lunes, 17 de febrero de 2014

EL ESPIRITISMO Y EL DESAFÍO DE LA RENOVACIÓN SINCERA


     Cuando somos favorecidos por el conocimiento de la Doctrina Espírita, cuando penetramos por las puertas de una casa espírita buscando el beneficio del pase, de la asistencia fraterna, el mensaje de un ser querido, por la curiosidad que nos visita o por la búsqueda de la curación de nuestros dolores, estamos abriendo un portal de inimaginable grandeza e importancia en la historia de nuestra vida eterna...
 Es innegable el brillo que se instala en nuestras vidas cuando pasamos a adoptar el título de espíritas. Para esto basta que sintamos y creamos en los principios espíritas, sin aquella tontería de “aún no soy espírita, estoy intentando serlo”… proferidas por lo demás por la falsa modestia de algunos o por el deseo de mantenerse apartados del servicio, por parte de otros.
 Pasamos entonces a la fase de la acción espírita, donde nos adherimos a los innumerables y variados trabajos que se desarrollan en el ambiente del centro espírita y del movimiento espírita en general, que agradan a todos los gustos y perfiles de trabajadores, que, dentro de su modo de ser, encontrarán el servicio ideal y acogedor que significará la palanca poderosa en el rumbo y progreso de las criaturas.
 En la estructura actual del servicio espírita y de las entidades, podemos dividir las actividades dentro de los siguientes departamentos:
 a) Departamento de Asistencia Social.
b) Departamento de Evangelización Infantil y Juvenil.
c) Departamento de la Juventud, que podrá formar conjuntamente con
el Departamento de Evangelización, el DIJ, dividido en dos áreas.
d) Departamento de la Familia.
e) Departamento de Trabajos Mediúmnicos.
f) Departamento de Estudios Sistematizados y Eventos Doctrinarios.
g) Departamento de Divulgación Doctrinaria;
h) Departamento Financiero, denominado aún por la mayoría de las entidades como tesorería.
i) Departamento de Administración, que en la mayoría de las casas está concentrado en una sola persona: el presidente.
Pero este es un asunto que dejamos para otra oportunidad, cuando analicemos la estructura y organización de la casa espírita.
 ACCIÓN ESPÍRITA
 Matriculados en esta bendita escuela, comenzamos a incorporarla a nuestro programa diario de vida, y pasado algún tiempo, no concebimos la existencia sin las actividades espíritas.
 Sea por el dolor y por el drama que nos acomete, sea por el repicar de las campanas del estudio que nos despiertan inesperadamente para el servicio cristiano, sea por las manos de amigos, sea por la voluntad de descubrir quiénes somos y para dónde vamos, aquí estamos nosotros en el seno de la familia espírita.
 Queremos mejorar nuestra conducta, nuestra sensibilidad con relación a los dolores del prójimo que se eleva sobremanera, no nos armonizamos ya con patrones de comportamiento puramente materialistas, de inicio sentimos un entusiasmo especial que parece darnos fuerzas para resolver todos los problemas de la Humanidad…
 Los años pasan, y como en toda experiencia humana, la rutina desafía la persistencia en el ideal cristiano. En este momento ocurren tres reacciones diferentes para el trabajador espírita, que sigue uno de los tres caminos indicados adelante:
 a) Como en un servicio profesional el desgaste surge, pensamos en vacaciones de la actividad espírita, el cansancio de lidiar con criaturas difíciles a veces nos abate, días de desánimo nos visitan, otras distracciones parecen tan atractivas, ya inventamos disculpas para faltar al día de la reunión, asumimos otras tareas y acabamos por abandonar o casi abandonar la causa espírita, cuando mucho visitando de cuando en cuando a los “amigos del centro”.
