miércoles, 7 de marzo de 2012

La misión de la maternidad

María de Nazaret




El obispo de la Serena, Chile, don Ramón Ángel Jara, tuvo la oportunidad de escribir un texto muy poético que dice:
“existe una simple mujer que, por la inmensidad de su amor, tiene un poco de Dios:

Por la constancia de su dedicación, tiene mucho de ángel.

Que, siendo moza, piensa como una anciana y, siendo vieja, actúa con todas las fuerzas de la juventud.

Aunque ignorante, descubre los secretos de la vida  mejor que cualquier sabio.

Aunque sabia, asume  la simplicidad de las criaturas.

Pobre, sabe enriquecerse con la felicidad  de los que ama.

Rica, sabe empobrecerse para que su corazón no sangre herido por los ingratos.

Fuerte, se estremece al llanto de la criatura.

Débil, se revela con la bravura de los leones. Viva, no le sabemos dar e valor porque con  su sombra a todos los dolores se apagan.

Muerta, todo lo que somos y todo lo tenemos daríamos para verla de nuevo, y de ella recibir un apretón de sus brazos, una palabra de sus labios.

No exijan de mí que diga el nombre de esa mujer, si no quieren que empape de lágrimas ese álbum.

Porque yo la vi pasar en mi camino.

 Cuando crezcan sus hijos, lean para ellos esta página.

Díganles que un pobre viandante, a cambio de suntuoso hospedaje recibido, aquí dejo para todos el retrato de su propia madre.”

En la actualidad, la mujer asumió muchos papeles. Se lanzó  al mundo y se transformo en la operaria, juez, científica, profesora, militar, policía, secretaria, empresaria, presidente, general  y todo lo más que en el pasado era privilegio solo del hombre.

La mujer se torno en verdad en una supermujer que más allá de los quehaceres domésticos, conquistó su espacio en el mercado del trabajo.

Naturalmente, no para competir con el hombre, sino para sumar con él los esfuerzos de ambos  para el sustento  y el bienestar de la familia.

La reina del hogar se transformó en la mujer que actúa y desciende en la sociedad.

De las cuatro paredes del hogar para el palco del mundo.

Con todo, esa mujer soñadora, escritora, diputada, médica, administradora de empresa, no perdió la ternura.

Ella prosigue en su nido afectivo para acoger a su esposo y los hijos.

Equilibrada y consciente, ella brilla en el mundo  y dirige  el hogar.

Sin embargo interpreta muchos papeles, ella no olvidó de su más importante papel: el de ser madre.
*************

De entre todas las mujeres que se proyectaron en el mundo, realizando grandes hechos, nuestro recuerdo busca en el tiempo una mujer especial.

La historia no le registra grandes discursos, más el evangelio la anota gestos y palabras que valen mucho más.

Madre de un hijo muy especial, que revolucionó la historia, se mantuvo firme en la adversidad, en el dolor, ejemplificando lo que él enseñó.

No dejo testamento, riquezas o haberes más legó a la humanidad la excelente lección de la mujer  que engendró el hijo, lo alimento y lo entregó al mundo para servir al mundo.

Su nombre era María…
María de Nazaret.

( Aportado por Merchita )


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