sábado, 18 de enero de 2025

Realidad y espiritualidad

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El Espiritismo al alcance de todos ( 2 )

2,. Espiritismo: Ciencia, Filosofía y Moral

3.- Inteligencia y aptitudes

4.- Realidad y espiritualidad

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EL ESPIRITISMO AL ALCANCE DE TODOS (2)
( Viene del anterior publicado)

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  Un pensador argentino dice con mucha razón, al ocuparse de este mismo tema en su ilustrada revista "La Reforma Argentina":
    "El mundo debe a las formas religiosas sus mayores atrasos y desgracias. No puede causarnos extrañeza que a gran número de seres, produzca horror la sola mención del nombre del Ser de los Seres. Es el horror del abismo abierto por el fanatismo, que ha tomado a la religión como medio de separar a Dios de sus criaturas.
   El método es muy sencillo y consiste en llevar el espíritu hacia las formas, impidiendo toda acción del alma humana sobre la esencia o su propio fondo. Y arrancando al hombre de sí mismo, lanzándole en busca de un Dios a través de las formas, queda perdido en un laberinto que hace indispensable a los teólogos, infalibilidades estas, que ocupan el lugar de la conciencia, dogmas que reemplazan a la razón.
   En esta situación no hay base en ninguna facultad y el ganado se arrea en el sentido que convenga al caudillaje religioso, que lleva a la masa como quiere, sea al absurdo o al crimen. De este modo es posible decretar un San Bartolomé lo mismo que la peregrinación a un santuario.
   Y cuando esto sucede y las formas imperan en asuntos religiosos, dominan también en el orden social, político, de familia, e individual.
   Ese pueblo extraviado en lo religioso, lo está también en lo moral.
   El embuste, el fraude, un pueblo de fanáticos, es siempre un pueblo de pillos; el asesinato nada supone para la conciencia pervertida por ese sistema religioso; lo que preocupa es la forma. Si esta se guarda, la moral nada importa, podemos observar el caso patológico y observar los síntomas de la enfermedad moral, cuya causa está en la perversión religiosa.
   Se ve, pues, que esta religión de las formas, que adora a un Dios materia, es en el fondo también materialista y se diferencia tal solo de los de la escuela positivista, en que estos no son hipócritas y son más sinceros en sus convicciones.
   Se dirá que no todo es hipocresía y fanatismo, que existen muchas personas a los que la religión les sirve de medio de mejora moral. No lo dudamos pero estudiemos con qué tropiezan para poner práctica la doctrina sencilla del Evangelio. Cuando el Evangelio viene de ellos, ¡ cuantas dificultades para sentirlo ! ¡ Cuanta miseria debe fermentar para que las sencillas y sublimes enseñanzas puedan ser comprendidas !. Para que la palabra penetre y limpie, para que permanezca en las almas, se necesita un trabajo enorme y largos años de dolorosa evolución. Como nunca tuvieron la ley en ellos mismos, por eso tampoco hay amor a la ley ni a Dios.
   Pero que un pueblo o un individuo entienda , quiera y sienta en sí mismo lo que dice Jesús: Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado. -Ese pueblo o ese individuo no hará moral con formas; no se encontrará en él la levadura farisáica de la hipocresía fraudulenta; no amará por lo que el amor le produzca, sino por lo que el amor es en sí.
   Y esto es lo que se propone el Espiritismo en su parte moral, y para ello basta releer el Evangelio e interpretarlo en espíritu, porque así fue predicado por el Enviado, porque su misión fue espiritual y dentro de sus enseñanzas están echadas las bases del reinado del espíritu, por más que los que se apoderaron de él, hayan levantado el reino de la materia y de las formas.
