miércoles, 7 de septiembre de 2016

EN PLENA NUEVA ERA






                      ANTE EL DOLOR 

Muchos reaccionamos de una manera muy negativa a los sufrimientos. 

Creemos en Dios, hablamos de fe, esperanza y gratitud al Padre si nuestra vida transcurre tranquilamente. 

Sin embargo, cuando los vientos de los reveses nos atormentan, la revuelta se instala y gritamos: ¿Por qué, Dios? ¿Por qué conmigo? 

En estos momentos, nos olvidamos de que Dios es el Padre del Amor y de la Justicia, nos olvidamos del poder de la plegaria, nos olvidamos de tantas cosas... 

No obstante, al analizar la vida de algunas criaturas, nos damos cuenta de que sufren mucho más que nosotros y no se muestran rebeldes, ni ingratas. 

Recordamos que, unos seis años antes de morir, Francisco de Asís empezó a sufrir de una enfermedad en los ojos, que le causaba fuertes dolores. 

La visión parecía cubierta por un velo. Primero, él comenzó a sentir como si los ojos se estuvieran rasgando. Más tarde, las pálpebras hincharon debido a la irritación e infección. 

Frotar los ojos solamente ponía peor la situación. La luz lo molestaba. Y su visión se fue poniendo siempre peor. 

Se cree que se trataba de una enfermedad que se propagaba en el clima seco y suelo arenoso de Egipto: el tracoma. 

Francisco había pasado bastante tiempo en el campamento de los cruzados, en las márgenes fétidas y húmedas del río Nilo. Allí faltaba una higiene adecuada y las enfermedades se propagaban. 

En el inicio de la primavera de 1225, uno amigos llevaron a Francisco a un médico que había imaginado un método revolucionario en el tratamiento de las enfermedades de los ojos. 

El médico llegó con el instrumento de hierro usado para la cauterización. Encendió el fuego y después colocó el hierro. 

Los amigos le explicaron a Francisco lo que iba a hacer el médico: rojos, los hierros se aplicarían para quemar la carne de los dos lados de la cabeza de Francisco, de pómulos a las cejas. 

Las venas de las sienes se abrirían y la esperanza era que la infección que causaba la ceguera se drenara. 

Mientras los hierros enrojecían, Francisco espantó a todos. 

Con una voz débil y, seguramente, ansiosa, dijo: 

Mi hermano fuego, eres noble y útil entre todas las criaturas del Altísimo. Sé bondadoso conmigo en este momento. 

Durante mucho tiempo te amé. Ruego a nuestro Criador que te hizo para que ablande tu calor, a fin de que pueda soportarlo. 

Y con un gesto, bendijo el fuego. 

Los amigos, aterrorizados con el procedimiento que se ejecutaría, huyeron y él se quedó solo con el médico. 

Los hierros se aplicaron y la quemadura se extendió de las orejas a las cejas. La cabeza quedó cauterizada. Las venas abiertas. 

Cuando los compañeros volvieron al salón, el paciente estaba extraordinariamente calmo y no se quejaba. 

Todo el procedimiento fue ineficiente pero lo que sobresale es la fe de Francisco, ejemplificando que el verdadero cristiano debe soportar el dolor, con serenidad, atestando su coraje. 

* * * 

Seguramente aún tenemos mucho que aprender. Pero, mientras los días de bonanza nos abracen, oremos y pidamos a Dios que nos fortalezca para los días de tempestad que podrán advenir, en algún momento. 

Pensemos en eso. 

