sábado, 9 de julio de 2011

Almas enfermizas


Merchita

Todas las criaturas viven envueltas en el halo vital de las energías que vibran en lo intimo de su ser, y ese halo, está formado por partículas de fuerza que se irradian por todo el organismo, impresionando el olfato, agradable o desagradable; de acuerdo con la naturaleza del indivíduo que las irradia. 


   La muerte del cuerpo físico es el primer paso para la recolección de la vida, el Umbral, situado a la salida del campo terrestre, vive repleto de hombres y mujeres que atraviesan la gran frontera, en plena conexión con la experiencia carnal. Los espíritus en el más allá,como en la Tierra exhalan según la naturaleza del individuo que las irradia. Los espíritus en el más allá exhalan particularmente, como en la tierra su perfume característico.

El olor alarmante de la carne en descomposición, es característico de los espíritus desencarnados cuyo pensamiento continuo adherido a su cuerpo sepultado, en forma total.

Es necesario saber que nuestras creaciones mentales son preponderantes, fatalmente, en nuestras vidas. Nos liberan cuando se enraízan en el bien que sintetiza las Leyes Divinas, y nos encarcelan, cuando se afirman en el mal que expresa la delincuencia responsable, envolviéndolos por tal razón, en el lado sutil de la culpa. Aunque nos ausentemos del lugar del crimen, el pensamiento del criminal está prendido al ambiente y a la propia sustancia de la falta cometida.

El pensamiento actúa en forma de onda, con una velocidad muy superior a la de la luz, y no olvidemos que toda mente es dinamo generadora de fuerza creadora. Sabiendo que el bien es expansión de la luz y que el mal es condensación de sombra, cuando nos desviamos en la crueldad para con los demás, nuestros pensamientos, por ser ondas de energía sutil, al pasar por los lugares y criaturas, por las situaciones y cosas que afectan a nuestra memoria, actúan y reaccionan sobre si mismos en circuito cerrado, y nos traen así, de vuelta, las sensaciones desagradables, remanentes de nuestras obras infelices.

Todos estamos ligados unos a los otros, en la carne y fuera de la carne, y, por tanto, nos hallaremos libres o prisioneros, en el campo de la experiencia, de acuerdo con nuestras obras, a través de los vínculos de nuestra vida mental. El bien, es la luz que libera, mientras el mal, es la tiniebla que aprisiona…

El Gobierno de la Vida posee su sistema de contabilidad, expresada en el mecanismo de la justicia ineludible. Si en el círculo de las actividades terrestres de cualquier organización necesita establecer un régimen de cuentas para basar las tareas que le hablen de responsabilidad, la Casa de Dios, que es todo el Universo, no podría subsistir sin estar sometida a un orden.

La Divina Providencia La Magnanimidad Perfecta, generando sin límites tesoros de amor para distribuirlos con abundancia a favor de todas las criaturas, es también la Equidad Vigilante, en la dirección y en la aplicación de los bienes universales.

El Espíritu esté donde este gasta lo que no le pertenece, recibiendo todo como un préstamo del Padre Eterno. Los patrimonios materiales y la riqueza de la inteligencia, los procesos y los vehículos de la manifestación, el tiempo y la forma, los afectos y los rótulos honoríficos de cualquier procedencia son de la propiedad del Todomisericordioso, que nos lo concede a titulo precario, con el fin de que los utilicemos en el perfeccionamiento de nosotros mismos. Desde el electrón hasta los gigantes astronómicos de la Tela Cósmica, todo constituye reservas de las energías de Dios, que utilizamos para nuestro provecho, con su permiso.

Cada alma establece para si misma las circunstancias felices o infelices en que se encuentra, de acuerdo con las acciones que practica a través de sus sentimientos, de sus ideas y decisiones en la peregrinación evolutiva.

Aunque nos reconozcamos subordinados a los efectos de nuestras propias acciones, no podemos ignorar que el comportamiento de cada uno de nosotros, dentro del determinismo relativo, resultante de nuestra propia conducta, puede significar liberación abreviada o cautiverio mayor, perjuicio o mejoría en nuestra condición de almas endeudadas ante la Ley

De la justicia nadie puede huir, porque nuestra conciencia, despertando en camino de la santidad de la vida, aspira a rescatar dignamente todos los debitos con que se oneró ante la Bondad de Dios. El hombre excesivamente endeudado, necesita aceptar las restricciones de su confort para pagar sus deudas a expensas de sus propias economías. Por tanto, no puede vivir holgadamente, y si con abstinencias y con sudor, con el fin de liberarse lo antes posible.

En cualquier parte que el hombre se encuentre, encarnado o desencarnado, sus obras son corregidas por la Ley Divina, por tanto hay expiaciones en el Cielo y expiaciones en la Tierra.


Trabajo realizado por Merchita, extraído del Libro “Acción Reacción” de Francisco Cándido Xavier


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