sábado, 10 de diciembre de 2011

Reencarnación y Psicología




LA PSICOLOGÍA

¿Qué estudia la Psicología como ciencia?

La conducta humana, la mente y sus procesos.

¿Cuál es el misterio de la mente?

Hay dos grandes corrientes que intentan explicarlo:

El dualismo cree en la existencia de una mente y un cuerpo, siendo éste último materia ordinaria, y la mente no.

El  monismo cree que todo lo que hay en el universo es materia y energía y que la mente es un fenómeno producido por el funcionamiento del sistema nervioso.

La psicología fisiológica y neurobiológica mantiene un enfoque empírico práctico y monístico en el estudio de la naturaleza humana.

Estamos lejos de comprender el funcionamiento del sistema nervioso y, en cualquier caso, no hay modo de estudiar fenómenos que no sean físicos en el laboratorio, solo se estudia materia y energía.

Aquí tropezamos con el principal escollo. Medimos la conducta humana externa y tratamos de explicar los trastornos mentales en función de mecanismos de aprendizaje ambiental, transmisión genética, descompensación en nuestra química interna, así como lesiones en el cerebro. Todo se queda así en la cáscara, no se cuestiona el sentido profundo de lo que no vemos ni podemos analizar con nuestros aparatos.

No podemos medir el ESPIRITU ya que NO ES OBSERVABLE.

Nos encontramos con un muro, contra el cual, nuestras fuerzas actuales pueden poco, ya que nuestra tecnología es inútil a la hora de captar y medir vibraciones no materiales, por así decirlo.


LA REENCARNACIÓN

¿Qué es la reencarnación?

La creencia en la existencia de sucesivas vidas animadas por el mismo espíritu.
Por ello, mientras no se reconozca el espíritu, mucho menos se llegará a aceptar el hecho de la reencarnación.

¿Por qué la ciencia se resiste a profundizar en cualquier investigación sobre reencarnación?

En primer lugar ese tipo de investigación no permite exámenes de laboratorio, no puede ser reproducido de manera programada ni visto a través de un microscopio, en segundo lugar no hay evidencia del mecanismo a través del cual sería posible la reencarnación. No se puede detectar con elementos objetivos el espíritu, ni cómo se transfiere de un cuerpo a otro. Por último, existe un conservadurismo en la ciencia que impide encarar seriamente cualquier evidencia que desafíe el actual entendimiento de cómo funciona el mundo.

Según dice Ian Stevenson “si los herejes pudiesen ser quemados vivos hoy día, los científicos, herederos de los teólogos, que quemaban a cualquiera que negase la existencia del alma, hoy quemarían a los que afirmasen que el alma existe”.

En mi opinión la ciencia es una isla que cree que no está rodeada de agua.


LA MUERTE

No obstante, existe un hecho cierto y comprobable: la MUERTE, para nosotros la travesía de una frontera entre la encarnación y la vida real del espíritu.

Ante el hecho de la existencia probada de la muerte corporal, la ciencia psicológica lo más que hace es acercarse tímidamente a ese estado terminal, para, sin recursos científicos suficientes, tratar de ofrecer alguna solución. Pero no hay más solución que la aceptación, y si no hay espíritu, según la ciencia oficial, solo podemos enfrentar a la persona ante una terrible pérdida que le produce angustia temor y agonía: la pérdida de todo lo que es, de sí mismo.

Se ayuda a los familiares en la llamada “terapia del duelo” a superar esa “pérdida”, a alejarse paulatinamente de la angustia de no ver más al ser querido.

La Psicología y la Medicina ante la muerte carecen, por tanto, de recursos que permitan ofrecer consuelo al ser vivo que pronto desaparecerá, tienen que apelar a frases como esta: “Hemos hecho todo lo posible, el resto está en manos de Dios” en el caso que el profesional sea creyente, en otro caso será “No podemos hacer más, la situación ha llegado a un punto irreversible, lo siento”.

