viernes, 7 de noviembre de 2025

¿ Quién es Dios ?

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Análisis del orgullo  ( 2ª Parte )

2.-  La experiencia de estar presente ante una muerte esperada

3.- El peligro del ego disfrazado 

4.- ¿ Quién es Dios ?

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                  ANALISIS DEL ORGULLO 
( 2ª Parte)

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Que el Divino Maestro continué bendiciéndonos y podamos, esforzarnos en reconocer nuestro propio orgullo, para que poco a poco, ingresemos en la senda de la Humildad. Pues Jesús decía:

“Que el reino de los Cielos es para los humildes y no para los orgullosos”.

Los hombres cultos y talentosos, según el mundo, tienen por lo general una opinión muy alta de sí mismos y de su superioridad, consideran a las cosas divinas como indignas de su atención. Su mirada se concentra hacia su persona, no pueden elevarse hasta Dios.

A causa de su orgullo se rebelan en admitir el mundo Invisible, colocados en un pedestal, no desean descender. Jesús  nos quiso decir, que allí será admitido el que tenga simplicidad en el corazón y la humildad del espíritu; que el ignorante que posea esas cualidades será preferido al sabio que cree en si propio que en Dios. Cristo coloca la humildad en la virtud que acerca a dios y al orgullo entre los vicios que de Él alejan.

“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús diciendo. ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: cualquiera que se humille, como este niño, ese será el mayor en el reino de los Cielos.

 Aconteció un día de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante que era fariseo, estos le acechaban. (…) Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa refirió a los convidados una parábola diciéndoles:

Cuando fuerais convidados por alguien a alguna boda, no os sentéis en los primeros lugares, no sea que otro más distinguido este convidado y viniendo el que te convido, te diga: Da este lugar a este; y entonces te brinde el último lugar y lo ocupes con vergüenza. Ve siempre al último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de  los que se sientan contigo a la mesa. Porque el que se humilla será enaltecido y el que se enaltece será humillado.

Es el orgullo el que cierra los ojos al hombre, envanecido por su ciencia mundana. En la hora actual con las verdades reveladas por el Espiritismo, algunos incrédulos se asombran de que los espíritus realicen tan pocos esfuerzos para convencerlos de su autenticidad. Dios no quiere abrirles los ojos por la fuerza, puesto que se complacen en tenerlos cerrados. Llegara su vez, pero es menester antes que sientan las angustias de las tinieblas y reconozcan a dios, y no al azar, en la mano que hiere su orgullo. Dios escucha con bondad a quienes se dirigen a Él humildemente, y no a aquellos otros que se consideran más que Él.

Si rehúsan admitir la verdad, es porque su Espíritu no se haya todavía maduro para comprenderla, ni su corazón para sentirla. El orgullo es la catarata que empaña su vida. ¿De qué le sirve mostrar la luz a un ciego?

El terrible adversario de la humildad es el orgullo. Si Cristo prometía el reino de los Cielos a los más pobres es porque los grandes de la tierra se figuran títulos y riquezas son recompensas que se han  concedido a su merito, y que su esencia es más pura que la del pobre: creen que todo eso se les debe, de ahí que cuando Dios se los quita le acusen de injusto.

 Ciegos los orgullosos, no se dan cuenta que Dios no hace distinción en el cuerpo del rico y del pobre, ambos desnudos son iguales. El Creador no ha hecho dos especies de hombres. El rico es igual al pobre, esto al orgulloso le hace sublevarse diciéndose: ¿yo, nacido de noble casta, uno de los grandes de la Tierra? ¡Puedo ser igual a esa miserable que viste andrajosa! ¿Por qué lo puso Dios tan bajo y a mí, en cambio, tan arriba? y no son capaces de preguntarse ¿Qué eran antes de ser nobles y poderosos? ¿ Quien no les dice que eran antes más pobres que los últimos de su servidumbre? Dios puede bajar, nuestra altiva frente, en el momento que más alta la ponemos. En la divina balanza todos los hombres pesan igual. Únicamente las virtudes los distinguen  a los ojos de dios. Todos los espíritus son de una misma esencia y todos los cuerpos han sido modelados con idéntica arcilla. Vuestros títulos y nombres no cambian en nada las cosas, quedan en el sepulcro.

El obrar bien con humildad, ara que vallamos poco a poco demoliendo los altares erigidos al orgullo.

No debemos lamentar, las calamidades que nosotros mismos hemos acumulado sobre nuestras cabezas. Desconocíamos la santa y Divina moral de Cristo; no nos asombremos, de que la copa de la iniquidad haya desbordado en todas partes.

El malestar se ha generalizado. ¿A que atribuirlo si no es a nosotros mismos? ¿Qué buscamos aplastarnos los unos a los otros? No podemos ser felices sin la mutua benevolencia, y ¿Cómo podría existir esta junto con el orgullo? El orgullo, he aquí la fuente de todos nuestros males.

Hemos de destruirlo, si no queremos ver la humanidad perpetuarse sus funestas consecuencias. Para esto, un solo medio se nos ofrece, pero ese medio es infalible, y consiste en tomar por regla invariable de conducta la ley de Cristo, ley que hemos rechazado, o falseado en su integración. Tenemos más estima a lo que brilla y halaga la vista, que a aquello otro que toca el corazón. El vicio que se desarrolla en la opulencia constituye el objeto de nuestras adulaciones, en tanto solo dedicamos una mirada desdeñosa al verdadero merito que está en la oscuridad.

Un rico libertino se presenta en cualquier parte, perdido de cuerpo y alma, y todas las puertas se le abren, todas las atenciones son para el, y al hombre de bien que vive de su trabajo solo nos dignamos a concederle apenas un saludo.