b) Permanecemos en el servicio, mantenemos nuestras obligaciones,decimos con satisfacción que estamos cumpliendo 10, 20, 30 años dentro del Espiritismo, enumeramos las tareas creadas, las que se mantienen gracias a nuestra persistencia, nuestros nombres se destacan como, oradores, médiums, dirigentes, divulgadores, etc. Es un grupo bendito por haber permanecido en la mies, a la par de las persecuciones, de las calumnias, de las incomprensiones, de los atritos… Pero, vamos al servicio como un empleado esperando la jubilación; nos adueñamos de la situación, no soltamos nuestras tareas de ningún modo, defendemos nuestros puntos de vista con aferrado conservadurismo, ocupamos nuestro espacio usando viejos y conocidos artificios de las agrupaciones humanas: la politiquería,el autoritarismo, la persecución, la intriga, la crítica, etc. Son aquellos que entraron en el Espiritismo, pero el Espiritismo apenas les penetró superficialmente, alcanzando un poquito el cerebro y la razón, pero faltándoles aún un largo camino que recorrer. Estudian el Evangelio y las lecciones del Divino Maestro, pero no dirigen sus actitudes por los patrones de Él.
c) Cuando la luz del Evangelio nos penetró cerebro y corazón, razón y sentimiento. Cuando hacemos del ideal espírita la luz que guía nuestros pasos, transformando totalmente nuestra conducta y promoviendo nuestra reforma íntima.
Por eso cuando abrazamos la causa espírita, tenemos que luchar por un trabajo esencial, inaplazable e imprescindible para que prosigamos hacia delante en la senda evolutiva: nuestra renovación íntima.
 Acatando la orientación de Cairbar Schutel (1), trabajemos mientras es de día, “desentrañemos, así, la gema de nuestra alma del oscuro cascajo de la ignorancia”.
 Las condiciones recibidas por nosotros, favorables y positivas representan una inversión de lo Alto en la acción sincera de nuestro perfeccionamiento moral y el del planeta, pues Jesús está trabajando por la promoción espiritual de nuestra escuela terrenal. No habrá Tercer Milenio en términos de mejoría espiritual si los hombres no hicieren su parte.
Y compete a los espíritas un importantísimo papel en esta transición, pero no a los espíritas de apariencias, sino al que verdaderamente abrace los principios espíritas en su profundidad.
 Es agradable cuando vemos las ideas de nuestra doctrina esparciéndose como las semillas al viento, frecuentando los medios, siendo trabajadas en películas, libros, novelas, teatro, etc. Pero el objetivo mayor del Espiritismo es lograr la transformación moral de las criaturas, y no simplemente revelar secretos de la vida, abriendo el velo que escondía al hombre su origen y destino.
 Abracemos la alerta de Emmanuel (2): “Si pretendes quebrar las cadenas que te atan a las sombras, no bastará que te rotules con este o aquel título en el campo de las afirmaciones exteriores. Es imprescindible que te transformes por dentro, produciendo luz para el cerebro y luz para el corazón”.
No podemos retornar a la Patria Espiritual por la misma puerta de la ignorancia y de la indiferencia por la que entramos.
 LA MAYOR PROPAGANDA
 Toda esta evidencia a la doctrina y a los espíritas aumenta y agrava considerablemente nuestra responsabilidad, obligándonos a la defensa contra los medios corruptibles materialistas: títulos, éxito, abundantes recursos financieros, posición social destacada, que si ocurrieren no deberían ser rechazados como si fuesen enfermedades, sino tratados con equilibrio y disciplina, pues solamente tienen utilidad mientras estuvieren sirviendo a la causa, y despreciando al trabajador, que puede estancarse por no estar prevenido en cuanto a los peligros de las ventajas terrenales…
 Los medios de difusión de la Doctrina crecieron y se multiplicaron.
Tenemos periódicos, revistas, boletines, programas de radio, programas de televisión, mensajes, clubes de libros, ferias de libros, librerías y otras muchas especies de propaganda del Espiritismo. Sin embargo, la mayor y más dinámica forma de propaganda y divulgación del Espiritismo es el ejemplo personal, que suena más alto, alcanza más profundamente los corazones, congrega más mentes y convence ampliamente.
