INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El Espiritismo al alcance de todos ( 2 )
2,. Espiritismo: Ciencia, Filosofía y Moral
3.- Inteligencia y aptitudes
4.- Realidad y espiritualidad
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EL ESPIRITISMO AL ALCANCE DE TODOS (2)
( Viene del anterior
publicado)
...//...
Un pensador argentino dice con mucha razón, al ocuparse de
este mismo tema en su ilustrada revista "La Reforma Argentina":
"El mundo
debe a las formas religiosas sus mayores atrasos y desgracias. No puede
causarnos extrañeza que a gran número de seres, produzca horror la sola mención
del nombre del Ser de los Seres. Es el horror del abismo abierto por el
fanatismo, que ha tomado a la religión como medio de separar a Dios de sus
criaturas.
El método es
muy sencillo y consiste en llevar el espíritu hacia las formas, impidiendo toda
acción del alma humana sobre la esencia o su propio fondo. Y arrancando al
hombre de sí mismo, lanzándole en busca de un Dios a través de las formas,
queda perdido en un laberinto que hace indispensable a los teólogos,
infalibilidades estas, que ocupan el lugar de la conciencia, dogmas que
reemplazan a la razón.
En esta
situación no hay base en ninguna facultad y el ganado se arrea en el sentido
que convenga al caudillaje religioso, que lleva a la masa como quiere, sea al
absurdo o al crimen. De este modo es posible decretar un San Bartolomé lo mismo
que la peregrinación a un santuario.
Y cuando
esto sucede y las formas imperan en asuntos religiosos, dominan también en el
orden social, político, de familia, e individual.
Ese pueblo
extraviado en lo religioso, lo está también en lo moral.
El embuste,
el fraude, un pueblo de fanáticos, es siempre un pueblo de pillos; el asesinato
nada supone para la conciencia pervertida por ese sistema religioso; lo que
preocupa es la forma. Si esta se guarda, la moral nada importa, podemos
observar el caso patológico y observar los síntomas de la enfermedad moral,
cuya causa está en la perversión religiosa.
Se ve, pues,
que esta religión de las formas, que adora a un Dios materia, es en el fondo
también materialista y se diferencia tal solo de los de la escuela positivista,
en que estos no son hipócritas y son más sinceros en sus convicciones.
Se dirá que
no todo es hipocresía y fanatismo, que existen muchas personas a los que la
religión les sirve de medio de mejora moral. No lo dudamos pero estudiemos con
qué tropiezan para poner práctica la doctrina sencilla del Evangelio. Cuando el
Evangelio viene de ellos, ¡ cuantas dificultades para sentirlo ! ¡ Cuanta
miseria debe fermentar para que las sencillas y sublimes enseñanzas puedan ser
comprendidas !. Para que la palabra penetre y limpie, para que permanezca en
las almas, se necesita un trabajo enorme y largos años de dolorosa evolución.
Como nunca tuvieron la ley en ellos mismos, por eso tampoco hay amor a la ley
ni a Dios.
Pero que un
pueblo o un individuo entienda , quiera y sienta en sí mismo lo que dice Jesús:
Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado. -Ese
pueblo o ese individuo no hará moral con formas; no se encontrará en él la
levadura farisáica de la hipocresía fraudulenta; no amará por lo que el amor le
produzca, sino por lo que el amor es en sí.
Y esto es lo
que se propone el Espiritismo en su parte moral, y para ello basta releer el
Evangelio e interpretarlo en espíritu, porque así fue predicado por el Enviado,
porque su misión fue espiritual y dentro de sus enseñanzas están echadas las
bases del reinado del espíritu, por más que los que se apoderaron de él, hayan
levantado el reino de la materia y de las formas.