Redacción de Momento Espirita del libro Francisco de Asís

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       EVOLUCIÓN DE LA 

           MEDIUMNIDAD

La sensibilidad evoluciona en el Ser junto con su moral y se integra durante la evolución con la conquista de la sabiduría.A medida que va adquiriendo virtudes en el campo del sentimiento, va también el Espíritu, a través de las vidas sucesivas, aumentando su caudal de conocimientos sobre la vida, la creación, las fuerzas y las leyes que la rigen. Empero, el conocimiento actual es aún restringido porque estamos, en relación al Universo, muy bajos en la escala evolutiva; el hombre va aprendiendo muy lentamente utilizando la razón y los sentidos físicos, pero se detiene siempre en las fronteras del mundo hiper-físico dado que, para penetrar ahí, necesita elementos de otro campo no siempre conciliables con su intelecto utilitario y materialista. Las vidas sucesivas en diferentes estancias, con permanencia más o menos demorada en los planos etéreos, le son de gran auxilio, mayormente cuando ya tenga él su conciencia espiritual despierta con esa comprensión.Toda vez que “muere” encarnado o “resucita” desencarnado, descendiendo a las sombras de la materia densa o renaciendo en las claridades de la luz, el hombre sortea pruebas, adquiere conocimientos nuevos y progresa, puesto que la vida no se detiene jamás,es un movimiento ascensional permanente en el campo de la eternidad inmóvil.Para las experiencias en el terreno material bastan la inteligencia y los sentidos físicos, mas, para las de orden espiritual necesita otras facultades más elevadas y diferentes Que se ubican por encima de la razón y pertenecen al mundo hiper-físico.A estas últimas pertenecen las de tipo mediúmnico.“Para conocer las cosas del mundO visible y descubrir los secretos de la naturaleza material Dios dio al hombre la vista corpórea, los sentidos e instrumentos especiales. Así,con un telescopio proyectó su mirada en las profundidades de los espacios y con el microscopio descubrió el mundo de lo infinitamente pequeño.“Para penetrar el Mundo Invisible le dio mediumnidad. Su misión es santa porque su finalidad es rasgar los horizontes de la vida eterna1”la sensibilidad individual, desarrollada más allá de los límites considerados comunes, deviene la facultad de ver cosas que los otros no ven, oír lo que no es normalmente oído, sentir de modo anormal y producir fenómenos considerados absurdos frente a las leyes generales de enjuiciamiento y análisis. Es preciso, en fin, que el individuo sea considerado un desequilibrado, según el modo de entender de los legos y de los pretendidos sabios.En los hombres primitivos, que actuaban mucho más por instinto, la sensibilidad no iva más allá de la epidermis y actuaba solamente en los límites del ámbito personal del Ser. Enseguida avanzó un poco y descubrió las relaciones existentes entre las cosas y los seres vivos y las consecuentes reacciones.Sintió el viento y no se atemorizó más; vio la lluvia y la bendijo; produjo fuego y se calentó con él. Se aplicó más y promovió la unión entre tribus, las comunidades y las razas,iniciando así los primeros pasos en el terreno de la colectivización; sintió los reflejos y las consecuencias de la vida social y esbozó entonces los primeros rudimentos de las leyes.1 
Allan Kardec, -EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. 

