miércoles, 2 de septiembre de 2015

La ciencia del hombre y del bruto


                        
MEDIUMNIDAD 

 DINÁMICA


La mediúmnidad dinámica no permanece en éxtasis en el organismo del médium. No actúa de manera discreta y sutil, como la mediúmnidad estática. Por el contrario, se desborda agitada en fenómenos de captación y proyección, y no es raro que explote en procesos obsesivos. Es la llamada mediúmnidad de servicio, destinada a la ayuda y al socorro del prójimo. Deviene de los compromisos asumidos en el plano espiritual, ya sea para auxiliar sin discriminación a los que necesitan de ayuda y orientación, o para el rescate de deudas morales del pasado con entidades necesitadas, cuyo estado inferior se debe, en parte o totalmente, a las acciones del médium en vidas anteriores. El médium no disfruta sólo las ventajas de la mediúmnidad generalizada, pues se ve investido de una misión mediúmnica a que los Espíritus dieron el nombre de mediúmnato. La situación del médium es bien diferente de la común. Él es continuamente solicitado para atender a las entidades desencarnadas carentes de ayuda y elucidación. Si rechaza su compromiso o intenta posponerlo queda sujeto a perturbaciones y finalmente a la obsesión. El mediunato le fue concedido para reparar los errores del pasado y recuperar a los espíritus que llevó a la perdición, a la incredulidad e incluso a la rebeldía en vidas pasadas. No obstante el determinismo implícito en el mediunato, su libre arbitrio continúa intacto. Así como escogió y pidió esa situación al volver a la encarnación, por su libre voluntad, así también podrá ahora optar por el cumplimiento de la misión o por su rechazo, luchando naturalmente con las consecuencias de la fuga del deber.

El mediunato es también concedido en casos de pura asistencia al prójimo y ayuda a la Humanidad, como nos muestra el ejemplo histórico de las niñas Boudin, Julia y Carolina, en París, cuya mediúmnidad admirable garantizó el éxito de la misión de Kardec. Pero el mismo Kardec no era médium, porque su misión era científica y no mediúmnica. Le competía estudiar e investigar la mediúmnidad para desarrollar la incipiente cultura terrena, revelando a los científicos la faz oculta de la Naturaleza, la realidad desconocida del otro mundo que ellos no percibían y cuando la percibían no la aceptaban. Las niñas Boudin, que contaban con sólo 14 y 16 años, fueron los instrumentos mediúmnicos de que él se sirvió para la elaboración de la Doctrina. Interrogaba a los espíritus a través de ellas, aceptaba o rechazaba lo que decían, discutía libremente con ellos y observaba otros médiums, como la Srta. Jafet, Didier hijo, Camille Flammarion, Victorien Sardou y muchos otros. No era un profeta, ni un vidente o un Mesías: era un investigador incansable y exigente. La voluminosa, minuciosa e inabalable obra que dejó, formaba un bloque compacto de más de veinte volúmenes de cuatrocientas páginas y media, nos muestra porque él no podía disponer de un mediunato. Tenía que dedicarse enteramente, como se dedicó hasta el agotamiento, al trabajo intelectual. Es grandiosa la epopeya humilde de ese hombre, investigador solitario de una ciencia que todos combatían y ridiculizaban. Si no estaba investido de mediunato, disponía de la intuición en alto grado, de un buen sentido que le permitió solidificar y estructurar la doctrina en bases seguras y vencer fácilmente las más sofisticadas embestidas de los intelectuales, de los sabios, de los ateos y materialistas, de las academias e instituciones culturales, de las iglesias y de los teólogos, mostrándoles con serenidad y claridad meridiana los errores temerarios en que incidían. La mediúmnidad estática le permitía, en los últimos años de trabajo, ser advertido directamente por los espíritus de lapsos ocurridos en sus escritos, como se puede ver en sus anotaciones publicadas en Obras Póstumas. Si los hombres no fuesen tan estúpidos como demostró Richet en L´Homme Stupide, le habrían ahorrado a Kardec muchos sin sabores y muchas luchas que tuvo que sostener. Para comprenderse mejor la razón por la cual Kardec no tuvo un mediunato, basta recordar el caso de Swedenborg en Suecia y de Andrew Jakson Davis en los Estados. El primero era uno de los mayores sabios del siglo XVIII, amigo de Kant y fue un precursor del Espiritismo. Pero, dotado de extraordinaria videncia, se perdió en sus propias visiones, fascinado por la realidad invisible, y acabó creando una secta llena de absurdos. El segundo era también vidente y lanzó una serie de libros en que lo fantástico supera las posibilidades de la realidad. Kardec pudo realizar su trabajo con firmeza porque no quiso ser más que el hombre, como decía Descartes, permaneciendo con los pies en el suelo y examinando todas las manifestaciones espirituales con el más riguroso criterio científico. Los fenómenos mediúmnicos son los más difíciles de examinarse con frialdad. El médium no escapa a los impactos emocionales de esas manifestaciones, como Kardec vio en el ejemplo de Flammarion. Por otro lado, la condición de médium lo haría sospechoso a los ojos desconfiados de los hombres de ciencia. Su posición firme en el campo cultural y en las áreas de investigación, que le valieron la alabanza de Richet y el respeto de Crookes, Zöllner y otros científicos concienzudos, y principalmente su lógica poderosa lo libraron de los peligros que él mismo señalaba en lo referente a la compleja y fascinante problemática del Espiritismo. Tenía que hablar a los hombres como hombre, y así lo hizo, con el lenguaje humano de los que buscan la verdad.

