martes, 7 de enero de 2025

Olvido del pasado

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El problema de la existencia del mal y Gabriel Delanne

2.- El Periespíritu

3.- ¿ Qué son las Máncias, Astrología  y demás artes adivinatorias?

4.- Olvido del pasado

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EL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA DEL MAL

Y GABRIEL DELANNE


                                                


Si el espiritismo ha conquistado millones de adeptos en el mundo entero, no es solamente porque da a la humanidad, la demostración científica de la existencia del alma y de su inmortalidad, sino también porque aporta soluciones lógicas a todos los enigmas, que las religiones y las filosofías no han podido resolver hasta ahora.

 

Sin embargo, no podemos dejar de aceptar –en honor a la verdad- que esa demostración científica del alma y de su inmortalidad, por parte del Espiritismo, no ha cuajado en absoluto en el contexto cultural humano.

Posiblemente no se ha tenido en cuenta esa demostración por estar propuesta por “los espiritistas” como sinónimo de gente poco seria y fantasiosa. A pesar de ello, un día u otro – ojalá más pronto que tarde- la ciencia más vanguardista deberá reconocer esa realidad, porque en sus atrevidas investigaciones se encontrarán inevitablemente con el periespíritu, como parte más “material” del espíritu; y, de ahí hasta el alma, ya sólo hay algunos pasos más.

 

¿Y qué pregunta más angustiosa que la de la Existencia del Mal? ¿Cómo puede dejarlo subsistir un ser todopoderoso, si sólo de su voluntad depende que desaparezca?

¿Por qué los bienes naturales, salud, fuerza, inteligencia, parecen distribuidos al azar, lo mismo que la fortuna y los honores, cuando lo más frecuente es que sean patrimonio de los menos dignos?

 ¿Por qué esas calamidades que devastan de pronto un país, hundiendo en el dolor a millones de seres inocentes?

Si interrogáis a las religiones, sólo os responderán invocando el principio de la libre decisión de la divinidad, que puede, a su antojo, hacer barro de elección o de impureza. Salta a la vista la arbitrariedad de esta doctrina. So pena de una monstruosa parcialidad, un padre justo y bueno no puede predestinar a unos a la abyección, mientras otros no tendrán que hacer, más que vivir para llegar a la felicidad suprema.

 

Ciertamente es muy desorientador, además de imposible, el intentar conciliar la idea de una divinidad justa, sabia y todopoderosa, con el reparto de la “suerte” entre la población terráquea.

Si se interroga al Espiritismo, éste sí que tiene respuestas convincentes a nivel general, basadas en:

 

La doctrina de las vidas múltiples nos deja entrever parte de la solución del problema. Si se vuelve muchas veces a la tierra, esta serie de reencarnaciones nos colocará sucesivamente en todas las posiciones posibles, y la real desigualdad que para una sola vida existe, se compensa cuando se piensa en la multiplicidad de condiciones físicas, morales, intelectuales y sociales, que, alternativamente, se han ocupado aquí abajo. Lo que tendría de arbitrario, desaparece, si todos los seres inteligentes sufren pruebas semejantes, quedando así satisfecho el sentimiento de justicia que cada uno lleva en sí grabado.

 

Lo que no puede, lo que no debe hacer nunca el Espiritismo es proporcionar una opinión detallada a las situaciones concretas que se dan en nuestro planeta.

Una cosa es enunciar unas leyes de aplicación general y otra, muy distinta, el intentar dar  respuesta a situaciones particulares. No se puede “jugar a adivino”; la mayor parte de las veces no se dispone de la información suficiente como para poder explicar el porqué, de determinadas problemáticas. Contentémonos -que ya es mucho- en comprender los planteamientos generales; y el más general es que de cualquier situación que vivamos siempre nos será posible extraer un provecho, por dura que pueda ser esa situación.

 

- El progreso.

El mal ya no es entonces más una fatalidad ineludible y desgraciada de la que no podríamos librarnos; parece como un acicate, como una necesidad destinada a impulsar al hombre en la vía del progreso. El progreso no es una utopía. La existencia del hombre en la época cuaternaria, errando a través de las selvas o yaciendo en las cavernas, no es comparable a la del más miserable de nuestros campesinos. A medida que conocemos mejor el mecanismo de la naturaleza, podemos utilizar las ciencias para mejorar nuestra situación física;

 

El mal toma así otro aspecto a nuestros ojos; el mal, o sea el dolor (físico o moral), la dificultad, la contrariedad,… viene a convertirse en el verdadero motor de nuestro progreso, hasta que éste pueda ser conducido exclusivamente por la voluntad.

