sábado, 25 de enero de 2020

¿ Es el Espiritismo superstición?

      INQUIETUDES ESPÍRITAS

    Frase de Emmanuel
1.- De las evocaciones
2.- Modelo de oraciones a los Ángeles Guardianes y a los Espíritus Protectores
3.- Mensaje espiritual de Jose María Fernandez de Colavida
4.- La Ley del Trabajo
5.- ¿ Es el Espiritismo superstición?





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" Acuérdese de la poderosa fuerza de la Fe, pues cuando en ella creemos con todas nuestras fuerzas, todo es posible de conseguir en la vida"-

- Emmanuel- Camino Verdad y Vida-

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                   De las evocaciones
                       Consideraciones Generales
Los Espíritus pueden comunicarse espontáneamente o venir a nuestro llamamiento, es decir, por medio de la evocación. Algunas personas piensan que deben abstenerse de evocar tal o cual Espíritu, y que es preferible esperar al que quiera buenamente comunicarse. Fundan esta opinión en que llamando a un Espíritu determinado no se tiene certeza que se presente el mismo, mientras que el que viene espontáneamente y por su propia voluntad prueba mejor su identidad, puesto que de este modo manifiesta su deseo de hablarnos. Creemos que esto es un error. primeramente, porque hay siempre alrededor nuestro Espíritus lo más a menudo de baja esfera, que no desean otra cosa que comunicarse; en segundo lugar, y también por la última razón no llamando a nadie en particular, se abre la puerta a todos los que quieren entrar. En una reunión el no conceder la palabra a nadie es dejarla a todos y se sabe lo que resulta. El llamamiento directo que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre él y nosotros ; le llamamos por nuestro deseo y de este modo oponemos una especie de barrera a los intrusos. Sin un llamamiento directo, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro Espíritu familiar.
Estos dos modos de obrar tiene cada uno sus ventajas, y el inconveniente no estaría sino en la exclusión absoluta del uno de los dos.
Las comunicaciones espontáneas no tiene ningún inconveniente cuando se conocen los Espíritus y se tiene la certeza que los malos no tomarán ningún imperio; entonces es muchas veces útil esperar la complacencia de los que quieran manifestarse, porque su pensamiento no sufre ninguna opresión, y de este modo se pueden obtener cosas admirables; mientras que no se sabe si el Espíritu que llamáis está dispuesto para hablar o sea capaz de hacerlo en el sentido que desea.
El examen escrupuloso que hemos aconsejado es, por lo demás, una garantía para las malas comunicaciones. En las reuniones regulares, sobre todo en aquellas que uno se ocupa de un trabajo continuo, hay siempre Espíritus acostumbrados que se van a la cita sin que nadie les llame,porque en razón a la regularidad de las sesiones, ya están prevenidos; a menudo toman la palabra espontáneamente para tratar algún asunto, desarrollar una proposición o prescribir aquello que debe hacerse, y entonces se les reconoce con facilidad, sea por la forma del lenguaje, que siempre es idéntico, sea por la escritura, sea por ciertas costumbres que les son familiares.
Cuando uno desea comunicarse con un Espíritu determinado, es de toda necesidad evocarlo.
Capitulo xxv El Libro de los Mediums.
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           MODELO DE ORACIONES A LOS ÁNGELES  GUARDIANES Y A LOS ESPÍRITUS                                       PROTECTORES
La oración a los ángeles guardianes y a los Espíritus protectores debe tener por objeto solicitar su intervención ante Dios, y pedirles fuerza para resistir a las malas sugestiones y su asistencia en las necesidades de la vida.
ORACIÓN.
1– Espíritus sabios y benévolos, mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a los hombres y conducirles por el buen camino; sostenedme en las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlas sin murmurar; desviad de mí los malos pensamientos y haced que no dé acceso a ninguno de los malos Espíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad mi conciencia para que pueda ver mis defectos, separad de mis ojos el velo del orgullo que podría impedirme verlos y confesármelos a mí mismo.
Vos sobre todo, N................ , mi ángel de la guarda, que veláis más particularmente y vosotros, Espíritus protectores que os interesáis por mí, haced que me haga digno de vuestra benevolencia. Conocéis mis necesidades, que ellas sean satisfechas según la voluntad de Dios.