Aún en el medio espírita el criterio de Kardec no fue suficientemente comprendido. Muchos censuraban su mesura en tratar los asuntos difíciles de la época. No entienden el valor del Libro de los Médiums y viven buscando novedades presentadas en obras mediúmnicas sospechosas. No perciben que el problema mediúmnico sólo ahora puede ser tratado científicamente con más desinhibición, gracias al avance de las ciencias en los últimos años. Pocos entienden el criterio ejemplar de una obra difícil como La Génesis y de un libro como El Evangelio Según el Espiritismo, en que las cuestiones explosivas de la fe irracional y mitológica tendrían que ser esquivadas. En las manos de un vidente esos libros no podrían ser escritos con la claridad racional en que lo fueron, porque las visiones místicas influirían en su elaboración. La videncia, como todas las formas de mediúmnidad, puede ocurrir ocasionalmente a cualquier persona, pero su acción permanente, en los casos de mediunato, puede bloquear la razón y excitar el misticismo. En esos casos el místico está sujeto a engaños fatales. El espíritu encarnado está condicionado a la vida del plano material, no disponiendo de seguridad para lidiar con los problemas del plano espiritual. Pero la vanidad humana lleva a los videntes a confiar en sus percepciones, pues eso los coloca por encima de los otros. En el desdoblamiento, con fines de investigación en el otro plano, ese problema se agrava, pues el desplazamiento del espíritu para un campo de acción que no es el suyo, durante la encarnación, lo coloca en el plano espiritual como un extranjero que necesitaría de tiempo para ajustarse a él. Por eso Kardec prefirió el estudio y la investigación a través de las manifestaciones mediúmnicas, donde es posible controlarse la legitimidad de las informaciones dadas por los mismos habitantes del plano espiritual.

Richet levantó el problema del condicionamiento de la videncia a la creencia del vidente. Frederic Myers demostró que nuestra mente está condicionada para la interpretación de las percepciones sensoriales. La conciencia supraliminal, donde funciona nuestra mente de relación, está vuelta hacia las condiciones del mundo en que vivimos. La conciencia subliminal, que equivale al inconsciente, se destina a funcionar normalmente en la vida futura, o sea, en el plan espiritual. Kardec observó todo eso con rigor, a través de investigaciones incesantes, en las comunicaciones mediúmnicas de espíritus encarnados, como se puede ver en los relatos de sus investigaciones publicados en la Revista Espírita. Los mismos espíritus recién-desencarnados se refieren siempre a la dificultades que enfrentan para adaptarse a la condiciones del mundo espiritual. Es pues, una temeridad confiarse en la videncia para establecer nuevos principios o sistemas de la práctica espírita. La videncia ayuda en las investigaciones, pero no puede ser su único instrumento. Los videntes que se colocan en la posición de conocedores absolutos del otro mundo, olvidándose de que su equipamiento sensorial y mental pertenece a este mundo, y se presentan en la condición de maestros y reformadores de la doctrina engañándose a sí mismos y engañando a los demás.