 Cuando consideramos las personas según el peso del oro que poseen, o de acuerdo al apellido que llevan ¿Qué interés tendrán ellas en enmendar sus faltas? Muy distinto seria si el vicio dorado fuese castigado por la opinión pública como lo es el vicio harapiento. Pero el orgullo se muestra indulgente con todo lo que halaga.

“Siglo este de concupiscencia y de dinero” hemos permitido que las necesidades materiales prevalezcan sobre el buen sentido y la razón. Todos queremos elevarnos por encima de nuestros hermanos y la sociedad está sufriendo las consecuencias.

 Cuando el orgulloso alcanza limites elevados, es indicio cierto de una caída próxima, porque Dios hiere siempre a los soberbios. Si en ocasiones les deja ascender, lo hace para darles tiempo a reflexionar y enmendarse bajo la acción de los golpes, que de vez en cuando, asesta su orgullo para que les sirvan de advertencia. Pero, en vez de humillarse, el orgulloso se subleva. Entonces, es cuando han colmado la medida, i Dios los  derriba por completo, y su caída es tanto más terrible cuanto más alto habían subido.

 Pobre raza humana, cuyo egoísmo ha corrompido todos los caminos, recobra, empero, tu valor: en su infinita Misericordia, Dios te envía un remedio poderoso para tus males, un socorro inesperado en tu extrema miseria. Abre los ojos a la luz. Ve aquí en estas palabras las almas que vuelven para reconducirte a tus verdaderos deberes. Con la autoridad que nos otorga la experiencia, te decimos, que son muy poca cosa las vanidades y grandezas de la pasajera existencia, si se las compara con la eternidad. Allá es el mayor quien ha sido el más humilde entre los pequeños de la Tierra. Que el que más amó a sus hermanos es quien será más amado en el Cielo. Que los poderosos de este mundo, si abusaron de su autoridad, se verán reducidos a obedecer a sus servidores. Que la Caridad y la Humildad, en suma, esas dos hermanas que marchan de la mano, son los títulos más valiosos para obtener gracia ante Dios.

 Nunca nos entreguemos a la desesperanza, al abandono. No somos una piedra suelta en el lecho del río del destino, condenada a rodar incesantemente. Tenemos una meta, que nos aguarda y que alcanzaremos.

 Analicemos nuestros actos mediante la reflexión, y descubramos las incalculables posibilidades de realización.

 Es necesario que prestemos atención y cuidemos la conducta del vehículo carnal.

 - Mercedes Cruz Reyes-

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 LA EXPERIENCIA DE ESTAR PRESENTE ANTE UNA MUERTE ESPERADA                                


Muerte esperada ~ Cuando alguien muere en nuestra presencia, lo primero que se debe hacer es no hacer nada. No salga corriendo ni llame a la enfermera. No conteste el teléfono. Respire profundamente y esté presente tomando consciencia de la magnitud del momento.

Es una gracia estar al lado de la cama de alguien que amas mientras hace su transición fuera de este mundo. En el momento en que dan su último aliento, hay un increíble ambiente, casi sagrado en el espacio. Parece como si el velo entre los mundos se abriese.

No estamos tan preparados ni entrenados sobre cómo lidiar con la muerte, y a veces surge una especie de respuesta de pánico: "¡Están muertos!"

Sabíamos que iban a morir, por lo que su muerte no es una sorpresa. No es un problema a resolver. Es muy triste, pero no es motivo de pánico.

En todo caso, su muerte es motivo para respirar profundamente, detenerse y estar realmente presente en lo que está sucediendo. Si estás en casa, quizás pongas la olla y prepares una taza de té.

Siéntate al lado de la cama y estate presente durante  la experiencia en la habitación. ¿Qué te pasa? ¿Qué podría estar pasando con ellos? ¿Qué otras presencias hay aquí que podrían estar apoyándolos en su camino? Sintonízate con toda la belleza y la magia del momento.

Hacer una pausa le da a tu alma la oportunidad de adaptarse, porque no importa cuán preparados estemos, una muerte sigue siendo un shock. Si entramos directamente en modo "hacer" y llamamos a  cualquier teléfono de emergencias, mientras tanto nunca tendremos la oportunidad de asimilar la enormidad del evento.

Tómate 5 minutos, 10 minutos o 15 minutos simplemente para estar. Nunca recuperarás ese tiempo si no lo aprovechas ahora.

Después de eso, haz simplemente lo indispensable en el momento . Llama a la única persona que haya de  ser llamada. Involucra  cualquier sistema que sea necesario, pero involúcralo lo mínimo. Muévete muy, muy, muy lentamente, porque este es un período en el que es fácil que el cuerpo y el alma se separen.

Nuestros cuerpos pueden galopar hacia adelante, pero a veces nuestras almas no lo alcanzan. Si tienes la oportunidad de estar en silencio y estar presente, aprovéchala. Aceptar, aclimatarse y adaptarse a lo que está sucediendo. Luego, cuando el tren comience a rodar con todas las cosas que suceden después de una muerte, estarás mejor preparado.

No tendrás oportunidad de recuperar el aliento más adelante. Tienes que hacerlo ahora.

Estar presente en los momentos posteriores a la muerte es un regalo increíble para ti mismo, es un regalo para las personas con las que estás y también es un regalo para la persona que acaba de morir. Están a sólo un pelo de distancia; apenas están comenzando su nuevo viaje en el mundo sin cuerpo material. Si mantienes un espacio tranquilo alrededor de su cuerpo y en la habitación, se podrán marchar de una manera más hermosa. Es un servicio a ambos lados del velo.