 

La civilización proporciona al hombre una seguridad que sus precursores no conocían; Desde el punto de vista moral, los progresos han sido más lentos; todavía es cruel la lucha por la existencia, sobre todo en las ciudades, pero, ¿quién osaría comparar el proletariado actual con la esclavitud antigua? Si las guerras no parecen llevar trazas de extinguirse, han perdido parte de su horror primitivo.

 

 Ojalá fuera del todo así. Las guerras siguen siendo una lacra de la sociedad, siguen siendo una expresión de la raíz de todos los vicios y de muchos de los conflictos humanos: el egoísmo.

 

Después del horror de la carnicería, los heridos son recogidos y atendidos, y el furor homicida se extingue cuando la bestia humana reposa. En vez de rematarlos, se cura a los heridos. El sentimiento de solidaridad se afirma con la multiplicación de los hospitales, con las pensiones a la vejez, con el auxilio concedido a los inválidos, igual que con las asociaciones que garantizan a sus miembros contra los riesgos de enfermedad y paro.

Se presiente el principio de un nuevo estado de cosas; si es todavía rudimentario y en muchos aspectos, defectuoso, nada impide creer que cada día adquirirá mayor impulso.

La evolución hacia lo mejor aparece como consecuencia de la elevación intelectual de la masa social, que la instrucción, liberalmente distribuida, comienza a despertar del letargo en el que durante tantos siglos yaciera para exclusivo provecho de sus explotadores. Ya no se espera la dicha de una intervención sobrenatural. Se comprende que ella será resultado del esfuerzo colectivo de todos. Hay que dejar a los aficionados a las paradojas fáciles la negación del progreso; éste es la ley espiritual que rige el universo.

 

Seguramente habrá un nuevo estado de cosas; ¿cuándo? Una respuesta fácil sería: cuando Dios quiera. A pesar de que en el fondo es así, no podemos dejar de pensar que las leyes divinas se aplican de forma automática y que los Espíritus superiores son los ejecutores de esas leyes. Por lo tanto, sin duda alguna, cuando ese estamento espiritual superior lo crea oportuno, se dará un impulso al progreso espiritual en detrimento, si es necesario, del siempre pujante progreso material.

 

Somos creadores de un determinismo ulterior, consecuencia de nuestras pasadas acciones, aun poseyendo la posibilidad de modificar nuestras existencias futuras en el sentido más favorable, según el grado de libertad moral e intelectual en relación con el punto de la evolución que hayamos alcanzado.

 

“Determinismo ulterior”: esa es la clave del problema. Determinismo que es la suma de esas consecuencias de acciones pasadas y, ciertamente, de nuestras necesidades de aprendizaje. Es importante este concepto básico en Espiritismo –bien señalado aquí por Delanne- sobre esa posibilidad permanente de modificar nuestro futuro a través de dignificar lo más posible nuestro presente.

 

- Consecuencias morales.

Las vidas sucesivas tienen por objeto el desarrollo de la inteligencia, del carácter, de las facultades, de los buenos instintos y la supresión de los malos.

Siendo la evolución continua y perpetua, la creación, en el curso de su existencia, es en todo momento lo que él ha hecho de sí mismo.

En efecto, cada uno de nosotros, lleva consigo una sanción inevitable que no puede ejercerse inmediatamente, pero que, tarde o temprano, tendrá una repercusión segura en las vidas futuras.

 

“Evolución continua”, ¡que gran y formidable verdad!; por lo tanto, siempre habrá conocimientos por conquistar, aprendizajes por realizar.

 

Las desigualdades morales e intelectuales no son, por lo tanto, el resultado de arbitrarias decisiones de la divinidad, ni de  la justicia que se ve ofendida.

Partiendo todos del mismo punto para acabar en la misma meta, que es el perfeccionamiento de nuestro ser, pasando por todas las situaciones terrestres, existe, en realidad, una perfecta igualdad entre todos los individuos, compensándose las diferencias en el curso de múltiples vidas.

Esta comunidad de origen nos demuestra claramente que la fraternidad no es una vana palabra. En todos los grados de evolución, nos sentimos unidos los unos a los otros, de modo que no existe ninguna diferencia radical entre todos los pueblos, a despecho del color de su piel y de su estado de adelanto. La evolución no es solamente individual; es colectiva. Reencarnándose por grupo cada nación, existe una responsabilidad colectiva como existe una individual; de esto se deduce que cualquiera que sea nuestra posición en la sociedad, tenemos interés en mejorarla, ya que, en realidad, con ello preparamos nuestra suerte futura.

 

La fraternidad, conduciéndonos cada vez más a comprender que esencialmente todos somos iguales, acabará por erradicar, inapelablemente, la lacra del racismo.