2. (Otra) – ¡Oh Dios!, permitid a los buenos Espíritus que me rodean, que vengan en mi ayuda cuando esté en dificultades y que me sostengan si vacilo. Haced, Señor, que ellos me inspiren fe, esperanza y caridad; que sean para mí un apoyo, una esperanza y una prueba de vuestra misericordia; haced, en fin, que encuentre a su lado la fuerza que me falta para sobrellevar las pruebas de la vida y para resistir a las sugestiones del mal, la fe que salva y el amor que consuela.

3 (Otra). Espíritus muy amados, ángeles guardianes, vosotros a quienes Dios, en su infinita misericordia, permite velar por los hombres, sed mis protectores en las pruebas de la vida terrestre. Dadme fuerza, el valor y la resignación; inspiradme todo lo que es bueno y detenedme en la pendiente del mal;que vuestra dulce influencia penetre mi alma; haced que sienta que un amigo sincero está cerca de mí, que ve mis sufrimientos y comparte mis alegrías.
Y vos, mi buen ángel, no me abandonéis; tengo necesidad de vuestra protección para soportar con fe y amor las pruebas que le plazca a Dios enviarme.

QUE ASÍ SEA!

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MENSAJE ESPIRITUAL DE JOSE MARÍA FERNANDEZ DE COLAVIDA

"En estos momentos, todos, todos vivimos con mucha alegría, con mucha paz.
Para que estemos caminando, caminando firmes, seguros, de que nuestra doctrina es el ideal que necesitamos para caminar con firmeza. Estas fuerzas superiores que en este instante recibimos, son las necesarias para transformarnos en los seres servidores de la causa del amor y de la caridad en la faz de la tierra. Cuidemos el mensaje que Kardec nos dejó, como un legado maravilloso, para que preservándolo, perdure, a través de los tiempos en los corazones de aquellos que ignoran las realidades espirituales.
Gracias por este momento.
Nosotros los espíritus espíritas, apoyamos todos los eventos que estén inspirados en el amor, y en el estudio, fortaleciéndose en la verdad consoladora que propone el mensaje espiritista.
Queridos amigos y hermanos, adelante, cual falange victoriosa, elevando los corazones hacia la luz imperecedera del amor.
Que Dios nos bendiga a todos. Con sentimientos sinceros".

Jose María Fernández Colavida
Comunicado dado a través del médium Jorge Berrío Bustillo en el 2do Congreso Conciencia realizado el día 8 de diciembre de 2019 en Calpe, España._

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LA LEY DEL TRABAJO
 El trabajo es una ley para las humanidades planetarias como para las sociedades del Espacio. Desde el ser más rudimentario hasta los Espíritus angélicos que velan por los destinos de los mundos, todos toman parte en el gran concierto universal.

Es penoso y grosero para los seres inferiores, el trabajo se suaviza a medida que la vida se refina. Se convierte, en un venero de goces para el Espíritu adelantado, que se hace insensible a las atracciones materiales, exclusivamente ocupado en los estudios más elevados.

Con el trabajo, el hombre domina a las fuerzas ciegas de la Naturaleza y se pone a salvo de la miseria; por el trabajo es por lo que se fundan las civilizaciones y por lo que se extienden el bienestar y la ciencia.

El trabajo es el honor y la dignidad del ser humano. El ocioso que, sin producir nada, se aprovecha de la labor de los demás, no es más que un parásito. Mientras el hombre se haya ocupada en su tarea se acallan sus pasiones. La ociosidad, por el contrario, las desencadena y les abre vasto campo de acción. El trabajo constituye también un gran consuelo, un derivativo saludable de nuestras preocupaciones y nuestras tristezas; calma las angustias de nuestro Espíritu  y fecundiza lustra inteligencia. No existe un dolor moral, no existen decepciones ni reveses que no encuentren en él un apaciguamiento; no hay vicisitudes que resistan a su acción prolongada.