   Los hombres de la época moderna y contemporánea, mucho se han encariñado con el principio de Aristóteles; nada hay en el entendimiento que primero no haya estado en los sentidos, llevando su exageración a su espíritu de secta hasta el desprecio de la razón, cuando esta, sobrepasando el límite de los sentidos corporales, busca en lo invisible, en lo inmaterial, el mundo de las causas. Sin embargo, la misma ciencia positiva demuestra en sus procedimientos que la razón es superior a la experiencia. Los hechos en sí mismos, cuando los observamos, nada nos dicen, nada nos explican, si el juicio no viene en apoyo para deducir las leyes y agruparlas. Una prueba de esto la tenemos en los mismos hombres sabios positivistas, que al presentarles a su observación los hechos espiritistas, los han negado, a pesar de verlos con los sentidos, llegando en su ofuscación hasta creerse alucinados, antes que admitir la realidad de los hechos que estaban ahí delante de sus ojos y sin que pudiera oponerse como tesis el posible fraude o mistificación. Y esto, ¿?Por qué?- sencillamente porque encontraban en su fuero interno la razón de esa realidad. El célebre profesor de fisiología Dr. Carpentier, ante los hechos observados dijo: "hay que negar hasta el sentido común, cuando nos presenta hechos contrarios a las leyes de la naturaleza". ¿ Por qué opinaba así el Dr. Carpentier?. Sencillamente porque tenía una fe ciega en su ciencia positiva y creía en su orgullo intelectual, que los fenómenos espiritistas venían a hechar por tierra las leyes conocidas y a mancillar la verdad establecida, sin acordarse que esta, si preponderaba era a costa de la creencia anterior; era porque las leyes que reconocía inviolables e inmanentes, habían evolucionado a impulsos de la observación y del análisis de los primeros intelectuales; era, en fin, porque olvidando esta ley de la evolución de todas las cosas, que son la ley eterna de nuestro desarrollo progresivo, opinaba que la manifestación de la verdad, si bien podía seguir su curso, en cambio no podía dejar de ser verdad la que había sido reconocida como tal.
     Este modo de opinar tenía su origen en una falsa apreciación de los hechos espiritistas. Después se han convencido de que estos hechos no destruyen ninguna ley natural: al contrario, son nuevos aspectos de la verdad, y las contradicciones que se observan no son sino aparentes. Si una mesa, por ejemplo, se levanta en el aire sin ninguna causa conocida, esto no contradice ninguna ley natural, sino que por lo contrario, lo confirma. Si la mesa se levanta sin que la impulsen manos o fuerzas conocidas, debía creerse forzosamente que este fenómeno se producía por una fuerza invisible. ¿Que esa fuerza no era visible?. Razón de más para buscarla y no que por ignorarla o no verla, negar el hecho, lo cual es ridículo y absurdo.
     Este positivismo científico, sin duda, hizo mucho bien a la causa del progreso intelectual, pero por otra parte ha sostenido tesis que no pueden aceptarse racionalmente, después de un examen imparcial y un análisis atento.
    Este endiosamento de las cosas percibidas por los sentidos, esta prioridad de los hechos sobre la razón y de las formas sobre el fondo de las cosas, ha traído perturbaciones al espíritu del investigador, llevándolo a olvidar que el mundo sensible que se le presenta a su observación y estudio, es insuficiente para formar una ciencia que abarque la razón de su existencia, sus leyes más comunes y su modo de ser y de existir.
     La doctrina materialista se ha levantado sobre una hipótesis irracional, contraria a las aspiraciones y a las conveniencias mismas de la humanidad. Es simplemente una negación y sobre una negación, nada firme y estable puede edificarse.
     Nada diríamos si la negación de una causa primera, tuviera por fundamento un hecho real, aunque fuera un espejismo o una ilusión de los sentidos, pero no es necesario afirmar que ese sistema no ha conseguido demostrar la no existencia de un Ordenador Supremo, ni mucho menos ha logrado fundar una escuela. Todos cuantos lo han pretendido se han visto aislados y ellos mismos, en la práctica, forzados a contradecir las  mismas doctrinas que tan infundadamente enseñaron. (...//...)