 

Por consiguiente, el egoísmo es a la vez un vicio y un mal cálculo, puesto que el mejoramiento general no puede resultar más que del progreso individual de cada uno de los miembros que constituyen la sociedad:

La palingenesia es, pues, una doctrina esencialmente renovadora y un factor de energía, puesto que estimula en nosotros la voluntad, sin la cual no podría realizarse ningún progreso individual.

La solidaridad se impone a nosotros como una condición esencial del progreso social;

El mal, por consiguiente, no es una necesidad fatal impuesta a la humanidad; puede y debe salvarse, ya que es, pura y simplemente, el resultado de nuestra ignorancia de las leyes físicas y morales que rigen el mundo.

Y, a medida que aprendemos, ese mal, esa ignorancia de las leyes que remarca Delanne, se irá diluyendo ante el empuje continuo de la comprensión y de la inteligencia; inteligencia que nos enseña, que es bueno para nosotros, el comportarnos cada vez más honorablemente.

 

En resumen, la teoría de las vidas sucesivas satisface todas las aspiraciones de nuestras almas, que exigen una explicación lógica del problema del destino. Se concilia perfectamente con la idea de una providencia, a la vez justa y buena, que jamás castiga nuestras faltas con eternos suplicios, sino que nos deja a cada instante el poder de reparar nuestros errores al elevarnos lentamente, por nuestro propio esfuerzo, franqueando los peldaños de esta escala de Jacob, cuyos primeros escalones se hunden en la animalidad, mientras los más altos se levantan hasta la espiritualidad perfecta.

 

Excelente conclusión de este capítulo final de su obra; realmente la teoría reencarnacionista -prácticamente comprobada por la ciencia psicológica- es la única que concilia a la Providencia divina con las situaciones difíciles de los mundos inferiores. Dios no nos desampara jamás; Dios no comete arbitrariedades; Dios nos da las oportunidades necesarias, las reencarnaciones que nos hagan falta, para aprender y progresar por nosotros mismos.

 

Digamos con Maeterlinck:

Reconozcamos, de paso, que es muy lamentable que los argumentos de los teósofos y de los neo-espiritistas no sean perentorios; puesto que no ha habido creencia más bella, más justa, más pura, más moral, más fecunda, más consoladora y, hasta cierto punto, más verosímil, que la suya.

Es la única, con su doctrina de las expiaciones y de las purificaciones sucesivas, que da cuenta de todas las desigualdades sociales, de todas las abominables injusticias del destino. Pero la calidad de una creencia no demuestra su verdad. Aunque sea la religión de quinientos millones de hombres, la que más se acerca a los misteriosos orígenes, la única que no es odiosa y la menos absurda de todas, será preciso que haga lo que las otras no hicieron, aportarnos irrecusables testimonios, pues los que hasta hoy nos ha dado, sólo son la sombra de un principio de prueba.

 

-(no sabemos a qué obra de Maeterlinck pertenece este párrafo mencionado por Delanne)-.

 

Creo haber aportado las pruebas que Maeterlinck pide.

Poseemos actualmente una demostración positiva que nos permite comprender, no sólo la supervivencia del principio pensante, sino también su inmortalidad, ya que durante millones de años hemos evolucionado en esta tierra que abandonaremos el día en que nada tengamos que aprender en ella.

 

Así termina esta acertada exposición del ingeniero y excelente investigador espiritista Gabriel Delanne. Ojalá que las obras de este autor pudieran ser consultadas con facilidad por los estudiosos del Espiritismo. Aunque siempre haya sido un autor minoritario, merece remarcarse su monumental obra “Investigaciones sobre la mediumnidad”, donde traza una gran revista a todo tipo de fenómenos anímicos y Mediúmnicos.

También hay que destacar que en este 2007 se cumplen 150 años de su nacimiento; prácticamente nació al mismo tiempo que Kardec publicara “El Libro de los Espíritus”. Es importante resaltar la amistad entre Kardec y el padre de Delanne.

Sirva este recorrido por parte de una de sus obras como homenaje a este tenaz luchador.



- David Santamaría-

Flama Espirita, número 123 (Enero/Marzo 2007)

 

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

Flama Espirita, número 123 (Enero/Marzo 2007)


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                                               EL  PERIESPÍRITU

                                          


El periespíritu es un concepto clave en el espiritismo, descrito por Allan Kardec como el «cuerpo semimaterial» que sirve de vínculo entre el espíritu y el cuerpo físico. Se podría entender como un envoltorio o intermediario entre la parte puramente espiritual y la material.


 El periespíritu es el vehículo a través del cual el espíritu actúa sobre el cuerpo físico y, al mismo tiempo, es el que recibe las impresiones del entorno para transmitirlas al espíritu. 


