sábado, 8 de junio de 2024

Una visión del Espiritismo para la actualidad (4 de 4)

INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Una visión del Espiritismo para la actualidad (4 de 4)

2.- Mirada espírita sobre la homosexualidad

3.- Arquetipos espíritas a evitar

4.- Mensaje espiritual (psicografía)

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UNA VISIÓN DEL ESPIRITISMO PARA LA ACTUALIDAD (4 de 4)

                             


NECESIDAD DE UN REPLANTEAMIENTO CRÍTICO DEL LENGUAJE DEL ESPIRITISMO

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( Viene de la anterior publicación)

Otro aspecto que nos parece interesante tocar es el del lenguaje en el Espiritismo. Creemos que es necesario una permanente actualización del lenguaje espiritista, mediante una puesta en común periódica dentro del movimiento, en los foros de reunión y debate que se establezcan, donde se tomen resoluciones consensuadas cuando aparezcan dudas, para el uso de una terminología común. 

En la nomenclatura espiritista habitual hay términos confusos e imprecisos. Parte de ese lenguaje ha sido y es utilizado habitualmente en otros contextos, con lo cual se presta fácilmente a la ambigüedad en lo que respecta a su significado. Resulta necesario entonces, a falta de términos precisos, acudir a farragosas explicaciones o a sutiles matizaciones que no ayudan precisamente a la claridad de las ideas, porque si bien existen argumentos en favor de un significado, hay casos en que pueden esgrimirse otros, con no menos derecho, que apuntan en direcciones bien diferentes. Pongamos un sólo ejemplo:

 El término “espiritista” o “espírita”, es causa de grandes equívocos cuando se usa como adjetivo y es aplicado para caracterizar a la fenomenología mediúmnica, de tal forma que frecuentemente se habla de “fenómenos espiritistas o espíritas”. Esta expresión es una puerta abierta a las falsas interpretaciones, porque da pie a catalogar cualquier reunión de experimentación mediúmnica como reunión espiritista, y bien sabemos los espiritistas la enorme cantidad de problemas ocasionados por la igualación artificiosa de las expresiones “sesión mediúmnica” y “sesión espiritista”. No toda sesión mediúmnica es espiritista y no toda sesión espiritista es mediúmnica. Lo que identifica a una sesión mediúmnica como espiritista, es que se realice con la finalidad y los patrones filosóficos, éticos y técnicos desarrollados en el Espiritismo. 

Esas sesiones en las que se experimentan contactos con el más allá y a las que indiscriminadamente se las denomina “sesiones espiritistas” sin serlo, que en no pocas ocasiones incluyen los más demenciales y absurdos ceremoniales, invocaciones mágicas, excentricidades, uso de alcohol o de drogas, etc., como en las que se comercia con el interés o el dolor ajenos, muchas de las cuales desembocan en situaciones desagradables, esas reuniones, repetimos, nada tienen que ver con una sesión espiritista ni con el Espiritismo. 

Si verdaderamente hay actividad de contacto espiritual -de bajo tenor, claro- se las podrá llamar de forma general “sesiones mediúmnicas”. La expresión “sesión mediúmnica espírita o espiritista”, debe calificar exclusivamente a aquella sesión mediúmnica que se realice bajo los patrones desarrollados en el seno del Espiritismo atrás mencionados. Igualmente, se debe hablar de fenómenos mediúmnicos y no de fenómenos espiritistas, por las mismas razones apuntadas. 

El movimiento espiritista, al igual que ocurre en toda ciencia, necesita plantearse una revisión constante de su terminología, procurando que los significados y los significantes sean cada vez más ajustados. Todo ello redundará, sin duda, en la mejor divulgación de la doctrina espirita. 

 Referencias: (1) Así podemos leer en “La Génesis”, Cap. I, nº. 55: “El Espiritismo, marchando con el progreso, nunca quedará rezagado: porque si nuevos descubrimientos le demostrasen que está en el error en un punto dado, se modificaría en este punto, y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría.”