Por Jorge Ducay

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  EL PELIGRO DEL EGO DISFRAZADO

              El peligro del ego escondido o disfrazado. Abundan en todo lugar

El ego tiene un impulso velado que le mueve a demostrarse a si mismo ser mejor que los demás, de muchas formas distintas. A veces, el impulso es tan velado e inconsciente, que el ego cree que está sirviendo a los demás, que está realizando un trabajo altruista, que se regala, que no pide nada para sí mismo, y eso le hace sentir una personal amorosa y entregada, digno ejemplo a seguir. Pues bien, ese actuar es solamente otra forma de competir, otra forma de explorar y experimentar la vida. Cuando el ego es servicial lo que busca es reconocimiento, está reclamando ser el mejor, y sentirse grande a través de una especie de autoengaño, creerse que no necesita nada, de modo que no reclama nada pero lo espera todo, su expectativa a ser reconocido y su ansia es muchísimo mayor a la persona cuyo ego alza la voz y dice abiertamente “aquí estoy yo y darme lo que me merezco”. 

El ego falsamente altruista, es un ego más madurado que el ego que abiertamente reclama atenciones. El ego falsamente altruista no reclama directamente ni reclama tanto. Su necesidad de demostrarse ser el mejor y un ejemplo a seguir es muy inconsciente, incluso parece no existir ya esa necesidad, sin embargo está. Su reclamo, su necesidad de reconocimiento se solicita indirectamente, su actitud es entregarse al otro y esperar el agradecimiento. Un agradecimiento que nunca llega cuando lo que nos mueve a ayudar a la otra persona es nuestra propia necesidad de sentirnos útiles y reconocidos. El agradecimiento viene cuando la otra persona pide ayuda, prestarse solo porque sabemos que somos muy útiles, es puro ego, pura necesidad egoísta, aunque muy velada. Se descubre a un ego escondido porque se cree que su conducta es la única correcta, y que sólo él tiene la razón. 

REYNALDO FORMOSO

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                  ¿ QUIEN ES DIOS?

                                                                



 Pregunta interesante esta, ¿ no?. 

    Si partimos del principio de creer solamente las cosas que vemos, sería difícil creer en la existencia de Dios, pues no podemos verlo. Pero si partimos del principio de que no hay efecto sin causa, ya es más fácil. Si no podemos ver a Dios, podemos sentirlo al ver su obra; y si de la nada, nada sale, toda  obra existente tiene que tener un autor. De ahí concluimos que Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todo cuanto existe.
     Para creer en Dios basta que pongamos nuestra mirada sobre su creación. El universo existe, por tanto tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios sería negar que todo efecto tiene una causa y admitir que de la nada puede salir cosa alguna.
     La Biblia dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Se deduce entonces que Dios tiene forma humana, por lo que a Dios  le dieron imagen humana: Un señor barbudo, sentado en un elevado trono sobre las nubes, impartiendo órdenes a sus  súbditos.  ¡ Ridículo ¿no? !. ¡ Como si fuese posible dar forma a algo que no podemos ver.
     En la Biblia está escrito: " No harás para ti escultura, ni imagen alguna de aquello que existe en lo alto, en el Cielo, o aquí abajo, en la Tierra, o de aquello que existe debajo de la Tierra, en las aguas. No te postrarás delante de ellas ni las servirás"- Exo. 20:4-6
     Dar forma a Dios sería como dar forma al viento que sopla sobre nuestro rostro, o al aire que respiramos. ¡¡ Imposible !!.
     Podríamos comparar a Dios como un fluido universal, invisible a nuestros ojos, pero que está presente en todos los lugares al mismo tiempo. 
     En cada átomo existente en el universo, por pequeño que sea, Dios está presente.
     Dios es eterno.-- Si hubiese tenido un comienzo habría salido de la nada o habría sido creado por un ser anterior. 
     Es inmutable, pues si estuviese sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían ninguna estabilidad.
     Es inmaterial, o sea, que Su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De otro modo no sería inmutable porque estaría sujeto a las transformaciones de la materia.
     Es único, pues si hubiese varios Dioses, no habría unidad de designios ni unidad de poder en el ordenamiento del universo.
     Es todo poderoso porque es único. Si no tuviese el soberano poder habría alguna cosa tanto o más poderosa que Él; no habría hecho todas las cosas y las que no hubiese hecho serían obra de otro Dios.
     Es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las Leyes Divinas se revela en las menores como en las mayores cosas, y esa sabiduría no permite dudar de su justicia ni de su bondad. La imagen de un dios vengativo y cruel que manda al infierno a todos aquellos que no,  concuerdan con él, fue  creada por Moisés, que tenía sus razones. Moisés era líder de un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado en el que tenía que combatir los abusos y los preconceptos enraizados, adquiridos durante el periodo de la esclavitud en Egipto. Para dar autoridad a sus leyes, les atribuyó un origen divino, tal como hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos. La autoridad del hombre precisaba apoyarse sobre la autoridad de Dios. Pero solamente la idea de un Dios terrible podría impresionar a los hombres ignorantes en los que el sentido moral  y el sentimiento de una delicada justicia, aun estaban poco desarrollados.
     La Ley de Moisés está compuesta por dos partes distintas: La Ley de Dios recibida en el Monte Sinaí, que se puede considerar como el primer libro psicografiado en la historia de la humanidad, y la primera Ley civil o disciplinaria, establecida por el propio Moisés. La Ley de Dios es inalterable; la Ley de Moisés era apropiada a las costumbres y al carácter de cada pueblo y puede ser modificada con el tiempo.
     Jesús no vino a destruir la Ley de >Moisés, pero la modificó profundamente. Tanto en el contenido como en la forma. Combatió constantemente los abusos de las prácticas exteriores y las falsas interpretaciones, y no les podía haber dado una reforma más radical, reduciéndolas a estas palabras: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo". Y añadió: Esta es toda la Ley y los profetaso sea, que todos los demás mandamientos y preceptos se sintetizan en esta sentencia de Jesús.
     t Dios no es un juez, sino un legislador !. El juez condena, el legislador hace las leyes. Cuando alguien comete un atentado contra la vida humana es llevado ante un jurado popular. Quien lo juzga es el Jurado. Quien lo condena es el Juez. ¿ Pero condena, basada en qué?. Basada en un código de leyes hechas por un legislador. Así es Dios. Sus leyes son inmutables por toda la eternidad y quien infringe una coma de estas leyes sufrirá las consecuencias por esta desviación o desobediencia.
    Jesús dice: " No harás a los demás lo que no quieres a  ti te hagan. Pues por Ley Divina toda acción provoca una reacción. Imposible plantar maíz y recoger trigo.... odiar a alguien y ser amados... dar un puñetazo  en una pared sin herir nuestra mano. La pared hasta se puede caer, pero en consecuencia nuestra mano quedará herida. 
    Por tanto, Dios no tiene culpa de nuestros sufrimientos. Sufrimientos a los que a veces no encontramos explicación en esta existencia. Tal vez la explicación puede estar en vidas pasadas. Por lo tanto nos hace libres. Nos dio el libre albedrío. Podemos seguir el camino que queramos. Pero a veces tomamos el camino equivocado y cuando lo percibimos ya es tarde; solo nos queda pagar el precio de nuestra ignorancia y de nuestra  testarudez, para no desviarnos más de él en nuestro futuro.
     Pero Dios, que no es vengativo, que no condena a nadie, está siempre esperándonos con los  brazos abiertos. Sabe que nos creó, no para que seamos eternamente malos, sino para que seamos santos, para lo cual necesitaremos muchas existencias en el plano físico.  Podrá pasar mucho tiempo. Centenas de años tal vez. Nos puede costar muchas encarnaciones... muchos sufrimientos; pero un día llegará en el que  comprenderemos lo que Dios quiere de nosotros; comprenderemos el significado de Su creación. En este día, como el hijo pródigo, arrepentido, volveremos a la casa del Padre, que estará con las puertas abiertas esperándonos, y con certeza que hará una gran fiesta para recibirnos.