Se desarrolló  más aún y comprendió la expresión simbólica de la naturaleza como demostración visual del divino poder, esbozando así sus primeros gestos en los dominios del arte y de la belleza.De esfuerzo en esfuerzo, paso a paso, avanzando por milímetros, así viene siendo hasta hoy, cuando ya evolucionado, en un grado más avanzado, inquietándose con el sufrimiento ajeno, organizando la vida social en moldes más justos y legislando con mayor expresión fraternal, va en firme marcha por el camino hacia un mundo renovado y con bases cercanas al ideal evangélico.Y tiende a proseguir.En un grado por encima del sensitivo, ya como un hombre renovado, penetrará en los mundos más allá de la materia, sorprendiéndolo sus aspectos, movimientos y habilidades y, más alto aún, vislumbrará los mundos espirituales completamente vedados a los ojos y la comprensión humana actual, rematando su visión superior en la contemplación del Cosmos sintiendo su pulsación, su belleza, su grandiosidad y su admirable unidad eterna.¿Qué será él entonces: un hombre o un ángel?El desarrollo de las facultades del espíritu tiende, pues, a la revelación de las cosas divinasen todos sus aspectos y grados y a la ejemplificación de sus leyes en la vida común.Hoy los guías echan mano de “facultades en préstamo” para algunas de esas revelaciones y para la demostración de fenómenos aún considerados sobrenaturales, mas,en el futuro, la humanidad madura y evolucionada será cuando el hombre sea un instrumento pleno y consciente de las realidades espirituales aplicadas a la vida colectiva.Son médiums todos los profetas e instructores de verdades, como también los son aquellos que las viven, porque es a través de su intermedio que tales verdades caminan,toman cuerpo y se realizan.La mediumnidad, pues, no es un fenómeno individual, restringido a un hombre,privilegio de unos y de otros, sino un hecho universal, común a toda creación divina, en el sentido de que las partes de es creación se manifiestan unas a las otras y, recíprocamente, se revelan la síntesis divina que representan y la esencia universal que en ellas se contiene.Así como los seres se manifiestan unos a otros, Dios se manifiesta a los hombres por medio de su creación, y de eso se deduce que todas las cosas y seres son fenómenos de intermediación.La mediumnidad s, pues, un fenómeno natural y se realiza en todos los grados de la jerarquía de la creación, en una escala que va del gusano a los ángeles, todo y todos manifestándose recíprocamente y dando testimonio de si mismo. Así, Jesús Cristo fue,innegablemente, el médium de Dios junto a los hombres manifestando, transmitiendo y realizando su voluntad divina.Para rematar diremos que, como todo lo demás, la mediumnidad evoluciona. Sus aspectos pueden ser aparentemente los mismos, porque en este mundo de materia pesada las relaciones con los planos espirituales siguen determinados moldes invariables; los procedimientos no cambian mucho, empero las facultades se dilatan y alcanzan cada vez horizontes y extensiones más amplios.Siendo la mediumnidad natural una señal de desarrollo o perfeccionamiento de la sensibilidad, da al individuo un más amplio conocimiento del mundo material en el que vive y al mismo tiempo le proporciona conocimientos más o menos claros de los tipos de vida existentes en otros mundos. 
En cualquier punto del universo en el que esté el individuo la mediumnidad se ejerce con las mismas características y consecuencias, siendo, pues, como dijimos, un fenómeno de constatación y aplicación universales.Cuanto mayor sea el grado o índice de esa sensibilidad, tanto mayor será la intuición y, consecuentemente, tanto mayor el campo que el individuo abarque en la percepción delos fenómenos y de los aspectos de la vida cósmica.La naturaleza es un maravilloso y amplio campo de manifestaciones fenoménicas aún muy poco penetrado por nuestro rudimentario conocimiento.Un ejemplo típico de esa mediumnidad natural puede ser encontrado en la persona del médium Pietro Ubaldi, por cuyo intermedio recibimos La Gran Síntesis.En el preámbulo de Los Tres Mensajes, él explica la forma en que adquirió sus facultades:“Debo esta comunicación a una mediumnidad, cuyo surgimiento se produjo después de una larga maduración conseguida a fuerza de estudios, de renunciamiento material y de desenvolvimiento moral. Observé que el progresar hacia la perfección moral representa una condición necesaria al desarrollo de este género de mediumnidad, exclusivamente espiritual”.El dijo –mediumnidad exclusivamente espiritual- para explicar que sus facultades no son semejantes a aquellas que muchos adeptos de la Doctrina Espirita clasifican como fenómeno orgánico, cosa perteneciente al cuerpo físico, y esa distinción hace corrobora nítidamente y justifica plenamente al modo en que encaramos la mediumnidad en sentido general, separando la mediumnidad-conquista de la mediumnidad-prueba.Y Ubaldi agrega:“Me torné médium de modo imprevisto hace 19 años, cuando alcancé la edad de 45. la preparación cultural que me llevó a eso fueron, 45 años de una vida de sufrimientos tremendos soportados en el aislamiento y en el silencio y despreciado por todos. El dolor es el mayor libro de la vida, aquel que nos revela la verdadera ciencia, porque a través de él se llega a oír la voz de Dios.