- FIN -

- Oscar M. García Rodriguez- del Grupo Espírita de la Palma-

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Mirada espírita sobre la homosexualidad

                                                       


¿Te lo has preguntado a menudo? Creo que, como yo, muchos tuvieron esta duda al profundizar en el estudio del espiritismo en relación con las dudas cotidianas.

Bueno vamos a algunos pensamientos del espiritismo:

El espiritismo cree que el amor, en toda su forma pura, es equivalente. Jesús nos pidió que nos amemos los unos a los otros, seamos hombres o mujeres, hermanos o hermanas, amigos o incluso enemigos.

Siguiendo esta lógica, entendemos que toda forma de amor, siempre que sea verdadero, puro y basado en el RESPETO mutuo , es la forma de amor que Jesucristo nos enseñó. Por lo tanto, tenemos que preguntarnos: ¿por qué una pareja homosexual, donde los dos miembros se respetan y se aman de verdad, sería algo contra la ley del amor?

Ahora, analizando el retorno de este pensamiento, tenemos la siguiente situación: ¿No sería más dañina la ley del amor, una pareja heterosexual en la que los miembros de la pareja no se respetan, llevan una vida frívola y revoltosa? De acuerdo con la lógica espírita, una unión sólo es inválida bajo la ley del progreso y del amor cuando una de las partes utiliza indebidamente la energía sexual, la confianza y el respeto. En otras palabras, el espiritismo NO es contra la unión homosexual, sino contra CUALQUIER unión, homosexual o heterosexual, en la que se demuestra el irrespeto y sobre todo la promiscuidad, en la que se quita la ley del amor.

¿El Espíritu tiene sexo?

Así llegamos a uno de los puntos clave de la cuestión de la homosexualidad. Kardec pregunta en el libro de los espíritus, pregunta 200 :

¿Los espíritus tienen sexo?

No como tú lo entiendes, ya que los sexos dependen de la organización. Hay  amor y simpatía entre ellos, pero basados ​​en la concordancia de sentimientos”.

Entendemos por esto que los espíritus no tienen un sexo definido, ya que en la ley del progreso deben pasar por las pruebas de encarnar en ambos sexos, para aprender y evolucionar en las diferentes situaciones que requiere cada género.

El Espiritismo enseña que el alma cuando encarna, puede adoptar indistintamente el cuerpo de hombre o el de mujer.

Las Almas o Espíritus no tienen sexo; las afecciones que los unen nada tienen de carnal. Se fundamentan en una simpatía real, por eso son más duraderas. (Libro de los Espíritus, pág 2 y 3)

Kardec enfatiza esta explicación en una nota a la pregunta 203 :

Los espíritus encarnan como hombres o mujeres, porque no tienen sexo. Como han de progresar en todo, cada sexo, como cada posición social,  les proporciona especiales pruebas y deberes, y con esto la oportunidad de adquirir experiencia. El que sólo como hombre se encarnaría sólo sabría lo que saben los hombres.

¿Cómo se explica que haya personas con tendencias homosexuales?

Según la literatura espírita, la homosexualidad puede en algunos casos ser espíritus que, acostumbrados a reencarnarse sucesivamente en un cuerpo de determinado sexo, al reencarnarse en el otro, traen consigo algunas sensaciones experimentadas en encarnaciones anteriores. Esto explica la diferencia de personalidades de los seres del mismo sexo en relación a ciertos “gustos” considerados como niños o niñas en la sociedad actual.

Hay, por supuesto, casos en que las personas se someten a tal comportamiento de manera irreflexiva y lasciva, lo que en cierto modo viola la ley del amor y la fraternidad.

Consideraciones finales

Entendemos entonces que el espiritismo no está en modo alguno en contra de la homosexualidad y parafraseando a nuestro querido Divaldo Franco:

“El espiritismo, de ninguna manera, está en contra de la estructura homosexual del individuo, no estando de acuerdo, sin embargo, con la pederastia, es decir, la entrega del homosexual a hábitos y prácticas perturbadoras, que es muy diferente”.