( Continúa y finaliza en la siguiente publicación)


- Cosme Mariño- (Art. tomado de la Rev. "Fraternidad Cristiana Espírita" nº 22)


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ESPIRITISMO, FILOSOFÍA, CIENCIA Y MORAL

                                            



    El Espiritismo, siendo una doctrina abierta y progresiva, nos da las claves necesarias para llegar a ver un día reconciliadas a la Ciencia y a las religiones en su esencia fundamental, cual son las conclusiones  morales, cuyo objetivo esencial es desarrollar el espíritu de las sociedades humanas, siguiendo las enseñanzas y ejemplos del Maestro Jesús en el caso de las llamadas religiones cristianas, o en las mismas enseñanzas morales que otros Maestros anteriores, como Krishna o Budda aportaron en otras zonas de la humanidad en épocas anteriores a la venida de Jesús y sus precursor Moisés.

  Y es que el Espiritismo, nada tiene que temer a los avances de la Ciencia, ni a otros conceptos o dogmas sostenidos por las religiones, porque el Espiritismo, siempre está abierto a admitir lo que Ciencia y Filosofía puedan demostrar, y no teme a las verdades de las religiones, cuando su fe está dispuesta a mantenerla  afrontando cara a cara a la razón y a la verdad, en todas las épocas de la humanidad, tal como afirmó Allan Kardec.

  Con mi más profundo respeto hacia todas las personas religiosas, lo sean de la confesión  que sean, he destacado las religiones cristianas, porque deben ser portadoras del mensaje, ejemplos y enseñanzas del Maestro Jesús de Nazaret- el Cristo de nuestro planeta-, y que por tanto contienen cuantos principios éticos y morales se puedan encontrar en todas las demás religiones  “no cristianas”.

Estos principios  morales  cristianos constituyen en tantísimos casos , sentimientos que han llegado a formar parte y han moldeado nuestra personalidad y nuestra forma común de pensar y de sentir, y por eso, constituyen, no otra religión humana más, sino un sentimiento religioso común, natural, profundo e innato que forma parte de la idiosincrasia del ser  humano  en general, al aceptar en su corazón una fe espiritual y unos principios éticos y morales, que están por encima de los dogmas y teologías de las religiones y que no se oponen a la razón ni a la Ciencia, porque los fundamentos de origen del Espiritismo se han alcanzado con el carácter y el método de una  verdadera Ciencia.

    Me refiero a lo que se conoce como “Espiritismo Cristiano”, porque aun la parte del Espiritismo llamado “laico” para diferenciarse de los que pretenden hacer de él una religión, defiende y asume los principios de moral cristiana.      

     El Espiritismo adopta, como ya he explicado, los principios religiosos, éticos y morales de otras religiones, porque en general todas contienen los principios morales  que sustenta  también el cristianismo.   

    Cuando el Espiritismo se extienda y se generalice más por la Tierra, lo que de hecho está ya sucediendo porque así está planificado desde  el Mundo Espiritual,  y  este sea popularizado y aceptado como el sentir religioso natural y universal de todos los seres humanos, acabará   siendo admitido  y aceptado  abiertamente por la Ciencia, todavía  anclada en el materialismo, pues ésta , con sus investigaciones y avances irá confirmando muchas de las cuestiones que se plasmaron- hace ya casi dos siglos-,en la Codificación Espírita, y así se podrá comprobar que   Ciencia y Espiritualidad, forman ambas vertientes de la Verdad Una y siendo verdades, no se podrán contradecir, sino sustentarse mutuamente.

        A las religiones cristianas, bajo la orientación espírita, les supondrá tener un extraordinario enriquecimiento doctrinario, pues habrán adoptado las verdades espíritas, soltando de paso el lastre de tantos siglos cargados de dogmas y liturgias irracionales, y de paso este puede ser el lazo que las vuelva a reunir como una sola religión universal. 

       Esa situación conllevará una profunda transformación moral y social del ser humano que por primera vez en la historia en este planeta, comenzará a sentirse como parte de un todo, como  miembro de una gran familia  humana  que se agrupa entre los encarnados y los desencarnados. De este  modo,  de cara al futuro nada tendremos que temer en cuanto a nuestros conceptos religiosos, de las verdades que el avance de las Ciencias confirmen, porque dar la espalda o rechazar estas verdades una vez comprobadas, supondría volver a caer en la sinrazón y el dogmatismo irracional que ha sido causa de la barrera hasta hoy existente entre Ciencia y Religión, que no han sabido caminar juntas y unidas en busca de  la Verdad y del progreso espiritual y humano.

