbo para la vida.

        Ella empieza siempre en el lugar donde estamos, para que podamos alcanzar el punto que deseamos.

        Ejercitar la fraternidad es dejarse envolver por la lección de amor de Jesús Cristo, libertando el Espíritu y enriqueciendo los sentimientos.


Redacción del Momento Espírita, utilizando, al final, pensamiento del libro “Repositorio de Sabiduría” y “Fraternidad”, del Espíritu Joanna de Ángelis, psicografía de Divaldo Pereira Franco, ED. Leal (Brasil)


"Vive siempre en paz. Una conciencia tranquila que no trae remordimientos de actos pasados, ni teme acciones futuras, genera armonía."
- Juana de Angelis-


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