Se puede alegar la existencia del mediunato de la videncia. Pero ese mediunato jamás es concedido para las aventuras de espíritus de vivos en el plano espiritual, porque eso sería condenar el médium a una situación de dualidad peligrosa en la vida terrena. El mediunato de la videncia existe, pero con el fin de ayudar a las investigaciones o para demostraciones de la verdad espírita, pero nunca para la creación de condiciones anómalas en el campo mediúmnico. Las propias obras mediúmnicas, psicografiadas, que describen con exceso de minucias la vida en el plano espiritual deben ser encaradas con reserva por los espíritas estudiosos. Emmanuel explica, prefaciando un libro de André Luiz, que el autor espiritual se sirve de figuras analógicas para explicar hechos y cosas que no podrían ser explicados de manera fidedigna en nuestro lenguaje humano. Son peligrosas las dos posiciones extremas: la de los que no aceptan esas obras como válidas y la de los que pretenden sustituir por ellas las obras de Kardec. Los principios de la Codificación no pueden ser alterados por la obra de un espíritu aislado. La Codificación no es obra de la videncia, sino de una investigación científica realizada por Kardec bajo orientación y vigilancia de los Espíritus Superiores.

Estamos en una fase de rápidas transformaciones de conceptos y valores, pero no debemos olvidar que los conceptos y los valores del Espiritismo no se restringen al momento actual. Son conceptos y valores destinados a nuestra preparación para el futuro, de modo que no están prescritos.

De todo eso resulta un aumento de la responsabilidad espírita para todos los que se dejan llevar por la fascinación de las novedades. El Espiritismo es un campo de estudios difícil y delicado, y que no podemos descuidar un sólo instante la brújula de la razón. Al tratar de asuntos espíritas estamos actuando en un campo magnético en el que combaten las fuerzas del bien y del mal. No siempre las sabemos distinguir con seguridad y podemos dejarnos llevar por corrientes de pensamientos desorientadores. La vanidad, la pretensión y el orgullo humano siempre vacío y fácil de ser llevado por los vientos de la mistificación, el deseo liviano de diferenciarnos de la mayoría y la ambición enferma y presuntuosa de fantasear como maestros pueden llevarnos a traicionar la verdad. La obra de Kardec es la brújula en que podemos confiar. Ella es la piedra de toque que podemos usar para comparar la legitimidad o no de las piedras aparentemente preciosas que los explotadores de novedades nos quieren vender. Esa obra reposa en la experiencia de Kardec y en la sabiduría del Espíritu de la Verdad. Si no confiamos en ella es mejor que abandonemos el Espiritismo. No hay maestros espirituales en la Tierra en esta hora de pruebas, que es semejante a la hora de exámenes en una escuela del mundo. Jesús podría respondernos, delante de nuestra búsqueda comodista de nuevos maestros, como Abraham respondió al rico de la parábola: “¿Porque yo debería mandaros nuevos maestros, si tenéis con vosotros la Codificación y los Evangelios?”.

