miércoles, 22 de enero de 2020

Carácter de la Revelación espiritista

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

 1.- La Ley del Amor
      Frase de Castelar
2.- El tiempo y la reencarnación
3.- Sed humildes
4.- Diferentes expiaciones en el mundo espiritual
5.- Carácter de la Revelación espiritista





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                                        LA LEY DEL AMOR

El amor fue considerado y discutido por los filósofos y religiosos de todos los tiempos. Los científicos evitan el tema porque poco es lo que tienen que añadir. El sociólogo Sorokin, de Harvard, explica que los científicos no confían en el poder del amor pues no puede ser pesado en una balanza, ni observado con un microscopio. Es ridículo que una fuerza tan poderosa continúe ignorada, sin ser investigada a nivel científico. Sin embargo, están empezando a aparecer algunos eruditos en el campo de la medicina y la psicología, aunque por cierto, muy tímidamente.

El empobrecimiento del vocabulario en nuestros días es otro de los parámetros que reflejan la condición humana en que nos encontramos. La palabra amor no goza de gran respeto; todavía es aplicada sin la elevación espiritual que se debiera. Entre jóvenes universitarios, en Río de Janeiro, se hizo una investigación sobre lo que ellos entendían por amor. El ochenta y cuatro por ciento respondió que amor es una actividad sexual. Por lo tanto notamos la escasa profundidad del conocimiento del tema. Se trata de un producto del que abusan los medios de comunicación, sin la menor responsabilidad espiritual, en los días que corren. Rescatar su importancia, su pureza, su trascendencia, es la meta que debemos alcanzar. Sin ingenuidad, sin sensiblería; basados en la estructura de una ley cósmica fundamental para la conquista de la felicidad social del planeta. Solamente la unión de las diversas áreas del conocimiento (ciencia, filosofía, espiritualidad) dará las condiciones plenas para que el hombre conozca la ley del amor y la respete. Incluso para su propio bien.

 Allan Kardec dedicó un capítulo de El Evangelio según el Espiritismo al amor. Lleva por título "Amar al prójimo como a sí mismo". El fundamento de la ley de amor está precisamente allí; amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Es el sustrato del Evangelio, la esencia de la ley. Jesús resumió toda su doctrina en esa afirmación, tal es su importancia. Tanto es así, que Fenelón, cuando se expresa en ese capítulo afirma que las demás virtudes son hijas del Amor, es decir, que las restantes virtudes están impregnadas por la virtud-madre. Cada una de ellas posee una partícula de amor, por eso son virtudes.
   Los efectos de la ley del amor se traducen en el mejoramiento de la raza humana y en la felicidad de los hombres durante la vida, así lo establece ese precepto de la constitución divina. Como con todas las leyes, hay quienes la cumplen y quienes la ignoran. Pero estos últimos se olvida que la ley divina es perfecta y al dejar de cumplirla dejamos sujetos a las sanciones de esa ley: el sufrimiento. No exisge otro camino más que el preconizado por el amaos; no existe.  Fuera de  él, el hombre se perderá, y el dolor producido en esa ruta transversal lo volverá a conducir a la dirección establecida por el amor. El individuo no soportará vivir eternamente fuera de la ley del amor, porque el deseo de felicidad es inherente a su condición, y esta habrá de lograrse exclusivamente por esa vía de acceso.  No en vano, el Espíritu de Verdad en el capitulo VI del libro citado, manifestó: "Espíritas, amaos, ese es el primero de los preceptos; instruiros, es el segundo". La conjunción de ambos conceptos ofrece al espíritu las condiciones para la conquista de la plenitud. Es equivalente al cultivo de una simiente para que llegue a producir los frutos de la sabiduría y del amor. Lázaro, en el Evangelio, expresó que "el espíritu necesita cultivo, igual que un campo"; requiere el trabajo diario hasta que empiece a producir, para su progreso y el de la sociedad en la que se desenvuelve.