 Y para ejemplificar es preciso creer y vivir sinceramente. Empeñar     nuestras emociones, ideas y palabras en el trabajo diligente del bien, adquiriendo  el mérito y la experiencia superior.
 Concordamos con el compañero Walter Barcelos (3) diciendo que “la finalidad fundamental del Espiritismo es el perfeccionamiento integral de la personalidad humana”.
 Por detrás de tantas tareas y actividades está el objetivo mayor de nuestra amada doctrina: la transformación del hombre, que transformado modificará a la sociedad.
Y para esto la preocupación mayor de la Espiritualidad es con la calidad y no con la cantidad. No adelanta abrazar un número excesivo de obligaciones materiales si no crecieren nuestros sentimientos, mejorásemos nuestra visión  y superásemos nuestras fallas. Cuidar de la caridad por fuera olvidando el mundo íntimo será lo mismo que adornar el agua estancada, sin drenarla y convertirla en utilidad pública.
 André Luiz (4) nos elucida: “no olvidar que la principal propaganda es siempre aquella desarrollada por los propios actos de la criatura, a través de la ejemplificación elocuente de nuestra reforma íntima, en los patrones del Evangelio”.
 NUESTROS INSTRUMENTOS
Los instrumentos mayores que poseemos para ejecutar ésta que es la principal tarea del cristiano –Reforma íntima o Renovación Sincera– están dentro de nosotros. No necesitamos rogar insistentemente para que Dios nos dé recursos extraordinarios, cuando tenemos en nosotros las mejores herramientas.
 Como ejemplo de actitudes que nos entrenan para las Olimpíadas del Evangelio, hagamos adelante un plan de acción que nos auxilie en el trabajo de auto-perfeccionamiento para la victoria del hombre nuevo sobre el hombre viejo.
Son treinta pasos iniciales, ya que si fuésemos a enumerar todas las actitudes a ser tomadas devoraríamos páginas y más páginas:
 I) Silencie los lamentos.
II) No espere vivir sin problemas.
III) Calle la crítica (hable sólo sí fuere para auxiliar de verdad).
IV) No se apoye en las reiteradas disculpas.
V) Auxilie al prójimo todo lo que pueda.
VI) No gaste energía y serenidad con decepciones.
VII) Reflexione antes de actuar.
VIII) Vigile sus propias manifestaciones.
IX) Observe la vida con optimismo.
X) No se juzgue indispensable.
XI) No exija la perfección de los demás.
XII) Oiga su autocrítica.
XIII) Cultive la amistad y la gentileza.
XIV) Simplifique sus hábitos.
XV) Sólo efectúe compromisos dentro de los límites de sus posibilidades.
XVI) Pruebe vivir en humildad y practicar el silencio.
XVII) No busque resolver los problemas con subterfugios ( bebidas, drogas,
cigarrillos, armas, agresividad, etc.).
XVIII) Acepte los obstáculos con paciencia.
XIX) Jamás huya al trabajo, por más difícil que le parezca.
XX) Ame a las personas y a las obligaciones que nos competen.
XXI) Avance en el conocimiento superior, iluminando con la instrucción los
laberintos de la ignorancia.
XXII) Distribuya ejemplos de paz, tolerancia, renuncia, cariño y fe.
XXIII) Utilice siempre la luz de la oración.
XXIV) No trasmita al prójimo dolor y sacrificio, aflicción y amargura, aunque estén golpeándonos íntimamente.
XXV) Acepte los problemas en el mundo y superelos con vigor.
XXVI) Sirva incesantemente en el bien.
XXVII) No se irrite con la simplicidad o dificultad de entendimiento de muchas personas.
XXVIII) Efectúe su propio perfeccionamiento.
XXIX) Promueva iniciativas de solidaridad y práctica de abnegación.
XXX) Hagamos y realicemos lo mejor de nosotros cada día.
 ¡Esforcémonos! La tarea es ardua, pero es posible e inevitable su logro algún día. Abracemos las palabras de Emmanuel (5): “El trabajo de cada uno en la iluminación de sí mismo debe ser permanente y metódico. Los fenómenos despiertan el espíritu adormecido en la carne, pero no suministran las lucesinteriores, solamente conseguidas a costa de gran esfuerzo y trabajo individual”.