Fuente:  " EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS y EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO"
ALLAN KARDEC

(  Elaborado por J.L.Martín  a partir del original escrito por -Sabino Rodrigues-)

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jueves, 6 de noviembre de 2025

Espejo del alma

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Historia de la Civilización a la luz del Espiritismo

2.- Responsabilidad y conocimiento de tu hijo

3.-  Orgullo ( 1ª Parte)

4.- Espejo del alma

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HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN A LA LUZ DEL ESPIRITISMO


                    LA VENIDA DE JESÚS
                                   EL PESEBRE

El pesebre señalaba el punto inicial de las enseñanzas salvadoras de Cristo, como expresando que la humildad representa la llave de todas las virtudes. Comenzaba la era definitiva de la mayoría de edad espiritual de la humanidad terrestre, al tiempo que Jesús, con Su ejemplo divino, entregaría el código de fraternidad y amor a todos los corazones.
Inútilmente los escritores materialistas de todos los tiempos habían vulgarizado el gran acontecimiento, ironizando sobre los altos fenómenos mediúmnicos que le precedieron. Las figuras de Simeón, Ana Isabel, Juan Bautista, José, así como la sublime persona de María, han sido muchas veces objeto de observaciones injustas y maliciosas. Pero la realidad es que sólo con la ayuda de aquellos mensajeros de la Buena Nueva, portadores de la contribución de fervor, creencia y vida, podría Jesús lanzar en la Tierra los fundamentos de la verdad inamovible.

                                                          CRISTO Y LOS ESENIOS
Muchos siglos después de Su ejemplo incomprendido, hay quien Le ve entre los esenios, aprendiendo sus doctrinas, antes de su labor mesiánica de amor y redención. Las mismas esferas más próximas a la Tierra, que por fuerza de las circunstancias se acercan más a las controversias de los hombres que al sincero aprendizaje de los espíritus estudiosos y desprendidos del orbe, reflejan las opiniones contradictorias de la humanidad, con respecto al Salvador de todas las criaturas.
El Maestro, sin embargo, a pesar de la elevada cultura de las escuelas esenias, no necesitó de su contribución. Desde sus primeros días en la Tierra, se mostró tal cual era, con la superioridad que el planeta Le conocía desde los lejanos tiempos de su principio.


           CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DE ISRAEL
Nada podemos decir de más de Su divino apostolado de lo que la cultura evan-gélica presentó en todos los siglos posteriores a Su venida a la Tierra, reafirmando que Su enseñanza de amor y humildad fue única en todos los tiempos de la humanidad.
De Él afirmaron los profetas de Israel, mucho tiempo antes del pesebre y del calvario: “Se levantará como un arbusto verde, viviendo en la ingratitud de un suelo árido, donde no habrá gracia ni belleza. Cargado de oprobios y despreciado por los hombres, todos le volverán la cara. Cubierto de ignominia, no merecerá ninguna consideración. Él cargará el fardo pesado de nuestras culpas y sufrimientos, tomando sobre sí todos nuestros dolores. Creeréis ver en Su figura un hombre doblado por el peso de la cólera de Dios, pero serán nuestro s pecados los que Le cubrirán de llagas sangrantes y Sus heridas serán nuestra redención. Somos un inmenso rebaño desgarra-do, pero para reunirnos en el camino de Dios, Él sufrirá el peso de nuestras iniquidades. Humillado y herido, no expresará la menor queja, dejándose conducir como un cordero al sacrificio. Su tumba será como la de un malvado y su muerte como la de un impío. Pero, desde el momento en que ofrezca Su vida, verá nacer la posteridad y los intereses de Dios han de prosperar en Sus manos”.