Si tú que lees esto eres homosexual, comprende que no estás enfermo y de ninguna manera serás condenado por Dios según la doctrina espírita, siempre que respetes las Leyes del Amor que son de alcance general. Si el lector tiene algún familiar en estas condiciones de descubrirse homosexual, comprenda, no juzgue, no se apresure, tenga calma, fe y esperanza.. En vez de juzgar, necesitamos aceptar para que la marcha evolutiva del individuo en cuestión no tenga obstáculos que no sean creados por él mismo. Sabemos que el mayor problema de los padres en este caso es el miedo a que el niño sufra por la sociedad machista opresiva actual, pero siempre ten en cuenta que al final es a Dios a quien debemos rendir cuentas, y al que debemos apoyar siempre. nosotros mismos en Él y en tus mensajeros de la buena noticia, espero haber ayudado a nuestros hermanos, quédate en la paz de Dios, Jesús nos bendiga, ¡Mucha Paz!

 - Felipe Gama -

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   ARQUETIPOS ESPÍRITAS A EVITAR


                                                              

 A veces, bajo el manto de lo doctrinario se camuflan muchas debilidades y rasgos negativos de nuestra naturaleza inferior.  Pensar que por ser espíritas sólo se puede esperar de nosotros bondades es inocente, y por supuesto, del todo irreal. Esto no lo digo con ánimo de incomodar o censurar (esa no es mi línea), sino para que reconozcamos ciertas pautas de nuestro carácter, o ciertas actuaciones no del todo consecuentes de lo que se espera de un discípulo de la escuela de Kardec; y reconociéndolas en uno, tratemos de trabajarlas. 

 Los alarmistas: Ni disfrutan, ni saben fluir con espontaneidad. En todo ven la amenaza del Umbral o las maniobras de los obsesores (y por supuesto, si alguien tiene una ocurrencia divertida o poco “evangélica” está obsesado, va camino de estarlo o no es una compañía suficientemente “elevada”). Les vendría bien desconectar con más frecuencia su piloto rojo, excesivamente sobreestimulado, y ejercitar la espontaneidad y la confianza. Adolecen de mucho depósito de doctrina, y no tanto de Espiritismo. 

Los apologistas: Para ellos el Espiritismo se hace a golpe de dogma (aunque no lo vean así). No admiten objeciones, análisis u otras lecturas sobre nada de lo que está escrito. Si está escrito o lo ha dicho don fulano: es ley. En algún momento de su iniciación obviaron o no terminaron de asimilar que nadie está en posesión de la verdad absoluta, que no se deben seguir patrones fijos (que la crítica sana y el libre examen son rasgos que el mismo Espiritismo alienta). Les iría mejor si se desaprendieran ciertas cosas, desistieran de ser tan rígidos y dejaran de ver enemigos de la doctrina por todas partes. A veces el tipo alarmista y el apologista van juntos en un mismo carácter, y entonces, a efectos prácticos, sería mejor que no fueran espiritistas (porque flaco favor hacen al movimiento). Suelen ser  sectarios y fanáticos. 

Los pastorales: Quizá los menos molestos, aunque su actitud suele dejar una errónea impresión de lo que es el Espiritismo. Desconfían del libre análisis y las opiniones demasiado sinceras (para su gusto), con lo que en este aspecto se parecen a los apologistas, aunque son más fraternos y respetuosos (suelen asustarse o escandalizarse, donde los otros suelen irritarse). El estar (otros o ellos mismos) en desacuerdo con algo, les despierta una inquietud parecida al “pecado”, y suelen optar por callarse y seguir la opinión general. Son demasiado corderos del rebaño, les falta carácter y expresar sin temor sus opiniones (aunque no sean las de la mayoría). Pueden estar mal influidos (incluso manipulados) por la tóxica combinación alarmista-apologista. 

Los polemistas: Una cosa es saber ser asertivo y hacer uso de la crítica constructiva y respetuosa (cuando toque y sea pertinente), y otra muy diferente hacer de esto un modus operandi habitual. Para este tipo de espírita es más estimulante la controversia que la actitud dialogante y el espíritu de fraternidad. Son el extremo opuesto (pero también erróneo) de los conformistas pastorales, y con frecuencia son más un fastidio que un elemento estimulador de la convivencia. 