 En la misma línea reforzamos con Juana de Ángelis (6): “El trabajo impone esfuerzo. Cualquier adquisición noble pide sacrificios”.
 NUESTRA VICTORIA
 ¡Compañero espírita! ¡Ánimo y seguridad en la victoria que aguarda a los que buscan el ejercicio del Evangelio, hoy revivido en nuestra Doctrina Espírita!
 ¡Nuestra victoria vendrá! Basta que nos armemos de Voluntad, de Idealismo, de Entusiasmo, de Valor, de Amor a la Causa que nos acoge, Amor a los Compañeros y Amor al Servicio.
 Donde estuviéremos, como estuviéremos, con quien estuviéremos,estemos siempre dispuestos a practicar los cinco verbos de la evolución:
AMAR, ESTUDIAR, SERVIR, OBSERVAR y ORAR.
 Que estemos entre aquellos que alegran a los que gobiernan los destinos del planeta. Que jamás estemos entre los falsos espíritas que Eurípedes Barsanulfo  (7) por segunda vez nos recuerda:  “En la Alturas Resplandecientes, el Señor permanece llorando por aquellos que conociendo el Evangelio, no lo practican”.
 El desafío de la renovación sincera es de cada uno de nosotros que recibimos el galardón del Espiritismo.
 La Doctrina y los Espíritus no nos piden santidad de un momento para otro; nos piden tan solo trabajo y esfuerzo.
 Descarguemos el pesado fardo del hombre viejo que aún está en nosotros; dejemos surgir con todo su esplendor, al hombre nuevo. Ya está bien de Doctrina por fuera. De ahora en adelante sólo admitamos la sinceridad como conductora de nuestra relación con los trabajos y aprendizaje con el Espiritismo.
Para concluir, solo podríamos colocar aquí la magistral máxima que todos nosotros espíritas deberíamos tener en la cartera, en la pared de nuestra casa y sobre todo en el corazón: “Se reconoce al verdadero espiritista por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas  inclinaciones”. (8).
 ¡Espíritas! Amémonos, he ahí el primer mandamiento; instruyámonos, he ahí el segundo; renovémonos, he ahí el tercero, para que los otros dos sean eficaces… constató que la religión es uno de los factores que influencian la incidencia de enfermedades, explica Jeffrey S. Levin, exprofesor de la Escuela Médica de Virginia. Levin verificó la existencia de una asociación entre la buena salud y la religión en estudios hechos con protestantes americanos, católicos europeos,budistas japoneses y judíos israelitas; con personas que vivieron en las décadas de los 30 y los 80; y con pacientes atacados por enfermedades agudas y crónicas.
 (…) Las oraciones de otras personas ¿pueden traernos la curación?
Los científicos están investigando si la oración es capaz de curar a otras personas. Benson y sus colegas, estudiando a pacientes sometidos a cirugía coronaria, y Matthews, que estudia a personas con artritis reumática, están intentando confirmar las constataciones de un estudio muy citado, cuyo autor es el cardiologo Randolph Byrd en 1988.
 El Dr. Byrd dividió a 393 pacientes cardíacos del Centro Médico del Hospital General de San Francisco en dos grupos. Uno recibió oraciones de cristianos de todo el país, mientras que el otro no recibió oraciones. Los pacientes no sabían a que grupo pertenecían. El grupo que fue objeto de las oraciones presentó menor número de complicaciones –casos de neumonía, paros cardíacos e insuficiencia cardiaca congestiva– y precisó de menos antibióticos.
Más perturbadores aún son los estudios, muy controvertidos, que sugieren que la oración puede influenciar todo, desde el crecimiento de bacterias en un laboratorio hasta la cicatrización de heridas en ratones. “Esas investigaciones con organismos inferiores permiten una gran precisión científica, y los resultados no pueden ser atribuidos, por ejemplo, al efecto placebo”,dice el Dr. Larry Dossey, autor de Rezar es un santo remedio. (…)
“Investigación constata que pacientes por los que se oró tuvieron una mejor recuperación.
Joamar Zanolini Nazareth
 Phyllis MacIntosh
(Transcripció n parcial de la Revista Selecciones del Reader’s Digest, Rio de Janeiro, RJ, Brasil. 03/2000).