La mediúmnidad dinámica del mediunato exige nuestro esfuerzo continuo en la lucha hacia la sustentación de la verdad espírita en el mundo. Pero nadie se esquiva sin graves consecuencias al deber de la vigilancia. Los espíritus mistificadores cuentan sólo con dos puntos de apoyo para envolvernos: la vanidad y la invigilancia. Es más fácil para ellos aproximarse a nosotros y conquistar nuestra atención, que los espíritus esclarecidos nos socorran con sus intuiciones ponderadas. Estamos en un mundo de pruebas y de expiaciones, somos espíritus en evolución, y la mayoría reincidentes de encarnaciones fracasadas. Nuestro libre albedrío no puede ser violado, pero cuando aceptamos las mistificaciones de pretendidos reformadores usamos el libre arbitrio en la elección infeliz que hacemos. Este es un punto importante de la doctrina en que debemos pensar incesantemente. Nuestra responsabilidad en lo tocante al mediunato no nos permite liviandad alguna que no tenga un precio a pagar en el presente o en el futuro. En un ambiente mediúmnico dominado por el deseo de novedades y por la expectativa de lo maravilloso, estamos sujetos siempre a embriagarnos con el vino de las ilusiones. El principal deber de los médiums se resume en dos palabras: fidelidad y vigilancia. Si no fuéramos fieles a la doctrina y no estamos siempre vigilantes a las celadas de las tinieblas, estaremos sujetos a continuar el camino de los falsos profetas de la Tierra y de la erraticidad, que el ciego de la parábola llevará al barranco para caer con él.

- Herculano Pires -
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Hacer lo que te gusta es libertad. Gustarte lo que haces es felicidad.
  Frank Tyger 
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¿ Acaso el ser bueno, supone ser tonto 

o retrasado ?

Es muy frecuente que el malvado, ante quien no lo es o ante el que no reacciona negativamente tal como lo haría él, no comprenda la actitud de la persona buena porque reacciona diferente a como lo haría él y entonces puede creer que se encuentra ante un tonto del que puede abusar sin consecuencias.
Las pruebas de la vida a veces nos ponen delante a Seres malvados, egoístas o ignorantes que tratan de aprovecharse de los demás mediante el engaño, por el solo motivo de encontrar en los demás una postura positiva que estos Seres no comprenden , y así se equivocan al confundir al bueno con el tonto.
Es cierto que también hay buenos que además son de mente poco lúcida, del mismo modo que también hay tontos que además son malvados, pero no se deben confundir ni mezclar ambos términos.
Ser caritativo, bueno y generoso no debe suponer en absoluto ser también tonto, aunque haya quien equivocadamente así lo crea, por eso, debemos con nuestro ejemplo ayudar a los demás y ser caritativos y generosos hasta donde podamos serlo, pero estando a su vez atentos a cualquier intento de abuso por parte de quien se esté confundiendo con nuestra actitud que aun no comprenden..
Si alguien confunde nuestra bondad , generosidad y nobleza con majadería y simpleza, siendo conscientes de ello, debemos ser caritativos para no herirle innecesariamente, pero al mismo tiempo se debe ser sincero y firme para impedir el pretendido abuso y hacerles comprender su actitud errónea, pero siempre procurando no manifestar ninguna clase de agresividad o ,simplemente, aspereza y manteniendo una postura noble que seguramente no comprenden y ante la que se suelen ver sorprendidos, o desconcertados. Cuando se adopta esta actitud como respuesta a sus mezquindades, muchas veces sirve para hacerles reflexionar o sentir vergüenza de sí mismos al sentir que esas personas les ven “desnudos por dentro”, tal como por un instante se sienten ellos, y esto puede ser una lección muy provechosa en sus vidas. Los que a cambio de su maldad, egoísmo, mala intención o de ambición, se ven tratados a pesar de todo con un respeto y Amor que no merecen, comienzan a sentir lo vergonzoso e indigno de su conducta, comenzando así a experimentar en ellos mismos el arrepentimiento y otro aspecto del Amor, cual es la gratitud y la generosidad que en el fondo intenta paliar su falta.
Nada ni nadie puede hacer daño psíquico o moral a la persona recta y bondadosa que está centrada en vivir dentro de una recta conducta, con un recto pensar y un recto sentir. Solo nos pueden hacer daño los propios pensamientos y sentimientos irreflexivos, cuando no se está alerta para frenar los propios impulsos.