“Sin experiencia en estos asuntos, -prosigue- en principio clasifiqué, este, mi nuevo estado, como una mediumnidad. Pero pronto reparé que nunca caía en trance y que no era un instrumento pasivo e inconsciente. La clasifique entonces como “mediumnidad activa y consciente”, después “ultrafanía”, esto es: captación de las corrientes de pensamiento (nouri) y, por fin, “inspiración”. Mi fenómeno no es innato, pero si de maduración biológica, como el desarrollo de la criatura que se vuelve hombre”.“Así mi primitivo estado, llamado mediumnico, se transformó en un estado de inspiración que se asemeja al misticismo de los seres para quienes todo eso es apenas un medio de cumplir su misión para el bien de este mundo”.Y agrega: “Por cierto que esta no es la mediumnidad física que desprecio, porque mi meta es la ascensión moral hasta el fin de la vida, y en la mediumnidad física en general no se manifiestan los santos, pero sí los Espíritus inferiores. La fuente inspirativa y el método de inspiración son el origen de mis obras”.Hay individuos que viven aquí en la Tierra viendo de la materia solamente sus aspectos objetivos y groseros y no tiene percepción alguna de su transitoriedad. Para ello sel mundo material es definitivo y estable y por eso se vinculan fuertemente a él, forman parte integrante de él y nada comprenden o sienten fuera o más allá de él 
Para tales individuos una naranja es únicamente una fruta que se come, y un vaso con lindas rosas nada más que un simple ornamento.El sentimiento solamente les interesa en la parte que corresponde a sus propias pasiones o comodidades y no se preocupan por conocer sus orígenes o causas espirituales.Mas hay otros, ya más evolucionados, para los cuales la sensibilidad se extiende y amplía, permitiendo comprender, sentir y penetrar más a fondo en las cosas que les rodean,descubriendo su belleza, su sentido moral y su significación material.Y otros, aún más sensibles, que vislumbran esferas más allá del mundo ambiente,penetran sus detalles, descubren sus aspectos y sienten la presencia de la divinidad en toda la Creación.Si para unos la sensibilidad se resume en oír el zumbido imperceptible de un insecto, para otros llega el punto de percibir, como se acostumbra decir, la sinfonía de las esferas.Siempre es una cuestión de grado en la capacidad de la percepción íntima, que deriva de un mayor o menor adelanto espiritual.Por eso las escuelas del mundo antiguo en sus cursos iniciativos intentaban siempre el despertar y el desenvolvimiento de las facultades psíquicas, para que, por medio de ella,fuese adquirido un conocimiento más exacto del universo creado y de la propia alma humana en sus relaciones con otras almas y con la divinidad.Formaban médiums, aunque tal cosa no lo fuese como nosotros lo entendemos hoy,y siempre con el solo auxilio de las facultades mediumnicas es que conseguían obtener concretos en el campo de las realizaciones prácticas.Para eso sometían al neófito a un aprendizaje costoso y a un régimen duro de sacrificio y renunciamiento, a efectos de purificar el espíritu y liberarlo de las cosas del mundo; sabían que para refinar la sensibilidad era necesario abatir o, por lo menos disciplinar, las pasiones animales gobernadas por el instinto.Mas, con el transcurrir del tiempo, el sistema clásico de las iniciaciones fui siendo puesto de lado, porque los resultados eran siempre precarios; eran raros aquellos que conseguían alcanzar los objetivos señalados y, como consecuencia natural, el conocimiento pasó a ser en su mayor parte intelectual y teórico, sin ninguna realización aprovechable en el terreno práctico.Es claro que los que poseen hoy una sensibilidad ya evolucionada recogen lo que plantaros en vidas anteriores, reciben los resultados de las experiencias que ya se realizaron, de las pruebas que soportaron, aunque el número de ellos es restringido. Sonesos los que sin la coacción del dolor adoptan más fácilmente y sin distinción ni vacilaciones las enseñanzas de la Tercera Revelación, porque ya tienen con las verdades que ésta predica una más o menos acentuada afinidad espiritual.Mas, como estamos viendo, logran mayoría de los hombres que no tienen su atención puesta en estas verdades, las únicas capaces de reformarlos moralmente,permanecen al margen de la gran renovación espiritual que se está produciendo en el planeta.Están aún fuertemente animalizados, y para ellos la vida se resume en la satisfacción de las pasiones del instinto. La meta aún no está visible para ellos. De casi nada les valen los esfuerzos, sacrificios y dedicación de los compañeros encarnados y desencarnados que se inquietan con su estado de inferioridad evolutiva, dado que son sordos Y ciegos e impermeables a todo esfuerzo que se haga por su esclarecimiento. 
Representan un elemento de estancamiento, de detención, de retardo para la evolución de la especie. El Umbral y la Tinieblas son aún sus moradas naturales.Para ellos los azotes de la Providencia están siempre actuando y actuarán hasta que hayan alcanzado el límite d su propia obstinación; mas, agotados todos los recursos de la tolerancia divina, y persistiendo la rebeldía, restará el remedio heroico de su relegamiento en mundos inferiores, donde la vida del espíritu exiliado deberá ser horrorosamente edificante. Y ese trabajo renovado ya se está operando. 
EDGARD  ARMOND de su libro. “MEDIUMNIDAD”