El trabajo es la comunión de los seres. Por el nos aproximamos los unos a los otros, aprendemos a ayudarnos y a unirnos; de esto a la fraternidad no hay más que un paso.

Es por el trabajo que la civilización se levanta, que la educación se realiza y que nuestra felicidad se perpetúa, solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad.
La vida es la   armonía de   los   movimientos, resultante   de    los cambios incesantes en el seno de la naturaleza visible e invisible. Su manutención depende de la actividad de todos los mundos y de todos los seres.
Cada individualidad, en la prueba, como en la redención, como en la gloria divina, tiene una función definida de trabajo y elevación de sus propios valores. Los que aprendieron los bienes de la vida y cuantos los enseñan con amor, multiplican en la Tierra y en los Cielos los dones infinitos de Dios.
La civilización y el progreso como la propia vida, dependen de los intercambios incesantes. El Universo en su constitución maravillosa, no creo ni sanciona leyes de aislamiento en la comunidad eterna de los mundos y de los seres. La existencia es una larga escalera, en la cual todas las almas deben darse las manos, en la subida para el conocimiento y para Dios.

El trabajo es una ley natural por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a mayor trabajo, porque aumenta sus necesidades y sus goces.

Las ocupaciones materiales no solo son trabajo, el espíritu trabaja como el cuerpo. Toda ocupación útil es trabajo.

El trabajo es impuesto al hombre porque es consecuencia de su naturaleza corporal; una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia; sin el trabajo, el hombre no saldría de la infancia de la inteligencia y por esto solo a su trabajo y actividad debe su subsistencia, su seguridad y bienestar. Al que es débil de cuerpo Dios le da, en cambio, la inteligencia, pero siempre es trabajo.

Todo trabaja en la Naturaleza, los animales trabajan como nosotros, pero su trabajo, como su inteligencia, está limitado a las atenciones de su conservación y he aquí porque no es progreso para ellos, al paso que en el hombre tiene un doble objeto: la conservación del cuerpo y el desarrollo del pensamiento que también es una necesidad, y que le eleva por encima de sí mismo.

Cuando decimos que el trabajo de los animales está limitado a las atenciones de su conservación, se entiende que se habla del objeto a que se proponen al trabajar, pero a su pesar, y al mismo tiempo que proveen sus necesidades materiales, son agentes que secundan las miras del Creador, y su trabajo no deja de concurrir al objeto final de la Naturaleza, aunque, con mucha frecuencia, no descubra el hombre el resultado inmediato.

La Naturaleza del trabajo es relativa a las necesidades, y cuantos menos materiales son estas, menos lo es también aquel. No creamos, sin embargo, que el hombre permanece inactivo e inútil, la ociosidad seria un suplicio en vez de un beneficio.

El hombre rico, que posee bienes suficientes para asegurarse la existencia no está libre de la ley de trabajo, del trabajo material quizás; pero no de la obligación de hacerse útil según sus medios, de perfeccionar su inteligencia o la de otros, lo que también es trabajo.

Para reparar las fuerzas del cuerpo es necesario el descanso con el dejamos un poco de libertad a la inteligencia con el fin de que se levante por encima de la materia.

El límite del trabajo es el límite de las fuerzas. Por lo demás Dios deja al hombre en libertad.

El imponer a los inferiores un trabajo excesivo es una de las acciones más malas. Todo hombre que tiene mando res responsable del exceso de trabajo que impone a sus inferiores porque viola la ley de Dios.

En la vejez el hombre tiene derecho al descanso, pues solo está obligado según las fuerzas.

Si el anciano no tiene recursos y no puede trabajar, su familia y a falta de esta la sociedad ha de hacer sus veces. Esta es la ley de caridad.

No basta decir al hombre que ha de trabajar, sino que también es preciso que el que cifra la existencia en su trabajo encuentre ocupación, lo cual no sucede siempre. Cuando la suspensión del trabajo se generaliza toma las proporciones de una calamidad como la miseria. La ciencia económica busca el remedio en el equilibrio de la producción y el consumo; pero este equilibrio, aun suponiendo que sea posible, tendría siempre intermitencias, durante cuyos intervalos no deja de tener necesidades de vivir el obrero. Hay un elemento, con el cual no se ha contado bastante y sin el, la ciencia económica no pasa de ser una teoría. Este elemento es la educación, no la intelectual, sino la moral, y tampoco la educación moral que enseñan los libros, sino la que consiste en el arte de formar el carácter,  la educación que da hábitos; porque la educación es el conjunto de hábitos adquiridos.