Los hombres
de la época moderna y contemporánea, mucho se han encariñado con el principio
de Aristóteles; nada hay en el entendimiento que primero no haya estado en los
sentidos, llevando su exageración a su espíritu de secta hasta el desprecio de
la razón, cuando esta, sobrepasando el límite de los sentidos corporales, busca
en lo invisible, en lo inmaterial, el mundo de las causas. Sin embargo, la
misma ciencia positiva demuestra en sus procedimientos que la razón es superior
a la experiencia. Los hechos en sí mismos, cuando los observamos, nada nos
dicen, nada nos explican, si el juicio no viene en apoyo para deducir las leyes
y agruparlas. Una prueba de esto la tenemos en los mismos hombres sabios
positivistas, que al presentarles a su observación los hechos espiritistas, los
han negado, a pesar de verlos con los sentidos, llegando en su ofuscación hasta
creerse alucinados, antes que admitir la realidad de los hechos que estaban ahí
delante de sus ojos y sin que pudiera oponerse como tesis el posible fraude o
mistificación. Y esto, ¿?Por qué?- sencillamente porque encontraban en su fuero
interno la razón de esa realidad. El célebre profesor de fisiología Dr.
Carpentier, ante los hechos observados dijo: "hay que negar hasta
el sentido común, cuando nos presenta hechos contrarios a las leyes de la
naturaleza". ¿ Por qué opinaba así el Dr. Carpentier?. Sencillamente
porque tenía una fe ciega en su ciencia positiva y creía en su orgullo
intelectual, que los fenómenos espiritistas venían a hechar por tierra las
leyes conocidas y a mancillar la verdad establecida, sin acordarse que esta, si
preponderaba era a costa de la creencia anterior; era porque las leyes que
reconocía inviolables e inmanentes, habían evolucionado a impulsos de la
observación y del análisis de los primeros intelectuales; era, en fin, porque
olvidando esta ley de la evolución de todas las cosas, que son la ley eterna de
nuestro desarrollo progresivo, opinaba que la manifestación de la verdad, si
bien podía seguir su curso, en cambio no podía dejar de ser verdad la que había
sido reconocida como tal.
Este
modo de opinar tenía su origen en una falsa apreciación de los hechos
espiritistas. Después se han convencido de que estos hechos no destruyen
ninguna ley natural: al contrario, son nuevos aspectos de la verdad, y las
contradicciones que se observan no son sino aparentes. Si una mesa, por
ejemplo, se levanta en el aire sin ninguna causa conocida, esto no contradice
ninguna ley natural, sino que por lo contrario, lo confirma. Si la mesa se
levanta sin que la impulsen manos o fuerzas conocidas, debía creerse
forzosamente que este fenómeno se producía por una fuerza invisible. ¿Que esa
fuerza no era visible?. Razón de más para buscarla y no que por ignorarla o no
verla, negar el hecho, lo cual es ridículo y absurdo.
Este
positivismo científico, sin duda, hizo mucho bien a la causa del progreso
intelectual, pero por otra parte ha sostenido tesis que no pueden aceptarse
racionalmente, después de un examen imparcial y un análisis atento.
Este
endiosamento de las cosas percibidas por los sentidos, esta prioridad de los
hechos sobre la razón y de las formas sobre el fondo de las cosas, ha traído
perturbaciones al espíritu del investigador, llevándolo a olvidar que el mundo
sensible que se le presenta a su observación y estudio, es insuficiente para
formar una ciencia que abarque la razón de su existencia, sus leyes más comunes
y su modo de ser y de existir.
La
doctrina materialista se ha levantado sobre una hipótesis irracional, contraria
a las aspiraciones y a las conveniencias mismas de la humanidad. Es simplemente
una negación y sobre una negación, nada firme y estable puede edificarse.
Nada
diríamos si la negación de una causa primera, tuviera por fundamento un hecho
real, aunque fuera un espejismo o una ilusión de los sentidos, pero no es
necesario afirmar que ese sistema no ha conseguido demostrar la no existencia
de un Ordenador Supremo, ni mucho menos ha logrado fundar una escuela. Todos
cuantos lo han pretendido se han visto aislados y ellos mismos, en la práctica,
forzados a contradecir las mismas doctrinas que tan infundadamente
enseñaron. (...//...)