                                                                           LA GRAN ENSEÑANZA
Sí, el mundo era un inmenso rebaño desgarrado. Cada pueblo hacía de la religión una nueva fuente de vanidad, resaltando que muchos cultos religiosos de Oriente derivaban hacia el terreno disoluto de la inmoralidad, pero Cristo venía a traer al mundo los fundamentos eternos de la verdad y el amor. Su palabra, mansa y generosa, reunía a todos los infortunados y a todos los pecadores. Escogió los ambientes más pobres y humildes para vivir la intensidad de sus enseñanzas sublimes, mostrando a los hombres que la verdad no necesitaba el escenario suntuoso de los areópagos, los foros o los templos para hacerse oír en su misteriosa belleza.
Sus sermones, en la plaza pública, se dirigían a los seres más desprotegidos y abandonados, como para demostrar que Su palabra venía a reunir a todas las criaturas en la misma vibración de fraternidad y en el mismo camino luminoso del amor. Com-batió pacíficamente todas las violencias oficiales del judaísmo, renovando la ley anti-gua con la doctrina del esclarecimiento, la tolerancia y el perdón.

                            LA PALABRA DIVINA
No nos compete proporcionar una nueva interpretación de las palabras eternas de Cristo, en los Evangelios. Dicha interpretación está realizada por casi todas las escuelas religiosas del mundo, debiendo sólo sus comunidades y adeptos observar la enseñanza inmortal, aplicándola a sí mismos en el mecanismo de la vida de relación, de manera que se produzca la renovación general siguiendo el sublime ejemplo, ya que si el pesebre y la cruz constituyen una enseñanza inolvidable, mucho más deben representar para nosotros, los ejemplos del Divino Maestro, en Su trato con las vicisitudes de la vida terrestre.
De sus enseñanzas inolvidables se desprenden consecuencias para todas las áreas de la existencia planetaria, en el sentido de renovar los elementos sociales y políticos de la humanidad, mediante la transformación moral de los hombres dentro de una nueva era de justicia económica y concordia universal. Puede parecer que las conquistas del verdadero Cristianismo todavía sean remotas, observando las doctrinas imperialistas de la actualidad, pero hay que reconocer que han transcurrido dos mil años desde la palabra divina.
Dos mil años en que los hombres se han destrozado en Su nombre, inventando banderas de separación y destrucción. Han incendiado y se han aniquilado en el nombre de Sus enseñanzas de perdón y amor, masacrando esperanzas en todos los corazones. De todas formas, el siglo presente7 debe señalar una transformación visceral en la vida humana. El dolor completará las obras generosas de la verdad cristiana, porque los hombres han rechazado el amor en su marcha hacia el progreso.


            EL CREPÚSCULO DE UNA CIVILIZACIÓN
Se viene formando, hace mucho tiempo, una nube de humos, en los horizontes de la Tierra, llena de industrias de muerte y destrucción. Todos los países están convocados a conferir los valores de la madurez espiritual de la humanidad, vertidos en el planeta hace dos milenios. El progreso científico de los pueblos y sus más nobles y generosas conquistas están llamados al banquete de la matanza y la ambición, mientras la política del mundo se siente maniatada ante los dolorosos fenómenos del siglo actual, se realizan en el espacio nuevas actividades de trabajo, porque la dirección de la Tierra está en las manos misericordiosas y augustas del  Cordero.


                       EL EJEMPLO DE CRISTO
Sin referirnos a los problemas de la política transitoria del mundo, acordémonos que la enseñanza de Cristo quedó para siempre en la Tierra, como un tesoro para todos los infortunados y desvalidos. Su palabra construyó la fe en las almas humanas, haciéndolas   entrever sus gloriosos destinos. Es necesario volver a ver la creencia y la esperanza reuniéndose en nuevas catacumbas romanas para levantar el sentido cristiano de la civilización de la humanidad.
Muchas veces vamos a encontrar la divina palabra en los corazones humildes y afligidos, cantando el himno maravilloso de los bienaventurados. Y, para cerrar este capítulo, recordando la influencia del Divino Maestro en todos los corazones sufridores de la Tierra, recordemos el episodio del monje de Manila que, acusado de intentar la libertad de su patria contra el yugo de los españoles, es condenado a muerte y conducido al cadalso.
En el instante del suplicio, dice sollozando desesperadamente el pobre condenado:
–¿Cómo es posible que muera así, siendo inocente? ¿Dónde está la justicia? ¿Qué hice para merecer tan horrendo suplicio?
Pero un compañero corre a su lado y le dice al oído:
–¡Jesús también era inocente!...
Ante los ojos de la víctima pasa entonces una claridad de misteriosa belleza. Se secan sus lágrimas y la serenidad vuelve a su semblante pálido, y cuando el verdugo le pide perdón, antes de apretar el siniestro tornillo, le responde resignado:
–Hijo mío, no sólo te perdono sino que te ruego que cumplas con tu deber.

 Del libro  "A camino de la luz "
Historia de la civilización a la luz del Espiritismo.
Francisco Candido Xavier. Por el espíritu Emmanuel.


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RESPONSABILIDAD Y                            CONOCIMIENTO DE TU HIJO

La generación de un cuerpo humano para que en él se instale un espíritu, es una decisión grave, llena de implicaciones y consecuencias. Representa una invitación formal a alguien que existe en una dimensión que escapa a nuestros sentidos habituales, a quien proponemos recibirlo, criarlo y educarlo, ofreciéndole una nueva oportunidad de vida. El bebé no debe ser fruto de una decisión momentánea, de un impulso impensado, de una unión fortuita y como alienada. Hombre y mujer, generalmente jóvenes. que se unen, aunque no sea nada más que por una única y pasajera vez en su vida, deben de estar atentos de que de aquel momento fugaz puede surgir una nueva existencia para alguien.
 