Cuando se piensa en la masa de individuos lanzados diariamente al torrente de la población, sin freno y sin principios y entregados a sus propios instintos, ¡ hay que admirarse de sus desastrosas consecuencias¡. Cuando se conozca, comprenda y practique aquel arte, el hombre llevara a la sociedad hábitos de orden y de previsión para sí y los suyos, de respeto hacia lo respetable, hábitos que le permitirán pasar menos penosamente los malos días inevitables. El desorden y la imprevisión son dos canceres que solo una educación bien entendida puede curar; este es el punto de partida, el elemento real del bienestar, la prenda de seguridad para todos.

El que trabaja tiene asegurado un refugio para su sufrimiento y un verdadero amigo en la tribulación, no puede aceptar la vida con disgusto. En cambio, cuan digna de lastima es la situación de aquel a quien los achaques condenan a la inmovilidad y a la inacción; si este hombre ha sentido la grandeza y la santidad del trabajo, si por encima de su interés propio ve el interés general y el bien de todos y quiere contribuir a él, sufre uno de los padecimientos más crueles que se han reservado para el ser viviente

Tal es también la situación en el Espacio del Espíritu que falto a sus deberes y disipo la vida. Comprendiendo demasiado tarde la nobleza del trabajo y la villanía de la ociosidad, sufre al no poder realizar lo que su alma concibe y desea.

 La antigüedad romana deshonro el trabajo haciendo de el la condición propia del esclavo. Esto explica su esterilidad moral, su corrupción y sus secas y frías doctrinas. Los tiempos actuales tienen otra concepción completamente distinta de la vida. Buscan plenitud en una labor fecunda y regeneradora.

La filosofía de los Espíritus amplifica más aun esta concepción, indicándonos en la ley de trabajo el principio de todos los progresos y de todas las elevaciones, y demostrándonos que la acción de esta ley se extiende a la universalidad de los seres y de los mundos. Por eso estamos autorizados a decir: Despertad ¡ OH, vosotros, todos los que dejáis adormecidas vuestras facultades, vuestras fuerzas latentes! ¡Manos a la obra! ¡Trabajad, fecundad la tierra; haced resonar en las fabricas el ruido  del vapor!. Agitaos en la colmena inmensa. Vuestra tarea es grande y santa. Nuestro trabajo es la vida, es la gloria y es la paz de la humanidad.
    
Obreros del pensamiento, escrutad los grandes problemas, propagad la ciencia, distribuid entre las multitudes los escritos y las palabras que reconfortan y fortifican.¡Que de un confín del mundo al otro unidos en la obra gigantesca, cada uno de nosotros emita su esfuerzo, con el fin de contribuir a enriquecer el dominio material, intelectual y moral de la humanidad!.
La glorificación del trabajo es un servicio que ha venido cumpliendo el Evangelio.

Con anterioridad a la influencia del Maestro, la tierra era un vasto latifundio poblado por amos y esclavos. El servicio era considerado deshonra.

Dominadas por el principio de la fuerza, las naciones conservaban enorme semejanza con los agrupamientos de la comunidad primitiva. La notoriedad social provenía de la caza. Los tronos se erguían, casi siempre, sobre oscuros cimientos de pillaje.

Los favores de la vida pertenecían a los más astutos y a los más poderosos. Cualquier revés económico redundaba en cautiverio compulsivo.

El trabajo era sinónimo de envilecimiento.

Los espíritus más nobles, la mayoría de las veces, permanecían en absoluta dependencia, sudando y gimiendo para sostener el carro purpúreo de los opresores. En todas las ciudades pululaban los esclavos de todos los matices, y tan solo a ellos se les confería el deber de servir como severo castigo.