- Jasón de Camargo- ( Educación de los Sentimientos)

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" Los seres queridos devorados por el sepulcro, no son solamente un poco de polvo que los insectos esparcen, sino "espíritus vivos" que nos acompañan en la vida y con los cuales nos confundimos en la muerte"
- Castelar-

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 EL TIEMPO Y LA REENCARNACIÓN


La  modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás, esta es fruto del tiempo, del esfuerzo, de la evolución. La sociedad humana, en la actualidad, viene siendo sacudida en sus propias bases, compeliendo a muchas personas  a improvistas renovaciones.

Para que el hombre físico se convierta en hombre espiritual, el milagro exige  mucha colaboración de las entidades espirituales. Las alas sublimes del alma  eterna no se expanden en estrechos escondrijos  de una incubadora, hay que trabajar, bruñir y sufrir.

Hastiados de las sensaciones en el plano grosero de la existencia, el alma intenta otros dominios. Se busca la novedad, el consuelo desconocido, la solución a la tortura de los enigmas.

La llama del propio corazón, convertida en un santuario de claridad  divina,  es la única lámpara  capaz de iluminar el misterio espiritual, en la marcha  redentora  y evolutiva. Al lado de cada hombre  y de  cada mujer,  en el mundo, permanece  viva la Voluntad de Dios,  en lo relativo a los deberes  que le corresponden. Cada cual tiene a su frente el servicio que le compete, como cada día trae consigo especiales de realización en el bien. El Universo se encuentra en el orden absoluto, como aves libres en los limitados cielos, interferimos en el plano divino, creando para nosotros prisiones y ataduras, o liberación y enriquecimiento.

Somos, en el palco de la Corteza Planetaria, los mismos actores del drama evolutivo. Cada milenio es un acto breve, cada siglo es un escenario veloz. Utilizando cuerpos sagrados perdemos la oportunidad santificante de la existencia, haciéndonos réprobos de las leyes soberanas, que nos enredan a los escombros de la muerte, como náufragos  piratas por mucho tiempo indignos del retorno a las lides del mar.

Son muchas las almas  indecisas, presas de la ingratitud y de la duda, de la flaqueza y de la disposición, esclavizadas en la tiranía del instinto, las que viajan divagando en el desierto de la propia  negación;  como pájaros de alas partidas, intentan volar al nido de la libertad  y de la paz, y que, no obstante, aun se debaten en el lodazal  de los placeres  de ínfima condición.

“Es por esta razón que los graneros de luz permanecen  vacíos. El vendaval  de las pasiones fulminantes de los hombres y de los pueblos  pasa ululando, de uno a otro polo, sembrando malos presagios. Es la época moderna, la locura se generaliza y la armonía mental del hombre  está a punto de zozobrar. Con el cerebro, envuelto  y el corazón inmaduro, el hombre actualmente, se requinta, en el arte de estragar el progreso espiritual.

Existe en la actualidad una nueva amenaza en el domicilio terrestre, el profundo desequilibrio, la desarmonia generalizada, las molestias del alma que se ingieren, sutiles, solapando  la  estabilidad, convirtiendo la Tierra en un campo de interminables hostilidades.

Casi todos los cuadros de la civilización moderna se hayan comprometidos en la estructura fundamental, necesitando movilizar todas las fuerzas a su alcance, para su propia causa.

El trabajo salvacionista no es exclusividad de la religión, constituye  un ministerio común a todos, es una obra genérica para la colectividad, un esfuerzo del servidor honesto  y sincero, interesado en el bien de todos.

No hay que olvidar la propia luz, no contar con antorchas  ajenas para la jornada, es indispensable considerar el propio deber de integridad cada día. Es imposible progresar en un siglo, sin atender las obligaciones  de la hora,  es imprescindible, recomponer  las energías, reajustar las aspiraciones y santificar  los deseos.

No basta creer en la inmortalidad del alma. Es inaplazable la iluminación de uno mismo, con el fin de ser claridad sublime. Importa elevar el corazón, romper las murallas que nos encarcelan en las sombras, olvidar las ilusiones de la posesión, dilacerar los velos espesos  de la vanidad, abstenerse  del personalismo envilecido, para que la claridad resplandezca en el corazón y Dios disipe las transitorias tinieblas.

La Puerta Divina no se abre a espíritus  que no se divinizaron por el trabajo incesante  de cooperación con el Padre. Como obreros decididos y valerosos, hemos de alimentar la esperanza renovadora. Siendo el ministerio de iluminación y de eternidad.

