martes, 22 de septiembre de 2015

Conciencia espirita


LOS PROBLEMAS DEL ESPÍRITU: SU PASADO


      Si no aceptamos la Ley de la Reencarnación como explicación coherente a  nuestras dolencias, problemas e infelicidades, ¿ dónde encontraremos la explicación de esos sufrimientos, que pueden, en muchos casos, terminar en obsesiones, y muy grandes?
¿Quién nos dará la clave de tanto dolor y perturbaciones? ¿Cómo encontraremos la forma de escapar de esos laberintos que causan tantas heridas morales?

Cuando aceptamos que somos seres inmortales, Espíritus eternos, con un pasado y un futuro por delante; viviendo un presente que es el resultado de ese pasado y la oportunidad de crear ese futuro mejor, es cuando comenzamos los seres humanos, a ?despertar?, de ese letargo espiritual milenario.

Nuestra mente es muy poderosa y desconocida para nosotros; una maquinaria que utilizada erróneamente, nos trae padecimientos y dolencias tales como: Neurosis, Psicosis y desdoblamiento de personalidad, entre otras perturbaciones, como las diversas obsesiones, que el Libro de los Médiums, las explica muy bien.

La Neurosis: El aumento de la neurosis en la Tierra, nos hace pensar y nos puede ayudar a discernir, que no sólo el psiquiatra o el hombre de ciencia, está en condiciones de encontrar una solución, ya que ellos, casi siempre, ignora conscientemente la procedencia del ser, la sublime trascendencia del ser: El Espíritu.
Esa enfermedad merece estudio y observación, a fin de localizar los factores reales que producen las perturbaciones del sistema nervioso, considerando la falta de lesiones anatómicas más graves.
Freíd las clasificó de verdaderas, cuando hay desequilibrios fisiológicos al lado de perturbaciones meramente psicológicas, a pesar de ser transitorias. Psiconeurosis, cuando son determinadas por las ?fijaciones de la infancia?, en regresiones inconscientes. En el primer grupo están situadas las neurosis de ansiedad, la neurastenia, la hipocondría, y las de ascendencia traumática. En la segunda aparecen las de orden histéricas ansiosas, los estados obsesivos y convulsivos.

Con sintomatología extraña, no es raro que la atención de los médicos sea desviada; surgen parálisis, movimientos inconexos, disturbios múltiples, etc.

El neurótico es un Espíritu rebelde y delincuente de las Leyes Universales, en proceso purificador. Reencarnando para resarcir o impulsado a la reencarnación por necesidad urgente, olvida delitos para luego repararlos.
Su psicoesfera impone, en los elementos orgánicos, distonias y desarmonías que se reflejan más tarde en forma de alienación, como consecuencia de su estado interior, como Espíritu desajustado.
Olvidando la mayoría de las veces que somos seres espirituales, nos perdemos en ese entramado de enfermedades físicas y mentales, efecto de una causa que es la rebeldía del Espíritu y su pasado, por consiguiente. Ahí encontramos la causa y explicación de tanto desajuste y dolor en la Tierra, así como también las obsesiones más diversas e ignoradas por muchos.

Es obvio que el comportamiento social, las frustraciones infantiles, las inseguridades, los miedos, los factores familiares y de habitat. Los problemas de orden moral y económico, engendran, evidentemente, los principios neuróticos, porque consiguen limitar las aspiraciones del Espíritu, que no consigue sobreponerse.

A la par de todo esto, hay un factor que no debemos olvidar y que la ciencia persiste en ignorar; la dominación obsesiva de entidades espirituales, movidos por el odio, el rencor, la venganza?etc.

Las terapias medicamentosas, las técnicas de análisis, en cuanto favorecen por un lado, dañan por otro los tejidos más sutiles de la organización psicológica, produciendo desequilibrios de otra naturaleza, que se exteriorizarán en el futuro.

El neurótico es alguien rebelado consigo mismo, insatisfecho en el inconsciente y revelado contra los otros. Es inestable, agresivo, un ser excitado, que se deja llevar por la violencia. Disciplinado por un código moral, por unas enseñanzas espíritas y con un método saludable de vida y pensamientos, el neurótico consigue sobreponerse al desequilibrio, reajustando sus centros mentales en desaliño, sus centros de fuerzas, caminando en el progreso espiritual, a que todos estamos llamados.