Esa misma ciencia, que se resiste a reconocer el espíritu como una realidad, al no poder medirlo, se queda en el cuerpo perecedero, y cuando éste se degrada, deteriora y desaparece, con él desaparece todo lo que la misma ciencia reconoce.

Se intenta, y a menudo se consigue, que vayamos todos en un barco donde sólo se ve la materia sólida que nos rodea, y donde no nos enseñan a nadar, para sobrevivir al naufragio, que, en este caso, no es algo posible, sino cierto a corto, medio o largo plazo. Todos desencarnaremos

Nosotros, afortunadamente, conocemos por la doctrina el auténtico sentido de la desencarnación y encarnación, y eso nos permitirá afrontar con más firmeza ese momento de transición, que a todos nos provoca un lógico temor. No hace mucho, en una conferencia espírita, el orador se dirigió a una persona del público y le dijo: “Supongamos que Vd se muere mañana” a lo que el hombre respondió inmediatmente y muy alterado: “No, no, supongamos que se muere Vd”.

Han existido, y existen, muchas aproximaciones y estudios, por desgracia no suficientemente estructurados, y mucho menos divulgados, en el sentido de probar la existencia del espíritu y por ello, también la posibilidad de la reencarnación. Hagamos un breve recorrido por ellas:


 EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE

Gilgamesh, sumerio, rey de Uruk, en el año 2750 a.C nos relata en 12 tablillas como él tuvo una experiencia cercana a la muerte, donde fue arrastrado por un túnel para entrar luego al jardín de la vida, rodeado de una luz brillante.

Platón, en el siglo V a.C cuenta en su obra “La República”, la historia de Er, un soldado que regresó cuando estaba a punto de ser quemado en la pira funeraria y dijo que viajó a la luz con los espíritus guías, con una gran sensación de paz y vio almas en una gran pradera, la Llanura del Olvido, al lado de un gran río con el mismo nombre, preparándose para la vuelta a la vida. Sin saber cómo, se vió de repente a sí mismo, vivo, en la pira a punto de ser quemado.

En el libro de Arda Viraz, persa del siglo IX-X, Viraz, un hombre justo,  toma una poción de mang, beleño y vino y se prepara para viajar al más allá durante siete días. El cree que no volverá, por lo que hace testamento y ejecuta los ritos funerarios para sí mismo. Se duerme y a los siete días se despierta. Cuenta cómo los espíritus reciben su alma después de dejar el cuerpo y juntos suben tres escalones, el de los buenos pensamientos, el de las buenas palabras y el de las buenas acciones, luego recorre el purgatorio, paraíso e infierno. Según la religión mazdeísta (de los persas), no es bueno llorar por los difuntos porque contribuyen a la creación de un gran río que impide que las almas lo atraviesen.

El Papa Gregorio I (San Gregorio Magno, el mismo del famoso “canto gregoriano”) en el siglo VI, expone en su libro “Dialógo sobre la vida y milagros de los padres italianos” tres casos de E.C.M. En uno de ellos, un soldado dice que vió un puente sobre un río humeante que expelía un olor insoportable y que conducía, en el otro extremo, a unas maravillosas praderas verdes, llenas de flores con un aroma delicado y placentero. El puente se ensanchaba para dejar paso a los justos y se estrechaba apara arrojar a los malos al río hediondo. Como vemos, antiguamente la idea del río era muy utilizada.

En el siglo XVIII el sueco Swedenborg efectuó y divulgó numerosas experiencias cercanas a la muerte y a la comunicación con los muertos. Un arzobispo, dado por muerto, relató, al volver a la vida, todas las conversaciones habidas a su alrededor. Es famosa la anécdota de este sabio al que la reina de Suecia le dijo en tono irónico, con respecto a sus comunicaciones con los desencarnados: “Si ves a mi hermano (Que había muerto), salúdale”. A la semana, Swedenborg se acercó a la reina y le susurró unas palabras al oído. La reina se quedó lívida y dijo: “Sólo Dios y mi hermano sabían lo que me acaba de decir”.