   Cada ser es único en su estructura psicológica, preferencias, inclinaciones e idiosincrasia, solamente las características físicas son genéticamente transmisibles, como es, el color de la piel, de los ojos o del cabello, la tendencia a cierta conformación física, la predisposición a alguna enfermedad, o una salud más estable, los rasgos fisionómicos y cosas así. Por tanto, lo que hay que tener claro es que ellos no heredan características psicológicas como la inteligencia, o dotes artísticas, temperamento, buen o mal gusto, simpatía o antipatía, dulzura o agresividad.

  Padres inteligentísimos pueden tener hijos mediocres, lo mismo que padres aparentemente  poco dotados pueden tener hijos geniales. Personas pacíficas, generan hijos turbulentos y viceversa; padres desarmonizados producen hijos excelentes, equilibrados y sensibles.

Cada persona, cada niño, es único, es diferente, y aunque dos o más puedan tener en común algunas características o ser muy semejantes, cada uno de ellos es un universo propio, individualizado. Incluso los gemelos univitelinos, o sea, engendrados a partir del mismo huevo, traen en la similitud de ciertos rasgos físicos, diferencias fundamentales de temperamento y carácter que los identifican con precisión como individuos perfectamente autónomos y singulares.

Los hijos que traemos al mundo, esos espíritus o almas que nos son confiados, ya  en los cuerpos físicos que nosotros les proporcionamos a través del proceso generador, ¡ no son creados nuevecitos, sin pasado y sin historia !. Ellos ya existían antes, en algún lugar, tienen una biografía personal, tienen vivencias y experiencias, y vienen aquí a revivir y no a vivir. Están, por tanto, renaciendo, y no solamente naciendo.

El propio Cristo señaló que Juan el Bautista era el profeta Elías renacido, aunque no fuese reconocido por sus contemporáneos. En otro pasaje, hablando a Nicodemo, se admiró de que el ilustre miembro del Sanedrín ignorase esta verdad elemental, o sea, la de que es preciso nacer de nuevo para alcanzar la paz espiritual, a la que Jesús daba el nombre de el Reino de los Cielos o el Reino de Dios.

  Todos fuimos creados por ´Dios, sí, pero hace mucho, mucho tiempo. y no en el momento de la concepción o del mismo nacimiento. para "ocupar" nuestro cuerpo físico.

 Lo cierto, es que todos, al traer un hijo al mundo, tenemos una responsabilidad, sea cual fuere nuestro hijo o hija, brillante o deficiente, amigo o no tan amigo, sano o enfermo, comprensivo o rebelde.

 Por algún motivo que un día llegarás a conocer, él fue encaminado, atraído o invitado a venir en tu compañía. Difícilmente será un extraño total  cuyos caminos jamás se hayan cruzado con los tuyos en el pasado. No olvides que también tú eres un ser renacido. El niño es un espíritu que nos ha sido confiado durante cierto tiempo. Raramente es un ser moralmente perfecto y acabado. No es, tampoco, a no ser en casos raros, un demonio de maldad espantosa. La condición de ángel y los más tenebrosos grados del descarriamiento moral son extremos que, al revés de lo que solemos decir, no se tocan. Aquel que se pasa milenios, vida tras vida, en la sistemática práctica del error deliberado, acaba por descender tan hondo en la escala de los valores morales, que habrá de recorrer un larguísimo y penoso camino para retornar. Es difícil, pero no imposible, la tarea de la conquista de la paz.

No hay ángeles, ni demonios, únicamente criaturas que mucho se han perfeccionado o se descarriaron, pero que siguen siendo seres humanos. Las almas o espíritus designados para animar los cuerpos físicos de nuestros hijos son seres en evolución, como nosotros mismos, y por alguna razón estamos ligados a ellos por ciertos vínculos o compromisos.

El niño tiene que emprender un nuevo aprendizaje de la vida en las condiciones en que ha renacido. Tendrá, en fin, que readaptarse al medio en que ha venido a vivir, lo mismo que a las personas que le rodean como padres, hermanos, parientes, vecinos, amigos, etc., muchos de los cuales puede que incluso ya los conozca de vidas pasadas.

Es inevitable y necesario ese nuevo aprendizaje porque el recuerdo inconsciente del pasado se va borrando, para él, en el momento en que empieza a despertar en el cuerpo físico. La conciencia de un lado de la vida generalmente se conecta cuando se apaga la del otro lado. Es como si estuviésemos dotados de un interruptor con dos terminales. Al encender una lámpara, automáticamente apagas la otra. Para acordarte de tu pasado, es preciso desligarte del cuerpo físico, cuando duermes, por ejemplo, o cuando estás desmayado. En esos momentos la conciencia no está presente. A decir verdad, la conciencia no se apaga en un lado para encenderse en el otro, sino que únicamente se desplaza de uno al otro lado, o sea, va juntamente con el espíritu, que tiene la costumbre de desligarse parcial y temporalmente del cuerpo físico que le sirve de albergue y de instrumento.

No asumas, para ante el hijo que está por nacer, una actitud hostil, negativa, de rechazo o de desamor e indiferencia. Si se ha iniciado el proceso de gestación, sean cuales fueren las condiciones, alguna razón habrá para que aquel espíritu se haya aproximado para acoplarse al cuerpo físico en formación en el vientre de su futura madre.

La gestación de un cuerpo físico puede resultar de una aventura irresponsable, pero el espíritu que en él ha venido a habitar no resulta de un mero juego de imponderables y casualidades – es una criatura humana preexistente, que se prepara para una nueva pasantía en la carne. No lo despaches de vuelta, no empieces a agredirlo con pensamientos negativos de rechazo y desamor, no lo hostilices.