Se hace necesario, que encendamos en el corazón el amor fraternal, al frente del servicio. No bastará, en nuestras realizaciones, la creencia que espera, es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.

Seamos instrumentos del bien, la tarea demanda coraje y una suprema devoción a Dios. Sin que convirtamos  el círculo en que estamos, en luz en vano acometeremos  las sombras a nuestros propios pies.

La evangelización de las realizaciones en los dos planos de la vida es un deber tan natural y tan inaplazable como lo es la evangelización de las personas.

La espiritualidad Superior, a través de la oración y el trabajo constructivo se vincula al hombre proporcionándole el contacto con los Almacenes Divinos, supliéndolo según su justa necesidad. Las facilidades que gozan los espíritus elevados que tanto admiramos, son prodigadas al hombre por Dios, en todos los lugares. El aprovecharlas  es opción de el. Las maquinas  terrestres pueden alzarle  a considerables alturas, pero el vuelo espiritual, con el que se libera de la animalidad, jamás el hombre lo realizará sin alas propias.

Solo los siervos que trabajan, graban en el tiempo las marcas de la liberación; solo los que se bañan en el sudor de la responsabilidad consiguen acuñar nuevas formas de vida  y de ideal renovador.

El desequilibrio generalizado y creciente invade la mente humana. Se combaten, desesperadamente las naciones y las ideologías, los sistemas  y los principios. Se necesita asistencia espiritual en todas partes, reclamando cooperadores abnegados y fieles.

Trabajo realizado por Merchita

Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier

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                                         SED HUMILDES

“Tanto  más humildes seáis, el mundo menos os conocerá, porque la humanidad quiere
vanidad, fausto y cosas mundanas.- 

  Las distracciones de la Tierra son para los del mundo; vosotras ya  encontraréis alegrías divinas en el reino de Dios.

 “Los humildes debéis sentir satisfacción en llevar vuestra cruz, sino ¿en qué os pareceríais al Maestro?, ¿en qué podrías acreditar que sois sumisos y resignados, y qué testimonio daríais al Padre de que acatáis su ley? Vosotros debéis ser como el navegante viajando en alta mar, que en medio de la borrasca ve venir las olas tan furiosas que parece que han de sumergir el buque: tras una ola viene otra y otra, pero el navegante resiste y lucha hasta vencer, porque sabe que le va la vida. ¡Ay de él si pierde la serenidad!

“Así sois vosotros, las pruebas de la vida son borrascas y a veces parece que os han de
anonadar. ¡Ay de vosotros si os desesperáis!; ¡pedid fuerzas y luchad con valor! Y así como el navegante pasada la tempestad goza días plácidos y alegres, cantando al compás del balanceo de su buque, así vosotros viviréis alegres y dichosos en el reino de Dios, cuando hayáis triunfado de vuestras pruebas y sufrimientos”.

Amalia Domingo Soler (Hechos que prueban)

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DIFERENTES EXPIACIONES EN EL MUNDO ESPIRITUAL

En efecto, hemos visto a los avaros sufrir a la vista del oro, que para ellos era una verdadera quimera. A los orgullosos, atormentados por la envidia de los honores que se hacían a los otros sin hacer caso de ellos. A los hombres que gobernaron en la Tierra, humillados por el poder invisible que les obligaba a obedecer, y por la presencia de sus subordinados que ya no se doblaban ante ellos. A los ateos, sufrir las agonías de la
incertidumbre, encontrándose en un aislamiento absoluto en medio de la inmensidad, sin encontrar ningún ser que pudiera ilustrarles. En el mundo de los espíritus, si bien hay goces para todas las virtudes, también hay castigos para todas las faltas, y aquellas a las que no alcanza la ley de los hombres, son azotadas por la ley de Dios.