      Esta pretensión de monopolizar la verdad por parte de la Ciencia y de las religiones, ha sido la barrera que ha mantenido y aún mantiene separado lo que debería  haber estado unido y complementado, como  dos aspectos fundamentales  de la Verdad Una, confirmados por  una Filosofía racional y lógica.

       Así con el desarrollo de la Ciencia y del Espiritismo, los conceptos científicos, avalados por la Filosofía racional y el aspecto Moral o religioso que se desprende de la citada filosofía, vendrán a ser los tres pilares  sobre los  que se apoyará en el futuro la Religión Universal, pues la Verdad auténtica, jamás podrá desmentir a la Verdad auténtica, y esta, antes o después, siempre termina por triunfar sobre cualquier sombra del error y de la mentira.

 -        José Luis Martín-

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                      INTELIGENCIA Y APTITUDES

                                                   

                                                             ( Pensamiento )

Nacemos- o mejor renacemos- con un tremendo acervo de conocimiento inconsciente, o no tendríamos cómo explicar el genio, la precocidad intelectual, la inclinación supuestamente innata y espontánea por determinados aspectos del conocimiento o de la habilidad. Por más que se esfuerce la ciencia materialista para explicar la inteligencia general, y las aptitudes en particular, buscándolas en dispositivos de naturaleza genética, meramente hereditaria, la verdad es que raramente el hijo del genio es genio, y no es raro que un hijo de padres incultos sea un genio."

- Herminio Sáez Miranda-

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  REALIDAD Y ESPIRITUALIDAD

                                                                          

      ¿Qué sabemos de la realidad? ¿La realidad existe como tal? ¿Es algo concreto, inmutable o variable? ¿Estamos plenamente capacitados para percibirla en su plenitud o tenemos ciertas limitaciones que nos condicionan? ¿Quién tiene la potestad intelectual, moral o científica para decirnos lo que es real y lo que no?

     Son preguntas difíciles de contestar, al menos desde un punto de vista que pueda satisfacer a todas las diferentes maneras de pensar e interpretar lo que nos rodea. A día de hoy no existen respuestas categóricas, sobre todo a tenor de los importantes avances en el campo de la física cuántica y en otras disciplinas científicas que nos muestran una realidad más compleja y amplia de lo que se pensaba. El catedrático de Física Cuántica José Ignacio Latorre afirmó en una entrevista: “La realidad es un concepto sutil. Existe en la medida en que la miras. Acercarte a conocerla… la condiciona, ¡ la crea ! ”. A lo que podríamos añadir: La realidad se descubre ante nosotros en función del grado de conciencia desarrollado.

La realidad a la que nos referimos está relacionada con las ideas preconcebidas que los seres humanos nos formamos de todas las cosas; unos hablando en nombre de la ciencia, otros en nombre de la religión, y que pueden llegar a suponer muros infranqueables que nos alejen en lugar de acercarnos a la verdad.


 Cualquier cosa que se aparte de lo establecido o reconocido oficialmente por la comunidad científica es catalogado como irreal, dogmático, fantasioso y hasta incluso, en casos extremos, como patológico. Sobre este último punto tenemos el ejemplo del prestigioso escritor 
Víctor Hugo, quien publicó hace más de 150 años una obra titulada Lo que dicen las mesas parlantes, en donde recoge algunas comunicaciones mediúmnicas supuestamente de personajes ilustres del pasado, como Platón, Shakespeare, Galileo y un largo etcétera. Puesto que para la comunidad intelectual sus obras literarias son de una calidad incuestionable, el hecho de que fuese un estudioso de la mediumnidad y del espiritismo, como no entra dentro de la lógica convencional y mayoritaria, alguien justificó “su desvarío” con una posible patología denominada “parafrenia fantástica”, enfermedad mental que suele avanzar hacia ideas “extravagantes y alucinaciones”.