( Continúa y finaliza en la siguiente publicación)
- Cosme Mariño- (Art. tomado de la Rev. "Fraternidad Cristiana
Espírita" nº 22)
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ESPIRITISMO, FILOSOFÍA, CIENCIA Y MORAL
El Espiritismo, siendo una doctrina abierta y progresiva, nos da las claves necesarias para llegar a ver un día reconciliadas a la Ciencia y a las religiones en su esencia fundamental, cual son las conclusiones morales, cuyo objetivo esencial es desarrollar el espíritu de las sociedades humanas, siguiendo las enseñanzas y ejemplos del Maestro Jesús en el caso de las llamadas religiones cristianas, o en las mismas enseñanzas morales que otros Maestros anteriores, como Krishna o Budda aportaron en otras zonas de la humanidad en épocas anteriores a la venida de Jesús y sus precursor Moisés.
Y es
que el Espiritismo, nada tiene que temer a los avances de la Ciencia, ni a
otros conceptos o dogmas sostenidos por las religiones, porque el Espiritismo,
siempre está abierto a admitir lo que Ciencia y Filosofía puedan demostrar, y
no teme a las verdades de las religiones, cuando su fe está dispuesta a
mantenerla afrontando cara a cara a la razón y a la verdad, en todas las
épocas de la humanidad, tal como afirmó Allan Kardec.
Con mi más
profundo respeto hacia todas las personas religiosas, lo sean de la
confesión que sean, he destacado las religiones cristianas,
porque deben ser portadoras del mensaje, ejemplos y enseñanzas del Maestro Jesús de Nazaret- el Cristo de nuestro
planeta-, y que por tanto contienen cuantos principios éticos y morales se puedan encontrar en
todas las demás religiones “no cristianas”.
Estos principios morales cristianos constituyen en tantísimos casos ,
sentimientos que han llegado a formar parte y han moldeado nuestra personalidad y nuestra
forma común de pensar y de sentir, y por eso, constituyen, no otra religión
humana más, sino un sentimiento religioso común, natural, profundo e innato
que forma parte de la idiosincrasia del ser humano en general, al
aceptar en su corazón una fe espiritual y unos principios éticos y morales, que están por encima de los dogmas y teologías de las religiones y que no se oponen a la razón ni a la Ciencia, porque los fundamentos de origen del
Espiritismo se han alcanzado con el carácter y el método de
una verdadera Ciencia.
Me
refiero a lo que se conoce como “Espiritismo Cristiano”, porque aun la parte
del Espiritismo llamado “laico” para diferenciarse de los que pretenden hacer
de él una religión, defiende y asume los principios de moral
cristiana.
El
Espiritismo adopta, como ya he explicado, los principios religiosos, éticos y
morales de otras religiones, porque en general todas contienen los principios
morales que sustenta también el
cristianismo.
Cuando el Espiritismo se extienda y se generalice más por la Tierra, lo que de hecho está ya sucediendo porque así está planificado desde el Mundo Espiritual, y este sea popularizado y aceptado como el sentir religioso natural y universal de todos los seres humanos, acabará siendo admitido y aceptado abiertamente por la Ciencia, todavía anclada en el materialismo, pues ésta , con sus investigaciones y avances irá confirmando muchas de las cuestiones que se plasmaron- hace ya casi dos siglos-,en la Codificación Espírita, y así se podrá comprobar que Ciencia y Espiritualidad, forman ambas vertientes de la Verdad Una y siendo verdades, no se podrán contradecir, sino sustentarse mutuamente.
A
las religiones cristianas, bajo la orientación espírita, les supondrá tener un
extraordinario enriquecimiento doctrinario, pues habrán adoptado las verdades
espíritas, soltando de paso el lastre de tantos siglos cargados de dogmas y
liturgias irracionales, y de paso este puede ser el lazo que las vuelva a
reunir como una sola religión universal.
Esa
situación conllevará una profunda transformación moral y social del ser humano
que por primera vez en la historia en este planeta, comenzará a sentirse como
parte de un todo, como miembro de una gran
familia humana que se agrupa entre los encarnados y los
desencarnados. De este modo, de cara al futuro nada
tendremos que temer en cuanto a nuestros conceptos religiosos, de las verdades
que el avance de las Ciencias confirmen, porque dar la espalda o rechazar estas
verdades una vez comprobadas, supondría volver a caer en la sinrazón y el
dogmatismo irracional que ha sido causa de la barrera hasta hoy existente entre
Ciencia y Religión, que no han sabido caminar juntas y unidas en busca
de la Verdad y del progreso espiritual y humano.