La Psicosis: Necesita de un estudio más profundo que la neurosis, por cuanto en la neurosis es un problema menos grave.
Ya no hay duda en cuanto a sus factores causales, clasificados como endógenos y enógenos. Hay sin duda factores más allá de los psicológicos que influyen en la psicosis, tales como factores sociales.

En los factores endógenos, hay causas externas (tóxicos, infecciones?) y físicos (dolencia de otros órganos, disturbios del metabolismo, demencias, delirios?). En los de orden endógeno (la esquizofrenia, las perturbaciones mentales de la epilepsia, la psicosis maniaco-depresiva), donde las psicosis se exteriorizan como un proceso de auto-castigo, que el Espíritu se impone por los crímenes cometidos y el sentimiento de culpa arrastrado del pasado.

El sicótico maniaco-depresivo, trae registrado en el inconsciente los graves desvíos morales que escaparon a la justicia humana, y que ahora tienen tendencia a la huída al deber y a la responsabilidad, por el suicidio.
El esquizofrénico, en sus múltiples clasificaciones, es también un Espíritu rebelde y delincuente de las Leyes Universales, enredado en los desequilibrios del pasado. Que en el presente viene a reclamarle las deudas, para rectificar y poder así, seguir la marcha del progreso espiritual.
En todos los problemas de psicosis, sea de la naturaleza que sea, el ser espiritual, es siempre responsable por la situación que padece.

Personalidades múltiples: es causada por problemas precedentes a la infancia y se instala, más particularmente, durante ese periodo, creando procesos inconscientes de huidas, ensayando las causas profundas para las neurosis y psicosis centradas en trastornos de origen histérico.

Sin duda los procesos de disociación profunda, en el inconsciente del ser, dan baza a la personalidad neurótica, que se instala dominadora como mecanismo de defensa, y que puede llegar a estados de inconsciencia total, huyendo el ser de la realidad a la que está sometido, y que hoy tiene que someterse a la Ley de Causa y Efecto, para alcanzar algo de equilibrio. Podemos suponer que debió ser una reencarnación obligatoria.

La causa de todas estas perturbaciones radican en el ser espiritual que, huyendo del deber y la responsabilidad, se demoró por largo tiempo en situaciones de desajuste y delincuencia. El desequilibrio producido en el interior del ser, repercute en su psiquismo y en el cuerpo material, con diversos trastornos más o menos grave, y que pueden durar por muchos años y vidas.
? Sobreviviendo a la muerte física, el Espíritu que despierta aturdido del túmulo busca, por un natural proceso de afinidad psíquica, a aquellos que se le hicieron adversarios, en la mayoría de las veces sin conciencia de eso, produciendo parasitosis de naturaleza espiritual, en los que se manifiestan tormentosos y largos procesos de obsesión profunda, en que predominan los fluidos y los sentimientos del desencarnado actuando sobre el encarnado que le padece la interferencia, al principio en la esfera psíquica y, posteriormente, psico-física, aparentando un proceso de ?personalidad disociada? que, en verdad, son individualidades distintas, en férreo combate o en proceso de vampirización dolorosa o, aún, en predominio de acción, en la sufrida búsqueda de placeres que ya no pueden fluir, por encontrarse en el Mundo Espiritual, utilizando de ese modo, de otro hombre, en su cuerpo físico, como instrumento para el gozo y para la alucinación?? Palabras de Carneiro de Campos, a través de la mediúmnidad de Divaldo Pereira Franco.

Cuando surgen todos estos conflictos dolorosos, debemos buscar con ahínco el auxilio necesario.

