miércoles, 3 de junio de 2015

El fanatismo

EDUCACIÓN PARA UN MUNDO MEJOR
Carlos Campety

Médium, periodista, orador, imparte charlas y seminarios sobre temas diversos a la luz del Espiritismo y de formación de trabajadores para centros espíritas. Dirigente del  centro de Estudios Espíritas Sin Fronteras y coordinador del ESDE del Campo Experimental de la FEB en Brasilia.

Al trabajar el contenido de lo que sería conocido como “la codificación espírita”, los Espíritus superiores anunciaron a Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo, que la Tierra se encaminaba hacia una nueva era: la de la regeneración. En aquel entonces, y hasta hace poco tiempo, el Planeta pasaba por un período de transición desde la condición de expiación y pruebas hacia la nueva etapa.

Ahora, la gran transición está en plena ejecución: nuestro Globo inicia los primeros pasos en la anunciada regeneración, en donde los cambios no son tan acentuados, por lo menos en sus comienzos, porque, así como la Naturaleza no da saltos en sus procesos evolutivos, los Espíritus, encarnados y desencarnados, ligados al Orbe, no evolucionan de un momento a otro. Así que, en el comienzo de la nueva era, siguen en situación de pruebas y con necesidades de espiar sus equívocos del pasado, o sea, de reparar, en nuevas oportunidades reencarnatorias, el mal que han producido en vidas anteriores. Pero, ahora, progresivamente, el mal perderá preponderancia y el bien ganará terreno en los corazones de los habitantes de ese hospital-escuela que es la Tierra.

En esos momentos, más que nunca, la educación gana una importancia capital para aquellos que empiezan a comprender y a comprometerse con esa idea de transformación de la sociedad. Estas personas, aunque entiendan el importante papel de las escuelas, en todos sus niveles, como instrumentos de preparación de los individuos para una desarrollar una vida social equilibrada y productiva, comprenden que la educación no puede quedar restringida a ese aspecto y se preguntan ¿dónde el niño y el joven en formación, como hijos de Dios, reciben ese algo más que les puede hacer ciudadanos útiles y conscientes de su papel fraternal en relación a su semejante?

Por eso, al tratar del tema de la educación, bajo el punto de vista del Espiritismo, no puede referirse únicamente a la educación volcada hacia los aspectos de la vida en el campo físico. La propuesta presentada por el Espiritismo trasciende la realidad que nosotros llamamos objetiva en el campo material. La propuesta es efectivamente de la educación del ser creado simple e ignorante por Dios nuestro Padre y que, a medida en que avanza en su evolución, va adquiriendo el libre albedrío, y con él la responsabilidad de sus acciones e inacciones cuando la Ley Divina le invita a actuar.

Dentro del contexto de la educación espírita, el individuo necesariamente llega a un momento en que le es imprescindible hacer la transición de un período de inconsecuencias, en que piensa que sus acciones, muchas veces automáticas, no generarán consecuencias, para asumir el control del proceso evolutivo de sí mismo.
Para auxiliar en ese momento de transformación, el Espiritismo vino a explicar la situación de la Tierra, de la mayor parte de sus habitantes. Vino a anunciar que esa condición de asumir progresivamente el control del propio proceso evolutivo es una conquista de cada uno en la medida de sus esfuerzos, de su interés, de su dedicación. Aclara, además que, en ese proceso, la educación moral no surge simplemente como una opción, sino como una condición imprescindible e inaplazable con la cual cada uno necesita comprometerse.

Allan Kardec ha dejado las directrices para esa educación en El libro de los espíritus. Él, como pedagogo, no ignoraba la importancia de las escuelas al ofrecer la instrucción para uso en la vida práctica. Pero, él ha reconocido que la educación que la Humanidad necesita no es solamente la instrucción. Ésta forma parte del proceso educativo. La instrucción es necesaria, pero no es suficiente. La escuela instruye, ¿pero quién educa?

Sobre eso, dicen los Espíritus superiores, pregunta 385 de  El libro de los espíritus: «los padres son los responsables, pues ellos son los educadores naturales de sus hijos, siendo esa responsabilidad intransferible».

Allan  Kardec completa este pensamiento al informar que la educación a que él se refiere, con los Espíritus superiores, no es aquella educación que se encuentra en los libros, no es solamente la cuestión didáctica. Se trata de la educación moral, que es el arte de formar los caracteres, proceso que debe ocurrir dentro del hogar. O, de otro modo, la vida va a formar, más tarde, al individuo a través del proceso del dolor y del sufrimiento. A los padres, madres, abuelos, responsables, corresponde ese gran desafío.

La educación para un mundo mejor empieza por nuestra propia transformación moral que va a influenciar, principalmente por el ejemplo del cambio de comportamiento y del esfuerzo por realizar todo cada vez mejor, que va a influenciar, decimos, a la nueva generación y nos dejará como herencia un mundo mejor que recibiremos, en el futuro, como nietos o bisnietos de nosotros mismos por el proceso de la reencarnación.

Esa es una condición imprescindible para que, como hijos de Dios, los seres humanos vengan a cumplir su papel dentro de la sociedad en ese mundo que puede ser cada vez mejor, brindando a sus habitantes condiciones de seguridad y paz que ya empiezan a ser opciones deseadas por una significativa parte de los Espíritus, encarnados y desencarnados.

De esa forma, en esos momentos en que la Tierra alcanza la era de la regeneración, sus habitantes son llamados a asumir el control de su proceso evolutivo, a planificar cómo quieren evolucionar, qué es lo que espera cada uno de sí mismo y qué es lo que puede ofrecer como contribución a la felicidad de los demás. Llegó el momento de la conciencia sobre la importancia de la educación moral del ser para la efectiva construcción de un mundo mejor.