Funciones del periespíritu: Intermediario entre el espíritu y el cuerpo físico: El espíritu no puede actuar directamente sobre la materia, por lo que el periespíritu cumple la función de conectar ambos planos. 

Conservador de la memoria y experiencias: A lo largo de las encarnaciones, el periespíritu guarda los recuerdos y experiencias pasadas del espíritu. Aunque en la vida física no siempre somos conscientes de estas experiencias, el periespíritu las retiene y puede influir en nuestras inclinaciones y tendencias actuales. 

Forma la apariencia del espíritu desencarnado: Cuando el espíritu abandona el cuerpo físico tras la muerte, el periespíritu mantiene una forma que suele ser la misma que la del último cuerpo físico, aunque puede variar según el estado evolutivo del espíritu.

 Instrumento de la mediumnidad: En los fenómenos mediúmnicos, el periespíritu del médium y del espíritu comunicante interactúan, permitiendo la manifestación o la transmisión de mensajes desde el plano espiritual al plano físico. 

El periespíritu está formado por una materia más sutil que la del cuerpo físico, pero aún está ligado a las leyes del mundo material. Por esta razón, puede ser afectado por nuestras emociones, pensamientos y acciones.


 Por AmalIA 


PERIESPÍRITU (périsprit) [del griego peri: alrededor, y del latín spiritus: espíritu].


 Envoltura semimaterial del Espíritu, después de su separación del cuerpo. El Espíritu la extrae del mundo en que se encuentra y la cambia al pasar de un globo al otro; es más o menos sutil o grosera, según la naturaleza de cada mundo. 

El periespíritu puede tomar todas las formas, a voluntad del Espíritu; comúnmente adopta la imagen que tenía en su última existencia corporal. 

Aunque de naturaleza etérea, la sustancia del periespíritu es capaz de recibir ciertas modificaciones que la vuelven perceptible a nuestra vista; es esto lo que sucede en las apariciones. Incluso puede –por su unión con el fluido de ciertas personas– hacerse temporalmente tangible, es decir, ofrecer al tacto la resistencia de un cuerpo sólido, como se observa en las apariciones estereotitas o palpables. (Véase Aparición [Apparition].) 

La naturaleza íntima del periespíritu todavía no es conocida; pero se podría suponer que la materia del cuerpo está compuesta de una parte sólida y grosera y de otra sutil y etérea; que sólo la primera sufre la descomposición producida por la muerte, mientras que la segunda persiste y sigue al Espíritu. De esta manera, el Espíritu tendría doble envoltura; la muerte lo despojaría solamente de la más grosera; la segunda –que es el periespíritu– sería el molde y la forma de la primera, como si fuese una especie de sombra. Pero su naturaleza esencialmente vaporosa permitiría al Espíritu modificar esta forma a voluntad, volviéndola visible o invisible, palpable o impalpable. 

El periespíritu representa para el Espíritu lo que el perispermo representa para el germen del fruto. La almendra, despojada de su envoltura leñosa, contiene el germen bajo la delicada envoltura del perispermo. 


Fuente: «Vocabulario Espírita» de las «Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas», de Allan Kardec, y del «Índice Alfabético», organizado por el Codificador al final de la 1ª edición de El Libro de los Espíritus


( Texto copiado de Zona Espírita )


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      ¿Qué son las “Mancias”, Astrología y demás “Artes Adivinatorias ”?
                                         