Esta
pretensión de monopolizar la verdad por parte de la Ciencia y de las
religiones, ha sido la barrera que ha mantenido y aún mantiene separado lo que
debería haber estado unido y complementado, como dos
aspectos fundamentales de la Verdad Una, confirmados
por una Filosofía racional y lógica.
Así
con el desarrollo de la Ciencia y del Espiritismo, los conceptos científicos,
avalados por la Filosofía racional y el aspecto Moral o religioso que se
desprende de la citada filosofía, vendrán a ser los tres
pilares sobre los que se apoyará en el futuro la Religión
Universal, pues la Verdad auténtica, jamás podrá desmentir a la Verdad
auténtica, y esta, antes o después, siempre termina por triunfar sobre
cualquier sombra del error y de la mentira.
- José Luis Martín-
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INTELIGENCIA Y APTITUDES
( Pensamiento )
" Nacemos- o mejor renacemos- con un tremendo acervo de conocimiento inconsciente, o no tendríamos cómo explicar el genio, la precocidad intelectual, la inclinación supuestamente innata y espontánea por determinados aspectos del conocimiento o de la habilidad. Por más que se esfuerce la ciencia materialista para explicar la inteligencia general, y las aptitudes en particular, buscándolas en dispositivos de naturaleza genética, meramente hereditaria, la verdad es que raramente el hijo del genio es genio, y no es raro que un hijo de padres incultos sea un genio."
- Herminio Sáez Miranda-
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REALIDAD
Y ESPIRITUALIDAD
¿Qué sabemos de la realidad? ¿La realidad existe como tal? ¿Es algo concreto, inmutable o variable? ¿Estamos plenamente capacitados para percibirla en su plenitud o tenemos ciertas limitaciones que nos condicionan? ¿Quién tiene la potestad intelectual, moral o científica para decirnos lo que es real y lo que no?
Son preguntas difíciles de contestar, al menos
desde un punto de vista que pueda satisfacer a todas las diferentes maneras de
pensar e interpretar lo que nos rodea. A día de hoy no existen respuestas
categóricas, sobre todo a tenor de los importantes avances en el campo de la física
cuántica y en otras disciplinas científicas que nos muestran una realidad más
compleja y amplia de lo que se pensaba. El catedrático de Física Cuántica José
Ignacio Latorre afirmó en una entrevista: “La realidad es un concepto
sutil. Existe en la medida en que la miras. Acercarte a conocerla… la
condiciona, ¡ la crea ! ”. A lo que podríamos añadir: La
realidad se descubre ante nosotros en función del grado de conciencia
desarrollado.
La realidad a la que nos referimos está relacionada con las ideas preconcebidas
que los seres humanos nos formamos de todas las cosas; unos hablando en nombre
de la ciencia, otros en nombre de la religión, y que pueden llegar a suponer
muros infranqueables que nos alejen en lugar de acercarnos a la verdad.
Cualquier cosa que se aparte de lo establecido o reconocido oficialmente
por la comunidad científica es catalogado como irreal, dogmático, fantasioso y
hasta incluso, en casos extremos, como patológico. Sobre este último punto
tenemos el ejemplo del prestigioso escritor Víctor Hugo, quien publicó hace más de 150 años una obra
titulada Lo que dicen las mesas parlantes, en donde recoge algunas comunicaciones
mediúmnicas supuestamente de personajes ilustres del pasado, como Platón,
Shakespeare, Galileo y un largo etcétera. Puesto que para la comunidad
intelectual sus obras literarias son de una calidad incuestionable, el hecho de
que fuese un estudioso de la mediumnidad y del espiritismo, como no entra
dentro de la lógica convencional y mayoritaria, alguien justificó “su desvarío” con una posible patología
denominada “parafrenia fantástica”, enfermedad mental que suele
avanzar hacia ideas “extravagantes y alucinaciones”.