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   EN PLENA NUEVA ERA 

Algunos seres humanos han dejado en la tierra,como unico rastro de la vida vigorosa que usufructuaron en la carne,sus mausoleos olvidados en un rincón del cementerio. 
Ningún recuerdo útil. 
Ninguna reminiscencia sobre lazos de fraternidad. 
Ningún acto que evoque actitudes como modelo de fe. 
Ningún ejemplo edificante en los currículos de sus existencias. 
Ninguna idea que superara la barrera de la mediocridad. 
Ningún gesto de amor que atrajera sobre sus nombres el rocío de la gratitud. 
La tierra conservó forzosamente sus cadáveres-restos de la materia consumida,que recubrió sus Espíritus,y que pasan a contribuír sin quererlo como abono de las hierbas silvestres. 
Emplearon las concesiones del Padre Magnánimo exlusivamente para si mismos,y se olvidaron de compartirlos con los compañeros de la evolución,ignorando que la verdadera alegría no prospera si está aislada en un alma,sino que solamente resplandece cuando exige reciprocidad de vibraciones entre varios grupos de seres amigos. 
¡Espiritistas,muchos de nosotros ya henos vivido así! 
Sin embargo,en la actualidad son otros los tiempos y mayores las responsabilidades que se nos presentan. 
El Espiritismo ,que despliega en nuestras mentes estrechas y embotadas,amplios horizontes de ideal superior,nos impulsa hacia adelante,rumbo a las cumbres de la perfectibilidad. 
La humanidad activa y menesterosa,atenta a la edificación de su porvenir triunfal,nos convoca al trabajo. 
El Espíritu es un monumento viviente de Dios,el Creador Amoroso.Honremos nuestro orìgen divino mediante la creación del bien,a fin de que acompañe como una lluvia de bendiciones nuestras propias huellas. 
Hermanos,triunfad sobre la rutina que esclaviza. 
Cada día renace la luz de una nueva vida,con la muerte mueren nada mas que las ilusiones. 
El Espírita debe ser conocido por sus obras. 
Es necesario vivir y servir. 
¡Es necesario vivir,hermanos míos,ser algo mas que polvo! 

EURÍPIDES BARSANULFO

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La Inteligencia y el Desarrollo 