De antemano, quiero señalar en primer lugar, que lo que sigue en este artículo, son opiniones mías, que expongo, consciente de que mis conocimientos en este tema son superficiales y por eso no me considero en posesión de ninguna  Verdad absoluta, como creo que no lo está nadie, por eso pido disculpas a quien mis opiniones puedan molestar, puede ser que por mi ignorancia, pero no por mi intención.
El Ser humano necesitó siempre creer en algo maravilloso y mágico, aunque sea en individuos que afirmen “leer el futuro” en las manos, en los posos del café, el humo del tabaco, en la bola de cristal, en las hortalizas o en los astros.
Es evidente que en la actualidad existen  dos tendencias sociales bien definidas y diferenciadas: Una son las de las personas imbuidas en  una especie de corriente de credulidad colectiva en tantas magias, “Mancias”, adivinaciones, fe religiosa, rituales mágicos,  misterios, esoterismos, o  en lo que sea.  La otra es otra corriente  totalmente opuesta  como lo es el  ateísmo, agnosticismo, materialismo puro  e incredulidad en todo lo que no sea materia palpable, tangible y experimentable por la ciencia  empírica;  esta segunda corriente está ocasionada tanto por los absurdos  sostenimientos dogmáticos  de carácter religioso  y muchas veces irracional  que  determinados cultos y personas sostienen, como por la falta de respuestas íntimas  coherentes con la razón y la lógica que presentan estas religiones vacías de contenido y de esencia ,  así como  por tantos desengaños originados por los abundantes casos de mentiras, estafas o fraudes de personas que se dedican profesionalmente a engañar a los demás y a vivir a costa de la buena fe, la credulidad y hasta del fanatismo de otras personas.
Se ha entrado así de lleno en el campo de lo supersticioso, pues todas esas llamadas “Ciencias Ocultas”,  así como el Esoterismo , el Ocultismo, lo “Sobrenatural”, lo “Mágico” y el misterio, tan de moda, promulgan algunas verdades o verdades a medias, que mezclan con afirmaciones sin sentido, aunque bien aliñadas con  el correspondiente tinte de lo misterioso, que tienden a llenar el vacío que han ido dejado las religiones trasnochadas con sus rituales un tanto vacíos y sus  dogmas carentes de sentido, credibilidad  y su falta de sentido; llenas de fantasía, pero a veces lógicas ante tantos interrogantes y planteamientos que inquietan alguna vez a los seres humanos,  dando lugar  también con ello a esa otra corriente de agnosticismo  e incredulidad que han ido forjando con sus  particulares conceptos  de la Verdad  tan desfigurados y a veces tan  absurdos, de modo que en esta época de materialismo, estas cuestiones no contestadas o emborronadas han abonado  la incredulidad y al ateísmo.
Sería injusto  y erróneo no reconocer que, en el extremo opuesto,  también hay personas dotadas de ciertas capacidades psíquicas, capaces de  poder “ver”  o presentir el futuro individual o colectivo a grandes rasgos poco matizados, aunque los realmente dotados de percepción o conocimiento paranormal, hay que reconocer que son los menos, aunque esto no quita ni un ápice de valor a la existencia de los “psíquicos” bien dotados de su facultad. En realidad se trata de médiums pues para serlo no hace falta ser previamente espírita, como igualmente para ser espírita no es necesario ser médium. Estas personas profesionalizadas, reciben dinero por sus previsiones y sus facultades intuitivas, y como tales “psíquicos” o “médiums”, funcionan mediante un estímulo sensorial sobre el que fijan su mente y concentración, dentro de las normas particulares de cada especialidad, tal como por ejemplo, por medio de las cartas (cartomancia), las manos (quiromancia), los astros (astrología), los posos del café, etc. En sus consejos y directrices, cuando son serios y sin afirmaciones disparatadas, suelen emplear  un método psicológico y una lógica general y procuran no arriesgar demasiado en afirmaciones muy concretas e individualizadas, actuando como auténticos  y audaces  psicólogos dentro de una línea de optimismo.