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“Emerger grado a grado del abismo de la vida para tornarse Espíritu, genio superior, y esto por sus propios méritos y esfuerzos”.
León Denis – El Problema del Ser, del Destino y del Dolor – FEB.

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     Los problemas de la existencia 

     Lo que le es importante al hombre saber por encima de todo, que es, de donde viene, donde va, cual es su destino. Las ideas que nos hacemos del Universo y de sus leyes, del papel que cada uno de nosotros debe jugar sobre este teatro vasto, son de una importancia capital. Es según ellas que dirigimos nuestros actos. Es consultándolas que fijamos un fin en nuestra vida y marchamos hacia ese fin. Allí está la base, el verdadero móvil de toda civilización. Tanto vale el ideal, tanto vale al hombre. Tanto para las colectividades, como para el individuo, es la concepción del mundo y de la vida que determina los deberes; fija la vía que hay que seguir; las resoluciones que hay que adoptar. Pero, así como lo dijimos, la dificultad en resolver estos problemas no los hace rechazar demasiado a menudo.

     La opinión de la mayoría es inestable, indecisa; los actos, los caracteres se resienten de eso. Ahí está el mal de la época, la causa de la confusión en la cual está presa. Tenemos el instinto del progreso; queremos marchar, pero, ¿para ir a dónde? Es con lo qué no se sueña bastante. El hombre, ignorante de su destino, es como un viajero que recorre automáticamente un camino, sin conocer ni el punto de partida ni el punto de destino, y no sabe por qué viaja; que, como consecuencia, siempre está dispuesto a fijarse en el menor obstáculo, y pierde su tiempo descuidando el fin que hay que alcanzar.

     La insuficiencia, la oscuridad de las doctrinas religiosas y los abusos que engendraron llevaron a buen número de espíritus al materialismo. Creemos de buena gana que todo acaba con la muerte, que el hombre no tiene otro destino que desvanecerse en la nada. Demostraremos más adelante cuánto esta manera de ver está en oposición flagrante con la experiencia y la razón. Digamos desde ahora que destruye toda noción de justicia y de progreso. Si la vida está circunscrita entre la cuna y la tumba, si las perspectivas de la inmortalidad no vienen para alumbrar nuestra existencia, el hombre no tiene ya otra ley que la de sus instintos, la de sus apetitos, la de sus goces. Poca importancia tiene que le gusten el bien y la equidad.

     Si sólo aparece y sólo desaparece de este mundo, si se lleva con él, en el olvido, sus esperanzas y sus afectos, sufrirá tanto más cuanto más elevadas sean sus aspiraciones; amando la justicia, el soldado del derecho, se considera condenado por no ver casi nunca su consecución; apasionado por el progreso, sensible a los dolores de sus semejantes, se imagina que se apagará antes de haber visto triunfar sus principios. Con la perspectiva de la nada, cuanto más habrá practicado la devoción y la justicia, más caerá su vida fértil en amarguras y en decepciones. El egoísmo bien comprendido sería la sabiduría suprema; la existencia perdería toda grandeza, toda dignidad. Las facultades más nobles, las tendencias más generosas del espíritu humano acabarían por marchitarse, por apagarse totalmente.
La negación de la vida futura suprime también toda sanción moral. Con ella, que sean buenos o malos, criminales o sublimes, todos los actos acaban con el mismo resultado. No hay compensaciones a las existencias miserables, a la oscuridad, a la opresión, al dolor; no hay más consuelo en la prueba, más esperanza para los afligidos. Ninguna diferencia espera, en el futuro, al egoísta que sólo vivió y a menudo a costa de sus semejantes, y el mártir o el apóstol que habrá sufrido, habrá sucumbido combatiendo por la emancipación y el progreso de la raza humana. La misma sombra servirá para ellos de mortaja. Si todo acaba con la muerte, el ser no tiene ninguna razón para esforzarse, para contener sus instintos, sus gustos. Aparte de las leyes terrestres, nada puede retenerlo.