Algo parecido ocurre con Amalia Domingo Soler, la gran escritora y poetisa; la
cronista de los pobres. En una obra sobre su vida publicada recientemente se
justifica su anexión incondicional al Espiritismo por su “necesidad de contacto
con el más allá para hacer más habitable el más acá”. “Vida y muerte y la
necesidad de poner en comunicación ambos mundos… trazan el entramado de la
fábula espiritista”. (Mujeres en la Historia; Amalia Domingo Soler). (*)
Partiendo de la base de que todas las opiniones son muy respetables, no es
menos obvio que cada quien percibe la parte de la verdad para la que está
capacitado; no es solo una cuestión intelectual, sino que intervienen muchos
más factores. No podemos elevar exclusivamente la inteligencia junto con los
conocimientos académicos a los altares, como única forma de alcanzar la
sabiduría; intervienen otros elementos del ser humano que lo engloban, que
tienen que ver con la parte emocional, los sentimientos, las experiencias de
vida e incluso la condición moral. Por el hecho de haber estudiado una o
varias disciplinas académicas, sus opiniones pueden ser muy válidas, a
considerar, pero no son infalibles, como se ha demostrado muchas veces a lo
largo de la historia. Si se parte desde una posición rígida se corre el peligro
de convertirse en aquello que dicen combatir racionalmente. Sería conveniente
en todos los casos que matizaran con honestidad si lo que están manifestando
son opiniones personales o hablan con cierto conocimiento de causa.
Muchas veces son impresiones muy subjetivas de algo que no les ha interesado ni
les ha preocupado nunca. Incluso los hay que leen algo superficialmente, con
poco interés, con la intención de etiquetar un tema y formarse una idea rápida
de un asunto del que necesitan tener una opinión de cara a los demás.
Veamos por un momento la siguiente idea: partiendo de cero, vamos a plantearnos
como una hipótesis de trabajo y estudio que la vida espiritual es una realidad
incuestionable, y que cuando morimos biológicamente pasamos a vivir en otro
plano. Si esto, como sería lógico, ocurre desde que el mundo es mundo, ¿de
cuántos espíritus estaríamos hablando que han cruzado a lo largo de la historia
el umbral? Siendo así, los miles de millones de espíritus que conforman el otro
lado, ¿formarían sus humanidades una organización, unas actividades, como
ocurre en este plano físico, o se encontrarían aislados por barreras
infranqueables sin ninguna capacidad de manifestarse, o incluso de evolucionar,
de progresar? ¿Sería lógico que ambas realidades fueran incompatibles e
inaccesibles cuando la ciencia nos demuestra cada día que existen los universos
paralelos y que están interconectados? Esas mismas humanidades, por la
simpatía, y sobre todo, por los seres queridos que dejan aquí, ¿tendrían
motivos para esforzarse en demostrarnos que hay vida después de la vida
material o carecería de interés para ellos? Y por último, algo tan importante y
trascendente como es el conocimiento de la vida en sus múltiples
manifestaciones, ¿merece nuestra atención o es preferible mirar hacia otro
lado, ignorándolo?
“Nuestros pensamientos
y sentimientos también desempeñan un papel a la hora de determinar cómo
funciona el universo y cómo lo percibimos. El modo en que pensamos tiene
consecuencias físicas en lo que percibimos, hecho que ha dado pie a una
revolución tanto en física como en la filosofía y la investigación de la
conciencia”. (Cardiólogo y
científico holandés Pim Van Lommel).
Desconocer algo no significa que no exista. Cada ser humano pone el foco de su atención hacia donde se
siente más cómodo, más identificado. Tenemos unas limitaciones de variada
índole que nos condiciona la percepción de la realidad. Una de ellas, quizás la
más importante, es que apenas nos conocemos interiormente. A nivel personal
vivimos ante tres realidades. La primera, cómo nos vemos a nosotros mismos; la
segunda, cómo nos ven los demás; y la tercera, cómo somos realmente.
