sábado, 4 de junio de 2011

Amor, Salud y Felicidad




Amar es el camino para la salud y la felicidad

   Curar las dolencias del ser humano es algo que desafía incesantemente a los hombres de ciencia, llevando al hombre de ciencia a buscar años así por una terapia adecuada para los más variados tipos de enfermedades existentes y que aun están por venir. Esto se da de forma permanente, por cuanto al lograr buenos resultados terapéuticos frente a esta o aquella enfermedad, luego otra surge poniendo a prueba la inteligencia y la persistencia de esos hombres dedicados a aminorar el sufrimiento ajeno. Todavía, aparece en nuestros tiempos, no es que antes no existiese, pero descubierto por nosotros, y de forma bien categórica, el gran efecto curador del amor, volviéndose la exteriorizació n de ese sentimiento una auténtica panacea en el medio científico (1). El más interesante de ese nuevo tipo de “medicamento terapéutico” es que él no cuesta nada, puede ser suministrado por cualquier persona y se aplica con el paciente cerca o lejos de su curador. Ya habiendo sido realizado por médicos, la relación de la enfermedad con la fe y la oración, que son cultivos del propio potencial de amar de cada uno. Antes de curar con el amor, muchos médicos estudiosos del asunto llegaron a la siguiente conclusión: cuando se consigue que las personas curadoras se amen a sí mismas, algunas cosas increíblemente maravillosas comienzan a ocurrir, abarcando no sólo el aspecto psicológico sino sobre todo el físico.


Al tomar una postura psicológica altamente positiva y altruista, el mundo mejante, mejora, se cura, se reequilibra. Es necesario, así, al terapeuta inducir a sus pacientes y a ellos mismos a sentir y expresar el amor. Mucho se ha visto la cuestión del relajamiento terapéutico que conduce al ser humano a esferas interiores, proporcionando así momentos de tranquilidad y de reanimación, moldeando como consecuencia una salud más plena, o por lo menos el indicio de todo eso. Y se ha observado que el retorno del paciente después de esas terapias, él vuelve mucho más tranquilo, en comparación a como había empezado. Su tonus vibratorio, tensión, latido cardíacos son paulatinamente reequilibrados dando una sensación de bienestar profundo.



Compete, antes de todo, al terapeuta, trfísico interior del paciente sufre también alteración s

ransmitir de forma persuasiva a su paciente que él es amado por su curador y que él, enfermo, es una criatura digna de ser amada, la atención dada por los profesionales del área de salud será recurso imprescindible en el tratamiento. El amor es importante en la cura porque es el más significativo elemento de la vida humana, constituyéndose, sin embargo, como la síntesis de la vida en su expresión holística. Sugerimos la lectura del capítulo 18 del libro “Nuestro Hogar”, de la serie de André Luiz, psicografía de Chico Xavier, cuyo título es “Amor – Alimento de las Almas”, edición de la FEB. Somos creados por el Amor (DIOS), y cada uno de nosotros es parte integrante de ese amor, la pena es que aun no descubrimos a él entero.


El amor debe ser donado de forma espontánea, nunca compulsivamente. Amar no se impone, es un acto de libre elección. Nadie debe ser obligado a amar, porque amar es un movimiento energético del espíritu que se transmite y solamente así lo hace quien la tiene; no se falsifica una condición energética sin tenerla. Todo lo que es obligado causa embarazo y consecuentemente superficialidad. Por eso, ame no finja, y no fuerce a nadie a amarlo. Erróneamente se habla de “amor verdadero”, lo que llevaría a la suposición de la existencia del “amor falso”. Dado, a varias interpretaciones erróneas que existen sobre el amor. 



Ahora, amor es amor, sin grado alguno, y nosotros aducimos: no se conjuga, en esencia, el verbo amar en el pasado (yo amé), porque quien ama nunca deja de amar. En el presente y en el futuro, todo bien (yo amo, yo amaré) pero en pasado, no. Es una herejía al amor.

Varios son las formas de pasar a amarnos. Podemos recurrir a la meditación, a la oración, utilizar la música en busca del bienestar interior o simplemente nos colocamos delante de un espejo y decir a la figura allí reflejada que la ama, la quiere mucho, que ella es muy bella y que hará todo por amarla para siempre, con total fidelidad. Pare, ahora, y mire para usted mismo, ya vio como es una bella persona, mire bien, no finja, usted es bello, importante y merecer ser amado, primeramente por usted mismo, pues usted es el propio foco generador de ese amor.


El trabajo del terapeuta es el de poner al paciente de nuevo en el camino recto, o sea, aquel camino que lo llevará a valorizarse, autoperdonarse y amarse. Esto significa hacer que el paciente se sienta capaz de contribuir para un mundo mejor, ofreciéndole su amor.  El contacto físico para la cura (no es el sexual) tiene significativa importancia, es conveniente. Y cuando se ama, no se debe alimentar el recelo de abrazar el paciente, apretar su mano, demostrar cariño por él a través de ternura. 