En el caso de la cartomancia, puede haber una parte de inspiración con  apoyo de un método prefijado del simbolismo de los naipes. Cuando el consultante es invitado a sacar una carta, parece ser que su subconsciente participa de ese gesto  que es el que  desencadena este “arte adivinatorio”, que puede ser real o ser una farsa. Las cartas son inmutables y sus imágenes fijadas en la mente de sus practicantes, se transforman en símbolos significativos, hablando una sola lengua para todos. No obstante el operador puede tener sus propios  códigos para interpretarlas. Otras veces las cartas no pasan de ser un simple vehículo condicionante  o acondicionador mental para desencadenar una facultad de precognición.
La quiromancia como ya se ha dicho, es un arte adivinatorio procedente de la India, basado en la lectura de las manos. A veces mediante esta observación de las líneas de la  mano y la inspiración del “vidente”, se dicen cosas verdaderas, pero el sistema en realidad se basa en lo mismo que sucede con la adivinación por los posos del café, o de  las cartas, etc. Y es que muchas veces esas personas están dotadas del sentido de la “doble vista”, con la capacidad psíquica de percibir cosas ausentes o pasadas, o  incluso de penetrar  también, aunque mucho más raramente , en cosas que están por venir en el futuro. Son como verdaderos sonámbulos para los que los objetos no son más que medios o apoyos para  fijar su atención, provocando una especie de éxtasis momentáneo. Por otra parte en el caso de la quiromancia se entra en contacto directo con el consultante, estableciendo una mayor relación magnética entre consultor y consultado, que  se comunican a nivel de periespíritu ( sus mentes intuitivas), y  el sujeto dotado habla así  inspirado a la manera de los sonámbulos, haciendo una lectura  de sus sensaciones psíquicas  más que de las manos propiamente dichas, que al igual que las cartas también tienen atribuido un significado y un simbolismo para cada línea.
 La quiromancia  nada tiene que ver  con el Espiritismo, así como tampoco ninguna de las otras artes adivinatorias. Es de tener en cuenta que a pesar de que cada línea y señal tiene su descripción pormenorizada y su significado, con el paso del tiempo estas líneas se modifican, lo que de ser cierto y comprobado este “arte” esotérico, haría necesaria una lectura nueva cada cierto periodo de tiempo.
Muchos de estos adivinos  en busca de dinero, poder o prestigio entre sus creyentes, con sus actuaciones han  originado la “nigromancia” o “necromancia”, por la que han pretendido  adivinar o conocer el futuro evocando a los muertos para obtener de ellos revelaciones. Por extensión a todas las “artes” de adivinación se les ha llamado “necromantes”, debido a la creencia popular de que en todos los medios de adivinación son las almas de los muertos las que actúan. Así se le ha  relacionado con la “magia negra” y con  el demonio; esto ha dado lugar a que  esta  idea de adivinar el futuro consultando a los muertos, se las  confundiese con  lo que es y para qué es la mediumnidad   y el Espiritismo que nada tiene que ver  en absoluto con todo esto, pues en él se emplea la mediumnidad  solamente como herramienta de investigación , información  y ayuda espiritual mediante el intercambio de comunicación con Seres del más allá, seleccionando  los espíritus que  por este medio se pueden manifestar para enseñar algo positivo y fiable que ayude y oriente  a los seres humanos y a otros Seres espirituales que no pueden aprender directamente de ellos por permanecer en una faja  de existencia vibratoria espiritual diferente, pero que a las reuniones mediúmnicas pueden acudir, aunque no participen directamente en ellas.
 Estas enseñanzas   se obtienen después de analizar la fiabilidad de la calidad ética , la sabiduría y la moral del Ser comunicante o manifestante  siguiendo los criterios señalados  en   la Codificación Espírita que dejó  plasmada en sus  obras Allan Kardec, con  el objetivo definido de un  crecimiento moral y espiritual  que se puede extraer  de los sabios y buenos  consejos y enseñanzas ofrecidos por   estos evolucionados  y elevados   Seres espirituales del “Más Allá”.