El estudio de las ECM (Experiencias cercanas a la muerte) nos
introduce en un campo muy vasto en donde existen miles de testimonios de
personas de todo el mundo que han sufrido una experiencia de este tipo, narran
la vivencia de una realidad muy intensa, profunda; trasladando a nuestro campo
de experiencia aspectos de la vida que hasta ahora pertenecían al campo
exclusivo de la filosofía, la teología o de las creencias religiosas.
Justificar estas experiencias como alucinaciones o desvaríos mentales sería muy
poco serio y riguroso. Existe una casuística enorme, rica en matices, que nos
muestra una realidad poco explorada hasta hace unas cuantas décadas. Incluso
reputados investigadores, médicos y psiquiatras de prestigio mundial se han
visto salpicados directa o indirectamente por este fenómeno global. Ahí está el
famoso caso del neurocirujano Eben Alexander, profesor en Harvard,
quien sufrió una experiencia límite: estuvo en coma por una meningitis en el
año 2008, durante la cual vivió una experiencia fuera del cuerpo. Se le mostró
una realidad a la que él había manifestado a lo largo de su vida gran
escepticismo e incredulidad. A raíz de dicha experiencia publicó una obra
titulada La Prueba del Cielo. Declaró en una entrevista: “La vida tras la muerte
existe y la ciencia debe tomarlo en serio”.
Mencionar también los casos de reencarnación comprobada. Investigadores como
el Dr. Ian Stevenson, quien recopiló miles de casos en todo el
mundo, investigó personalmente muchos de ellos. Para un diario de la Asociación
Médica de Estados Unidos el Dr. Stevenson declaró: “Con respecto a la
reencarnación he recopilado minuciosamente una serie de casos en la India,
casos en los cuales las pruebas halladas son difíciles de explicar de cualquier
otra forma”. Observemos la actitud prudente y abierta del investigador
canadiense; no afirma categóricamente que sean casos de reencarnación
comprobada, sino que “son difíciles de explicar de cualquier otra
forma”.
Podríamos enumerar muchísimos más, estos son un par de ejemplos relevantes. Sin
contar con la enorme y rica experiencia popular, consecuencia de sus vivencias
personales, y que no sacan a la luz pública por el qué dirán, por timidez, o
simplemente porque dudan incluso de aquello que han vivido intensamente,
chocando incluso con sus creencias o convicciones íntimas.
En ocasiones todo queda reducido a un problema de semántica; nos sentimos más
cómodos con unas palabras que con otras para definir determinadas cosas, por
las connotaciones que tienen algunas de ellas. Por ejemplo, hablar de espíritu,
vida espiritual, Dios, inmortalidad… supone un problema para algunos. Sin
embargo, cuando se habla de conciencia, energía pensante, vida en otra
dimensión o universo paralelo, conciencia cósmica, etc., es mejor aceptado por
una mayoría. En el fondo estamos hablando de los mismos conceptos.
Investigadores serios comprenden, a medida que avanzan en sus conocimientos y
experiencias, que estamos muy lejos de la verdad. Cada día surgen nuevos
interrogantes que dejan en entredicho nuestro saber, nuestra percepción de la
realidad. La vieja idea de que somos lo que vemos y lo que tocamos ha quedado
obsoleta desde hace mucho tiempo.
Son caminos diferentes que están condenados a converger algún día. La ciencia
está dando pasos de gigante. La espiritualidad, prescindiendo de los dogmas
religiosos, se encuentra también en la línea de madurez suficiente para
encontrarse en un punto que cohesione definitivamente los conceptos científicos
y filosóficos; las ideas que configuran la realidad una, una
realidad global.
José M. Meseguer- Amor, Paz y
Caridad
(*).- Comentario de José Luis Martín: Ante las
afirmaciones disparatadas y tendenciosas que calificaron como
"desvarío", desviación o locura, lo relacionado con personas
que comunican con el más allá o que defienden su existencia, etiquetándolo
como "parafrenia fantástica", enseguida me ha venido
a la cabeza ante esas explicaciones vanas, dadas fuera de todo sentido de la coherencia
y del conocimiento, las siguientes frases populares: " La ignorancia es
de lo más atrevido", o "No hay mayor ciego que el que no quiere
ver".
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