La Roma imperial estaba repleta de cautivos tomados de Egipto, Grecia, y Galilea. Tan solo en la revolución de Espartaco, en el año 71 antes de la era cristiana, fueron condenados a muerte en la  Vía Apia, 30.000 esclavos cuya única falta era la de aspirar al trabajo digno en libertad edificante.

Con Jesús, sin embargo, surge una nueva época para el mundo. El ministerio del Señor es, sobre todo, de acción y movimiento. Se levantó el Maestro al Alba y se devocionó al bien de los semejantes hasta muy entrada la noche.
 Medico _ no descansa en el auxilio efectivo a los enfermos.
 Profesor _no se fatiga con la repetición de las lecciones.
 Bienhechor _ esparce sin cesar las bendiciones del amor infinito.
Sabio _ coloca a la ciencia del bien al alcance de todos.
 Abogado _ defiende los intereses de los débiles y de los humildes.
 Trabajador Divino _ sirve a todos sin reclamos y sin esperar recompensa.

El ejemplo de Cristo es sublime contagioso. Cada compañero de apostolado se aparta luego de la comodidad, para ayudar en su nombre y abrir horizontes más amplios a la comprensión de la vida, en regiones distantes de la cuna que los viera nacer.

Mas tarde en Roma, el deseo de ayuda mutua entre los cristianos, alcanza realizaciones inconcebibles en el capitulo del trabajo.

Personas convertidas al Evangelio se consagran por entero al servicio, con el objeto de amparar a los compañeros necesitados.

Los aprendices de la Buena Nueva se esparcen en las actividades de la industria y la agricultura, de las artes y las ciencias, de la instrucción y el comercio, dela asistencia y la limpieza pública, disputando medios para el auxilio a los socios del ideal, en la servidumbre o en la indigencia, en el sufrimiento o en las prisiones.

Hay quien ayuna durante dos o tres días seguidos, a fin de economizar dinero para los servicios de asistencia al prójimo, bajo la dirección de un pastor. El trabajo pasa entonces a ser interpretado como bendición Divina.

Paulo de Tarso, cuando se traslada de la dignidad del sanedrín a la ruda labor del telar y confecciona tapices para no ser carga de nadie, a fin de garantizar de esa manera su libertad de palabra y acción, es el símbolo del cristiano que educa y realiza, a la vez que demuestra que a la pureza de la enseñanza debe aliarse la gloria del ejemplo.

Y honrado hasta hoy, en el trabajo digno a su principal norma de acción, el Cristianismo es la fuerza libertadora de la Humanidad, en todos los rincones del mundo.

Muchos negadores de la sobre vivencia del Espíritu, interrogan, acerca de cuestiones que desearían ver solucionadas sin la contribución del esfuerzo, personal, que pertenece a la criatura humana.

Preguntan con inteligencia ¿por qué razón no se materializan los Espíritus, que todo lo pueden, a fin de demostrar sin sombra de duda la inmortalidad?.

¿Por qué los Muertos, que pueden penetrar en el futuro, no traen las formulas eficaces para acabar con las enfermedades, reduciendo así los dolores que sufren los hombres?.

¿Por qué los orientadores de la humanidad, no nos esclarecen sobre la patogénesis de las neoplasias malignas, modificando los panoramas de la salud, en el planeta terrestre?.

¿Por qué los Benefactores de la criatura humana, ya desencarnados, no presentan hábiles soluciones para los graves problemas de la alineación mental?.

¿Por qué los Guías del destino humano, no nos proporcionan, los métodos para combatir la súper población, impidiendo que se corporifiquen nuevas criaturas, mediante lo cual evitarían las colectivas calamidades sociales, económicas y morales, que azotan a decenas de millones de hambrienta y enfermos?.

¿Por qué los Instructores Espirituales no actúan directamente sobre los jefes de Estado, impeliendo que los mismos accionen las armas de guerra, con las cuales dominan naciones y victiman a un incalculable numero de criaturas?.
Son interrogantes, que se caracterizan por el comodísmo mental, en un proceso de transferencia de responsabilidad y acción, se multiplican en innumerables ítem.

No obstante, las respuestas se encuentran en el cuerpo de la Doctrina que se empeñan en ignorar y que no se permiten conocer por medio del estudio ni de la meditación.