Por lo demás, es notable que las mismas faltas, aunque cometidas en condiciones idénticas, son castigadas con penas muy diferentes, según el grado de adelanto del espíritu. A los espíritus más atrasados y en una naturaleza brutal, se les imponen penas en cierto modo más materiales que morales, mientras que sucede lo contrario en aquellos cuya inteligencia y sensibilidad estén en mayor desarrollo. A los primeros les conviene un castigo apropiado a la rudeza de su envoltura, para hacerles comprender los  inconvenientes de su posición, inspirándoles el deseo de salir de ella. Así es que sólo la vergüenza, por ejemplo, que les haría poca o ninguna impresión a sus ojos, será intolerable para los demás.

En este código penal divino, la prudencia, la bondad y la previsión de Dios para sus criaturas se revelan hasta en las cuestiones más pequeñas. Todo es proporcional, todo está combinado con admirable solicitud para facilitar a los culpables los medios de rehabilitarse. se les toman en cuenta las menores aspiraciones del alma.

Según los dogmas de las penas eternas, por el contrario, en el infierno se confunden los pequeños con los grandes culpables, los que faltaron una sola vez, con los que fueron cien veces reincidentes endurecidos, y los arrepentidos.

Todo está calculado para retenerlos en el fondo del abismo. No se les ofrece ninguna tabla de salvación, una sola falta puede precipitar en él para siempre jamás, sin que se tome en cuenta el bien que se ha hecho. ¿De qué parte están la verdadera justicia y la verdadera bondad?

EL CIELO Y EL INFIERNO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.


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     CARÁCTER DE LA REVELACIÓN                                  ESPIRITISTA
3. El carácter esencial de toda revelación debe ser la verdad.. Revelar un secreto, es
dar a conocer un hecho; si la cosa es falsa, no es un hecho, y por consiguiente no hay
revelación. Toda revelación desmentida por los hechos no es tal revelación; si es atribuida a
Dios, que no puede mentir ni equivocarse, entonces no puede emanar de Él; hay que
considerarla como el producto de una concepción humana.

4. ¿Cuál es el papel del profesor frente a sus alumnos, si no es el del revelador? Les
enseña lo que no saben, lo que ellos mismos no tendrían el tiempo ni la posibilidad de
descubrir, porque la ciencia es la obra colectiva de los siglos y de una multitud de hombres
que aportaron, cada uno, su contingente de observaciones, y que aprovechan los que
vienen después de ellos. La enseñanza es pues, en realidad, la revelación de ciertas
verdades científicas o morales, físicas o metafísicas, hecha por hombres que las conocen a
otros que las ignoran, y que sin esto siempre hubieran ignorado.

5. Pero el profesor enseña sólo aquello que aprendió: es un revelador de segundo
orden; el hombre de talento enseña lo que él mismo descubrió: es el revelador primitivo;
aporta la luz que, poco a poco, se vulgariza. ¡Donde estaría la humanidad, sin la revelación
de los genios qué aparecen de vez en cuando!

¿Pero qué son los genios? ¿Por qué son genios? ¿De donde vienen? ¿En que se
convierten? Observemos que la inmensa mayoría aportan al nacer facultades
transcendentales y conocimientos innatos, que un poco de trabajo basta para desarrollar.
Pertenecen muy realmente a la humanidad, ya que nacen, viven y mueren como nosotros.
¿De donde sacaron pues estos conocimientos que no pudieron adquirir de su vida?
¿Diremos, como los materialistas, que el azar les dio la materia cerebral en más gran
cantidad y mejor calidad? En este caso, no tendrían más mérito que una verdura más
gruesa y más sabrosa que otra.

¿Diremos, como ciertos espiritualistas, que Dios les dotó de un alma más favorecida que la de la mayoría de los hombres? Suposición también ilógica, ya que mancillaría a Dios de parcialidad. La única solución racional de este problema está en la preexistencia del alma y en la pluralidad de las existencias. El genio es un Espíritu que vivió más tiempo; que más adquirió, por consiguiente, más progresó que los que son menos avanzados.

Encarnándose, aporta lo que sabe, y como sabe mucho más que otros, sin necesitar
aprender, es lo que se llama un hombre de talento o un genio.. Pero lo que sabe es el fruto
de un trabajo anterior, y no el resultado de un privilegio.. Antes de renacer, era pues Espíritu avanzado; se reencarna, sea para ayudar a otros a aprovechar lo que sabe, o para seguir avanzando.

Carácter de la Revelación Espiritista
Allan Kardec

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