Este artículo y su autor pueden ser presa fácil de reproche censurador de espíritas con pauta alarmista o apologista, así como también de las oraciones de los temerosos pastorales (gracias por esto último, en cualquier caso). 

Entre los sectores espíritas (como en cualquier otro colectivo formado por personas), se camuflan trampas y ambigüedades, no oriundos de la revelación espiritista por supuesto, sino de la fragilidad humana. 

Podemos encontrarnos con soterrados ataques o disfrazadas intrigas aquí o allá, pues estas maniobras pueden camuflarse tras un discurso evangelizador o la utilización de elevados textos doctrinarios… en apariencia para ayudar pero con el secreto anhelo de perjudicar. 

Que no nos amedrente tener opiniones diferentes o procedimientos distintos a los oficiales. No olvidemos que lo que realmente incide en la realidad espiritual es la intención, y cuando esta es tan honesta como pacífica, no hay repercusión negativa de ningún tipo (gusten o no gusten nuestras opiniones). Herculano Pires, Leopoldo Machado, Amalia D. Soler, etc, etc., eran profundamente comprometidos y leales al Espiritismo, pero por esto mismo, profundamente críticos cuando tocaba serlo. A menudo su lenguaje era fuertemente directo, sin tapujos ni sutilezas (hubieran asustado mucho a los pastorales), pero cuando tocaba saltar a la arena en la defensa de algún aspecto del ideal, lo hacían de frente y sin dudar.

 Igualmente, no hacían acoso y derribo de aquellos con los que no compartían su parecer (como pueden utilizar como maniobra los alarmistas-apologistas). A estos cuatro prototipos espíritas analizados les falta un baño de humildad, ser más naturales y trabajarse la empatía… aunque solo sea para no dar la razón a Kardec cuando (sabiamente) dijo que los peores enemigos del Espiritismo estaban dentro de sus filas. Si no estás dentro de estos tipos analizados; enhorabuena: por muchos defectos que tengas serás un digno discípulo de la escuela espiritista. 

Se espírita, pero no dejes de ser un tipo normal; no hace falta tener un lenguaje afectado y, mucho menos, sentirse un elegido. 

Paz. 

Por Carlos G. para Zona Espírita. Publicado originalmente en esta misma web en el año 2015. (Re-publicación)

( Del Blog Pensamientos de un espírita sin complejos)

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                                     MENSAJE ESPIRITUAL

                                                                


¡La paz del Señor sea con vosotros, queridos amigos! Vengo a infundiros valor para que sigáis en el camino del bien.

A los pobres Espíritus que en otras épocas han habitado en la Tierra, Dios les confía la misión de esclareceros. Bendito sea Él, por la gracia que nos concede de poder contribuir a vuestro perfeccionamiento. ¡Que el Espíritu Santo me ilumine y me ayude, a fin de que mi palabra sea comprensible, y que me conceda la gracia de colocarla al alcance de todos! En cuanto a vosotros, encarnados, que estáis afligidos y buscáis la luz, ¡que la voluntad de Dios venga en mi ayuda para hacer que resplandezca ante vuestros ojos!

La humildad es una virtud muy postergada entre vosotros. Los grandes ejemplos que se os han dado no son tomados en cuenta como correspondería. Sin embargo, sin humildad, ¿podéis ser caritativos para con el prójimo? ¡Oh! no, porque ese sentimiento nivela a los hombres; les dice que son hermanos, que deben ayudarse mutuamente, y los conduce al bien. Sin la humildad, os adornáis con virtudes que no tenéis, como si os pusierais un vestido para ocultar las deformidades de vuestro cuerpo. Acordaos de Aquel que nos salvó; recordad su humildad, que lo hizo tan grande y lo elevó por encima de los profetas.