     El bien y el mal, el justo y el injusto también se confunden y se unen en la nada. Y el suicidio será siempre un medio de escapar de los rigores de las leyes humanas. La creencia en la nada, al mismo tiempo que arruina toda sanción moral, deja irresoluto el problema de la desigualdad de las existencias, en lo que toca a la diversidad de facultades, de aptitudes, de situaciones, de méritos. En efecto, ¿por qué a unos todos los dones del espíritu y del corazón, los favores de la fortuna, mientras que tantos otros, tienen en reparto sólo pobreza intelectual, vicios y miseria? ¿Por qué, en la misma familia, los padres y los hermanos, nacidos de la misma carne y de la misma sangre, difieren en tantos puntos? Muchas cuestiones insolubles para los materialistas, así como para muchos creyentes. Estas cuestiones, vamos a examinarlas brevemente a la luz de la razón.

León Denis
Extraído del libro "El porqué de la vida"
                                                                ********************

                                      Desencarnaciones colectivas


                 

Siendo Dios la Bondad Infinita, ¿Por qué permite la muerte aflictiva de tantas personas enclaustradas e indefensas, como en los casos de los grandes incendios? 
(Pregunta dirigida a Emmanuel por algunas decenas de personas en reunión pública, en la noche del 23-2-1972, en Uberada, Minas)

Respuesta: Realmente reconocemos en Dios el Perfecto Amor aliado a la Justicia Perfecta. Y el Hombre, hijo de Dios, creciendo en amor, trae consigo la Justicia inmanente, convirtiéndose, en razón de eso, en cualquier situación, en el más severo juez de sí mismo. Cuando retornamos de la Tierra para el Mundo Espiritual, conscientes de las responsabilidades propias, trabajamos en el análisis de nuestros débitos pasados y rogamos los medios precisos a fin de rescatarlos debidamente. Es así que, muchas veces, renacemos en el Planeta en grupos comprometidos para la redención múltiple. 
***

Invasores enredados por la propia ambición, que aniquilábamos colectividades en la voluptuosidad del saqueo, volvemos a la Tierra con encargos diferentes, pero en régimen de encuentros marcado para la desencarnación conjunta en accidentes públicos. Explotadores de la comunidad, cuando le agotábamos las fuerzas en provecho personal, pedimos la vuelta al cuerpo denso para estar el frente unidos al ápice de epidemias arrasadoras. Promotores de guerras conducidos para el asalto y la crueldad por la megalomanía del oro y del poder, en nosotros fortalecido para la regeneración, pleiteamos al Plano Físico a fin de sufrir la muerte de parte aparentemente inmerecida, en acontecimientos de sangre y lagrimas. Corsarios que provocábamos fuego a embarcaciones y ciudades en la conquista de presas fáciles, observando en nosotros, en el Mas Allá, con los problemas de la culpa, solicitamos el retorno a la Tierra para la desencarnación colectiva en dolorosos incendios, inexplicables sin la reencarnación.

***

Creamos la culpa y nosotros mismo ideamos los procesos destinados a extinguir las consecuencias. Y la Sabiduría Divina se vale de nuestros esfuerzos y tareas de rescate y reajuste a fin de inducirnos a estudios y progresos siempre más amplios en lo que diga respecto a nuestra propia seguridad. Es por este motivo que, de todas las calamidades terrestres, el Hombre se retira con más experiencia y más luz en el cerebro y en el corazón, para defenderse y valorizar la vida. 

***

Lamentamos sin desespero, cuantos se hicieron víctimas de desastres que nos afligen el alma. El dolor de todos ellos es nuestro dolor. Los problemas con que se enfrentan son igualmente nuestros. No nos olvidemos, de que nunca estamos sin la presencia de la Misericordia Divina junto a los acontecimientos de la Divina Justicia, que el sufrimiento es invariablemente reducido al mínimo para cada unos de nosotros, que todo se renueva para el bien de todos y que Dios nos concede siempre lo Mejor.
Emmanuel

Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro “Chico Xavier pede licença”
Fragmento traducido por Jacob y aportado por Mari Carmen Sanchez

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