Nada mejor que practicar la caridad moral y material; ejercer el perdón y elevar el pensamiento, orando a Dios, para buscar la armonía necesaria que nos elevará por encima de las dificultades, desequilibrios y obsesiones. Tenemos la obligación de confiar en Dios, en los Buenos Amigos Espirituales y en nuestra fuerza interior. Nadie está desamparado. Si no trabajamos al ritmo que necesitamos o debemos, es por falta de voluntad, dejándonos atraer por las ?luces? cegadoras de las falsas ilusiones.
Artículo de: Isabel Porras González 
Nota: Este artículo está relacionado con otros que tratan sobre la obsesión

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                                      LA MORAL ESPÍRITA

Afirmáis que esa moral es anticuada: "Los espíritus deberían tener bastante ingenio para darnos algo nuevo". (frase sutil de más de un crítico). ¡Tanto mejor! Si es anticuada, eso prueba que es de todos los tiempos, y los hombres no son sino culpables por no haberla practicado, porque no hay verdades verdaderas sino aquellas que son eternas.
EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN (PARTE FINAL III) ALLAN KARDEC

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MEDIUMNIDAD, PERCEPCIONES E IDEAS
En la esfera de los Espíritus reencarnados hay que dosificar las percepciones para no violar las condiciones de orden. Cada ser debe estar en su órbita de servicio, haciendo lo mejor que esté a su alcance. Un médium, no debe preocuparse por responder a todas las interrogaciones del medio en que está, so pena de arrojar sus producciones al desequilibrio, excepto cuando, por su propia evolución, consiga elevarse por sobre el campo del trabajo dominando las influencias del medio y seleccionándolas, según el elevado criterio de que ya consigue orientarse por el bien y enseñar a aquellos que lo acompañan.

El limite de percepción varia en cada médium, hay diferentes expresiones de mediumnidad; con todo importa reconocer que cada Espíritu alcanzó un determinado grado de crecimiento espiritual, por lo cual los resultados del trabajo mediúmnico difieren de individuo a individuo, así como las interpretaciones de la vida son distintas de alma a alma. Las facultades medianimicas pueden ser idénticas en distintas personas, pero cada persona tiene su manera particular de emplearlas. El modelo puede ser el mismo para un grupo de pintores, sin embargo, cada artista lo fijará en la tela según su estilo y sentir. Mediumnidad es sintonía y filtración. Cada Espíritu vive entre las fuerzas con las cuales armoniza, transmitiéndolas según las concepciones que caracterizan su modo de ser.

Toda la percepción es mental. Sordos y ciegos en la experiencia física, convenientemente educados pueden oír y ver con recursos diferentes de aquellos que son vulgarmente utilizados. Las ondas Hertzianas y los rayos X van enseñando a los seres humanos que hay sonido y luz mucho más allá de las limitadas fronteras en las que ellos actúan, y el médium es un dotado de posibilidades neuropsíquicas especiales que amplían la captación de sus sentidos.

En el campo de las impresiones comunes, aunque la criatura emplee los oídos y los ojos, ella ve y oye con el cerebro; y pese a que el cerebro use las células de la corteza para seleccionar los sonidos y grabar las imágenes, quien ve y quien oye, en realidad es la mente. Todos los sentidos en la esfera fisiológica pertenecen al alma, que es la que los fija en el cuerpo carnal conforme a los principios establecidos para la evolución de los Espíritus reencarnados en la Tierra.

Una prueba de ello es en el sueño, cuando el ser se encuentra desdoblado por las noches, viendo y oyendo pese a la inactividad de los órganos carnales, en la experiencia que dominan “vida del sueño”

Somos receptores de una muy reducida capacidad, frente a las innumerables formas que nos llegan desde todos los dominios del Universo, captando solamente una humilde gama de las mismas. En síntesis, nuestra mente es un punto espiritual limitado que se desarrolla en base al conocimiento y el amor en la espiritualidad infinita y gloriosa de Dios.

Ideas elaboradas con fuerza generan formas dotadas de movimiento, sonido y color, perfectamente perceptibles por todos aquellos que se encuentran sintonizados con la onda que las expresan. Hay fenómenos de clarividencia y clariaudiencia que parten de la observación activa de los instrumentos mediumnicos que identifican la existencia de personas, paisajes y cosas exteriores, a ellos mismos, tal como acontece en la percepción terrestre común, y existen otros que tienen su causa en la sugestión que les es llevada por el pensamiento creador de los amigos desencarnados o encarnados,estímulos estos  que la mente de cada médium traduce según sus propias posibilidades, favoreciendo con ello las más dispares interpretaciones.