- Jose Luis Martín -

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Dar no es perder, es crecer; perdonar no es humillarse, es enaltecerse”
- Iris Quintans -

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LA CIENCIA DEL HOMBRE Y DEL BRUTO

Tiempo es ya de que los sacerdotes, dejen sus antiguos breviarios por los nuevos breviarios científicos. En la ciencia está la fe, en la ciencia está la vida del Espíritu, en la ciencia está el progreso, y en el progreso está Dios. Si el Espiritismo negase la existencia de Dios,del alma, su individualidad y su inmortalidad, las penas y las recompensas futuras, el libre albedrío del hombre; si se enseñase que cada uno vive para sí en la Tierra, que sólo en sí debe pensar, sería no sólo contrario a la religión católica, sino a todas las religiones del mundo; sería la negación de todas las leyes morales,base de todas las sociedades humanas. Lejos de esto, los espíritus proclaman un Dios único, soberanamente justo y bueno; dicen que el hombre es libre y responsable de sus actos, remunerando según el bien o el mal que haya hecho; ponen por encima de todas las virtudes la caridad evangélica y esta regla sublime enseñada por Cristo:
Hacer a los otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros.
 No son estos los fundamentos de la religión? Hacen más aún: nos inician en los misterios de la vida futura, que no es ya para nosotros una abstracción, sino una realidad; porque los mismos a quienes conocíamos son los que vienen a pintarnos su situación, a decirnos cómo y porqué sufren o son dichosos. ¿Qué hay en esto de antirreligioso? Esta certeza del porvenir, de encontrar a los que hemos amado, ¿No es un consuelo?
La grandiosidad de la vida espiritual, que es su esencia, comparada con las mezquinas preocupaciones de la vida terrestre, ¿No es a propósito para elevar nuestra alma y para estimularla al bien?
El Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica, como ciencia práctica, consiste en las relaciones que pueden establecer con los espíritus; como doctrina filosófica comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones. Podemos definirlo así: El Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus,y de sus relaciones con el mundo corporal. Esto como se ve, ni es impío ni es irrisible; porque las innegables comunicaciones de los espíritus, nos demuestran sin lugar a la duda que los muertos viven.
Así como no hay más que un Dios, y no hay más que una verdad y cuando el hombre piensa en el progreso no se acuerda de las religiones, sino de la verdadera religión; y a la religión universal pertenecen todos los hombres que reconocen en Dios la causa primera y le conceden al Espíritu un progreso indefinido. Pero mejor será que copiemos algunos párrafos del libro de los espíritus de Kardec, cuando habla de los animales y del hombre: “Si en punto de inteligencia comparamos al hombre y a los animales, parece difícil establecer la línea demarcatoria; porque ciertos animales bajo aquel aspecto, son notoriamente superiores a ciertos hombres.
¿Semejante línea puede ser establecida con precisión? Acerca de este punto no están muy acordes nuestros filósofos, queriendo los unos que el hombre sea un animal y otros que el animal sea el hombre. Todos se equivocan; el hombre es un ser especial que se rebaja mucho a veces o que puede elevarse también mucho.
En lo físico, el hombre es como los animales y está mucho menos previsto que muchos de ellos, pues la naturaleza ha dado a éstos todo lo que aquél se ve obligado a inventar con su inteligencia, para conservación y satisfacción de sus necesidades. Su cuerpo se destruye como el de los animales, es cierto; pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender porque sólo él es completamente libre.
¡Pobres hombres que os rebajáis hasta el bruto! ¿No sabéis distinguiros de él? Reconoced en el hombre el pensamiento de Dios”. “¿De dónde toman los animales el principio inteligente, que constituye la especie particular del alma de que están dotados? ¡Del elemento inteligente Universal!” “La inteligencia del hombre y la de los animales, ¿Dimanan, pues de un principio único? Sin duda alguna; pero en el hombre ha experimentado una elaboración superior a la que anima al bruto”. “Se ha dicho que el alma del hombre en su origen, es el estado de infancia en la vida corporal,que apenas destella su inteligencia y que se ensaya para la vida;