El orgullo es el terrible adversario de la humildad. Si Cristo prometía el reino de los Cielos a los más pobres, se debe a que los grandes de la Tierra se imaginan que los títulos y las riquezas son recompensas acordes con sus méritos, y que su esencia es más pura que la del pobre. Consideran que tienen derecho a esas cosas, razón por la cual, cuando Dios se las quita, lo acusan de cometer una injusticia. ¡Oh! ¡Escarnio y ceguera! ¿Acaso Dios os reconoce por el cuerpo? La envoltura del pobre, ¿no es de la misma esencia que la del rico? El Creador, ¿ha hecho dos especies de hombres? Todo lo que Dios hace es grande y sabio. Nunca le atribuyáis las ideas que vuestros cerebros orgullosos conciben.

¡Oh, rico! Mientras tú duermes en tus aposentos dorados, al resguardo del frío, ¿no sabes que miles de hermanos tuyos, que valen tanto como tú, yacen sobre la paja? El desdichado que padece hambre, ¿no es tu igual? Cuando escuchas eso tu orgullo se subleva, bien lo sé. Consentirás en darle una limosna, ¡pero jamás le estrecharías fraternalmente la mano! “¡Cómo! -pensarás- ¡Yo, de noble estirpe, uno de los grandes de la Tierra, seré igual a ese miserable cubierto de harapos! ¡Vana utopía de los que pretenden ser filósofos! Si fuésemos iguales, ¿por qué Dios lo habría colocado tan abajo y a mí tan arriba?” Es verdad que vuestras vestimentas no son semejantes. Con todo, si ambos se desnudaran, ¿qué diferencia habría entre vosotros? “La nobleza de la sangre”, dirás. Pero la química no ha encontrado diferencia alguna entre la sangre de un gran señor y la de un plebeyo, ni entre la del amo y la del esclavo. ¿Quién te garantiza que tú no has sido miserable y desdichado como él? ¿Que no has pedido limosna? ¿Que no se la pedirás un día a ese mismo al que hoy desprecias? ¿Acaso son eternas las riquezas? ¿No se acaban cuando se extingue el cuerpo, envoltura perecedera de tu Espíritu? ¡Oh! ¡Imprégnate de humildad! Pon finalmente la mirada en la realidad de las cosas de este mundo, en lo que da lugar al enaltecimiento o a la humillación en el otro. Piensa que la muerte no te respetará, como tampoco respetará a los demás hombres; que los títulos no te preservarán de su ataque; que ella puede herirte mañana, hoy, en cualquier momento. Y si te encierras en tu orgullo, ¡oh, cómo te compadezco, porque serás digno de piedad!

¡Orgullosos! ¿Qué erais antes de ser nobles y poderosos? Es posible que estuvieseis por debajo del último de vuestros criados. Inclinad, pues, vuestras altivas frentes, pues Dios puede bajarlas en el momento en que más las levantáis. Todos los hombres son iguales en la balanza divina. Sólo las virtudes los distinguen ante Dios. Todos los Espíritus son de la misma esencia, y todos los cuerpos son modelados con la misma arcilla. Vuestros títulos y vuestros nombres en nada os modifican; quedan en la tumba, y no son ellos los que os darán la felicidad prometida a los elegidos. La caridad y la humildad son sus títulos de nobleza.

¡Pobre criatura! Eres madre y tus hijos sufren: sienten frío, tienen hambre. Y tú acudes, doblada bajo el peso de tu cruz, a humillarte para conseguirles un pedazo de pan. ¡Oh, yo me inclino ante ti! ¡Cuán noble, santa y grande eres a mis ojos! Aguarda y ruega. La felicidad aún no es de este mundo. A los pobres y oprimidos que confían en Él, Dios les concede el reino de los Cielos.

Y tú, jovencita, pobre niña entregada al trabajo y a las privaciones, ¿por qué esos tristes pensamientos? ¿Por qué lloras? Que tu mirada, piadosa y serena, se eleve hacia Dios: Él da alimento a las avecillas. Ten confianza en Él, que no te abandonará. La algarabía de las fiestas y los placeres del mundo agitan tu corazón. Quisieras también adornar tu cabello con flores y mezclarte con los felices de la Tierra. Piensas que podrías, como esas mujeres a las que ves pasar alegres y risueñas, ser rica también. ¡Oh! ¡Cállate, niña! Si supieses cuántas lágrimas y dolores indescriptibles se ocultan bajo esos vestidos bordados, cuántos sollozos son ahogados por el ruido de esa alegre orquesta, preferirías tu humilde refugio y tu pobreza. Mantente pura ante Dios, si no quieres que tu ángel de la guarda se eleve hacia Él, con el rostro oculto bajo sus blancas alas, y te deje con tus remordimientos, sin guía, sin amparo, en este mundo donde estarías perdida, mientras esperas tu castigo en el otro.