Sea cual fuere la situación, no es por casualidad que un espíritu se acerca a ti, en busca de la oportunidad del renacimiento.

El compromiso maternal y paternal, no pueden ser dejados de lado, Dios siempre te pedirá cuentas de los espíritus que dejo a tu cargo y por los cuales deberás responder frente a la tarea que te compete ante ellos.

Extraído del libro “Nuestros Hijos” de HERMÍNIO C. MIRANDA

            

                       ANALISIS DEL ORGULLO 
( 1ª Parte)

¿Qué es el orgullo?

Es el elevado concepto que alguien se hace de sí mismo; es una especie de amor propio que nos inspira una idea exagerada de nuestro merito que nos incita a inculcarlo a otros; es un defecto del alma humana, invadiendo lo más intimo de la persona; es el vicio de la inteligencia, así como la humildad es su virtud. Como la inteligencia es la parte más noble del ser humano, su virtud es la mayor de todas las virtudes y su vicio es el peor de todos sus vicios.

 El orgullo no encuentra hospedaje en una persona de inteligencia equilibrada; esta se rinde a la constatación de la verdad, que acabó con cualquier presunción. La realidad de nuestras propias limitaciones es el más eficaz de los convites a la humildad.

 Es de los labios de los científicos y filósofos, esto es, de las personas realmente sabias que se recogen las más sorprendentes manifestaciones condenando cualquier tipo de orgullo. Una cultura que despertase el orgullo no sería una cultura con (mayúscula) – que se coloca ante la realidad con la intención de comprenderla – pues sería una cultura que presta culto a su propio ego.

 El orgulloso no se preocupa de conocer la verdad, sino en ocupar una posición en la que pueda ser el centro la norma; libre de cualquier subordinado, pretende que todo este sujeto a sí mismo.

La afirmación de que el orgullo es el padre de todos los vicios no es un lugar común, repetido por el uso, sino una verdad que justifica esa afirmación.

 El orgulloso posee todos los vicios:

 Es egoísta. Coloca su persona en el centro de todo, sirviéndose de una inteligencia incensada por el orgullo para justificar este egoísmo suyo.

 Es injusto De hecho, justicia significa respetar los derechos de los demás, mientras que el orgulloso solo reconoce un derecho; el suyo, que no le impone ninguna especie de obligación, pues él ignora la correlatividad de los términos y la dialéctica de las relaciones en la vida en sociedad.

 Es ingrato. Solo el recuerdo de cualquier dependencia, próxima o remota, ya lo hace sufrir y se libera de ella rechazándola; mientras que la gratitud envuelve el reconocimiento de que una mano extraña nos ayudó a ser lo que somos. Él es fruto solo de sí mismo, pues el orgullo no le permite compartir con otros sus merecimientos.

 El no tiene religión. Quien no admite ninguna dependencia de Dios. ¿Cómo podría tolerar que su alma se vuelva agradecida al Creador? El sentimiento religioso se basa en el reconocimiento de que fuimos creados y de que existe un Dios que cuida de todo; sin embargo, el orgulloso, no precisó que lo ayudasen a nacer y tampoco precisa que lo ayuden a vivir: ¡Su orgullo cuidará de todo!

 Es inmoral. Es incapaz de admitir vínculos morales para su comportamiento quien se juzga superior a las leyes. Sus actos no precisan respetar moral alguna, pero imponen a otras normas morales.

 Es fanfarrón. Está siempre hablando de si, atribuyéndose elogios por hazañas jamás realizadas; expone como proezas actos que solamente su exagerada jactancia considera como tales. 

Es prepotente, arrogante, insolente y violento. Y se podría señalar, no para demostrar que el orgullo es de hecho el padre de todos los vicios, sino porque  el orgulloso realmente los posee todos, incluso el de presentarse con actitudes humildes y modestas.

 Cuando el orgulloso habla de los otros, lo hace con desprecio y con sentimientos de compasión. Está claro que conversar contigo sobre ti y sobre los otros ya sería un acto excepcional; habitualmente evita la compañía de los demás, incapaces de comprenderlo, recogiéndose a meditar sobre su incomprendida grandeza.

 Solamente el orgulloso es capaz de entender su ego y de dialogar con su orgullo, los otros son míseros mortales que merecen el desprecio, o si él quisiera ser benévolo, su compasión. Ya que lo quiere así, déjenlo solo; no lo perturben en la meditación sobre sus merecimientos. De eso se encargará la amarga soledad, que lo punirá por su orgullo. Cuando tuviere necesidad de los otros, no los encontrará. Es el castigo que se merece. Solo que, entonces, nos acusará a todos de ser orgullosos. Es muy cierto que los defectos de los demás son los nuestros vistos en los otros.

Pero, ¿será que esta meticulosa excavación hecha en el alma vivida del orgulloso estará realmente exenta de un secreto deseo de  descubrir en él algo que existe dentro de nosotros mismos?

 Está claro que el orgulloso hace mal en acusar a los otros de orgullo; pero, ¿Quién de nosotros estará totalmente inmune de un vicio que nació junto con el ser humano y que tal vez lo verá morir? Que no seamos totalmente víctimas de un vicio no significa que estemos totalmente exentos de el. Existen dos cosas irreales: un ser humano que sólo tenga vicios y por otro lado, un ser humano que solo tenga virtudes. 2Por detrás de la cortina del Yo” conservamos lamentable ceguera frente a la vida.8…)

 En todo y en todas partes, nos apasionamos por nuestra propia imagen.

 En los seres queridos, habitualmente nos amamos a nosotros mismos, porque, si demuestran puntos de vistas diferentes de los nuestros, aunque estos sean superiores a los principios que abrazamos, instintivamente disminuimos el cariño que les consagrábamos.