Es la técnica utilizada por los obsesores cuando generan en sus victimas las más variadas impresiones alucinatorias…

En materia de mediumnidad no debemos olvidarnos del pensamiento. Nuestra alma vive donde está nuestro corazón. Caminamos al influjo de nuestras propias acciones, sea donde fuera.

La gravitación en el campo mental es tan efectiva como en la esfera de la experiencia física.

Sirviendo al progreso general, el alma se mueve en la gloria del bien. Encerrándose en el egoísmo se arrastra, en desequilibrio, por las tinieblas del mal.

La Ley Divina procura el bien para todos. Colaborar en la ejecución de sus sabios propósitos es iluminar la mente y clarificar la vida. Ponerle trabas con el pretexto de favorecer los caprichos perniciosos, es oscurecer el raciocinio y coagular las sombras alrededor de nosotros mismos.

Es indispensable enjuiciar todo lo que respecta a la orientación de nuestros propios pasos, a fin de evitar la niebla de la perturbación y el dolor angustioso del remordimiento.

En los dominios del espíritu no existe la neutralidad. Evolucionamos con la luz eterna, según los designios de Dios, o nos estancamos en las tinieblas conforme a la equivocada determinación de nuestro yo.

No vale encarnar o desencarnar solamente. Todos los días las formas se crean o se destruyen.

Lo que importa es la renovación interior con un crecimiento de la visión, a fin de seguir hacia delante con la verdadera noción de la eternidad en la que nos desplazamos en el tiempo.

La conciencia cargada de propósitos malignos, revestida de remordimientos, llena de ambiciones desvariadas o ennegrecida de aflicciones, no puede sino traer fuerzas semejantes que la encadenan a torbellinos infernales.

La obsesión es el resultado de la siniestra unión de la mente con el desequilibrio propio de las tinieblas.

Pensamos y damos vida al objeto idealizado.

La expresión visible de nuestros pensamientos más íntimos denuncia nuestra misma condición espiritual, y los que tienen afinidad con la naturaleza de nuestras inclinaciones y deseos se acercan a nosotros por lo que le dicen nuestros pensamientos.

Si persistimos en las esferas más bajas de la experiencia humana, los que aun cumplen sus jornadas en los grados de la animalidad se nos acercaran atraídos por el tipo de nuestros impulsos inferiores, absorbiendo a su vez las sustancias mentales que emitimos y proyectando sobre nosotros los elementos dañosos que llevan con ellos.

Imaginar es crear.

Y toda la creación tiene vida y movimiento que, aunque breves, otorgan responsabilidad a la conciencia que la manifiesta. Y como la vida y el movimiento se vinculan a los principios que rigen las relaciones, es indispensable analizar lo que damos, a fin de saber que es lo que vamos a recibir.

Quien solamente mentaliza angustia y crimen, miseria y perturbación, ¿podrá reflejar en el espejo de su propia alma otras imágenes que no sean la desarmonia y el sufrimiento?
Quien se demora indefinidamente en la medición del lodazal es propenso a ahogarse en el lodo.

Vigilemos el pensamiento purificándolo con la práctica incesante del bien, para que así arrojemos de nosotros los grilletes que nos amenazan para encadenarnos  a los oscuros procesos de la vida inferior.

Por el pensamiento nos esclavizamos a los cepos del suplicio infernal, sentenciándonos, a veces, a siglos de peregrinación por los caminos del dolor y de la muerte.

La mediumnidad torturada es la unión de almas comprometidas en aflictivas pruebas para saldar antiguas deudas. Para abreviar el tormento que flagela de mil modos la conciencia encarnadas y desencarnadas, en los distintos grados expiatorios, es imprescindible proponerse la renovación mental, pues este es el único medio de recuperar la armonía.
Los títulos de fe no constituyen meras palabras con las que podamos cubrir nuestras deficiencias y debilidades. Expresan deberes de purificación a los que no podemos regir sin renunciar a las obligaciones que nos corresponden.