Algo parecido ocurre con Amalia Domingo Soler, la gran escritora y poetisa; la cronista de los pobres. En una obra sobre su vida publicada recientemente se justifica su anexión incondicional al Espiritismo por su “
necesidad de contacto con el más allá para hacer más habitable el más acᔓVida y muerte y la necesidad de poner en comunicación ambos mundos… trazan el entramado de la fábula espiritista”. (Mujeres en la Historia; Amalia Domingo Soler). (*)

Partiendo de la base de que todas las opiniones son muy respetables, no es menos obvio que cada quien percibe la parte de la verdad para la que está capacitado; no es solo una cuestión intelectual, sino que intervienen muchos más factores. No podemos elevar exclusivamente la inteligencia junto con los conocimientos académicos a los altares, como única forma de alcanzar la sabiduría; intervienen otros elementos del ser humano que lo engloban, que tienen que ver con la parte emocional, los sentimientos, las experiencias de vida e incluso la condición moral.  Por el hecho de haber estudiado una o varias disciplinas académicas, sus opiniones pueden ser muy válidas, a considerar, pero no son infalibles, como se ha demostrado muchas veces a lo largo de la historia. Si se parte desde una posición rígida se corre el peligro de convertirse en aquello que dicen combatir racionalmente. Sería conveniente en todos los casos que matizaran con honestidad si lo que están manifestando son opiniones personales o hablan con cierto conocimiento de causa.


Muchas veces son impresiones muy subjetivas de algo que no les ha interesado ni les ha preocupado nunca. Incluso los hay que leen algo superficialmente, con poco interés, con la intención de etiquetar un tema y formarse una idea rápida de un asunto del que necesitan tener una opinión de cara a los demás.


Veamos por un momento la siguiente idea: partiendo de cero, vamos a plantearnos como una hipótesis de trabajo y estudio que la vida espiritual es una realidad incuestionable, y que cuando morimos biológicamente pasamos a vivir en otro plano. Si esto, como sería lógico, ocurre desde que el mundo es mundo, ¿de cuántos espíritus estaríamos hablando que han cruzado a lo largo de la historia el umbral? Siendo así, los miles de millones de espíritus que conforman el otro lado, ¿formarían sus humanidades una organización, unas actividades, como ocurre en este plano físico, o se encontrarían aislados por barreras infranqueables sin ninguna capacidad de manifestarse, o incluso de evolucionar, de progresar? ¿Sería lógico que ambas realidades fueran incompatibles e inaccesibles cuando la ciencia nos demuestra cada día que existen los universos paralelos y que están interconectados? Esas mismas humanidades, por la simpatía, y sobre todo, por los seres queridos que dejan aquí, ¿tendrían motivos para esforzarse en demostrarnos que hay vida después de la vida material o carecería de interés para ellos? Y por último, algo tan importante y trascendente como es el conocimiento de la vida en sus múltiples manifestaciones, ¿merece nuestra atención o es preferible mirar hacia otro lado, ignorándolo?


“Nuestros pensamientos y sentimientos también desempeñan un papel a la hora de determinar cómo funciona el universo y cómo lo percibimos. El modo en que pensamos tiene consecuencias físicas en lo que percibimos, hecho que ha dado pie a una revolución tanto en física como en la filosofía y la investigación de la conciencia”. (Cardiólogo y científico holandés Pim Van Lommel).

Desconocer algo no significa que no exista.
 Cada ser humano pone el foco de su atención hacia donde se siente más cómodo, más identificado. Tenemos unas limitaciones de variada índole que nos condiciona la percepción de la realidad. Una de ellas, quizás la más importante, es que apenas nos conocemos interiormente. A nivel personal vivimos ante tres realidades. La primera, cómo nos vemos a nosotros mismos; la segunda, cómo nos ven los demás; y la tercera, cómo somos realmente.