Moral 

Antoine de Saint-Exupéry, el famoso autor de Le Petit Prince, expresó que «Debemos poner la inteligencia al servicio del amor, si queremos un mundo de paz y de justicia». Y es verdad. Es verdad porque la función principal de la inteligencia no es conocer, sino alcanzar la felicidad y la dignidad. En este sentido, la moral hay que considerarla como el desarrollo más decisivo de la inteligencia, como una necesaria creación de la inteligencia. Por consiguiente, podemos definir la moral como el conjunto de soluciones más inteligentes que se nos ha ocurrido para resolver problemas que afectan a nuestra felicidad personal y a la propia convivencia. 
El correlato de esta realidad, como sabéis, tiene su origen en el Psiquismo divino partiendo como fascículo de luz, como mónada celeste rumbo a la infinitud; todo un proceso de desenvolvimiento de fuerzas vitales en el principio inteligente que dieron origen a los instintos, a las sensaciones, a las emociones, a los sentimientos y en el estadio actual de la humanidad a la razón, encontrándonos ahora en avance a la intuición, rumbo a la angelitud, por la plenitud del amor. Afirmamos, con la doctrina espírita, que la moral es, pues, una forzosidad, una necesidad exigida por la propia naturaleza, por el desarrollo antropo-socio-psicológico del ser humano. Ver surgir la moral en este transcurso equivale a ver surgir al hombre del animal, esto es, la humanización del principio inteligente del universo. 
La visión de la inteligencia hoy es múltiple (basta recordar a Gardner, Robert Emmons, Daniel Goleman y otros). Robert Cooper, por ejemplo, pionero en el campo de la neurología, propuso en 2008 que la inteligencia está distribuida por todo el cuerpo; que la inteligencia no depende únicamente del cerebro dentro del cráneo, sino del cerebro del corazón y del intestino. Estos emplean redes neuronales que le permiten operar de forma autónoma. Pues bien, partiendo de presupuestos aportados por la neurociencia, la experiencia proporcionada por las investigaciones sobre inteligencia artificial y la observación psicológica, hay que admitir un modelo de inteligencia estructurado en dos niveles. Un primer nivel generador de ideas, sentimientos, deseos, imaginaciones e impulsos y un nivel ejecutivo que intenta controlar, dirigir, corregir todas esas operaciones mentales. Nuestra inteligencia puede entenderse, entonces, como un poderoso navío dotado de una sala de máquinas y un puente de mando. En la sala de máquinas se generan ocurrencias, ideas, sentimientos, deseos y algunos de ellos se hacen conscientes. Son los que acceden al puesto de mando, que se encarga de comparar las órdenes con otras superiores y da el visto bueno o rechaza la sugerencia de la sala de máquinas. Por tanto, la inteligencia es la capacidad de dirigir bien el comportamiento, eligiendo las metas, aprovechando la información y regulando las emociones. 
Recordamos el caso de un estudiante de bachillerato que con un cociente intelectual de más de 130, un cociente muy alto, se equivocó en la elección de sus metas. Al terminar el curso había llegado a la conclusión que era más listo que sus profesores. Como le gustaba mangonear a los demás, se convirtió en el cabecilla de un grupo de su barrio, marginados del mundo escolar, a los que fue animando a cometer pequeños delitos. Al año siguiente no fue al instituto, porque pensaba que no podrían enseñarle nada interesante. Ahora está en la cárcel por tráfico de drogas. ¿Es verdad que era tan inteligente? Básicamente sí. Pero no supo usar inteligentemente su inteligencia. Con esto vemos que, para enfrentar los problemas, hay que aprender destrezas que unan la idea con la realización. Y este es el trabajo de la voluntad, que en verdad es un hábito. 
Todo lo que hacemos lo aprendemos. Para ello contamos con una herramienta psicológica: los automatismos, los hábitos. Esta es una propiedad del sistema nervioso que se da en todos los niveles: desde el reflejo condicionado hasta el hábito creativo. Esta realidad ya se hizo evidente en la antigua Grecia donde la educación consistía en fomentar la adquisición de virtudes y para ello hacía falta entrenamiento, una ascesis. De esta forma, podemos intuir que la construcción asombrosa de la inteligencia ha sido producir comportamientos libres a partir de mecanismos no libres. De ahí que los procesos inconscientes sean el fundamento de los procesos conscientes (recordando a Vygotsky, Goleman y otros), que culminarán, a su vez, en un bucle prodigioso en el que construimos el inconsciente. Esto encuentra apoyo en base a la cuestión 540 y fundamentalmente en la 560 de El Libro de los Espíritus donde nos instruyen las Inteligencias superiores que todos los espíritus habitamos en todas partes, a fin de adquirir el conocimiento de todas las cosas. Primero obedeciendo y después digiriendo; antes las cosas del mundo físico y después las del moral. Sintetizamos, así, que la libertad se aprende obedeciendo primero, puesto que esta obediencia permite construir las herramientas psicológicas de la libertad, instrumento de nuestras decisiones. 