Y vosotros, los que sufrís las injusticias de los hombres, sed indulgentes para con las faltas de vuestros hermanos, reconociendo que tampoco estáis exentos de culpas: en eso consiste la caridad, y también la humildad. Si sufrís por las calumnias, inclinad la frente ante esa prueba. ¿Qué os importan las calumnias del mundo? Si vuestra conducta es pura, ¿acaso Dios no puede recompensaros por ello? Soportar con valor las humillaciones de los hombres implica ser humilde y reconocer que sólo Dios es grande y poderoso.

¡Oh, Dios mío! ¿Será preciso que Cristo venga por segunda vez a la Tierra para enseñar a los hombres tus leyes, porque las olvidan? ¿Deberá Él expulsar otra vez del templo a los mercaderes que corrompen tu casa, destinada exclusivamente a la oración? ¡Oh, hombres! ¡Quién sabe si, en caso de que Dios os concediera la gracia de enviaros nuevamente a Jesús, no renegaríais de Él como lo hicisteis antes! ¡O si no lo llamaríais blasfemo, porque abatiría el orgullo de los fariseos modernos! Es posible que lo hicierais recorrer de nuevo el camino del Gólgota.

Cuando Moisés subió al monte Sinaí para recibir los mandamientos de Dios, el pueblo de Israel, entregado a sí mismo, abandonó al verdadero Dios. Hombres y mujeres se desprendieron de su oro y sus alhajas para que se hiciera un ídolo, al que adoraron. Hombres civilizados, vosotros os comportáis del mismo modo que ellos. Cristo os confió su doctrina; os dio el ejemplo de todas las virtudes, pero lo habéis abandonado todo, tanto el ejemplo como los preceptos. Cada uno de vosotros contribuyó con sus pasiones, y os habéis hecho un Dios a la medida de vuestra voluntad: según algunos, terrible y sanguinario; según otros, indiferente a los intereses del mundo. El Dios que fabricasteis sigue siendo el becerro de oro que cada uno adapta a sus gustos y a sus ideas.

Reflexionad, hermanos y amigos míos. Que la voz de los Espíritus conmueva vuestros corazones. Sed generosos y caritativos sin ostentación, es decir, haced el bien con humildad.

Que cada uno derribe poco a poco los altares que habéis erigido al orgullo. En una palabra, sed verdaderos cristianos, y alcanzaréis el reino de la verdad. No dudéis más de la bondad de Dios, cuando Él os da tantas pruebas de ello.

Los Espíritus venimos a preparar el camino para que las profecías se cumplan.

Cuando el Señor os dé una manifestación más resonante de su clemencia, que el enviado celestial os encuentre formando una gran familia; que vuestros corazones afables y humildes sean dignos de oír la palabra divina que Él habrá de traeros; que el elegido no encuentre en su camino otra cosa que las palmas que vosotros hayáis dispuesto por vuestro retorno al bien, a la caridad, a la fraternidad, y entonces vuestro mundo se convertirá en el paraíso terrenal.

Por el contrario, si permanecierais insensibles a la voz de los Espíritus enviados para purificar y renovar vuestra sociedad civilizada, rica en ciencias, pero tan pobre en buenos sentimientos, entonces, ¡ay!, sólo nos quedará llorar y gemir por vuestro destino. Pero no, no sucederá de ese modo. Volved a Dios, vuestro Padre, y en ese caso nosotros, que habremos contribuido al cumplimiento de su voluntad, entonaremos el cántico de acción de gracias, para agradecer al Señor su inagotable bondad, y para glorificarlo por los siglos de los siglos. Así sea.

Lacordaire. Constantina, 1863

El evangelio según el espiritismo

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