Albert Heim, suizo, en el siglo XIX, publicó las experiencias de 30 personas que sobrevivieron a caídas en los Alpes. Todas ellas relataron la calma, la distensión del tiempo y una revisión fugaz de todo su pasado.

En el siglo XX, entre otros muchos, destacamos a:.

Negovsky, ruso, padre de la técnica de reanimación, reanimó a muchos soldados heridos en el frente durante la Segunda Guerra Mundial, tomando nota de sus explicaciones del trance. Ellos decían que era como un “sueño sin sueños” y a menudo relataban escenas gloriosas en la otra vida. Para él eran percepciones distorsionadas de un cerebro que funciona mal. Su base materialista le impidió llegar a otras conclusiones.

James Hyslop, profesor de lógica, realizo un estudio en enfermos antes de morir, donde, uno o dos días antes del evento, visualizaban apariciones de familiares o amigos fallecidos que actuaban como guías para el más allá. Ernesto Bozzano, médico, llega a casi las mismas conclusiones en sus estudios.

Sir William Barrett, médico, expresó que el moribundo tiene la sensación de abandonar su cuerpo y sus familiares percibían su aparición, una vez desencarnado.

Karlis Osis, psicólogo, a través de observaciones de médicos y enfermeros que trabajaban con agonizantes así como del efecto de los medicamentos en la frecuencia de las visiones, constató que éstos no incidían en la citada frecuencia. Las visiones en personas normales generalmente eran visuales y en aquellos que sufrían algún tipo de trastorno mental eran fundamentalmente auditivas. Los relatos incluían la aparición de figuras fantasmales que se presentaban para hacer compañía en el último viaje. Una tercera parte tuvo experiencias negativas debido a la resistencia a ver apariciones o al terror provocado por las mismas.
Citemos al famoso psquiatra
Karl Jung quien, en 1944, al sufrir un infarto, tuvo la visión de dejar el planeta desde una perspectiva panorámica, casi astronáutica.

El psiquiatra Russell Noyes al recopilar 104 casos de personas que habían pasado por situaciones gravemente amenazantes para su vida, analizó tres etapas:

RESISTENCIA
Reconocimiento del peligro, miedo a morir, lucha por la vida, aceptación de la muerte.

REVISIÓN DE LA VIDA
Generalmente con sentimiento de paz, se revive de forma condensada y panorámica, asociado a sensación de estar fuera del cuerpo.
TRASCENDENCIA
Estados de conciencia místicos, se trasciende el tiempo, el espacio y su propia identidad personal, en medio de felicidad.

Quien no ha oído hablar del psiquiatra Raymond A. Moody, el fundador de la agencia política y espiritual llamada “New Age” y su famoso libro “Vida después de la vida” donde se ofrecen testimonios de personas clínicamente muertas.
Estableció una “tabla” de sensaciones y percepciones que detallaremos a continuación.

Existe una Fundación de Investigación de Experiencias Cercanas a la Muerte que sigue recopilando casos y casos que algún día tendrán el eco social necesario.

Como anécdota, un niño que volvió a la vida en la mesa de operaciones dijo: “Tengo que contarles un secreto… he estado a medio camino del cielo”.

CARACTERÍSTICAS COMUNES DE LAS ECM.
1º.- Se experimenta la muerte clínica. Falta de oxígeno al cerebro.

2º .-Audición de voces de médicos y o familiares, zumbidos y/o sones de campanas.

3º.- Movimiento a lo largo de un túnel que tiene al final, una luz brillante.

4º.-Sensación de estar fuera del cuerpo y observación de lo que se hace con él.

5º.- Sensación de éxtasis o elevación y experimentación de fenómenos telepáticos, visualización de espíritus de familiares muertos que actúan como guías.

6º.-Unión con una luz brillante.

7º.- Rápida visualización de experiencias de la vida pasada.

8º.-Re-entrada en el cuerpo y recuperación de la conciencia.