¿Dónde pasa el Espíritu esta primera fase? En una serie de existencias que precede al periodo que llamáis humanidad”.
“¿Parece pues, que el alma ha sido el principio inteligente de los seres inferiores de la creación? ¿No hemos dicho que todo se encadena y tiende a la unidad en la naturaleza? En estos seres que estáis muy lejos de conocerlos en su totalidad; se elabora el principio inteligente, se individualiza poco a poco y se ensaya en la vida, como hemos dicho, esta es hasta cierto punto, un trabajo preparatorio como el de la germinación, después del cual el
principio inteligente experimenta una transformación y se convierte en Espíritu, entonces empieza para el periodo de la humanidad, y con él, la conciencia de su porvenir, la distinción del bien y del mal y la responsabilidad de sus actos, como después del periodo de la infancia viene el de la adolescencia, luego la juventud,y en fin la edad madura. Por lo demás nada de humillante tiene este origen para el hombre.
¿Se creen humillados los grandes genios por haber sido fetos informes en el seno de su madre? Si algo debe humillarle, es su inferioridad ante Dios, y su impotencia para sondear la profundidad de sus designios y la sabiduría de las leyes que arreglan la armonía del Universo. En esa admirable armonía que hace que todo sea solidario en la naturaleza, reconocer la grandeza de Dios, creer que haya podido hacer algo sin objeto y crear seres
inteligentes sin porvenir, sería blasfemar de su bondad que se extiende a todas las criaturas”. “Puesto que los animales tienen una inteligencia que les da cierta libertad de acción, ¿Existe en ellos un principio independiente de la materia? Sí, y sobrevive al cuerpo”.
“¿Este principio es un alma semejante a la del hombre? Si así lo queréis, también es un alma, eso depende del sentido que se de a esa palabra: pero es inferior a la del hombre.
Del alma de los animales a la del hombre, va tanta distancia como del alma humana a Dios”. La escuela espiritista ya puede discutir con ventaja en el terreno científico, pero para ello se necesitan mejores adalides que nosotros. Por eso al hablar del Espiritismo no lo hacemos más que encareciendo su importancia moral, su tendencia progresiva, sin mezclarnos en investigar sus principios científicos, y decimos esto, porque somos muy amigos de dar a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar; y como nuestra réplica es tan pobre, (científicamente considerada) por esto repetimos que sólo hemos hablado, sin mezclarnos en nada con el sabio.
En nombre del Espiritismo hablaremos en sentido filosófico, pero también de punzantes abrojos; y como las primeras pueden deslumbrar, y los segundos herir, por esto, en este terreno vedado para nosotros en esta actual existencia, si alguna vez entramos en él, lo hacemos por nuestra opinión individual, por nuestra propia iniciativa, sin ampararnos en la sombra de nuestra creencia, porque la respetamos demasiado para arrastrar en nuestra caída su gran importancia social, que dista mucho su grandeza y nuestra pequeñez. Para defender el Espiritismo científicamente, se necesitan hombres sabios; pero para decir que es una doctrina profundamente consoladora, en la cual resplandece la eterna justicia de Dios, para decir esta gran verdad: basta las mujeres y los niños. Por esta sencilla razón, no hemos titubeado en decir lo que es el Espiritismo.

Amalia Domingo Soler
Libro: La Luz del Futuro
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DIVERSIDAD DE LAS RAZAS HUMANAS.
52 – ¿De dónde proceden las diferencias físicas y morales que distinguen a las variedades de razas humanas en la Tierra?


– Del clima, de la vida y de las costumbres. Lo mismo sucede con dos hijos de la misma madre que, educados uno lejos del otro y de distinto modo, no se parecen en nada en cuanto a lo moral.


53 – ¿Nació el hombre en diversos puntos del globo?


– Sí, y en diversas épocas, siendo ésta una de las causas de la diversidad de razas. Más tarde, al dispersarse los hombres bajo diferentes climas y al unirse con otras razas formaron nuevos tipos.


54 – Si la especie humana no procede de uno solo, ¿deben dejar por eso los hombres de reconocerse como hermanos?


– Todos los hombres son hermanos en Dios, porque están animados por el espíritu y tienden al mismo fin. Siempre queréis tomar las palabras literalmente.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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