miércoles, 4 de octubre de 2023

La muerte no existe

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Lo que realmente somos

2.- Exorcismo

3.- Reflexiones sobre el cuerpo y la muerte

4.- La muerte no existe



                                                                    

                                                                       


           LO QUE REALMENTE SOMOS....

Nuestras acciones y reacciones definen lo que realmente está dentro de cada uno de nosotros.
Todos queremos que otros se sientan atraídos por nosotros debido a nuestra personalidad agradable y comprensiva. Pero... ¿Somos realmente agradables y comprensivos? ¿Qué sentimos dentro de nosotros mismos cuando un amigo nos habla de sus problemas?
¿Sentimos empatía, guía y apoyo hacia nuestro amigo? ¿Realmente damos nuestra ayuda desde el corazón?
No solo nos hagamos esas preguntas, sino que lo más importante es que nos respondamos con honestidad.
Al mismo tiempo tenemos que tener muy presente en nuestras mentes que nunca podremos recibir lo que no damos y que no podemos dar lo que no tenemos dentro de nosotros.
Por eso es importante que prestemos atención a nuestras reacciones ante las acciones de otras personas, porque en esas reacciones encontramos lo que realmente existe dentro de nosotros. La única manera de mejorarnos es enfrentándonos cara a cara con lo que realmente somos...
Misericordia

- Mercy Ingaro-

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                             EXORCISMO

El casi total desconocimiento de la vida espiritual o la ignorancia al respecto, son responsables de las extrañas prácticas de exorcismo desde épocas... remotas. La presunción y falso conocimiento de las personas que se creen capacitadas para imponer su falsa autoridad sobre otro, hacen que transfieran el mismo sentimiento a los espíritus sufrientes o perversos que embisten contra aquellos a quienes afligen con insistente crueldad. 
La obsesión es el resultado del intercambio psíquico, emocional o físico, entre dos seres que se aman o se detestan. La raíz del fenómeno se encuentra, en la identificación vibratoria que facilita el proceso perturbador. Aquel que se sintió engañado o traicionado por su opositor, busca retribuir el mal que sufrió, imponiéndole la crueldad de la persecución sin cuartel, desde el mundo espiritual donde hoy se encuentra. 

Disponiendo de mayor campo de comprensión mental y de técnicas sofisticadas para imponer su voluntad, sobre aquel a quien detesta y desea martirizar, establece el intercambio nefasto, que culmina con la instalación de disturbios, que se convierten en sufrimiento de corto o largo curso, siempre dolorosos. Otras veces, son vinculaciones amorosas de calidad inferior, en las cuales ambos intercambian sentimientos vulgares, que los llevan a una convivencia mental de torpes satisfacciones o de deseos inconfesables, que la muerte de uno de ellos no permite realizar más.

La obsesión solamente se instala, porque  la receptividad del paciente, lo envuelve en  mallas constrictoras. Cualquier tentativa de tratamiento, deberá iniciarse con el conocimiento de las razones que desencadenaron el acontecimiento infeliz. No hay razón para que alguien imponga su voluntad sobre la de otra, y especialmente en lo que respecta a las ingratas obsesiones, así como tampoco a nadie se le ha dado el derecho de afligir a su prójimo sin incurrir en la auto punición, de cara a las soberanas leyes que se establecen en la vida de todos.