Nadie es realmente espirita ni está a la altura de este nombre solo por haber conseguido la cura de una dolencia rebelde con la ayuda de las Entidades amigas, y se convenza con ello, admitiendo la intervención del Mundo Espiritual en su existencia. Como tampoco nadie es médium, en el elevado concepto del término, solamente porque sea instrumento de comunicación entre las humanidades visible e invisible.

Para educarnos al trabajo que nos fue asignado, conforme a los principios superiores que iluminan nuestra marcha, es necesario concretizar la esencia de estos en nuestras realizaciones como testimonio de nuestra conversión al amor santificante.


El pensamiento es tan significativo en la mediumnidad, como importante es el lecho para el rió. Haced corred las aguas puras sobre un lecho de fango y tendréis una corriente oscura, adulterada.

Es cierto que divinos mensajes descienden del Cielo a la Tierra. Sin embargo, para que ello suceda es imperioso que existan canales adecuados.

Jesús espera para la formación de mensajeros humanos capaces de proyectar en el mundo las maravillas de su Reino.

El médium no debe detenerse en la simple recepción de comunicaciones. Le será indispensable la consagración de sus fuerzas a las más elevadas formas de vida, buscando la educación de si mismo y servir desinteresadamente al prójimo el material el material con el que construya su propio camino.

El conocimiento amplia el valor mental; y la siembra constante de bondad trae consigo la cosecha de simpatía, sin la cual el granero de la existencia se reduce a una caravana de desesperación y desaliento. No basta ver, oír o incorporar a los Espíritus desencarnados para que alguien adquiera el carácter de respetabilidad.

Toda obra para adelantar, exige trabajadores que se dediquen a su crecimiento y al cuidado de ellos mismos.

El Universo es la proyección de la Mente Divina y la Tierra, es el producto de la mente humana. Las civilizaciones y los pueblos, las culturas y las experiencias constituyen formas de pensamientos por medio de las cuales evolucionamos incesantemente hacia las esferas más altas.

Procuremos la conciencia de Jesús para que nuestra conciencia refleje su perfección y su belleza…

(Trabajo de Merchita, basado en la obra de Chico Xavier, "En los dominios de la Mediumnidad").


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      El poder de la oración 

El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común tiene una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal!. Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento. 
- Lorena Dorante-

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                             CONCIENCIA ESPÍRITA


HUMBERTO DE CAMPOS
HUMBERTO DE CAMPOS


Dice usted que no comprende el motivo de tantas lamentaciones, en las comunicaciones de los Espíritas desencarnados. Fulano, que dejo una buena estela de servicio, regresa escribiendo que no actúo entre los hombres como era debido; zutano, conocido por su elevado patrón de virtudes, regresa, a través de varios médiums, a quejarse del tiempo perdido… Y usted anota, después de interesantes comentarios: “Tengo la impresión de que nuestros hermanos regresan, del más allá, atormentados por terribles complejos de culpa. ¿Cómo explicar este fenómeno?”.

Crea, mi querido hermano, que tengo personalmente por los Espíritas la más tierna admiración. Infatigables constructores del progreso y obreros del Cristianismo Redivivo. Sin embargo, recibieron tanta libertad para la interpretación de las enseñanzas de Jesús que, sinceramente, no conozco en este mundo personas de fe más razonable, ante los problemas de la vida y del Universo. Cargando grandes recursos intelectuales, es justo que guarden la preocupación de realizar mucho más, a favor de tantos hermanos en la Tierra, detenidos en ilusiones e inhibiciones en el campo de las creencias.

Se cuenta que, Allan Kardec, cuando reunía los textos con el que nacería “El Libro de los Espíritus”, cierta noche se recogió en su lecho, impresionado con un sueño con Lutero, del que recibiera noticias. El que en su tiempo fuera el gran reformador, tenía la convicción de haber estado en el paraíso, cogiendo informes en torno a la felicidad celestial.