El Espiritismo enseña, a través de su lógica de bronce, que la muerte no modifica intrínsicamente a nadie.

Morir, como reencarnar, significa salir del cuerpo o entrar en el  sin alteración real de los valores morales ni del comportamiento personal.

Asimismo, aclara que no existen formulas mágicas para lograr soluciones de ocasión, lejos del esfuerzo de cada cual y sin la activa contribución de cada uno.

Lo que la Doctrina Espirita pretende es la transformación interior del ser, allí donde se encuentre, prosperando así en beneficio propio y en el de su prójimo, al servicio de la vida.

Lo que  a los hombres corresponde realizar no puede transferirse a los Amigos Espirituales. Si los Educadores realizan las tareas de sus discípulos, no harían mas que promover en ellos la inutilidad, la ignorancia, la pereza...
Debido a sus conquistas y conforme las necesidades que les son compatibles, periódicamente permite la Divinidad que se corporifiquen, como misioneros de la evolución y del progreso humano Einstein, un Gandhi, un Pasteur, un Flemming, un Francisco de Asis y otros, enseñando la belleza y convocando a la lucha sin cuartel del trabajo y de la renovación personal.

La verdad cambia mucho entre los hombres, a semejanza de una luz filtrada por vidrios de diferentes tonalidades, y tampoco todos pueden afrontar esa verdad mientras viven.
Si millones de criaturas, estando aun en la carne, se toparan frente a frente con la verdad simple y cruda, de la vida mas allá de la tumba, sin diálogos directos con los inmortales corporificados entre ellos, enloquecerían de pavor, arrojándose en suicidios infelices, en desdichados y espectaculares intentos de fuga de la realidad...

Si los Espíritus aportasen rápidas respuestas para los problemas que tiene la función de fomentar el progreso, la parálisis inutilizaría brazos y mentes, que llegarían a atrofiarse, perdida la finalidad que tienen destinada en el mecanismo de la evolución.
Los hombres disfrutan conforme sus merecimientos, reciben de acuerdo con lo que realizan y cosechan la sementera dejada en el pasado.

En su inevitable proceso de desarrollo, el Espíritu es, en el cuerpo, o fuera de el, el autor de su destino.

Los desencarnados no son poseedores de toda la sabiduría. Si eso fuera posible, como consecuencia del puro y simple fenómeno de la muerte ellos se volverían dioses, tal como lo sostiene las concepciones de la ortodoxia mitológica del pasado.

Jesús es el Señor que a todos nos estimula, invitándonos a las conquistas superiores, portador, El si, del conocimiento pleno.  Revelándonos al Padre, en ningún momento tuvo el deseo de igualarlo, en cambio, nos enseño a adorarlo en condición de Entidad máxima, y a El, nuestro Maestro y Benefactor, a seguir imitándolo en todos los caminos , para adquirir la paz.

Honrando el trabajo, como ley que fomenta la evolución afirmó También  “El Padre hasta hoy trabaja”, legándonos la honra del Servicio intransferible como un apoyo resistente para la victoria sobre las dificultades personales y para la liberación de todas las circunstancias afligentes y dolorosas, por nosotros mismos engendradas.

¡AMAD EL TRABAJO Y ENGRANDECERLO!

Por el Trabajo  la civilización se levanta,  la educación se realiza y  nuestra felicidad se perpetúa. En la Patria de las Almas llora amargamente el espíritu que despreció su riqueza oculta, por haberse olvidado que solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad.
Merchita

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¿ ES EL ESPIRITISMO SUPERSTICIÓN?
"Se acusa muy a menudo al Espiritismo de no ser otra cosa que la reminiscencia o la vuelta de las antiguas supersticiones.
A una ciencia de la naturaleza humana, que se funda en la observación de los hechos, que no se dirige sino a los hechos y al experimento; que no acepta creencia alguna porque sí; que enseña que el trabajo y el esfuerzo personal son los primeros deberes de todo ser inteligente; una creencia así es y debe ser el enemigo natural de toda superstición.
- Alfred Russell Wallace-

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