Ante el tema de la Astrología, que para mucha gente es casi una religión, he de  afirmar que tampoco  tienen ningún fundamento científico, a pesar de que  como entretenimiento cotidiano los horóscopos proliferan en los periódicos, la televisión, las revistas, etc. Suelen hablar del  futuro o de nuestras características de temperamento, carácter o suerte relacionadas con un determinado signo zodiacal. Según las figuras imaginativas que se forman con líneas imaginarias que unen entre sí a esos astros que se divisan en el cielo por las noches, estos signos se reparten en un número de doce, que se reparten a lo largo de los doce meses del año, influyendo cada uno de ellos sobre os humanos, en especial los que nacieron bajo la presencia de determinado signo. Lo malo está en la gente que lo cree   
y   que  se convence en aspectos negativos, tal como  que su signo no se puede llevar bien con tal otro por ser antagonista, etc. Mucho se podría profundizar en el tema de la Astrología, pero vemos como por ejemplo dos personas gemelas, nacidas a la misma hora en el mismo lugar, pueden ser dos almas totalmente diferentes en gustos y temperamentos. Sabemos cómo en  los pronósticos astrológicos intervienen (o debieran intervenir), la posición del sol y los planetas en cada momento, pero no se tiene en cuenta por ejemplo a los satélites de Júpiter o de Saturno, que son cuerpos mayores que Mercurio o Plutón por lo que en buena lógica su   influencia debiera ser mayor, ni tampoco se tienen en cuenta los agujeros negros, ni los cuasares, etc. Por ejemplo se sabe que Plutón no fue descubierto hasta 1.930, por lo que los horóscopos que se habían hecho hasta entonces debían estar todos equivocados. Incluso en nuestros días aún se descubrió recientemente un nuevo planeta, aunque muy pequeño, dentro del sistema solar, que también estaría aportando sus influencias que no se han tenido en cuenta por ignorar su existencia.  Sobre este tema también se podría considerar que las constelaciones  del zodiaco en realidad no existen, pues como ya afirmé antes, solo son figuras mitológicas construidas  en el cielo de las noches por la fantasía de quienes intuyen  o atribuyen  un poder influyente  de las estrellas y  planetas  sobre los  seres humanos, que llega hasta la Tierra desde más allá de las estrellas. En fín, se podría alegar mucho  más sobre esto, pero la realidad pura y simple  es que los astros si tienen una influencia magnética entre ellos, pero no tienen ninguna influencia de otra clase en nuestras vidas, a excepción de  ciertas  influencias magnéticas  naturales  que afectan a nuestro planeta y a los organismos  humanos que estamos en ella, tal  como las mareas o los vientos que generan la influencia magnética de la luna, el sol y algunos planetas cercanos. 
Resulta de esta creencia que al ser los astros quienes dirigen e influyen en nuestras vidas, destinos, caracteres, etc, si así fuese, pondrían en entredicho nuestra libertad íntima y natural para decidir a cada paso nuestro destino individual, y así el esfuerzo por labrar el propio destino, el de vivir y el convivir con los demás, no tendría sentido, pues todo dependería del signo zodiacal establecido en el momento de nuestro nacimiento,( la llamada “carta astral”), con  su influencia fatal e inevitable,  exonerándonos  así de toda responsabilidad en los defectos de nuestros caracteres y del esfuerzo por corregir esos defectos morales , lo que nos hace  seres realmente libres.
En cualquier caso la Astrología prevé tendencias generales y no acontecimientos concretos, pues el ser humano con su voluntad y libre albedrío puede orientar o cambiar las supuestas influencias de los astros. Si acaso, en su ambigüedad , la Astrología puede servir , según quien interprete los signos, para orientar a las personas en su vida, teniendo en cuenta  los resultados que finalmente determina el libre albedrío humano, pero esta misma función que señalamos para la Astrología, también la realiza  la Psicología y el Psicoanálisis sin recurrir a los astros.
En cuanto a las “videncias” de los echadores de cartas y otras especialidades afines, me atrevo a afirmar que, salvo rarísimas y honrosas excepciones que confirmarían esta regla, la  inmensa mayoría de esos  “videntes” que viven de  sus “especialidades adivinatorias”, me parecen unos grandes embaucadores y vividores que explotan  la credulidad, la buena  fe  y  la ilusión de tantas gentes que confían en ellos.
Si los actos del futuro, no permaneciesen ocultos y conociésemos todos los detalles de nuestro destino individual por venir, descuidaríamos nuestro presente, y condicionaríamos nuestra libertad para actuar en la vida en cada momento, porque el  conocer algo que hubiese de suceder  fatídica e irremediablemente , nos haría descuidar los actos comunes de la vida  cotidiana, o bien  nos obsesionaríamos por evitarlo en unos casos, o por adelantarlo en otros.
Al tener oculto el futuro, aun sin  ser conscientes de ello, con nuestras actuaciones y pensamientos estamos preparando lo que realmente sucederá antes o después en ese futuro, aún en cosas de las que no desearíamos que fuesen así..
Si  nuestros  actos  estuviesen fijados invariablemente por la fuerza del destino o porque “lo dijesen los astros”, no tendríamos responsabilidad en ellos, por carecer de la libertad moral de crear nuestras propias causas y efectos. Como consecuencia  no seríamos capaces de poder evolucionar espiritualmente al despreocuparnos de todo y no esforzarnos por nada, porque lo esperaríamos todo del destino o de los astros, quedando sumidos en una resignada y  lógica indolencia.
Otro tema bien distinto es el de los Profetas que descartando también a muchos falsos y fraudulentos, los que de verdad lo son,  es gracias a una facultad extrasensorial de clarividencia o precognición más o menos desarrollada, y generalmente suelen ser personas con un elevado nivel moral, que ejercitan su capacidad sin interés económico alguno. Estos raros casos, en efecto, a veces  pueden  percibir a grandes rasgos  algunos  sucesos  generales previstos para el futuro, pero que siempre pueden ser modificados desde el presente.