Conmovido, el Codificador de la Doctrina Espírita, durante el reposo, viese también fuera del cuerpo, en singular desdoblamiento… Junto a él, identificó a un enviado de los Planos Sublimes que lo transportó, de golpe, a nebulosa región, donde gemían millares de entidades en sufrimiento aterrador. Llorando de aflicción, se unían en gritos de cólera y blasfemias, a las que le seguían carcajadas de locura.

Atónito, Kardec recordó a los tiranos de la Historia e inquirió, espantado:

¿Yacen aquí los crucificadores de Jesús?

-     Ninguno de ellos – informó el guía solícito -, porque aunque responsables, desconocían, en esencia, el mal que practicaban. El propio Maestro los ayudó a desembarazarse del remordimiento, consiguiéndoles bendecidas reencarnaciones, en las que rescataron ante la Ley.

-     ¿Y los emperadores romanos? Con seguridad padecerán en estos sitios aquellos mismos suplicios que impusieran a la Humanidad.

-     Nada de eso. Hombres de la categoría de Tiberio o Calígula no poseían la mínima noción de espiritualidad. Algunos de ellos, después de estados regenerativos en la Tierra, ya se elevaron a las esferas superiores, mientras que otros se demoran, hasta hoy, internados en el campo físico, en camino de la redención.

-     ¿Acaso, andarán presos en estos valles sombríos – pregunto el visitante – los verdugos de los cristianos, en los siglos primitivos del Evangelio?

-     De ninguna manera – replicó el lúcido acompañante -, los verdugos de los seguidores de Jesús, en los días apostólicos, eran hombres y mujeres casi salvajes, a pesar del tinte de civilizados que ostentaban… Todos fueran llevados a la reencarnación, para que adquirieran instrucción y entendimiento.

El Codificador del Espiritismo pensó en los conquistadores de la Antigüedad, Atila, Aníbal, Alarico I, Gengis Khan… Sin embargo, antes de enunciar una nueva pregunta, el mensajero agregó, respondiéndole la consulta mental:

-     No vagan por aquí los guerreros que recuerdas… Ellos nada sabían de las realidades del espíritu y, por eso, recibieron piadoso amparo, dirigidos hacia el renacimiento carnal, entrando en lides expiatorias, acorde a los débitos contraídos…

-     Entonces, dime – rogó Kardec, emocionado -, ¿qué sufrientes son estos, cuyos gemidos e imprecaciones me cortan el alma?

Y el orientador esclareció, imperturbable:

-    Tenemos junto a nosotros los que estaban en el mundo plenamente educados en cuanto a los imperativos del Bien y de la Verdad, y que huyeron deliberadamente de ella, especialmente a los Cristianos infieles de todas las épocas, perfectos conocedores de la lección y del ejemplo de Cristo y que se entregaran al mal por libre voluntad… Para ellos, un nuevo renacimiento en la Tierra, es siempre más difícil…

Impresionado con la inesperada observación, Kardec regresó al cuerpo y, de inmediato, se levantó y escribió la pregunta que presentaría, en la noche siguiente, a examen de los mentores de la obra en construcción y que figura como la número 642 de “El Libro de los Espíritus”: ¿Basta con no hacer el mal para ser grato a Dios y asegurarse tal situación en el porvenir?, indagación esta a la que los instructores respondieron: “No. Hay que realizar el bien, dentro del límite de las propias fuerzas. Porque cada cual responderá de todo el mal que haya hecho a causa del bien que él no realizo”.

Según es fácil percibir, mi amigo, con principios tan claros y tan lógicos, es natural que la conciencia Espírita, en comparación con las ideas dominantes de la gran mayoría de las religiones, sea muy diferente. 

ESPÍRITU HERMANO X
Chico Xavier – Libro “Cartas y Crónicas” – N° 7, edición FEB

                          PENSAMIENTOS

Dijo León Denis que la vibraciones del pensamiento se propagan a través del espacio y nos traen pensamientos y vibraciones similares, Si llegamos un día a comprender la naturaleza y la extensión de esta fuerza, no tendremos más que elevados y nobles pensamientos. Pero el hombre se desconoce a sí mismo, como ignora los recursos inmensos de este pensamiento creador y fecundo que duerme en él y con ayuda del cual podría renovar el mundo.
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