Joanna de Angelis nos señala este proceso de construcción en Conflictos existenciales cuando nos dice que «Cada nivel conciencial menos experimentado, aunque adormecido, construye el nivel más experimentado». El ego, incluso inconsciente, construye el self, el Sí mismo con los contenidos resultantes de la promoción y sublimación de los instintos. Y lo hace del siguiente modo: un pensamiento crea un condicionamiento psíquico. Este, repetido, se convierte en hábito. El hábito se transformará en consciencia instintiva y ésta terminará como automatismos e ideas innatas, que son los embriones de los sentimientos y la inteligencia -el ser moral. Como todo prosigue rumbo a lo inmensurable, el ser moral ascenderá a la escala del ser espiritual. De esta forma, intuimos que de las sensaciones que se derivan de nuestro cuerpo físico surgirá, básicamente, el periespíritu. De estos instintos originarios nacen las emociones, que se transmutarán en sentimientos y en inteligencia –en sus distintos niveles de manifestación– los cuales se convertirán en virtudes, que se transformarán en potenciales de la mente. La mente sintetiza todos estos elementos, originarios del universo psicofísico, transformándolos en nobles y sublimes virtudes. Luego la esencia del espíritu, podemos decir, son las virtudes inmanentes al amor incondicional que lo constituye. En otras palabras, las dos alas del Espíritu son la inteligencia y el amor originados de los instintos, los cuales surgieron de las experiencias repetidas que generaran los automatismos. Estos vinieron de los hábitos que comenzaron como condicionamientos físicos, en primer lugar, luego periespirituales y mentales. 
Según Joanna de Angelis perfeccionar los sentimientos desarrolla y mejora las emociones que pasan a gobernar con más suavidad las sensaciones; libera al ser de las sombras resultantes del imperio de los instintos y lo impulsa a la conquista de lo luminoso, el reino de los cielos (Triunfo personal, cap. 11). Nos encontramos, pues, en la tarea de construcción y auto renovación de nuestro Espíritu. Aprendemos como el animal, automáticamente. Pero también decidimos con la adquisición de la conciencia lo que queremos aprender: chino, cálculo o encaje de bolillos. Cada cual explotando su nivel de inteligencia. Este mecanismo, en nuestro estadio, se establece por medio de la razón. La razón como mecanismo decisorio elige entre dos o varias opciones. Pero la razón no tiene poderes coactivos. El razonamiento no es capaz de cambiar los deseos ni las emociones. En este sentido, la razón adquiere el papel de asesor de decisiones. No obstante, necesita de un proceso educativo. La educación viene intentando imponer un sabio hábito: haz caso de tu asesor. Con este procedimiento junto al hábito de la voluntad –que, en verdad, la tenemos si la entrenamos y si alguien nos la enseña– logramos los objetivos diseñados o planeados. Necesitamos de un entrenamiento, de la asimilación de automatismos y hábitos que son los que construyen las redes neuronales. 
Por tanto, el núcleo duro de la inteligencia es el hábito de obedecer a una norma, que consistirá en obedecer a la Razón. Y esta era la definición de voluntad dada por Aristóteles (discípulo de Platón): la acción inteligente. Pensar si no por qué no hacemos ciertas cosas. Pues, porque nos produce repugnancia moral. Se trata de un sentimiento relacionado con unas emociones muy poderosas: la culpa o la vergüenza, por ejemplo. Así pues, actuar inteligentemente es la verdadera noción de libertad. La libertad no consiste en hacer lo que se quiera, sino en tomar las decisiones más inteligentes. Este hábito es el último recurso que proporciona seguridad al comportamiento humano y nos introduce en el terreno moral, una de cuyas funciones es hacer inteligente el comportamiento. 
El desafío existencial de hoy es unificar, por consiguiente, los tres niveles de inteligencia, a saber: el cociente intelectual (entiéndase como conquistar cosas), el emocional (conquistar personas) y el espiritual (conquistarse a sí mismo). La inteligencia se expresa por estos tres niveles de manifestación del Espíritu. De la unión de estas tres surge la inteligencia ética, que nos proyecta de manera transcendente a la comprensión de las leyes divinas por la vivencia del conocimiento, por la aplicación del saber. La doctrina espírita nos aclara que cada pensamiento representa un atributo del ser espiritual. La voluntad lo expresa por medio de la inteligencia intelectiva o cognitiva, emotiva y espiritual. Es una virtud en construcción, en expansión y sublimación. Los embriones de esa virtud son los instintos, las sensaciones, las emociones y los sentimientos. Y en la cúspide del sentimiento se encuentra el amor, que resume de forma completa la doctrina de Jesús. Núcleo de todos los deseos y revelaciones de nuestro ser, nuestra esencia misma. La suma de estos valores forma nuestro carácter, que para los griegos era lo que estaba grabado. 
Es así como las acciones proceden de las virtudes y educar en los hábitos se torna la gran empresa educativa, porque sólo aprendemos aquello que hacemos. Esos hábitos morales que vamos grabando caracterizarán al verdadero hombre de bien, cuyo patrimonio esencial son las virtudes. Por tanto, el espiritismo establece el sublime itinerario: “El verdadero hombre de bien es aquel que práctica la ley de justicia, amor y caridad en su mayor pureza”. Solamente el progreso moral como desarrollo decisivo de la inteligencia podrá asegurar la felicidad en la Tierra dominando las pasiones, sublimando nuestros vicios en virtudes. Y la regla de oro de la conducta para conseguir esta meta es la enseñada por Jesús: hacer todo aquello que nos gustaría que se nos hiciese a nosotros; es toda la ley. Es la forma de construir nuestro inconsciente, los automatismos grabados mediante entrenamiento, mediante experiencias de vida. Y si hemos sido suficientemente inteligentes, los habremos construido para poder llevar una vida libre y feliz. 
¿Cuál es, entonces, nuestro modelo de inteligencia? ¿Cuál será el modelo de inteligencia que los Espíritus superiores, las Virtudes de los cielos, señalan para un mundo de regeneración, como es ya nuestro planeta? Miremos a nuestro sublime Maestro y Señor. Él nos conduce hacia la felicidad eterna. Sólo necesitamos llevar su yugo, esto es, observar Su ley. Ley que es fácil de llevar porque su carga es suave. Consiste en la práctica del bien. Y como el bien se relaciona con la virtud, expresemos nuestras cualidades esenciales a través de la fe que las reúne a todas. ¡Amemos mucho para que seamos amados! Esta es la inteligencia que nos trae el espiritismo y que reunirá a todos los pueblos, razas y culturas en un mundo de regeneración rumbo a la felicidad. 