 - José Luis Martín-

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                OLVIDO DEL PASADO

Hay quienes, en su orgullo y vanidad, se resisten a admitir que puedan haber pasado por formas inferiores de vida. Y para refutar la verdad de la reencarnación o pluralidad de existencias, sostienen que tendrían que conservar la memoria de su vida anterior. Aun cuando éste es un juicio simplista, pero que puede surgir también en personas bien intencionadas, deseosas de conocer la Verdad de la Vida, necesario es aclarar este punto. 
A éstos, les diremos: si una simple conmoción cerebral es lo bastante para que olvidemos los hechos de nuestra vida presente, ¿cómo ha de ser posible conservar recuerdo alguno de los hechos en nuestras existencias pasadas, no estando grabadas en el cerebro de la nueva personalidad? Si bien la Mente espiritual (o mente subconsciente de la psicología) conserva la esencia de las experiencias y aprendizajes de su vida anterior y anteriores, carece de las imágenes necesarias en el nuevo cerebro físico de la nueva encarnación. 
Conservamos, sí, las ideas generales y experiencias que hayan quedado grabadas en la Mente espiritual o subconsciente. Nuestra actual personalidad, lo que consideramos nuestro carácter, todo ese conjunto de gustos y tendencias, capacidad intelectual, dinamismo., etc., son el resultado de experiencias adquiridas, de gustos y disgustos, de las vicisitudes pasadas en anteriores existencias. 
Además, no recordarnos nuestras vidas pasadas, sencillamente porque no están grabadas en la memoria de nuestra actual personalidad. La memoria nos refleja tan sólo aquello que, a través de los sentidos, haya sido grabado en las células del cerebro físico, ya que éste es el instrumento de manifestación de que se sirve la mente. Si bien en los individuos ya muy evolucionados, la Mente espiritual que radica en el Espíritu, se manifiesta con más intensidad, por lo que pueden recordar algunos pasajes de su vida anterior y hasta dos o tres vidas atrás. Aquellos que han alcanzado esta condición, pueden también vislumbrar, con mayor o menor intensidad, la vida y actuación en el plano o planos etéreos del espacio, de su vida espiritual antes de encarnar; por lo que, algunos de éstos en sus meditaciones, llegan a esos estados de desdoblamiento conocidos con la denominación de éxtasis. Pero en cambio, esta visión anterior al renacimiento por aquellos que hayan pasado por las zonas inferiores tenebrosas del astral, sería causa de grandísimos sufrimientos y otros males. 
Las leyes de la Vida, emanadas de la Máxima Sabiduría Cósmica, son perfectas. Y si algo nos parece imperfecto, se debe a nuestro desconocimiento de esas leyes. 
Hagamos algunas consideraciones acerca de las ventajas que significa el olvido del pasado. Analicemos con detenimiento. 
¿No sería un martirio para nosotros, recordar nuestros actos delictuosos, nuestras víctimas, nuestros victimarios y aun nuestras vergüenzas de vidas recientes? 
El conocimiento de un pasado lleno de errores, embrutecido, como el de la mayoría de nuestra humanidad actual, sería una carga tan pesada, que sólo los seres muy fuertes podrían, quizá, soportar. Pero, sería motivo de crueles inquietudes para los seres más débiles en lucha con su destino. 
Aquellas personas que en su última vida pasada hayan tenido una existencia fácil, de riquezas, lujos y derroches, y la vida actual de pobreza y dificultades sin cuento (compensación por la Ley de Consecuencias), ¿podría soportarla? 
Si una persona que haya sido ultrajada, o le hubiesen ultrajado una hija, esposa o esposo en una vida anterior, y se encontrase con el ultrajador (identificándole) en el círculo de sus relaciones sociales, ¿qué acontecería? 
Supongamos que una persona conservara la memoria del pasado y por ello identificara entre sus amistades a otra persona que, en alguna de sus vidas pasadas le hubiese acusado de un crimen no cometido y por el cual hubiese pasado varios años en una cárcel, en alguno de aquellos calabozos antiguos, o perseguido por el fanatismo religioso hubiese ido a parar a las mazmorras de la Inquisición... ¿que acontecería? 
Y por último, ¿podría un niño soportar el recuerdo de las escenas de actos malvados ejecutados en vidas anteriores o persecuciones en el pasado? Sin duda, enfermaría en la mayoría de los casos, y hasta enloquecería con la repetición en formas de alucinaciones. 
Saliendo recién nuestra humanidad de la bestialidad feroz, ¿qué ventajas podría darnos el recuerdo de un pasado de odios e injusticias, de vergüenzas y lágrimas que hemos hecho derramar, de dolor y sangre vertida por culpa nuestra?. 
¿Qué puede ser el pasado de cada uno de nosotros? Bestialidad, resentimientos, odios, venganzas, injusticias y toda una larga lista de errores que perturbarían nuestro equilibrio psíquico, convirtiendo la vida en un tormento. El Espíritu, débil aún, no podría resistir. 
No obstante, mediante el olvido de todo ese pasado, renaciendo a una vida nueva, en un ambiente generalmente distinto, con una nueva educación, la perspectiva cambia completamente. 
Siendo cada vida una nueva oportunidad de progreso, este recuerdo sería un gran impedimento para cumplir el destino de cada cual. ¡Bendigamos el olvido temporario, que el Eterno Amor nos concede a través de Sus leyes! 
El conocimiento integral de nuestras vidas pasadas, nos presentaría inconvenientes temibles, horrorosos, no tan solo desde el punto de vista individual, sino también colectivo; puesto que introduciría en la vida social elementos de discordia, fermentos de odio que agravarían e impedirían todo progreso moral-espiritual. Los criminales de la historia reencarnados para expiar, verían de nuevo las vergüenzas las iniquidades de todos los siglos, expuestas ante sus ojos. El pasado acusador, sería la causa de múltiples sufrimientos. 
Dios, en su infinita sabiduría y amor, nos evita todas estas torturas y otras más, mediante este fenómeno psíquico (dentro de la Ley de Vibración), cual es la privación del recuerdo y conocimiento de nuestro pasado, una vez entrado en el cuerpo carnal. 

Sebastián de Arauco


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