El estudio de las ECM (Experiencias cercanas a la muerte) nos introduce en un campo muy vasto en donde existen miles de testimonios de personas de todo el mundo que han sufrido una experiencia de este tipo, narran la vivencia de una realidad muy intensa, profunda; trasladando a nuestro campo de experiencia aspectos de la vida que hasta ahora pertenecían al campo exclusivo de la filosofía, la teología o de las creencias religiosas. Justificar estas experiencias como alucinaciones o desvaríos mentales sería muy poco serio y riguroso. Existe una casuística enorme, rica en matices, que nos muestra una realidad poco explorada hasta hace unas cuantas décadas. Incluso reputados investigadores, médicos y psiquiatras de prestigio mundial se han visto salpicados directa o indirectamente por este fenómeno global. Ahí está el famoso caso del neurocirujano Eben Alexander, profesor en Harvard, quien sufrió una experiencia límite: estuvo en coma por una meningitis en el año 2008, durante la cual vivió una experiencia fuera del cuerpo. Se le mostró una realidad a la que él había manifestado a lo largo de su vida gran escepticismo e incredulidad. A raíz de dicha experiencia publicó una obra titulada
 La Prueba del Cielo. Declaró en una entrevista: “La vida tras la muerte existe y la ciencia debe tomarlo en serio”. 

Mencionar también los casos de reencarnación comprobada. Investigadores como el Dr. Ian Stevenson, quien recopiló miles de casos en todo el mundo, investigó personalmente muchos de ellos. Para un diario de la Asociación Médica de Estados Unidos el Dr. Stevenson declaró: “Con respecto a la reencarnación he recopilado minuciosamente una serie de casos en la India, casos en los cuales las pruebas halladas son difíciles de explicar de cualquier otra forma”. Observemos la actitud prudente y abierta del investigador canadiense; no afirma categóricamente que sean casos de reencarnación comprobada, sino que 
“son difíciles de explicar de cualquier otra forma”.

Podríamos enumerar muchísimos más, estos son un par de ejemplos relevantes. Sin contar con la enorme y rica experiencia popular, consecuencia de sus vivencias personales, y que no sacan a la luz pública por el qué dirán, por timidez, o simplemente porque dudan incluso de aquello que han vivido intensamente, chocando incluso con sus creencias o convicciones íntimas.


En ocasiones todo queda reducido a un problema de semántica; nos sentimos más cómodos con unas palabras que con otras para definir determinadas cosas, por las connotaciones que tienen algunas de ellas. Por ejemplo, hablar de espíritu, vida espiritual, Dios, inmortalidad… supone un problema para algunos. Sin embargo, cuando se habla de conciencia, energía pensante, vida en otra dimensión o universo paralelo, conciencia cósmica, etc., es mejor aceptado por una mayoría. En el fondo estamos hablando de los mismos conceptos.


Investigadores serios comprenden, a medida que avanzan en sus conocimientos y experiencias, que estamos muy lejos de la verdad. Cada día surgen nuevos interrogantes que dejan en entredicho nuestro saber, nuestra percepción de la realidad. La vieja idea de que somos lo que vemos y lo que tocamos ha quedado obsoleta desde hace mucho tiempo.


Son caminos diferentes que están condenados a converger algún día. La ciencia está dando pasos de gigante. La espiritualidad, prescindiendo de los dogmas religiosos, se encuentra también en la línea de madurez suficiente para encontrarse en un punto que cohesione definitivamente los conceptos científicos y filosóficos; las ideas que configuran la realidad una, una realidad global.


José M. Meseguer-  Amor, Paz y Caridad

(*).- Comentario de José Luis Martín:  Ante las afirmaciones disparatadas  y tendenciosas que calificaron como "desvarío", desviación o locura,  lo relacionado con personas que comunican con el más allá o que defienden su existencia, etiquetándolo como "parafrenia fantástica",  enseguida  me ha venido a la cabeza ante esas explicaciones vanas, dadas fuera de todo sentido de la coherencia y del conocimiento,  las siguientes frases populares: " La ignorancia es de lo más atrevido", o "No hay mayor ciego que el que no quiere ver".

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