lunes, 17 de septiembre de 2012

Amor e inteligencia







La religiosidad es inherente al hombre

Bajo  las mas diversas formas y en todas las épocas, la Humanidad procuró relacionarse con la Divinidad.

Por mucho tiempo imperó la idea de que Dios debería ser temido.

 El Creador era representado, por muchas tradiciones, como cruel y vengativo.

 Jesús reformuló ese concepto al hablar de un Padre amoroso y justo.

Convidado a indicar el mayor mandamiento de la Ley Divina, Él sentenció:

Amar a Dios de todo corazón, con toda el alma y con todo el Espíritu.

Y también amar al prójimo como a sí mismo.

Es interesante anotar que , en vez de uno, Cristo presentó de una vez, dos mandamientos.

Uno habla del amor a Dios y el otro del amor al prójimo.

Eso prueba que tales mandamientos están entrelazados:
El amor al prójimo complementael amor a Dios y viceversa.

Según el Maestro Nazareno, Dios debe ser amado con todo el corazón, toda el alma y todo el Espíritu.

 Se percibe ese amor como muy intenso y profundo, que reclama la criatura por entero.

  El sentimiento por si solo no basta.

Cuando se quiere enfatizar el aspecto emocional se habla del corazón.

Pero la Divinidad no se debe dar solo en el corazón.

Todo Espíritu necesita estar empeñado en esa relación.

Según el diccionario, uno de los significados de Espíritu es el conjunto de facultades intelectuales.

Esta es una acepción hasta cierto punto común.

 Muchas veces se afirma que una persona tiene espíritu.

Esa expresión indica que es inteligente, perspicaz, que posee raciocinio rápido.

Se concluye que el amor a Dios envuelve la razón, el discernimiento y el intelecto.

El Espiritismo enseña que Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.

No se trata de una personalidad, a semejanza de los hombres, sino de una Consciencia Cósmica.

El aprecio por una personalidad humana, frecuentemente vanidosa, puede ser demostrado por gestos exteriores.

 En relación a la Consciencia Cósmica, revestida de características humanas, eso no se da.

 Como Dios es la Inteligencia Suprema del Universo, el amor por Él implica el esfuerzo por desarrollar la propia inteligencia.

Así, la religiosidad es incompatible con el cultivo deliberado de la ignorancia.

 Dios dotó a sus criaturas con dones maravillosos, los cuales precisan ser valorados.

El don que distingue a los hombres del resto de la Creación, es su intelecto desenvuelto y su razón.

 El amor a Dios presupone respetar al mundo y a los seres que Él creó.

Y también, lógicamente , el esfuerzo para entender ese Mundo y las leyes que lo rigen.

 Todo en el Universo es progreso y metamorfosis.

Especies animales y vegetales, las sociedades y las leyes humanas, todo se altera y perfecciona.

El papel de cada hombre es colaborar en ese proceso de mejoramiento.

Para eso, necesita mejorar su intelecto.

Al crecer entendimiento y comprensión, se ensancha de admiración ante la grandeza y sabiiduría Divinas.

Pero el amor al prójimo complementa el amor a Dios.

Las facultades desenvueltas por el estudio y la observación, deben ser utilizadas en beneficio del semejante.

Así, para cumplir bien el mandamiento del amor, procure desarrollar su inteligencia.

Estudie una lengua, haga un curso, lea un libro, ilústrese.

Encántese con las maravillas que lo rodean.

Y utilice sus talentos en favor del prójimo.                            

 Redacción de Momento Espírita.

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" La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia..."





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