1-        Para más información sobre ese asunto, léase El Evangelio según el Espiritismo, de Allan Kardec, Cap. III.

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          EL FANATISMO

Si en todos los aspectos de la vida adoptar una actitud fanática es de lo más lamentable que podemos apreciar en las personas, dentro del campo de la mediumnidad es asimismo de los mayores errores en que se puede incurrir. 

El fanatismo, como es bien sabido por todos, impide a la persona que pueda utilizar su facultad de análisis y de raciocinio para poder comprender los problemas y situaciones, así como las ideas y los nuevos conceptos que la sociedad a medida que va evolucionando incorpora a su forma de ser y de pensar. 

El fanático defiende a capa y espada, con desmesurado apasionamiento, sus propias creencias, cree que él está en lo cierto y de ese modo se limita no dejando lugar a otras posibilidades y alternativas. Las ideas, que son la fuerza que mueve al mundo, son muy difíciles de entrar en una mentalidad de fanatismo que habiendo alcanzado un mínimo de conocimiento se encierra en sí misma, y lo peor de todo es que a veces llega a criticar y atacar otras formas de entender la vida en sus múltiples aspectos. 

Esta actitud en el terreno de la mediumnidad es sumamente negativa, porque para llevar a la práctica una facultad mediumnica esperando conseguir resultados positivos, hay que tener una actitud analítica, de estudio y procurar estar al día en cuanto a los pro­gresos y las necesidades que la sociedad con­forme va avanzando requiere de todas las personas. La mediumnidad, al igual que todas las cosas está en constante evolución y sólo aquellos que posean una mentalidad analítica, estudiosa y aperturista podrán avanzar, al mismo tiempo que se mantendrán alejados de la posibilidad de quedarse anclados en el tiempo o poniendo en práctica facultades sin control de las mismas y fuera de todo orden ético y moral. 

El fanatismo entorpece mucho a los médiums poco estudiosos y a los que no razonan lo que reciben del plano espiritual, porque al no analizar y estudiar ¿cómo van a tener la seguridad de que el trabajo que realizan está bien o mal? 

Pero en la mediumnidad el problema es mucho más grande ya que no sólo afecta a los médiums, sino que arrastra consigo a muchí­simas personas que, por falta de información, por dejarse guiar fanáticamente creen todo lo que pueda venir por un médium, un curandero, un vidente, etc., habiéndose detectado y denunciado muchísimos fraudes, engaños, abu­sos deshonestos, etc. y todo ello aprove­chándose de la buena voluntad de las gentes y de su desconocimiento. 

Son muchos los grupos que acuden a los trabajos mediúmnicos sólo para que los protectores les solucionen sus problemas, que les digan lo que tienen que hacer, otros por la curiosidad de escuchar lo que van a decir los espíritus, otros para comunicar con sus familiares fallecidos, en definitiva, se tiene a los espíritus protectores como apuntadores, y eso es un error, porque esa no es su misión, y de ese error se aprovechan muy bien los espíritus de los planos inferiores que se cuidan a la perfección de satisfacer todas las curiosidades que podamos tener para mantenernos alejados del estudio personal y de la responsabilidad de realizar el trabajo que verdaderamente hemos venido a cumplir. 

A muchas personas les basta que los espíritus digan una cosa para creerla ciegamente, ¿es eso lo que quieren los espíritus superiores de nosotros? Si es esa la forma de proceder de nuestros guías debemos darnos cuenta de que estamos siendo engañados por espíritus burlones, por espíritus dictadores y de baja condición espiritual, porque los espíritus buenos nunca imponen nada, exponen y con gran delicadeza nos ayudan a comprender y nos llevan a razonar las cosas, para que lo veamos con claridad y, libremente, por propia convic­ción, lo llevemos a cabo. 

La ignorancia es pues para mí quizás la mayor aliada del fanatismo. "Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres", dijo el Maestro de maestros, vemos pues que el fanatismo lejos de hacernos libres nos estanca, nos limita y nos pone en manos de un bajo astral que cada día alcanza mayor fuerza y dominio sobre la humanidad, hemos pues de salir de ese estado y abrir nuestra mente hacia la razón por el camino del estudio y de la unión con todos aquellos que avanzan según las necesidades que nuestro ser interno cada día nos exige. 

El fanatismo ha sido también la causa de que muchas personas rehuyan el tema de la mediumnidad, porque se han visto tantas barbaridades, se han cometido tantos hechos ridículos, tantos abusos en todos los sentidos, se ha ofrecido una imagen de tanta ignorancia, que aquellos que tienen un buen sentido común y se dejan aconsejar por la lógica y la moral, no han tenido otra opción que repudiar la mediumnidad, porque eviden­temente su razón y su corazón les apartan de tales manifestaciones. 

Asimismo es también la causa de enfren­tamientos, de división y desunión entre grupos y personas, porque el fanático no puede entenderse con los demás, pues mientras unos van adelantando e incorporando a sus vidas nuevas ideas y descartando otras que estaban menos acertadas, el fanático se queda estancado y no puede seguir el ritmo de los demás, entonces aún se encierra más en sí mismo y es ahí donde corre el mayor peligro, pues mientras puede estar formando parte de un grupo, aunque le cueste, puede ir adap­tándose poco a poco, pero si se queda sólo corre el riesgo casi seguro de caer en las manos de ese bajo astral que todavía le sumirá en mayor confusión. 

F. H. H 

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