La imprudencia y las pasiones que predominan en la naturaleza humana, lo llevan a desviarse en el cumplimiento de sus deberes, transformándose en insensato enemigo de su compañero de jornada, quien entonces, sufre la crueldad o persecución sistemática, afligiéndolo, y generándole situaciones embarazosas mediante las cuales se siente feliz…

Esa conducta nefasta, que muchas veces pasa inadvertida para la víctima, luego de su desencarnación pasa a entender lo que le ocurrió, y mediante procesos de sintonía y afinidad, se vincula a su verdugo, y al no poseer valores ético-morales para comprender el perdón, toma la maza de la justicia en sus manos y se cree con el derecho de desquitarse de aquel que tanto daño le hizo. Si tuviese otro conocimiento de la vida, de sus leyes y de la Justicia Divina, que jamás engaña o desvía, y se apoyara en el olvido del mal para tornarse feliz, se liberaría mentalmente de quien lo ha atormentado y ha sido responsable por su desdicha.
Sin embargo, la inferioridad moral de la víctima, cualidad peculiar en la mayoría de los temperamentos humanos, impone la venganza como el mejor mecanismo para cobrar el mal que padeció, tornándose, a su vez, en perseguidor, cuando podría continuar siendo creadora del respeto, en su condición de acreedor compasivo. Siendo así, la práctica del exorcismo resulta inútil, particularmente en lo atinente a los llamados gestos sacramentales y las palabras cabalísticas, que producen risa en los Espíritus perseguidores, más aún cuando los Espíritus burlones, se complacen acompañando al ridículo de aquellos que pretenden expulsarlos con comportamientos extraños, sin ningún requisito moral que los acredite en la terapéutica curativa.

Cuando ocurren resultados positivos en el tratamiento de la obsesión por medio de ese recurso, se debe a las cualidades espirituales del terapeuta y no a los rituales extraños que realiza, por cuanto, solamente las energías elevadas, que devienen de una conducta moral y mental, pueden apartar a los Espíritus infelices de aquellos que padecen la imposición penosa. A pesar de eso, para que el proceso curativo se de correctamente, son indispensables la transformación ética del paciente, en sus actividades de beneficencia y de fraternidad y en el compromiso con el amor y la oración, a fin de revestirse de valores elevados que le permitan la sintonía con otras fajas vibratorias, evitando la influencia de nuevas perturbaciones.

Es por eso que, en el tratamiento de las obsesiones, el diálogo con el enfermo espiritual se torna esencial, a fin de esclarecerlo en cuanto al mal que ejecuta, cuando podría ser feliz liberando a su opositor y entregarlo a su propia conciencia y a la Conciencia Divina. Prosiguiendo en la obstinación de hacer el mal a quien lo perjudicó, permanece sufriendo, afligiéndose sin cesar, cuando tiene el derecho de disfrutar de paz y renovación, ya que todos nos dirigimos hacia la felicidad a la que estamos destinados.

El proceso de iluminación interior es la meta fundamental de todas las experiencias espirituales, por proporcionar direccionamiento saludable y equilibrado a quien experimenta el infortunio, resbalando por las rampas del odio y de las pasiones más primitivas.

Cuando Jesús, exhortaba a los Espíritus inmundos y a la Legión a que abandonasen a aquellos a quienes atormentaban, había en el Maestro la energía liberadora que interrumpía el flujo de la obsesión. Además, el Señor sabia cuando terminaba la deuda del antiguo verdugo, liberándolo del dolor. A su vez, las Entidades infelices lo veían aureolado de luz y se conmovían ante su irradiación, alterando su conducta y descubriendo la necesidad de cambio en su comportamiento.
A través de los tiempos, algunos seguidores de la doctrina cristiana, enfrentando a los Espíritus enfermos y vengativos, intentaron repetir las hazañas del Nazareno, muy distantes sin embargo, de las cualidades vibratorias indispensables para el acometimiento superior, fracasando de inmediato en sus objetivos. Y cuando eso acontecía sin poseer resistencias psíquicas propias, se irritaban, pasando a exigencias descabelladas, cuando no se entregaban a griterías y pugnas verbales injustificables con los obsesores, que se fortalecían en dichos combates.

Con el conocimiento del Espiritismo, gracias a las seguras informaciones ofrecidas por los mismos desencarnados, se pueden descubrir las saludables terapias para atender las obsesiones y sus víctimas, atendiendo no sólo al encarnado, sino también al hermano que sufre más allá de la cortina carnal, quien sufre la influencia perversa y continua, experimentando sinsabores y amarguras.