La mayoría suelen ser positivas, pues las supervivientes se suelen volver más espirituales, se interesan más por los demás, aprecian intensamente la vida, disminuye su temor a la muerte, son menos materialistas y competitivos.

EXPERIENCIAS SOBRE EL ESPÍRITU Y LA REENCARNACIÓN
Poco nuevo puedo expresar en este foro sobre las numerosas demostraciones sobre la existencia del espíritu y la reencarnación. Todos conocen la obra de Kardec y la labor incansable de tantos y tantos médiums en pro de nuestro conocimiento de la real esencia de la vida y de la continuidad en el Más Allá.

También numerosos científicos han empleado buena parte de sus esfuerzos al estudio de casos de reencarnación y por tanto a la realidad de que existe un espíritu.

Podemos citar entre muchos otros a Ian Stevenson en su infatigable investigación sobre recuerdos espontáneos sobre vidas anteriores en 3000 niños durante 40 años, así como en el estudio de las marcas de nacimiento, señales que se reproducen de una vida anterior.

En Brasil, los doctores Guimaraes Andrade y  Fiorini han fijado su investigación en la similitud de las huellas dactilares y en las marcas de nacimiento (o birthmarks).

Las técnicas de Transcomunicación Instrumental, la hipnosis regresiva, intentan mostrar que el Más Allá no es una quimera, sino algo palpable.

La obra inmensa de Francisco Cándido Xavier no hubiese sido posible de ninguna manera bajo la estricta visión científica, así como las psicografías de tantos otros médiums que todos nosotros conocemos y que nos acompañan en esto momentos.

Dios existe. El espíritu existe y la reencarnación es un hecho, aunque estamos muy lejos de poder probarlo para una ciencia monista, materialista y a una sociedad basada en lo perecedero. Cuando llegue el momento, todo será demostrado. Recordemos al pobre Galileo y tantos otros adelantados en mundos anclados en las sombras que no supieron reconocer la verdad. Seamos pacientes, generosos y comprensivos. Recordemos que la verdad es eterna y las mentiras fugaces.

TRANSICIÓN SEGÚN LO EXPRESADO POR EL HERMANO JACOBO  en el libro “Volví” psicografiado por Chico Xavier.

Debemos exponer que no hay dos desencarnaciones iguales,  todo depende de la elevación moral de la persona, pero indudablemente hay ciertos patrones similares.

Como punto inicial es importante citar que los espíritus que nos van a ayudar necesitan que exista una combinación fluído-magnética apropiada. Esto es difícil de conseguir si el encarnado está inmerso en pensamientos comunes de la rutina diaria o no dispone de suficiente equilibrio psíquico-físico, con emisión de emociones de rebeldía y tristeza. La sensación de turbación en el espíritu recién desencarnado, es inevitable. La duración de esta turbación hasta recuperar una percepción espiritual nítida variará según la evolución de cada espíritu.

1º.- Sensación de dos corazones, uno descompasado y otro profundo, estable.

2º.- Sensación de choque en la parte posterior del cráneo, como si se abriese una compuerta.

3º.- Revisión de toda la vida, es recogida de una forma rapidísima, como un rebobinado de todos nuestros pensamientos.

4º.- Extracción de fluidos y corte de hilos paulatino, la ayuda espiritual en ese momento, muchas veces “anestesia” el dolor de dicho desprendimiento.

5º.- Visualización, en ocasiones, de un hilo plateado que une el periespíritu a la cabeza del cuerpo.

6º.- Consideraciones sobre el abandono del cuerpo, compañero de viaje en esta breve estancia. Supone una crisis, que la concentración en la oración puede aminorar o suprimir. La fijación en los intereses materiales supone fluidos gravitantes que nos pueden perturbar o retener.

7º.- Se aclara la visión del periespíritu, se notan cambios perceptivos, fenómenos ópticos, se dilata la capacidad visual. Si hay ayuda espiritual, nos comunican que se están esmerando en efectuar la separación del cuerpo.