Miguel Vera Gallego 
Revista Espirita FEE

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                          FLUIDOS ETÉREOS

El mundo de los fluidos, más que otro alguno, está sometido a las leyes de la atracción. Por la voluntad atraemos hacia nosotros fuerzas buenas o malas, en armonía con nuestras ideas y nuestros sentimientos. Puede hacerse de ella un uso terrible, pero el que se sirve del poder magnético para el mal, tarde o temprano lo verá revolverse contra él.
La influencia perniciosa ejercida sobre los demás bajo la forma de sortilegios, mal de ojo, maleficios, vuelve fatalmente hacia aquel que la ha generado.
En hipnotismo como en magnetismo, si el operador no tiene un carácter recto, si sus intenciones no son puras, la experimentación será peligrosa tanto para él como para el sujeto.
No entréis, pues, en este terreno sin caridad y sin pureza de corazón.
No pongáis jamás en movimiento las fuerzas magnéticas sin acompañarlas de ferviente oración y de un pensamiento de amor sincero hacia nuestros semejantes.
De esta manera pondréis vuestros fluidos en armonía con el dinamismo divino, y su acción será más eficaz y más profunda.
Por el magnetismo elevado, el de los grandes terapeutas y de los iniciados, el pensamiento se ilumina; bajo la influencia de lo alto, los nobles sentimientos se exaltan; nos sentimos penetrados de una sensación de calma, de fuerza, de serenidad; el alma siente desvanecerse poco a poco todas las pequeñeces del yo humano y reaparecer, las cualidades superiores de su naturaleza.
Al mismo tiempo que aprende la abnegación en favor del bien y de la salvación de los demás,
siente despertarse en ella poderes desconocidos...
¡Que el magnetismo del bien se desarrolle en la Tierra por las aspiraciones generosas y la elevación de las almas! Acordémonos de que toda idea contiene en germen su realización,...
y sepamos comunicar a nuestras vibraciones fluídicas la radiación de altos y nobles pensamientos....¡Que una poderosa corriente ligue entre sí a las almas terrenas y las una a sus hermanas mayores del espacio! Entonces, las malas influencias, que retardan la marcha y el progreso de la Humanidad, se desvanecerán bajo las radiaciones del espíritu de sacrificio y de amor.

LEÓN DENIS, En lo invisible


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