La criatura humana, sedienta siempre de novedades, y sufriendo las consecuencias de su conducta arbitraria, resbala en los profundos fosos de las obsesiones, pero deseando recibir ayuda sin el mayor esfuerzo, se adhiere a los procesos de exorcismo, en escenas grotescas de debates entre los presuntuosos terapeutas y los Espíritus, provocando admiración y creciente fascinación. Sucede que, en muchos casos, aquellos que aturden a los negligentes, a fin de volver a la carga posteriormente, fingen estar arrepentidos del mal que están practicando, y abandonan a su compañero espiritual, sólo por algún tiempo, volviendo después con mayor carga de aflicción y rebeldía.

En cualquier situación de enfermedad espiritual, las conductas terapéuticas a adoptar son la compasión y la caridad, el amor y el perdón en relación a la víctima, así como a su perseguidor, ambos incursos en los soberanos códigos de la Vida de los cuales ninguno consigue huir.

Espíritu: Manoel Philomeno de Miranda
Médium: Divado Franco

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REFLEXIONES SOBRE  EL CUERPO Y LA MUERTE

    Hoy he  meditado sobre  lo que es  la materia humana; la misma que forma nuestros cuerpos tal y como son por dentro: grasa, intestinos, sangre, carne y huesos. Exactamente igual que la que se puede observar de cualquier animal de los que a diario se sacrifican para nuestra alimentación.

   No se llega comúnmente a comprender, que ese bulto de materia carnal que es un cadáver humano, no constituye ningún ser individual, ninguna persona. Habitamos en la materia carnal  y vivimos íntimamente ligados a ella, pero cuando la abandonamos, solo queda ante los ojos de los demás, aquello que confundimos con nosotros mismos, pero que a veces, se puede sentir  que esto es   solamente lo que es: Despojos  carnales, órganos y tejidos,  tan semejantes a los de cualquier  animal que se podrían confundir unos y otros. Pero esto no significa ni que el animal sea humano, ni que el humano sea animal, aunque por su cuerpo sí lo es. Lo que  en verdad hace la diferencia entre el  hombre y los animales, no es la materia de sus cuerpos, sino el Espíritu divino que anima al Ser humano, y el alma animal, aunque diferente,  pero  también implicada en un proceso evolutivo constante, cuya meta final es llegar a alcanzar algún día la etapa hominal transformada en  Espíritu humano. Ambas clases de espíritus o almas, las de los  humanos y las de los animales, son diferentes, aunque relacionados por la Ley de Evolución; ambos se encuentran  en pleno proceso evolutivo, pero en dos escalas evolutivas  paralelas y diferentes. Así, como ya hemos señalado, el alma animal tiene como meta tras su periplo evolutivo por diversas especies animales, tras muchos millones de años,  llegar finalmente a alcanzar la etapa humana, en la que comienza su andadura evolutiva como Espíritu humano, sencillo e ignorante, pero perfectible para llegar finalmente a alcanzar tras un periplo indeterminado de vidas humanas, una categoría espiritual más perfecta, más sutil y más feliz.

   La mayoría de las veces esta materia humana recién abandonada  tras la muerte en cualquier cementerio,  no se nos muestra en su imagen  con un  aspecto repulsivo  sino como una figura humana en estado de sueño tranquilo o de reposo,  lo  cual ha creado la falsa idea del “descanso eterno”, pero  sin embargo causa la impresión  de  que a esa figura inerte  le falta algo para ser de verdad un ser humano completo, como cuando ese cuerpo tenía vida: el alma. Y esto se nota porque la sensación que nos produce es como si estuviésemos  ante  un cascarón de un huevo vacío que conserva la figura del huevo, pero sin su contenido, sin vida, al no tener dentro su embrión en desarrollo lleno de vitalidad, o bien la sensación de que el cadáver solo es una figura  material, que más bien  parece un muñeco inerte de cera, sin el hálito de la vida; cualquier cosa  menos una persona; un ser  que sentimos que ya no está en el cadáver: en este  si acaso queda solo su apariencia física que al paso del tiempo o tras su cremación, queda disgregado, hecho cenizas,  para devolver finalmente a la tierra sus componentes minerales.