8º.- En ocasiones, nos llevan al mar, para que sus vibraciones nos reajusten. El aire del mar es un alimento invisible. La percepción se magnifica como en la claridad en la visualización del sol o de la luna., pero si estamos muy unidos a los intereses materiales, no se va a producir esta percepción.

9º.- Se corta definitivamente el lazo que une el periespíritu al cuerpo. En algunos casos en los que el espíritu ha tenido una mentalidad muy escéptica y materialista, la espiritualidad permite que su periespíritu se vea ligado a los restos del cuerpo material, con la finalidad de que reflexione.

10º.- Si hay mucha ansiedad en los seres queridos encarnados, cae sobre el periespíritu, que debe resistir esas fuerzas de atracción. El entierro, funeral, etc, suele suponer una dura prueba para el recién desencarnado. No es aconsejable acercarse demasiado al cuerpo que se acaba de dejar, ya que nos pueden llegar sensaciones de desequilibrio.

11º.-  Hay entidades inferiores que intentan encadenarnos al plano físico, pero también hay “cordones”, por así decirlo, de vigilancia que nos ayudan. Hay que procurar no imantarse a los pensamientos desordenados de encarnados y desencarnados que crean un campo de de imantación al que nos podemos ver unidos...

12º.- La liberación está en función de la vida mental y de los ideales, pensamientos y obras que hemos tenido y realizado. Los hilos morales son más fuertes que los físicos, si hemos contraído grandes compromisos con nuestros semejantes, tendremos una cárcel en nuestras propias creaciones interiores por una conciencia intranquila. Necesitamos una “irradición luminosa” para un feliz desprendimiento, y eso se consigue vigilando nuestro pensamiento a lo largo de nuestra existencia como encarnados. Hay que pensar en lo ALTO.

Recordemos una vez más:  FUIMOS , SOMOS Y SEREMOS  LO QUE PENSAMOS.

CONCLUSIONES
Para terminar, y sabiendo, gracias al espiritismo, que nuestros problemas psicológicos y físicos en esta vida son producto de nuestras vidas pasadas y pruebas a superar para enriquecernos en la actual, creo que la mejor terapia para todos nosotros con vistas a una más feliz próxima reencarnación  es:

- DESARROLLO DE TODA LA CAPACIDAD DE AMOR FRATERNAL  POSIBLE.

- ACEPTACIÓN DE LAS PRUEBAS CON RESIGNACIÓN Y ESPERANZA  PARA SALIR MÁS FORTALECIDOS

-REFORMA INTIMA DE TODOS LOS ASPECTOS ESPIRITUALES NEGATIVOS  POSIBLES.

- PERDÓN Y OLVIDO VERDADERO DE OFENSAS

- ORACIÓN SINCERA
                                              
Ahora os pediría por favor que todos cerraseis los ojos, y, rebobinando el día de hoy que cada uno de nosotros haya tenido, volviésemos al instante en que todavía estábamos dormidos esta mañana.

Respiremos lo más profundamente posible, al hacerlo dejemos que salga cualquier tipo de angustia o inquietud que pudiémos tener.

Elevémos nuestro ser hacia el Señor, hacia Dios Padre al que, sin duda, agradará este momento y veamos todos como una luz brillante se refleja en nuestro interior.

Abracémosla. Fundámonos con ella porque es nuestro propio espírítu, que descansa en el envoltorio provisional de nuestro cuerpo y nos quiere indicar que seamos pacientes, que todo aquí es breve, que se espera mucho de nuestro caminar en el día de hoy, y que, por favor, seamos agradables con nosotros mismos y con los demás, con ese familiar o conocido que no nos acaba de caer bien, con el camarero que nos atiende y con las personas con que nos crucemos.

Hagámosle caso, sonriamos por un momento y sintamos ese auténtico placer que es el percibir un buen sentimiento en nuestro corazón. Despidámonos de esa luz con un intenso abrazo.

Al abrir los ojos, vamos a sonreir a la persona que tengamos al lado, sinceramente, con cariño.

¡Abramos los ojos!

- Alfredo Alonso-


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