viernes, 1 de abril de 2011

Enfermedad del alma



El cansancio de la vida, el desanimo y el desagrado en relación a la existencia son señales de problema grave.




Muchas veces, los llevamos a causa del trabajo continuo, de la falta de reposo, de la presión profesional.


Con todo, es nuestra alma que se encuentra enferma.

Son causa del desaliento de nuestra rebeldía y de nuestro pesimismo.


Rebeldía contra las situaciones de lo cotidiano, pesimismo en relación a los hechos que nos pasan o que observamos.


La insatisfacción que sentimos hace la dureza de los sentimientos de las criaturas, la mala voluntad sistemática que percibimos en muchos seres.


Si, esas causas producen el cuadro desalentador que nos toma por asalto y nos consume.


Es de urgencia que retiremos el traje de la infelicidad que nos asfixia y retomemos el control de nuestras aspiraciones, renovándonos.


Es importante que alteremos el ritmo de nuestras actividades, que encontremos una nueva motivación. Algo que deshaga la onda de indiferencia que nos hayamos envueltos.


Hace tanto tiempo que no nos permitimos un paseo sin compromiso alguno por las calles. Un paseo sin tiempo, para así observar todo lo que hay de nuevo.


Al final, pasamos todos los días por los mismos locales y no tenemos tiempo de observar lo que está siendo cambiado, alterado.


Observemos las pinturas de las casas, los jardines floridos, pues la primavera ya vino y sus colores están al frente, para anunciarla.


Permitámonos afinar los oídos y henchir el alma con los sueños armoniosos de una música. Oigamos los versos. Cantemoslos.


Toda nueva acción produce un estimulo especifico, que renueva al hombre que así se empeña en ejecutarla con entusiasmo. Sean modificaciones pequeñas o grandes, lo importante es que se hagan constantes.


Modificaciones que nos empujen hacia delante. Retornemos al hábito de la lectura saludable.


Sumerjamos el pensamiento en los dichos del Señor. Redescubramos el Evangelio de Jesús.


Recordémoslo andando por las calles de Galilea, distribuyendo Sus Bendiciones, consolando, amparando, enseñando.


Imaginemos que Lo seguimos. Y sigámoslo


Establezcamos un itinerario de auxilio al projimo en nuestras vidas.


Enfrentemos cada nuevo día con una disposición saludable, sabiendonos utiles en la obra de Dios.


El nos concede recursos ilimitados para que triunfemos, liberándonos de esa postura enferma, a la que damos el nombre de cansancio.


Resguárdate de la hora vacía más también no te des al exceso de trabajo.


Ábrete al amor y combatirás los acontecimientos depresivos, moviéndote en paz, con el pensamiento en Dios.


- Redacción de Momento Espírita-

                       
                             "Permito a todos ser como quiseren   y a mi, como debo ser."
                                                                        Chico Xavier


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