    No debemos mirar a la muerte con horror, pues simplemente supone  una separación definitiva  del Ser con su materia humana, o  también como una separación temporal  entre el Ser que pasa a otra dimensión de la vida, y los seres  que   se quedan aún en la Tierra. Para los Seres  que habitan el plano espiritual   posiblemente sea mucho más horroroso el tener que afrontar una nueva reencarnación, por tener que someterse y ligarse a una materia carnal, tantas veces achacosa o enferma, pero que se comprende y  admite como una experiencia necesaria para la vida y su desarrollo, aunque  con la aprensión y el  temor por  las experiencias que le aguardan, al ignorar lo que  la vida material  pueda  depararle ; en definitiva, el temor al fracaso ante las pruebas de la vida .

   ¡ Qué ilusión es la del Ser espiritual  que se oculta bajo las formas  materiales!.   Cuando se ha visto y comprendido la vida y la muerte, tal y como son, ¿ qué importancia tienen entonces  las cosas que nos atan a esta vida material, como la  concupiscencia y el deseo carnal,  el  coqueteo , la presunción o la avaricia? ; ¿ donde quedan  las falsas apariencias con las que tratamos a veces de distorsionar nuestra realidad ante los demás?; ¿ acaso nos vamos a llevar algo de todo eso “al otro lado de esta existencia”?, o ¿todo eso será  solamente un recuerdo  de  la materia que se pudre en la tumba? .

    Todos los seres humanos somos espíritus inmortales que tenemos transitoriamente una materia. En  esencia  somos  energía  como la que existe en todo el Universo, pero  una Energía que configura un Ser que una vez creada o individualizada de la Fuente de Origen   ( Dios),  es capaz de pensar,  sentir,  crear, ¡ vivir ¡, y esta energía viviente, pensante, sintiente, creativa  y con una voluntad propia,  continua existiendo en un Plano espiritual, o permaneciendo  transitoriamente  ligada a una materia carnal a la que  transfiere  la vida y  el  movimiento, expresándose y manifestándose  a través de dicha materia, pero sin embargo  no dependemos de la materia  para seguir existiendo, porque  nuestra Esencia no ha sido originada por dicha materia. Ya  existíamos  antes  de tenerla, y vamos a seguir  existiendo  después de abandonarla. Prueba de esto, es que la materia animal,  es semejante a la nuestra, pero  el espíritu  humano  se manifiesta solamente a través de un cuerpo  humano, y  no  en  los  cuerpos de los animales, que ya tienen su propia alma. La materia no ha creado nuestros espíritus, pero estos sostienen sin embargo la vida de la  materia carnal mientras permanecen  ligados a ella.

    Cuando el pensamiento y el sentimiento humanos son muy profundos, llegan a ser abstractos, existiendo como idea  anónima, increada, sin palabras que le den forma. Ese es el grado de asimilación que nuestros conceptos espíritas han de comprender  en lo más íntimo del alma, y así  los podremos compartir  con seguridad, ayudando a evolucionar con ellos a tantos hermanos que se estancan en las ilusiones de la materia.

- José Luis Martín-

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               La muerte no existe


 Si tú perdiste un ser querido, no desesperes; 
Ten la certeza de que él no murió. 

Sólo cambió de estado, y tarde o temprano lo encontrarás nuevamente. 
No lo decepciones, pues, huyendo de la lucha. 
Acepta lo que Dios determinó en su Sabiduría, y serás inmensamente feliz.

( aportado por Ángeles Calatayud )

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