La alimentación del resentimiento puede conducir a las personas hasta incluso el crimen. Aquello que no se dice es, generalmente, lo que más daño provoca en la criatura, enfermo o candidato a enfermar. El resentimiento es un veneno que nosotros mismos tomamos y esperamos que el otro muera. Los nervios del resentido se vuelve un gatillo listo a disparar la exagerada sensibilidad, pronto a explotar por cualquier motivo insignificante, en esas horas presentando un tipo de reacción desproporcionado al hecho desencadenador del resentimiento. Si nos viésemos delante de un espejo en ese momento de la replica, verificaríamos una transformació n profunda en nuestras entrañas hasta, un cambio radical de la fisonomía y expresiones físicas, desastrosas. 



El verdadero terapeuta no es alguien que lanza una mirada superior sobre el enfermo, sino aquel que considera el trabajo de cura como un diálogo y un aprendizaje, tanto para el paciente como para el curador. Paciente y terapeuta entran naturalmente en un proceso a través del cual uno termina por curar a otro, porque pasa a haber entre los dos una integración perfecta, uno sintiendo el que alcanza al otro, tal el grado de confidencia a que llegaron. Esa interacción se da cuando existe algo favorable o desfavorable que está siendo vivido por uno de los dos.



Llegaron los estudiosos de la terapia del amor a la conclusión, hasta cierto punto ya del conocimiento público, que lo fundamental es amar lo que se está haciendo. Por índole ancestral el ser humano solamente valora lo que pierde. Cuando la cosa perdida está a plena disposición poco o nada significa. Pues sin valorarnos, difícilmente valoraremos a los otros. 



La vida saludable y su dinamismo latente dentro de nosotros no lo notamos cuando estamos bien. Solamente cuando el velo de la muerte estaciona sobre nuestra cabeza nos chocamos con la posibilidad de su desarrollo. Recobrando la salud, volviendo la disposición de realizar, nos sentimos gratos, nos acordamos de Dios y a Él acostumbramos agradecer cuando alguien nos dice: “¡Como está usted bien!”. “Gracias a Dios”, es la respuesta nuestra, invariablemente. ¿Qué es la cura? Es todo un movimiento químico que ocurre en el interior de nuestras células, conduciéndonos a retomar de la unión con la vida en la plenitud de nuestra capacidad de acción.



Curarse es alcanzar mayores niveles de capacidad de amarnos a nosotros, al prójimo y a la vida, es aquel estado que nos conduce a la vida más plena. Vamos, con eso, notando que curarse es, en esencia, un fenómeno espiritual, por el hecho de tener su génesis en el espíritu. La cura es, pues, espiritual. Cuerpo sano es síntoma de espíritu, y no sólo del cuerpo, siendo ese procedimiento lo que los médicos más actualizados están haciendo. La síntesis del mensaje de Jesús es que llegásemos al momento de nuestra cura espiritual, al decir que prosiguiésemos viviendo y que no continuásemos pecando.



La cura analizada más detenidamente por los investigadores del área aun es un misterio. La medicina moderna se apoya en observaciones que, en su ausencia, son inexplicables. Se llega a la conclusión de que nadie conoce la actuación de droga alguna. Es lógico que la mayoría de los médicos prefieren ignorar que no sabe de hecho lo que ocurre, afirman sólo que tal remedio es eficiente, eso basta. Que importa, en esas horas, como se da el restablecimiento del organismo, ¿qué mecanismo son accionados y cómo interobran? El cliente se curó o fue curado, es todo lo que basta.



La cura aun permanece en la frontera existente entre el saber de la ciencia y la fuerza del pensamiento. Es de esta región, si así podemos decir, que se origina la cura. Llegar a este punto crucial es el desafío existente. En el tratamiento que conduce a la cura existe un elemento que supera la técnica y que es factor vital unificador de todos los agentes y métodos de cura que sólo ahora comienza a ser explorado y utilizado – el amor.



El amor tiene fuerza curativa, porque lleva a la relación afectiva, la capacidad de fundirnos, de volvernos uno, incluso que sea por breves intervalos con nosotros mismos, con el prójimo, con la vida. “El amor es alimento de las almas”.  Dijeron los autores del libro aquí utilizado como apoyo que precisamos encontrar un estado de armonía entre nuestras conciencias intuitiva y espiritual. Para tanto, es necesario tener en cuenta que el proceso de cura envuelve la comunión de tres fuerzas: 



1. Participación original y espontánea en la vida, libre de juicios; 
2. Percibir las profundidades de donde emana nuestro envolvimiento con la vida; y, 
3. Amar incondicionalmente.



Vale buscar la síntesis de lo que arriba acabamos de registrar, esto es, que amar es imprescindible y el mayor amor que ya estuvo aquí se llama Jesús. Urge que vivamos sus enseñanzas como la única forma de curar y de curarnos. Quien se cura, puede curar. Ahora, quien aun no alcanzó la propia cura… El Espiritismo, pues, enseña a amar cuando afirma la necesidad de practicar caridad para alcanzar la felicidad de vivir. 

(1) Todos estos informes médicos/cientí ficos están apoyados en el libro “Curar, curarse” organizado por Richard Carlson, Ph D y Benjamín Shield, libro de la Editora Cultrix



Artículo de Aluney Elferr Albuquerque Silva

extraido de la web : www.luzespiritual. org

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