 En las obras que hacemos del bien a que nos dedicamos, estimamos, por encima de todo, los métodos y procesos que se exteriorizan de nuestro modo de ser y entender, porque si el trabajo evoluciona o se perfecciona, reflejando el pensamiento de otras personalidades por encima de la nuestra, operamos casi sin percibirlo, con una disminución de nuestro interés  en los trabajos iniciados.

 Aceptamos la colaboración ajena, pero sentimos dificultades para ofrecer el concurso que nos compete. Si  nos hallamos en una posición superior, donamos con alegría una fortuna al hermano necesitado que sigue con nosotros en condición de subalterno, a fin de contemplar con voluptuosidad nuestras cualidades nobles en el reconocimiento de largo curso al que se siente constreñido, pero rara vez concedemos una sonrisa de buena voluntad al compañero más rico o más fuerte, puesto por los designios divinos a nuestro frente.

 En todos los pasos de la lucha humana, encontramos la virtud rodeada de vicios y el conocimiento dignificante casi sofocado por los espinos de la ignorancia, porque, infelizmente, cada uno de nosotros de modo general, vive buscando su propio “Yo”

Entre tanto, gracias a la Bondad de dios, el sufrimiento y la muerte nos sorprenden en la experiencia del cuerpo y más allá de ella, arrebatándonos a los vastos continentes de  la meditación y de la humildad, donde aprenderemos, poco a poco, a buscar lo que pertenece a Jesucristo, a favor de nuestra verdadera felicidad, dentro de la gloria de vivir.

 ( Continúa ....)

                                                 **********************************


                      ESPEJO DEL ALMA


     Cuando somos jóvenes, generalmente tenemos una buena relación con el espejo.
     Paramos ante él y nos miramos de cuerpo entero y desde todos los ángulos.
     Tenemos el coraje de observarnos y de enfrentar posibles desajustes físicos,  y el futuro está a nuestro favor.
     Somos más flexibles, desarmados, versátiles, y mas dispuestos a los cambios. Gustamos de cambiar opiniones y acatamos ideas nuevas con facilidad.
     Nuestra alma, tanto como nuestro cuerpo, está en constante transformación. Estamos siempre buscando nuevos significados para las viejas ideas.
     Con el paso del tiempo vamos evitando espejos que reflejen nuestro cuerpo por entero. Buscamos si  acaso aquellos que reflejen solo del cuello hacia arriba.
     Huímos de nuestra apariencia porque no nos gusta o porque aún deseamos ver reflejado aquel cuerpo joven de cabello abundante y piel lisa y brillante.
     Y porque no nos gusta nuestra imagen huímos del espejo, como si eso resolviese nuestro problema.
     Así  también acontece con las cuestiones del alma´
     Cuando somos jóvenes tenemos el coraje de reflexionar sobre nuestras actitudes, nos gusta aprender cosas nuevas y estamos dispuestos a enfrentar desafíos.
     Buscamos respuestas para nuestras dudas y no tememos las críticas por entender que ellas nos ayudan a crecer.
     Pero cuando las gorduras del comodismo se van acumulando en nuestra alma, comenzamos a huír de espejos que nos muestren tal como somos.
     Las ideas se van cristalizando y ya no tenemos tanta disposición para reciclar nuestra memoria.
     Nos posicionamos en un área de confort y nos dejamos llevar por las circunstancias, sin tantos esfuerzos.
     Para muchos es como si una influencia paralizante les tomase por asalto.
     Ya no se interesan más por el conocimiento ni por hacer nuevas amistades o cuidar un poco su cuerpo y su salud.
     Olvidados de que la sabiduría no está en la espina dorsal ni en la piel joven o en una espesa cabellera, se entregan al desánimo como si estuviesen llegando al final de la línea.
     No se dan cuenta de que en cuanto respiramos ya es tiempo de aprender a crecer, de hacer ejercicio y eliminar las gorduras indeseables.
     En cuanto podemos contemplar el espejo físico, nos podemos observar y hacer esfuerzos para corregir lo que juzguemos necesario.
     En cuanto la vida nos lo permite, debemos volver a mirar el espejo de la conciencia y ajustar lo que sea preciso, para que quedemos más bellos y más sabios.
     Arreglar los pensamientos y reciclar las memorias infelices que teníamos archivadas en los rincones del ser.
     Repensar conceptos, rehacer ideas, resisar actitudes y posturas.
     Solo así anularemos el deseo constante de huír del espejo, de huír de nosotros mismos, fingiendo que somos felices enmascarando la realidad.
     No luche contra la naturaleza, deseando asegurar el tiempo con las manos.
     No deje que su sabiduría se esconda en las arrugas de la piel, ni pierda el brillo de los cabellos blancos.
     La belleza de su alma es independiente del cuerpo físico.
     Que su grandeza se refleje en su forma de pensar, sentir y actuar, y no en la imagen proyectada en el espejo.
     Piense en eso y obsérvese de cuerpo y alma, por entero.
     Acuérdese que solo a usted cabe la decisión de asumir la realidad y modificarla cuando y como se juzgue necesario.
¡ Piense en eso !
      Es peor estar insatisfecho con el cuerpo y con la insatisfacción de la propia conciencia. Esa insatisfacción le roba la paz, la alegría, la voluntad de crecer y ser feliz. Por eso es importante recordar que usted puede modificar esa realidad cuando lo desee.
     Basta invertir en su mejoría íntima aireando su mente, eliminando preconceptos y adquiriendo conocimientos que le traigan satisfacción y paz de conciencia.
¡ Piense en eso, pero piense ahora, antes de que sea tarde!
(Eliane de Pádua)
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"Enseñar no es herir. Es orientar al prójimo, amorosamente, para el reino de la comprensión y de la paz."
- Andre Luiz-
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