sábado, 13 de octubre de 2012

Los grandes contrastes del hombre







     El hombre es un ser extraordinario. ¡La mayor maravilla de la creación! Tiene un poder incalculable sobre la Naturaleza.

     Operó una profunda revolución en la faz de la tierra imprimiéndole una prodigiosa transformación.

     Abrió caminos al progreso, en tierra, aire y mar. Modificó el curso de ríos, arrasó montes, conquistó territorios al mar, drenó pantanos, fecundó el suelo, creó nuevos especímenes vegetales y animales, se adueñó de la energía atómica, edificó suntuosas ciudades, extrajo riquezas ocultas de las entrañas de la tierra y dominó al rayo en las altitudes del cielo.

     Por todas partes encontramos los vestigios de su constructiva y perseverante labor. De la mísera casucha, pasó al majestuoso rascacielos; de la canoa hecha del tronco de árboles pasó al lujoso y gigantesco transatlántico; del lento carro de bueyes pasó a las naves espaciales; de las estrechas veredas pasó a las amplias autopistas; de las pequeñas industrias manuales llegó a la era virtual.

     Obsérvese, entre tanto, que ese mismo hombre que operó tamañas maravillas se detiene impotente ante sí mismo. Todo lo ha podido transformar. Sólo no pudo cambiar aún al agente de todas las transformaciones: ¡Su propio yo!

     A pesar de toda la fuerza y capacidad de acción desplegada sobre la tierra,suenan aún, en su conciencia, las cuestiones no resueltas sobre sí mismo. ¿Quién soy yo? ¿De dónde vine? ¿Cuál es la estación de mi destino? En el pórtico del Templo de Delfos, en la antigua Grecia, estaba escrito:
Hombre: conócete a ti mismo.

    ¡Qué maravilloso será el día, en que el hombre, entendiendo los mecanismos de la vida, resuelva cambiar el panorama de la Tierra, mejorándolo en el aspecto moral!

    La Doctrina Espírita, con el advenimiento de El Libro de los Espíritus, en 1857, ya esclarece las interrogantes hechas anteriormente, y responde a las indagaciones filosóficas.

    Aclara que todos somos hijos del mismo Padre, fuimos creados iguales, en diferentes épocas y tuvimos el mismo origen.

     Ya vivimos anteriormente muchas veces sobre la faz de la Tierra y a ella regresamos periódicamente para continuar nuestra evolución y aprendizaje.

    No somos tan sólo cuerpo, sino: cuerpo, periespíritu y espíritu.

    Muerto el cuerpo el espíritu con el periespíritu se libera, va al espacio infinito, viviendo en lugares y condiciones adecuadas a su evolución.

     Ya existíamos antes de nacer y continuaremos viviendo después de la muerte.

    Si no fuimos creados con el cuerpo ¿de dónde venimos originalmente?

     Nuestro ser espiritual, ya “durmió en el mineral, soñó en el vegetal y despertó en el animal”. Fuimos creados simples e ignorantes, con propensión para el bien  como  para el mal.

     Como seres inmortales, estamos en la senda del progreso, caminando cada día hacia la perfección, donde se encuentra la estación de nuestros destinos.

    Fuimos creados para la felicidad y para la alegría que serán conquistadas por nosotros a costa de luchas interiores, modificando en nosotros el hombre viejo, creando un nuevo ser a través del conocimiento de nosotros mismos.

     La gran ley del éxito y de la felicidad, fue proclamada por Jesús, cuando nos recomienda: “Quién quiera que te obligue a acompañarlo por una milla…acompáñalo por dos”.

     La ley es simple. Joven o anciano, indigente o rey, blanco o negro, hombre o mujer, todos pueden utilizarla con ventaja, pues de todas las reglas y discursos y escrituras sobre el éxito y como alcanzarlo, esta es la condición que jamás falló.

     El único medio seguro de felicidad es prestar más y mejor servicio, del que esperan de nosotros, no importa cual sea nuestra tarea. Este es el hábito seguido por todas las personas victoriosas, desde el principio de los tiempos.

     No pensemos que estamos siendo engañados, si entregamos más del numerario que recibimos. Pues existe un péndulo para toda la vida, y el sudor que entregamos, si no fuere recompensado hoy, volverá mañana duplicado.

    No nos preocupemos en caso que hayamos servido a una persona ingrata. Sirvamos más, pues en verdad estaremos sirviendo al Señor de la Vida.

    Dios nos concedió un poder muy grande, no sólo para la materia, nos dio el poder de pensar, amar, querer, reír, imaginar, crear, planificar, hablar, orar…

    Con el libre albedrío, Dios nos concedió, por encima de todo el poder de escoger. Si somos infelices es porque escogimos la opción errada.

    Mas, es tiempo de ser felices, podemos usar nuestro poder de selección y elegir:

Escoger  amar… en vez de odiar.
Reír… en vez de llorar.
Crear… en vez de destruir.
Perseverar… en vez de desistir.
Alabar… en vez de difamar.
Curar… en vez de herir.
Dar… en vez de robar.
Actuar… en vez de criticar.
Crecer… en vez de estancarse.
Orar… en vez de maldecir.

     Estas son las leyes de la felicidad, y de nuestra renovación personal.

     Sepamos usar todo el poder que tenemos, para la felicidad del prójimo, eliminando los contrastes que aún conservamos.

     Es natural que nos preocupemos en modificar la fisonomía de la Tierra, sin embargo, lo más importante es conocernos, modificándonos por el conocimiento maduro, contribuyendo para lograr un mundo mejor donde todos seamos más felices.

 Por José Eurípedes García
Reproducido de Anuario Espírita

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                        MI ALMA GEMELA


Alma gemela de mi alma,
mi amor, tan grande,
Estrella serena y calmada,
Pulsar de mi corazón....
La más bella entre las flores
Poema de mis amores,
sinónimo de perfección,
Te juro amor eterno,
mi Alma siempre amada...
Sin tí, mi dulce amor,
la vida no vale nada.
Mi mujer querida
eres todo en mi vida,
Ángel de seducción,
Alma gemela de mi alma,
Belleza rara y sincera,
Flor de mi primavera,
fuente de inspiración.
Quiero vivir contigo,
sobre un lecho de alegrías,
Eres dueña de mis días,
del alma y del corazón
Si yo partiese muy pronto,
te pido, no tengas miedo,
no te dejaré, más luego,
te esperaré entre flores.
Poéma de mis amores,
en la claridad del cielo...
Alma gemela de mi alma...
Pueden pasar mil años
o toda la eternidad,
pero la única verdad...
es que seré siempre tú...
Te amo...

(Emmanuel Chico Xavier)




Y además recomiendo: el espirita albaceteño.-  elespiritadealbacete.blogspot.com
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